EXAMINACIÓN

Caso 1

La sala del comedor de Hogwarts, la Escuela de Magia y Hechicería, estaba totalmente libre de las cuatro mesas. En el centro puntual, una tarima de pequeñas dimensiones y cuandragular, con una silla situada en el medio. La sala estaba completamente oscura, y ningún rayo de sol o de luz penetraba por las ventanas o por las puertas. Pronto unos pasos se hicieron cercanos, cercanos a la puerta de la gran sala, donde la oscuridad aún reinaba. Al abrirse la puerta, los pasos cesaron. El que caminaba, no lograba resignarse a la idea de que en todo el castillo no hubiera un hilo de luz.

- ¡¿Qué es este juego?! – gritó el humano de los pasos, sintiéndose burlado – ¿Dónde está toda la gente, y la luz? ¡¿Por qué no responde nadie?! ¡Sé que alguien está aquí! – el humano dio un golpe al suelo, y de repente, una luz lo iluminó desde el techo hechizado (ahora totalmente negro), descubriéndolo. Draco Malfoy quedó impactado.

La luz empezó a caminar, iluminando el camino que el chico Malfoy tenía que recorrer. El muchacho, sin reproche aunque con incógnita, la siguió. Después de medio minuto se encontró de frente a unas escaleras plegables, y las subió, extrañándose aún más. Rápidamente se encontró encima de una tarima de madera, con en el centro una silla del mismo material. La luz caminó por poco más y se frenó justo en la silla, invitando a Draco a que se sentara. El chico obedeció, y se sentó en ella. La luz palideció aún más, y el muchacho tuvo que mantener la mirada al suelo, para no cegarse.

- Draco Malfoy – se oyó una voz provenir de la nada, amplificada por toda la sala. La voz era masculina – ¿Sabes por qué estás aquí?

- Obviamente no – dijo Draco, con su típica voz que arrastraba las palabras, y con frialdad.

- Vamos a analizarte – dijo la voz. – Analizar tu mente, tu carácter, tu pasado. En pocas palabras, tu vida.

- ¿Cómo? ¿Mi vida? ¡¿Y qué van a obtener haciendo este análisis?! – gritó el jóven chico – ¡¿Por qué no regresan la luz al castillo y la gente?! ¡Háganse ver, cobardes! – se levantó de la silla con los puños cerrados y trató de mirar la luz. La voz rió irónicamente y con malicia.

- Encenderemos la luz cuando haya terminado todo – susurró la voz audiblemente y con malicia. La luz que iluminaba Draco se hizo más intensa y también más... ardiente.

- ¡Aaaahhh! ¡Quemaaaaa! – exclamó Draco, tapándose la cara con los brazos, y sentándose inevitablemente en la silla. La voz rió.

- Bien, bien, bien – dijo, disminuyendo los rayos calientes de la luz. – Sólo te examinaremos, nada más. Y luego regresaremos la luz... la luz...

No eres tú mísmo

Draco sintió menos ardor en la cara y en la piel. Aún vestido con la túnica, la luz caliente pentraba en casi todo su cuerpo. La luz empezó a cesar y volverse más tenue, y Draco pudo ver hacia arriba. Una voz resonó en toda la sala, baja e intranquila...

No eres tú mísmo...

- ¿Y bien? ¿Qué esperan? ¿Qué preguntas deben hacerme? – dijo Draco cruzándose de brazos en el asiento. La voz empezó a hacerse más audible.

- No eres tú mísmo... no eres tú mísmo... no eres tú mísmo... – se oía cada vez más fuerte. Draco oyó la voz claramente, por todos lados de la sala. Empezó a inquietarse, reconociendo que esa voz era...

- ¿...Mi voz? ¿Quién está imitando mi voz...? – susurró. La voz empezó a bajarse de nuevo, para luego desaparecer. La voz anterior, la masculina, habló otra vez.

- Lo que oíste fue tu subconsciente – explicó, resonando por toda la sala – que reclama ser escuchado. Y lo que escuchaste, fue lo que realmente piensas de ti mísmo – Draco miró a sus espaldas, a sus lados, hacia arriba. Su subconsciente volvió a hablar.

- No eres tú mísmo... – dijo, resonando detrás de su espalda – quítate esa máscara...

- ¿Dó... dónde estás, impostor? – balbuceó Draco, inseguro, sintiendo la voz por todos lados. Pronto otra voz, femenina, habló.

- Nunca has sido tú mísmo... ¿por qué seguir con esa farsa? ¿Tienes miedo de algo... o de alguien?

- ¡Granger! – exclamó Draco, haciendo andemán de pararse, pero se detuvo sabiendo que lo podían rostizar con la luz – ¡Tú también estás metida en esto! ¡¡Maldita!!

- Soy la Granger de tu subconsciente – dijo la voz. – La Granger que tu ser falso no ve con sus ojos, y también la Granger sangre sucia que en vez sí logras ver – Draco se sintió confundido al oír una voz suya falsa y de su enemiga Hermione Granger.

- ¿La sangre sucia que sólo puedo ver? ¿La verdadera Hermione Granger de... mi subconsciente? ¿De qué hablan? ¿Qué pretenden...? – susurró Draco, poniéndose inconscientemente las manos en la frente.

- Somos tus enemigos de todos los días – se oyó otra voz masculina, pero no muy grave – o más bien, los enemigos que tu mente ve, pero del cual tu subconsciente está al oscuro.

- ¡Potter! – exclamó Draco, quitándose las manos de la frente. Vio hacia arriba, hacia la luz, pero más nada.

- ¿Por qué siempre eres así...? ¿Por qué eres tan arrogante, insensible, y frío? – dijo la voz de Hermione. Draco no respondió al instante, sino que apoyó los codos en sus piernas, dejando al aire las manos al centro.

- Porque esa es mi manera de ser – dijo Draco, fijando el suelo de madera.

- ¿Tu manera de ser? – sibiló el subconsciente de Draco – ¿No será por si acaso... la manera de ser de tu padre...?

TU-TUM...

- ¿De mi padre...? – susurró Draco.

TU-TUM...

- De tu padre, Draco... su modo de ser, lo has imitado... dejando tu propia personalidad aparte...

- ¿Mi personalidad...?

- Sus mismas palabras, las has repetido... con el pasar de los años.

- No... no es... verdad – dijo Draco, viendo imágenes del pasado en su mente, escondiendo la cara de la luz.

- Su frialdad, su modo de hablar... todo lo has copiado – dijo la voz de Harry. – Y nunca... has hablado de tus propios sentimientos, ¿cierto? Nunca has dicho lo que realmente quieres, lo que realmente sientes, ¿verdad? Nunca has dicho nada pensando que, si en serio dijeras lo que sientes, tu padre no estaría orgulloso de ti...

- Es cierto... – susurró Draco, tapándose mitad del rostro con la mano derecha – yo, nunca he dicho lo que realmente pienso, porque... porque pensaba que tenía que ser como mi padre... alguien ejemplar como él. Pensaba que él era alguien perfecto... y quería volverme como él.

- Exacto – dijo la voz de Hermione, amplificada por toda la sala, retumbando en la mente de Draco, – y por eso, nunca hiciste ver tu verdadera personalidad. La dejaste abandonada en tu mente, como un cofre que nunca se debía abrir. Y por eso, empezaste a volverte como él, frío y lejano, cruel y villano, un terrible hombre. Escondiste tus sentimientos detrás de una máscara, que hasta ahora no has quitado ni una vez – Draco fijaba el suelo de la tarima.

- Draco Malfoy... ¿qué piensas hacer con tu orgullo...? Tu orgullo, es otra máscara, aún más dura... es tu punto fuerte... y también tu punto débil – susurró la voz de Harry, detrás de su espalda.

- Mi orgullo... una defensa y un arma. Me defiendo con él... pero si viene herido, es mi perdición. Es mi talón de Aquiles...

- Sí – susurró otra voz masculina. – Ese talón de Aquiles que siempre mantienes oculto bajo la suela de tu zapato, es decir, bajo tu máximo orgullo. Tratas de que no te lo hieran defendiéndote con tu arrogancia, porque sabes muy bien qué podría pasar si te lo hirieran. Como aquella vez, cuando eras pequeño, fuiste herido por la persona que más admirabas...

- ¡Weasley...! – dijo Draco, mirando a su derecha, de donde provenía la voz de Ron. Pero sólo oscuridad se veía a su lado, nada más...

- Tenías apenas seis años cuando hiciste tu primer regalo – susurró otra vez la voz de Ron – a tu padre. Corriste feliz donde él, cuando entró por la puerta de la mansión. Lo habías esperado hasta tarde, en aquel salón frío y oscuro, sólo para entregarle ese pequeño regalo...

- ¡Basta! – gritó Draco, tapándose las orejas. No quería recordar aquello, no...

- Y cuando se lo diste – continuó la voz de Ron, resonando más fuerte en sus orejas, – él lo despreció, tirándolo al suelo. Dijo que ese objeto no era digno de un sangre limpia como él y su familia, ¿recuerdas? Que era una ofensa recibir un regalo como ese, ya que era típico en los muggles... y tú no entendías porqué, y jamás entendiste, porque nunca nadie se había dado la molestia de explicarte algo en su vida. Sólo supiste que algo te había dolido, y eso era tu orgullo, que poco a poco entendiste cómo cuidarlo.

- ¡Ya! ¡Por favor!

- Nunca encontraste refugio en tu madre, porque ella estaba muy ocupada pensando en sí mísma. Tu padre nunca se preocupó de ti, muy ocupado en sus negocios corruptos, y te complació en casi todos tus caprichos infantiles, para que nunca protestaras de que no tenías nada. Pero lo que tú querías no eran juguetes, ni ropa, ni mascotas, ni nada por el estilo... lo que tú querías era un poco de amor de parte de tu familia, de tu madre, y sobretodo de tu padre, el cual admirabas y admiras tanto...

- ¡Ya basta! ¡¡Cállate!! – gritó Draco, apretando los ojos aún más – ¡¡Déjenme en paz todos ustedes!! ¡No sorporto más nada!

- No soportas la idea de recordar la soledad en la que siempre has vivido, ¿verdad? – dijo la voz de Hermione – No soportas el hecho de que te estás volviendo... como tu padre, ¿cierto? Sabes muy bien que ya no hay marcha atrás para cambiar... y temes el hecho de que serás alguien como él. Temes que la gente te siga aborreciendo, pero no haces nada para cambiar. Porque no quieres que tu padre se desilusione contigo y que no te hiera el orgullo y los sentimientos. ¿No es así, Draco?

Draco se quitó las manos de las orejas, y las cerró en dos puños, apoyándolas en su piernas. Abrió los ojos lentamente, para al abrirlos totalmente, sentir dos lágrimas caerles sobre sus mejillas. Jamás había llorado por algo en su vida, y cada vez que recordaba momentos tristes, resistía la tentación de llorar, y se desahogaba con los que aborrecía, insultándolos. Pero en ese momento no podía decir nada a nadie, y tenía que desahogarse de otra manera. Por eso, en ese momento, estaba llorando...

- Es cierto – susurró, viendo el suelo, borroso por las lágrimas que le salían en abundancia. – Yo me estoy volviendo como él, como mi padre, y no estoy haciendo nada para evitarlo. No quiero ser la vergüenza de la familia, porque... porque si no, mi padre me odiaría, y yo no quiero estar lejos de él más de lo que ya estoy. No quiero que me abandone del todo... porque me sentiría más aborrecido de lo que ya me siento. No quiero... estar solo.

La luz que antes sólo iluminaba a Draco se fue divulgando por toda la tarima. Enfrente de él, apareció la figura que el chico jamás se habría imaginado de encontrar. Draco ensanchó los ojos, sin importarse de las lágrimas que le caían, y estrechó los puños aún más. La luz se apagó en un santiamén, y toda la sala quedó en una obscuridad tenebrosa y absoluta, al igual que Draco y el hombre que le había aparecido defrente.

N/A: Sí sí, ya sé lo que estarán pensando en este momento... "Qué ca**da de fic, ¿de dónde lo sacó ésta?"y les doy toda la razón, pero qué quieren, lo llevo escribiendo desde el verano pasado y quería que al menos el tiempo que le hice esperar al fic pa salir a la luz valiera la pena =P. Así que por favor si el fic les gustó o simplemente les pareció una gran ca**da, tan sólo apreten el botoncillo "Go" allá abajito a la izquierda, y dejen sus...

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23-04-2003