Los personajes pertenecen a Rowling, etc, y no gano nada por escribir esto salvo mi propia diversión, y la vuestra. ^^
Os recuerdo: ¡¡¡hay escenas YAOI ( m/m) slash!!!, si no te gusta, no lo leas.
Es R por algo!!!!!!!!!!!!!!!!!
Bueno, un capítulo muy breve, pero que simplemente surgió.
Muchas gracias por los Reviews!!! Por favooooor, escribid!!!! Disfrutaaaaad!!!
La vuelta atrás14. El último sueño: Lupin
. . . ... ... ......... Remus Lupin le estaba *mirando*.
Sus enormes ojos dorados parecían oscurecidos por un velo de tristeza inmensa, un velo que siempre había estado allí. ¿Cómo no se había dado cuenta? El cansancio, el disgusto consigo mismo, la hambruna de afecto... el total retraimiento a la hora de conseguirlo.
Los síntomas eran tan familiares... Los había experimentado todos. No es que él fuese un monstruo como Lupin, el pequeño hombre lobo... No, no lo era, al menos en sentido literal. Pero Severus Snape era un seudo-monstruo, al menos para la gente. Y lo era de continuo, cuando Lupin sólo se transformaba una vez al mes.
Dios santo... ¿era posible que estuviera sintiendo envidia de Lupin, después de averiguar su pequeño secreto? Realmente su miseria estaba superando toda cota imaginable. Severus sintió sus mejillas arder simplemente de pensarlo, y volvió a lanzar una mirada esquiva al muchacho.
Lo mismo. Lupin seguía mirándole. ¡Aquello era enfurecedor!
¡Le podía haber comido vivo! ¡Le podía haber transformado en otro hombre lobo! ¿Y que hacía? ¡MIRARLE! ¡mirarle con sus grandes ojos llenos de pena y culpa! ¡Él no necesitaba la lástima de Lupin! ¡No la quería! Lo que él quería era, era...
Severus se mordió los labios; ni lo pensaré, se dijo decidido. Sólo pensarlo le avergonzaba. ¿Por qué *tenía* que pensar tanto en Remus? Lo había hecho desde primero; no, desde antes... Desde que le encontró en el callejón Diagon. ¡El tonto Gryffindor! Tan dulce… tan amable… Dios, ¿cómo podía ser tan amable todo el tiempo? Y tener esos ojos tan dorados...
Le volvió a mirar, y entonces se encontró la mueca de Black, interponiéndose entre él y Lupin. Éste miró a su amigo con dolor, y se fue corriendo de la gran mesa, seguido de Potter. El rostro de Black se desfiguró por la pena, y volvió a mirar a Severus con auténtico odio. La mayoría de los Gryffindor le secundaron, automáticamente suponiendo que cualquier altercado entre los dos buenos amigos tenía que ser por culpa de un Slytherin, o de Snape, para concretar.
Pues no soy yo quien ha metido la pata, se dijo Severus con frustración, antes de volver sus ojos negros a su plato de comida. Revolvió los trozos de carne en salsa con el tenedor, sin pizca de apetito.
Se sentía muy mal, el pecho le dolía como si le hubieran arrancado el corazón. ¿Y no era así, en cierta forma?
¿Qué clase de iluso había sido? Remus Lupin era Gryffindor y él Slytherin, ambos *chicos*, y encima Remus era amigo de Potter y Black, las personas a las que más aborrecía. ¡Por favor! Black incluso había intentado matarle, aunque a nadie pareciera importarle.
Quizás era eso... ¿Por qué a nadie le importó que casi me muriera?,volvió a pensar con amargo dolor. ¿Tan aborrecible soy...? Al final... al final sólo Lupin parece lamentarlo...
Severus atacó la carne pinchándola con el tenedor, repentinamente furioso. ¡Que estupidez, por supuesto lo lamenta! ¡Casi se descubre su secreto! Si me hubiera matado el Director no habría tenido manera de protegerle, le habrían enviado a Azkaban de seguro. O al menos habría sido expulsado, y Black también... Por un momento Severus deseó que ese hubiera sido el resultado, y maldijo por enésima vez a Potter. Sintió entonces la ira acelerar su pequeño cuerpo: tenía unas ganas locas de lanzar su plato contra la pared más cercana, y el tenedor, y...
... el vaso estalló. Y detrás del suyo todos los vasos de la mesa de Slytherin estallaron en una lluvia de cristales rotos. Al instante se formó un pequeño caos en la mesa, seguido por el del resto del estudiantado en el gran comedor.
Juno Gashen, la jefa de la casa de Slytherin, bajó corriendo de la mesa de profesores para tratar de calmar la situación.
Gashen era una mujer aún atractiva a pesar de sus muchos años, manipuladora y llena de vanidad. Iba a las clases emperifollada, y siempre procuraba que sus estudiantes destacaran por sus exquisitas maneras: la mayoría de los Slytherin procedían de buenas familias con muchos medios a su alcance. Por eso el desaliñado Snape, a pesar de ser un alumno brillante en cuanto a notas, no atraía su simpatía.
El sentimiento era mutuo, por supuesto. Era por todos sabido que la presumida Gashen aborrecía preparar pociones, un arte tan complejo como "sucio", en cuanto a todos los ingredientes utilizados. Y pociones era la asignatura favorita de Severus. Sólo *eso* ya la hacía merecedora de su desprecio.
Así que cuando ella se acercó a preguntar lo ocurrido, Severus miró obstinadamente al frente y la ignoró. Tenía la impresión de que había sido él quien había roto los vasos, de alguna manera que no podía explicar. La rabia se había esfumado al romperse los cristales, dejando sólo un hueco vacío dentro de él. Intentó muy duro mantener la culpa fuera de su rostro, y cuando Gashen llegó hasta su sitio, se encogió de hombros en un gesto de ignorancia. Pronto los vasos fueron reemplazados, y la comida continuó.
Severus miró a su plato casi con asco, y lo dejó a un lado. Se obligó a tragar unos trozos de manzana, y se levantó para marchar del comedor.
Estaba enfadado y asustado consigo mismo. ¿Qué le había poseído? Romper los vasos de esa forma... Sólo los niños pequeños eran incapaces de controlar su magia, y siempre debido a estímulos muy fuertes. ¿Estaba realmente *disgustado* hasta ese punto?
No tenía que sentirse tan triste, se repitió, tratando de consolarse. Daba igual; es decir, ¿qué podía esperar? No es como si él hubiera tenido ninguna ilusión antes de conseguir a Remus... Conseguir... ¿qué palabra era esa??? No, no... no era "conseguir", se amonestó... Era "ser su amigo", no? Bueno, ¿qué más daba? No había logrado ser amigo de nadie; era evidente que con Remus no iba ser de otra forma... ¡Éste casi le había matado, por amor de Dios!
El corazón le dio un vuelco en el pecho al recordarlo, y Severus pensó duramente en caminar recto y ¡no, por favor, NO!... romper nada por error.
-¿Severus?
El muchacho dio un respingo y se encontró cara a cara con el Director, Albus Dumbledore.
Oh, uh..., pensó asustado.
El Director le miró con sus chispeantes ojos celestes llenos de compasión, una cálida sonrisa bailándole en los labios.
-Severus... ¿Cómo te encuentras? Parecías estresado hace unos momentos, en la mesa del gran comedor... He observado que no has comido mucho.
¿Y por que será eso?, pensó Snape con un súbito resentimiento. ¿Es que anteayer no parecía estresado?
-Estoy bien –contestó secamente, su mirada negra perdida en el suelo.
Dumbledore le miró unos instantes, antes de añadir: -¿Seguro...? Después de lo de hace dos noches... –cayó por un momento, como recapacitando. -Sabes, Severus, que si algo te preocupa... la puerta de mi despacho está siempre abierta.
Oh sí, seguro... Excepto si un Gryffindor de oro intenta matarte enviándote de cena para su amiguito hombre lobo. Entonces la puerta se cierra en tus narices.
-Estoy bien –repitió terco, sin poder evitar un tono de fastidio en su voz. Se le ocurrió pensar que tal vez el Director supiera que él había roto los vasos. ¿Le iba a castigar?
Dumblendore suspiró, y por un momento el cansancio de sus muchos años se reflejó en su mirada.
-De acuerdo, Severus. – El Director esperó a que Severus levantase la vista hacia él. -Pero recuerda que siempre, *siempre*, puedes venir a mí.
Nunca, se juró Severus firmemente en silencio, manteniendo la mirada.
Ambos estuvieron callados unos instantes, y entonces el joven se dio cuenta de que el mago esperaba una respuesta.
-Oh... Sí, Director... –musitó con voz cansada, deseando acabar con aquella entrevista.
Dumbledore parecía decepcionado por su fría respuesta. Sus ojos celestes se habían oscurecido de manera repentina, y una expresión severa ahondó sus sabias facciones.
Severus volvió a bajar la mirada, ansioso. Se sentía diseccionado como un bicho por la escrutadora presencia del Director, y la sensación no le gustaba en absoluto. Quería marcharse. Se movió enviando su peso de un pie a otro, incómodo ante el súbito silencio. El anciano mago le miraba de una manera muy extraña... Como... ¿triste?
Mierda... ¿No le podía dejar en paz de una vez?
-Mmmm... Director...
-Sí, sí, Severus. Puedes marchar.
Severus no se lo pensó dos veces. Se dio media vuelta y se marchó corriendo en dirección a las mazmorras donde se ubicaban los dormitorios de Slytherin, dejando atrás a un muy preocupado, y desolado, Albus Dumbledore.
Cuando llegó a la sala común tomó asiento en su sillón preferido, el situado frente al fuego ahora apagado. A esa hora, después de comer, la mayoría de los estudiantes salían afuera a reposar antes de las clases de la tarde. El día había amanecido con un sol radiante, y el aire embriagaba con los aromas primaverales... Todo el mundo parecía estar feliz menos él. Se acercaba el fin de curso, y Severus aborrecía la idea de volver a casa.
Otra cosa más sobre la que deprimirse.
Intentando no hundirse demasiado, el joven rebuscó en su bolsa y sacó el último libro de Pociones que había encontrado en la Biblioteca. Los exámenes estaban próximos, y Severus quería tener la mente ocupada. Actualmente Pociones era lo único que podía mantener su concentración lejos de Lupin... de su casa... Lejos de todo, realmente.
Se arrellanó con el libro en el regazo, y leyó ávidamente.
-¿Qué te preguntó el viejo?
-¿Eh...?! – Severus levantó la vista sobresaltado.
Ante él estaba Lucius Malfoy en persona. El adolescente pestañeó, asombrado. ¿Malfoy hablándole? El mundo se había vuelto loco, sin duda. A este paso mañana conseguiría una carta de su padre.
-Nada –murmuró en voz baja, volviendo a su tomo de Pociones, ligeramente molesto.
-El viejo nunca le pregunta a un Slytherin por "nada". Los saludos son sólo para los Gryffindors.
Malfoy dijo esto con tal desprecio que arrancó una leve sonrisa de camarería en Severus.
-Oye, Snape... Tú rompiste los vasos.
Eso no era una pregunta. Por un momento las líneas de la página se emborronaron entre sí, y Severus pestañeó antes de hacer acopio de valor y mirar a Malfoy.
-No –respondió desafiante.
Malfoy sonrió socarrón. -¿No...? ¿y por eso el viejo va luego detrás tuyo, verdad?
Severus resopló entre irritado y sorprendido. El puñetero Malfoy era listo.
-...¿Qué pasa, Snape? ¿Nos ha quitado puntos, eh? –continuó Malfoy malhumorado. – Por tu numerito en el comedor...
-¡No nos ha quitado puntos! –se defendió Snape con ira, mientras cerraba el libro de golpe.
-¿Entonces? ¿Por qué estallaste los vasos en primer lugar?
-Yo no... –Severus se tragó las palabras. Respira, venga, respira..., se aconsejó enfadado. ¡Mira que Malfoy era cotilla!
–Déjame en paz... –susurró en voz baja y peligrosa, dedicándole a su compañero su peor mirada.
-No -contestó éste simplemente. –Uno no estalla vasos por que sí. A ti te ha pasado algo, algo *gordo*.
Malfoy se sentó en el sillón continuo, mirándole pensativo tras sus iris de plata.
-Hace dos días Griffindor perdió cincuenta puntos y nadie sabe porqué. Tú no dejas de mirar a Lupin, Lupin no deja de mirar a Black y Black no deja de mirarte a ti.
Severus estaba sin habla. Notó un rubor cálido en sus mejillas; ¿tan evidente era...?
-... Y luego tú estallas vasos sin ton ni son y el mismísimo Director sale corriendo detrás tuyo. Ahhh..., bonito misterio, ¿no te parece?
-¿A ti que te importa? –murmuró Severus mirando al suelo, tratando de ocultar su rostro sonrojado.
-¡Me importa, Snape! –Malfoy había saltado del sillón y estaba arrodillado delante suyo, mirándole fijamente. Severus se quedó tan asombrado que olvidó su anterior vergüenza.
-¡Los Slytherin estamos solos ante el mundo! ¿aún no te has dado cuenta? Yo sé que tú eres un lobo solitario, Snape, pero nosotros –y con un gesto abarcó la sala vacía- debemos mantenernos unidos. -Malfoy hablaba como poseído por una fe inquebrantable. Tenía las pupilas dilatadas y las mejillas sonrosadas por la excitación, y varios mechones de pelo rubio caían desordenados sobre su frente.
-Por eso debemos unirnos a Lord Voldemort... Él comparte nuestras ideas, y con su ayuda, lograremos nuestros fines. Nos dará fuerza, conocimiento, poder... ¡Eso es lo que importa! No más Dumbledore y sus estúpidas sonrisas que no llevan a ninguna parte, no más Black y Gryffindors injustamente intocables, no más Lupin...
¡Oh...! ¿No más Lupin...?, pensó Severus sin poder evitarlo, en un golpe de decepción.
-... Por eso puedes confiar en mí, Snape. –continuaba Malfoy. Estaba muy cerca suyo; se había ido aproximando con la charla sin que Severus apenas lo advirtiese. A su nariz llegó el aroma dulce de esa otra piel, y se sintió ligeramente mareado. -Piensa en esto, compañero... piénsalo bien...
Malfoy se levantó mientras sus palabras aún manchaban el aire, y después de mirarle largamente abandonó la sala vacía.
Severus le observó partir, pensativo. No volvió a tocar el libro de Pociones, reflexionando toda la tarde sobre lo que había dicho Malfoy. Ya había oído hablar antes de Lord Voldemort; al parecer era un mago muy conocido entre los padres de muchos de sus compañeros. Se rumoreaba en la sala común todo el día acerca de él, a pesar de que era un tema prohibido que jamás se mencionaba fuera de allí. Era evidente que muchas de las teorías de este hombre, como los privilegios de las antiguas familias de magos sobre los nacidos de muggles, no le sentaban bien al Director Dumbledore y a sus queridos Gryffindors. Y luego estaban todos esos atentados que sucedían cada mes, firmados por el misterioso grupo de los "mortífagos"... En principio nadie sabía quienes eran, pero se rumoreaba que estaban comandados por este Lord Voldemort; y en la intimidad de la casa Slytherin casi todos les apoyaban.
Él sin embargo, no tenía una opinión formada. En su casa no se hablaba de este mago: básicamente no se hablaba de nada. Deseó poder contar con la opinión de su antiguo tutor, el señor Morrigan, pero éste había marchado hacía dos años a Estados Unidos. Sin lechuza propia le había sido imposible mantener el contacto.
Así que lo único que sabía de este "Lord" era lo que oía de sus compañeros de casa, y eso no le parecía suficiente. Malfoy le había prometido poder y sabiduría si se unía a la causa, lo cual era tentador, pero... algo no encajaba. Nadie daba prebendas a cambio de nada. Y él no estaba seguro del precio a pagar.
Por otro lado, la idea de pertenecer a un grupo... ¡Oh, eso sí que le importaba! Y Malfoy en persona había ido a sugerirle que se uniera a ellos... Malfoy... Severus cerró los ojos un segundo, halagado sólo con recordarlo.
Malfoy había parecido preocupado por él. Cierto que sólo "parecido", pero eso ya era algo... La mayoría de la gente ni se molestaba en disimular que no les importaba nada en absoluto. Pero podía ser valorado dentro del grupo del Voldemort... Valorado por lo que era, como mago. Él podría hacer grandes cosas para establecer ese nuevo orden... Y quizás Malfoy se acercase de nuevo a él.
Recordó con un estremecimiento la calidez de su cercanía, la belleza de su rostro excitado por el discurso... y sintió mariposas en el estómago.
Malfoy siempre le había parecido interesante, para que negarlo. Le confundía sentir estas cosas por sus *compañeros* en vez de compañeras, pero había encontrado un libro en la Biblioteca que decía que era normal. No lo más frecuente, desde luego, pero... al menos normal. Bueno, en algunas culturas no estaba muy bien visto... Y a veces, en los pasillos, se oía a los alumnos insultar a otro llamándole "maricón". Y entonces la gente se reía.
Esto hacía a Severus encogerse con aprensión. No le gustaba que la gente se riera de él, no quería ser más "raro" de lo que ya era. Pero tampoco podía evitar sentir como lo hacía... Y bien, no se lo había dicho a nadie. Jamás se había insinuado a otro, ni siquiera a Remus, pensó con irremediable frustración.
Remus Lupin... Lo que más le dolía de todo era que si se unía a Voldemort tendría que renunciar a Lupin. No estaba convencido de que éste viera con buenos ojos a un hombre lobo, y menos siendo un pobre Gryffindor.
¿Pero qué decía? *Ya* había renunciado a Lupin... No tenía *ninguna* posibilidad, y mucho menos después de lo que había pasado dos noches atrás.
De todas formas tampoco había estado tan cerca de él como con Malfoy. Lo mismo no pasaba nada, se dijo. No mariposas, no calidez, no nada de nada.
Severus se repitió eso todo el camino al gran comedor a la hora de la cena, intentando convencerse de ello; aunque de alguna manera sabía que se estaba engañando.
Y cuando vio al alicaído Gryffindor en su mesa, mirándole con sus enormes ojos dorados, sus sospechas se confirmaron.
¡Oh, Remus, lo siento...! .......... ... ... . . .
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Bueno... sé que es un capítulo muy breve, y en principio iba unido a lo que ahora es el capítulo 15, pero dada la longitud de éste, lo he dividido en dos. Quizás ahora no entendáis el sentido de esto, pero seguid leyendo y quedará claro.
¡Disfrutad...! ^_^
¡Contesto los reviews en el siguiente cap!
