Ya estoy de vuelta!
Bueno; ahora que parece que los problemas de la web se han arreglado... (mejor me callo, porque cada vez que digo esto se casca la página...) tengo el honor de subir otro capítulo, ¡el octavo! Es todo un récord para mí, es decir, tengo la mala costumbre de empezar fics y no continuarlos, y para poner un ejemplo práctico está el fic de Slayers que hace algo así como tres meses que no actualizo, y muchos más que tengo guardados a buen recaudo en mi ordenador y que dudo que jamás vean la luz...
Pero basta de hablar de proyectos fallidos; ahora mismo tengo que centrarme en este, y es lo que voy a hacer; la verdad es que me lo paso muy bien escribiéndola, sobretodo las discusiones entre Draco y los demás, y también disfruté mucho escribiendo el final del capítulo anterior, sobretodo la frase final, jajajajajajaj, desde pequeña me había quedado muy grabada aquella frase que le dice Darth Vader a Luke Skywalker en Star Wars: "Luke, yo soy tu padre", así que pensé que seria realmente divertido escribir algo parecido...
Bueno, este capítulo es bastante corto, pero ya se empiezan a desvelar algunos de los puntos oscuros de esta historia (aunque queda mucho por contar) y sirve de introducción al siguiente, donde sí se desvelan asuntos importantes, aunque lo siento, para saber si lo de la noche de Hallowe'en fue un sueño o no, tendréis que esperar un poquito (sólo un poquiot) más.
Y ahora, los reviews:
Anna Voig: ¡Siempre al pie del cañón! Me alegra de que te guste el cap. Y te puedo asegurar que el noveno no tardará mucho en subir. ¿cómo puedo resistir a la tentación de dejaros aún con más intriga? Esto se está convirtiendo n un vicio.
Marine: Así que los siete capítulos seguidos... vaya, eso sí que me halaga, jajajajajajaja, te juro que no es mi intención demorarme a la hora de subir capítulos (aunque claro... eso siempre añade emoción a la historia...)
Por cierto, un detalle que me hizo gracia al leer tu nombre... "Mariné" es el apellido de Aina, curioso, ¿no es cierto?
Nireen: Muchas gracias por tu review, me alegra mucho que te guste mi forma de escribir; hago todo lo posible para que la historia se entienda bien y no acabe resultando aburrida, y gracias a los reviews me animo a seguir, así que gracias otra vez y espero que el cap.8, aunque sea corto, te guste.
Chu-Cheng: Que bien que ya hayas colgado los capítulos: ahora mismo acabo de leer el cap.13 de tu fic (sí, ese en que vuelve a aparecer mi querido Darkwoolf ).
Y en referencia a mi fic, quizá sí que Draco empieza a sentir algo por Ginny y que no es tan cabrón como lo pintan, pero no debemos olvidar que sigue siendo Draco Malfoy, así que no se va a reblandecer de la noche a la mañana convirtiéndose en un montoncito de melaza ante las atenciones de Ginny, eso sí que no.
Por cierto, puedo asegurar que aún no habéis visto cómo de cabrón puede llegar a ser el padre de Galce, juajaujaujauajauaajaujauajaujauajauajauajauajaujaujaaaaaa.
Y ahora, en exclusiva para Fanfiction.net, con todos ustedes:
CAP 8. VERITAS ODIUM PARIT.
La verdad genera odio.
El hombre soltó una maligna carcajada. – Este es el último lugar dónde esperaba encontrarte, chico, no te había reconocido... y dime, ¿cómo está tu madre?
Galceram apretó los dientes y se apoyó más firmemente en su vara, su mirada ya no era de tristeza, sino de odio. – Está mucho mejor, sin ti, ambos lo estamos, maldito bastardo.
– No deberías hablarle así a tu padre, chico, sobretodo cuando todos tus amiguitos están a mi merced. – Harry, Ginny, Ron, Draco y Hermione seguían tendidos en el suelo, y Aina y Nausica estaban en la misma situación unos metros más lejos. Entonces se giró hacia los otros dos mortífagos. – Puedo encargarme de esto yo solo. Id hacia el castillo.
Sin dudarlo los hombres se fueron.
– Bueno, ahora ya estamos solos, tú y yo. Debe haberte costado mucho levantarte, hubiera sido mucho mejor que te quedaras quietecito y así quizá no tendría que matarte a ti también. ¿Qué pretendes? ¿Proteger a tus compañeros? No es una decisión muy inteligente, eso es algo que no dice mucho en tu favor, eres igual que la estúpida de tu madre, tan fiel a sus amigos sangresúcias... esa perra nunca aprendió a juntarse con la gente que le convenía.
– Maldito... ¡no te atrevas a insultar a mi madre! – El chico se abalanzó hacia su padre, pero este volvió a meter su mano en el bolsillo de al túnica y Galceram cayó al suelo de nuevo jadeando.
–Por mucho que te disguste, sigue estando casada conmigo, así que puedo decir de ella lo que me venga en gana... y de ti, chico. Mírate, eres patético, me avergüenza que seas tan parecido a mí.
– Un hombre que pega a su mujer no merece estar casado con ella, padre.
El hombre pateó al suelo impaciente y levantó a Galceram por el cuello. – ¡Basta de tanta cháchara, niño llorón! Eres débil, débil como tu madre, como tus estúpidas amiguitas, como Potter y los demás idiotas que le siguen, como todo el mundo en esta maldita escuela. – Y con furia lanzó a Galceram contra el suelo y lo pateó en el pecho arrancándole un alarido de dolor.
– Fue entonces cuando Harry reunió las fuerzas suficientes para levantarse. Tenía un lado de la cara amoratado, ya que al ser lanzados hacia atrás se había golpeado con una roca, y apenas podía abrir el ojo izquierdo debido a la hinchazón, pero aun así dio un paso adelante.
–No somos débiles. – Esta sola frase pareció robarle el aliento. Tardó unos segundos en continuar. – Somos mucho más fuertes que vuestro odio, mucho más fuertes que el miedo y los mortífagos, más que Voldemort y que los dragones. ¡Juntos somos más fuertes que cualquiera de esas cosas! – Harry parecía más seguro de sí mismo a medida que hablaba. A su lado, Ginny también se incorporó levemente y tosió mientras el hombre esbozaba otra maligna sonrisa.
– Siempre con la misma estúpida cantinela; "¡¡juntos, juuuuntos!! – El hombre imitó la voz de Harry y rió estrepitosamente. – Mirad lo que les pasa a vuestros compañeros que están "juntos" en la escuela. – Se giró hacia la silueta del viejo castillo que estaba plenamente iluminado por el sol del mediodía. Esperaba ver una verdadera carnicería, pero el panorama que había en los jardines de Hogwarts era muy diferente, tan diferente que de la sorpresa su sonrisa sardónica se convirtió en una mueca de horror y dejó caer al suelo las varitas de Harry y los otros.
Ellos también se giraron y casi de inmediato soltaron una expresión de triunfo, porque aunque lejana, pudieron reconocer la figura de Albus Dumbledore. El anciano mago estaba de pie, erguido y terrible, vestido completamente de blanco con una capa azul ondeando al viento y Fawkes, su fénix, firmemente apoyado en su hombro, y a su alrededor se había reagrupado los defensores del castillo; profesores y alumnos, y los mortífagos e incluso el dragón retrocedían claramente. Había, además dos figuras más que se acercaban a toda velocidad; la primera era la de un hombre de aspecto cansado y pelo pajizo; corría hacia ellos con todas sus fuerzas mientras el viento hacía que de remendada ropa de brujo se pegara contra su cuerpo. La segunda figura era la de un gran perro negro que se acercaba ladrando furiosamente.
El mortífago también gritó frustrado, los suyos habían perdido la batalla (pero claro está, no la guerra) y no tenía ningún tipo de ganas de quedarse el suficiente tiempo como para que Sirius Black y Remus Lupin, ambos razonablemente enfadados, le "saludaran afectuosamente" con dientes y varita respectivamente, así que de nuevo recuperó su sonrisa y agitó su varita.
Lo último que oyeron los jóvenes alumnos de Hogwarts antes de ser lanzados por los aires en dirección al bosque prohibido fue "nos veremos pronto, hijo".
El "vuelo" hasta el bosque fue lo más parecido a convertirse en una pelota de golf que ninguno de ellos había experimentado jamás; el mortífago los lanzó cientos de metros por los aires, a ellos y a las varitas de Harry, Ron, Hermione, Ginny y Draco, a una velocidad increíble; daban tumbos en el aire y el viento cruel no les permitía abrir los ojos, pero no era esto lo que les preocupaba, no, volar por los aires a centenares de metros de distancia podría llegar a ser divertido, lo verdaderamente chungo sería el aterrizaje, porque, no nos engañemos, todos sabían que no caerían precisamente en un colchón blandito.
Afortunadamente, segundos antes de que se incrustaran firmemente en el suelo del bosque Aina agitó desesperadamente su varita (la vara ya había recuperado su forma original). – ¡Pennae Corpus! – Era el hechizo de "cuerpo de pluma", y al instante todos notaron que sus cuerpos perdían peso, aunque esto no ayudó a aminorar su velocidad de descenso hacia los árboles.
Así pues, ocho proyectiles humanos atravesaron a toda velocidad la copa de un gran roble llenándose de cortes y magulladuras (o debería decir "de más cortes y magulladuras") para acabar rebotando inofensivamente contra el suelo.
Tras el impacto permanecieron unos minutos sin aliento tumbados en el suelo hasta que finalmente Draco se incorporó trabajosamente y miró a su alrededor.
Casi de inmediato un escalofrío recorrió su espinazo; si había algo que asustara de verdad a Draco Malfoy, eso era el Bosque Prohibido.
Se giró hacia Harry que yacía a su lado con el brazo en un extraño ángulo bajo el cuerpo y lo zarandeó fuertemente. – ¡Potter! ¡ Levanta, Potter, maldita sea! – Finalmente con uno de los zarandeos Draco movió el brazo de Harry y este profirió un alarido de dolor. El rubio lo soltó de inmediato y miró a su, quizá hasta ahora, enemigo. – Joder, Potter, creo que está roto.
Harry entrecerró sus ojos de un vivo color esmeralda por el dolor. – Anda, no me había fijado. – Comentó sarcásticamente. Draco ignoró este comentario con un gruñido de disgusto y empezó a incorporar a los demás.
Pocos minutos después estaban todos sentados confortablemente alrededor de un fuego mágico. Ron seguía pálido, pero no tenía ninguna herida de gravedad, así que se sentó al lado de Hermione para atender al más mínimo deseo de la chica que ya se había ocupado de vendar su pierna con un hechizo. Ginny se acercó a Harry e invocó una férula que inmovilizó su brazo roto mientras Malfoy lanzaba chispas verdes con su varita de vez en cuando con desesperanza, ya que en aquella zona del bosque los árboles eran tan altos que las chispas no podían sobrepasarlos.
A pocos metros de allí, Galceram permanecía recostado contra un roble de hojas oscuras; respiraba con dificultad, como si con cada bocanada de aire sintiera un gran dolor. A su lado, Nausica se arremangó la túnica y le palpó el costado con aire preocupado, y aunque ella sólo lo rozó con los dedos, el joven dejó escapar un siseo de dolor.
Nausica se apartó rápidamente; su rostro revelaba su propio sufrimiento. - Galce... Creo que tienes un par de costillas rotas, debe habértelas roto... – Vaciló un poco. – ...tu padre cuando te ha pateado. No quiero asustarte, pero tienes mal aspecto.
El chico se forzó a sonreír y meneó la cabeza entre jadeos. – Tranquila, pequeña, hace falta mucho más que eso para acabar conmigo. – Y aunque pareciera una frase más propia del protagonista de una película de serie B que de un adolescente aterrado y herido, de alguna forma surtió el efecto deseado, y Nausica suspiró aliviada mientas rozaba sus dedos con los de él casi imperceptiblemente.
Empezaba a anochecer cuando Draco se sentó sobre un tronco caído, harto de lanzar chispas durante horas. – Es imposible que nos vean; deberíamos salir de aquí por nuestra cuenta, no sabemos qué puede haber en este maldito bosque.
No nos arriesgaremos a mover los heridos, Malfoy, si tanto miedo te da el bosque, nos harías un favor si te largas y te pierdes tú solito.
Es muy agradable comprobar que al fin te has recuperado, Weasley. – Draco le dedicó una de sus miradas sarcásticas a Ron, que no se había movido del lado de Hermione en todo el rato. – Debo admitir que tienes razón, quizá me vaya y os deje aquí para el resto de vuestras vidas.
– Cállate ya, Malfoy. – Le espetó Ginny. – Lo único que conseguirías paseando por el bosque sin luz del sol sería perderte más, así que sugiero que te calles.
El rubio entonces se limitó a esbozar una sonrisa. – Evidentemente, sólo bromeaba. ¿Os apetece algo de cena? – Metió la mano en uno de los bolsillos de su túnica de seda, extrajo las golosinas que había comprado en Honeyduke's y, aún siendo una cosa impensable para un Malfoy, las compartió con todos ellos. – Que quede claro que hago esto – aclaró – sólo porque muy a mi pesar, ahora estamos juntos en este lío, de acuerdo?
Todos asintieron mientras devoraban con presteza las ranas de chocolate.
Cuando ya no quedaban más que los envoltorios de cartón amontonados en un rincón, todos se sentían algo mejor. Permanecieron unos minutos en silencio hasta que Ginny carraspeó. – Me muero de sed... Ron, ¿no habéis comprado ningún tipo de bebida en Honeyduke's? – El pelirrojo meneó la cabeza apenado, pero entonces Aina se incorporó ligeramente.
Creo que el tema del agua podemos solucionarlo con relativa facilidad. – Dijo mientras tomaba su varita del suelo. Esta al instante se convirtió de nuevo en una vara. – Sica, cariño, puedes hacer algo con este tronco para evitar que el agua se pierda?
Claro. – Contestó su amiga. Ella también recogió su varita, ahora convertida en una larga vara y con la punta de esta, que aún conservaba unas pocas hojas, tocó el tronco caído donde Malfoy estaba sentado mientras murmuraba: "muto terram". Entonces la madera empezó a brillar con una suave luz verdosa y Draco se alejó a toda prisa; en unos instantes en vez de un tocón medio podrido había una especie de recipiente de madera pulida que se llenó de agua cuando Aina movió su vara al tiempo que decía "creo aquam".
Harry y los demás se quedaron unos momentos con la boca abierta antes de empezar a beber.
Tras quedar completamente saciados, Harry suspiró hondo y se encaró hacia los tres extranjeros. Ya hacía algún tiempo que quería mantener una conversación con Aina, Nausica y Galceram; tenía la impresión de que ocultaban algo, ya desde el primer día en que llegaron, cuando ninguno de ellos dio muestras de conocerle aunque después había quedado demostrado que conocían de sobras su cicatriz y sus luchas contra Voldemort, y además también había aquella extraña magia que practicaban, y aquél cerrado silencio que mantenían acerca de todo lo relacionado con su país de origen, de su escuela y su vida antes de Hogwarts.
Cuando Harry finalmente formuló la pregunta, todos los presentes se quedaron perplejos. Incluso Galceram salió de sus propios pensamientos y parpadeó sorprendido. – No entiendo por qué redemonios nos preguntas eso ahora, Harry. – Murmuró turbado.
– Sólo quiero, queremos saber quiénes sois en realidad; desde que llegasteis nos habeis ocultado cosas, ¿no es cierto? Es decir, yo no me trago que estéis aquí porque en vuestra escuela hubo un "accidente", una escuela de magia no se destruye así como así... de hecho creo que sabéis mucho más de lo que contáis. – Harry miró a sus amigos en busca de apoyo, pero tanto Hermione como los hermanos Weasley no hicieron ningún gesto; siguieron callados, esperando.
Tras unos momentos de tenso silencio, Nausica soltó la mano de Galceram y se acercó un poco más a Harry y los otros sentándose con las piernas cruzadas.
Esbozó una breve sonrisa y volvió a trenzarse el pelo mientras empezaba a hablar.
– Entonces... es esto, ¿verdad? Crees que ocultamos algo... bueno, quizá sí, aunque creo que lo más correcto sería decir que intentamos olvidarlo. Fue tan horrible... todo lo que conocíamos hasta entonces se esfumó en cuestión de horas, quedó reducido a un puñado de cenizas... – Sus ojos se humedecían a medida que hablaba y con una mano recogió un puñado de tierra que se escurría rápidamente entre sus dedos. – Y ahora las cenizas se las lleva el viento.
Hermione meneó la cabeza sin entender nada. – Nausica... ¿qué es lo que intentas decirnos?
La chica sonrió tristemente de nuevo. – Digo, mione, que nuestra antigua escuela se ha convertido en un montón de cenizas, murieron varios alumnos y profesores, pero no fue un accidente, te lo aseguro; en nuestra escuela pasó algo demasiado parecido a lo que ha ocurrido en Hogwarts hace unas horas, aunque a una escala mucho mayor.
– ¿Cómo de mayor? – Preguntó Draco con ojos asustados. Entonces Aina también se acercó.
– Hoy has visto a ese dragón surcar el cielo, ¿verdad?
Draco asintió y tragó saliva; un escalofrío empezó a recorrerle el espinazo.
– Pues la noche en que atacaron nuestra escuela, había tantos dragones volando que tapaban el brillo de las estrellas.
Fin del cap.8
Y dentro de poco, hay más, lo prometo....
