Notas de autor: Isilme vuelve a la carga con otra de sus locuras! Sí, sí, este fic contiene slash y la pareja principal es Snape/Lucius pero no sé si habrá alguna más porque ignoro dónde va a conducirme el argumento ^^U Ojo, no es apto para peques ni gente en contra del slash, así que quedan advertidos. A los que conozcan mi fic "Narcissa's Secrets", sólo les diré que mi Lucius aquí es diferente del de esa otra historia, aunque no sé hasta que punto porque tiene que venirme la inspiración! Si al final resulta que no es así, sorry! Por favor dejad reviewsss. Vuestras sugerencias y opiniones serán atendidas.

Dedicatorias: Para ser original, a mis niñas Ronnie, Ginny, Snape y McGonagall. También a Dannyliz por la entrevista del otro día, ¡me puse muy contenta!

Disclaimer: SÉ que los personajes no son míos. Pero me divierto con ellos un poco, y no gano dinero ni nada así que ¿qué hay de malo en ello!

LOVE THY ENEMY, FEAR THY LOVER

CAP.1: BEGINNING OF AN UNSTOPPABLE FEELING

*¿Crees que puedes olvidarlo todo?*

"Yo no, eres tú quien ha olvidado, maldito. Empezaste jugando, pero ¿quién ponía las reglas? ¿Quién las anulaba? Siempre has sido impredecible".

*Eres mío.*

"¿Y tú a quién perteneces? Me pregunto si alguien es capaz de poner hoy sus manos sobre tu piel, pero la idea me disgusta. Ya ha pasado tiempo desde la última vez. Ahora sé que en cuestión de pocas horas te veré y tendré que disimular más de lo que puedo. Ojalá pudiera decir que no te he recordado en absoluto".

       Severus Snape se llevó una mano a la cabeza mientras caminaba a toda aprisa hacia su despacho. Acaba de recibir órdenes concretas de Dumbledore para retomar su misión de espía. El viejo director confiaba en él, igual que lo hizo aquel día, y no podía permitirse divagar entre extraños pensamientos en vez de centrarse en su cometido. Sin embargo, faltaba poco para volver a tenerlo a *él* delante suyo, a esos ojos fríos y profundos que lo hicieron perder la cabeza de la manera más estúpida hacía años. Por eso una parte de él se resistía a obedecer.

"No. ¡No! Tengo que ir. No me importa ver o no su retorcida sonrisa de nuevo. Debo ir. Maldito Lucius…".

Abrió el viejo armario de sus dependencias personales, y extrajo de un cajón del fondo un paquete negro. Extendió su antigua capa negra de mortífago sobre la cama, y en unos momentos se cambió de ropa, sin dejar de sentir un intenso escalofrío por lo que se avecinaba. En un bolsillo oculto de la capa, guardó la máscara con la que los vasallos del Señor Tenebroso cubrían sus caras, su varita y un par de frascos de pociones de emergencia. Acto seguido, echando una última mirada a las mazmorras para comprobar que dejaba todo en orden, tomó su escoba y abandonó el castillo por un pasaje secreto desde el sótano. Tenía por delante un viaje de un par de horas y, aunque eso era lo último que deseaba, multitud de recuerdos invadieron su mente.

~flashback~

       Por aquellos días Snape era un Slytherin de quinto año en Hogwarts; era respetado por casi todos los estudiantes exceptuando a algunos Gryffindors, y no mostraba interés alguno por cualquier cosa que se saliera de las clases, los libros de Pociones o las Artes Oscuras. O al menos eso era así hasta la noche en la que empezó a perder la cabeza por Lucius Malfoy, de sexto curso. Éste era el ser más exquisito de la casa Slytherin en todos los aspectos: era aparentemente correcto e inteligente, pero también malicioso, perverso y- según la opinión de todas las jóvenes brujas- diabólicamente atractivo.

       Una noche, Lucius bajó a la sala común para recuperar algunos pergaminos que había olvidado. Severus alzó la mirada de un libro enorme que, como cada velada, sostenía en su regazo, y miró al otro chico –muy a su pesar- sin ser notado inmediatamente. Los pantalones de pijama negros de Lucius hacían un curioso contraste con su torso descubierto e iluminado por el tenue resplandor de la hoguera. Una melena de pelo rubio platino llegaba hasta un poco más debajo de sus hombros. Atravesó la habitación ágilmente y recogió los deberes olvidados, pero mientras volvía la espalda para subir las escaleras de nuevo, se percató de la presencia de Severus, quien lo miraba con verdadero asombro. 

-Snape. ¿Qué estás haciendo tan tarde aquí?- dijo, acercándose a él y echando un vistazo al libro.

-Leo esto.

       Lucius se sentó a su lado un momento, con los ojos fijos en la tapa de Pociones Dañinas. Por un momento su compañero pensó que estaba demasiado cerca. Pero inmediatamente se preguntó cómo podía haber pensado eso, y entró en un estado de confusión del que no conseguiría salir fácilmente.

-Parece interesante-dijo Malfoy.

-Es útil sobre todo.

-A veces esos Gryffindors estúpidos merecen una lección. Pero les causas todos los problemas que puedes, ¿no?

-Sólo los suficientes, prefiero no buscarme demasiados castigos.

-Eso está bien…-murmuró el chico rubio, mirándolo a los ojos con una extraña intensidad.

       Snape se maravilló ante aquellos ojos cuyo color oscilaba entre el hielo y la plata resplandeciente dependiendo del tipo de reflejo que la luz proyectaba en ellos. Apartó la mirada rápidamente, sintiéndose algo intimidado. Deseaba que se marchase, o al menos eso era lo que su cabeza quería, al no entender lo que estaba pasando. Sin embargo, el corazón le latía con violencia dentro del pecho, rogando que se quedara un poco más. Cuando volvió a mirar a Lucius, éste parecía divertido, como si pudiera percibir su confusión y disfrutara con ello.

-Hace frío aquí abajo-dijo.-Y no es bueno para la salud no dormir lo suficiente.

Sin decir nada más, se marchó, dejando a Snape en una lucha por aclarar sus pensamientos.

* * *

       Severus apenas durmió esa noche, y a la mañana siguiente se sentía tremendamente cansado y mostraba un par de ojeras más visibles de lo habitual bajo sus párpados. Cuando entró en el Gran Comedor para desayunar, trató de localizar a Lucius con la mirada instintivamente. No pudo parar de observarlo durante toda la comida. "Esto es absurdo, Severus", se dijo a sí mismo. "No tengo interés en un tío. Pero maldita sea, ¿por qué sigue mirándome de esa forma tan rara?".

       Como estaban en cursos diferentes, no pudo verlo en muchas ocasiones a lo largo del día, pero su cabeza comenzó a maquinar la manera de acercársele…sólo para comprobar que la extraña sensación no se desvanecía.

-Eh, Sirius, ¿no crees que algo le pasa a nuestro *adorado* Snape?-le dijo James Potter a su amigo en clase de Pociones (la cual compartían Gryffindor y Slytherin).

       Severus apretó los dientes, al darse cuenta de que estaban hablando alto para que los escuchara.

-No sé. Pero ni siquiera se ha dado cuenta de que…

-¡Sssh!-intervino Remus Lupin, su otro amigo.

-¿De qué demonios no me he dado cuenta?!-dijo Snape dándose la vuelta.

-Oh, es que tu poción de envejecimiento está un poco…azul. Pero que conste que no hemos tenido nada que ver *esta vez*-dijo James con cierta seriedad.

       El chico de Slytherin echó una ojeada a su caldero. La poción debía ser rosa, pero estaba completamente azul. Puesto que ningún Gryffindor se había acercado a su mesa, el error debía de haber sido suyo, y al mirar más detenidamente sus ingredientes encontró que había confundido los gránulos de tentáculo de pulpo gigante con los de moco de cangrejo. Gruñó. El despiste había sido tremendo.

-Qué raro. Es como si estuviera enamorado-dijo Sirius.

-Uuuuuuh-respondieron a coro los otros Merodeadores, riendo. 

       Al oír aquello, Snape se quedó sin ideas para contestarles. Un pequeño escalofrío le recorrió la espalda y apenas le importó que le quitaran cinco puntos a su casa por su poción fracasada. Aquel sentimiento que estaba experimentando era completamente nuevo para él, y decidió volver a captar la atención de Lucius aquella noche.

* * *

       Serían las once cuando se sentó en la sala común con otro de sus libros, y cuando vio que los amigos del rubio subían en dirección a las habitaciones, dejando a éste atrás, se puso muy nervioso.

-Oye, Malfoy, ven un momento-dijo.

-¿Sí?-se acercó.

-¿No sabrás dónde puedo encontrar lágrimas de anaconda?-improvisó.-Como a los de sexto os dejan acceder al armario de productos peligrosos…

       Lucius frunció el ceño sorprendido, mientras una extraña sonrisa se dibujaba en su cara.

-En mi casa hay-dijo sin dejar de sonreír.-Pero no recuerdo haberlas visto en el armario de la señora Hopkins.

-Ah.

       Mientras hablaba, el joven de ojos grises había acercado su cara a la del otro chico para mirarlo fijamente, y parecía consciente del efecto que esta cercanía le estaba causando.

-Ven-murmuró Lucius.-Tengo algo en mi habitación que puede interesarte.

(Continuará ^^)