Pues me equivoqué en decir que sería angsty, hehe, solo es más waff y Yuki portándose bien con Shu-chan (que aunque lo neguéis os encanta...)

~4~

-¿Realmente es necesario todo esto?

Yuki se volvió, por quinta vez aquella tarde, hacía el pequeño pelirrosa (un término que deberían incluir en el diccionario, pensaba Yuki cada vez más a menudo) que le miraba con una cara entre la inseguridad y el terror absoluto. No solo era la camisa azul clara abotonada (excepto por el botón de arriba del todo) metida por dentro de los pantalones de lino oscuros a juego con los zapatos (sí, sí, zapatos, no zapatillas de deporte) lo que hacía que se sintiera como si estuviera interpretando un papel en una obra que no entendía y de la que no se sabía las líneas; sino también la corbata y la chaqueta, con los puños perfectamente alineados.

Se miraba en el espejo y no se reconocía, salvo por su color de pelo. Menos mal que a Yuki no le a dado por teñírmelo de negro o algo así, pensó, muy a su pesar, cada vez más arrepentido de haber aceptado ir con Yuki a la gala de la entrega de premios.

-Shuuichi –le dijo Yuki con voz calmada- es la última vez que te lo digo, sé que esto no es tu estilo, pero no puedes presentarte en un recinto que albergará a los escritores más importantes de todo Japón con unos pantalones cortos verde fucsia y un top de lentejuelas, ¿entiendes?

-Gomen Yuki, no volveré a decir nada.

Yuki lo observó un momento, y suspiró con resignación. No importaba cuanto se resistiera, no podía ignorar los ojos que se le ponían cuando estaba triste.

-A ver, Shuuichi ¿cuál es exactamente el problema?

Shuuichi lo levantó la vista despacio, intentando no parecer demasiado aterrorizado. Sabía que no podría engañar a Yuki, y que probablemente se daría cuenta de la verdadera razón por la que sentía así, que no tenía nada (bueno, solo un poquito) que ver con llevar un traje serio y corbata a juego. En realidad, ese era el menor de sus problemas.

Una vez más, confió en poner su carita más linda, esperando que Yuki, con la irritación previa que siempre solía sentir antes de acudir a un acto social (que para Yuki eso consistía en que hubiera alguien más en la habitación aparte de él, y bueno, puede que Shuuichi) le dejase tranquilo de una vez.

-¿La... la corbata es totalmente necesaria?

Y para sorpresa de Shuuichi, Yuki le sonrió, y dejó escapar un pequeño suspiro.

-Claro que no -Con cuidado y deliberadamente despacio, deshizo el nudo de la fina tela que se escondía por debajo de los cuellos de su camisa, y tiró de ella con suavidad, dejándola caer en el suelo –¿mejor?

Shuuichi, que por un momento había olvidado como era respirar, le sonrió sinceramente y asintió con la cabeza.

-Hai... arigatou.

Yuki, aparentemente satisfecho con la situación, se alejó de Shuuichi y caminó hasta el salón, recogió su chaqueta del sofá, las llaves del coche y revisó por enésima vez en un cuarto de hora, que el papel con el maldito discurso que tendría que leer, si le daban el premio, delante de todos esos palurdos. No es que le importara que se lo dieran, realmente. A Yuki le daba más bien lo mismo ganar un GreenLib que un cupón de cigarrillos para el quiosco de la esquina. Incluso lo segundo le parecía mejor idea.

Pero claro, su editor obviamente pensaba lo contrario. Un premio así (el cuarto que ganaría, si no recordaba mal) lo haría subir en las listas de ventas americanas, y eso significaría mucho mucho dinero. Los americanos no eran precisamente el mejor publico para una historia japonesa ambientada en la era Edo. No es que fuera muy tradicional ni nada de eso, en realidad Yuki había querido darle un toque de actualidad para que la gente dejase de pensar solamente en samuráis entregados a la batalla, para que vieran que también había personas que se enamoraban, como ahora, y que tenían casi los mismo problemas en contra de ellos. Sin embargo, como le había demostrado Shuuichi hace muy poco, era cierto que tenia bastantes partes en las que saber la historia de Japón era algo casi fundamental para entender la profundidad de las actuaciones de los personajes. Su editor le había dicho recientemente que si ganaba este premio, los americanos seguramente lo comprarían y puede que también un par de libros de historia para acompañar. Mejor que mejor, dijo. A Yuki no le importaba demasiado. Él solo quería escribir.

Entonces se dio cuenta de que Shuuichi lo miraba extraño desde el otro lado del cuarto, con los ojos muy abiertos.

-¿Qué? –dijo, a la defensiva.

-Ano... estabas ahí mirando las llaves del coche como si fueran una de las siete maravillas del mundo.

Yuki parpadeó un par de veces, bajó la vista y vio que en su mano tenía las llaves del coche y el papel del discurso. Miró el reloj en su mano izquierda. Mierda. Se había dejado llevar por sus pensamientos, y ahora llegaban tarde. Genial, su editor saltaría de alegría.

No es que a Yuki le importara...

Sin mediar una palabra, Yuki se dirigió con grandes pasos hacia la puerta, siendo inmediatamente seguido por Shuuichi. La cerró, y juntos se encaminaron hacia el garaje. Shuuichi se sentía raro al andar, oyendo el tacón de los zapatos de Yuki (un sonido al que se había acostumbrado con el paso del tiempo) y ahora también el suyo propio, lo cual le hacía sentirse como si no fuera el mismo por alguna razón. Pero no iba a dejar que eso le pusiera más nerviosos de lo que estaba ya, así que se propuso entretener a su mente con otras cosas más agradables, como lo bonito que le quedaba el pelo recién lavado a Yuki, por ejemplo...

Cuando ambos estuvieron sentados en el coche, el escritor encendió el motor y se giro hacia Shuuichi, su cara seria.

-Siete.

Shuui le miró un momento extraño, completamente aturdido.

-¿Nani?

-Digo que son las siete maravillas del mundo, no seis.

-Oh, yo--.

-Bueno, en realidad ocho, si te contamos a ti.

Lo que fuera que Shuuichi estuviera intentando decir en aquellos momentos, se quedó medio ahogado en su garganta, mientras su mente procesaba el hecho de que Yuki le había hecho un cumplido, y ni si quiera estaban en la cama. A Yuki le pareció mitad sorprendente, mitad deprimente, ver la cara con la que Shuuichi le miraba, como si hubiera oído la voz del diablo o algo así. ¿De verdad que era tan raro que le hiciera algún cumplido al chaval? Si, puede que si, se dijo Yuki, recordando las veces que le había llamado ruidoso, malcriado, pesado, baka... no es que baka ya fuera un insulto entre ellos, pero aún así, tampoco era un cumplido.

Debería empezar a remediar eso, pensó con cierta ironía, o Shuuichi parecería un estúpido cada vez que le dijera algo bonito.

El susodicho, que ya se había recuperado del shock inicial, se había puesto un poco colorado, e intentaba decirle gracias.

O eso le parecía a Yuki.

-A...ri--

-No hace falta. Es cierto, y siento no decirlo muy a menudo, pero bueno, ya sabes como soy yo.

Shuuichi asintió, sintiendo con su corazón latía mucho más deprisa de lo que debería. ¿había oído lo que acababa de oír, o era solo un sueño? Dios, no dejes que esto sea un sueño!

-Y no tienes que estar preocupado por hacer alguna tontería esta noche y dejarme en ridículo, o cualquier de las cosas horribles que hayas pensado toda la tarde que sin duda vas a acabar haciendo si abres la boca, ¿de acuerdo?

La sonrisa desapareció del rostro de Shuuichi, que de repente parecía estar un poco más pálido que antes. Le miró con ojos muy abiertos, mientras le dijo casi susurrando

-¿Lo.. lo sabías?

-Pues claro que lo sé. Como ya te he dicho eres tan fácil de leer como un libro abierto.

-Bueno, yo...

Yuki dejando escapar un ruidoso suspiro, apagó el motor y se sentó más cómodamente cerca de Shuuichi. Si había que hacer esto, lo mejor era hacerlo bien. Ahora si que llegarían tarde. Pero ya que le obligaban a que hiciera acto de presencia en un sitio al que odiaba asistir, ya bien podía al menos disfrutar un poco por el camino.

-Shuuchi, si pensase que ibas a hacer algo estúpido y ha dejarme en ridículo delante de escritores respetables, ¿crees que te hubiera dicho que me acompañases?

No parecía una pregunta, así que Shuuichi se quedó callado en su asiento.

-Vamos a ver, ¿crees que me importa lo más mínimo lo que piense esa gente, de ti o de mi? Seré muy franco, solo voy por que mi editor me obliga a hacerlo para recoger ese estúpido premio, y solo te llevo por otra razón igualmente egoísta y es que prefiero pasar la tarde contigo oyendo las cosas que quieras contarme sobre lo que te haya ocurrido en los ensayos o cualquier otra cosa, antes que leer un discurso delante de gente a la que no le importo en absoluto, ¿entiendes? Así que, por favor, deja de sentirte nervioso por esto, por que te aseguro que sea lo que sea lo que hagas, no puede ser peor que unos viejos intentando hablar de libros y acabando hablando de dinero.

-¿Asi que puedo... hablarte en la fiesta?

-¡Pues claro que puedes hablarme, baka! ¿si no para que crees que vienes? Ciertamente no para servirme de apoyo emocional.

-Ano... y puedo reírme normal, y actuar como si fuéramos....

-¿Amantes? –le dijo Yuki, con una sonrisa pícara en sus labios.

-Iba a decir pareja, pero bueno, eso también vale.

-Claro que si. La prensa ya sabe de nosotros, y esos tipos seguro que lo han seguido como un culebrón. Además, no iba a quedarme sin mi postre..

Y sin previo aviso, envolvió los labios de Shuuichi con los suyos en un beso, que si bien empezó siendo tierno, acabó con los dos con la respiración más acelerada. Yuki aprovecho para acariciar suavemente la cara de Shuuichi, sintiendo un leve suspiro del pequeño cántate. Le encantaba saber qué hacer exactamente para poner a Shuuichi total y absolutamente en sus manos.

De repente recordó que estaban en el coche y la entrega de premios a la que debían ir. Un poco desilusionado, se separó de Shuuichi, su respiración rápida, y sus mejillas un poco más rojas que antes.

¿Era él o hacía más calor que antes?

Yuki se aclaró la garganta y dijo

-¿Todo claro ahora?

El otro solo asintió, aún un poco colorado.

-Tienes una curiosa forma de hacer sentir mejor a la gente, Yuki.

-Solo soy sincero.

-Hay mucha gente que no llamaría a eso sinceridad, precisamente.

Yuki entonces se rió (no una gran carajada, pero genuina) y volvió a sentarse bien en su asiento. Metió la llave en el contacto, encendió el motor y por fin arrancó el coche. Miro el reloj de reojo cuando lo hacía, viendo con una ligera sorpresa que ya casi pasaban veinte minutos desde que suponía que deberían estar allí, y aun tardarían otros diez en llegar con el tráfico a esas horas. Pero a pesar de la reprimenda que seguro le daría su editor y que le provocaría dolor de cabeza, Yuki sonrió. No sabía por que, pero se sentía bien aquella tarde.

Tardaron un poco menos de lo que le pareció a Yuki que tardarían en llegar, claro que eso tuvo algo que ver con la forma en que éste condujo casi pasándose, pero sin hacerlo realmente, el limite de velocidad. No es que Shuuichi le dijera nada, sabía que cuando Yuki se proponía algo era mejor dejarlo a su aire, y además, estaba demasiado perplejo por la nueva actitud que parecía estar tomando con él últimamente. O tal vez esta fuera la verdadera personalidad de Yuki, antes de que los acontecimientos le hicieran cínico y frío con el paso de los años. ¿Puede que por fin se estuviera recuperando de todo aquello y empezando una nueva vida... junto a él?

Los ojos de Shuuichi se iluminaron solo de pensar en las nuevas perspectivas que eso abría delante él. No más tener que preocuparse de lo que hacía para no enfadar a Yuki, no más pesadillas en mitad de la noche temiendo que al despertarse Yuki se hubiera marchado lejos llevándose sus cosas, no más secretos que pudieran anteponerse entre ellos. Podría ser espontáneo cerca de Yuki sin tener que--

-Cuando lleguemos –le dijo Yuki, sacándolo abruptamente de sus pensamientos- intenta no hacer caso de lo que diga Nagashi, mi editor. Probablemente nos grite un poco y se le ponga la cara roja y la voz ronca mientras farfulla algo sobre que llegamos tarde, pero sigue mi consejo, lo mejor es ignorarlo.

-Demo, Yuki... es que llegamos tarde...

-Pero no por nuestra culpa

-¿Ah no?

Yuki se volvió solo un instante para mirarlo mientras guiñaba un ojo.

-Atasco de tráfico

Shuuichi sonrió, pero fuera lo que fuese a contestarle a la pequeña broma de Yuki, murió en su garganta mientras sus ojos se agrandaban increíblemente. Se giró hacía su derecha desesperadamente, puede que diciendo algo, pero tuvo que cerrar los ojos, por que la luz era demasiado fuerte y le cegaba.

Lo último que oyó antes de que todo se volviera oscuro y silenciosos, fue a alguien gritando su nombre.

~ ~ ~

Aha! Cliffhanger! ¿no os encantan? A mi sí. ....review?

Comentarios: Shuuichi, la octava maravilla del mundo, es una idea original de Omi_kitten, que fue lo bastante amable para dejármela usar en el fic. ¡Gracias twiny! ::waves hands:: Y ahora que lo pienso, ¿no sería un monumento genial para visitar? agggggg ::se marcha a un lugar apartado para babear en privado::