Teratoo: Blues

II

Cuando el Tte. Blues-man, mas conocido como el Tte. Ortiz, despertó, se encontró sobre una cama en una habitación con decoración a la antigua usanza japonesa. "¿Estaré soñando?" se preguntaba cuando entró una mujer con un puñado de frutas en una bandeja. -¡Hola!, no sé si entiende mi idioma, pero gracias- se apresuró a decir. Súbitamente cayó en la cuenta de qué ¡estaba en cueros!. Presa del sofocón, al intentar darse la vuelta y coger la sábana para cubrirse, tropezó consigo mismo y cayo sobre la mujer. Al caer vio con horror como la cabeza de la chica impactaba en el suelo, de la que empezaron a salir chispas. "¡Un robot!. ¡Me caguen tó lo que se menea!... ¡y me he pegado semejante hostia aparte del corte de antes por culpa de una mierda mecano pá niños...! (hum, cualquiera le dice que no es un mecano, sino un lego de nivel avanzado... ^_^. Buscando algo que ponerse (y después de haber estado media hora pegándole patadas a "la criada" sin parar de decir: ¡caguen tó, caguen tó!), lo único que encontró en una especie de armario de bambú, fue un pijama de: Los Osos Amorosos. (¡¡¡Hostia como se entere el cazador de las tinieblas!!! ;-) ). Sintiéndose terriblemente ridículo, lo único que pudo hacer fue ponérselo y empezar a investigar ese lugar.

Lorelei se giró a oír un ruido a su espalda. Se encontró con hombre de 1,70 de estatura, pese a ser delgado, se encontraba en buena forma. Tenía el pelo castaño oscuro, unos ojos marrones oscuros tras unas gafas de porte militar. - Usted debe ser el Tte. Ortiz- Afirmó al fin -Deje que me presente: me llamo Lorelei y soy la única tripulante superviviente de la Mesopotamia. Ustedes debían ser la nave enviada para rescatarnos... -. -Sí, pero algo salió mal y los hiperpropulsores se fundieron a mitad del salto, por ello no hemos podido llegar a tiempo. Pero, ¿cómo es posible que sobrevivieses 300 años?- preguntó Ortiz. -Bueno, la computadora de la Mesopotamia enloqueció y me tomó como su amante, criogenizada, hasta que Otaru y sus Marionetas: Lima, Cereza y Zarzamora me salvaron.- Respondió Lorelei al tiempo que emitía una tierna sonrisa. -Pero... - El Tte. no tuvo tiempo de terminar, ya que Tamasaburo y Baiko interrumpieron -Señorita Lorelei, ¡el castillo está en llamas!, el foco principal proviene del ala norte.- -Creo que debo de haber sido yo... - Respondió el Tte. Ortiz. Continuo ante la incrédula mirada de Lorelei - Bueno, es que, sin querer, escacharré un robotito de esos, y cuando me quise dar cuenta, una chispita saltó a la pared de papel y claro... ¡Es que a quién se le ocurre poner paredes de papel en vez de ladrillo o metal!-. -Tamasaburo, encabeza una patrulla de extinción. ¡Baiko, corre a dar la alerta general!- Ordenó Lorelei. - Estooo... ¿Lorelei?- -¿Qué quieres ahora?- respondió. Su tono ya no era tan amable como antes. -Bueno, no se como decírtelo, es que... ¡Bueno, te quiero devolver esto...!- Dijo Ortiz al tiempo que le tendía la cabeza de "la sirvienta" medio destrozada. Lorelei, hecha una furia la cogió y sin previo aviso se la encasqueto en la mollera del pobre Tte. Dejándole viendo estrellas, planetas, galaxias y constelaciones al tiempo que no paraba de cantar el "Pokerap": quiero ser el mejor que habrá jamás...

Media hora después, estaba tumbado en el suelo, con un chichón que ni Superlópez habría podido igualar. Desde fuera se oían los gritos de la multitud. Al bajar se encontró con Lorelei, Tamasaburo y Baiko. Éstas dos ultimas sujetaban a Lorelei mientras que ella chillaba: ¡Marina!, ¡hay que rescatar a Marina! ¡Aún no está completamente reparada!. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó a través de las llamas para ir a parar a unas escaleras. Bajándolas a la máxima velocidad que pudo, no se fijó en un cacho de tejado caído, tropezando, saliendo disparado hacia delante, recorriendo los últimos siete pisos cabeza abajo (menos mal que tenía muy dura la mollera...). Medio gilipollas por la caída se levantó y corriendo aún con el Pokerap rondando su cabeza y haciendo más "S" que una culebra (¡el golpe fue peor de lo que pensé!) llegó a una puerta cerrada con una tarjeta magnética. Más que puertas normales se trataba de las puertas de la caja acorazada de Fort Nox. Tras pensar un momento qué hacer (resultaba evidente la futilidad de intentar forzarlas) una inmensa llamarada surcó el techo a un metro por encima de su cabeza. Desesperado empezó a hurgar la cerradura, sin lograr nada. Entonces, al apoyarse para ver que podía hacer, la puerta se abrió hacia dentro (a alguien se le debió olvidar cerrarla la última vez). Después de estar un rato pegando cabezazos a la pared, sin parar de decir: "¡Burro, burro, más que burro!" el Tte. Ortiz entró en la sala; en una esquina encontró a Marina. "¿será ésta?, no me dieron una foto suya..." pensaba mientras que la cogía. En ese momento, una sección del techo cayó sobre ellos.

En el exterior, Lorelei estaba muy inquieta, hacia media hora que el castillo fue evacuado, pero no había rastro del Tte. Ortiz ni de Marina. Se sentía culpable por haberle pegado, al fin y al cabo, todos podían cometer errores, y el Tte. podía sentirse confundido y desorientado y sólo hizo lo que pensó que podía hacer si se sentía amenazado. En cierto sentido le recordaba a Fausto... -¡AHÍ SALEN!- gritó una voz entre la multitud. Ortiz llevaba a caballo a Marina, la cual estaba ilesa, no como el pobre Ortiz, que se encontraba en un estado lamentable. -¡Rápido!, ¡llévenle al hospital!- gritó Lorelei. Nadie pudo impedir a Hanagata sobresalir de entre la gente y correr hacia el Tte., que le miraba con una expresión de extrañeza y asombro... -¡Mi héroe, he abandonado a Otaru por tí!- su boca empezó a transformarse en un embudo- ¡BESAME, que después te enseñaré como bailo al son de los Village People!. Ortiz solo pudo mirar con terror como esa boca en forma de embudo se acercaba a sus labios(¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAJJJJJJJ JJJJJJJJJJJJJJJJ!!!!!!!!!!!!!, ¡DIOX, ESO ES ASQUEROSO!). Instintivamente se agachó (realmente se cayó de culo por la fatiga y el susto de ver esa "cosa" correr hacia él). Hanagata corría con los ojos cerrados, pensando, idealizando a su nuevo héroe-amor, sus labios tocaron otros calientes labios. El tiempo se volvió eterno en ese instante. Hanagata era feliz. Por una vez no era rechazado. Qué estúpido él de haber amado a Otaru en vez de aguardar al Tte. Ortiz. ¡Ahora era sólo suyo! Y ninguna marioneta entrometida se metería entre ambos... Cuando oyó a Lima Cereza y Zarzamora chillar al unísono, abrió los ojos, sólo para verlas y decirlas: "¡Os jodéis, que éste es mío!. Para su sorpresa, al abrir los ojos, ¡se encontró besando a Marina!. Presa de la repugnancia se giró, para ver con auténtico terror como las marionetas de Otaru corrían hacia él con una expresión de odio que le heló la sangre. La paliza consiguiente fue demasiado violenta para poderla describir. Sólo puedo decir que al lado de ésta las otras sólo fueron caricias. Poco después Otaru se unió al "fregao", para rematar lo que quedase del pobre Hanagata. Durante la paliza, Hanagata no paro de emitir unos grititos que pusieron más nerviosos a los asistentes, que al final, hartos de oírlos, también se unieron al linchamiento. Media hora después una turba de gente se encontraba linchando a Hanagata (al final le dejaron que daba pena verlo). En resumen, medio Japonés linchaba a Hanagata y el otro medio intentaba extinguir el incendio. Finalmente, el abuelo Henai llegó con su bazooka de plasma, al tiempo que gritaba a pleno pulmón: - ¡Hanagata! ¡Por la gloria de mi madre!, ¡cacho duodeno!, ¡de ésta te acuerdas!...- Tras esto puso el bazooka a máxima potencia. Después de apuntar cuidadosamente, disparó. Justo en ese momento se puso en medio el jeep de Fausto, que venía a toda velocidad con sus marionetas al ver el incendio. El impacto del bazookazo envió a Fausto a la estratosfera, al tiempo, sus marionetas salían medio "petadas" en todas direcciones, creando un revoltijo de piezas que sólo Dios sabía organizar... Henai, presa de la locura, volvió a cargar el bazooka y antes de que nadie supiese que había pasado volvió a disparar. Esta vez acertó. La inmensa explosión levantó a la masa humana que linchaba a Hanagata, desperdigándolos a los cuatro vientos. Hanagata, aprovechando la recarga empezó a correr como el diablo. Henai, ya al borde del delirio volvió a disparar al tiempo que chillaba: -¡No volverás a tocar a las marionetas de Otaru!-. No se sabe cómo Hanagata poniendo los pies en polvorosa, podía echar una carrera a un misil de plasma de una potencia de mil megatones. Al tiempo que corría tuvo que esquivar a las marionetas de Otaru, que aún no estaban satisfechas con el linchamiento. Lima, Cereza y Zarzamora corrieron tras él, aprovechando para subirse encima del misil para perseguir a Hanagata y poder alcanzarle. Ni siquiera Lima podía correr a la velocidad a la que iba Hanagata. En pocos segundos se perdieron en el horizonte...

Tras todo esto Fausto volvió a caer, teniendo la mala suerte de caer y estampar su cara sobre una "plasta" que un perro había "liberado" después de la primera explosión. No se movió de cómo estaba.

El Tte. Ortiz permanecía de pie, con los ojos y la boca abierta, contemplando la escena. Cuando termino ésta, permaneció allí, parapléjico (¡pobre! No se esperaba nada parecido y el shock le dejó así durante unas horas, tras las cuales preguntó: -¿son así todos los días aquí o sólo os alegráis de verme? (¡y aún seguían lloviendo tíos del cielo después del bazookazo de Henai!) ^_^).