Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Tras los tremendos problemas he ha habido últimamente el Fanfiction.net y los exámenes que estoy segura que hemos tenido casi todos en mayor o menor medida, he podio terminar este capítulo relativamente rápido y además me ha quedado bastante largo (vale, MUY largo).
Hoy creo que no voy a escribir toda esta laaaaarga parrafada que tengo por costumbre, la verdad, no se que decir, por lo que me limitaré a agradecer los reviews del cap.6 y a avisar de que quizá el capítulo es un poco raro, porque hay dos o tres acciones paralelas aunque he intentado explicar las diferentes escenas lo más claramente posible. Personalmente creo que se entiende bastante bien.
A ver... los reviews, sí...
Sakura-Corazón: Como siempre, gracias por tu review, y otra cosa, te agregué en msn pero no te encuentro nunca conectada... ( maldita diferencia horaria...)
Lucil: tengo el honor de decirte que sí, se enterarán de lo que provoca el ruido (y vaya si se enterarán, juajuajuajua) y no todos los Slytherin de Hoggarts molestan a Harry y los demás ( estoooo, creo que debe haber alguno por ahñi que no lo haga, no? Supongo que mi querido Deimos no les molesta mucho...) Ron, aunque parezca que en mi fic lo trato como un niñato inmaduro, quizá sí va a cambiar un poquito ( lee y verás) y los personajes estrangeros pronto contarán algo más de su vida, aunque no va a ser hasta el capítulo 8, lo siento.
Ah, y respecto al chico de la biblioteca, no puedo desvelar el misterio, lo siento.
Espero que en breve tus dudas serán respondidas.
Chu-Cheng: Arrrgh, qué le ha pasado a tu historia?? Intenté mandarte un review del ultimo cap pero no pude ( que sepas que me lo he leído, eh?) Bueno, muchas gracias por todo, espero que arregles pronto esos problemillas con Fanfiction, porque fíjate, yo he subid ootro capítulo y tu aún no, esto no puede seeeeer!!!!!!!!!!
Cinthya: Como puedes ver, me he apresurado a escribir el siguiente capítulo, espero que te guste!
Anna Voig: Yo también salto de alegría ( literalmente) cuando cuelgas otro capítulo de tu fic ( que por cierto, ese nuevo de la escritora promete mucho)
¿Por qué todo el mundo me pregunta si fue un sueño? Ya se desvelará a su debido tiempo, uajajajajajajajajaja ( que mala soy, verdad??)
Celeste: Me hace muy feliz de saber que te gusta mi fic, esta vez he intentado no demorarme tanto, y lo he conseguido!!!!
GIN-GIN: Tienes razón, pero es que tengo que decidir si profundizar en mis personajes o centrarme en Harry, Ron y Hermione... en fin... intentaré caracterizarlos mejor, aunque no se si lo hago bien, siempre he querido que Nausica pareciera un poco bruta en la forma de hablar e irresponsable cuando sus tareas no le interesan, Aina más sensata y Galceram un poco tímido y callado. Bueno, prometo hacer algo respecto a ese fallo... Ah, muchas gracia por el review ( ya ves... se me olvidaba, hay que ver qué mala memoria tengo...)
Bitxuuu: Bueno, siempre me ha gustado conocer nombres raros y exóticos ( Deimos y Nausica son de mis favoritos) y ayuda muchísimo conocer algo de mitología clásica y leer de todo y de lo bueno ( ¿que pedante por mi parte ha quedado esta última frase, no??)
Celebro que te gusten los personajes masculinos ( a mí también me gustan mucho) y ese rarito, Roger Pseudolos, puedo adelantarte que va a tener un papel bastante importante en la historia...
Ale, sin más demora:
CAP 7. IN PROELIO
En combate
– Salgamos de aquí
Hermione asintió y sin atreverse a mirar hacia atrás bajaron la colina a trompicones.
– Harry; ¿qué crees que es lo que podría hacer ese ruido tan espantoso?. – La voz de la chica temblaba cuando formuló esta pregunta de la cual temía saber la respuesta
– Sólo una vez en mi vida he oído algo semejante. El año pasado, en... en el torneo.
– Entonces es verdad... un dragón.
– Esperemos que sólo sea uno. Vamos, debemos llegar a la escuela.
* * * * * * * * * * * * *
Después de su pelea con Hermione, Ron había ido a buscar a su hermana en "las tres escobas". La lengua e Ginny ya había recuperado la normalidad y la chica sorbía feliz un gran batido de fresa. Saludó a su hermano con una inclinación e cabeza y adivinó al instante que había discutido con la prefecta de Gryffindor con solo ver el color rojizo en sus mejillas y su cara de enfado. Sin inmutarse le ofreció un trago de batido.
Estuvieron un rato allí, compartiendo la bebida, cuando una figura se dejó caer pesadamente en la mesa de al lado.
– ¿Es que siempre tienes que seguirnos como un buitre, Malfoy?
El chico rubio miró a Ron con desdén por encima de su cerveza de mantequilla. – Hasta ahora creía que este era un país libre, Weastley. ¿Acaso el ministerio ha sido invadido por todos tus parientes y han prohibido la libre circulación, o es que te crees lo suficientemente importante para que yo me digne siquiera a fijarme en tu camino? Mejor cállate y acaba de una vez este batido para así poder irte con tu hermanita y tus patéticos amigos. – Malfoy dijo todo esto con una extraña frialdad en su voz, sin ese toque sarcástico que tanto caracterizaban sus insultos. Ni siquiera se movió cuando Ron, completamente rojo por la ira, se levantó amenazadoramente.
– Ron, ignóralo, es sólo el bocazas de Malfoy.
– Ginny, no voy a permitir que este pedazo de mierda me insulte y conserve toda la dentadura.
Draco suspiró con hastío y también se levantó. – Por mí no te molestes, Weasley, ya me voy. – Acabó su cerveza de un ultimo y largo trago y hurgó un poco en sus bolsillos. Finalmente sacó un reluciente galeón de oro, lo dejó sobre la mesa y empezó a andar hacia la puerta.
Ron y Ginny se miraron extrañados; con un galeón podía pagar perfectamente una docena de cervezas.
Justo antes de salir, Draco se detuvo ante la puerta y esbozó una malévola sonrisa. – Weasley. – Ron le miró con cara de asco. – Puedes quedarte con el cambio, seguro que te hace mucha más falta a ti que no a mí.- Y con la capa moviéndose elegantemente tras él, salió del local.
En "Las tres escobas" resonó un rugido airado y una figura de pelo rojo como el fuego se abalanzó hacia la salida.
No había dado ni dos pasos cuando un par de manos agarraron al Slytherin por el cuello de la túnica y lo voltearon. – Lamento haberte disgustado, Weas... – Draco calló abruptamente.
– Puedes continuar, Malfoy, yo también me llamo Weasley y puedo darte una paliza como cualquiera de mis hermanos. – Ginny miró fieramente a Draco sin soltar en ningún momento su túnica. Él, pasada la sorpresa inicial, sonrió y miró a Ron.
– ¿Ahora dejas que una niña pelee por ti, pobretón? – Volvió a callar cuando Ginny le sacudió violentamente el cuello. – Eh... vigila tus modales, cría.
Ella se limitó a fruncir más el entrecejo. – Escúchame bien, pijo de mierda, porque sólo te lo diré una vez; si te metes con un Weasley te metes con todos, y yo soy perfectamente capaz de pelear contra ti. Es más, hace tiempo me juré a mi misma que no dejaría que nadie de tu asquerosa família de pijos prepotentes que se creen el ombligo del mundo me pisoteara de nuevo, así que cuando quieras. – La voz de Ginny tenía un matiz amargo, hablaba con rabia, casi escupiendo las palabras en el rostro de Draco. Apenas se reconocía en ella la chica de catorce años alegre, risueña y algo tímida que era siempre.
– No voy a pegarme con una niña
– Entonces tienes suerte, porque yo no voy a pegarme con un cobarde. – Soltó al chico con un gesto de desdén.
Acto seguido, Draco sacudió su túnica por donde Ginny le había agarrado y dirigió una mirada helada a un grupo de Hufflepuff de tercero que se alejaron riendo. El rostro del chico no enrojeció, pero sus mejillas sí se tiñeron de un ligero rubor. Abrió la boca para decir algo, pero entonces lo oyó, oyó ese batir de alas...
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
No pasaron a través del pueblo, sino que fueron a campo traviesa, en línea recta aun con los rugidos y el batir de alas a sus espaldas, y era un ruido tan ensordecedor que apenas podían oírse el uno al otro. Entonces una idea asaltó la mente de Hermione; hasta ahora sólo habían oído a la bestia, y el eco que producían las montañas no era lo suficientemente potente como para causar aquél estruendo, y eso significaba que alguien estaba usando...
– ¿Magia, pero para qué? – Miró hacia la silueta del viejo castillo a los pies de la cual ya se habían reunido numerosas personas: las figuras más pequeñas se reunían alrededor de las mayores, los profesores, y restaban inmóviles en el jardín mientras las grandes puertas de la escuela permanecían cerradas. – Otra ola e terror y preocupación recorrió su cuerpo al cercionarse de lo que estaba pasando. – Por Merlín, Harry, es una trampa.
– Pero... ¿pero qué estás diciendo?
– Una trampa, Harry, una trampa... primero siembran el pánico para que todos volvamos a la escuela, luego cierran las puestas para dejar a todo el mundo atrapado en los jardines y luego... sólo dios sabe que va a pasar luego.
– Vamos, más rápido, si lo que dices es cierto debemos ir a ayudar.
Siguieron corriendo varios minutos más, sacando fuerzas del pánico y la preocupación; la sensación de desasosiego se hizo más patente a medida que se daban cuenta que aun no había pasado nada más, solo había aquel incesante batir de alas. De repente todo a su alrededor quedó en silencio y sólo se oían algunos sollozos ahogados. Hermione y Harry se detuvieron y miraron a su alrededor; incluso el viento otoñal que había soplado durante toda la mañana había cesado; ni siquiera los pájaros osaban cantar.
Y entonces lo vieron; en las laderas de todas las montañas de alrededor aparecieron un seguido de figuras encapuchadas que en medio de un sepulcral silencio avanzaban implacables hacia la escuela, y enorme, amenazador, negro como la más oscura de las noches, apareció batiendo sus poderosas alas un dragón.
El animal sobrevoló la colina donde minutos antes habían estado sentados y abrió sus fauces para soltar una llamarada que impactó en el tejado de una vieja casa e hizo que acto seguido esta explotara en mil pedazos. Haciendo caso omiso de los gritos de terror que habían llenado Hogsmeade, el dragón siguió su camino. Era tres o cuatro veces mayor que cualquier raza de dragón que ellos conocían, y en sus pequeños ojos brillaba una maligna inteligencia. Estirando su serpentino cuello localizó su objetivo.
–Harry...
El chico y la chica, ante la terrible y fantástica visión se habían detenido como hipnotizados.
– Viene hacia aquí... y viene muy rápido.
Con un vuelo rasante el dragón planeó hacia ellos enseñando sus largos colmillos; ahora el batir de alas era mucho más tangible. Harry y Hermione agarraron con fuerza sus varitas y sin aliento por la carrera se enfrentaron a aquél enorme ser.
Cuando el dragón plantó sus enormes garras en el suelo todo tembló a su alrededor. Sin dar tiempo a que los chicos reaccionaran, saltó hacia delante para atraparlos entre sus largos dientes. Hermione y Harry a duras penas fueron capaces de esquivar las fauces del animal y estas se cerraron en el aire con un estremecedor chasquido.
– ¡Los ojos, Harry, a los ojos!
– ¡Ya lo sé, Mione, pero no puedo apuntar, no se está quieto!
Efectivamente, el animal los hostigaba con sus fauces, alas y cola, lanzando repetidos ataques que los chicos sólo podían esquivar. De repente Hermione fue golpeada por una enorme garra y cayó unos metros más allá, en el suelo. Preso por el pánico Harry levantó su varita.
– ¡¡¡Frigido!!!. – Una capa de hielo la cabeza del dragón suficiente rato para que él pudiera acercarse a su amiga herida. Tenía un corte bastante feo en la pierna pero permanecía consciente. – Mione, tenemos que hacer algo... tú eres el genio aquí... piensa algo, no creo que este hechizo dure mucho tiempo.
El animal sacudía la cabeza con fuerza y lentamente se desprendían fragmentos de hielo.
– Harry, no... no sé qué hacer... tenemos que aguantar un poco, estoy segura de que alguien va a venir a sacarnos de esta... tenemos que distraerlo como sea. – Calló de repente y se agarró la pierna con una expresión de dolor. A su lado el chico se exprimía el cerebro en busca de una solución.
Con un crujido, el último pedazo de hielo se rompió y cayó al suelo, y el dragón los miró mientras se relamía el hocico recubierto de escamas.
Harry volvió a mirar a su amiga. – ¿Mione, qué...?
Perdiendo los nervios, (la verdad es que en esta situación los perdería cualquiera) Hermione le pegó un puñetazo en la pierna y rugió. – ¡¡¡¡¡¿¿¿Y qué coño sé yo???!!!, ¡¡¡Limítate a hacer algo!!!!!
El dragón se acercaba con pasos lentos y arqueando la espalda, como cuando un gato acecha su presa mientras Harry agitaba su varita y recitaba el primer hechizó que pasó por su mente. – ¡¡¡Expecto Patronus!!! – El dragón se detuvo sorprendido cuando un majestuoso ciervo plateado cargó contra su pata mientras Hermione y Harry se apresuraban a alejarse.
Por segunda vez atacó el patronus, y su fuerte cornamenta golpeó la pata del dragón del tamaño de una columna. Este, a su vez, mordió sin éxito aquél molesto estorbo una y otra vez, pero por muchos golpes que recibiera el patronus seguía atacando sin inmutarse, así que el dragón, que por muy reptil de sangre fría que fuera no tenía ni una escama de tonto, supuso que aquél ciervo que no parecía querer morirse era una simple ilusión, e ignorándolo por completo batió de nuevo sus alas para alcanzar el aperitivo que intentaba escapar.
* * * * * * * * * * * * * * * * *
Tras empezar el ruido, Hogsmeade quedó sumido en el caos; los aldeanos se refugiaron algunos en sus casas; otros echaron a correr por el camino hacia el castillo junto a los estudiantes y los profesores dejando todas sus posesiones atrás.
Entre toda esa gente, también Ron y Ginny huían sin soltarse las manos.
– Ron, ¿dónde están Harry y Hermione?
Ron se detuvo abruptamente y miro hacia atrás. – La colina. Tenemos que ir a buscarles. – Hizo ademán de volver atrás, pero alguien le empujó.
– No pierdas el tiempo, estúpido, seguro que ese par también vienen hacia aquí.
– No es asunto tuyo, Malfoy. – Ron siguió corriendo a pesar de que estaba tremendamente preocupado por sus amigos. Tras unos minutos empezó a preguntar por ellos a la gente de su alrededor, pero nadie había visto a Harry y Hermione.
De repente, una voz lo llamó de entre la gente. – ¡Ron, Ron, Ginny! – Y Nausica junto a Aina y Galceram se colocaron a su lado. – ¿Estáis buscando a Harry y Mione, verdad?
Ron, que empezaba a andar falto de aire, asintió.
–Entonces creo que los hemos encontrado. – Nausica señaló hacia uno de los campos que rodeaban el pueblo, donde dos pequeñísimas figuras corrían en dirección al castillo. – Aunque estén bastante por detrás de nosotros, podrán llegar sin problemas... ¿verdad? – Acabó con voz temerosa.
Los demás aseguraron que sí, pero entonces todos los ruidos callaron por un momento, el viento y los pájaros enmudecieron, y de las laderas de las montañas surgieron decenas de figuras encapuchadas, y, con un rugido espantoso, el dragón.
Se inició una gran estampida de gente. Los profesores, protegiendo los hijos de muggle y rodeados por los demás echaron a correr para poner a salvo a los alumnos, ya que estos, al no estar ni el profesor de defensa contra las artes oscuras ni el director Dumbledore (también aquél día tenía cosas que hacer en Londres) estaban preocupados (y con razón) por la seguridad de sus alumnos.
– Ron, el dragón... el dragón...
– Ginny, ya lo veo, el dragón.
– ¡Ya sé que lo ves, idiota, lo que quería decir es que está volando directamente hacia Harry y Hermione, debemos ir a ayudarles! – Ginny se apartó del camino con la intención de atravesar los campos de trigo, pero su hermano la cogió del brazo.
– Ah, no, Virginia Weasley, tú no vas a ninguna parte, no quiero que te pase nada malo.
– Pero...
– Nada de peros, tú ve hacia Hogwarts. – Se giró hacia Aina, Nausica y Galceram. – Por favor, cuidad de ella, y sobretodo no dejéis que me siga.
Ante eso ellos tres esbozaron una mueca de disgusto. – Tú estás tonto si crees que vamos a dejarte ir solo; nosotros venimos contigo. – Dicho esto, Nausica también abandonó el camino seguida de los otros dos.
Ron suspiró y miró a su hermana. – Entonces... creo que no hay más remedio... – La chica sonrió y saltó fuera del camino, pero Ron volvió a detenerla. – No me has entendido, Ginny, no digo que vengas con nosotros. – El chico se acercó a Malfoy, que desde la aparición de los mortífagos se había quedado completamente inmóvil. – Tú, Malfoy. – Al oír su nombre, el chico pareció salir de sus pensamientos. – Nunca pensé que te pediría algo así, pero por favor, cuida de mi hermana; sé que aun siendo un capullo eres bueno con la magia. Y te lo advierto; si le pasa algo no tendrás suficientes guardaespaldas para cubrirte de todos los Weasley que vendrán para patearte el trasero – Y dicho esto se marchó dejando a una chica pelirroja con una gran cara de enfado y a un chico rubio con una extraña expresión mezcla de desconcierto y rabia. A su alrededor ya no quedaba nadie, sólo se veía las figuras de los alumnos que iban al castillo alejándose y las de los cuatro jóvenes que atravesaban el campo de trigo.
De repente, Ginny empezó a correr también tras su hermano sin atender a los gritos de Malfoy.
– Perfecto; hoy tengo dos buenas maneras de morir; la primera es perseguir a esta niñata hacia las fauces del dragón, y la otra es dejar que ella se mate, y entonces sus hermanos me van a cortar a cachitos... creo que tengo más oportunidades ve vivir con el dragón... – Agarró muy fuerte su varita y respirando profundamente se unió a aquella persecución suicida.
* * * * * * * * * * * * * * * * *
Con un par de poderosos saltos, el enorme animal se plantó de nuevo ante Harry y Hermione. Ella apenas podía andar, aunque el chico la ayudaba en todo lo que podía. Cuando dragón les cortó la retirada, Harry se apresuro a colocarse entre la bestia y su amiga. Temblaba pero alzó su varita una vez más. Quizá la última, pensó con amargura mientras el dragón, de un negro reluciente bajo el sol del mediodía chasqueaba los dientes y detrás de él Hermione caía de rodillas por el dolor pero aún dispuesta a librar batalla una vez más.
Se hizo un tenso silencio antes de que el reptil se alzara sobre sus patas traseras mostrando su terrible silueta recortada en el cielo y cargara hacia la diminuta pareja.
– ¡¡Encegatio!! – Gritaron ambos a la vez, pero la maldición rebotó en las pulidas escamas del animal. Este abrió su enorme boca y saltó para acabar definitivamente con ellos.
Temiendo lo peor, Harry abrazó a Hermione protectoramente.
Pero entonces, algo ocurrió.
– ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Expelliarmus!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Y un dragón de varias toneladas de peso salió despedido hacia atrás, y no precisamente impulsado por sus alas.
– ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Mione, Harry!!!!!!!!!!!!
Ron llegó a la carrera; estaba tremendamente pálido, su varita aún humeaba a causa del potente hechizo que acababa de lanzar y sudaba profusamente. Al llegar hacia Harry y Hermione, cayó de rodillas, sollozando.
– Ron... Ron... sssshhht, tranquilo, estamos bien... gracias a ti. – Hermione le pasó la mano por entre los cabellos rojizos.
Harry se levantó con dificultad y vio cinco figuras más que se acercaban, y también al gran dragón negro inconsciente en el suelo. Se peinó ligeramente con los dedos y entonces se dio cuenta de que por encima de sus incontables magulladuras, su cicatriz le dolía como si alguien sujetara un hierro al rojo vivo en su frente.
– Chicos... deberíamos irnos...
Aina y los otros dos, que habían llegado junto a Ron, se acercó a Harry.
– Oye... ¿te encuentras bien? ¿Tu también estás herido?
– No... es mi... cabeza, me duele. – Se pasó la mano por la frente, sentía un sudor frío por todo el cuerpo.
– ¿Eso de que te duela la cicatriz siempre es un mal augurio, verdad? Te duele cuando Él está cerca...
El chico abrió mucho los ojos; ¿cómo sabía ella lo de la cicatriz? Los nuevos alumnos nunca habían preguntado sobre él, parecía que no conocieran nada sobre "el niño que vivió", y sin embargo ahora resultaba que Aina conocía los efectos de su cicatriz. – Sí, deberíamos irnos ahora que el dragón está inconsciente.
Algo turbado se acercó a Ron y Hermione; seguían en el suelo mientras Nausica y Galceram intentaban por todos los medios ponerlos en pie. – Están muy débiles, no creo que puedan andar. – Dijo la chica.
En aquél momento Ginny llegó a toda velocidad hasta su hermano seguida de un Malfoy visiblemente agotado. – ¡Ron! ¿Ron, qué has hecho? ¡Ha sido increíble!
El chico la miró con ojos entrecerrados y murmuró algunas palabras ininteligibles, ni siquiera pareció importarle que su hermana le hubiera desobedecido. Ella, asustada, emitió un gemido de angustia.
– Ha gastado demasiado poder en el hechizo, tardará un rato en recuperarse, no te preocupes.
Ginny, al oír esto se extrañó mucho, porque no era muy propio de un Malfoy intentar animar a una Weasley, pero aun así asintió agradecida.
– Estooo... eh... gente, creo sinceramente que deberíamos largarnos de aquí cuanto antes. – Galceram retrocedió un par de pasos con la vista fija en el dragón; una reacción bastante lógica puesto que uno de los enormes y brillantes ojos del animal se había abierto de par en par.
Ante esto, Ginny se apresuró a pasar el brazo de su hermano por encima de sus hombros y a levantarlo con la ayuda (sí, ayuda, no es ningún error de la autora) de Draco mientras Harry hacía lo propio con Hermione.
Por su parte, Nausica, Aina y Galceram permanecían inmóviles y de pie.
Con un rugido de frustración en Dragón levantó finalmente la cabeza; su respiración era pesada i estaba visiblemente enfadado.
– O, mierda, mierda, mierda, esto cada vez se pone más feo. – Nausica miró alternativamente al reptil, a Harry, Ginny y Draco que se llevaban a los heridos y a sus dos compañeros. Estos asintieron al tiempo que agarraban sus varitas. – Está bien... ¡Harry, Ginny, id a un lugar seguro, nosotros le contendremos!
La chica pelirroja se giró. – ¿Pero qué estás diciendo? ¿Os habéis vuelto locos? ¡Este bicho es capaz de cortar a diez como vosotros en juliana en un santiamén!
– No os preocupéis por nosotros, en serio, si las cosas se ponen muy feas podremos escapar. ¡Ahora salid de aquí!
Dicho esto, los tres murmuraron unas extrañas palabras y tal como había pasado durante la cacería del kelpie, sus varitas se convirtieron en largas varas algo más altas que ellos. Curiosamente, la vara de Aina tenía un ligero matiz azulado, la de Galceram parecía tener unas extrañas marcas blancas y la de Nausica aún conservaba algunas diminutas hojas.
En aquél momento, el animal se levantó de un salto y se estiró como si fuera un gato desmesuradamente grande, se relamió el hocico con su lengua bífida y los miró malignamente antes de saltar hacia ellos.
Lo primero que se oyó entonces fue la voz de Galceram gritando a pleno pulmón.– ¡¡¡Creo Auram!!!! – Y una violenta ráfaga de viento surgió de su vara y frenó al animal.
Por su lado, Aina golpeó el suelo con su vara mientras murmuraba. – ¡Creo Aquam, creo aquam! Vamos, agua, sal... ayúdame... – Y un gran charco de dicho elemento se formó en las patas del animal.
Nausica, finalmente, hincó la rodilla en el suelo y pasó una mano por la tierra arenosa. –Muto terram. – Dijo, y en aquél instante, el agua y la tierra que estaban bajo el dragón se mezclaron y formaron lo que parecían ser arenas movedizas. El reptil emitió un rugido airado al descubrir que era incapaz de despegarse del suelo, los jóvenes un grito de júbilo al funcionar su plan.
Pero claro, luchar contra un dragón no es coser y cantar.
Sin previo aviso, una llamarada surgió de las fauces del animal, pero afortunadamente, Nausica reaccionó a tiempo y a su orden de "rego terram" el suelo a su alrededor se elevó formando un escudo que les protegió del fuego, así que la lucha pronto se convirtió en un seguido de ataques que el enemigo esquivaba; una llamarada era responida con una columna de agua por parte de Aina o un muro de tierra, mientras que los hechizos de los chicos rebotaban en la coraza escamosa del animal que seguía atrapado entre el viento y las arenas movedizas.
Unos metros más lejos Ginny y Draco arrastraban a Ron a trompicones. El chico, que cada vez parecía estar más pálido estaba al borde de la inconsciencia y de vez en cuando se paraba para intentar vomitar sin conseguirlo.
Ginny, por su parte, parecía al borde de un ataque de nervios. – ¡Todo esto es culpa de la gente como tú! – Dijo con voz furiosa. – Toda esta estupidez de la sangre limpia, ese odio irracional, sólo sirve para dañar a las personas que nos importan.
Draco Malfoy se limitó a agachar la cabeza y a tirar de Ron con más fuerza.
Hermione, cojenado, se apoyaba en Harry y de vez en cuando echaba una ojeada hacia atrás. – Cuando salgamos de esta, esos tres tendrán que contarnos muchas cosas.
– Tú lo has dicho, Mione, cuando salgamos de esta.
Entonces, Harry se separó de Hermione y cayó de rodillas sujetándose con fuerza la cabeza, la cicatriz le dolía atrozmente, las fuerzas le abandonaron. Sus amigos también soltaron una exclamación de angustia y cayeron al suelo mientras cuatro figuras encapuchadas aparecían ante ellos.
Aina acababa de tirarle un último hechizo de agua al dragón cuando los tres oyeron un extraño sonido. El animal también pareció oírlo porque agitó las alas desesperadamente sin conseguir volar. Emitió un rugido angustiado y el sonido volvió a oírse, pero esta vez las arenas movedizas que aprisionaban las patas del reptil empezaban a volver a su forma original. Los chicos retrocedieron asustados hasta que la fuerza también escapó de sus cuerpos y cayeron de espaldas, a merced del dragón.
Cada vez que una de las patas grandes como columnas golpeaba el suelo notaban que una vibración recorría el terreno. Aina, Nausica y Galceram lucharon desesperadamente para liberarse, pero sus extremidades no les obedecían. El dragón acercó su enorme cabeza hasta que pudieron oler el azufre que exhalaba con cada respiración y fueron capaces de ver la maligna inteligencia reflejada en sus ojos. Abrió la boca, pero no para propinarles el mordisco fatal; el dragón se limitó a esbozar lo que parecía una sonrisa sardónica antes de emprender el vuelo hacia el castillo dónde alumnos y profesores, atrapados en los jardines, se habían atrincherado contra los muros y rechazaban con bastante facilidad los ataques de los mortífagos.
Las cuatro figuras encapuchadas se acercaron a Harry, Hermione, Ron Ginny y Draco. Una de ellas, la más alta, se adelantó varita en mano.
– ¿A ver... qué tenemos aquí? – El encapuchado era un hombre, a juzgar por su voz, y al hablar pronunciaba algunas palabras de forma extraña. Se paseó tranquilamente entre los alumnos y les iba despojando uno a uno de sus varitas. En el momento en que en su mano estuvieron las cinco, se metió una mano en el bolsillo de la túnica negra y en unos instantes los chicos notaron un relativo alivio. – ¿Mejor así? Bien, veo que nos ha tocado el premio gordo, ¿eh, chicos? – Se giró hacia los demás mortífagos. – Tenemos a Potter... con la punta de su varita obligó a Harry a mirarle a los ojos. Eran de un castaño muy claro, casi del color de la miel; a Harry le parecieron familiares. – Y también... oh, el joven Malfoy. Tu padre estará muy orgulloso de saber que eres un traidor, sabes, chico?. – Draco profirió un rugido pero permaneció inmóvil. El hombre siguió paseando. – Pelo rojo y ropa usada, estoy seguro de que sois Weasleys, o alguien de su misma patética calaña. – Finalmente se detuvo ante Hermione. – Pero aquí... aquí hay lo que más apesta de este grupito, una asquerosa sangresucia. – Agarró a la chica por la mandíbula y ella le dirigió una mirada desafiante. – ¿Por lo que veo estás muy orgullosa de lo que eres, verdad, putita? Entonces, eso va a tener que cambiar. – Hermione, con desdén, le escupió, pero el hombre le propinó un tremendo bofetón que al instante hizo manar sangre de su maltrecho labio. Sin pensárselo dos veces, Ron y Harry se lanzaron hacia él torpemente. El hombre esquivó a Ron con facilidad, pero Harry logró agarrar su negra capucha antes de que moviera su varita con furia y una enorme fuerza tirara a los cinco chicos una decena de metros hacia atrás llenos de cortes y magulladuras.
– Eso ha dolido. – Murmuró Malfoy.
El hombre se acercó a ellos a paso pausado. Sus facciones les eran tremendamente familiares; el pelo castaño y rizado, el rostro ovalado, la nariz algo aguileña, los ojos color miel. – Deberíais saber que con los mortífagos no se juega. Ahora que me habéis visto la cara, creo que no tendré más remedio que mataros. – Miró a Harry y sonrió. – Aunque tú tendrás el honor de perecer ante el mismísimo Lord Voldemort. – Otra vez levantó su varita al aire, pero entonces se oyó un alarido de furia y una figura se plantó entre el hombre y los otros.
Al verlos uno ante el otro, Harry se fijó en el asombroso parecido que guardaban Galceram y el mortífago. De hecho, Galceram parecía una replica en joven del hombre.
– Vaya, chico, veo que has crecido desde la ultima vez que nos vimos... te has convertido en todo un hombre.
Galceram jadeaba y se mantenía precariamente en pie. Aunque permanecía sereno, en su rostro se adivinaba una gran tristeza. – Tu no has cambiado en nada, padre.
Fin del capítulo 7.a
Hum... ahora sí está liada la cosa, ¿verdad?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Uajajajajajajajajajjaajajajajajja!!!!!!!!!!!
( Rakshah se aleja a riendo carcajada limpia)
