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Capítulo 3

¿General y Sacerdote?

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Los personajes de Slayers pertencen a su creador. De ninguna forma me estoy adjudicando posesión alguna sobre ellos.

Este fic contiene referencias Shounen ai. Zelgadis / ? Quedan advertidos.

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Zel no había permitido que Lina y Amelia tomaran al pequeño, no quería correr riesgos con aquellas dos, pero ambas seguían haciéndole gracias.

"¿Podrían ustedes dos comportarse?" Suspiró.

"Pero es tan lindo Zelgadis-san." Gimió Amelia.

El infante no había vuelto a llorar y aparentemente disfrutaba de las atenciones que Lina y Amelia le ofrecían. Sin embargo, Zel podía notar que la manita del pequeño estaba firmemente aferrada a su camisa. Un gesto de supervivencia, pensó. Al contrario de lo que le dictaba su razonamiento, sintió una leve sonrisa moverse a sus labios cuando el pequeño, sin prestarle atención a las chicas, comenzó mover la manita que tenía libre en su dirección.

Por primera vez Zelgadis estaba fascinado con algo más que no era él mismo. Sabía que aquel ser albergaba la misma maldad que cualquier mazoku, pero no podía evitar sentirse apegado al pequeño. Era algo instintivo y le resultaba casi imposible no sonreir cada vez que veia al infante. Bajó el rostro al alcance del pequeño y éste comenzó a palparle la cara, deteniéndose en las pequeñas piedras incrustadas con curiosidad.

"Vaya, creo que encontramos al padre del año." Bromeó Lina.

"¡¡Es tannn lindo!!" Volvió a decir Amelia.

Zelgadis los ignoró hasta que Gourry, sin haber entendido mucho de la explicación volvió a preguntarle a Lina de quién era el pequeño. Lina procedió a golpearlo violentamente en la cabeza y el pequeño en los brazos de Zelgadis comenzó a reir con deleite.

"Creo que le va a gustar estar cerca de tí, Lina." Murmuró Zelgadis con una extraña sonrisa.

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Ya era entrada la noche y Zelgadis se encontraba en uno de los cuartos del mesón. Aún llevaba al pequeño en sus brazos, pensó que se le dormirían por falta de circulación de un momento a otro. Probó dejarlo en la cama pero el pequeño seguía fuertemente sujeto de su camisa.

"Vamos pequeño, no pasará nada. Zel te está cuidando, sólo necesito cambiarme." Le dijo algo cansado. El pequeño, sin embargo, seguía sujeto. Tuvo una idea y decidió probarla, con algo de dificultad se quitó la camisa aún pegada a la rechoncha manita y envolviéndo al pequeño en ella lo puso en la cama. Al ver que no protestaba suspiró aliviado.

"Bien, creo que ya vamos haciendo un avance." Dijo satisfecho. Se cambió a las pajamas mientras el pequeño lo observaba desde la cama. Bostezó varias veces hasta que Zelgadis se reclinó en la cama justo a su lado. Sin perder tiempo, el pequeño se le acercó y se acurrucó a su lado.

"Tengo que preguntarle a Xellos más detalles de cómo cuidar a un mazoku recién nacido." Y agotado por el cansancio, se durmió de inmediato.

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La mañana siguiente Zelgadis bajó a tomar el desayuno, con el pequeño sujeto a sus ropas. Ahora el pequeño aparentaba haber crecido, incluso Zelgadis notó que pesaba un poco más que el día anterior.

"Buenos días Zelgadis-san y mazokukin." (kin - pequeño) Les saludó alegremente Amelia. Lina y Gourry ya devoraban la tercera ronda del desayuno.

"Buenos días Amelia." Le saludo Zel con más soltura que de costumbre. Se acomodó en la silla al lado de Amelia con el pequeño que tenía gesto de pocos amigos.

"¿Qué le sucede al pequeño Zelgadis-san?" Preguntó la princesa.

"Parece que hoy estan todos de muy buen humor, por lo que no hay sentimientos negativos para el desayuno." Comentó Zel. Pero no había acabo de hablar cuando Lina y Gourry comenzaron a pelear por un trozo de carne. De inmediato el pequeño sonrió y su carita se llenó de alegría.

"Ummhh... Xellos tenía razón al mencionar que no tendría problemas cuidando al pequeño si me mantenía cerca de ustedes." Razonó el shaman.

"Es injusto que un pequeño tan hermoso sea un demonio, ¿no es cierto Zelgadis-san?"

"¿No puede algo hermoso ser un demonio?" Preguntó una voz a espaldas de la princesa. Amelia pegó un grito al notar que el sacerdote de Zelas estaba justo a su lado, con una sonrisa maligna en sus labios.

"¡¡Xellos-san!!, no es justo que me asuste cada vez que aparece." Respondió la princesa enojada.

"Buenos días a todos." dijo alegremente. Lina y Gourry no dejaron de comer, Amelia lo miró enojada.

"Parece que están perfectamente bien. De paso, lamento privarles de la presencia de Zel-kun, pero debemos regresar a la isla de Wolfpack."

"¿Nani?" La princesa le devolvió una mirada preocupada a Zelgadis. ¿Desde cuándo Xellos podía manejar a Zelgadis a su antojo? ¿Estaría bajo algún hechizo del sacerdote?

"Vamos." Fue la única respuesta. Y antes que ninguno pudiera protestar, desapareció junto con Zelgadis. La princesa observó algo preocupada el lugar donde habían estado ambos.

"Esto no está bien." Murmuró para sí misma.

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Unos minutos más tarde los tres aparecieron en la isla, fuera del salón del Ama de las Bestias.

"Veo que el pequeño está muy bien." Observó curioso la manita sujeta de la camisa de Zel. "Y puedo ver que comienzan a llevarse muy bien." Comentó.

Zel le dio una mirada furiosa y el pequeño imitó la mirada de la quimera. Xellos sonrió más ampliamente y cuando Zelgadis se fijó en el pequeño no pudo menos que sonreir.

"Al menos está aprendiendo cómo tratarte, baka." Eso no le hizo gracia a Xellos. Finalmente empujó las puertas del salón. El lugar estaba nítidamente arreglado y Zelas se paseaba de arriba a abajo en el salón. Al verlos entrar se abalanzó sobre Zelgadis y le arrebató al pequeño. Se escuchó un pequeño ruido de tela desgarrándose cuando el pequeño no soltó la camisa de Zelgadis.

La quimera cayó de rodillas frente a Zelas mientras que el pequeño comenzaba a llorar descontroladamente.

"Ohh pequeño, ¿es que no te alegras de ver a tu mami?" Dijo Zelas imitando un arrullo mientras trataba de calmarlo. Al sacerdote se le hacía un tanto extraño ver a su ama tratando de calmar al pequeño. Sabía perfectamente que los mazoku no eran excelentes padres, sí tenían lazos familiares fuertes, pero no debido a una relación fraternal. Las relaciones entre los mazoku eran de poder, el fuerte sobre el débil, señor y esclavo, ama y sirviente.

"Ashura..." Dijo finalmente Zelas. "Su nombre será Ashura, demonio guerrero."

El pequeño continuaba revolviéndose en los brazos de Zelas hasta que alcanzó a morderle un dedo.

"Ahhhhh...." Gruñó enojada el Ama de las Bestias al momento que dejaba caer al pequeño. Pero antes que pudiera golpearse Zelgadis se había movido con su velocidad demoniaca y había atrapado al pequeño.

El Ama de las Bestias temblaba de coraje y Xellos temía que pronto desatara su furia contra Zelgadis o el pequeño.

"Zelgadis... llétavelo." Susurró el sacerdote. Zelgadis obedeció de inmediato. En el momento en que las puertas se cerraron tras la quimera, Xellos las selló y no pasó mucho tiempo cuando se comenzaron a escuchar gritos desgarradores en toda la fortaleza del Ama de las Bestias. Zelgadis sabía perfectamente que eran los gritos del sacerdote, quien recibía en esos momentos toda la furia del Ama de las Bestias.

Se acurrucó con el pequeño Ashura en el cuarto de Xellos y se dispuso a esperarlo.

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Hacían horas que los gritos habían terminado, pero Xellos no apareció hasta muy tarde en la noche y entró por las puertas del cuarto, lo que no era usual. Zelgadis sintió que el estómago le daba un vuelco. El sacerdote tenía profundas cortadas por todo el cuerpo, el líquido espeso y negro que manaba de las heridas manchaba sus ropas sacerdotales.

Se sentó en la cama y se reclinó sobre las almohadas apretando los dientes en un gesto de dolor. Zelgadis se acercó tímidamente a su lado con el pequeño en brazos.

"Xellos..." le dijo preocupado.

"¿Umhh...?" Tenía los ojos cerrados, sin su usual sonrisa, sólo cerrados. Al sentir que la quimera no hablaba, abrió levemente los ojos amatistas.

"Todo está bien Zel-kun... todo está bien..." Trató de tranquilizarlo. Y volvió a cerrar los ojos. Al poco tiempo Zelgadis notó que el sacerdote estaba sumido en una especie de inconsciencia.

La quimera no podía entender lo que sentía en esos momentos. Ciertamente Xellos no era en esos momentos el ser que más apreciara en el mundo, sino todo lo contrario o al menos eso era lo que pensaba. Pero si lo odiaba, por qué entonces se sentía tan preocupado por el estado del sacerdote. Se sentó en el borde de la cama y colocó al pequeño en su regazo.

"¿Crees que deba ayudarlo?" Le preguntó al pequeño en sus brazos, el infante sonrió mostrando sus blancos caninos en una forma muy parecida a la de Zelas.

"Muy bien, pero sólo esta vez." Respondió Zelgadis reclinándose hacia donde se encontraba Xellos. Con cuidado de no apoyarse sobre las heridas del sacerdote, Zelgadis unió sus labios a los de Xellos y comenzó a transferir parte de su energía vital. El pequeño Ashura observaba curioso la escena.

Las heridas de Xellos comenzaron a cerrarse de inmediato mientras que Zelgadis, terminado el beso, se acurrucaba a su lado sintiéndose muy cansado, con el pequeño imitándolo.

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Ya hacía mes y medio que Ashura había nacido, pero para sorpresa de Zelgadis, aparentaba unos tres años. No se alejaba en ningún momento de la quimera, quien se pasaba todo el día buscando la forma de entretener al niño. Ahora los cabellos del pequeño le llegaban a los hombros en una cascada de rizos rebeldes.

"Zel... ¿podemos ir al lado norte de la isla?" le preguntó el pequeño con cierta seguridad en su voz.

"Claro Ash-kun, ¿quieres subir?" Le dijo sin pensarlo dos veces el shaman.

"Ajá." respondió mientras subía a los hombros de la quimera.

"¡Levitación!" exclamó y en unos instantes volaban sobre la espesura de la isla hacia el lado norte. Apenas tocaron tierra el pequeño saltó, se hallaban sobre un plano muy verde, donde el aire del mar llenaba el ambiente. Jugaron hasta el atardecer, imitando que peleaban a muerte y finalmente Zelgadis cayó rendido sobre la hierba. El pequeño se recostó de su pecho.

"Zel-kun... ¿por qué siempre estás triste?" La pregunta lo tomó por sorpresa. No sabía que el pequeño pudiera leerlo tan facilmente.

Tardó unos instantes mientra se decidía si contarle o no lo que tenía guardado muy profundo en su corazón. Al final, se animó a contarle.

"Ash-san... no siempre he sido una quimera..." Comenzó a decirle pero el pequeño lo interrumpió.

"¿Qué eras antes?"

"Era completamente humano. Mi abuelo me convirtió en quimera." El pequeño lo miró curioso.

"Era muy poderoso, así que me convirtió en quimera cuando le pregunté si me podía hacer más fuerte... me hizo más fuerte sí, pero me convirtió en un monstruo. Todos huían de mí al verme." Suspiró al recordar el horror con que sus amigos lo habían rechazado.

"Pero ahora eres muy fuerte." Le sonrió el pequeño.

"Pero sigo siendo un monstruo, los seres humanos no tienen este rostro." Dijo señalando su cara.

"Yo pienso que no hay nada de malo con tu rostro." Dijo felizmente el pequeño.

La quimera ya no le respondió, simplemente se quedó mirando el cielo, boca arriba.

"Ummhh... yo puedo arreglar tu problema Zel-kun." Una bola dorada se formó en sus manitas y sin pensarlo dos veces la estrelló contra el pecho de la quimera.

El dolor era inmenso, sentía que una fuerza descomunal desgarraba sus entrañas. El pequeño se quedó sobre su pecho, escuchando los latidos desbocados de la quimera y absorbiendo cada gota de dolor. Finalmente, el dolor era tanto que Zelgadis perdió el sentido.

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Comenzaba a oscurecer cuando Xellos regresó a la isla de una de sus acostumbradas misiones. Se reportó al Ama de las Bestias y luego fue en busca de la quimera. Al no encontrarlo en ninguna parte del castillo, se encaminó hacia la parte norte de la isla, donde le gustaba ir al pequeño de Zelas.

El pequeño se enderezó de inmediato al sentir la presencia del sacerdote acercándose en su dirección. Zelgadis aún se hallaba inconsciente.

"Zel-kun, ¿cómo se supone que vigilas al hijo del Ama de las Bestias?" Preguntó alegremente el demonio. Al no recibir respuesta se acercó a donde yacía Zelgadis. Al hacerlo una descomunal sorpesa se dibujó en su rostro.

Zelgadis ya no tenía la piel azul y sus cabellos no eran duros como el metal. El pequeño le sonrió a Xellos.

"Ahora Zelgadis no estará más triste." Dijo triunfante.

"Ashura, ¿qué le hiciste a Zelgadis?" Preguntó incrédulo el sacerdote.

"Lo convertí en mazoku." Dijo sencillamente.

"¿Qué has hecho...?" Murmuró Xellos. En esos momentos Zelgadis despertaba.

Se llevó las manos al rostro, como si tuviera dolor de cabeza. Al abrir los ojos Xellos notó que efectivamente, sus pupilas estaban rasgadas como las de un demonio. Estaba seguro que Zelgadis no sobreviviría la noticia.

"¿Qué sucedió?" Dijo con voz rasposa. Xellos no podía hablarle. El pequeño sonrió.

"Todo está arreglado Zel-kun, ahora no eres un monstruo."

Zelgadis observó sus manos, humanas, pensó en un principio. Pero luego, al aclararse su mente, pensó que no podía ser humano, sólo L-sama podía volverlo humano. La segunda opción para los acontecimientos era sin lugar a dudas, que había sido convertido en un demonio.

"Xellos..." Buscó con la mirada al sacerdote, pero sus ojos le dieron la respuesta que no quería escuchar. Una profunda pena se dibujó en su rostro mientras sus manos comenzaban a temblar. De repente Ashura se le abrazó del pecho y en ese momento la quimera olvidó parcialmente el dolor que le comenzaba a causar la noticia.

"Vamos a casa Zel-kun, quiero subir a tus hombros." Dijo alegremente el chico.

"Sube..." Le dijo calmadamente la quimera y en un instante estuvieron en el aire, esta vez no tuvo siquiera que usar hechizo alguno. Xellos los siguió de cerca, preguntándose cómo era posible que el alma de Zelgadis no se hubiera roto en mil pedazos en ese mismo instante. Tenía la certeza de que no sobreviviría la noticia. Sin embargo, en el momento en que Ashura se había acercado la ex-quimera había olvidado todo, así de sencillo.

No supo en esos momentos qué le provocaba ese conocimiento. Pero algo se estremeció en su interior. Si Xellos alguna vez hubiera albergado ese sentimiento hubiera sabido que sentía celos de que el pequeño pudiera provocar tal cambio de actitud en el shaman.

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Gracias por el apoyo, Fi-chan, Karoru-chan. No han sido muchos los reviews pero si ustedes me dicen que está bien yo les creo. =)

Y como siempre, mina-san, ¿flamas? ¿comentarios? ¿sugerencias? Todo es bienvenido. Hasta la próxima. ¡Ja ne!