III: Rin

Alguna vez la mañana le traía incertidumbre, pero ahora, Rin despierta y busca a su alrededor con calma, sabiendo a quiénes encontrará allí y al verlos, sonríe.

—¡Buenos días, Sesshômaru sama, Jaken-sama!

Aunque Sesshômaru no contesta, dirige su mirada hacia ella; y aunque Jaken se queja en voz baja, deja comida frente a ella.

Esas acciones hablan más que cualquier palabra, por lo que Rin las acepta con una nueva sonrisa y no duda en comer, sabiendo por experiencia que ellos harán lo mismo después.

No hay prisa por partir del claro en el que pasaron la noche y Sesshômaru continúa descansando, por lo que Rin mira a su alrededor pensativa y luego de considerarlo, comienza a recoger flores.

Hacer dos coronas con ellas le toma tiempo y sabe que no es suficiente para expresar su alegría de que ellos estén ahí, pero le entrega la primera a Sesshômaru y la segunda se la pone a Jaken.

Una vez más, no recibe una respuesta de Sesshômaru, pero él la sostiene con tal cuidado que ella sabe que él la aprecia y Jaken contradice sus palabras al dejar la corona en su lugar.

Rin no puede evitar reír ante eso y su sonrisa se mantiene en su rostro el resto de la mañana.

Ellos son su familia, su mundo y no tienen que decir nada para que Rin sepa que ella sigue siendo bienvenida a continuar junto a ellos, tal como lo ha sido desde hace tantos días que ya parecen siglos.

Y si esos días siguen, sin ningún cambio, Rin sabe que los seguirá apreciando.

Porque gracias a Sesshômaru ella puede decir —en voz alta, pues también ha vuelto a hablar por él— que es feliz.