Aaaaaah! Por fin terminé el capítulo 4 podre colgarlo enterito y no un adelanto como hasta ahora, uajajajajajajajajaajajajaj. La verdad es que estoy muy orgullosa de él, porque me ha quedado muy conseguido; sí señor.

Bueno; aquí está la nueva versión íntegra del capítulo 4; espero que sea del agrado de los lectores y que me manden reviews para reanimar mi maltrecho ego...

Muchas y eternas gracias a Fernalika, Sakura-corazón, Chu Cheng y Acaldela por sus reviews!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Uajajajajaja aun me queda historia por contar...



















4 Cum umbra nihil, et sine umbra nihil.

Nada es con sombra, nada sin sombra









– Hermione, me escuchas?

La joven tenía su mirada fija en el vacío mientras una cuchara colgaba lívida de su mano.

– ¡Hermione!

Exasperado, Ron golpeó la mesa. Acto seguido la muchacha soltó un alarido de sorpresa y la cuchara cayó de nuevo en su cuenco salpicando al pelirrojo.

– Perdona, Ron, pero estaba pensando en algo...

– Tú siempre piensas en algo, Mione, ¿qué está pasando ahora por tu linda cabecilla?

La chica se sonrojó ligeramente aunque intentó mostrarse enojada. – Me tenía intrigada aquél artículo que vimos e otro día en El Profeta, ¿recuerdas?

– Claro, Nausica casi se nos muere del susto, aunque no sé por qué tanto follón por tan poco.



* * * * *

Inicio del flash back



Efectivamente a la mañana siguiente del incidente con el Kelpie, el gran salón se llenó como siempre de lechuzas que traían el correo. Hermione recogió su ejemplar del periódico y desplegó las páginas centrales perezosamente. Unos instantes después, Nausica, sentada a su lado, lanzó una fugaz mirada a un artículo a pie de página seguida de un alarido.

– ¡Déjame ver eso! – Tiró sin miramientos del papel dejando a Hermione perpleja aún sosteniendo el aire. –Por Merlín, la hemos jodido, Aina, vamos, lee esto. – Aina no le hizo caso, pues tenía la vista fija en algún punto ceca de la mesa de Slytherin.

No reaccionó hasta que su amiga le pegó con el susodicho periódico en la cabeza, con la cual cosa volvió en sí con un respingo. – Ya voy, ya voy... la gente normal da unos golpecitos en el hombro, ¿sabías? - Enfadada empezó a leer, y su rostro se iba poniendo más lívido a medida que devoraba las palabras una por una hasta alcanzar una palidez cetrina. Sin mediar palabra se levantó junto con Nausica, se acercaron a la mesa de Ravenclaw y salieron los tres por la puerta principal antes de acabar el desayuno seguidos por un par de ojos oscuros situados en la mesa sobre la cual ondeaba el emblema de la serpiente.

El periódico, aún abierto por las páginas centrales quedó encima los platos vacíos. Estirando un poco el cuello Hermione leyó el artículo que tanto revuelo había causado; estaba escrito por el corresponsal de El Profeta en Barcelona, y hablaba acerca de la recientemente destruida escuela Entrecims, puesto que un grupo de vándalos habían hecho estallar parte de una cripta subterránea que había quedado intacta tras el incendio, y aunque las autoridades no tenían constancia de que en dicha cripta se guardara nada de valor, un acto tan irracionalmente destructivo había alarmado a la opinión pública del país.



Fin del flash back



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Hermione despachó en unos segundos lo que le quedaba de desayuno y junto a Ron se encaminó hacia la cabaña de Hagrid esquivando una bandada de murciélagos chillones, puesto que aquél día era Hallowe'en y la decoración ya empezaba a dar la lata a aquellas horas de la mañana.

– Habéis hecho un gran trabajo con los Mokes, desde el inicio de curso se han convertido en unos animales hermosos, ¿verdad?. – Dijo Hagrid meciéndose su poblada barba en cuanto los alumnos llegaron al cercado dónde se impartían las clases. Tanto Slytherin como Gryffindor soltaron un bufido de desagrado; los Mokes eran unos pequeños lagartos de un color entre verde y plateado muy cotizados en el mundo mágico para la confección de bolsos y monederos gracias a su piel lustrosa y similar a la de los camaleones en el aspecto de que tiende a confundirse con el entorno. Como es evidente, no eran los animales más apasionantes del mundo. Aparte del bufido nadie dijo nada más, por lo que ante esta patente falta de interés Hagrid se limitó a sonreír enigmáticamente. – Por muy interesantes que sean, vamos a tener que abandonar su cuidado. – Respiró hondo. – Porque a partir del próximo lunes empezaremos a estudiar el bosque prohibido y los animales que moran en él. - Acabó la frase con una enorme sonrisa en su peludo rostro, y se formó tal revuelo que el semigigante dio por terminada la clase.

Aquella misma tarde, en clase de herbología los alumnos seguían nerviosos mientras recortaban cuidadosamente algunos brotes de hierba del lobo, un sedante muy potente. Todos los que nunca habían puesto sus pies en el bosque, que eran muchos, estaban tremendamente excitados mientras que Ron y Harry no parecían tan contentos.

– No tengo ganas de volver a encontrarme con aquellas monstruosas arañas, o

cualquier cosa horrenda que se esconda en ese estúpido bosque. – Ron sintió como un escalofrío le recorría el espinazo al pensar en su segundo curso.

La mayoría de la gente hizo caso omiso de sus quejas y la tarde transcurrió entre el aroma dulzón de los brotes de hierba del lobo y la charla discreta de los pequeños grupos de estudiantes.

Al finalizar la clase, todos fueron lentamente hacia sus respectivas salas comunes. Bueno, casi todos, porque tras lavarse las manos sucias de tierra Harry propuso ira a tomar el te con Hagrid.

– ¿Venis con nosotros? – Preguntó a Aina, Nausica y Galceram. – Vamos a ver a Hagrid y él siempre se alegra de conocer a los nuevos alumnos. Rapidamente Nausica aceptó la propuesta (esa se apunta a todo ) pero Aina y el chico negaron cortésmente con la cabeza.

– Oh, vamos, chicos. – Nausica hizo un mohín de disgusto.

– Tenemos que estudiar para el exámen de pociones. De hecho tú también tendrías que hacerlo; sabes que no es precisamente la asignatura que mejor te va.

– Aina; pareces mi madre. Está bien. – Dijo con un tono algo altanero. – Pero Galce sí que viene, ¿verdad? Galce no tiene por qué estudiar dos semanas antes del exámen... – Puso cara de perrito abandonado y pasó los brazos alrededor de la cintura del sonrojado muchacho. – Di que sí, anda

Él se limió a poner los ojos en blanco y menear la cabeza con resignación.

Aina vio como sus figuras empequeñecían lentametnte y recogió sus cosas para marcharse ella también. Una brisa helada soplaba a sus espaldas y pegaba la capa negra contra su cuerpo mientras los ultimos rayos de sol dejaban paso a la noche de Hallowe'en.



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– Es increible que un hombre tan grande pueda vivir en una cabaña tan pequeña.

– Ni que lo digas, Nausica. – Hermione golpeó tres veces en el marco de la puerta y tras oirse unos fuertes pasos esta se abrió.

– Ohohoh, llegais a tiempo para el te. – Hagrid abrió la puerta y los jovenes pasaron intentando no ser arrollados por el perro del semigiante. – Ops, Fang, chico, así no se trata a los invitados.







– Hay que ver como pesan estos libros... – Aina se detuvo cansada ya en el castillo; al pie de las escaleras que conducían a la torre Gryffindor se sentó unos instantes i dejó su bolsa apoyada a un lado. Cerró los ojos.

– Pareces agotada; ¿te ayudo?

Ella dio un respingo al oír aquella voz aterciopelada, abrió los ojos y allí estaba él, su piel bronceada reflejaba la suave luz de las llamas y sonrió mostrando aquellos dientes blanquisimos. Tragó saliva y respondió entrecortadamente.

– N...no, puedo yo sola, gracias... Lawson. – Se levantó apoyada en la barandilla de la escalera y atrajo la bolsa hacia ella mientras el joven Slytherin subía furtivo el primer peldaño.

– Veo que ya conoces mi nombre... pero llámame Deimos, por favor. – Acabó la frase casi en un susurro.

De pronto Aina notó una cálida presión en su mano; era la mano de él que reposaba morena y fuerte sobre la suya, aprisionándola. Con un gesto brusco se apartó unos pasos más arriba, aún de espaldas a las escaleras, mirando de frente aquellos ojos negros que aún sin ataduras físicas la mantenían inmóbil.

– Deimos... " el horror" en griego, un nombre muy apropiado para un Slytherin. Tengo que irme. – Aina cerró con fuerza los ojos y dio otro paso hacia atrás, pero otra vez la misma mano se posó sobre ella, ahora sobre su pálida mejilla.

– ¿Huyes? ¿Por qué? Note asustes, no tienes nada que temer de mí. – El ligero toque de sus dedos se volvió una caricia tan suave como su voz y ella ahogó un suspiro antes de girarse y subir precipitadamente los escalones.

– Que tengas un feliz Hallowe'en, preciosa.

Deimos Lawson, el temido prefecto de Slytherin, se sentó en el mismo sitio en que momentos antes había reposado la chica y apoyó la cabeza entre sus manos pasándose lentamente los dedos por entre el pelo castaño. De repente se acercaron unos pasos desde el pasillo. La figura de un joven se recortaba a contraluz, oscura y extraña justo delante de la gran hoguera que presidía el corredor.

– Supuse que te encontraría aquí. Levanta. Tenemos trabajo que hacer.

Aún con la cabeza gacha Deimos hizo una mueca. – Esta noche no lo haré, esta noche no, hoy es Hallowe'en.

– Vendrás. Tienes tiempo hasta las tres de la madrugada; disfrútalo.

El extraño desapareció por un pasillo mientras surgía un sollozo apagado de un rincón de las escaleras.



Cuando llegó a su cuarto, Aina soltó su bolsa justo al entrar y sin pararse siquiera cuando al pasar tiró una gran montaña de libros que Nausica tenía en el suelo se acercó velozmente a su cama y se tumbó respirando agitadamente; tenía la piel de gallina y un sudor frío se formaba en su frente. Trató de recuperar el aliento asustada, no sabía la razón por la que esa voz suave le producía escalofríos, por qué cada vez que sus ojos se cruzaban con los de él el corazón le daba un vuelco. Respiró hondo y cayó dormida.

Un gran estruendo la despertó de repente.

– ¡Joder! ¿¡Qué hacía eso en el suelo!? ¡Casi me mato!

Nausica había tropezado con la bolsa llena de libros y se frotaba la rodilla que había golpeado en suelo en su caída. Pasó la vista por la alcoba y soltó una exclamación al ver sus preciadas novelas desparramadas por el frío empedrado.

– Ooh, lo siento; debo haberlas tirado yo cuando he entrado. – Se arrodilló a su lado y ambas volvieron a apilar los polvorientos volúmenes.

– No importa. ¿Oye, y a ti que te ha pasado? Estás muy pálida.

Aina la miró turbada. – No es nada; me he mareado un poco al subir las escaleras.

La chica morena esbozó una sonrisa. – Entonces mejor será recuperar fuerzas; vamos abajo, Galce nos está esperando para la cena.

El comedor estaba magníficamente decorado aquella noche; bandadas de murciélagos revoloteaban recortándose en el cielo estrellado, los fantasmas del castillo vestían sus mejores galas e incluso el director Dumbledore había decorado su torcido sombrero con una calabaza en miniatura.

– Prueba esto, está delicioso. – Nausica le tendió un cuenco a su amiga. – Es puré de castañas dulces. – Aina rehusó con gesto abatido. – Deberías comer algo... por favor...

– Nausica tiene razón. Aunque sea poco deberías cenar, si no mañana no vas a tenerte en pie. – Dijo Hermione con semblante preocupado.

– Estoy bien, en serio, chicas, sólo estoy algo cansada...

Al otro lado de la mesa Ron y Harry se sirvieron más estofado.

– Si no quiere comer dejadla; más para nosotros, ¿verdad, Harry?

– Verdad, amigo mío. – Entonces Harry levantó la cabeza hacia una mancha escarlata que pasó volando por su lado. – Buenas noches, Sir Nicholas.

Nick-casi-sin-cabeza sonrió abiertamente y se acomodó la casaca roja y apolillada que llevaba. – Buenas noches, joven Potter. ¿Qué tal todo?

– Muy bien, Sir Nicholas gracias por preguntar. Veo que esta noche todos los fantasmas del castillo se han vestido de gala... – Echó una rápida mirada a la dama gris ataviada con un largo vestido exquisitamente bordado que conversaba con un Ravenclaw de séptimo curso.

– ¡Ah! Veo que se ha fijado, joven Potter. Ciertamente ostentamos nuestras mejores galas porque esta noche hay una pequeña "fiesta". – Dijo esto ultimo casi en un susurro.

– Pero claro está que usted de esto no sabe ni una palabra, ¿verdad?

– Muy cierto, Sir Nicholas. Espero que pase una buena noche. – Harry terminó la conversación; no tenía ningunas ganas en absoluto de hablar de una fiesta de fantasmas; suficiente había tenido durante su segundo curso.

Durante el resto de la cena parecía que las cosas volvían un poco a la normalidad; Aina aceptó un poco de estofado pero al poco rato dijo que no se encontraba muy bien y junto a Nausica y Galceram salió del comedor.

A menudo se oían gritos de los alumnos de Slytherin; todos ellos parecían sumamente excitados y en su mesa se hacía más alboroto que en las otras tres juntas.

– ¿Qué estarán tramando esas sabandijas? Se les va muy contentos. – Harry observó con desagrado a Draco Malfoy que reía a carcajadas junto con sus habituales seguidores.

– No tengo ni idea, pero espero que con tanto jolgorio se les indigeste la cena. – Añadió Hermione.

– No caerá esa breva, Mione. – Ron también frunció el ceño y se embutió un enorme pedazo de pastel en la boca. – Sea lo que sea, es cosa de esos sucios Slytherin, por lo que ya se las arreglarán ellos solitos. – Miró a su alrededor. – ¿No queda más pastel?

Tras devorar los últimos restos de postre Harry, Ron y Hermione fueron hacia la sala común mientras el resto de Gryffindor se sentaban junto al fuego dispuestos a contar historias de terror.

Ron bostezó. – Estas historias las he oído mil veces; mis hermanos siempre las cuentan.

– Y tu nos las cuentas a nosotros, Ronniekins, ya nos las sabemos de memoria.

– Claro, y pro eso aun te asustas cuando te las cuento, ¿verdad, pequeña Hermione?

La chica se sonrojó. – Touché.

En poco tiempo llegaron ante el retrato de la señora gorda y pronunciaron la contraseña, "Truco o trato" para acceder cansados a la sala común.

– Bueno, chicos, a alguno le apetece jugar al aj...

Hermione calló de golpe; cerca del fuego había tres figuras. La primera de ellas dormía plácidamente acurrucada en una butaca, algo separada del sofá donde estaban las otras dos; un chico y una chica. Él tenía la cabeza apoyada en su regazo; ella sostenía un libro en una mano mientras la otra jugueteaba distraídamente con los rizos castaños del joven.

– Ha... habéis subido muy pronto. – Murmuró Nausica sonrojada. – Galce, Aina, despertad. La chica cerró el libro y dio unos golpecitos en la mejilla de Galceram.

El chico, pegó un respingo y también su rostro se tornó rojo. Aina despertó poco después; sus mejillas habían recuperado un poco el color y se desperezó bostezando sonoramente.

Se hizo un silencio algo incómodo.

– Esto... creo que yo no debería estar aquí...

Hermione carraspeó y miró a sus amigos. – Ya sabes que a nosotros no nos importa que te quedes, pero no se qué opinan los demás integrantes de esta casa, por lo que quizá sería mejor que volvieras a tu sala común...

– Tienes toda la razón. – Galceram sonrió al mismo tiempo que cerraba los ojos en un gesto tan dulce que Nausica no pudo reprimir un suspiro. – Siento haber causado problemas; ya me voy.

Sin dejar que nadie reaccionara se acercó a uno de los grandes ventanales de la sala, lo abrió con un chirrido de metal oxidado, murmuró unas palabras de despedida y saltó al vacío.

Inmediatamente Harry, Ron y Hermione ahogaron un grito de sorpresa; incluso el pelirrojo corrió a asomarse por la ventana, pero lo único que vio fue un búho solitario cazando ratones.

– No os preocupéis por él; sabe cuidarse solo. – Dijo Nausica con una media sonrisa en el rostro. – ¿Vienes a dormir, Mione?

La chica asintió y empezó a andar hacia las escaleras no sin antes echar una última mirada intrigada hacia la ventana.

Harry y Ron intercambiaron una mirada extrañada y sin decir ni una palabra prepararon el tablero de ajedrez.

Llegaron al dormitorio de las chicas de quinto curso y Aina se echó pesadamente sobre la cama. – Estoy muerta. Dudo que tenga fuerzas para desvestirme.

–Chica, ni que hubieras participado en una maratón... Me pregunto qué habrás hecho mientras estábamos en la cabaña de Hagrid para estar tan agotada...

– Anda, cállate, burra. – Aina le tiró una almohada a Nausica. – También a mí me gustaría saber qué estabais haciendo tú y Galceram en el sofá mientras yo dormía...

Seguidamente se enzarzaron en una pelea de almohadones en la que también ( y muy en contraa de su voluntad ) implicaron a Hermione.

Un repentino sonido en la ventana atrajo su atención.

Llena de curiosidad, Hermione abrió la ventana dejando pasar al interior un cuervo enorme.

Ante las tres sorprendidas chicas, el cuervo graznó un par de veces, dio un salto hacia Aina y con el pico señaló su pata derecha.

Bueno; de hecho señaló la nota que estaba atada en la susodicha pata.

Con manos temblorosas la chica tomó el pequeño sobre y el pájaro volvió a salir por donde había entrado.

Lentamente lo abrió.

En aquél preciso instante el sobre se convirtió en una bandada de murciélagos que revolotearon por la estancia; entonces los murciélagos volvieron a unirse en una brillante esfera luminosa que giraba sobre sí misma al mismo tiempo que descendía hacia las manos de la muchacha. Con una ultima vuelta la esfera cayó suavemente convertida en una pequeña tarjeta.

Alguien había escrito con letra plateada y sinuosa:



1 "Es un gran honor invitar a la señorita

Aina Mariné al baile de Hallowe'en que se celebra

a partir de la medianoche en las mazmorras

del castillo."



Y en una esquina, a toda prisa, habían añadido unas palabras más:



"Ven, por favor, y ponte esto; te esperaré."



Cuando hubo acabado de leer; la tarjeta volvió a brillar, y en las manos de ella apareció una túnica ricamente bordada, negra como la noche, y una máscara renacentista, de un rojo oscuro, una cara grotesca de larga nariz y expresión airada.

Aina profirió un gemido y soltó ambos objetos que cayeron sordamente al suelo.





Fin del cuarto capítulo ( ahora sí)





¿¿¿¿¿¿¿Qué tal?????? Muajajajajajaaj, ¿a que soy mala malosa?

(Rakshah se aleja riendo descontroladamente cual persona desquiciada y psicopata que es)

Ah, y pro cierto, si alguien está tan aburrido que tiene messenger y le apetece hablar conmigo, estaría encantada de hacerlo. ( mi "dirección" es Rakshah_ es decir, como el e-mail, por así decirlo. ¿Poco original? Pues supongo que sí... )



Rakshah vuelve a alejarse riendo aún más fuerte.













ueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee