.

Saludos ^______^

Este capítulo ha sido todo un récord para mí, lo he terminado en apenas diez días gracias a los ánimos de los reviews (Gracias, chicas, sois las mejores ^_____^ ) y también porque tenía muchas ganas de escribirlo, el baile, la nieve, la Navidad... todo muy bonito, ¿verdad? Jejejejejejeejejejeje.

Bueno, como supongo que hay más ganas de leer lo que pasa durante el baile que mis penas y alegrías, voy a limitarme a comentar los reviews, ¿okiz?

Rinoa: M'alegro de que t'agradi, jejeje, (peacho review que vas deixar, eh? ) Encara que no se si la Cho et seguirà caient neutral després de llegir això... jejejejejee. Buenu, Només et diré una cosa: llegeix atentament, aquest final te'l dedico especialment a tu ^___^ estic segura de que t'agradarà. Ah, per cer, per quan un altre capítol del teun de fic?

Gin-Gin: Como ves he seguido uno de tus conejos y solo he tardado diez dias en escribir el nuevo cap. Ahora creo que también voy a seguir el otro y voy a sacar más a mis personajes. Muchísimas gracias por tus reviews, en serio, muchas gracias.

Anna Voig: Aquí tienes un poquito más, jejeejej, aunque no se desvelan todas las incógnitas sí ay alguna sorpresa por ahí, jejejejejeejejeje. Ah, y no te preocupes por Harry y Ginny, las cosas no siempre son lo que parece ^___^.

Chu-Cheng: ¿Jodiendas? ¿Yo? Nooooooooooo, que va, tampoco soy tan mala (¿o sí?) Me alegro de que te guste Draco, jejejejejeje, tan majo y tan maldito a la vez... Bueno, espero que te guste el siguiente cap, jejejejeeje.

11 - NIVE CANDENTE, SCHOLA VACANTE.

Cuando nieva, la escuela está vacía.

– ¡¡¡¡Feliz Navidad a todo el mundo!!!!

Por si todas las chicas de no se habían despertado aún con sus berridos, Parvati Patil se levantó con su nuevo pijama de Navidad (el de este año tenía estrellitas y bolitas rojas bordadas) y abrió los grandes ventanales del dormitorio dejando entrar el frío aire navideño.

– Patil, qué pretendes, ¿convertirnos en cubitos?– Gruñó Nausica desde bajo un montón de mantas. – Cierra la maldita ventana.

– Feliz Navidad a ti también, Sans. – Masculló Parvati, y sin hacerle el más mínimo caso dejó los ventanales abiertos, fue a sentarse en la cama de su mejor amiga Lavender y ambas empezaron a abrir sus regalos.

Cansadas de oír sus grititos de emoción, Hermione Aina y Nausica finalmente se levantaron y fueron a cerrar las ventanas antes de morir congeladas.

El dormitorio de quinto curso era de los pocos que aún conservaba todos sus ocupantes. Muchos de los alumnos, sobretodo los más jóvenes habían decidido pasar las vacaciones en sus respectivas casas aún sabiendo que se celebraría un baile navideño. Era una pena que Lavender y Parvati hubieran decidido quedarse, aunque de hecho era lógico que lo hicieran; ninguna de las dos estaba dispuesta a perderse semejante acontecimiento social.

– Feliz Navidad, chicas. – Murmuró Hermione con cara de sueño. – ¿Os apetece abrir los regalos en la sala común? – Y lanzó una significativa mirada a Parvati y Lavender, que ya estaban completamente enfrascadas en la tarea de desenvolver un voluminoso paquete. No hizo falta respuesta; las tres al mismo tiempo recogieron los regalos, a Crookshanks ( que ya empezaba a sentirse marginado en este fic ) y bajaron las angostas escaleras que conducían a la sala común.

Allí les esperaban Ron, Harry y Ginny sentados ante el fuego. Tras los inevitables deseos de una feliz Navidad, Ron fue el primero en abrir uno de sus regalos.

– Supongo que será otro jersey de mi madre... – Murmuró mientras desenvolvía un paquete que indudablemente contenía ropa. Pero en cuanto vio lo que realmente era, profirió un grito de sorpresa. - ¡Es un vestido de gala! ¿Quién...? Un momento; no puede ser, Fred y George no tienen tanto dinero. Se han vuelto locos

– Creo que es peor de lo que pensamos. – Dijo Ginny señalando su regalo; un magnífico vestido de un azul oscuro y aterciopelado.

– Yo no me preocuparía demasiado. – Comentó Harry con una sonrisa enigmática. – Ya sabéis; estas vacaciones las van a pasar de "viaje de negocios", según ellos, así que deben tener menos problemas económicos de lo que creéis. – Abrió uno de sus regalos. – Hummm... ¿Y esto? – Era una pequeña bolsita de cuero llena de lo que parecían semillas de un rojo muy oscuro.

– Son semillas de flor de fuego. Típicas de nuestro país. – Aclaró Nausica. – Tira una en la chimenea, ya verás.

No muy convencido el muchacho arrojó una de aquellas pequeñas esferas encima de las brasas y con un chasquido apareció lo que parecía el tallo de una planta, aunque este no era verde sino granate, y empezaron a crecer hojas semejantes a las de la parra. Finalmente en el extremo del tallo se formó una hermosa flor de un rojo incandescente que llenó la sala de con su aroma dulzón.

– Uaau. – Dijo Harry mientras tomaba la flor que se desintegró rápidamente. – Esto tenemos que enseñárselo a Neville cuando vuelva.

Siguieron abriendo los regalos tranquilamente. Harry recibió un jersey de la señora Weasley, una bufanda nueva de parte de Hermione y Ginny además de una camiseta de los Cuddley Cannons ( su equipo de quiddich favorito ) de Ron. Por su lado los Dursley parecían haberse olvidado finalmente de su existencia, lo cual era un alivio, y por último había una carta de Sirius.

"Querido Harry, Suerte que estáis bien, Remus me contó todo lo que pasó después de que aquél maldito mortífago desapareciera. Yo quería buscaros en el bosque, pero Moony me convenció de que era peligroso. En fin, ¡Feliz Navidad! Es una lástima que ahora las visitas a Hogsmeade estén restringidas, pero prometo venir a visitarte antes del final de las vacaciones. ( Y no te preocupes por mí, Remus y Dumbledore me ayudarán, no pienso volver a Azkaban ) Tampoco puedo hacerte un caro regalo de padrino, pero quiero que tengas esto, sé que te gustará.

PD: Nos mantendremos en contacto

En el sobre había también un pequeño paquete rectangular y plano; era la foto que tenía Lupin en su casa donde se veían a sus padres junto a todos los merodeadores (menos Pettigrew, claro. Harry supuso que su padrino lo había borrado mágicamente). Lily y James Potter sonrieron a su hijo desde la foto, y Harry suspiró largamente antes de dejar el regalo de su padrino apoyado en la repisa de la chimenea. Estaba bien, no iba a ponerse triste el día de Navidad, ¿verdad?

Justo cuando casi no quedaban paquetes por abrir, Nausica soltó una expresión de sorpresa. Tenía entre las manos un sobre sin firmar, y de él sacó una nota y una pluma de búho. Todos se acercaron presos por la curiosidad; no era muy normal ir mandando plumas a la gente, que digamos. En la nota sólo había unas escuetas frases:

"M'he comportat com un ruc. No, com un imbècil.

Ho sento.

¿Vens al ball amb mi?"

La chica sonrió, dobló cuidadosamente la nota y se dejó caer hacia atrás quedando tendida entre el montón de libros que le habían regalado.

– ¿De quién era eso? - Preguntó Ginny intrigada. Los otros la miraron con una cara que decía claramente: "¡cotilla!" aunque se morían de ganas de preguntar lo mismo.

– Es de Galce, me pide perdón por haberse comportado como un idiota y quiere que vaya con él al baile. – Intentaba mantenerse seria, pero la sonrisa no se borraba de su rostro.

– ¿Perdón? No tenía ni idea de que estabais peleados. – Ron miró interrogativamente a los demás; estaba claro que ellos tampoco lo sabían.

– Eh... no exactamente peleados. Ahora ya no importa.

– Vale, sí. – La interrumpió Aina. – ¿Pero vas a ir con él o no?

Nausica hizo girar la pluma de búho entre sus dedos antes de contestar. Intentaba disimularlo, pero su respiración era más acelerada que de costumbre y un ligero rubor cubría sus mejillas. – Creo... creo que sí. – Sonrió un poco más; la verdad es que se moría de ganas.

Poco después se vistieron y bajaron a desayunar. Sentado en la mesa de Gryffindor les esperaba Galceram. Vestía ropa muggle (vaqueros y jersey negro de cuello alto, mmmmmmnnnnnhhhhh...) al igual que las chicas (Aina, Nausica, Hermione y Ginny aprovechaban las vacaciones para variar un poquito su vestuario) y se levantó prestamente al verles entrar. Adelantándose al resto Nausica le abrazó deseándole una feliz Navidad. El chico no necesitaba más respuesta que aquella; por fin tenía pareja para el baile.

El día transcurría con relativa tranquilidad; todo el mundo estaba nervioso por el baile, y los incidentes de la primera visita a Hogsmeade parecían enteramente olvidados sobretodo después de que a media mañana nevara convirtiendo los alrededores del castillo en una bonita postal navideña y se organizara una batalla de bolas de nieve de dimensiones épicas que implico a casi todos los miembros de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw contra Slytherin que aún siendo minoría se defendían ferozmente.

Aproximadamente a media tarde las chicas subieron a sus habitaciones para prepararse haciendo caso omiso de las quejas de los chicos.

Pero la espera valió la pena, y aquella noche a las nueve Harry y Ron esperaban pacientemente a sus parejas al pie de las escaleras que conducían a la torre de Gryffindor. Harry llevaba el mismo traje de gala que el año anterior que le quedaba francamente bien, pero la sorpresa fue Ron; el traje que le habían mandado sus hermanos le quedaba como un guante; de color azul profundo y muy elegante incluso logró que al bajar Lavender y Parvati le dedicaran una larga mirada de arriba abajo.

Allí también estaban un grupo de Ravenclaws de último curso y el prefecto de Hufflepuff, Pseudolos que por una vez no estaba acompañado por Deimos Lawson. Minutos después apareció Galceram y lo hizo justo a tiempo; en aquél momento se abrió la puerta y cuatro chicas bajaron radiantes por las escaleras.

Ron no pudo esperar y subió unos peldaños para encontrarse con Hermione. – Mione. – Dijo con voz entrecortada. – Estás deslumbrante. – Llevaba un vestido de seda azul pastel y el pelo liso y brillante recogido en una complicada trenza que mezclaba mechones de su cabello con hebras de oro y plata. Tomó delicadamente el brazo de Ron y con una amplia sonrisa se marcharon hacia la el gran salón.

Por su parte Harry tomó la mano de Ginny cuando esta llegó hasta su lado. También su vestido era azul oscuro salpicado de pequeñas bordaduras plateadas en los puños y en el discreto escote (no hay que olvidar que es un regalo de sus hermanos mayores, ninguno de ellos quiere que su hermanita muestre demasiado sus... encantos, por así decirlo ^____^)

Tampoco Galceram pudo resistir la tentación y subió embelesado las escaleras en vez de esperar. – Tenía preparadas muchas cosas bonitas para decirte. – Dijo casi susurrando. – Pero creo que me he quedado sin palabras para describir lo increíble que estás. – Ella dio una vuelta sobre sí misma y sonrió. – ¿Te gusta? – La tela del vestido se agitó ligeramente mientras se movía; era una tela suave y vaporosa de color morado que se iba oscureciendo en las mangas y en el escote que dejaba los hombros y parte de la espalda al descubierto. También se había deshecho de su eterna trenza y el pelo completamente suelto caía casi hasta la altura de los hombros suavemente ondulado.

Con paso decidido Roger Pseudolos se acercó a su pareja y le dio el acostumbrado beso en los nudillos. – Buenas noches, preciosa. ¿Preparada para mover el esqueleto?

Aina enarcó las cejas pero se las arregló para sonreír. Se sentía extrañamente abatida, y no era por su pareja; Roger era simpático, apuesto y muy galán. Incluso su vestido verde oscuro hacía juego con el de él, pero quizá ella deseaba secretamente ir con alguien más... Slytherin, por así decirlo.

El Gran Salón estaba profusamente decorado aquella noche; había cuatro grandes árboles de Navidad decorados con los colores de cada casa, y un montón de pequeñas mesas alrededor de la pista de baile cada una con un mantel de distinto color y una lámpara con diminutas hadas en su interior. También había un pequeño escenario; aquél año el director había contratado un grupo de música llamado "Chartreuse" (El Chartreuse es un licor muggle que se fabrica en Francia).

Las cuatro parejas se sentaron tranquilamente en una de las mesas y miraron a su alrededor; aquella noche el Gran Salón estaba imbuido de una claridad especial; en el techo se veían brillar miles de estrellas en ausencia de la luna, y las hadas irradiaban un tenue resplandor dorado. Cuando todo el mundo se hubo acomodado apareció la cena de Navidad: cremosos puddings, bebida espumosa y frutas de sabores intensos, hacía tiempo que en Hogwarts no se degustaban semejantes manjares. Antes de probar el guiso de Navidad, Harry esbozó una mueca de disgusto al pensar que Cho no iba a disfrutar que aquella espléndida cena. Pero aún así decidió no amargarse la noche; estaba en la mejor compañía que podría desear, en un baile, y era Navidad.

Acababan de desaparecer los últimos postres cuando una de las puertas laterales del salón se abrieron dejando paso a un grupo de cinco chicos vestidos con túnicas de inspiración barroca que subieron al escenario y empezaron a tocar entre los aplausos del público. Primero solamente unas breves notas punteadas con la guitarra. A medida que la gente empezaba a escuchar en silencio siguieron los demás instrumentos, el bajo, el teclado, la batería, y cuando finalmente el cantante entonó una triste melodía las parejas empezaron a levantarse de sus mesas.

– Vamos, preciosa, ¡enseñémosles cómo se baila!

Aina sólo tuvo tiempo de abrir mucho los ojos antes de que Roger tirara de ella con fuerza y la llevara hasta el centro de la pista de baile.

Al instante Nausica y Galceram también se levantaron sin mediar palabra y tímidamente abrazados empezaron a moverse al ritmo de la música

En la mesa, Hermione los miraba sin darse cuenta de que alguien la estaba observando a ella. – Hacen una bonita pareja, ¿no crees, Ron?

– ¿Eh? – El chico apartó la vista de ella desconcertado. – A... hum... sí. ¿Qué decías?

Hermione esbozó una mueca de disgusto.– Dios, Ron, estás en las nubes. ¿Qué te pasa?

– Me estaba preguntando... – Contestó él algo temeroso.

– ¿Sí?

Estaba más rojo de lo habitual, pero se las arregló para respirar profundamente antes de continuar. – Me preguntaba si te importaría concederme este baile, Mione. – Sonrió con timidez mientras tomaba su mano entre las suyas.

– Este y todos los que quieras, Ronniekins. – Y Hermione tiró de la mano de Ron con una gran sonrisa de felicidad en su rostro.

En la mesa Ginny contemplaba alternativamente todas aquellas parejas abrazadas y felices y a quien se suponía era SU pareja. Harry tenía la mirada fija en las puertas del Gran Salón, y no parecía muy dispuesto a bailar, al menos no con ella. Fastidiada volvió a centrarse en la pista de baile; allí estaba su hermano increíblemente sonrojado que clavaba sus ojos en los de Hermione como si estuviera viendo la cosa más bella del mundo. También Nausica y Galceram, que no se miraban sino que ella tenía la cabeza suavemente apoyada en el cuello de él con su pelo pajizo y rizado haciéndole cosquillas en la oreja, y Aina parecía encantada con su acompañante, que realmente era un gran bailarín. – Incluso la gente más odiosa se lo está pasando en grande. – Pensó amargamente al ver a Pansy Parkinson que ataviada con un vestido amarillo canario se pegaba a Malfoy cual mosca a la porquería con cara de felicidad. Entonces esbozó una sonrisa; Draco mostraba en su rostro una expresión de asco y aburrimiento tal que casi compensaba el hecho de estar sentada en una mesa con el chico de sus sueños y que este ni siquiera se fijara en ella. Estaba cansada de esperar, quizá debería probar otra forma menos sutil de decirle a Harry que se moría de ganas de bailar que las miradas suplicantes y los leves suspiros cada vez que una pareja se acercaba a su mesa. Quizá sí debería cambiar de táctica, ya le había funcionado antes, ¿no?.

– Harry, vamos a bailar.

– ¿Eh?

Genial, Harry estaba en plan borrego.

– Esto es un baile, Harry, ¿quieres bailar o voy a pedírselo a Malfoy? – ¿Por qué demonios había mencionado a Malfoy? ¿Desde cuando había lugar para él en sus pensamientos? ¿Acaso se había tragado una poción de estupidez o algo parecido? Probablemente todo era a causa del estrés, sí, eso era.

– Vale, vamos, Gin. – Finalmente Harry había despegado los ojos de la puerta y la miraba a ella, sólo a ella. Por unos deliciosos segundos sintió que su cuerpo de derretía bajo aquellos ojos esmeralda.

Y bailaron, oh sí, Ginny cerró los ojos dejándose llevar por la magia dels momento, intentando memorizar cada instante. Quizá compraría un pensadero solo para poder vivir una y otra vez aquél momento mar...

– Oh, mierda.

Con un amplio acorde final se acabó la canción y el sueño se rompió, Harry había dejado de sostenerla entre sus fuertes (el quiddich podía hacer maravillas en unos pocos años de duro entrenamiento) brazos, y ahora empezaba otra canción mucho más movida y por lo tanto menos... íntima.

En otra parte de la pista Roger y Aina seguían el veloz ritmo de la música. A ella nunca le había gustado mucho eso de bailar, pero su pareja lo hacía todo mucho más fácil, parecía haber nacido con los zapatos de bailar puestos. Aún así el ambiente era verdaderamente sofocante, casi no tenían espacio para moverse y tenía que ir con mucho cuidado de no ser arrollada por alguna pareja demasiado entusiasta. Pero entonces, cuando los músicos entonaron el estribillo de una de sus mejores canciones una avalancha humana la empujó hacia un lado de la pista, ella perdió a Pseudolos de vista y cayó hacia atrás.

– ¿Estás bien? – Preguntó una voz suave y profunda que hizo que sintiera un escalofrío por toda la espalda. Ella ahogó un grito de sorpresa al reconocer al propietario de aquella voz y aquellos brazos que habían evitado que cayera. Cuando se giró y clavó sus ojos en los de Deimos Lawson notó otra vez como se le erizaban los cabellos de la nuca.

– Estoy muy bien, gracias. – Dijo, y buscó a Roger desesperadamente con la mirada. ¿Dónde demonios se había metido?

– Tengo que hablar contigo. – Deimos dio un corto paso hacia ella.

– ¿Qué? No... Tengo que volver con mi pareja. – La chica empezaba a notar un desagradable vacío en el estómago. Buscó a Roger de nuevo, pero sus ojos acabaron fijos en el joven Slytherin que seguía justo en frente de ella y retrocedió unos pasos involuntariamente. Por una parte algo la impulsaba a huir, pero también tenía la imperiosa necesidad de quedarse. ¿Por qué siempre que se encontraba con él le pasaba lo mismo? No tuvo tiempo de responderse a esta pregunta, porque en aquél instante Deimos se acercó con un rápido movimiento y la tomó por los hombros. Otra vez sintió la calidez de su aliento acariciándole el cuello y la suavidad de su túnica de terciopelo negro, recordó aquella noche de Hallowe'en, ¿Fue real aquella noche? ¿Aquél beso? ¿O solo una pesadilla? No tuvo tiempo de preguntárselo, porque él desapareció entre la multitud después de susurrarle algo al oído.

– Aléjate de él, por favor, aléjate de Roger Pseudolos, por lo que más quieras. Si te pasara algo malo no me lo perdonaría nunca. Aléjate de él antes de que sea demasiado tarde.

Y Aina se quedó inmóvil, con los ojos muy abiertos, hecha un lío.

Por su parte Harry y Ginny se detuvieron tras largo rato de bailoteo; estaban sedientos y algo cansados, por lo fueron a buscar un par de cervezas de mantequilla. Pero cuando estaban de vuelta, Harry se quedó inmóvil, mirando fijamente hacia la mesa. Ginny miró también muy intrigada, y por entre la gente pudo distinguir las figuras de Nausica y Galceram sentados tranquilamente. Suspiró aliviada, pero cuando se acercaron un poco más descubrió lo que había llamado tanto la atención de su pareja; había creído que Galceram y Nausica hablaban el uno con el otro. Craso error, porque cuando la tercera ocupante de la mesa se giró y pudo apreciar perfectamente sus ojos almendrados y su cabello largo y castaño iluminados por la suave luz del salón no pudo evitar un gemido de frustración.

– Ah, hola Harry. – Dijo ella sonriendo levemente cuando llegaron por fin a la mesa.

– Hola, Cho. Me alegra ver que por fin has bajado. ¿Me... me concedes este baile? – Con mano temblorosa Harry dejó la botella en la mesa y ofreció su brazo a la chica. No parecía darse cuenta de que Ginny había enrojecido repentinamente. A Cho tampoco pareció importarle mucho este hecho, porque asintió y fueron juntos hacia la pista de baile justo cuando empezaba otra canción lenta.

Con ganas de asesinar a alguien Ginny se fue a buscar otra cerveza sin mediar palabra con los dos ocupantes de la mesa, estaba segura de que si no se alejaba de allí a toda prisa ese par se convertirían en víctimas inocentes. Tan concentrada estaba en sus propias y oscuras cavilaciones que no se dio cuenta de que una figura que mostraba una sonrisa desdeñosa en el rostro se cruzaba con ella.

– ¿Qué te pasa, Weasley, te ha dejado solita, el cararrajada?

– No es de tu incumbencia, babosa inmunda. – Contestó ella. - ¿Por qué no vuelves con tus perritos falderos y me dejas en paz?

Draco hizo una pequeña reverencia ante los ojos asombrados de Ginny. – No sería caballeroso dejar a una dama sola. Además, creo que Pansy está... ocupada. –Y señaló disimuladamente a la mancha amarillo canario flanqueada por dos figuras enorme enfundadas en un par de túnicas verdes. Al parecer Pansy no disfrutaba mucho de la compañía de Crabbe y Goyle. – Pero claro, si prefieres seguir esperando que Potter se digne a mirarte...¡Auch!

Ginny harta ya de tontería (aunque un baile con Malfoy sonaba... ¿tentador?) le propinó una sonora bofetada en la mejilla antes de irse por donde había venido dejando al joven rubio inmóvil con la mano en la mejilla, y repitiendo para sí mismo la misma palabra: "idiota, idiota, idiota, idiota..."

No muy lejos de allí Harry y Cho bailaban ajenos a todo lo demás. El chico había soñado tantas veces que la tenía entre sus brazos... Cho bailaba con los ojos entrecerrados, y no parecía importarle el hecho de que su pareja fuera medio palmo más bajo que ella. Incluso se arrepintió un poco de no haber aceptado su propuesta inicial, pero entonces la suave voz del cantante entonó una nueva balada, era la versión de un tema más antiguo de otro autor, un tema que siempre acababa sonando en fiestas y bailes. Al oír aquellos acordes melancólicos Harry notó que Cho se agitaba repentinamente. Desconcertado el chico la miró a los ojos para descubrir que gruesas lágrimas resbalaban por sus mejillas.

– Cho... ¿qué te ocurre? – Murmuró preocupado.

Ella intentó en vano secarse las lágrimas con las mangas del vestido. – No, nada... es que esta canción me trae recuerdos tristes. – "Recuerdos de Cedric", pensó en silencio; recuerdos de otro baile en que se besaron escuchando aquellos mismos acordes. Intentó sobreponerse a la tristeza, pero de repente deseó estar sola con sus penas, no quería ni luces ni música, sólo silencio, así que apartó los brazos de Harry que la envolvían suavemente. – Lo siento, pero yo... tengo que irme.

– ¿Irte? Pero... ¿por qué? ¿Es por algo que he hecho? – Preguntó con expresión entre culpable y preocupada.

– No... claro que no, Harry, siempre has sido muy bueno conmigo. Solo es que... necesito estar un rato conmigo misma. Adiós. – Retrocedió un poco.

– ¡Espera! Dónde piensas ir?

– No lo sé, a la biblioteca, quizá. – "Cedric adoraba la biblioteca" añadió en silencio, y se marchó del Gran Salón sin que ninguno de los presentes le prestara atención.

Completamente abatido Harry fue a sentarse otra vez. Ni siquiera advirtió que Ginny se había marchado ni que Nausica y Galceram lo miraban muy extrañados hasta que la chica lo zarandeó con fuerza y le hizo regresar al mundo de los vivos, por así decirlo.

– ¡Harry! Eh, Harry, ¿Qué demonios ha pasado? ¿Dónde está Cho?

– Se ha marchado, Sica, ha dicho que quería estar sola y que se iba a la biblioteca. – Harry hundió la cabeza entre las manos, sin duda pensando en lo complicada que era la mente femenina.

– Oh. – Murmuró Nausica algo extrañada. Entonces su expresión cambió de ser curiosa a parecer tremendamente angustiada. Y se levantó apresuradamente. – Espera un momento... ¿Has dicho "biblioteca"?

– Sí, eso es lo que me ha dicho ella. ¿Por qué?

Pero ella no le estaba escuchando, sino que corría a toda velocidad hacia la puerta por donde segundos antes había desaparecido Cho murmurando todos los tacos y palabras malsonantes que podía recordar.

Harry miró a Galceram perplejo. - ¿Qué les ocurre todas con la biblioteca? – El chico también estaba en pie y miraba hacia la puerta. – No lo sé, pero pienso averiguarlo ahora mismo. ¿Vienes? – Harry se limitó a echar a correr.

Jadeando subieron las escaleras; aún se podía oír el eco de los zapatos de Nausica resonando por el pasillo. ¿Cómo podía correr a aquella velocidad llevando tacones? De repente se oyó un grito angustiado, desgarrador, que hizo que se les erizara el cabello de la nuca. – ¡Esa era la voz de Cho! – Exclamaron ambos a la vez.

Apretaron el paso.

Finalmente divisaron una luz a lo lejos; al parecer la chimenea de la biblioteca estaba encendida. Sin pensarlo dos veces entraron a toda velocidad en la sala. Allí estaba Nausica, sentada en una de las mesas con el rostro entre las manos meneando la cabeza y murmurando algo incomprensible. También estaba Cho, arrodillada en el frío suelo de piedra llorando en silencio, y finalmente había alguien más, alguien que estaba inmóvil al lado de Cho cuyo cuerpo translúcido dejaba entrever los estantes del fondo de la sala. Al verlo Harry tuvo que agarrarse al marco de la puerta para no caer de la impresión.

Las piernas le temblaban, y la voz también. Sólo fue capaz de pronunciar una única frase.

– Oh, Dios mío... Cedric...

Fin del capítulo 11

¡¡¡¡¡¡¡¡¡Muajajajajajajajajajajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!! Yo creo que no he sido tan mala, ¿verdad?

Por cierto, la traducción de la nota de Galceram es la siguiente: "Me he portado como un burro, no, como un imbécil, lo siento. ¿Vienes al baile conmigo?

Ah, se me olvidaba mencionar a mi buena amiga Mione-Chan, que ya es oficialmente universitaria!! (Felicitats, calinyu, mira que començar el setmbre... The comentat que jo començo la uni després de les festes de Sta Tecla? Jejejejejeejejejejejejeeeee, ja et trucaré) pero que encontró tiempo para hacer el primer fanart de esta historia (si alguien quiere verlo pues ala, que no se corte y me lo pida por mail o review, que yo estaré encantada de mandárselo)

.