- ¡Bella!
Arabella dio un respingo tras cerrar la puerta del Gran Hall, quedando con el corazón en la boca. Tragó en seco y giró su cabeza hacia atrás; Lily caminaba hacia ella, con su permanente sonrisa. Suspiró aliviada a sus adentros.
- Ara, ¡adivina qué!
Puso su mejor y más despreocupada sonrisa que pudo y dio tres largos pasos hacia su amiga. – ¿¡De qué me perdí esta vez!?
- Ven, mira los marcadores.
Subió sus ojos a la cima de la gigantesca escalera de mármol, donde estaban los marcadores colgados, con los respectivos tapices de cada casa. En un principio miró al de Gryffindor, sin encontrar algo en particular, aparte de un par de puntos menos que se los reconocía a sí misma.
- Mira Slytherin.
Forzó un poco más la mirada al punto que recién le habían nombrado, hacia la izquierda. De pronto sus ojos se abrieron desmesuradamente y su boca se abrió, a la vez formando una gigantesca sonrisa. ¿No era que esta mañana Slytherin había alcanzado a Gryffindor…?
Lily comenzó a reír al ver la tonta expresión de Arabella.
- ¿Cómo demonios…?
- Te lo perdiste, fue Snape. Perdió cincuenta puntos de una patada.
- ¡Perfecto!, ¡a ver si se calla un rato! – rió, olvidando por un momento su otras complicaciones.
- Si – Si no, ya encontraremos otra manera de cerrarle el hocico… Hablando de eso, ¿Dónde te habías metido? – preguntó de pronto, sin cambiar su expresión.
- ¿Ah? Eh, salí a caminar un rato y me quedé conversando con…
¡BUMP!
- ¡…Marianne!
Una chica con una inconfundible insignia de Ravenclaw en el pecho acababa de entrar dando un sendo portazo y ahora se dirigía directamente hacia las chicas. Sin si quiera saludar pescó uno de los brazos de una de ellas y le susurró al oído – Tenemos que hablar.
- Eh, está bien, aunque no podrías…
- Ahora. – Marianne la tiró del brazo, comenzando a arrastrarla hacia las escaleras, consiguiéndolo. Subieron rápido y Marianne la volvió a empujar, esta vez un poco brusca dentro de la sala. Una vez adentro se aseguró con un giro de su varita que permaneciera bien cerrada. La guardó, y caló en los ojos claros que tenía frente a si. - Qué irónico… ¿no? – Marianne rió. Especialmente frente a la expresión de extrañeza de su amiga. – ¿Qué pretendes? ¿Qué – mierda pretendes?
- Marianne… explícate…
- Arabella, andas muy confundida si piensas que nadie vio el espectáculo que montaron afuera ustedes dos.
De pronto, Arabella comenzó a sentir cómo más que su acostumbrada palidez la abandonaba. – Rianne, te juro – o sea - yo no sabia – fue él…
- Mira, lo vi todo, lo tengo claro. Pero no digas que fue sólo él… que te vi en un principio de lo más cómoda, fíjate.
Arabella apretó sus ojos tanto como pudo, pero sin evitar que rápidamente se le enrojecieran humedeciéndose. – Perdón, perdón, sé que no estuvo bien, ¡pero si viste todo paré! ¡¡PARÉ!! – lloriqueó mientras se deslizaba lentamente hacia el suelo, apoyada en la pared.
- Lo sé, es por eso que estoy hablando contigo, que si no te aseguro que Lily ya hubiese sido capaz de suicidarse. – Marianne observó cómo la pera le temblaba mientras decía esto y una vez más se fijó en el terror de otro par de ojos. Hubo un corto silencio, luego Arabella continuó:
- ¿qué... qué vas a hacer entonces?
- Lo que entre en tu conciencia señorita – dijo burlona, luego agachándose y agarrándole el hombro cariñosamente. – Decide tú, y veamos en qué nos ponemos de acuerdo.
Arabella la miró un segundo perpleja – esa no era la Marianne que conocía – y seguido bajó la mirada, posándola en sus manos.
- Por favor no le digas…
- No te puedo prometer eso, bella…
- Dale tiempo, un par de días, te lo ruego…
Marianne sostuvo la mirada que acababa de recibir de parte de esos penetrantes ojos azules, permaneciendo con una expresión indescifrable por unos largos segundos.
- está bien, pero dos días, sino…
- Si no yo misma le digo a Lily…
- ¿Qué?, o sea, ¿TÚ se lo vas a decir? Pero…
- Mira si va a saber que una de sus mejores amigas se metió con su novio, quien también es su mejor amigo, prefiero que sepa de MI boca.
- Ara, nunca he dicho que vaya a decir que James se metió contigo…
- ¡Pero él me va a terminar descarando de todos modos!
Marianne miró al suelo un par de segundos, sosteniendo así una sonrisa amarga. Levantando una vez más la mirada la miró a los ojos, negando débilmente.
- Te equivocas, y mucho. Él mismo me pidió que no le dijera a Lily que por ti…
Arabella tragó en seco, y como casi de costumbre, juntó su cabeza entre las rodillas y se largó a llorar una vez más…
