:El collar de Tauk:
Capitulo 2: Memorias del pasado IEntró a la habitación con un aire lleno de ira incontenible envuelto en un manto de solemne orgullo, había algo que decididamente no podía soportar aquella joven de azules ojos. Camino unos pasos introduciéndose a una hermosa habitación de piedra, con columnas vestidas de lenguajes y una pequeña antorcha en cada una que iluminaba su camino a aquel ser que se encontraba frente a ella sentado omnipotente en su silla sagrada. Camino unos pasos más y con un ademán de su mano corrió los largos cabellos de castaño oscuro hacia atrás para no molestarle la vista. Unos guardias miraban aquella escena, ya sabían la orden que debían cumplir: Salir de la sala antes de que todo empeorara.
La joven que traía puesto un vestido blanco ajustado a su cuerpo se detuvo frente al hombre sentado delante de ella, ya cargaba sobre sus hombros una edad razonable aún así era joven pero que inspiraba respeto y sabiduría. Este ultimo le sonrió a la joven sin ser correspondido en su acto de saludo. La joven colocó sus manos en su cintura poniendo una cara no muy agradable y feliz, estaba enojada y el aire que la envolvía la delataba frente al ser que ella conocía como su padre.
-Buenos días padre- saludo respetuosa la joven princesa de aquel reino.
Su padre sonrió aún sin importarle el rostro de su hija: - Buenos días Sarha – saludo mientras se levantaba mostrando su pecho bien formado aun a su edad, un collar de oro en su cuello portando solamente la típica vestimenta de Egipto que solo los más allegados al faraón podían usar. El dorado de sus muñecas en forma de pulseras grandes apretadas contra sus brazos brilló con el fuego, su hija sin embargo no cambiaba su rostro, era joven y bella... la decisión ya estaba tomada.
Sarha: - Puedo preguntar solo por qué – dijo su voz suavemente encubriendo un tono peligroso con sus actos.
Su padre, uno de los tantos emisarios del faraón se fue acercando a su hija, él pertenecía al circulo más cercano del faraón Yugi... Su deber en esas tierras era cuidarlas como si se tratara de un embajador, controlaba todo y con el tiempo enviaba las cosechas al palacio de él. Solamente enviaba una parte de las cosechas por que el resto era repartido para el pueblo, decididamente el faraón Yugi era un joven amable y justo: - Por qué yo así lo he dicho – se paro frente a su hija con aire superior.
Sarha bufó de costado, una princesa como ella no debía comportarse así pero... le era inevitable, todo... todo era posible para ella, menos que alguien se metiera con su casamiento: - No veo por que deba obedecer padre –
Su padre suspiro, se preguntaba si había hecho lo correcto al ofrecer a su hija como futura esposa de su faraón, aunque no se lamentaba por su hija, sino por el enviado de los dioses debido al carácter que debía tener que soportar, tan rebelde: - Y yo no veo por que no debas obedece a tu padre –
Sarha: - ¡PERO PADRE!
Padre: - ¡Ni un pero Sarha! ¿Entendiste bien?
Sarha: - No entiendo por que YO debo ser la que se cases con ese faraón.
Padre: - ¿Y por que no? Él es bueno, justo, leal, es nuestro faraón, nuestro rey.
Sarha negó con la cabeza: - Aunque fuera el mismísimo Ra...
Padre se exalto: - ¡Por favor Sarha!
Sarha: - Lo siento, pero ni aún así me podría casar con él.
Padre: - No entiendo por que no.
Sarha: - No puedo casarme con alguien que NI SIQUIERA CONOZCO.
El padre de Sarha suspiro, luego miro a su hija y coloco una mano en su mejilla: - Igual a tu difunta madre amada hija, igual a ella era –Sarha lo miro a los ojos, unos ojos oscuros, negros pero igualmente confortantes – eres igual de caprichosa y sumamente rebelde.
Sarha: - ¿Mamá era así?
El hombre sonrió tristemente por recordar a la persona que le robo el corazón de niños: - Ella era igual a ti – su esposa había fallecido cuando su hija cumplió los 3 años, joven y hermosa...
Sarha: - Extraño a mi madre...
Su padre la miró y dijo suavemente: - Ella esta en ti, nunca te ha dejado.
Sarha: - Lo sé... solamente quisiera que ella estuviera aquí para escucharme, de seguro me defendería para que no me obligaras a casarme con Yugi.
El hombre que se llamaba para ella padre se exalto: - Por favor Sarha tenle más respeto a nuestro rey y faraón.
Sarha: - No quiero casarme con él, no puedes obligarme.
-Soy tu padre jovencita- El tono de voz que había utilizado ese ser delante de ella fue frío y distante, la conversación estaba por llegar a su fin.
Sarha: - ¡PERO YO...
El hombre suspiró: - Ni un pero escuchaste Sarha, mañana tendrás que ir al palacio del faraón y punto. – Sarha se giró en seco y salió protestando en voz baja diciendo mil y unas maldiciones, odiaba que decidieran por ella, aunque de su padre se tratase. La joven de largos cabellos tenía una cadena pequeña, fina de oro en su cabeza que dejaba ver algunos detalles Egipcios, delineado sus ojos exquisitamente y su cabello brillaba con las luces del lugar. Salió de la sala y los guardias volvieron a ingresar observando al hombre como se sentaba en su silla cansado y fatigado debido al enfrenamiento con su hija. Los guardias caminaron con sus lanzas y escudos en mano volviendo a sus correspondientes sitios.
Sarha dobló una esquina y se detuvo unos segundos... su madre, se parecía a su madre. Eso fue todo lo que recordó para que las lagrimas fluyeran por sus ojos de océano y caminaran por sus mejillas, lloró mientras comenzaba a correr hacía sus aposentos, lo que pronto abandonaría en silencio para marchar a un enorme palacio del faraón Yami Yugi.
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-¡ARRE!- gritó rompiendo el silencio de los caminos del desierto, así siguió en su carromato personal guiado por sus dos corceles más fuertes, sus favoritos... Tormenta y Relámpago, dos potros de una fuerte contextura entrenados personalmente por ella como diversión que ahora tomaba con sumo cuidado. Uno de ellos, Tormenta era de un color negro brillante que podía esconderse en la noche sin mucho esfuerzo, solamente lo diferenciaba una marca blanca en su frente casi como una luna. El otro, Relámpago era de un color marrón claro como las arenas del desierto con una mata de pelo de color marrón oscuro tirando a negro, en su frente tenía una esfera de color igual a su pelo... hermosos corceles que amaba, en sus patas tenían como botas bailando con el viento -¡ARRE!– gritó de nuevo y la velocidad se incremento, eso era lo único que para Sarha era relajante... sentir el aire rozar sobre su rostro como si volara en las nubes del cielo.
De pronto detuvo su carruaje a medida que llegaba lejos de las tierras que su padre cuidaba, llegó a un oasis que ella conocía muy bien. Libero a los caballos cerca del lago que ahí había y los ató a una palmera, no esperaron mucho y disfrutar del líquido tan preciado que ahí había brillando con la luz del enorme astro en el cielo. Ella se sentó en su lugar favorito, justo debajo de las palmeras donde sus corceles estaban atados, apoyo su cuerpo contra aquella planta y dejo correr su vestido por la hierva que ahí había. Miró la ciudad tan grande que llamaba hogar con sus dos gemas azules... esta sería la ultima vez que vería su amada ciudad, aquella ciudad que tanto apreciaba por ser donde ella nació y creció junto a su padre pero que mañana a esta misma hora solo serían un recuerdo en su mente.
Sarha: - Esta es la ultima vez que podremos vernos... – susurro cuando una ola de viento sopló fuertemente llevándose sus cabellos, un relincho de uno de los caballos se escuchó como fondo. Disfruto de la luz que se filtraba por las palmeras que ahí habían, era hermoso aquel lugar que ella llamaba su favorito, lleno de paz y calma. Miró unos segundos a sus corceles – por lo menos ustedes vendrán conmigo, no permitiré que se queden aquí sin mí – sonrió y Tormenta se giró a mirarla relinchando mientras volvían a beber del agua. Así un rato paso hasta que ambos levantaron sus cabezas del oasis para ir directo junto a Sarha y dormir acostados junto a ella.
Sarha sonrió mirando a sus corceles: - Veo que estaban cansados, han corrido mucho y se merecen este largo descanso, solo aprovechen que será la ultima vez que estemos aquí nosotros tres solos- elevó sus ojos hacía el brillo que se filtraba entre las hojas de las palmeras y algunos árboles que habían, sonrió y dejo que el tiempo pasará, los dioses levantaron un viento suave por la tierra, alrededor del oasis la arena se movió pero dentro de este donde ella estaba solamente las hojas se balancearon unos pocos minutos con el agua cristalina brillando como joyas pequeña dentro del agua.
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Un joven hizo una reverencia delante de ella y levanto su rostro para mirarla e indicarle que lo siguiera, a su lado varios guardias la escoltaban dentro de aquel imponente palacio que surgía frente a su vista. Su vestido ahora era corto de un blanco puro, como debía presentarse delante de su prometido, estaba subiendo por la larga escalera de la entrada principal. Portaba un collar bastante grande con las más finas joyas de colores verdes, celestes, azules y piezas de oro, también llevaba sobre su cabeza unas cadenas decorando su brillante cabello.
Suspiro profundamente cuando él último escalón se perdió entre sus pisadas, sus ojos no podían dejar de admirar la arquitectura del palacio sagrado donde habitaba el faraón y algunos sacerdotes entre muchos guardias. Miro la puerta con las marcas del faraón, criaturas se dibujaban sobre ellas, dos dragones que juraría que poseían vida propia, las puertas de un gigante tamaño se abrieron con guardias a cada lado, varios de ellos portando sus armas de defensa.
Entró acostumbrándose a la oscuridad que apenas era dispersada por varias llamas colocadas estratégicamente para permitir el caminar, los soldados alrededor de ella no parecían tener problemas con la oscuridad. Caminado un buen tramo rodeados a cada lado por dioses sagrados sentados en tronos de piedras que con sus ojos parecían enjuiciarlos fijamente.
-Abre las puertas, la prometida del faraón ha llegado, anúnciala- Dijo el joven de la entrada a otro muchacho esta vez más corpulento. Sarha estaba ahí nerviosa de su destino... El corredor estaba cerrado, ella se preguntaba como pasarían hasta que el joven que la había guiado se paro delante y elevó su mano al cielo. Poco a poco las puertas se abrieron de par en par, liberando una luz sumamente fuerte, Sarha cerró los ojos momentáneamente tratando de acostumbrarse... al mirar detrás de las puertas su boca no podía demostrar mayor sorpresa.
Un corredor se alargaba hasta las puertas del final, a cada metro había una columna bañada de símbolos, y cada lado un jardín esplendoroso se levanta orgulloso de su belleza natural, agua... árboles... flores... todo lo que un mundo tiene, solo estaban ahí.
Sarha caminó decidida por el largo pasillo solamente guiada por el joven de la entrada, los demás se quedaron en la puerta de los jardines. Se cerró detrás de ella y tomó aire algo dudosa de lo que le esperaría... no conocía al faraón, pero por suerte hoy al fin conocería a ese tan "simpático-faraón" con el que se tendría que casar, tendría unas semanas antes de la boda... lo único bueno era que por lo menos podría conocerlo.
-Pase princesa Sarha- le dijo el joven en una entrada haciendo una reverencia a ella muy respetuosa, inclinó la cabeza agradeciéndole sus servicios y entró, sentía algo incomoda en todo aquel esplendoroso palacio. Dentro era una sala sumamente enorme, llena de ventanas muy grandes, el lenguaje escrito en las paredes revelaba antiguas hazañas, pasados faraones... pero no él que la joven de ojos azules esperaba.
-Buenos días princesa Sarha- dijo una voz que se asomaba por una de las puertas, un joven de ojos rojos y cabello negro vestido con los ropajes que solo la mano derecha del faraón puede usar, en su mano derecha traía un cetro muy hermoso con un ojo en su parte superior. Detrás de él un sacerdote de Ra caminaba a paso tranquilo mientras se acercaban a Sarha.
Sarha se inclinó y se arrodillo frente a ellos: - Buenos días.
El joven de ojos rojos sonrió, una sonrisa tranquila y serena: - Levántate Sarha – dijo suavemente delante de ella extendiéndole una mano para que se levantara. Ella negó con la cabeza.
Sarha: - No puedo ante el faraón – Ambos hombres dentro se miraron y luego el muchacho que había hablado negó con la cabeza.
-Mi nombre es Ney y no soy el faraón – Sarha lo miro y sonrió disculpándose a medida que se levantaba.
Sarha: - Discúlpame, no fue mi intención –
El sacerdote la miró y dijo: - Tú debes ser la princesa Sarha, hemos estado esperándote hace mucho.
Sarha sonrió, tenia una hermosa sonrisa hermosa como el agua tan pura: - Me gustaría por favor conocer al faraón. - Ney miró al sacerdote interrogante, luego de mirarse unos segundos la joven preguntó algo nerviosa -¿Sucede algo de lo que deban ponerme al corriente?
Ney la miró a los ojos, tenía rubíes ardientes como ojos, suspiro y pregunto algo preocupado: - ¿Tu padre no te lo explicó?
Sarha estaba confundida: - ¿Qué debía explicarme mi padre?
El sacerdote se adelanto: - Tu padre ha debido informarte sobre tu casamiento, no podrás conocer a Yugi hasta el día de la boda princesa Sarha.
Sarha tenía una cara digna de ser guardada para la historia, sorpresa... ira... furia... tantos sentimientos se formaron en él que Ney y el sacerdote no sabían que decir. Sarha escondió sus cabellos detrás de sus ojos y en un gritó rompió tajantemente el silencio: - ¡Cómo que no podré conocerlo! – El sacerdote y Ney retrocedieron un poco asustados con semejante reacción.
Ney: - Deberías calmarte.
Sarha se giro sobre sus talones y se digirió caminando hacia la puerta de la sala: - No puedo creerlo, esperar tanto solamente para conocer a la persona que será mi prometido... es el colmo. – salió por la puerta hacía los jardines, no sabía a donde iba pero que importaba, después de todo ahora ese sería su hogar.
Ney sonrió: - Creo que la describió muy bien – rió – su padre la conoce muy bien.
El sacerdote miró a Ney: - ¿Cuándo hablaste con él?
Ney lo miró: - Anoche llegó un mensajero suyo, la nota explicaba bien sus características físicas y anotaba detalladamente su carácter, es igual a como lo dice en su carta.
El sacerdote de pronto se giró y miró a la puerta por donde había entrado a la sala, rebusco con sus ojos la oscuridad hasta que un brillo surgió de él y una sonrisa astuta: - ¿Qué opinas? Es demasiado energética para mi gusto pero aún así no deja de ser hermosa.
En las sombras un joven sonreía: - Es hermosa, lo sé... pero lo que más me gusto fue su carácter.
Ney preguntó intrigado: - ¿Su carácter?
La sombra un joven dijo sin ningún problema: - Ella es lo que buscaba, es hermosa y sumamente divertida... igual, opino lo mismo que ella, odiaría haberme casado con una persona con la cual no conociera.
Ney sonrió divertido: - Es por eso que violaste la ley antigua del matrimonio escabulléndote cuando ella estaba aquí ¿solamente para conocerla?
Asintió y luego dijo: - Me parece sumamente encantadora.
El sacerdote bufo: - Usted y sus gustos faraón. - Yugi disfruto de las palabras de las únicas dos personas dentro de ese palacio que lo conocían a la perfección. Su rompecabezas del milenio brilló y él se escabulló entre las sombras de la entrada para luego dirigirse a sus aposentos, lanzó un gruñido debido a que deseaba conocerla antes de la boda... no quería esperar hasta saber como era ella.
Ney luego lo pensó y apretó fuertemente el báculo a medida que una gota aparecía en su cabeza: - ... creo que mejor iré a enseñarle los aposentos a la señorita, no quiero que termine yendo a la habitación del faraón. – el sacerdote lo miró y asimilo sus palabras.
-¡Qué esperas entonces!- dijo casi en un grito mientras Ney salía corriendo con su torso desnudo portando únicamente las vestimentas necesarias y sus sandalias. Desapareció detrás de una puerta y ahí quedó el silencio cortado con la respiración del sacerdote.
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Se dejó caer en la cama con sus cabellos esparcidos en la almohada, sus ropas quedaron sin preocupación arrugadas bajo su ligero cuerpo bien proporcionado, para su corta edad era muy bella. Cerró sus ojos y disfruto del viento colgarse dentro de la habitación para luego envolverla como un manto de la noche, no deseaba moverse... estaba agotada por el día de hoy, estuvo todo el día en los terrenos del palacio practicando con sus corceles relámpago y tormenta, corrieron un buen tiempo para hacer ejercicio y luego los baño, casi y no la dejan hacerlo debido a su posición como "prometida" de un faraón que ni siquiera se presentaba ante ella, trató de convencer a Ney pero insistió. Nunca se había reído tanto de lo que pasaba con sus corceles, resulta que ellos jamás dejaron que nadie aparte de ella los bañara con tanta familiaridad... el resultado: dos sirvientes y Ney cubiertos de agua hasta la ultima de sus prendas.
Luego Tormenta y Relámpago corrieron hasta estar detrás de Sarha que aún no podía articular palabra alguna debido a su risa, una risa muy suave y melodiosa como la había descrito Ney tiempo después de tratarse. "¿No te lo dije? Ellos no dejan que nadie los toque salvó yo" dijo Sarha cuando los caballos relinchaban detrás de ella, Ney la había mirado fulminadoramente para luego entrar en una risa divertida por aquel accidente, en su mano descansaba el cetro dorado que tanto llamaba la atención de Sarha pero que no se había animado de preguntarle.
Sarha de pronto se sentó en su cama, su enorme cama y recordó aquel momento en que había descubierto a un joven espiándola, no dijo nada solamente continuo con su labor de bañar a sus corceles que parecían protegerla ya que se mantenían mirando fijamente aquel lugar donde estaba el joven. "¿Quién eres?" Había preguntado pero al darse vuelta aquel muchacho había desaparecido, en su lugar una flor muy hermosa había quedado de un azul oscuro como sus ojos, se acercó a ella y la tomó para oler el aroma dulce que emanaba.
Sarha se giró y vio la flor en un vaso de agua junto a su cama, estaba agotada así que se dejo caer de nuevo en la cama con su cabeza en la almohada. Respiro profundamente y entono una melodía suave que salía de sus labios rojizos, cantaba hermosamente... un don que su madre le había heredado y que con el trascurso del tiempo ella misma había perfeccionado. Una manera muy sana de relajarse se dijo así misma, había escuchado por segundos un ruido extraño pero no prestó atención, siguió cantando disfrutando de formar con sus propios labios una canción que de seguro la entonaría para su hijo... "su hijo"... susurro, ahora sí, se detuvo aún con sus ojos cerrados y pronto el ruido se volvió a escuchar, mostró la mirada profunda que tenía buscando a través de toda la habitación un indicio de que alguien haya podido estar ahí...
Nada, eso era lo único que en su habitación había... nada. Se volvió a acostar con los ojos abiertos mirando el "techo" de su nueva cama, solo quedaban tres días para su boda. El sueño la fue atrapando cayendo en un encantamiento mágico dejándola esperando la salida del sol.
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Cerró la puerta de su habitación con sumo cuidado esperando no provocar mayor ruido que el de su respiración, dejo así en silencio el lugar donde ella dormía. Camino suavemente como una felina casando a una presa, una presa que todavía ella no conocía, respiró un poco esperando que con eso pudiera obtener un poco de más valor, después de todo tratar de encontrar a tu propio prometido en ese inmenso castillo cuando estaba prohibido no era un muy buen plan y los guardias no ayudaban mucho.
Abrió sus ojos en medio del pasillo y de un acto reflejo termino escondida detrás de una estatua de piedra, su respiración era algo entrecortada y sus músculos se tensaron... los guardias siguieron su camino sin notarla, sonrió para luego desaparecer por una esquina.
El tiempo pasaba y pronto la tarde cayó sobre todo el palacio y las tierras donde el faraón gobernaba, a sus oídos llegó de aquellos que lo veían que él era sumamente guapo y muy atractivo... suspiro por lo bajo mientras se dejaba caer sobre una de las paredes, a ella el ser más guapo le parecería el peor hombre sino tuviera sentimientos... Estaba cansada y su mente le decía a gritos que quería volver a la habitación a descansar y su estomago le reclamaba algo de comida, había estado toda la mañana y tarde completamente buscando a su prometido pero ni una señal... escapó de no sabe cuantos guardias par allegar a las cámaras del faraón, donde los guardias vigilaban día y noche sin descanso y donde ella dentro de poco debería comenzar a vivir. El palacio estaba divido en la entrada donde ella había llegado hace días y que estaba conectado con el templo continuo al palacio. Luego se encontraban las habitaciones de los sacerdotes, pocos pero que para el faraón eran muy importantes según le había explicado Ney. Ahí estaban también las habitaciones de los huéspedes importantes del palacio como lo eran ella... alejada de su prometido. Todos los lugares estaban vigilados con guardias pero el sector, la parte donde se establecía el faraón protegía a un montón de guardias dispuestos a dar su vida por el faraón, para lastima por mí se dijo en la mente Sarha debido a que quería descubrir donde se encontraba su dichoso prometido.
-Estoy... estoy agotada- dijo suavemente mientras respiraba descansando su cuerpo. Cerró los ojos y trato de calmarse y aprovechas a descansar, su garganta ahora le exigió algo de las cristalinas aguas. Abrió su mirada a su alrededor y escuchó con cuidado el correr del agua, se levantó y se escabulló por un pasillo para queda atónita de lo que su ser presenciaba.
Delante de ella se alzaba el jardín preferido del faraón según le había dicho Ney una vez en su alcoba del palacio, decía que tenía una hermosa cascada que ahora ella podía comprobar, poseía en una de sus paredes antiguos símbolos de sus tierras que ahora podía admirar, pero no carecía de belleza natural, estaba bañada en plantas rodeando una pequeña piscina llena del cristalino néctar celeste donde la cascada caía. Era hermoso y entendía por que era el favorito de su futuro esposo sin embargo su sed no se calmó hasta que se arrodilló cerca de la piscina y se inclinó levantando en sus manos agua pura que tomó tranquilamente, la brisa era suave y la invadía lentamente una paz sobrecogedora en todo su ser... hasta que de pronto...
-¡Quién anda ahí!- dijo levantándose mirando hacia donde los arbustos se habían movido y no por la brisa precisamente. Se quedó estática en su lugar a medida que solo se movía unas pisadas de donde estaba, detrás de ella la piscina volvía a tener la calma acostumbrada.
Sarha no pudo concentrarse mucho tiempo por que por el corredor se escuchaban pasos de personas caminando justo hacía el jardín y ella no estaba muy escondida que digamos. Se movió derecho hacia las plantas para perderse entre ellas, pero vio inútil aquel acto por que aquellos guardias estaban ingresando al jardín como rutina de su guardia. Retrocedió un poco rogando a todos los dioses que no la encontrases... ahora detrás de ella una pared de piedra se levanto dejándola a la vista de los guardias.
No pudo decir nada aún cuando un gritó quería escaparse de sus labios por que ya los tenía cubiertos por una mano sobre ellos y otra mano sobre su cintura. Quiso gritar pero cayó siendo arrastrada hacía una oscuridad, delante de Sarha la puerta-trampa que se había abierto se cerró dejándola apoyada sobre el cuerpo de una persona que parecía no querer soltarla, las pisadas de los guardias se podían oír pero luego de segundos se fueron alejando dejando todo aquel pasillo secreto en pleno silencio...
No sabía como pero en segundos aquel abrazo que la silencio disminuía su intensidad y la dejaba libre. Aprovechó y se empujó parándose al frente de aquel personaje misterioso y girar para verlo: - ¡Tú! – dijo sin pensar, lo medito quedándose viéndolo unos segundos, se sonrojo un poco debido a que aquel ser misterioso era muy atractivo. Tenía unos ojos violetas intensos que parecían devorarle el pensamiento con solo atraparla con aquella mirada tan astuta, retrocedió unos pasos debido a que él hizo un amague con acercarse a ella, se encontró con la pared deteniendo su huída.
-¿De que te asustas?- me dijo suavemente pero con una voz llena de valor, algo indescriptible que le provocó varios escalofríos en su espalda, algo que ella nunca había sentido por nadie...
Sarha: - No veo por que deba no asustarme- dijo con un dejo de sarcasmo en sus palabras, sus labios se movieron al son de su voz.
-Hermosa voz- Le había respondió sin pena el joven de ojos violetas que le había salvado su vida en aquel pasaje secreto.
Sarha se sonrojó evitando su mirada, no quería que nadie conociera lo que pensará o sintiese, nadie que ella no conociera: - Gracias –dijo suavemente, no se había dado cuenta pero el joven se acercó a ella, la joven de ojos azules no se movió, pero él quedó aún distanciado de ella.
-¿Ni un gracias por haberte ayudado?- dijo sonriendo contento con su pregunta, no le preguntaba ni le pedía un gracias... lo reclamaba de sus labios.
Sarha: - Lo siento, Gracias quien quiera que seas – sonrió, disfrutaba esa lucha de palabras.
El joven pareció disfrutar ese golpe de vuelta, no duro ni un segundo el silencio por que respondió: - Dime quien eres y te diré quien soy –
Sarha dibujo en sus ojos una mirada bastante dudosa y en su boca un signo claro de desaprobación: - No veo quien me exija que te lo diga –
Fuerte carácter, se dijo así mismo respondiendo: - Y entonces no veo quien me exija a mí decírtelo –
Sarha estaba cada vez un poco más exasperada, pero se controló, después de todo él no era alguien a quien debería demostrarle nada de nada: - Supongo entonces que nuestras identidades serán un secreto –
-Estoy de acuerdo-
Sarha: - Dime entonces como puedo llamar a mi "salvador"- otro golpe de sarcasmo, divertido.
Sonrió sin inmutarse ante aquellas palabras: - Solo llámame, búscame y ahí estaré-
Sarha: - Me gusta como suena eso – su mirada azul no se apartaba del joven delante de su cuerpo, respiro un poco tratando de tranquilizarse, después de todo cuántas mujeres podían decir que estuvieron encerradas con un joven atractivo e inteligente en medio de un pasaje secreto en el mismísimo palacio de su ahora prometido. El joven de ojos violetas cargaba sobre su cuerpo lo que parecía una pirámide de pequeño tamaño y hecha de oro macizo, no puedo evitar mirarla unos segundos descubriendo que en su frente cargaba el símbolo real - ¿Qué es eso? – Exigió la prometida del faraón apuntando acusadoramente al objeto de oro que colgaba del cuello del muchacho.
-¿Esto?- dijo dejándolo colgar justo al lado de su mejilla derecha, lo miró unos segundos y luego miro a Sarha.
Sarha: - Sí, eso, tiene el símbolo del faraón en su frente ¿cómo es que lo tienes tú?
El joven luego lo dejó caer en su pecho nuevamente y dijo: - Nada en especial – una mentira bien falsa le gritó su mente.
Sarha: - ¡Cómo que nada en especial!- dijo ya exasperándose, el faraón jamás obsequiaba objetos así nomás con el símbolo de su real poder solo por que sí – Exijo que me lo digas ahora, a menos que tu seas un ladrón- se asustó ante tal pensamiento, y se escabulló donde alguna vez había estado la puerta del pasaje.
El joven de ojos violetas intensos la sorprendió con su reacción: - ¿De verdad crees que yo soy un ladrón? – dijo riéndose delante de ella.
Sarha fugó descontenta por tal acto, suspiro luego de pensar un poco y admirarlo, para nada tenía facha de ser un ladrón ordinario ni uno muy especial. Decididamente se estaba imaginando muchas cosas... ¡POR RA!... gritó su mente, aún sus ojos estaban clavados en el joven que comenzaba a recordar un poco de seriedad perdida. Ella tenía sus ojos clavados en su cuerpo... uno del cual no tenía por que avergonzarse, estaba bien diseñado... ni muy grande, ni tampoco muy pequeño. Sacó sus ojos de golpe esperando por todo los dioses que él no la hubiera visto. Espero unos segundos y elevó su mirada nuevamente cruzándose con la de él, un lago violeta azulado se formo entre ellos.
Sarha: - No... – dijo débilmente.
-Mejor- sonrió, luego la miro de nuevo- ¿Sucede algo malo?- preguntó preocupado.
Sarha agitó su cabeza de derecha a izquierda negando rotundamente todo eso: - No... no me pasa nada- dijo tomando aire por que sentía que se iba a ahogar en segundos.
Sonrió con esos labios que marcaban una clara astucia marcada de vidas, sus ojos intenso mar de violeta se clavaron sobre ella, la estaba observando... hermosa... solo eso pudo pensar cuando dijo: - Acompáñame, te mostraré un lugar que de seguro te gustara.
Colocó una mano sobre la de Sarha pero ella la rechazó preguntado: - ¿Por qué debería ir contigo?
Sonrió mientras la volvía a tomar de la mano: - Se que debes estar aburrida aquí en palacio, conozco mejores lugares para divertirse – se llevó consigo a aquella mujer mientras el silencio del pasillo secreto quedaba envolviendo todo a su alrededor... paso el tiempo...
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Respiré profundamente rogando a todos los dioses no para que me brindaran un poco de su sabiduría y valor al enfrentar este momento en mi vida. Yo fui criada para esto y debo estar lista para todo lo que vendrá más adelante. Me retoque en mi habitación él ultimo detalle de las túnicas de mi ceremonia de casamiento, y ahí fue cuando mi sonrisa creció al escuchar detrás de mí una pared de donde saldría...
-Veo que ya estas lista- dijo mientras sus pisadas lo acercaban más a Sarha.
Sarha sonrió y sus ojos azul intenso a cada momento se volvían más cristalinos, como si a un espejo le arrojaran una piedra formando ondas dentro de él. Bajo sus ojos detrás de su largo cabello y dijo –detente- susurró, las pisadas continuaban – por favor detente – volvió a pedir.
-¿Qué sucede?- preguntó calmando el sonido de sus pisadas.
Sarha sonrió tristemente: - Esta será la ultima vez que nos veamos.
-¿Por qué?- su tono de voz era una sorpresa.
Sarha sintió la brisa correr dentro de su habitación, "Tenías que hacer esto más difícil, ¡por Ra! Ya vete" pensó al decir estas palabras: - Por qué no quiero pensar en engañar al faraón.
Sus ojos se abrieron de par en par: - ¿A que te refieres? –
Sarha negó con la cabeza: - ¿No lo notas? –
-¿Notar que?- preguntó todavía confundido de a donde las palabras de la joven ojiazul querían llegar.
Sarha apretó sus puños fuertemente: - ¡QUE NO NOTAS QUE ME ESTOY ENAMORARME CADA DÍA MÁS DE TI! – se giró y sus cabellos se mezclaron entre las líneas visual violeta y azul. Se quedó ahí mientras la cara del joven delante de ella no cambiaba en lo más mínimo, quedando únicamente en silencio. Apretó sus manos en un rezo frente a su pecho y dijo continuando con su declaración- Temo engañar a aquel que me desposara, no quiero sufrir por algo que sé, que no se me es permitido- susurro, sus palabras temblaban en su boca.
-¿Lo amas?- preguntó.
Sarha volvió a negar con su cabeza apretando más sus manos: - ¿Cómo se puede amar a alguien que ni siquiera se conoce?- respondió en un juego de preguntas con su ahora amigo.
-No lo sé... supongo que podrías quedar fascinada con todo lo que él te puede ofrecer- dijo formando en su rostro esa sonrisa llena de astucia.
Sarha: - No... ni todo el oro del reino me obligara a amar a alguien-
-Te convertirá en reina-
Sarha: - No me importa.
-Serás poderosa, rica y esposa del faraón- estaba seguro de sus palabras pero algo en ella hizo dudar de todo.
Sarha: - No, el amor no se compra... no se vende... – dijo decidida, por alguna razón sintió por sus mejillas rodar lagrimas – ¿Dime por favor como sigue esta historia?... – delante de ella el joven sonrió esta vez sereno, ¿por qué?... quien sabe, solamente él sabe lo que piensa y siente.
-Entonces, ve a la ceremonia si no te interesa el oro ni el poder, ve a la ceremonia, prometo llevarte una sorpresa-
Sarha elevó sus ojos hasta él mirándolo interrogantemente: - ¿Te marchas así nomás?-
Se giró: - Recuerdas todos los gratos momentos que vivimos juntos, cortos días... pero irremplazables momentos – La joven asintió formando una sonrisa en su rostro con marcas de lagrimas en sus mejillas hasta la comisura de sus labios – Solamente ve si las respuestas que me has dado esta noche son verdaderas, ve y no te arrepentirás. – Sarha iba a detenerlo pero él la cayó abriendo el pasillo secreto que daba detrás de una pared de la habitación de la ojiazul – Si confías en mí... ve... – sus ojos violetas desaparecieron detrás de la puerta-trampa con una sonrisa astuta en su rostro nuevamente.
Sarha: - Como despedida... confiare en ti, como aquella vez en el pasaje secreto del jardín, recordaré tu imagen en mi mente como aquel que me brindó amor sin interés – Se acerco a la puerta tomando el valor y la abrió encontrándose con dos guardias que la escoltarían a donde se realizaría la ceremonia donde ella sería desposada en manos del faraón.
-Síganos princesa- dijo uno de los guardias a medida que ella caminaba al frente y los dos personajes embestidos con trajes de batallas caminaban detrás guiándola a donde ella dejaría su libertad para unirse a una persona que desconocía.
Caminaron por varios pasillos, a medida que avanzaban los nervios dentro de Sarha crecían como el viento de la noche pero que sabía mantener al margen únicamente por que ella había sido criada para esa tarea, ser la reina junto al faraón.
Camino un poco a medida que apretaba más sus manos con fuerza deseando que luego despertaría en su cama descansando como todas las noches anteriores.
-Llegamos- dijo un guardia frente a dos imponentes puertas, las puertas que conectaban al santuario de los dioses, donde ella perdería su nombre como princesa para reemplazarlo por el de reina.
Abrieron las puertas a medida que ella respiraba profundamente y al ver el brillo de las llamas que había dentro sus ojos dudaron al mirar para luego acostumbrarse lentamente, quedo asombrada por que aún el faraón no había llegado. Camino unos pasos bajo la vista del sacerdote que la recibió la primera vez que llegó a ese enorme palacio en sus manos unidas se encontraba una balanza dorada, de nuevo... un instrumento que ella no conocía pero que llamaba su atención y justo donde se unían sus partes un ojo dorado la miraba fijamente sin moverse. A su lado Ney sonreía divertido... "¿por qué?" Se dijo a sí misma la joven ojiazul a medida que lo seguía juzgando, su sonrisa era divertida no había duda pero su cuerpo respiraba un poco apresurado como si hubiera corrido antes pero se calmo al instante notando los ojos de la joven. Después no habían muchas personas que conocían, solamente tres sacerdotes más, dos jovencitas más pequeñas que ella que sostenían en sus manos una caja bastante valiosa debido a que estaban parece ser que eran escoltadas por los guardias detrás de ellas, y dos jóvenes más... pero algo la heló a mitad de su camino...
Detrás de Ney surgía la figura del imponente faraón vestido con un traje digno del faraón, portaba un collar de oro macizo cargando por sus hombros y debajo de su pecho algo que fue el motivo de su parálisis... portaba, él portaba el objeto tan valioso de su amigo, el famoso rompecabezas del milenio.
Ney: - ¿Se encuentra bien princesa? – Sarha no se movía y seguía mirando aquel punto entre las sombras, Ney viro sus ojos a aquel rincón y sonrió, justo ahí estaba apareciendo el faraón Yami Yugi...
Sarha se quedó admirando cada paso que sucedía entre la luz y la oscuridad del cuerpo del faraón... ¿su amigo?... no sabía, descarto toda idea y volvió a caminar ahora con los ojos violetas clavados sobre ella. No sabía por que pero no tenía idea que pensar al respecto... el ser que ella amaba, el ser que ella había puesto toda confianza pensado que era solamente un ser cercano al faraón resulto ser... el mismísimo faraón.
Llegó frente al sacerdote y se postro solemne en el lugar donde debía suceder su desposo, el faraón se quedó inmóvil llegando a su lado. La ceremonia comenzó y así las puertas se cerraron dejando que toda la ceremonia sucediera dentro de aquellas paredes inundadas de plena historia egipcia.
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El collar de oro que había obtenido durante su casamiento brillaba a la luz de la luna que se alzaba en lo alto del firmamento oscuro y junto a la brisa entraban por los enormes ventanales de la habitación del faraón. Se apoyo en una ventana que daba a un balcón decorado con hermosas plantas brillantes y que dejaban admirar el jardín favorito de él.
Cerró sus ojos sintiendo el viento romper cortante contra su rostro, frío viento que despertaba todos sus sentidos. Sintió abrirse la puerta lentamente con silencio en su camino, luego volvió el sonido para cerrarse.
-Sabrina... - dijo una voz detrás de la joven que abría sus ojos lentamente, la voz de su faraón Yugi. Ella portaba aún las vestimentas de la ceremonia de casamiento, ahí él le había entregado la muestra de unión entre ellos dos, el collar que cargaba en su cuello, uno que Yugi había llamado Tauk.
-Buenas noches faraón- dijo con un tono bastante insolente que cualquiera hubiera acusado en su contra como desobediencia al poder supremo del dueño de ese palacio.
Yugi la miró a medida que ella se daba la vuelta: - ¿Por qué esa hostilidad a mí? –
Sarha: - ¿Cómo quiere que lo trate faraón? – otra vez su tono favorito, la insolencia pura.
Yugi sonrió, su sonrisa tan seductora como siempre presente en su rostro: - No quiero que me trates como un faraón.
Sarha rió: - ¿Acaso no eres eso? -
Yugi negó: - Lo soy... pero por que no me tratas como antes...
Sarha: - Tú lo acabas de decir, antes – de pronto eso le dolió, fue un golpe que si se lo hubiese dicho a cualquier otro no le hubiera molestado pero ahora... ahora cuando se lo dijo le dolió incluso le lastimo sus labios al fluir por ellos. Ahora se tomó unos segundos mirándolo fijamente, tan atractivo como en la ceremonia, no lo quiso admitir pero se veía atractivo con sus prendas reales y aquel objeto colgando de su cuello, todo un faraón...
Yugi: - Dijiste que me amabas... que te estabas enamorando de mi.
Sarha: - Lo dije... pero no me enamore de ti, sino de mi amigo.
Yugi: - Él era yo.
Sarha: - Son dos personas diferentes.
Yugi sonrió nuevamente acercándose poco a poco a la joven delante de él, su ahora esposa y reina de este palacio: - Somos la misma persona, ¿dime en qué nos diferenciamos?
Sarha iba a gritarlo pero después lo medito y susurro: - Tú eres el faraón, él era algo más especial que cualquier otro... él me quiso, tú solo me necesitas- lo miró duramente como si lo juzgara con sus ojos azules.
Yugi se paró delante de ella: - No hay nada de él que nos diferencie, somos la misma persona y eso no cambiara por más que le busques una vuelta más – la miro fijamente poniendo sobre ella su mirada violeta con un tajante valor que dejo paralizada a Sarha.
Sarha: - Yo... ¡NO PUEDES TRATARME ASI!
Yugi respiro un aire de triunfo, al fin la verdadera Sarha salía a la luz: - Al fin y dejas fluir esa energía.
Sarha bufó: - No entiendo que dice el gran faraón por que... – no pudo continuar, unos labios atraparon los de ella dejándola con sus ojos abiertos de par en par sin dudar de lo que sentía su cuerpo. Yugi la había atrapado en un beso bastante ardiente acompañado de unas manos que rodeaban la fina cintura de su ahora esposa. Un dolor rodeó su mejilla izquierda con un toque de rojizo, un golpe... una cachetada - ¿Qué haces? ¡Cómo te atreves! – dijo separándose de su beso pero no así de su abrazo.
Yugi: - No veo que no te haya gustado, estabas a punto de correspondérmelo. Aparte tengo derecho por ser tu esposo – sonrió astutamente, todo tenía una razón lógica en las manos del faraón.
Sarha: - Yo jamás podría responder a ese be... – de nuevo, esto parecía parte de la rutina, otra vez el beso robado de los labios del faraón. Sin embargo... ella se parecía al desierto, ¿por qué?... era calmada cuando se lo proponía en un día de desierto cuando las arenas eran cálidas y suaves, pero... no todo siempre es lo que aparenta ser, ella era calmada pero nunca hay que confiarse del mismo desierto ¿no? Después de todo las tormentas de arena llegan cuando nadie la ve venir, igual... ella era una tormenta de arena cuando quería.
El beso continuó con el único testigo que era la luz plateada de la luna, el viento soplaba dejando llevar todas las ropas que portaban meciéndolas en una danza hechizante. Sarha pensaba en hacer el mismo movimiento, levanto la mano para volver a golpearlo pero Yugi lo supo y la atrapó con su mano bajándola hasta pegarla a su cuerpo lo mismo que contra su otra mano. Sarha estaba atrapada por la fuerza que tenía, él era fuerte mucho más de lo que ella imaginaba.
Continuaron y Sarha quedó encerrada en el encanto de la unión que tenía con su esposo, su faraón. Su mente la traiciono y lentamente le fue devolviendo el beso tan apasionado que tenían, la fuerza que ella estaba ejerciendo para liberarse fue descendiendo poco a poco para dejarse llevar por ese mágico momento. Se separaron y se miraron a los ojos, no podía... no querían separarse.
Yugi: - Ahora me crees... te amo – dijo susurrándoselo al oído. Sus ojos aún tenían esa astucia guardada, toda su vida todo su entrenamiento con sus mountros... todo lo habían convertido en eso.
Sarha estaba sonrojada: - Yo... yo... – Yugi la calló con sus palabras.
Yugi: - Deja, ya me dijiste lo que sentías hacia mí, solamente déjame demostrarte que yo también me he enamorado de ti. – Volvió a besar los labios de ella y poco a poco la intensidad de este creció llamando al fuego de ambos corazones y rompiendo todo odio que tenían entre ellos. La beso... la volvió a besar y ella le correspondió, Sarha sintió el peso del cuerpo del joven de ojos violeta a medida que la acorralaba contra la pared detrás de ellos pero no le importo... se sentía amada, desde que lo conoció en el pasillo secreto se sintió atraída por él, pensaba dejar todo este compromiso con el faraón para quedarse con él... pero no podía, su obligación era ser la esposa, todo por la culpa de su padre.
Yugi la beso más intensamente, todo era por la culpa de su padre... y agradecía eso. Siguió pensando en todo lo que había vivido juntos, nunca su nombre fue revelado pero aún así se sintió cómoda a su lado. Sus manos la estaban acariciando por su cintura mientras que Sarha se deleitaba haciendo caricias en la espalda del cuerpo tan varonil de su esposo.
-Te amo- susurró Sarha cuando otro beso pasó a atrapar sus labios, se sintió encerrada contra los sentimientos y sensaciones de su cuerpo. Paso la noche...
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NOTAS DE LA LOKA AUTORA (al fin un titulo que dice plena verdad XD):
Hola a todos!! ^^ ¿Cómo están? Espero que muy bien, bueno aquí como han descubierto se me antojo escribir un chap. Que contará un poco más sobre la historia de Sarha antes de seguir, digo... así entiende que es lo que pasó, cuando y por que ella piensa eso ¿ok? ^^UUU espero que me hayan entendido, todo ocurre en diferentes tiempos, osea que pueden haber pasado días o solamente horas :P
Discúlpenme sobre mi retraso pero pensaba subirlo antes los chaps. nuevos, jejeje pero no los he podido terminar debido al colegio ¬ ¬* punto aparte jejeje. Pero que se le va a hacer, UNA COSA: no se preocupen, que habrá duelo de mounstros, apariciones de cartas nuevas *_* una de ellas esta entre mis favoritas :P y todo gracias a ustedes que me dejan r/r para que siga ^O^ jojojo ¡gracias! Y una cosa... ¡SÍ TU! Que miras la pantalla y estas leyendo estos renglones... ¡NO TE HAGAS EL QUE NO SABES NADA! ¡SI TU, DATE LA VUELTA! ¬¬ mejor así XD jajaja, déjame algún r/r T.T ponen feliz a esta autora... aunque sea mala, una loca desquiciada, una autentica molestia, pésima redactora (Todo él publico asiente ¬ ¬* "eso dolió muchachos")... ¡PERO ME PONEN FELIZ! ^^ Da el ejemplo, así me dejan más XD jajaja.
Cambiando de tema, ahora me pondré las pilas con el nuevo chap. Que tengo planeado escribir, en realidad llevó más de la cuarta parte hecha así que no se asusten, lo tendré listo pronto.
SALUDOS Y CUIDENSEN! ^^
Ate.
Light Angel / Angel-de-Luz
p.d: YU-GI-OH NO ME PERTENECE (no quiero que me demanden XD)