Yuki tiene un mal día...¡pero no es culpa mía, en serio!

***********
Capitulo tres
***********

~1~

Los días siguientes fueron como un gran tachón en la memoria de Shuuichi. Recordaba haber llorado mucho, casi todo el tempo en los brazos de Hiro, pero también en la cama. Recordaba haberse negado a dar explicaciones a los que le preguntaban qué le pasaba por miedo a volverse a poner a llorar. Recordaba también haberse llevado algunas de sus cosas de su casa al apartamento de Hiro, por que por mucho que Tohma le hubiera dicho que podía quedárselo, no podía soportar estar allí sin él.

Pero sobretodo recordaba el dolor.

El dolor de ser la causa de que Yuki pudiera quedarse ciego de por vida. La culpa por creerse que lo estaba protegiendo, que lo estaba queriendo, cuando al final fue el único que le hizo daño.

La operación era mañana y ni siquiera podía llamarlo para desearle que tuviera buena suerte. Al principio no lo había echo por miedo a que Tohma estuviera en la habitación y le colgara, o le dijera algo a Yuki. Luego por que ya sería demasiado tarde para explicarle a Yuki por que había tardado tanto en llamarle. Y ahora ni siquiera podía pensar en él sin acabar llorando, imagínate tener una conversación telefónica con él.

Tenía que dejarlo marchar.

Tenía que olvidarse de él.

Después de esto, Yuki no querría volver a verlo nunca más, y puede que así, algún día le perdonase por haberle echo acabar en el hospital.

Pero era tan difícil.

Todo le recordaba a él, cuando cerraba los ojos solo le veía a él, cuando escuchaba música, solo oía sus palabras. Por momentos creía que se estaba volviendo loco. Por la noche no podía dormir, y se levantaba del sofá que le había dejado Hiro para dormir y se quedaba en la terraza, mirando las estrellas, preguntándose estaría pensando Yuki en aquellos momentos.

Solo un día más para la operación.

~ ~ ~

Yuki no tenía un buen día.

En realidad, no había tenido ningún buen día desde hacía unos cuantos días.

No solo no había tenido noticias de Shuuichi desde el Martes, en que le prometió que vendría a verle al día siguiente, sino que además cada vez que preguntaba por él –que no era muy a menudo, por que aún ciego, uno seguía teniendo su orgullo- solo recibía largas y vagas explicaciones de que estaba muy ocupado o descansando. Ya le habían dado el alta, maldita sea, ¿por qué no había venido a verle ya? Su operación era en dos horas y ni siquiera había recibido una palabra de ánimo de su supuesto amante.

Yuki estaba enfadado.

Incluso había llamado un par de veces a su casa con la esperanza de que le contestase para poder oír su voz al menos, pero no había obtenido ninguna respuesta. Y había esperado bastante. ¿Por que nunca se le ocurrió comprar un contestador?

Furioso no sabía muy bien contra qué, Yuki golpeó la mesilla con su puño, haciendo que algo que originariamente estaba allí, se cayera al suelo causando un gran estrépito.

-No hacía falta que lo tirares, se te notaba a la legua que estás de mal humor –dijo una voz femenina con un ligero acento europeo que Yuki no recordaba haber oído antes.

La mujer se acercó a él, y le tocó el brazo con cuidado, para cerciorarse de que no había daños, y luego se alejó para –según los ruidos que Yuki podía oír- recoger el vaso de agua y la bandeja con las pastillas que había esparcido por el suelo.

-Bueno, por lo menos el vaso no tenía agua, si no esto sería un caos

-¿Quien es usted?

-Su hada madrina, ¿tú quién crees? La enfermera, por supuesto. Giovanna, pero puedes llamarme Gio-chan –se quedó callada un momento- Aunque visto lo visto si te hace falta una...

Yuki iba a contestarle algo desagradable acerca de enfermeras sin tacto y el hecho de que las personas ciegas no pueden ver, pero ella continuó hablando, ignorándolo completamente.

-¿Así que estás nervioso por la operación? Nunca lo hubiera dicho, parecías demasiado... frío para todo eso.

-¿Cómo dice?

Yuki oyó una risilla.

-Vamos, llevas toda la mañana refunfuñando y negándote a ver a tus visitas. Apostaría a que algo te preocupa.

-Sí, pero no es la operación precisamente.

Yuki se mordió el labio inferior inmediatamente, ¿cómo podía habérsele escapado eso? Solo quería que se marchase y le dejase estar en su miseria en paz, ¿es que era demasiado pedir?

-¿Ah, no? –oyó decir a la voz con sorpresa –Me pregunto que será entonces.

Yuki suspiró sonoramente.

-¿Por qué se molesta?

-Por que soy la enfermera, claro. Mi trabajo es hacer que todo esté donde debería estar, y que esté bien. Y creo que esa actitud no es la mejor forma de enfrentarse a una operación de esa clase.

-Bueno, no es culpa mía.

-¡Esa si que es buena! –dijo la enfermera, y se rió con fuerza, para desgracia de Yuki- No es culpa tuya que fuera haya un montón de personas que están muy preocupadas por ti, y que tú ni siquiera les dejes que te deseen buena suerte para la operación, claro.

-No están todos los que yo quisieran –se oyó decir Yuki, lo suficientemente enfadado como para perder el control así sobre sus palabras.

-Aja –dijo, y Yuki casi pudo verla asentir- Por eso es por lo que no lo he visto por aquí. ¿Tú ángel guardián no ha llegado aún?

-¿Ángel? ¿Se refiere a Shuuichi?

Yuki se quedó pensando un momento, ¿no le había contado algo Shuuichi de una enfermera? ¿Cómo dijo que era.... Gio-nosequé? Claro, por eso le sonó el nombre cuando se lo había dicho antes. Esta era la enfermera que había estado cuidando de Shuuichi cuando estuvo ingresado.

Genial, el día iba mejorando por momentos.

-¿Quién si no? Tiene que ser un verdadero ángel para—

-¿Aguantarme?

La enfermera rió suavemente.

-Iba a decir para no perder nunca su sonrisa, pero creo que es la misma idea, sí.

Yuki también sonrió.

-Bueno, puede que me odies, pero al menos he conseguido que sonrías. Ya he cumplido mi propósito bueno del día –dijo sonando satisfecha consigo misma.

-No la odio. Al menos de momento. Creo que esperaré a ver si salgo vivo de la operación para crearme una enemiga más.

Ambos rieron, y Yuki por fin notó que el ambiente se relajaba, y que él se sentía más tranquilo. Bueno, todo lo tranquilo que se puede uno estar en una situación como esa, de todas formas. Aunque aún había cosas que le preocupaban.

-¿Es cierto.... que no lo ha visto en estos días?

La enfermera negó con la cabeza, mientras le explicaba que esa semana le tocaba el turno de noche y que hubiera sido muy difícil que lo hubiera hecho aunque hubiera venido.

-Es extraño, ne? Pero seguro que tiene sus razones.

Yuki no dijo nada.

-Pero aún así, hay personas que están aquí, y que están tanto o más asustadas como tú por lo que pueda pasar. Creo que les gustaría que les dejaras verte antes de la operación, para darte su apoyo. Y creo que a ti también te gustaría, ne?

Yuki suspiró. No tenía sentido negarse a verlos por que estaba enfadado. Solo conseguiría hacerles sufrir más. Si algo le había enseñado Shuuichi en el tiempo que habían estado juntos, es que no costaba nada hacer felices a los demás, y que además al hacerlo, te sentías muy bien por dentro, algo que Yuki no solía sentir muy a menudo.

Además, aunque no lo admitiera abiertamente, quería a Mika y a Tohma, incluso al estúpido de Tatsuha. No era mucha la gente a la que le importaba de verdad, y no quería hacerles sufrir.

-Tiene razón, Gio-san, creo... creo que deberías dejarles entrar.

Giovanna sonrió, y le tocó el brazo a Yuki en un gesto de asentimiento, como para decirle que estaba haciendo lo correcto, y abrió la puerta de la habitación. Les dijo a Mika y a Tohma que podían pasar, y quedó en avisar también a Tatsuha, que había bajando un momento a por café a la máquina de la cafetería.

Mika, previsiblemente, se echo a llorar, y lo estuvo abrazando durante todo el rato hasta que vino el médico, diciéndole parlabas de ánimo al oído. Tohma no habló demasiado, pero le aseguró que todo saldría bien, y que no tenía nada de que preocuparse.

Yuki no sabía muy bien por qué, pero había algo en el tono en que lo decía (en el que solía decir la mayoría de las cosas, en realidad) que le hacía creerle a ciencia ciega, y nunca mejor dicho.

Mira, al final se alegraba de haberles dejado pasar.

Tatsuha llegó en el último momento cargado de chocolatinas, y casi se puso a llorar al darse cuenta de que si le pasaba algo a Yuki no se quedaría sin la persona que él conocía con buenos contactos para conseguirle pases para los conciertos de su amado Ryuichi, punto en el cual Tohma estuvo a punto de pegarle en la cabeza, pero desistió de hacerlo por respeto a Mika, y que hizo reír de buena gana a Yuki.

El medico llegó entonces, y les comunico que era hora de irse.

-Estaremos aquí cuando despiertes, Eiri.

-¡Y más te vale que despiertes! -le espetó Tatsuha, con su habitual espontaneidad.

-¡Baka! ¿Cómo se te ocurre hablarle así a Eiri antes del operación?

Tatsuha miró con cara de no comprender lo que decía su hermana, que siguió riñéndole por su poco tacto ante la situación de su hermano, mientras Tohma se acercaba a Yuki y le cogía la mano a Yuki, apretándola con fuerza.

-Buena suerte, Eiri.

-Arigatou

Después, dos enfermeros arrastraron la camilla en la que se encontraba Yuki hacia el quirófano siete de la segunda planta del hospital. Allí ya había varios cirujanos reunidos, que charlaban amistosamente sobre lo que iban a hacer el fin de semana mientras se colocaban guantes esterilizados. Yuki prefirió ignorarlos. No le gustaba la idea de que se tomasen la operación, su operación, tan a la ligera. Le saludaron a amablemente con la cabeza cuado lo vieron entrar, y volvieron a sus conversaciones.

Lo último que vio antes de que le pusieran la mascarilla con la anestesia, fue al doctor Nagashi diciéndole que todo saldría bien, que se relajase despacio y luego... todo se volvió blanco....

....demasiada luz....

y luego nada.

Todo estaba oscuro.

Yuki se dio cuenta que ya no podía oír las voces de los cirujanos, ni el ruido metálico de los instrumentos. Ni siquiera oía los pitidos de las máquinas a las que se suponía que estaba conectado.

Un miedo le asaltó de repente, ¿es que algo había salido mal? ¿se había producido un apagón en el hospital?

O peor.... ¿estaba muerto?

Yuki no era una persona muy religiosa, en términos prácticos. En realidad, prefería mantenerse alejado de cualquier tema espiritual cuanto más podía. Su padre ya era suficientemente religioso por los dos, muchas gracias. Pero aún así, siempre había preferido la idea occidental de un cielo (o un infierno, que para el caso a él le daba igual) en que pudiera descansar tu alma, a tener que vivir una y otra vez reencarnándote en dios sabe en qué para toda la eternidad. La vida ya le parecía demasiado dura como para tener que vivirla más de una vez.

Yuki estaba empezando a arrepentirse por no haber prestado atención a las historias que les había contaba su padre en el templo algún día cuando eran pequeños, cuando descubrió que le picaba la mano.

Le picaba terriblemente.

Levantó su brazo derecho y se arrascó suavemente cerca de la muñeca, donde parecía haber algo metido bajo su piel.

Oh, calla. Era el cable del suero.

De repente empezó a ser consciente de otras voces de distintos tonos, que susurraban palabras a su alrededor, y movían cosas que hacían ruido.

¿Pero entonces no estaba muerto?

Oyó entonces un pequeño sollozo.

-...ya está despertando...

-..no te pongas encima de él...

Manos que le tocaban la cara.

-..dejarle espacio....

Una puerta que se abría y pasos acercándose.

-¿Cómo se encuentra, Eiri-san?

La voz del doctor Nagashi.

Vale, estaba vivo después de todo. La operación había terminado, y había salido con éxito, presumiblemente. O eso esperaba. Pero entonces había algo que fallaban en esa ecuación, por que...

-¡Sigo sin ver! ¡Sigo sin VER!

-Tranquilícese, Eiri-san –le dijo Nagashi, sujetándole los hombros para impedir cualquier movimiento brusco por su parte y manteniéndole firmemente echado en la cama -sus ojos están vendados. Por eso no puede ver.

Yuki reprimió las ganas de pegarle un puñetazo al médico pedante, más por que seguramente no acertaría con la dirección en que estaba su cara y no quería acabar dándole la su hermana o a Tohma por error, que por ganas.

-¡Quiero saber por que aún llevo una venda!

-Recordará que acaba de sufrir una operación delicada en la cornea de sus ojos, sensible a los cambios de la luz. No pretenderá que dejemos entrar libremente a la luz del sol cuando su cuerpo aún está tratando de terminar de curarse, ne?

Oh. Eso tenía sentido. Yuki no lo había pensado hasta ahora.

Siempre después de cualquier operación hay un periodo de ajuste, aún supervisado por los médico para evitar posibles problemas pos-operatorios y facilitar la tarea del cuerpo de regenerarse. Y él se llamaba a sí mismo escritor... olvidándose de un echo tan obvio y poniéndose histérico delante de todo el mundo.

Definitivamente, ése no era su día.

Viendo que se había calmado por fin, Nagashi dejo de sujetarle y se apartó, disculpándose por no haberle mencionado antes que no podría ver inmediatamente después de la operación, sino que debía pasar un periodo de reajuste con los ojos vendados.

-¿Cuánto tiempo tendré que levarlos así? –pregunto Yuki al fin, más calmado.

-Entre dos y tres semanas. El momento exacto se determinara de acuerdo a los resultados de las pruebas que se le realizarán.

Yuki titubeo un momento antes de volver a hablar.

-¿Volveré... volveré a ver?

-Eiri...-suspiró Mika.

Hubo un pequeño silencio después de eso, pero Yuki casi pudo ver al doctor mirar furtivamente a Tohma como queriendo saber su opinión y a Tohma asintiendo levemente. Sabía que Yuki quería saber la verdad.

-Aún es muy pronto para saberlo, Eiri-san. Deberemos esperar a las pruebas. Sin embargo, he de decirle que la operación en si fue todo un éxito, todo salió tal y como se esperaba. Ahora todo depende de usted.

A Yuki le hubiera gustado hacer más preguntas, pero Tohma y Mika insistieron en que debía descansar un poco antes de nada, y prometieron que volverían más tarde para ver cómo estaba. Yuki casi se lo agradeció. La verdad era que, aun habiéndose pasado casi dos horas dormido por la anestesia, se sentía muy cansado.

Y, más que nada, echaba de menos a Shuuichi.

No sabía qué era exactamente, pero había algo que le faltaba su lado. Y que hacía que le doliera un lugar que hacía mucho tiempo había querido olvida. Su corazón.

No entendía por qué no estaba allí, con él, apoyándole en esos momentos. Puede que estuviera siendo egoísta, según cómo lo había tratado desde el principio, no le hubiera extrañado que hubiera cogido un día sus cosas y le hubiera dejado sin una palabra. Pero Yuki creía que ya habían pasado ese punto en una relación que todo está como en el aire, y que Shuuichi lo conocía mejor que todo eso. Que sabía que baka ya no era un verdaderamente un insulto, que realmente le gustaban las pequeñas notitas que le dejaba pegadas en el frigorífico por las mañanas si se levantaba más pronto que él para ir a ensayar, que esperaba impaciente sentado al lado del teléfono las llamadas que le hacía cuando estaba lejos, de gira.

Pero, siempre podía estar equivocado.

Lo que no entendía era, ¿por qué ahora?

Cuando despertó, un poco después de la hora de comer, no estaba solo en la habitación. Eso le desagrado un poco, la verdad era que no quería hablar con nadie en aquellos momentos. Pero Tohma, ajeno a lo que pensaba, sonrió cuando le vio moverse, y acercó la silla donde estaba sentado.

-¿Cómo te encuentras?

-¿Es la pregunta del mes o qué?

Tohma pareció herido un momento, retirando un poco la mano que mantenía al lado de la de Yuki, pero no dijo nada. Yuki suspiró. Tohma no tenía la culpa de nada, no valía la pena desquitarse con él.

-Estoy mejor. Menos cansado y con la cabeza despejada.

-Eso está bien.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí, Tohma?

Tohma pareció confuso por un instante, no sabiendo muy bien qué decir.

-...Un rato. Mika y Tatsuha se han ido a recoger un poco de ropa para ti, el médico nos ha dicho que esta noche ya podrías dormir en casa.

En casa, ciertamente, pensó Yuki, Pero, ¿con quien? ¿qué pasará cuando llegué a casa y vea a Shuuichi después de...?

Tohma le miró con cara interrogante, sin entender que era lo que Yuki estaba pensando. Al darse cuenta de que él no podía verle, dijo casi suspirando

-Eiri...

-Dime la verdad, Tohma. ¿Por qué no ha venido?

El otro suspiró, dándose cuenta por fin de por donde iba a línea de pensamientos de Yuki. Por supuesto, era el cantante. El único que lograba hacerle daño una y otra vez.

-Sindou-san se ha ido, Eiri.

Yuki hubiera parpadeado, de haber podido.

-¿Nani..?

-Él ha decidido que lo mejor para los dos, para vosotros dos, es... marcharse.

-¿Marcharse? ¿Marcharse a dónde? ¿De qué.... estas hablando?

Yuki notaba que le faltaba el aire. Curiosa reacción, cuando tienes una mascarilla de oxígeno inyectándole directamente por la nariz.

-Se ha... ido de casa. Le dije que podía quedarse el piso si quería, pero prefirió marcharse. También me dijo que lo lamenta mucho, pero..

-¿Por qué? ¡¿Por qué?!

Yuki podía notar su furia, pero también un dolor intenso en el pecho. No podía creerlo. Lo había echo, Shuuichi lo había echo. Había cogido sus cosas y se había marchado. Así, sin más. Sin despedirse. Era gracioso que siempre que Yuki se había imaginado su despedido final, Shuuichi lloraba mucho, y se despedía diciendo algo del tipo de jamás-te-olvidaré, antes de dar media vuelta y marcharse para siempre.

Pero nunca así, de una manera tan... cobarde.

-Tienes que entender, Eiri, que no tenía sentido seguir así. Qué... en el fondo solo os hacíais daño. Es... mejor así

-Es...mejor...así –repitió Yuki, sin entender realmente las palabras. Y se dio cuenta con horror, que sus ojos le dolían, y que la venda se estaba empezando a pegar a sus párpados.

Estaba llorando.

De repente, unos brazos los rodearon fuertemente, intentando consolarle, y una voz le decía que no se preocupase, que todo iba a salir bien. Que no dejaría que nadie le hiciera daño, nunca más.

Sin embargo, esta vez, ya no le sonaban tan convincentes. Esta vez, no le hicieron sentirse mejor.

Antes de que ninguno de los dos se diera cuenta, la figura que había estado escuchándolo todo desde la puerta de la habitación, la cerro suavemente, y se apoyó contra la pared de enfrente, suspirando tristemente.

-Tohma...

¡Gracias a todos los reviwers! Por sus ánimos y por ser tan pacientes conmigo, arigatou.
Y solo para que conste, las amenazas no son un buen aliciente para ningún autor ;P