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Capítulo 1

Voluntariamente

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Los personajes de Slayers pertencen a su creador. De ninguna forma me estoy adjudicando posesión alguna sobre ellos.

Este fic contiene referencias Shounen ai. Zelgadis / ? Además de algunas escenas un poco fuertes para el primer capítulo aunque en ningún momento son gráficas. Quedan advertidos.

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Xellos había tratado casi todo para cumplir las ordenes de Zelas y llevar a Zelgadis a la isla de Wolfpack. Pero Zelas había sido muy clara al decirle que Zelgadis debía ir a la isla voluntariamente. Difícil tarea al tratarse de una quimera tan testaruda como lo era Zel.

Afortunadamente, el Ama de las Bestias no le había impuesto límite de tiempo, pero Xellos ya comenzaba a fastidiarse de la negativa constante que Zelgadis le ofrecía. Le había prometido muchas cosas, pero la quimera sólo deseaba una cura que el sacerdote sabía que no existía. El secreto había muerto con rezo, quizás si Phibrizo existiera habría quedado alguna posibilidad de recuperar el secreto. Pero Phiby había sido eliminado por la misma L-sama.

"Voluntariamente..." Comentó por lo bajo, como si pensara. Se encontraba sentado en la rama de un árbol justo al lado del mesón donde se hospedaba Zel. Hacían varios meses que Zel se había separado del grupo, ahora que no había ningún peligro que afrontar, Lina y los demás estaban volviendo lenta su búsqueda de una cura para su condición.

"Con Lina tan lejos de la quimera no será dificil cumplir las órdenes de Juu-ou-sama y además disfrutar mientras lo hago." Sonrió vagamente. Lina era la única que podría detenerlo de cumplir sus órdenes, incluso tenía órdenes estrictas de no estorbar a la hechicera, pero en el momento en que Zelgadis decidió separarse del grupo ya no era un problema. El sacerdote de Zelas sonrió con una mezcla de malignidad y placer.

Desapareció de la rama y reapareció en el cuarto de Zelgadis sin que la quimera se diera cuenta. Zel se hallaba sentado en la cama del cuarto, su cuerpo de piedra hundiendo el frágil mueble. Con sus piernas cruzadas y vistiéndo sólo la pajama que solía llevar. No se había percatado de la presencia que lo observaba entre las sombras.

Zelgadis simplemente estaba allí, distraído en sus pensamientos y sin poder dormir. Xellos podía ver que Zel estaba muy quieto, pero sabía que en su interior bullía de emociones, fluyendo constantemente, una tras otra, constantes. Xellos las bebía todas mientras sonreía siniestramente pues todas eran emociones negativas.

"¿Problemas para dormir, Zel-chan?" La voz profunda y burlona del demonio sacó a Zelgadis de sus pensamientos de inmediato. Gruño amenazadoramente.

"Lárgate." Le dijo automáticamente.

"Yare, yare, Zel-chan. Qué animos. Deberías aligerarte un poco... aunque estando hecho de piedra creo que es algo díficil, no?" dijo sonriendo.

"Kuso... Déjame en paz Xellos." le replicó enojado. "Ni lo sueñes. Esta vez irás conmigo a Wolfpack." Le contestó Xellos abriendo sus diábolicos ojos amatistas y permitiéndo que la quimera lo mirara directamente. Zelgadis sintió que el estómago se le revolcaba. Comenzaba a sentir miedo por la forma en que Xellos lo estaba observando.

"Deja de jugar conmigo." Le dijo la quimera entre dientes pero se podía percibir el temblor en su voz.

Xellos se fue acercando a donde se encontraba la quimera. Zelgadis no podía quitar la vista de aquellos ojos púrpuras. El pánico comenzó a apoderarse de su cuerpo al notar que no podía siquiera retroceder ante el sacerdote.

"Ummmhhhh... Delicioso Zel-kun, tu terror es delicioso." Xellos se hallaba a unos centímetros del rostro de Zel. Levantó su mano enguantada y quitó algunos mechones del cabello de Zel descubriendo por completo los ojos de la quimera, que se encontraban muy abiertos.

"Mucho mejor, así podré ver cómo se reflejan tus emociones." Xellos acercó sus labios al rostro de la quimera y comenzó a acariciarlo. Zelgadis deseaba poder golpearlo, poder escapar, salir corriendo a velocidad luz. Pero la presencia de Xellos lo sujetaba firmemente en su lugar sin siquiera ponerle un dedo encima.

Se sentía demasiado extraño, el terror de estar completamente indefenso ante el monstruo que era Xellos y las delicadas caricias que le hacía en el rostro con sus labios. Zel apenas podía respirar correctamente.

"¿Quieres saber un secreto Zel-kun?" Ni siquiera podía responderle, pero en su interior sabía que lo que quisiera revelarle el sacerdote, lo iba a herir. Xellos se le acercó al oído y pudo sentir la cálida respiración mientras se acercaba más íntimamente.

"No existe una cura para tu condición de quimera Zel-kun... sólo L-sama podría, pero nadie más." Zelgadis había abierto sus ojos muy grandes, ahora sí que había olvidado cómo respirar. No existía una cura... todo lo que había pasado había sido en vano, permanecería siendo una aberración, maldito por culpa de Rezo, por todo el tiempo que le quedara de vida. Y las quimeras vivían mucho tiempo.

Xellos disfrutó cada gota de angustia y sufrimiento que Zelgadis llevaba acumulado. A pesar de que no se podía mover, sus ojos estaban arrasados en lágrimas. Tantas emociones, odio, traición, dolor. Xellos finalmente le permitió el movimiento y Zelgadis cayó de espaldas en la cama, con la mirada perdida. Poco a poco la realidad de lo que Xellos le acababa de decir fue llegando a su consciente.

Sintió ahogarse, completamente perdido, Xellos era un monstruo despreciable ante sus ojos, pero Zel sabía perfectamente que él no mentía, medias verdades pero nunca una mentira. Lentamente las lágrimas dieron paso a fuertes gemidos de dolor. Dolor por saberse maldito por el resto de su vida. Xellos colocó un sello de silencio en el lugar, así el posadero y el resto de los clientes no se enteraría de lo que sucedía. Se quedó allí, sentado en el borde de la cama, sonriendo viciosamente ante el espectáculo que Zelgadis le ofrecía con sus gemidos y llanto.

Lo observó y bebió de su dolor hasta que Zelgadis no tuvo más lágrimas. De repente Zel dejó de emanar todas esas fuertes emociones y quedó en blanco. Zel se encontraba acurrucado, con su rostro a un lado, sus ojos abiertos sin sentimiento alguno en ellos, con una expresión vacía.

Xellos decidió hacerle una nueva oferta.

"Yare, yare Zel-kun... Es cierto que no existe una cura para tu condición, pero yo puedo hacer que el dolor se vaya." Zelgadis continuaba sin responder.

Le acarició los cabellos metálicos en un aparente gesto de dulzura, pero seguía sonriendo casi sádicamente.

"Mi oferta... poder, y un lugar donde ser tratado con respeto y no como una aberración despreciable." El único gesto que le mostrara a Xellos que Zel lo había entendido fue un leve estremecimiento.

Xellos se inclinó hacia adelante y tomó el rostro de la quimera en su mano, sus ojos azules aún vacíos. Acercó nuevamente sus labios y esta vez lo besó en plena boca. Zelgadis no hizo ni un sólo ademán de responderle, simplemente se dejaba hacer como si fuera un títere en las manos del sacerdote.

"Creo que el juguete de Zelas-sama está algo roto... ummhh... espero que no se moleste demasiado." Y besándolo nuevamente, comenzó a quitarle la pajama que llevaba puesta la quimera.

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Era de mañana y Xellos despertó en la cama de Zelgadis. Había pasado toda la noche jugando con su nueva mascota. Y hablando de dicha mascota, Xellos encontró que Zelgadis no se había movido desde que terminara sus actividades la noche anterior. Seguía completamente desnudo sobre la cama, tal y como lo había dejado.

"Debo entender que tu respuesta a mi oferta es afirmativa." Sonrió el sacerdote.

"Me gustaría jugar un rato más contigo, pero tengo órdenes que cumplir." Y diciendo esto, tomó a Zelgadis aún desnudo entre sus brazos y desapareció.

Reapareció en la isla de Wolfpack, se adentró en uno de los recintos de la fortaleza del Ama de las Bestias y colocó a Zelgadis con mucho cuidado sobre la cama que se encontraba en el centro del lugar. Jugó un rato con sus cabellos mientras que la quimera seguía en aquel trance. Ya no sentía nada brotar del interior del shaman, no emanaba ningún sentimiento. A Xellos no le importaba mucho el hecho de que Zelgadis estuviera en ese estado. Simplemente cumplía sus órdenes.

"Zel-kun, apreciaré que te arregles y te vistas, Zelas-sama desea verte tan pronto sea posible."

Para su sorpresa Zelgadis comenzar a levantarse, de inmediato unas ropas muy parecidas a las que usara durantes sus viajes aparecieron a su lado, la diferencia estaba en el color azul oscuro y no el usual color beige. Las tomó y comenzó a vestirse frente a la mirada de Xellos. Nada, no había verguenza, ni pudor, no había resistencia, simplemente Zelgadis obedecía lo que Xellos le ordenaba.

Cuando estuvo vestido, Xellos se le acercó y lo besó nuevamente. Zelgadis no hizo nada para detenerlo, ni siquiera un gesto de disgusto. Pero Xellos sabía que tampoco estaba respondiendo de la forma en que él desearía. Lo sujetó del brazo casualmente.

"Es hora..." Y ambos desaparecieron, reapareciendo más tarde frente a las puertas del salón donde se hallaba el trono del Ama de las Bestias. Xellos le echó un breve vistazo a Zelgadis quien aún llevaba la mirada perdida y frunció levemente el ceño.

"Zel-kun, Zelas-sama desea saber si viniste a la isla por tu propia voluntad. Como se perciben los próximos acontecimientos, seré castigado por haberte... roto." A pesar de hablar con seriedad Xellos conservaba su habitual sonrisa y sus ojos cerrados alegremente.

"De todas formas, no sé qué podría suceder si Zelas-sama percibe que no has venido a la isla por tu voluntad." Era más bien una advertencia. Zelgadis asintió levemente y Xellos empujó las puertas que los separaban de la presencia del Ama de las Bestias.

Al llegar al centro del salón hizo una profunda reverencia y permaneció con una rodilla en el suelo sin levantar la mirada, Zelgadis le imitó perfectamente.

"De pie." ordenó Zelas.

Ambos se levantaron pero Zelgadis continuó con su mirada pegada al suelo.

"¿Es esta la quimera?" preguntó Zelas.

"Hai, Zelas-sama." contestó Xellos respetuosamente.

"Acércate quimera." ordenó Zelas.

Zelgadis se adelantó y se detuvo frente a ella. Zelas se levantó de su trono y se acercó a la inexpresiva quimera, tomándolo de la barbilla levantó su cabeza.

"Zelgadis Greywers, ¿estás aquí por tu voluntad?" le preguntó en un tono más bien bajo.

Hubo un largo silencio mientras el Ama de las Bestias esperaba la respuesta de Zelgadis. Xellos abrió los ojos, temiendo por un segundo que la quimera desatara la furia del Ama de las Bestias.

"Hai... Zelas-sama." respondió finalmente Zelgadis. El Ama de las Bestias lo observó por un momento, como si buscara algo en el cuerpo de la quimera.

"Xellos... ¿Por qué no puedo sentir nada?" preguntó Zelas sin soltar el rostro de Zelgadis.

"¿Nani?"

"Sabes bien a qué me refiero sacerdote. Casi podría decirse que rompiste el alma de la quimera." Continuó en un tono frío. "Eso no estaba en los planes..."

Xellos bajó la cabeza pero no le contestó a su señora. Al momento sintió cómo Zelas invadía su mente en busca de la información que él se rehusaba a articular. Apenas se estremeció al sentir la invasión, ya estaba acostumbrado, el Ama de las Bestias podía hacer todo lo que deseara con él. Al fin y al cabo, él era su creación.

"Sabes que mereces un castigo." Zelas se volvió a mirarlo con sus ojos dorados refulgiendo.

"Hai, Zelas-sama." Xellos resumió la posición que mostrara al entrar al salón, sobre una rodilla y con su puño sobre el pecho en una inclinación aún más respetuosa.

Zelas lo observó unos segundos y se dirigió nuevamente a Zelgadis, pero esta vez le habló al oído. Luego de unos momentos Zelgadis entornó la mirada y un fuerte rubor se mostró en su rostro para deleite de Zelas.

"Al menos no está completamente roto." Y sonrió satisfecha mostrando sus blancos y afilados colmillos.

"Xellos, quiero que vayas y te presentes en el grupo de la hechicera. Vigílalos y protégelos, aún necesitamos a esa niña."

"Hai, Zelas-sama." respondió el sacerdote desde su posición.

"Y Xellos..." Le dijo en un tono azucarado. "Si haces enojar a Lina o alguno de sus amigos, no los evites. Especialmente cuando vayas a la casa de la ex-sacerdotiza del dios Dragón de Fuego a vigilar el progreso del dragón antiguo. Tómalo como castigo esta vez, sin importar las veces que los hagas enojar, que espero sean varias." continuó en tono juguetón.

"H-hai..." Respondió Xellos con una enorme gota de sudor bajándole por la nuca.

"Por cierto, no pude evitar ver lo que le prometiste a la quimera, ¿pensabas acaso otorgarle algo de tu propio poder?" preguntó Zelas entre asombrada y sarcástica.

Xellos volvió a bajar la mirada y respondió afirmativamente con la cabeza. "Umh... no me es conveniente que mi general y sacerdote disminuya sus poderes." Soltó el rostro de Zelgadis que aún seguía un poco sonrojado. "Ve al grupo de Lina, yo cumpliré la promesa por tí, al fin y al cabo, eres mi responsabilidad."

"Hai, como ordene mi señora." Y sin decir más palabra Xellos desapareció.

Zelas no hizo ningún movimiento hasta que estuvo segura que Xellos se hallaba con el grupo de Lina Inverse.

Acto seguido, se regresó a la silla que le servía de trono y con un leve gesto hizo aparecer una copa llena de un líquido rojizo.

"Zelgadis Greywers." Lo dijo como al aire, pensando.

"Te otorgaré poderes casi iguales a los de Xellos." dijo como si se decidiera. Zelgadis se sorprendió sobremanera pero no dijo una sola palabra.

"Casi iguales porque Xellos es completamente mazoku y tú continuarás siendo quimera... a menos que decidas convertirte en mazoku." Era una insinuación, una oferta que le hiciera, claro que no había recibido instrucciones al respecto. A pesar de todo no obtuvo respuesta por parte de la quimera que le indicara que aceptaba el ofrecimiento que se le acababa de hacer.

"Y... supongo que... no es eso lo que deseas..." dijo casualmente.

"Zelas-sama..." El Ama de las Bestias se sorpendió un poco al escucharlo hablar.

"¿Por qué estoy aquí?" preguntó suavemente Zelgadis.

Zelas lo pensó un momento antes de responderle. No era como si fuera a revelarle todo lo que había visto en sueños acerca de él y todo lo que tenía que ver con la supervivencia de los mazoku como le fuera anunciado. Ni siquiera ella misma podía saber con certeza para qué debía estar Zelgadis en la isla de Wolfpack.

Zelas no se molestó en contestar la pregunta. Con un gesto de ella apareció las puertas al salón se cerraron. Zelas tomó el brazo de Zelgadis y muy lentamente, con una sonrisa predadora en sus labios, condujo al shaman hacia lo que parecía ser una cama. Sobre la cama de blancas sábanas comenzó a refulgir una luz vagamente dorada, hacia ella se dirigió el Ama de las Bestias automáticamente.

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Saludos a mina-san. Estoy aquí nuevamente. Ya sé que aún no termino la Ruu Miko, sólo falta un capítulo y ahora que tengo algo de tiempo creo que podré postearlo pronto. Espero que este nuevo fic les agrade. Se cuidan mucho y como siempre, se aceptan flamas, sugerencias y todo tipo de comentario.

¡Ja ne!