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Capítulo 9

Ultimo Regalo

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Los personajes de Slayers pertencen a su creador. De ninguna forma me estoy adjudicando posesión alguna sobre ellos.

Este fic contiene referencias Shounen ai. Zelgadis / ? Quedan advertidos.

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El shaman cerró los ojos mientras los escalofríos continuaban recorriendo su cuerpo. Xellos estaba pidiéndole demasiado. Si le mostraba su aura sabría el secreto no solo suyo sino de Ashura. Su mente sólo pudo reaccionar de una forma.

*Ash-kun...* Llamó al chico mentalmente. La respuesta vino de inmediato.

*¿Sí Zel-kun?*

*Es Xellos...* Le envió en una sola imagen los deseos del sacerdote.

*Creo que ya es hora de complacer a Juushinkan.* Zelgadis sintió que el chico sonreia en su pensamiento.

*Hai.* Dijo sin dejar de temblar.

Cuando Zelgadis abrió los ojos Xellos aún se encontraba esperando la respuesta a sus espaldas. Apenas hizo un gesto afirmativo y ambos se transportaron directamente al plano astral.

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El espacio que componía el plano astral se extendía hacia todas partes alrededor de ambas figuras que aún conservaban su aspecto semi humano.

"¿Y bien?" Preguntó con ansiedad el sacerdote. Hacía mucho tiempo que no mostraba tanta curiosidad, décadas.

Zelgadis tomó un profundo suspiro, innecesario ya que en el plano astral no había aire que respirar.

El cuerpo del shaman se fue disipando y una luz dorada ocupó el lugar donde se encontraba. Una extensa fuente de luz que ocupaba un espacio casi infinito. Xellos cubrió sus ojos, no por el hecho de que la luz los lastimara sino por ser su primera reacción al sentir el caos que comenzaba a envolverlo.

Extasis, completo y absoluto. Era como estar nuevamente en las manos de...

"¡L-sama!" Fue la única palabra que pudo pronunciar antes de perder el sentido.

Cuando recuperó el sentido, se halló en su cuarto, sobre su cama. A su lado Zelgadis se hallaba aparentemente dormido.

"L-sama..." Susurró cuando sintió las reminiscencias del caos sobre su cuerpo. Trató de despertar al shaman pero en vano. Era como si el sueño eterno se hubiera apoderado de la gentil figura.

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En el plano astral la figura de Zelgadis continuaba envuelta en la luz dorada mientras otra más fuerte aparecía a su lado.

"Ash-kun..."

"Sí Zel-kun?"

"¿Qué piensas hacer ahora?"

"Debo continuar Zel-kun. Ya no hay nada más que hacer aquí. Ya le otorgué mi regalo a Juu-ou."

En el plano astral Zelgadis se acercó a la figura de Ashura y lo abrazó tiernamente.

"Te voy a extrañar..."

"Zel-kun, no te aflijas, fue muy divertido después de todo, ne?" Zelgadis se limitó a asentir en silencio mientras acariciaba los blancos cabellos del joven.

"Ahora debo reunir la energía de aquellos mazoku que desbalancean el equilibrio. Pero eres libre de hacer lo que gustes Zel-kun."

"Sólo quisiera continuar a tu lado..." El joven sonrió.

"¿Deseas ser humano nuevamente? Sabes que puedo cumplir cualquier deseo de tu corazón." Se separó un poco del shaman.

"Prefiero conservar esta forma. Me permite sentirte donde quiera que estés." Ashura sabía que Zelgadis expresaba en aquella oración más de lo que decía. No era un mazoku realmente porque no estaba lleno de obscuridad. Tampoco era un ryozoku ni un humano. Zelgadis era, en esencia, parte del poder mismo de L-sama. Caos en perfecto orden.

"Es hora de partir." Susurró el joven y sin más, Zelgadis se encontró de nuevo en su cuerpo, con un muy histérico Xellos sacudiéndolo.

"¡¡ZELGADIS!!" Aquellos ojos profundos como el mar se abrieron al mundo nuevamente y fue como si respirara por primera vez.

"¿Xellos?" Dijo algo confundido. Xellos respiró profundamente aliviado por unos instántes. De repente comenzó a recordar, aquella visión en el plano astral había desatado los recuerdos que Zelgadis había tratado de mantener ocultos.

"¡Zelas!" Le dijo con algo de pánico en la voz. No sabía exactamente lo que Ashura planeaba hacerle a Juu-ou.

"Ella está bien ahora Xellos." Le dijo Zelgadis mientras se cruzaba los brazos sobre su pecho como si tratara de sacudirse un frío que no sentía.

"¿Y Ashura?"

"¿Es que aún no lo imaginas?"

"L-sama." Dijo un poco confundido, tratando de darle lógica a todo el asunto. Zelgadis simplemente sonrió como toda respuesta. Xellos había descifrado el secreto del pequeño de Zelas aunque no completamente, no, aún había otro secreto que ni siquiera Xellos podría descrubir. El shaman observó fijamente a Xellos, alivio, sorpresa, confusión, todos esos sentimientos se vertían del interior del demonio. De repente el sacerdote desapareció, sentía una necesidad increíble de estar al lado de su señora.

Zelgadis se levantó lentamente y le echó un último vistazo a la habitación. Sabía a dónde había ido el sacerdote y ahora que estaba ocupado con Juu-ou era su oportunidad de partir también. Ocultó su aura hasta que apenas quedó rastro de ella y desapareció.

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Xellos apareció en la habitación de Juu-ou, quien dormía plácidamente sobre su cama. Verificó que todo estuviera bien y suspiró aliviado, acariciando los blancos cabellos de su ama. Mientras lo hacía un sentimiento de soledad le invadió, como si de repente faltara algo en todo el paisaje.

"¿Zelgadis?" Murmuró cuando se percató de que no había señal alguna del shaman en todo el castillo. Extendió su consciencia a toda la isla y finalmente a todo el territorio. No había rastro alguno ni del shaman ni del hijo de Zelas, o mejor dicho, de L-sama. Porque el hijo de Zelas no era otro que L-sama misma, o al menos una parte de ella con las caracteristicas del ama de las bestias. Suspiró mientras un extraño malestar se anidaba en su centro. ¿Acaso extrañaba a aquellos dos seres?

Sacudió la cabeza con algo de tristeza y trató de concentrarse en su ama.

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En otra parte del continente, específicamente en tierras de los mazoku, un nuevo demonio caminaba confiadamente entre las sombras de la noche. Sus cabellos metálicos tintineaban quedamente y la luz de la luna se reflejaba nítidamente sobre su piel azul. Una sonrisa se dibujaba en los labios del joven mientras se internaba en las áreas más obscuras, iluminándolas con un débil brillo dorado.

El perfume del caos comenzó a llamar la atención de las criaturas nocturnas que comenzaron a seguirlo mientras la sonrisa en sus labios se retorcía y dejaba ver un colmillo perfectamente blanco.

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Habían pasado varios meses desde que Zelgadis había abandonado la isla de Wolfpack, tiempo que había pasado vagando sin rumbo, evitando al grupo de Lina y a cierto general y sacerdote. Podía sentir cada paso que el joven Ashura tomaba, cada giro, cada vuelta y cómo su poder iba aumentando al tiempo que iba absorbiendo la esencia de cada mazoku que se cruzaba en su camino. Pero aún así se sentía muy solitario. En esos momentos se hallaba cruzando el desierto de la muerte casi por tercera vez.

Suspiró mientras el sol comenzaba a ocultarse nuevamente tras las montañas de arena cuando esucchó una voz en su mente. Alguien pronunciaba su nombre con insistencia. Ahora entendía lo que sentía cada mazoku de alto rango cuando alguien pronunciaba su nombre, era como una fuerza inevitable que le llamaba la atención y le provocaba curiosidad. ¿Pero quién podía estarlo llamando?

Se concentró un poco más hasta que finalmente logró discernir la voz. No podría ser que él lo estuviera llamando.

"¿Xellos?" Se percató demasiado tarde de su error, había pronunciado el nombre del sacerdote. Antes de poder siquiera reaccionar la conocida figura apareció flotando a sus espaldas con una enorme sonrisa.

"¿Me llamaste Zel-kun?" Una encantadora sonrisa adornaba el rostro del sacerdote.

"Baka." Gruñó fastidiado. Se había esforzado demasiado para pasar desapercibido al sacerdote sólo para caer tontamente apenas Xellos pronunciaba su nombre.

"Zel-kun, por qué me has estado evitando todo este tiempo?" Le dijo con una sonrisa de satisfacción.

"No es de tu incumbencia." Le dijo enojado, más consigo mismo que otra cosa, ¿cómo había caído en una trampa tan tonta?

"Pero Zel-kun, pensé que me extrañabas." Dijo con fingido dolor.

"No sería todo lo contrario?" Le insinuó.

"Yare, yare... Yo sí te extraño Zel." Le respondió en un tono bastante azucarado acercándose unos pasos.

"Vete." Zelgadis le advirtió y se dispuso a continuar su camino.

"Pero no es bueno que andes tan solo por este desierto, podría sucederte algo." El shaman giró y como respuesta al comentario una poderosa fuerza hizo que el sacerdote quedara inmóvil en su lugar.

"Kuso." Dijo suavemente y la sonrisa desapareció por completo de los labios del sacerdote.

"¿Ya olvidaste que puedo defenderme perfectamente Xellos?" El sacerdote no respondió pero fijó sus ojos en los del shaman con algo de resentimiento, como retándolo a que utilizara nuevamente sus poderes sobre él. Zelgadis se sentió tentado a dejarle saber por las malas que no deseaba ser molestado. Pero por más que lo deseara no podía verse lastimando a Xellos de ninguna forma. Suspiró profundamente mientras cerraba los ojos.

Con un leve gesto la fuerza que atrapaba a Xellos se desvaneció y Zelgadis intentó por segunda vez proseguir su camino. El sacerdote no perdió tiempo y en un instánte estuvo sobre el shaman, haciéndolo caer sobre la arena y atrapándolo efectivamente con su peso. Zelgadis gruñó amenazadoramente.

"Xellos, déjame ir." Le dijo en tono de advertencia. La mirada del sacerdote se suavizó levemente.

"Iie. Regresa conmigo a la isla." Susurró.

"Nunca quise ir a Wolfpack en primer lugar. ¿Piensas que puedes obligarme ahora como lo hiciste la primera vez?" Le dijo lleno de coraje mientras intentaba safarse del sacerdote sin causarle daño.

"Obligarte nunca estuvo en las órdenes de Zelas."

"¿Tampoco es parte de sus órdenes ahora?"

"No son órdenes de Juu-ou."

"¿Entonces?" Xellos lo observó con los ojos muy abiertos pero la mirada no intimidó al shaman quien le devolvió una mirada más feroz si era posible.

Xellos se acercó al rostro enojado mientras cerraba los ojos. Sabía que se estaba arriesgando demasiado. Zelgadis podía finalizar su existencia si lo hubiera deseado pues era mucho más fuerte, demonios, poseía parte del poder de L-sama misma.

"Por favor, regresa a la isla." Gimió lastimeramente. Nunca había suplicado, pero no podía evitarlo. No tenía ninguna otra forma para intentar convencer al testarudo shaman y no quería volver a cometer el mismo error que la primera vez. Soltó las manos del shaman y se acurrucó sobre su pecho cerrándo los ojos con fuerza.

Zelgadis suspiró profundamente y su resolución se tambaleó miserablemente.

"No quiero ir a la isla Xellos." Le dijo con suavidad. "Es algo... aburrida." Dijo tratando de ofrecer aunque fuese una débil excusa para no ir.

Xellos levantó la cabeza y una leve sonrisa se asomó a sus labios.

"Entonces permíteme acompañarte."

"Hnn..." Zelgadis desvió la mirada.

"Por favor Zel-kun." Zelgadis volteó los ojos vencido.

"Está bien, está bien. Pero quítate de encima de mí."

"Pensé que habías dicho que podías defenderte solo." Sonrió nuevamente el sacerdote.

"Baka."

"¿Tienes miedo de lastimar a este antiguo sacerdote?" Le dijo pícaramente.

Zelgadis rugió enojado y en un segundo la situación había dado una vuelta completa y Xellos se encontró atrapado bajo la ágil forma del shaman.

"¿Cuándo vas a aprender Xel-kun?" Le dijo cerrando los ojos peligrosamente.

"Podrías enseñarme si quisieras." Y se levantó un poco, alcanzando a plantarle un beso en la boca al shaman.

Por unos segundos Zelgadis se quedó completamente paralizado, con los ojos muy abiertos y una expresión asombrada. Pero de repente una enorme explosión de color rojizo ocupó el lugar donde se encontraban ambos.

Un muy ennegrecido Xellos apareció unos segundos más tarde y parpadeó repetidas veces antes de sonreir tontamente.

"Excelente bola de fuego Zel-kun. ¿Podrías hacerlo otra vez?" Una venita palpitaba en la frente del shaman cuando el humo se disipó.

"¡¡BOLA DE FUEGO!!"

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Owari

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Mondbat, crazy girl, qué triste cuando se acaba ¿verdad? Pues la verdad este ha sido un fic para el cual no he tenido muchísima audiencia. ¿Pero sabes qué? No me molesta, y si al menos una persona lo ha leido y ha estado al pendiente creo que con eso es más que suficiente. Deberías animarte a escribir algo... quien sabe... a lo mejor eres el estilo que falta, no crees?

En fin, hasta aquí llega el último capítulo de L-sama o el Caos. Si se están preguntando quien era el nuevo demonio que apareció en tierra de los mazoku y que en nada se parece a Ashura pero sí a Zelgadis, pues la respuesta es... Yup, Zelgadis es el papá de Ashura y por eso es quien más se preocupa por Ashura y a quien único el pequeño demonio le hace caso.

¿Qué es Zelgadis al fin y al cabo si no es un mazoku y tampoco un humano? Esa ya la dije, es parte de L-sama. Se ve como un humano, siente como un humano o como habría sido si fuera humano pero puede llamar el poder de L- sama por lo que es más poderoso incluso que los señores obscuros. ¿No dije cuál fue el regalo de Zelas verdad? Pues para el que se lo pregunte, es el haber sido madre y como se supone que no tenga recuerdo alguno sobre Ashura, adivinen a quien va a recordar como su propio hijo... ummhh... obviamente Xellos, quien ya se preocupaba por ella como si fuera su madre.

¿Será que se me queda algo más? Claro... el único evento que Zelgadis recuerda un poco es cuando Xellos fue a buscarlo al mesón, luego de eso no recuerda mucho, luego pasan esas semanas durante las cuales apenas esta consciente de lo que hace y finalmente lo único que realmente puede recordar es el beso que Xellos le da. Y por cierto, eso es lo único Shounen Ai que tiene el fic, porque ni se piensen que Zelgadis pasó unas noches haciendo travesuras con Dynast o Dolphin, para nada, mal pensados, estaba modificando los recuerdos de ambos, así que no hubo nada entre esos dos y Zel, ni siquiera con Ashura ehhhh aún cuando durmiera todas las noches con Zel. Pero así son los niños, les gusta dormir con sus padres.

Como siempre, ¿flamas?, ¿comentarios constructivos?, ¿sugerencias para un nuevo fic? (esa vendria bien), todo es bienvenido. Gracias por su apoyo y sus reviews. Gracias a mi beta reader por sus encarnizadas críticas. Arigato Gazaimazu, Ja mina-san!