Teratoo: Blues

III

Lorelei estaba exhausta, tras toda la noche extinguiendo el incendio, el largo día siguiente reparando a las marionetas de Fausto y, aparte, la reanimación de él mismo (¡aún duraban los efectos de la plasta!). Sólo pudo ver a través de la ventana del improvisado laboratorio la oscuridad de la noche. En ese momento se produjo un resplandor muy, muy lejos seguido de un trueno. En suelo tembló y algunos árboles se cayeron. Lo peor fue el alarido que oyó después de ver una centella cruzar sobre el tejado: ¡¿por qué me pasan estas cosas si soy tan bueno?! (en efecto doppler). Efectivamente, ¡finalmente el misil alcanzó a Hanagata!.

La puerta se abrió detrás de ella y entraron las marionetas de Otaru. -Tranquila Lorelei, nosotras continuaremos. ¡Ya hemos dado una lección a ese idiota de Hanagata!- exclamó Zarzamora. Lorelei sonrió y asintió. Estaba agotada tras la reparación de Lince y Pantera. Ambas estaban casi acabadas. Tigresa no tuvo tanta suerte, ya que ella recibió todo el impacto por salvar a Fausto (a todo esto, lo último que se supo del anciano Henai fue que había sido recluido en su casa y todos los que volaron por los aires por culpa de su misil, incluido Otaru, cogieron número en una porra para ver quién era el agraciado linchador (evidentemente a su edad, no podían lincharlo entre todos (el único al que se podía sin riesgo, dada su experiencia con las marionetas de Otaru debía ser Hanagata) sin que "pifiase"...). El ganador fue un tal Takomi (por lo que se sabe es otro tan rarillo como Hanagata, ¡y además reventaba las discotecas bailando con los Village People!, en fin, así es la vida), que entró en su casa la noche pasada y aun no había salido...)

Por el pasillo, Lorelei se asomó a la habitación del Tte. Ortiz. Éste estaba ejercitándose a conciencia. Parecía bastante afectado por lo sucedido, y pensaba que todo pasó por su culpa, ella pensaba que no era así, pero no estaba de humor para discutirlo. Al reanudar su marcha pudo ver a Fausto al final del pasillo. No le esperaba y se sobresaltó al tiempo que se le erizaba el pelo de la nuca. -Fa...Fausto, me has asustado, ¿estas ya despierto? Lamento profundamente lo que ha sucedido...- No llegó Lorelei a terminar la frase, ya que "Fausto" se convirtió en una masa de metal líquido que la atacó con un seudópodo en forma de aguja. Por suerte, el Tte. Ortiz saltó y la empujo a un lado, recibiendo él la aguja. Ésta entró limpiamente en su carne. Reprimiendo un grito de dolor, cayó al suelo. Pudo ver sus vísceras volando por ahí. Entonces todo empezó a volverse oscuro conforme oía a las marionetas de Otaru acudir en su ayuda.