Sintió la puerta cerrarse tras ella y unos pasos alejarse escaleras abajo, hacia el salón de Ravenclaw. Con un largo suspiro dio gracias hacia dentro y se ajustó la capa. Dio vuelta en un recodo y entró a un pasillo algo más angosto. Mientras caminaba contó diez armaduras, y se acercó a la pared tras ésta. Miró para ambos lados; el pasillo estaba desierto. Tanteó con su palma izquierda una piedra intentando empujarla. La fue subiendo así por tres más, hasta que la quinta finalmente le dio resultado. Al principio pujó un poco y luego otro poco, probando, luego más…
-Arabella
Con un respingo miró a su izquierda, repentinamente asustada. Por una ínfima de segundo observó el reflejo de las velas en los lentes que acababan de aparecer frente a su nariz y volvió a apretar el ladrillo. Agachó su cabeza y corrió arriba por la angosta escalera que se abrió a su paso. Llegó arriba sin aliento, apoyando sus manos contra la pared a su lado. Con su cabeza empujó ligeramente el tapete que cubría la entrada, rogando que nadie anduviera en esos momentos por los pasillos del cuarto piso. Maldición. Sitió una vez más el roce de piedras, cerrándose la entrada del pasaje otra vez. Hubiera preferido apuñalarse antes de seguir ahí, esperando que él viniera.
- James, por favor ándate. – masculló, interrumpiendo los rápidos pasos que subían hacia ella. – no me hagas cometer una estupidez otra vez.
- Nos vieron… - susurró el chico, ignorando lo que recién le habían dicho. Arabella escupió mentalmente aquel 'Nos' e hizo una mueca de asco en la oscuridad, negando para si misma. Silencio. – Marianne…
- Si sé. – cortó secamente – Ya ha hablado conmigo.
Se escuchó un roce, algo deslizándose lentamente por la pared.
- Cómo… qué dijo… - dijo en un murmullo casi inaudible, falto de aire.
- Tienes que decirle. Tienes dos días, sino…- calló. Llevó una de sus manos a la nariz, apretándose el tabique y la otra la apoyó en su cintura. Maldición.
- Sino… sino qué
Apartó un segundo sus manos y recogió levemente el tapete. Ni un alma en los pasillos. Suspiró, apretando sus párpados.
- Arab—
- Sino yo le tendré que decir. – saltó rápidamente fuera, maldiciéndose por enésima vez y sin demora corrió hacia el retrato de la Señora Gorda.
* * *
- ¿La has visto?
- ¿A Lily? Sí, esta arriba.
- Eh… gracias.
Le vio dar un par de pasos temblorosos, acercándose a una de las sillas frente al hogar, que estaba apagado. Se sentó algo torpe, y se llevó las manos a las sienes, apoyando sus codos en sus rodillas.
– Qué demonios voy a hacer… – pensó, volviéndose hacia la oscuridad del pasillo. – No va a atreverse. Es un maldito cobarde.
Una vez más asomó la vista a la sala común, intentando no dejarse ver. James ahora intentaba luchar contra una bengala embrujada que lo pinchaba y le daba vueltas. Finalmente le pegó, yendo a parar a la chimenea y desapareciendo. Corrió la vista a la otra esquina, Peter Pettigrew y Sirius Black se retorcían de la risa.
Sirius. Sintió una patada en el estómago.
- ¿Me acompañas a cenar? – escuchó tras de sí. Lily, alegre como siempre, acababa de salir de los baños, a escasos metros de Arabella. Otra patada más.
- Eh, no, no gracias la verdad. Creo que no me siento bien… - respondió dando media vuelta.
- Oh, bueno, nos vemos más tarde entonces… - comenzó a bajar las escaleras – Y descansa, que no te ves nada bien.
La siguió con la vista. Se acercó a James, quien se levantó de inmediato. Le tomó las manos y James le besó la frente, sonriendo.
- Maldito cínico. – pensó, asqueada. - Cuándo va a dejar de fingir… y va a terminar con todo esto...
Pronto desaparecieron por el retrato, de la mano.
- ¡Idiota!
