Espero haber captado bien la personalidad de Hiro, por que es un personaje que me encanta ^^;;
~2~
Hiro se revolvió en la cama un par de veces, antes de darse la vuelta y coger el maldito teléfono, que llevaba sonando insistentemente un rato. Vagamente, se preguntó donde demonios estaría Shuuichi para no haberlo oído.
-Moshi moshi... ¡Ah, Ayaka-chan!… iie, ya estaba despierto…. Hai, hai.... ¿En serio? ¡Eso es genial!.... claro.... ¿entonces te llamo a las ocho?......hai,..... ok. Ja ne!
Hiro colgó y bostezó sonoramente. Por un momento sopesó el volverse a echar, aún eran las nueve y cuarto y era sábado, con lo que no había que madrugar para ir al estudio, pero decidió levantarse y darse una ducha, en cambio. No podría dormir de todas formas después de haber hablado con Ayaka.
Cuando se acercó al servició, descubrió que el agua ya estaba corriendo, y que el cristal estaba empañado de vapor. Así que ahí era donde estaba Shuuichi.
Al momento, y como contestando a su pregunta, Shuuichi salía envuelto de una toalla amarilla del baño, y mesándose el pelo.
-Hiro... ohayo.
-¡Ohayo!
-¿No te habré despertado, ne?
-Iie, llamó Ayaka por teléfono.
Shuuichi intentó sonreír.
-¿Ah, si?
-Hai, le han dado la beca para que haga los estudios en la universidad.
-Es... fantástico
Hiro lo miró preocupado.
-Shuuichi, ¿estas bien?
El otro apartó la mirada, y se volvió, dirigiéndose al dormitorio.
-Hai... voy a vestirme.
Sin decir nada más, entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí.
Hiro meneó la cabeza suspirando. Llevaba así toda la semana desde que salió del hospital, con cara la triste y el espíritu apagado, la mayoría del tiempo intentando disimular las lágrimas.
Y, por supuesto, todo tenía que ver con el escritor.
Hiro decidió que ya se podría tomar la ducha más tarde, por que ahora era hora de hablar seriamente con Shuuichi. Vale que no quisiera ir a hablar con Yuki después de la conversación amenazante que mantuvo con Seguchi-san, pero no podría negarse a hablar con él. Esto ya había llegado demasiado lejos.
Con paso decidido se encaminó hacia el dormitorio y, sin llamar, abrigó la puerta de golpe. Shuuichi estaba delante del armario, metiendo la camiseta sin mangas con la que presumiblemente había dormido sin ningún cuidado. Estaba totalmente vestido, y parecía que con intenciones de salir.
Al no obtener ninguna reacción de Shuuichi, Hiro carraspeó sonoramente, haciendo que su amigo se volviera para mirarle, mientas cerraba la puerta del armario.
-¿Hiro?
-Ano.... ¿vas alguna parte? –lo dijo más en tono de afirmación que de pregunta, como si solo dijera lo obvio, pero Shuuichi contestó de todas formas.
-Hai, casi no queda arroz, y de fruta andamos también mal, así que voy a salir a comprar.
Hiro le miro con asombro mientras Shuuichi, sin esperar ninguna respuesta de él, cogía su mochila, se la colgaba al hombro y se dirigía a la puerta de la salida, poniéndose sus zapatillas deportivas. Justo antes de que abriera la puerta, Hiro le llamó.
-¡Shuuichi, espera!
Shuuichi se paró delante de la puerta, con la espalda hacia él. Se giró muy lentamente, y Hiro no pudo evitar que su corazón le diera un vuelvo cuando vio la tristeza que tenía reflejada en su cara.
-Hiro.... onegai, ahora no.
-...demo
-Necesito estar ocupado, Hiro.
Y Hiro sabía que era le dejaría marchar. Nunca podría hacer nada que pudriera empeorar su estado, Shuuichi le importaba demasiado como para hacer eso. Y aunque si necesitaba que alguien le dijera un par de cosas bien dichas, no era ese el momento.
Hiro le sonrió, y afirmo con la cabeza lentamente. Shuuichi le dio miró con ojos agradecidos, y también le sonrió, más sinceramente que esa mañana -o eso le pareció a Hiro- y se marcho, cerrando la puerta.
Si, era lo mejor. Al menos de momento.
Además, debía de hablar con una persona, que también era parte del problema. No era justo que Shuuichi tuviera que estar así por culpa de alguien que por alguna razón creía que podía manipular los sentimientos de la gente según su voluntad. Yuki tenia derecho a saber que clase de persona era Seguchi-san.
Y Hiro iba a hacérselo saber.
Pero antes de hacer nada, se dio la ducha que tanto necesitaba, se afeitó, y se vistió, sintiéndose mucho mejor. Entró en la cocina para hacerse un ligero desayuno, no era buena idea mezclar la rabia con un estómago vacío, podían tener consecuencias desastrosas, se dijo con humor. Pero se dio cuenta de que Shuuichi realmente tenía razón cuando dijo que necesitaban hacer algunas compras. La nevera estaba prácticamente vacía.
Genial.
Pues no tenía tiempo de esperar a que Shuuichi regresara con algo que llevarse a la boca, tendría que esperar a poder comprarse algo de camino al hospital. Por que allí era donde Hiro suponía que se encontraba Yuki, y pobre del que se interpusiera en su camino, fuera el presidente de la compañía o de todo Japón, a Hiro le daba igual.
Esta situación debía terminar.
Cogió un papel que había encima de su mesa y un bolígrafo, y le escribió una pequeña nota a Shuuichi diciéndole que salía a recoger un poco de ropa par él, y que estaría de vuelta en un par de horas como mucho. No esperaba que la conversación con Yuki fuera demasiado larga.
Se puso su casco, y no tardó ni veinte minutos en llegar al Hospital General de Tokio con la moto. Ya se sabía el camino casi de memoria, por triste que eso pareciera. Aparcó en el aparcamiento del hospital, que esa vez estaba relativamente vacío gracias a Dios, y se apresuró hacia la entrada. No quería encontrase con el presidente, aunque no le tuviera ningún miedo, y confiaba en que a estas horas estaría en su despacho en la compañía de discos, como solía hacer muchos sábados.
Ates de subir a la habitación, sin embargo, se compró un bocadillo en la máquina de la cafetería, solo para acallar a su estómago, que no estaba acostumbrado a estar tan vacío a esas horas de la mañana.
Al ir coger el ascensor para ir a la segunda planta en busca de la habitación de Yuki, una mano lo retuvo y le obligó a pararse casi en seco.
-¡Oye! Sabrás que no está permitido correr en el hospital, muchachillo.
Hiro se dio la vuelta, y sonrió.
-Ya no soy un muchachillo. Y esto es una causa de fuerza mayor.
La mujer se rió sonoramente.
-Oh, causa mayor ne? ¿entonces debo asumir que nuestro pequeño cantante está en problemas con cupido?
-Lo conoces bien, Gio-chan.
La enfermera se apartó un mechón del pelo de su cara, sin perder la sonrisa.
-Bueno, que le vamos a hacer, es un don. –su cara se volvió más seria entonces- Pero te diré que si buscas al escritor, ya no está aquí.
Hiro se quedó sin palabras. Habia llegado demasiado tarde. Siempre había asumido que le obligarían a quedarse al menos un día después de la operación, nunca que se iría el mismo día. Ahora probablemente Seguchi-san lo tendría escondido en algún apartamento secreto donde sería imposible encontrarlo.
-K'so...
-No hace falta decir palabrotas para expresar el enfado. Si quieres te dejo que rompas una de las sillas de plástico de la cafetería , a ver si así nos comprar unas decentes.
Hiro no pudo por menos que sonreír.
-Esto dificulta las cosas.
Giovanna se quedó pensando un momento.
-No sé lo que habrá pasado, y que Dios me de entrometerme en problemas ajenos, pero si te sirve de algo, y de forma absolutamente cofidencial –se inclinó un poco hacia Hiro con gesto travieso, y éste se agachó un poco- el escrito tendrá que venir a una revisión el martes por la mañana.
A Hiro se le iluminaron los ojos. ¡Esa sería su oportunidad entonces!
-Arigatou, Gio-chan -le dijo al tiempo que reprimía sus ganas de abrazarla, que por alguna razón no le pareció una gran idea- Acabas de salvarme la vida.
-¡Ui! Tranquilo, que te haré pagarme el favor cuando se me ocurra algo.
Ambos se rieron, y Giovanna volvió a su posición original, cruzando las manos en las caderas.
-Todo sea por el bien del pequeño ángel.
Hiro asintió, y no sabía muy bien por qué, pero se sentía mejor ahora que cuando entró en el hospital. Giovanna miró de repente el reloj que colgaba de la pared al lado de la ventanilla de información, y entornó los ojos.
-Deberás disculparme pero tengo que irme ya, por que ya sabes que en la vida...
-...de una enfermera no existe el descanso, ne?
Giovanna lo miró un momento divertida, antes de soltar otra carcajada.
-¡Exacto! Buena suerte con tu búsqueda.
-Arigatou, por todo.
La enfermera bajó la cabeza aceptando su agradecimiento, y se alejó hacia los ascensores, desapareciendo tras las puertas metálicas.
Hiro se quedó un momento más mirando hacia el ascensor, antes de darse la vuelta y encaminarse hasta la salida. No tenía sentido quedarse allí, ya se aseguraría el martes de no perder a Yuki cuando viniera a la revisión.
Con paso decidido, se subió en la moto y arrancó el motor, alejándose del hospital a una velocidad moderada. Lo mejor sería hacer lo que le había puesto en la nota a Shuuichi, ir a casa de Yuki y recogerle algo más de ropa, y algunos mangas, videos de NG o algo así, para animarlo el fin de semana que venía. No creía que pudiera soportar ver a Shuuichi deprimido dos días más seguidos.
Cuando aparcó la moto cerca del apartamento, fue cuando se dio cuenta de que se había olvidado llevar la llave de Shuuichi.
Hiro volvió a maldecir. El día iba de mal en peor.
Miró el reloj y se dio cuenta de que ya casi eran las doce y media. Sopesó sus posibilidades: podía regresar a casa, coger la llave de Shuuichi y tener que explicarle donde había estado toda la mañana si no era en su casa cogiendo ropa, o bien podía intentar abrir la puerta sin usar la llave y ahorrarse un montón de problemas.
Sin dudarlo, optó por la segunda.
De pequeño lo había echo todo el tiempo con las horquillas de su madre para poder abrir la puerta del desván donde le guardaban (lo cual viene a ser una forma amable de decir esconder) la guitarra. De algún modo a sus padres no les gustaba demasiado la idea loca que tenía de querer montarse un grupo con Shuuichi, y mucho menos de dejar los estudios para hacerlo. Ellos pretendían que terminase la enseñanza media, y así poder tomar un puesto de "responsabilidad" en la pequeña empresa de su padre.
Hiro estaba muy contento de no haberles hecho caso.
Pero gracias a eso, con una pequeña ganzúa que encontró debajo del asiento de su moto (gracioso, por que Hiro no recordaba haberla puesto ahí en primer lugar) y asegurándose de que no había ningún vecino a la vista, consiguió que el tranco de la puerta cediese. Gracias a dios que no estaba puesto el pestillo, o no lo habría conseguido tan fácilmente.
Sin pensárselo dos veces, se deslizó hacia el interior y cerro la puerta. Suspiró, y se dio la vuelta para dirigirse al dormitorio, o lo intentó, justo cuando un bate de baseball le pasó rozando la cabeza.
Por suerte, los reflejos de Hiro eran bastante buenos, y logró esquivarlo, pero cayó al suelo en el proceso. Se tapo las manos en gesto de defensa cuando vio venir una nueva acometida, pero el palo nunca le alcanzó.
-¡Oh, dios mío! ¿Na...Nakano-san? ¿Se encuentra bien...?
Hiro levantó la cabeza, y vio a la hermana de Yuki mirándolo con gesto preocupado, intentando ayudarlo a levantarse con una mano y sujetando el bate de baseball en la otra.
-Hai....creo
-¡Oh, lo siento muchísimo! Pensé.... pensé que quizás era un ladrón...
-Pues le hubiera dado un buen golpe, señorita.
Mika se mordió el labio inferior, sin dejar de mirarle la cara como buscando alguna herida.
-Gomen, yo...
-No pasa nada, Seguichi-san. –dijo Hiro, ya más calmado- Soy yo el que debería discúlpame por entrar a hurtadillas al apartamento así.
Mika dejó el bate apoyado en la pared, y le indicó el sofá para que se sentaran, algo que Hiro le agradeció. Una vez acomodados, Mika se volvió hacia él.
-¿Por qué entras a hurtadillas a casa de mi hermano?
Hiro miro a Mika e intentó estudiarla, quería averiguar de que lado estaba. Por lo que Shuuichi le había contado, lo único que quería era que Yuki dejase de sufrir y fuera feliz, eso estaba más que claro, pero lo que Hiro desconocía era si esa felicidad incluía a Shuuichi o no.
Decidió que fuera lo que fuera, la verdad sería lo más correcto.
-Vine a buscar un poco de ropa para Shuuichi, pero me dejé olvidada su llave en mi apartamento, y como no tenía tiempo de volver a por ella....
-Decidió hacer de Indiana Jones y entrar a la aventura.
-Una bonita forma de describirlo
-Yo no diría que la idea fuera bonita. He estado a punto de quedarle sin cabeza –le dijo Mika con tono aprensivo, aferrándose con fuerza a la falda que llevaba.
Hiro se rió al oír el comentario.
-Bueno, reconozco que me sorprendió, pero hace falta más que eso para acabar con Nakano Hiroshi.
Pero Mika lo seguía mirando con gesto preocupado.
-De verdad, estoy bien. Aunque no sabía que Yuki-san tuviera un palo de baseball en su casa.
-Yo tampoco. Cuando oí los ruidos en la puerta, fui a la cocina a buscar algo con lo que defenderme y lo encontré.
Hiro asintió, y Mika no dijo nada más. Hubo un pequeño silencio, mientras el guitarrista la observaba recorrer con la vista el apartamento, que aún tendiendo todos los muebles, parecía deshabitado completamente.
-Así que se ha ido a tu apartamento, ne?
-Hai..
-Sabía que no se quedaría aquí.
Y Hiro vio llegar su oportunidad
-¿Sabe... lo que ha pasado?
-Claro que lo sé –dijo con altanería, pero luego añadió algo más bajo- aunque no gracias a Tohma, eso es seguro.
-Ano...
-Es un error –dijo de pronto, con firmeza.
Hiro casi se atragantó de la sorpresa de que quizás podría encontrar en Mika una aliada, pero decidió dejar que continuase.
-Yuki.. Yuki debe elegir con quien quiere estar, nadie debe... elegir por él, obligarle..... Pero, pero no lo entiende, no ve que así solo consigue... causar más dolor...
-¿Seguchi-san?
Mika volvió a la realidad al oír a Hiro decir su nombre.
-Oh, gomen. Y llámame Mika, por favor.
-Solo si tu me llamas Hiro
Mika y Hiro se sonrieron, pero la sonrisa de Mika era un sonrisa triste.
-Sé que piensas que mi marido es horrible por hacer lo que ha hecho, pero tiene sus razones. No digo que sean las correctas, pero no lo hace por que quiera hacer daño a Shuuichi, de verdad.
-No tienes que justificarle...
-No lo hago. Solo quiero que no se le juzgue a la ligera. No es una mala persona.
-Nunca he dicho que lo fuera, pero mi principal interés aquí es Shuuichi, y Tohma no está haciendo sino dañarle con esta situación.
-También a Eiri, aunque él no quiera verlo.
-¿Qué quieres decir?
Mika sonrió, y esta vez parecía un poco más animada que antes.
-Oh, vamos. ¿Crees que Shuuichi es el único que puede deprimirse y llorar por no estar con mi hermano? Puede que Eiri sea... frío algunas veces, pero desde luego no está hecho de piedra, y quiere mucho a ese chico.
-¿Yuki-san está deprimido?
-Puedes apostar a que sí. Y si hay algo peor que un Eiri enfadado, es un Eiri enfadado y deprimido.
Hiro no pudo por menos de sonreír. La verdad era que no podía imaginarse a Yuki triste apenándose de si mismo por que Shuuichi no estaba con él. Era superior a él.
-¿Qué te hace tanta gracia?
-No puedo imaginarme a Yuki-san deprimido.
Mika se rió levemente.
-Yo tampoco podía, hasta que lo vi.
-En realidad, parece bastante estúpido. Quiero decir, ambos están mal obviamente por que quieren estar el uno con el otro. ¿No podrían simplemente volver a estar juntos e ignorar lo que Seguchi-san les haya podido decir?
-No es tan sencillo, Hiro. Eiri está convencido de que Shuuichi le ha dejado, y no quiere escuchar a nadie, ni siquiera mi.
-A mi si me escuchará –dijo Hiro entre dientes, antes de darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.
Mika lo miró un momento extraña, pero luego su rostro se suavizó.
-¿Pretendes ir a ver a Eiri?
-Lo que sea para que Shuuichi deje de estar miserable.
-Realmente tienes ganas de morir, ne?
Hiro se rió, al tiempo que decía
-No, no es eso. No le tengo miedo a Yuki-san, y me odiaría a mi mismo si no hiciera todo lo posible por ayudar a mi amigo.
-Eres una buena persona –decidió Mika de repente, tocando levemente la mano de Hiro al decirlo- Shuuichi tiene suerte de tenerte.
-Eso es lo que intento demostrar.
Entonces Mika se puso de pie, y se arregló la falda un momento. Hiro la imitó, no sabiendo muy bien que le pasaba por la mente.
-¿Sabes? Puede que resulte. Eiri es muy cabezota cuando se refiere a la familia, pero tal vez tú logres... bueno, ya lo has hecho otras veces.
Hiro se sonrojó un poco al oír eso.
-Ano... yo..., bueno. Creo que esa será la parte fácil. Convencer a Shuuichi de que no tuvo la culpa del accidente, eso es otra historia completamente distinta.
Mika lo pensó un momento.
-Quizás Eiri pueda hablar con él...
-Muy improbable. Shuuichi no se permitiría hablar con Yuki-san por nada del mundo en las condiciones en las que está. ¡Ano baka! -dijo con exasperación- Se echaría la culpa del cambio climático si pudiera.
-Muy propio de Shuuichi.
Se quedaron mirando un momento el uno al otro.
-Tal vez.... tal vez yo pueda ayudar en eso...
Hiro arqueo una ceja mirando a Mika con cara interrogante, y se preguntó que demonios se le habría ocurrido ahora, pero a falta de una explicaión, Mika solo le sonrió.
Un escalofrío le recorrió entero. Las mujeres le daban auténtico pánico en aquellas situaciones.
En susurros, Mika y él
trazaron un plan.
Con un poco de ayuda en la próxima parte conseguiré meter un poco de sentido común en estas cabecitas suyas tan duras...espero...
