HARRY POTTER Y LA GRAN ALIANZA

Por Enermil Lordness



INTRODUCCIÓN

Antes que nada quiero aclarar que todos los personajes de Harry Potter son propiedad exclusiva de JK Rowling, Scholastic y Warner Bros.

Se que dentro de unos pocos meses estará a la venta Harry Potter y la Orden del Fénix, pero es que esta idea la llevaba teniendo en mente desde hace mucho tiempo y deseaba poder por fin plasmarla. Se trata de mi particular visión del 5º libro, muy influenciada por las películas del Señor de los Anillos, en especial Las Dos Torres. Por supuesto habrá u H/Hr y también un R/Hr que va dar de sí mucha tensión y peleas.

Por último quiero aclarar que esto se lo dedico a todos los fans de Harry Potter y en especial de la pareja H/Hr.



CAPÍTULO 1: ARABELLA FIGG Y EL ANTIGUO GRUPO

"Dios no juega a los dados"- Albert Einstein.

No era la primera vez que la luz del tercer dormitorio del Nº4 de Privet Drive estaba encendida hasta altas horas de la noche, de hecho, se había convertido en una rutina desde que su inquilino había vuelto a ocupar la habitación desde finales de Junio.

En esta se encontraba un joven muchacho de pelo negro azabache alborotado y ojos de un vivo verde esmeralda, pero sin duda alguna, el rasgo más distintivo que poseía era una cicatriz en la frente con forma de rayo. Esta cicatriz era lo que hacía que Harry Potter no fuese un muchacho de cerca de quince años cualquiera, sino un mago muy famoso, pues no se trataba de una herida normal, sino de un vestigio de una maldición malograda.

Tenía tan sólo un año cuando Lord Voldemort, el mago tenebroso más poderoso de los últimos tiempos y cuyo nombre muchos magos y brujas aun temían pronunciar, se había presentado en la casa donde vivía con sus padres, matando primero a su padre James Potter, para dirigirse a continuación a materle a él. Su madre, Lily Potter se interpuso entre él y Voldemort rogándole que no le matase a cambio de lo que fuese, se negó en todo momento a dejar de servir de escudo a su hijo, hasta que al fin, ante las negativos de Lily a apartarse Voldemort la mató también. Luego dirigió su varita hacia Harry para matarlo con la maldición que había usado con sus padres, Avada Kedavra, pero el sacrificio de su madre había proyectado una protección alrededor de Harry que hizo que la maldición rebotara en él y le alcanzase a Voldemort; éste despojado de su cuerpo y sus poderes huyó muy lejos y Harry sin ninguna herida salvo su cicatriz se hizo famoso.

Además, al lanzarle la maldición y ser rebotada Voldemort le había transferido alguno de sus pòderes como la capacidad de hablar pársel, la lengua de las serpientes, según le había contado el profesor Dumbledore, director del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, en su segundo curso.

Un leve estremecimiento recorrió la espalda de Harry al pensar en esos hechos pues había presenciado al final de su cuarto curso el retorno de Lord Voldemort; el sólo pensar en ello le hería en los más profundo de su ser, pues el no había podido hacer nada por evitarlo, aunque había logrado escapar vivo del duelo que mantuvo con el Señor Tenebroso al conectarse sus varitas por el Priori incantatem, no obstante le dolía mucho recordar que de la varita de Lord Voldemort habían salido las sombras de sus padres, al pensar en ello le daban ganas de llorar amargamente, aun podía escuchar las voces de sus padres hablándole y dándole apoyo.

Pero lo que de verdad le atormentaba era la muerte de Cedric Diggory, el otro campeón de Hogwarts que había participado en el Torneo de los Tres Magos. Si no hubiese sido por su estúpida idea de coger juntos la copa, si no hubiese convencido a Cedric de hacerlo, él seguiría vivo.

Dos gruesas lágrimas cayeron por sus mejillas y se estamparon en el pergamino en el cual estaba haciendo el trabajo de transformaciones que le había mandado la profesora McGonagall para el verano. Desde que había llegado a Privet Drive se había encerrado en su habitación más que en otros veranos, saliendo para desayunar, almorzar y cenar. Durante las mañanas se ejercitaba con un equipo de pesas que le habían regalado sus tíos a su primo Dudley al comienzo de las vacaciones como parte de su dieta para perder peso; éste había tirado el equipo a la alacena y Harry lo había recogido para poder mantenerse en forma para cuando tuviese que jugar al quidditch, pues se trataba de un deporte que podía llegar a ser muy duro y ya había acabado en la enfermería un par de veces tras algún que otro partido. Por las tardes y hasta altas horas de la noche se dedicaba a hacer los deberes del verano, ya había terminado los de Encantamientos, Herbología, Cuidado de Criaturas Mágicas e Historia de la Magia y con el de Transformaciones que pensaba acabar esta noche ya sólo le quedarían los de Pociones y Adivinación, las dos asignaturas que Harry más detestaba debido a sus profesores, Snape y Trelawney. Se dedicaba a hacer los deberes hasta muy tarde porque no podía conciliar el sueño y las escasas veces que conseguía dormir, caía en unos sueños intranquilos acompañados de pesadillas de Voldemort y sus padres.

Suspiró mientras escribía la última línea del trabajo y le echó un vistazo al reloj de su mesilla de noche, la esfera luminosa marcaba que eran las tres y media de la madrugada, pero aun así no conseguía tener ni pizca de sueño. Dispuesto a pasar otra noche más en vela se dirigió al ropero de su armario y se echó un vistazo. Las profundas y oscuras ojeras delataban que apenas dormía y su cara mostraba una expresión de preocupación impropia de un adolescente. Había crecido bastante a lo largo del último año, ya no era aquel muchacho bajo y flacucho, al contrario, las mañanas de entrenamiento con el equipo de pesas de Dudley habían dado su fruto y en él se estaba empezando a desarrollar una buena musculatura. "Seguro que Ron y Hermione se sorprenderán al volver a verme".

Una mueca de tristeza surcó su cara, se preguntaba como estarían sus dos mejores amigos, seguro que Ron estaba en su casa disfrutando en familia las vacaciones; al menos, él si tenía una familia que lo cuidara y le hiciera feliz, pues los Dursley, los únicos parientes vivos de Harry le tenían un odio y desprecio profundos debido a su condición de mago; eran muggles, gente no mágica y odiaban la magia en cualquiera de sus formas. Siguió pensando en sus amigos y supuso que Hermione habría ido a Bulagaria a visitar a Víctor Krum, el buscador del equipo nacional de Bulgaria, él cual se había enamorado perdidamente de su amiga el pasado curso.

Se llevó instintivamente la mano a su mejilla, al lugar en el cual Hermione le había dado un beso al despedirse el la estación de King´s Cross; no estaba acostumbrado a las muestras de afecto, pues los Dursley no le habían dado ninguna desde que vivían con ellos. Los Weasley eran los únicos que desde un principio, parte de Hermione, le habían dado muestras de quererle.

Un golpe sordo le sacó de sus pensamientos, al girarse descubrió a Hedwig, su lechuza blanca dando picotazos a la mesa de estudios de su dormitorio para atraer su atención; se fijó en que tenía una carta atada a su pata derecha, seguramente sería la respuesta del profesor Dumbledore. Al inicio de sus pesadillas le había mandado una carta a su padrino Sirius contándole sus pesadillas y su ausencia de sueño, éste le había recomendado escribirle a Dumbledore y ahora por fin obtendría alguna respuesta que quizás le ayudase a relajarse.

-¡Hola Hedwig! ¿Duro el viaje? -le preguntó mientras desataba la carta de su pata, esta ululó orgullosa y le pellizcó el dedo de forma afectuosa.

Harry abrió la carta y empezó a leerla rápidamente.

Querido Harry:

Sirius me escribió contándome tu falta de sueño y tus pesadillas al dormir, pero prefería que fueses tú el que me contase exactamente que pasaba.

Ante todo quiero decirte que no debes seguir culpándote ni por el regreso de Voldemort ni por la muerte de Cedric, ya que no pudiste hacer nada en ambos casos, sé que pasas todo el día encerrado en tu habitación por una boca amiga y tengo que decirte que eso no es bueno, debes salir un poco más como todo muchacho de tu edad.

Es posible que gran parte de lo que te esté pasando sea por lo que te he comentado arriba, no creo que Lord Voldemort tenga nada que ver en ello ya que no te ha vuelto a doler la cicatriz, así que te recomiendo que dejes de culparte por cosas que ya han pasado y que disfrutes tus vacaciones aunque sea casi imposible con tus tíos.

Te tenemos preparada una pequeña sorpresa Sirius y yo, ten paciencia, muy pronto descubrirás de que se trata.

Atte: Profesor Albus Dumbledore.

Harry terminó de leer la carta y se quedó pensativo, quizás gran parte de lo que le estaba sucediendo se debía precisamente a aquello que Dumbledore le había mencionado.

Miró su reloj de noche y descubrió que eran las cuatro de la mañana, se dirigió hacia su cama y apartó de ella el trabajo de Transformaciones; se metió en la cama penando en la sorpresa que le tenían preparada Sirius y el profesor Dumbledore, tantas vueltas le dio a la cabeza sobre ello que se durmió enseguida en un sueño profundo y sin pesadillas como hacía bastante que no tenía.

Los gritos de tía Petunia llamándole para que bajara a desayunar fue lo que le despertó a la mañana siguiente, se sintió completamente descansado y a gusto como hacía mucho que no sentía, pero lo mejor de todo era que había tenido una noche sin pesadillas, las palabras del profesor Dumbledore le habían logrado tranquilizar y sacar una pequeña parte de la angustia que sentía.

Se vistió rápidamente y bajó a la cocina en donde sus tíos y su primo ya estaban desayunando, no le hicieron caso cuando llegó y se sentó delante de su plato. Su tío Vernon, un hombre corpulento con bigote y escaso cuello leía el periódico con una expresión de desagrado, tía Petunia, que era huesuda y con cara de caballo se dedicaba a ejercer su pasatiempo favorito, espiar a los vecinos por la ventana. Dudley su obeso primo que era más ancho que alto miraba con evidente enfado el desayuno, a pesar de estar más de un año a dieta a Harry le daba la impresión de que estaba más gordo que el verano pasado, lo cual ya de por sí parecía más que imposible, Harry sospechaba que Dudley, al igual que él, no seguía la dieta y tenía en algún lugar escondidas cosa para comer cuando sus padres no estaban. El mismo Harry tenía en su habitación escondidos bajo una tabla suelta unos pasteles y cosas para picar que les habían enviado sus amigos cuando él les escribió a principios de vacaciones contándole que ese verano volvían a estar a dieta en casa de sus tíos.

Empezó a comerse tranquilamente el desayuno, el cual consistía en un trozo de naranja, esperando poder subir enseguida a su habitación y poder comerse uno de los pasteles que le había enviado la señora Weasley. Mientras comía el teléfono empezó a sonar, tío Vernon dando un resoplido se levantó y se dirigió al salón a contestar la llamada, Harry podía los farfulleos de su tío con un tono que denotaba un claro malhumor.

-¡¿Qué?! -chilló de pronto tío Vernon, parecía realmente histérico. -¡Sí! ¡En seguida estamos ahí!.

Colgó el teléfono y se dirigió a la cocina a toda prisa con una cara de preocupación, algo inusual en su tío.

-¡Petunia! ¡Dudley! ¡Nos vamos!.

-¿Vernon que ocurre? -preguntó tía Petunia visiblemente turbada por la cara de espanto y horror de su marido.

-¡Marge ha sufrido un accidente de tráfico mientras venía aquí a visitarnos! ¡Está en urgencias aunque se recuperará!

-¡Dios mío! Ahora nos vamos pero que hacemos con ÉL -dijo señalando a Harry. -No podemos llevarlo al hospital.

Tío Vernon le lanzó a Harry una mirada fulminante, éste se estremeció al recordar que la última vez que había visto a Marge, la hermana de su tío, había acabado inflándola como un globo con su magia.

-Ya sé, se quedará con la señora Figg -concluyó su tío encontrándole una solución al problema de donde dejar a Harry mientras iban al hospital.

-Bien pensado Vernon -dijo tía Petunia mientras se encaminaba hacia el salón. -¡Ya has oído chico! ¡Ponte presentable para que la señora Figg no se asuste de ti!

Harry se rió para si mismo mientras pensaba que si había alguien a quien realmente debía temer la señora Fig., ese debía ser Dudley quien parecía por su tamaño y por su expresión una ballena asesina. Su alegría se detuvo al pensar que debería pasar toda la tarde y quien sabe cuanto más si lo de tía Marge era grave con la señora Figg, no es que le desagradara, sino que la casa de su vecina olía a repollo y se pasaba las horas hablando ininterrumpidamente de los gatos que había tenido, a Harry nunca le había hecho mucha gracia el quedarse con ella aunque lo tratara mejor que los Dursley.

Media hora después Harry se encontraba frente a la puerta de su vecina alga más arreglado de lo que estaba cuando se había levantado, incluso se había tratado de peinar su cabello rebelde.

-¡Escúchame bien muchacho! -decía lentamente su tío Vernon con un leve tono de advertencia. -La señora Figg no sabe nada de tu... tu anormalidad... Por lo que no quiero que pase nada raro mientras estás con ella. ¿Entendiste?

-Si tío Vernon, no pasará nada que se salga de lo normal. Mejor iros cuanto antes al hospital a ver como está tía Marge. -deciendo esta última frase con un tono que dejaba notar dolor y amargura. Aunque tía Marge siempre lo había tratado muy mal, el ver morir a Cedric hacía que Harry sintiera lástima por ella al pensar que estaba en urgencias y que probablemente podría haber muerto en el accidente que tuvo.

Su tío lo miró por unos momentos con una expresión de asombro que Harry no había visto nunca en él, pero cambió rápidamente cuando la puerta frente a la cual estaban se abrió.

-¡Vernon! ¡Qué gusto volver a verle! -dijo una señora anciana con el pelo grisáceo y unos ojos marrones muy vivos. -¿Qué le trae por aquí?

-Se trata del chico. Marge ha sufrido un accidente de coche y está en urgencias, por lo que pensaba que podría pasar el resto del día con usted; ¿si no es una molestia? -contestó su tío rápidamente.

-Por supuesto que no, es mas, me agradará tener un poco de compañía.

Tío Vernon suspiró de alivio sabiendo que se podría deshacer de su sobrino por las próximas horas, se despidió de él, cosa que sorprendió a Harry y se metió en el coche alejándose rápidamente de Privet Drive.

-Bueno cielo pasa, estás como en tu casa. -le dijo amablemente la señora Figg. Harry entró en la casa resignado a pasar allí el resto del día, lo primero que le sorprendió fue el hecho de que la casa ya no olía a repollo, aunque seguía teniendo varios gatos.

-Cielo, dentro de una hora vendrán a comer unas cuantas personas. ¿Serías tan amable de ayudarme con la comida?

-Por... por supuesto que sí. -dijo Harry pensando que su tío había puesto a la señora Figg en un compromiso al dejarle con ella. -Si... si quiere puedo pasar el resto del día arriba para no molestar a sus visitas.

-Para nada molestas cielo. -dijo la señora Figg con un tono meloso en su voz.

Durante la siguiente hora Harry estuvo ayudando a hacer la comida y a poner la mesa para siete personas, Harry se estuvo preguntando si quienes vendrían serían familiares de Arabella, deseando que su presencia no fuese motivo de molestia. Estuvo muy metido en sus pensamientos que no volvió a la realidad hasta que oyó el timbre de la puerta.

-Deben ser ellos. ¿Porqué no abres cielo?

Harry se dirigió hacia la puerta y la abrió, encontrándose la mayor sorpresa de su vida, fuera se encontraban un hombre joven de pelo castaño claro veteado de gris y mirada cansada que tenía en su rostro una sonrisa, junto a él había un enorme perro negro que se lanzó encima de Harry y comenzó a lamerle la cara.

-¡Sirius basta por favor! ¡Me estás llenando de babas toda la cara! -exclamó Harry, aunque en su interior sencontraba feliz, cmom nunca la había estado desde hacía días.

El hombre joven cerró tras de sí la puerta al entrar en la casa, cuando esta estuvo completamente cerrada el perro se transformó en un hombre de cabellos negros y expresión embotada, como de hechizado.

-¡Harry! ¿Qué haces aquí? - le preguntó su padrino.

-Sus tíos han tenido que ir al hospital a visitar a un familiar y lo han dejado a mi cuidado. -dijo la señora Figg tranquilamente.

-Esa misma pregunta me hacía yo Sirius. ¿Qué haces tu aquí con el profesor Lupin? -le preguntó Harry a su padrino. Un momento... si vosotros estáis aquí... eso quiere decir que... ¡La señora Figg es bruja y sabes que eres inocente!

-Las dos cosas cielo, las dos -dijo con una sonrisa la señora Figg.

-¿Y porqué no me dijo nunca que usted era una bruja?

-Porque antes de entrar en Hogwarts no me hubieras creído y si se llegaban a enterar tus tíos, ¿qué crees que habría pasado?

-Tiene razón -dijo Harry tristemente. -No le hubiera creído y mis tíos se hubiesen puesto hechos una furia. ¿Pero de que conoce usted a mi padrino y al profesor Lupin?

-Estudiamos juntos en Hogwarts cielo, era compañera y amiga de tus padres y sus amigos.

-Pero si usted es una persona muy mayor. -objetó Harry.

-¡Ah bueno! Observa. -dijo la señora Figg sacando una varita del bolsillo de su blusa. -¡Finite Incantatem!

Al decir esta palabras se empezó a transformar en una mujer joven, sin arrugas, de pelo largo y negro, aunque seguía conservando esos ojos profundos de un color castaño.

-Arabella Figg, un placer conocerte como bruja Harry. -dijo mientras le estrechaba la mano. -Por cierto, llámame Bella y no me trates de usted.

-Mucho gusto, eso haré Bella.

En ese momento escucharon un grave estruendo proveniente de la chimenea, todos se giraron y vieron que de ella salía un hombre mayor con el pelo canoso y el rostro cubierto de hollín, llevaba una túnica verde con estrellas dibujadas en ella.

-Mundungus, ¿cómo estás? - le dijo Arabella mientras corría hacia él.

-Bien gracias. -le echó una ojeada a los presentes en el salón. -Así que ya están aquí Sirius y Remus, ¿eh?. -sus ojos se detuvieron en Harry por la sorpresa. -¿Qué hace él aquí?

-Sus tíos lo dejaron al cuidado de Bella Mundungus. -respondió Sirius.

-Ya... así que sólo falta él. -dijo Mundungus.

-En ese momento se materializaron dos personas en el salón, una de ellas era un hombre vestido con una túnica parda y capa verde con una capucha que le tapaba la capa de tal forma que no se le podía ver el rostro. El otro llevaba una túnica y sombreo morados con estrellas dibujadas en ambos, tenía el pelo y la barba largos y de color plateados. Harry lo reconoció al instante.

-¡Profesor Dumbledore! ¿Usted aquí? -dijo Harry con total incredulidad.

-Hola Harry, menuda sorpresa. -respondió el aludido con una sonrisa. -No esperaba que estuvieras aquí.

-Mis tíos han ido al hospital y me han dejado bajo el cuidado de Bella.

-Así que ya la conoces, ¿eh? Mucho mejor. -añadió Dumbledore sin perder su sonrisa. -Bueno Harry . -dijo Arabella. -Este de aquí es Mundungus Fletcher.

-Encantado. -dijo Harry mientras le estrechaba la mano al hombre mayor.

-Igualmente Harry.

-Profesor Dumbledore... ¿Me equivoco al pensar que están aquí reunidos por algo referente a Voldemort y al antiguo grupo? -preguntó Harry.

-No te equivocas Harry, se nota que prestaste atención a mi conversación con Sirius en la enfermería. Desgraciadamente no puedo decirte nada sobre eso.

-Esta bien profesor, guárdense sus secretos y cuando quieran hablar en privado me lo dicen para que me vaya arriba, les aseguro que no me pondré a espiar tras la puerta. -dejo Harry animadamente.

Todos los presentes lanzaron una carcajada al escuchar las palabras de Harry.

-Desde luego se parece muchísimo a James hasta en la forma de hablar. -dijo Mundungus.

-Eso es cierto Mundungus. -respondió Sirius. -Por cierto Dumbledore, ¿le decimos a Harry su pequeña sorpresa?.

-Por supuesto Sirius. -dijo un sonriente Dumbledore. -Harry, dentro de tres días irás a pasar el resto del verano con los Weasleys.

-¡¿En serio?! -dijo un incrédulo Harry.



Fin del primer capítulo. Por favor mándenme reviews. Ahí va un pequeño adelanto del capítulo 2 y un fragmento de unos de los próximos capítulos.

Capítulo 2: Harry irá a la Madriguera, pero unos sucesos terribles e inesperados harán que su estancia allí sea demasiado corta. Conocerá a una persona bastante especial que le ayudará cuando se encuentre en un serio aprieto.

Fragmento de un capítulo próximo: "La lluvia caía pesadamente sobre todos los que se encontraban sobre la muralla. Abajo el valle se encontraba ocupado completamente por el enemigo, una visión blanca de muerte que avanzaba lentamente hacia la muralla en tromba, con un movimiento tambaleante pero que representaba a la perfección a la misma muerte. Harry se estremeció de pies a cabeza al contemplar aquella visión del enemigo, contempló a Myrddin, él cual se hallaba completamente sereno e impasible, sus cabellos plateados chorreando, sus ojos dorados fijos en el enemigo, su cota de mallas negra empapada por la lluvía, su mano izquierda sosteniendo el arco mientras con la derecha cargaba una flecha. -El asalto ha comenzado -murmuró este.