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De nuevo he terminado un capítulo de este fic que parece no tener final, aunque la verdad, me divierte tanto escribirlo que no me importa.
El que sigue es un capítulo en el que no hay mucha acción, lo reconozco, pero en él se revelan algunas incógnitas de la historia, aunque claro, no todas, porque si no perdería toda la gracia...
Hoy no estoy muy inspirada, así que me abstengo de escribir nada más y voy a comentar los reviews que son poquitos pero de calidad:
Gin-Gin: Muchas gracias por tu review. La verdad es que no se como se me ocurrió lo del padre de Galce pero al final parece ser que la idea gusta ( me alegro!) Y acerca de la madre... bueno, ya se verá en breve, jajajajjajajaaaaaa.
Nireen: Si me sigues diciendo estas cosas me voy a sonrojar ( aunque no negaré que me alegro de que te guste mi trabajo ) Pero bueno, espero que te siga gustando la historia, aunque como ya he dicho, en este cap. No hay mucha acción... Ah, y también espero que pronto nos regales con algún otro fic...
Chu-Cheng: Aunque estés de vacaciones y no puedas leer esto hasta septiembre, espero que te guste el cap. Pro cierto, que estoy segurísima que de estar tú allí le rompes la cara al padre de Galce, aunque claro, posteriormente él te hubiera convertido en una rata almizclera... Y sí, lo que pasó en la escuela es el prólogo de la historia, un prólogo muy raro, lo reconozco, porque intenté reflejar los pensamientos desordenados de una persona ( no diré quien)
Anna Voig: Al final he acabado teniendo dos reviews tuyos, jajajaja. Espero no haberme demorado mucho escribiendo este cap, me ha costado bastante escribirlo, pero creo que se entenderá bien. Bueno, muchas gracias por tu review ( o debería decir tus reviews...) Yo también espero que subas algo más de tus historias pronto!
Y sin más preámbulos:
CAP.9 REVELATIONES
Pues eso, revelaciones ^__^
– Espera, espera, espera... estás diciendo que esto ya había pasado antes? – Ron meneó la cabeza incrédulo. – Me refiero a eso de los... los dragones y aquél-que-no-debe-ser-nombrado.
– Me temo que sí, aunque esta vez Hogwarts se ha salvado; en nuestra escuela no fuimos tan afortunados. – Nausica sonrió tristemente.
– ¿Pero por qué iba a atacar aquel-que-no-debe-ser-nombrado una escuela de magia en España? ¿Con qué propósito?
– Voldemort no necesita ningún propósito para sembrar el terror, Ron. – Dijo Harry con voz sombría.
Entonces Aina se acercó un poco más al fuego mágico y tomó la palabra.
– En este caso, nosotros creemos que sí hay un motivo para el ataque. ¿Recordáis el día después de la cacería del Kelpie? Hermione recibió por correo un ejemplar de "el Profeta" donde comentaban que unos vándalos habían destrozado una cripta de nuestra escuela que había quedado intacta. Pues bien, tenemos buenas razones para pensar que en aquella cripta había algo, algún tipo de arma contra los magos, algo muy valioso para alguien que pretenda dominar el mundo, ¿no os parece?.
– ¿Y para qué tendrían guardada un arma contra magos en una roñosa escuelucha?– Malfoy esbozó una sonrisa burlona cuando Harry y Ron tuvieron que sostener a Nausica para que no se le echara al cuello, y no precisamente para darle las gracias...
– Las escuelas de magia acostumbran a ser lugares muy seguros, chico listo. – Contestó Ginny dándole un pequeño empujón. – El problema es saber de qué tipo de arma se trata. Deberíais contarnos lo que sepáis, chicos, a menos que queráis que el próximo ataque acabe con Hogwarts
– Bien. – Dijo Aina mirando a sus dos compañeros. – Os lo contaremos todo, pero es una larga historia.
– Tenemos toda la noche. – Comentó Hermione no muy ilusionada con la idea; el cielo se había oscurecido casi por completo y ahora lo único que les iluminaba era el fuego mágico.
– Entonces – Aina miró a Nausica. – Por favor, Sica, empieza a contar la historia.
– Será un placer. – La chica tomó un sorbo de agua antes de empezar. - Estamos casi seguros de que todo esto empezó a medianos del siglo catorce.
– Joder, ¿crees que con una noche tendremos suficiente?
– Malfoy, te juro que si haces otro comentario más te vas a tragar la varita, así que si no te importa, voy a seguir.
Por aquel entonces, en España había muchísimos magos y brujas, era un buen lugar para vivir pese al miedo de los muggles hacia todo lo que escapara de la religión. Pero, entonces apareció una organización apoyada por la iglesia. La llamaban...
–Inquisición... – Hermione acabó su frase estupefacta. – Debí haberme acordado de la Inquisición española.
– ¿Inquisición? ¿Qué es eso? – Ginny miró a Hermione con cara de no entender nada.
– La Inquisición era una organización eclesiástica que se dedicaba a juzgar los crímenes contra la iglesia católica. Una primera inquisición se fundó durante el siglo trece. Esta sobretodo controlaba las distintas sectas de la iglesia que se habían creado por Europa y los pequeños "pecados" de la gente. Pero siglos después, alrededor de 1450 en España, se creó una nueva inquisición mucho más dura. En un principio los inquisidores perseguían falsos convertidos al cristianismo y demás, pero hubo un momento en que esta persecución derivó en una verdadera caza de brujas.
– Esperad un momento. Si no recuerdo mal, en historia de la magia el profesor Binns nos dijo que durante las cazas de brujas casi nunca daban con brujas de verdad y cuando lo hacían, estas se limitaban a fingir su muerte...
– Eso pasaba en tu país, Harry, no en el nuestro. En España todo fue muy diferente. Cuando los inquisidores se lanzaron a la caza de brujas, todo el mundo creía que podrían burlarlos, pero no fue así, ellos tenían algo, un poder, un arma, por así decirlo, que debilitaba a los magos y les incapacitaba para hacer magia. Muchos huyeron, otros abandonaron la práctica de la magia, en poco más de cincuenta años la población mágica española fue masacrada.
Pero unos pocos, los magos más poderosos del país decidieron enfrentarse a los inquisidores. Tras meses de luchas se enfrentaron definitivamente en un apartado valle perdido en los Pirineos. Nadie sabe a ciencia cierta lo que pasó durante la lucha, pero el caso es que todos murieron, magos e inquisidores, y fueron enterrados en una pequeña iglesia cercana y, según cuentan, con ellos fue enterrada el arma de los inquisidores.
Pero aún así el miedo persistió y la magia en España se perdió durante generaciones enteras, hasta que hace poco más de un siglo algunos descendientes de esos magos supervivientes descubrieron sus orígenes y ellos, junto a las antiguas familias de sangre pura que nunca habían abandonado la magia, fundaron una escuela en la que enseñar la magia tradicional que se practicaba en España. Por eso nosotros hemos estudiado sobretodo magia elemental y transformaciones; son las disciplinas mágicas más antiguas y tradicionales, las que menos han cambiado con el paso de los siglos.
– Entonces... ¿creéis que eso de los inquisidores tiene algo que ver con los ataques? – Ron se rascó la cabeza y dirigió una penetrante mirada a Nausica.
– Supongo que si nos basáramos en esta vieja historia no tendríamos suficientes pruebas para pensarlo, pero veréis, nuestra escuela está edificada sobre los cimientos de una vieja iglesia, nos lo dijeron los profesores, y bajo el edificio aún se conserva un verdadero laberinto de túneles y criptas que formaba parte de la antigua iglesia.
Y si eso no es suficiente prueba, os diré que una noche hace cuatro años, Aina, Galce y yo salimos a "explorar" ese laberinto, y justo cuando pasábamos por delante de la puerta sellada de una de las criptas empezamos a sentirnos mal, perdimos la fuerza y la magia, exactamente como nos ha pasado con los mortífagos.
Hermione carraspeó. – Entonces, creo que ya hemos descubierto lo que está pasando en realidad; los mortífagos se ha apoderado del "arma" lo que no me gusta ni pizca; todos hemos sufrido en nuestro propio pellejo el efecto de esa cosa, y la están utilizando para atacar Hogwarts. Aunque aún hay algo que me intriga... ¿ Cómo se enteraron los mortífagos? Según he leído, aquel-que-no-debe-ser-nombrado nunca ha tenido mucho interés en otros países...
– Creo que yo puedo responder a eso.– Con aspecto abatido Galceram alzó la voz y se pasó una mano por entre sus rizos castaños. – No es algo que me guste contar, pero lo haré. – Respiró profundamente antes de continuar. – La mía es una de las pocas familias de sangre pura que quedan en nuestro país, de las pocas que sobrevivieron a la inquisición, y por ello todos mis familiares sienten un odio irracional hacia los muggles, y no les culpo por ello. Cuando era pequeño, creía que mi padre era diferente del resto de mi familia, creía que era como mi madre. Ella nació aquí, ¿sabéis? Trabajaba en la embajada inglesa cuando conoció a mi padre y se casaron.
Hasta hace cuatro años éramos una familia normal, salvo que claro, vivíamos en un enorme castillo que había pertenecido a mi familia paterna durante generaciones. Por aquel entonces admiraba profundamente a mi padre; era un gran mago, había estudiado en nuestra vieja escuela, y le contaba todo lo que hacíamos, todas nuestras travesuras, e incluso... bueno, incluso lo conté lo que nos pasó en la cripta, le conté que habíamos perdido la magia y él pareció muy interesado, demasiado, pero no me pareció importante porque bueno... entonces no tenía ni idea de que él era... ya sabéis... un mortífago.
– No te preocupes, Alió, eso pasa incluso en las mejores familias. – Malfoy soltó una carcajada satisfecho de su propio ingenio.
Tan distraído estaba riendo que no se dio cuenta de que Nausica empuñaba su varita y murmuraba unas palabras. – Ahora sí te vas a callar, cabrón. ¡Sigillo bucca! – Y de inmediato los labios de Malfoy se juntaron firmemente evitando que este, visiblemente enfadado, abriera su gran bocaza durante un buen rato.
– Te está bien empleado, Draco. – Le espetó Ginny. Entonces se giró de nuevo hacia Galceram. – ¿Y desde cuando lo sabes? Ya me entiendes, lo de... lo de tu padre.
– Hace cuatro años estábamos a punto de acabar nuestro primer curso. Un día, mientras cenábamos mi padre, mi madre y yo en el salón principal del castillo. Era una noche de tormente, y él no había dicho ni una palabra en toda la cena. Entonces se levantó y rió de una forma que hizo que la sangre se helara en mis venas y lo dijo, dijo que por fin su señor había vuelto, y que tras años de espera podría servirle de nuevo. Mi madre empalideció de golpe, dejó caer una copa de cristal al suelo y le gritó que estaba loco, y él lo estaba, sí, estaba loco de rabia; se acercó a mi madre y le pegó un puñetazo, así, sin más.
Cuatro años. – Pensó Harry. – Justo cuando Voldemort volvió de Albania.
–A partir de aquél momento, descubrí que todo lo que creía saber de mi padre era una farsa. Las palizas a mi madre fueron haciéndose más frecuentes sin que yo pudiera defenderla, y él poco a poco fue mostrándose tal como era, un ser ruin y resentido lleno de odio.
– ¿Y tu madre no hizo nada? Podría haber huido... – Hermione estaba muy pálida; se notaba que el relato del joven la había afectado.
– Podríamos habernos marchado, sí, pero mi madre optó por soportar una paliza tras otra, porque de esta forma podía mantener a mi padre vigilado. Pero un día, casi un año después, hubo una reunión de mortífagos en el castillo, y aquella misma noche mi padre me ofreció un puesto entre los suyos, una oferta que yo estaba demasiado aterrado para rechazar, pero que yo también me convirtiera en mortífago era algo que mi madre no pudo soportar y se rebeló; ambos lucharon durante horas en los jardines que rodeaban nuestra casa y finalmente ella ganó, y mi padre desapareció definitivamente de nuestras vidas... hasta hoy. – Su voz se quebró y se convirtió en un sordo gemido mientras enterraba el rostro entre sus manos. Casi inmediatamente Nausica y Aina volvieron a su lado y lo abrazaron con cuidado de no dañarle más las costillas.
– Bien, ahora ya sabemos más o menos a qué nos enfrentamos. – Musitó Harry pensativo. – Pero me gustaría saber por qué no nos lo dijisteis antes. Ya sé que apenas nos conocíamos, pero...
– No es por falta de confianza, Harry. – Aina meneó la cabeza. – Sabíamos muy bien que sois dignos de ella, y que en esos... temas, por así decirlo, tenéis mucha experiencia
Al oír eso Malfoy intentó decir algo que sonó muy parecido al gemido de una rata enferma, pero aunque no pudiera despegar los labios se entendió perfectamente que no estaba de acuerdo con lo de que Harry fuera digno de confianza. Entonces, Nausica, harta de oírle patalear y gruñir, le liberó los labios con un gesto de su varita aún a riesgo de que volviera a abrir su bocaza de nuevo.
– Espera, espera. Ahora que lo recuerdo, quería preguntaros algo más. ¿Cómo es que sabéis tanto de nosotros? Lo acabas de decir, acabas de decir que sabéis que tenemos "experiencia" en la lucha contra Vol... – Harry miró a Ron que al oír el nombre se había tapado fuertemente las orejas. – Contra aquel-que-no-debe-ser-nombrado.
– Ah... eso... bueno, la verdad es que... estooo un día, así por casual... encontramos unas cartas que pues... – Nausica miró a los demás poco convencida. – Vuelvo a empezar; hace un par de años Galce nos dijo que su madre había empezado a recibir correo de un hombre, y que ella no le había querido contar quién era, así que muertos de curiosidad buscamos esas misteriosas cartas, y evidentemente las leímos. En las cartas ese hombre contaba todo lo que te había pasado desde que empezaste la escuela, Harry. Y no preguntes quien es el hombre de las cartas, no sería un buen momento para descubrir su identidad. – Miró significativamente a Malfoy. – Aunque puedo decirte que es alguien muy próximo a ti...
Draco bostezó indolentemente. – Oye, Sans, no tienes por qué proteger la identidad de este hombre, no soy ningún espía, y de todas formas apostaría mi varita a que ese tipo del que hablas es Sirius Black.
– No sé a quien te refrieres. – Repuso la chica fríamente.
– Claro que sí. Black es el padrino de Potter, que fue injustamente acusado de asesinato y ahora se oculta de la justicia pero imprudentemente se mantiene en contacto con Potter y por lo que veo, con más gente.
Harry, furioso, se acercó a Draco y lo zarandeó. – ¿Como sabes tú eso, maldito?
– No te sulfures, Potter, lo sé por mi padre; él se reía a menudo de Black por estar cumpliendo condena en Azkaban. Él está del lado de los "malos", ¿recuerdas? Sabía perfectamente que Pettigrew era el verdadero traidor. Y supuse que desde hace poco se mantiene en contacto contigo porque bueno, Potter, si tus parientes son muggles y tus amigos están en la escuela, no sé quien más te podría mandar cartas que no sea tu padrino.
– Entonces, ¿es cierto que él mandaba esas cartas a tu madre, Galceram? – El chico asintió, pero Harry no soltó el cuello de Malfoy, al contrario, empezó a zarandearlo con más fuerza. – ¡Entonces lo sabías, bastardo! ¡Sabías que él es inocente y nunca me habías dicho nada, maldito bastardo, te voy a mataaaar!!
– ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ YA BASTAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ginny se había puesto en pie en el centro del claro, y parecía peligrosamente furiosa. Asustado, Harry soltó a su presa. Un poco más tranquila, la chica se apartó un mechón pelirrojo de la cara y se sentó e nuevo con una sonrisa. – Gracias por vuestra atención. Si no os importa, me gustaría que me contarais AHORA MISMO todo lo que yo no sepa, por favor, porque la verdad, no me ilusiona el hecho que me ocultéis algo tan importante como lo de Black.
Algo sorprendidos por esa reacción tan impropia de Ginny, se dispusieron a contarle con la mayor brevedad posible todo lo relacionado con el "asunto Black" y lo ocurrido durante su tercer y cuarto curso en Hogwarts.
– No puedo creer que no me lo contarais antes. – Dijo la chica resentida cuando le acabaron de contar toda la historia.
– No te lo tomes así, hermanita...
– Qué creíais, Ron, ¿que se lo iba a contar a mamá? Me alegra saber que depositáis tanta confianza en mí...
Se hizo un silencio incómodo hasta que Harry se acercó a Ginny y le pasó el brazo alrededor de los hombros. Ella se sonrojó al instante. – Sabes que no es que no confiemos en ti, Gin. Además, ahora ya lo sabes todo, ¿verdad?
Ella asintió lentamente. – Sí. Aunque... no soy la única.
Y en aquél preciso instante todas las miradas se fijaron en la misma persona, como si todos los presentes hubieran reparado en el hecho de que, técnicamente, esa persona en cuestión estaba en el bando enemigo.
Draco Malfoy abrió mucho los ojos, asustado. – Un... un momento. ¿Qué vais a hacer conmigo?
Nausica sonrió maléficamente mientras se le acercaba y se arremangó la manga de la túnica hasta el codo. – ¿Tú qué crees, Malfoy, crees que dejaremos eso intacto en tu memoria para que se lo cuentes al primero que veas?
– Espera, espera, espera... ¿quién dice que se lo voy a contar a nadie? Es decir, técnicamente estoy de vuestro lado.
La chica enarcó una ceja y se acercó un poco más varita en alto. – Tranquilo, lo que voy a hacerte "técnicamente" no duele.
– ¡No! Lo digo en serio, ¡inmigrante loca! ¿Qué pasa, es que al malvado Slytherin no se le permite hablar en su defensa?
La chica se sentó de nuevo. – Vale, me parece justo. Vosotros qué opináis, ¿le dejamos hablar? – Al ver que los otros asentían afirmativamente, guardó su varita. – Está bien, Malfoy, di lo que tengas que decir.
El joven, más tranquilo ya que por fin no había ninguna varita apuntando amenazadoramente a su nariz, carraspeó. – La verdad, creo que estas muestras de hostilidad hacia mi persona están completamente fuera de lugar.
– Claro, Malfoy. – Corroboró Harry. – Si tenemos en cuenta que eres un creído arrogante y simpatizante con las artes oscuras, podemos considerarnos afortunados de compartir el fuego contigo.
El rubio le dedicó una mirada socarrona y continuó hablando. – Lamento desilusionaros, pero no hará falta borrarme la memoria, porque no tengo ninguna intención de convertirme en mortífago, ni siquiera en uno de sus informadores. Y no es que no pueda, mi sangre es lo bastante pura, - miró a Hermione sin ningún tipo de disimulo. – sino que no veo ningún atractivo en convertirme en la marioneta de nadie como lo es mi padre, o el tuyo, Alió, aunque el mío respeta mi decisión, siempre es bueno tener a alguien de la familia al margen, por si acaso. Además, ya habéis oído al mortífago, cuando sepan que estaba con vosotros, me convertiré en persona non grata para ellos, y aunque no lo creáis, me gusta la escuela, y no tengo ninguna intención de dañarla.
– ¿De verdad esperas que te creamos? – Nausica acercó peligrosamente la mano al bolsillo donde reposaba su varita.
– Lo juro por la pureza de sangre de mi familia; no os miento, ni voy a delataros. Es más, os ofrezco mi ayuda. – Todos lo presentes le miraron con los ojos desorbitados. – No me miréis así, parece que hayáis visto un fantasma.
– Peor. Hemos oído a Draco Malfoy ofreciendo su ayuda, pero vista la situación, creo que deberíamos aceptar tu ofrecimiento y pactar una... esto... tregua hasta que la situación se normalice. – Con algo de recelo Harry miró a sus compañeros y habló en nombre de todos. Lentamente extendió el brazo hacia Malfoy y este, no sin una mueca de disgusto, les estrechó una mano con la suya tan fría como el hielo.
– Pero que quede claro, Potter, eso no significa que me caigáis bien; ninguno de vosotros.
– El sentimiento es mutuo, Malfoy. – Murmuró Harry entre dientes.
Todos restaron unos minutos en silencio; sólo se oía el crepitar de las llamas y la trabajosa respiración de Galceram; el bosque a su alrededor parecía tranquilo, bueno, parecía tranquilo hasta que de repente oyeron como alguien (o algo) se acercaba por entre la maleza.
Fin del cap.9
Querría dedicar este capítulo a todos lo lectores (los que dejan review y los que no) y en especial a mi buena amiga Mione-chan, que aunque ni lee ni manda reviews, sí me envía preciosas postales via e-mail!!!! ^__^U
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