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Capítulo 8

¡Vamos a Ver a Kaasan!

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Los personajes de Slayers pertencen a su creador. De ninguna forma me estoy adjudicando posesión alguna sobre ellos.

Este fic contiene referencias Shounen ai. Zelgadis / ? Quedan advertidos.

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Ashura asomó la cabeza dentro del cuarto de Zelgadis. Sobre la cama pudo ver la figura de Dolphin enredada entre las sábanas pero Zel no estaba por ninguna parte.

"¿Zel...?" Llamó casi en un susurro.

Trató de escudriñar los alrededores pero a simple vista no pudo descubrir nada. Suspiró y cerró los ojos, echándole un vistazo al plano astral. Sonrió, Zel estaba en la habitación de Dynast. Salió sin hacer ruido y se teleportó directamente al cuarto de Dynast. Buscó nuevamente, pero sólo vio a Dynast sobre la inmensa cama. Se concentró un poco más y justo al lado de la cama pudo sentir la marca astral de Zelgadis.

Se acercó y tocó el aire donde sentía la forma astral del shaman, de inmediato apareció la forma física de Zel flotando levemente más arriba del suelo. Ashura sonrió y sujetándolo suavemente se teleportó en la misma habitación donde Zel había borrado los recuerdos del sacerdote de Juu-oh.

Lo dejó sobre la cama para luego saltar alegremente al lado de la forma dormida. Zelgadis despertó de inmediato.

"¡ASH!" Gritó Zel un tanto confundido.

"Ne, Zel-kun, no tienes que gritar tan fuerte." Sonrió el jovencito.

Zelgadis observó al pequeño de Zelas que obviamente ya no era tan pequeño.

"¿Qué... qué te sucedió?" Le preguntó algo confundido mientras alargaba una mano y tocaba los largos cabellos color plata. El joven se encogió de hombros.

"Crecí." Fue la respuesta, mientras se acurrucaba al lado del shaman.

Zelgadis ya sabía que la forma física de Ashura no importaba mucho, le echó un leve vistazo al plano astral y pudo corroborar que aunque la forma del joven continuaba siendo la misma, ahora era más densa, lo que suponía un aumento en sus poderes. En otras palabras, había crecido. Suspiró cansadamente. Ashura no dejaba de sorprenderlo, a veces simplemente se comportaba como el pequeño recién nacido que cargara por primera vez en sus brazos y otras se comportaba con una sabiduría más allá del tiempo.

Zelgadis conocía el secreto de Ashura, por eso trataba de asimilar los cambios en el momento en que aparecían, pero no podía evitar sorprenderse. Cerró los ojos nuevamente permitiéndose el sueño humano al cual todavía estaba tan aferrado mientras dejaba que el joven descansara la cabeza sobre su pecho como soliera hacerlo cuando era un crio.

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Xellos había regresado al castillo del Rey Supremo, la noche no había resultado como le hubiera gustado, el pequeño Valteria no le temía en lo absoluto y tampoco era esa su intención. Pero ni siquiera había logrado hacer enojar al pequeño dragón contra su persona, sólo había obtenido sentimientos positivos.

Se deslizó silencioso por el pasillo, deteniéndose brevemente frente a la recámara de Dynast y luego frente a la de Zelgadis. En ninguna de las dos pudo sentir al shaman o al pequeño de Zelas. Tanteó las marcas astrales y los encontró en los niveles más altos del castillo, teleportándose de inmediato.

Apareció sobre las figuras dormidas y las observó unos segundos. Se sorprendió al reconocer que en efecto, Ashura era el joven que dormía sobre el pecho del shaman. Los rostros dormidos tenían la misma expresión apacible. La misma leve sonrisa. El sacerdote se acercó un poco más, tratando de establecer las similitudes de ambos.

Ahora que lo meditaba detenidamente, Zelgadis y Ashura tenían la misma forma esbelta y graciosa. Con ambos rostros tan juntos podía jurar que Ashura era una versión más joven de Zelgadis, de no haber sido por el color bronceado de la piel de Ashura y el cabello plateado que tanto le recordaban a Juu-ou.

Se sorprendió sobremanera cuando aquellos ojos dorados se posaron sobre los suyos, los ojos felinos de Ashura. El joven sonrió levemente, luego extendió su mano hacia el sacerdote tomándolo de la mano. Trató de oponerse a la fuerza que lo atraía hacia la cama, pero ahora que la forma de Ashura representaba más edad y su poder había aumentado considerablemente no pudo menos que dejarse llevar.

Cayó al lado del joven demonio, moviendo la cama ligeramente con su peso. Zelgadis murmuró entre sueños pero quedó dormido rápidamente. Ashura no levantó la cabeza del pecho del shaman.

"¿Qué es lo que te tiene preocupado Xel-kun?" Le susurró Ashura.

"Yare... yare... Ash-kun, sore wa himitsu desu..." Sonrió el sacerdote.

"Yo sé lo que te preocupa Xel-kun." Dijo Ashura volteándose para mirar al sacerdote. Xellos no pudo menos que sentirse un poco incómodo bajo aquella mirada de oro. Pero la incomodidad duró muy poco cuando comenzó a sentir que el caótico perfume del chico lo envolvía. Cerró los ojos placenteramente y sin quererlo se acurrucó más cerca. Ashura sonrió complacido.

"¿Qué te parece si vamos a visitar a mi Kaasan hoy Xel-kun?" Le susurró suavemente.

"Mmhhh..." Fue la adormilada respuesta, sentía que su conciencia estaba siendo envuelta en aquella exquisita fragancia, como una fuerza que lo manipulaba a voluntad. Trató de zafarse, pero sólo consiguió un débil intento. Ashura podía sentir que Xellos se resistía.

"Kaasan tiene un buen sirviente..." Susurró al oído del sacerdote mientras quitaba algunos mechones púrpuras de sus ojos cerrados. "Y no seré yo quien destruya eso." Se volteó hacia Zelgadis, recostando nuevamente la cabeza y tirando del brazo de Xellos hasta sentirlo sobre sus hombros. De inmediato el perfume se esfumó y Xellos abrió los ojos sobresaltado.

No se movió. De momento ya no sentía aquella presencia que lo había tratado de manipular, de momento se sentía seguro y protegido, como nunca en toda su existencia. Ni siquiera Zelas lo hacía sentir de esa forma. ¿Sería así como Zelgadis se sentía al lado de Ashura? Dio un hondo suspiro y se dejó ir en aquella seguridad tan diferente a la fuerza que lo había tratado de controlar unos segundos atrás.

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La mañana pasó lentamente mientras el gélido viento azotaba el castillo en una fuerte tormenta. Dynast se encontraba en la biblioteca leyendo tranquilamente uno de sus libros mientras Dolphin se entretenía contando las páginas de un enorme volúmen. Por alguna razón ninguno de los dos recordaba ni al sacerdote, ni al shaman, ni al joven demonio que descansaban en los niveles más altos del palacio.

De a ratos Dynast observaba a Dolphin, sin poder recordar cómo ni cuándo había llegado hasta su castillo ni por qué a esas alturas no la había enviado de regreso a su lugar en el fondo del océano. Adicional a eso, se le hacía muy extraño que la señora oscura del mar no hubiera hecho ningún comentario infantil ni se estuviera concentrando en molestarlo. Algo había cambiado y no podía recordarlo.

Dolphin continuó contando las páginas del grueso tomo sin percatarse que el Rey Supremo la observaba a ratos. Estaba completamente distraida, por primera vez las voces en su cabeza estaban silenciosas, permitiéndole un poco de paz y le parecía fascinante el poder llevar la secuencia de los números en su cabeza sin que ninguna de las voces la interrumpiera con extrañas ideas. Era como si de repente todo tuviera sentido, base y secuencia lógica. Sonrió complacida cuando llegó a la página mil. Una palabra tan corta para un número tan grande, irónico. Tan irónico como Fibrizo, una forma tan pequeña para un poder tan grande. Dejó escurrir la última página y levantó la vista hacia Dynast.

El Rey Supremo, igualmente irónico, con sus juveniles facciones y ahora con un poder mayor que el del mismo Fibrizo. Frío como el ambiente que los rodeaba, pero a ella no le molestaba aquel ambiente, era casi tan frío como las profundidades marinas, aunque su hogar le parecía mucho más hermoso. Lleno de peces y criaturas marinas flotando suspendidas en la salada profundidad. Una ola de nostalgia la invadió y suspiró compugnida.

"Dy-kun..." Dijo con inseguridad.

Dynast levantó la mirada de su libro y la fijó en ella. "¿Sí?"

"¿Te gustaría visitar mi biblioteca?" Le dijo con sinceridad.

Dynast levantó una delicada ceja sorprendido. ¿Acaso aquella era realmente Dolphin? Su mirada parecía... ...sobria. Lo meditó unos momentos hasta que se percató que Dolphin continuaba esperando una respuesta. Se sonrojó levemente a causa de su propia indecisión.

"Hai." Respondió finalmente. Dolphin le devolvió una hermosa sonrisa mostrando uno de sus afilados caninos y Dynast sintió una oleada de calor moverse por todo su cuerpo.

"¿Vamos?" Lo apresuró Dolphin, acercándose suavemente y colgándose de su brazo, una acción que si alguna vez le había molestado sobremanera, ahora no parecía disgustarle en lo más mínimo.

"Vamos." Y desaparecieron dejando un leve rastro de húmedas gotitas y copos de nieve.

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Zelgadis despertó ante la sensación de que algo o alguien se había movido en el plano astral muy cerca de donde se encontraban. Pronto su atención se desvió hacia la escena justo al lado suyo. Una cascada de plateados cabellos refulgía sobre las sábanas. *Ash-kun.* Su mano se movió inconsciente para acariciar aquellas sedosas ondas y tropezó con otra forma justo al lado de Ashura. Levantó la cabeza levemente y pudo captar un reflejo púrpura. *¿Xellos?*

El movimiento, aunque no a propósito, despertó al sacerdote.

"¿Zelgadis?" Murmuró suavemente.

"¿Umhh?" Le respondió el shaman aún adormilado.

"Estamos solos..." Zelgadis de repente no entendió las palabras del sacerdote. Pero después de unos minutos comprendió que se refería al castillo. Ciertamente estaban solos, Dynas y Dolphin no se hallaban en ninguna parte dentro del castillo.

"Supongo entonces que es hora de regresar a la isla." Le dijo Zel con suavidad y Xellos asintió.

"¿Ash-kun?" El joven no se movió. "¿Ashura?" Zel volvió a llamar. Una sonrisa se dibujó en los rosados labios del joven.

"¿Estás despierto?" El shaman frunció el rostro mientras una risita divertida se escuchaba.

"¡Vamos a ver a Kaasan!!" El joven se levantó repentinamente sujetando al shaman y al sacerdote y en unos segundos desaparecieron.

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Xellos y Zelgadis aparecieron en el pasillo que dirigía al salón principal del castillo de Zelas. Sólo había un problema, no habían tenido siquiera tiempo de ponerse en pie cuando Zelas apareció en la puerta del salón y observó a su general y sacerdote tirado sobre el suelo con un muy abochornado Zelgadis a horcajadas sobre sus caderas.

"Ejem..." Zelas se aclaró la garganta. "¿No podrían esperar a llegar a una de las habitaciones?" Pero antes de que ninguno pudiera moverse Ashura apareció repentinamente y se dejó caer sobre Zelas.

"¡¡KAASAN!!" Gritó el joven mientras bajo su peso yacía una muy sorprendida Zelas.

"¿Ash-kun?" Dijo sorprendida al ver lo mucho que había crecido, de un pequeño ya era todo un joven.

"Hai!" El joven sonrió travieso.

"¡Cuánto has crecido!" Dijo más que sorprendida. Xellos y Zelgadis aprovecharon la oportunidad mientras Zelas estaba distraida para desenredarse y ponerse en posición de reverencia. Xellos estaba casi seguro que su ama echaría muy pronto una de sus ya famosas rabietas por la forma en que habían aparecido en la isla. Sin embargo, Ashura y Zelas continuaron hablando animadamente mientras los ignoraban por completo. Muy en el fondo el sacerdote de Zelas sintió una especie de incomodidad ante la demostración afectuosa entre madre e hijo.

Zelgadis capturó de inmediato el sentimiento que comenzaba a emanar del sacerdote y lo miró de reojo. La sonrisa de siempre estaba en su lugar, pero en el interior comenzaban a bullir emociones fuertes que de seguir así terminarían de forma desastrosa muy pronto.

"Zelas-sama, humildemente solicitamos permismo para retirarnos." Dijo Zelgadis suavemente. Zelas apenas le prestó atención pero con un gesto de su mano los despidió. El shaman se levantó pero Xellos se quedó en el suelo.

No tuvo más remedio que utilizar el poder que Ashura le había concedido para obligar al sacerdote a moverse y seguirlo mientras que madre e hijo continuaban su animada plática. Se dirigió a la recámara de Xellos y no bien había cerrado la puerta el sacerdote se volvió furioso hacia él.

"¿Qué se supone que significa esto?" Le exigió Xellos con furia apenas contenida.

"Xellos, no es buena idea que Zelas se percate de tus sentimientos hacia su hijo." Le dijo con seriedad mientras cruzaba los brazos sobre su pecho. Xellos tardó un poco pero finalmente recuperó parte de su compostura.

"En eso tienes razón Zel-kun." Dijo con un tono venenoso. "Lo único que me gustaría saber es por qué te has tomado la libertad de utilizar tus poderes sobre mí." Y le dirigió una mirada sombría.

Zelgadis se tensó visiblemente. Podía percibir el principio de una discusión con Xellos. Pero más que nada, su primera discusión con el sacerdote. Siempre le había mostrado su lado travieso o pervertido, pero siempre había mantenido sus emociones bajo control y en esos momentos percibía que el aura del demonio aumentaba rapidamente.

Quizás había cometido un error, sabía que Xellos no tomaba muy bien el hecho de ser controlado por otro ser que no fuera el Ama de las Bestias misma y si bien había controlado al sacerdote en una ocasión, no era como si Xellos lo pudiera recordar. Una pequeña gota de sudor frío bajó por la nuca del shaman.

"Yo..." Titubeó. Por un lado tenía que permitir que Ashura pasara suficiente tiempo con Zelas para cumplir su objetivo. Ashura era la razón principal de casi todas sus acciones. Por otra parte... recordaba varias de las veces que Zelas había escarmentado a su propio general. Muy en el fondo no quería ver que Xellos repitiera la experiencia sólo porque perdiera el control de sus emociones.

"Yo..." Intentó nuevamente, pero no tenía ninguna excusa que ofrecer, sólo le quedaba una alternativa.

"Lo siento."

Xellos lo vio cambiar la vista al piso y dejar caer los brazos limpiamente en un gesto submisivo. A través de aquella aura tan enigmática que Zelgadis poseía y que él no podía descifrar se escaparon algunos sentimientos que Xellos pudo reconocer como preocupación y...

Abrió los ojos sorprendido y toda la ira que hacía unos momentos comenzaba a cegarlo desapareció como por arte de magia. Se acercó unos pasos a donde se encontraba Zelgadis mientras una sonrisa traviesa adornaba sus labios.

"Sabes que no puedo dejar pasar semejante provocación." Sonrió ampliamente mientras Zelgadis le devolvía una mirada confundida.

"¿Nani?" El shaman estaba más que confundido, hacia unos segundos Xellos había estado a punto de estallar pos su culpa y de repente estaba nuevamente tranquilo, en control y tentando su suerte como siempre.

"Quiero que me compenses de alguna forma." Le dijo mientras caminaba lentamente a su alrededor. Zelgadis sintió unos leves escalofríos recorrerle el cuerpo. ¿Exactamente qué era lo que le estaba pidiendo Xellos? Tragó en seco mientras varias imagenes pasaban por su mente.

"¿Qué... qué deseas?" Tembló levemente.

"Sólo satisfacer mi curiosidad Zel-kun." Zelgadis le dio una mirada incomprensible.

"Sí, Zel-kun, satisfacer mi curiosidad. Desde aquel día que regresé a la isla para encontrar que no recordabas nada de las últimas dos semanas pude sentir que tu aura había cambiado." Le dijo pensativo pero Zelgadis se mantuvo callado.

"Desde entonces he querido echarle un vistazo a tus memorias y a tu aura, pero por alguna razón no he podido." Se detuvo a unos pasos tras Zelgadis para susurrarle al oído. "Quisiera ver tu aura Zelgadis Greywers, general y sacerdote de Ashura."

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Ummhhh... un capítulo más y esta historia llega a su final.

Verdaderamente que es una pena que crezca tan rápido Ash-kun, pero es igual de divertido ahora con la edad que representa. Gracias por tu review Mondbat. Dime, ¿alguna vez has posteado aquí en fanfiction o en alguna otra parte? Déjame saber por favor.

Para los que ya habían leido parte de esta historia en mi page, este capítulo y el próximo es lo que falta. Espero que sea de su agrado.

Finalmente, gracias a mi "beta reader" por sus comentarios críticos, espero que puedas darme más comentarios antes de la fecha de publicación de Demon Child, please!!!!! Besos.

Bueno, ¿flamas?, ¿comentarios?, ¿sugerencias?, todo es bienvenido. Gracias por su apoyo a todos. ¡Ja ne, mina-san!