CAPÍTULO 2: EL AWEN
"Dios sí juega a los dados, solo que los tira donde nadie puede verlos"- Stephen Hawking.
-De verdad de la buena Harry. -respondió su padrino con una sonrisa surcando su joven rostro.
-Pero yo pensaba que no podría ir hasta avanzado el verano.
-Bueno, tal y como están las cosas y en vista a los últimos acontecimientos. -dijo Dumbledore sin perder la sonrisa que le solía caracterizar. -Hemos decidido que te hará muy bien el estar con los Weasley el resto del verano. Ellos te ayudarán a dejar a un lado tus problemas.
Harry bajó un poco la cabeza para ocultar la expresión de dolor que había empezado a formarse en su cara, sabía muy bien que Dumbledore se refería a su falta de sueño y a su angustia.
-Harry; ¿ocurre algo? -preguntó Sirius con preocupación. -Pensamos que te gustaría pasar lo que queda del verano con Ron y su familia.
-Harry, si es por lo que pasó la noche de la tercera prueba te repito una vez más que no fue tu culpa. Mostraste al igual que Cedric una gran nobleza y deportividad al rechazar coger la copa y proponer cogerla juntos. Lo que pasó después ya no es culpa tuya.
-¡Sí que lo es! -repuso Harry con vehemencia. -¡Si no hubiese dicho esa estupidez el ahora seguiría vivo! ¡Él era el legítimo campeón de Hogwarts y uno de los mejores estudiantes del colegio! ¡Tendría que haber sido yo el que hubiera muerto a manos de Lord Voldemort!
Las caras de todos los presente mostraban signos de preocupación, en la voz de Harry había una amargura y un resentimiento impropios de un muchacho de casi quince años. Dumbledore no podía reprochárselo a Harry, puesto que para ser tan joven se había visto obligado a vivir una serie de experiencias traumáticas que le habían hecho madurar y lo habían convertido ya en un adulto a nivel de mente.
En ese momento el hombre que ocultaba su rostro bajo la capucha se acercó a Harry y empezó a hablarle clara, musical y relajante.
-Se muy bien como te sientes Harry. Se lo duro que es ver morir delante de tus ojos a una persona sin poder hacer nada por evitarlo. Pero debes tener claro que no puedes culparte siempre, si lo haces, el dolor y la amargura se apoderarán de ti y te llevaran al camino de la locura.
Harry posó su mirada en el extraño, bajo la capucha pudo ver que en su boca se había formado una sonrisa.
-¡Bueno! -dijo Arabella de repente al notar el silencio incómodo que se había posado en la sala. -¿Quién tiene hambre?
Todos los presentes hicieron un gesto afirmativo con la cabeza indicando que estaban hambrientos, lo cierto es que con una cosa y otra ya eran más de la una y media de la tarde. Se sentaron en la mesa y empezaron a comer a la par que hablaban de cosas triviales como el estado actual de la liga de quidditch; sorprendentemente los Chudley Canons iban los primeros con una actuación hasta ahora espectacular sin perder un solo partido. También hablaron un poco del mundo muggle para sorpresa de Harry; Dumbledore les comentó que había visto El Ataque de los Clones en el cine recientemente y había quedado encantado con la película, en especial con la escena en la cual Yoda se batía a duelo con Christopher Lee, Harry había visto alguna vez el resto de películas de la saga en casa de los Dursley y le habían agradado mucho, si no fuese por que los Dursley no le dejaban, habría ido al cine a verla.
Cuando estaban terminando con los postres Harry decidió preguntarle a Arabella una cosa que venía rondando por su mente desde que le había revelado su condición de bruja y amiga de sus padres.
-Bella, ¿puedo preguntarte que hace una bruja haciéndose pasar por una viuda muggle?
Arabella miró a Harry a los ojos brevemente para luego posar su mirada en los ojos de Dumbledore, este se aclaró la garganta antes de empezar a hablar.
-Verás Harry, cuando te dejé con tus tíos pensé que necesitarías protección por si alguno de los seguidores de Lord Voldemort decidía venir a por ti, de modo que invoqué...
-Magia muy antigua para lograrlo. Le interrumpió Harry; al ver la cara de sorpresa de todos los presentes añadió -se lo dijo Voldemort a sus mortífagos la noche de la tercera prueba.
-En efecto, invoqué una serie de encantamientos escudos en Privet Drive muy difíciles de romper y unos encantamientos de alerto por si los escudos eran rotos. Sin embargo, la magia necesitaba renovarse periódicamente, por lo que designé a Arabella para que se encargara de renovarla y además te tuviera bajo vigilancia.
-¡Así que Bella era la boca amiga que le contó que yo no salía de mi habitación para nada!
-En efecto cielo. -dijo Arabella. -Me eligieron a mí porque era junto con tu madre la mejor alumna en encantamientos que había habido en Hogwarts desde hacía tiempo. Tu padre y Sirius en cambio, eran especialistas en transformaciones.
-Eso lo puedo constatar. -dijo Harry entre risas al recordar que su padrino había logrado en quinto transformarse en animago.
-Por cierto cielo, has cambiado bastante a lo largo del año. Te ves más alto y fuerte con eso músculos incipientes, seguro que tu pelo y el brillo de tus ojos romperán corazones este año en Hogwarts. -concluyó Arabella con una sonrisa en la cara.
Harry sintió que se ruborizaba por los comentarios de Arabella y bajó la cabeza avergonzado mientras toda la mesa estallaba en carcajadas.
-No te extrañes Bella. -dijo Sirius mientras se partía de risa. -Siendo James su padre que podría esperarse.
-Y también teniendo de padrino al soltero de oro de Hogwarts. -dijo Lupin divertido al ver la cara desencajada de Sirius al decir esto último. -Apuesto a que no sabes Harry que tu padrino era el mayor conquistador de Hogwarts en nuestros tiempos de estudiantes.
-La verdad es que no. -le dijo Harry interesado en descubrir una nueva faceta de su padrino.
-Aunque hay que decir que en todo Hogwarts hubo dos chicas que se resistieron a sus encantos, tu madre y Bella.
¡Remus! -gritó Sirius completamente rojo por la vergüenza.
-¡Pero si es la verdad! Todavía recuerdo cuantas veces trataste de conquistar a Bella y a Lily, aunque con Lily te frenaste cuando empezó a salir con James.
-¡Por supuesto que me frené! ¡Jamás traicionaría a James y menos en cuestión de chicas y tú lo sabes muy bien! -Sirius se estaba poniendorojo, pero ahora no sólo en la cara, sino por todo el cuerpo.
Harry se reía con los demás de la discusión que se estaba dando entre los dos supuestos "adultos", a su lado Dumbledore intercambiaba miradas divertidas con el extraño de la capucha, éste no se la había quitado ni para comer. Harry decidió que quería preguntarle a Dumbledore algo que le inquietaba.
-¿Profesor?
-¿Ocurre algo Harry?
-Quisiera saber si hay alguna razón más para que me vaya con los Weasley tan pronto, porque recuerdo que usted le dijo a la señora Weasley que era más seguro que por el momento me quedara con los Dursley. ¿Ya no es seguro?. -todo esto lo dijo en voz baja para que nadie más pudiese oírle.
-No es eso Harry. -repuso Dumbledore adivinando los pensamientos del joven. -Privet Dirve es ahora mismo el lugar más seguro donde puedes estar. Pero me temo que si sigues estando aquí con tus tíos acabarás cayendo en una depresión. El estar con los Weasley lo que resta de vacaciones te hará dejar de lado tus actuales preocupaciones.
-¿Pero y si pongo en peligro a los Weasley? Voldemort va detrás de mí y matará a todo aquel que se interponga en su camino.
-No te preocupes. -dijo el encapuchado. -Emplearemos una serie de encantamientos para proteger La Madriguera.
Harry seguía sin estar convencido, no quería poner en peligro a los Weasley, los cuales siempre lo habían tratado como si fuera uno más de su familia. No obstante, anhelaba poder pasar el resto del verano con ellos, la perspectiva de volver a ver a su mejor amigo Ron le animaba y le hacía sentir feliz por primera vez en varios días. Además sabía que debía confiar en la palabra de Dumbledore, que lo hacía por su bien y que no dejaría a los Weasley sin protección.
-¡¿Queréis callaros de una maldita vez?! ¡Me estáis dando dolor de cabeza! -el grito de Mundungus Fletcher resonó en todo el salón haciendo que los aludidos, Reuma Lupin y Sirius Black terminasen de discutir. -¡Parecéis dos niños pequeños! ¿Acaso habéis olvidado que tenemos que empezar la reunión?
Sirius y Lupin dejaron de discutir y se miraron a la cara durante unos segundos. Luego sus miradas se posaron en Harry con gravedad y éste captó la indirecta. Se levantó de la mesa y se dirigió a las escaleras rumbo al segundo piso, cuando estuvo a su altura oyó la voz de Arabella por detrás de él.
-Harry cielo, puedes ir a la biblioteca, seguro que te gustará. Está arriba, habitación del fondo a la derecha.
Harry asintió con la cabeza y subió las escaleras hasta que llegó al segundo piso, este tenía las paredes pintadas de blanco y el suelo cubierto por una moqueta de color verde. Avanzó hasta llegar al fondo del pasillo y abrió que estaba a su derecha. Entró en la habitación.
La biblioteca de Arabella presentaba un aspecto elegante y acogedor. Una gran alfombra roja con figuras de color marrón claro tapaba todo el suelo. Las paredes estaban ocultas por estanterías repletas de libros que llegaban hasta el techo. Una lámpara de araña colgaba del techo dándole un aire aun más antiguo y esplendoroso a la sala. Frente a la gran ventana que había justo en la pared situada a la izquierda de la puerta había un gran escritorio de madera de roble con una gran silla junto a él. En la pared opuesta había una chimenea que le daba un aspecto agradable al lugar, frente a esta había una pequeña mesa de té con dos cómodos sillones de lectura.
Harry recorrió la habitación, había una cantidad inmensa de libros tanto muggles como del mundo mágico agrupados por secciones, literatura fantástica, ciencia ficción, transformaciones, pociones... pensó que a su amiga Hermione con lo que le gustaban los lubros y la lectura le fascinaría la habitación. Sus ojos se posaron en una pequeña parte en la cual había toda una sección de libros sobre quidditch, estaban títulos que ya había leído como Volando con los Canons, Equipos de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda o Quidditch a través de los tiempos. Su vista se fijó en un libro enorme cuyo título era Jugadores, Equipos, Jugadas y Partidos Míticos de la Historia del Quidditch decidió coger el libro para leerlo a pesar de que parecía tener unas setecientas páginas.
Se dirigió a hacia uno de los sillones para empezar a leer el libro cuando su mirada se sintió atraída por un grueso volumen de pasta aterciopelada negra perteneciente a la sección de historia del mundo mágico, el título del enorme volumen que podría tener más de mil quinientas páginas rezaba Reinos y Criaturas del Mundo Mágico. Se acercó hasta él y lo cogió movido por la curiosidad. Se sorprendió de lo que pesaba el libro. Al abrirlo y hojear sus primeras páginas se sorprendió al encontrar un mapa del mundo en el cual aparecían una serie de países y reinos que él no conocía de nada, juraba que el noventa por ciento de ellos no aparecerían en un atlas muggle. En particular le llamó la atención una enorme isla en el Océano Atlántico que llevaba el nombre de Ulthuan, parecía un mini continente.
Cerró el libro y lo dejó sobre la mesa de té decidido a ojearlo más tarde. Tomó el libro sobre quidditch y se puso a leerlo descubriendo que a pesar de su tamaño era muy ameno y fácil de leer. No se dio cuenta de que las horas pasaban rápidamente debido a que estaba enfrascado en la interesante lectura. Había un montón de hechos muy curiosos y espectaculares como la captura más rápida de una snitch (tres segundos y medio) o la narración de lo que ocurrió en la final del primer Mundial.
-¡Harry cielo!¡Baja a despedirte! -oyó la voz de Arabella.
Harry miró el reloj de péndulo que había al lado de la chimenea y se sorprendió al descubrir que eran más de las ocho de la tarde, el tiempo se le había pasado volando mientras leía y no se había percatado de ello. Bajó hasta el salón y allí vió a Arabella y los demás que estaban de pie con las capas puestas, signo de que la reunión había acabado y que se marchaban.
-Lo siento es que estaba muy entretenido con un libro. -se disculpó.
-No te preocupes Harry. -repuso amablemente el profesor Dumbledore. Ya nos vamos. Recuerda que en tres días los Weasley vendrán a recogerte.
-Si lo recordaré, que tenga buen viaje de vuelta profesor.
-Hasta otra Harry, nos volveremos a ver muy pronto. -dijo el encapuchado mientras le estrechaba la mano. -Ha sido un placer conocerte en persona.
Tras decir estas palabras él y el profesor Dumbedore desaparecieron de la sala haciendo ¡plim!.
-Yo también me voy Harry. Hasta que nos volvamos a ver. -dijo Mundungus mientras le estrechaba la mano. Acto seguido se metió en la chimenea y desapareció entre un estallido de llamas verdes al echar polvos flu sobre ella.
-Bueno Harry Sirius y yo nos vamos también . -dijo Lupin con una sonrisa en la boca.
-Ha sido un placer volver a verle profesor Lupin. -contestó Harry mientras le estrechaba la mano.
-También lo ha sido para mí Harry. Eso sí la próxima vez que nos veamos llámame Remus, ya no soy profesor.
-Muy bien Remus.
Sirius se acercó a su ahijado y le dio un abrazo bastante fuerte, Harry se sintió un poco avergonzado pero agradeció el gesto de su padrino y correspondió a su abrazo.
-Se que sabes cuidarte tú sólo mejor que nadie pero... no quiero que hagas ninguna tontería e infórmame de cualquier cosa anormal que suceda. ¿Vale?
-No te preocupes Sirius, no haré nada de lo que pueda arrepentirme más tarde.
Sirius volvió a barzarle antes de convertirse de nuevo en perro; él y Remus abandonaron la casa por la puerta de entrada y Harry se quedó sólo con Arabella. Cuando se giró para verla descubrió que se había vuelto a convertir en la anciana que todos creían que era.
-Tengo que hacer esto para que tus tíos no sospechen de mi condición, ¿te imaginas sus caras si descubren que soy bruja?
Harry soltó una carcajada al pensar en la reacción de sus tíos si descubriesen que su vecina la señora Figg era en realidad una bruja joven amiga de sus padres. Arabella también se rió.
-¿Qué es lo que has estado leyendo durante toda la tarde? -preguntó Arabella al notar que Harry llevaba dos gruesos libros bajo el brazo. Éste miró los libros que traía y se sorprendió de que no hubiese notado hasta ahora que se los había bajado, se los mostró a Arabella quien los observó con una sonrisa en su cara. -Hmmm, me habían comentado que eras un fanático del quidditch como tu padre pero nunca pensé que te interesaría tanto la historia del mundo mágico.
-Bueno la verdad es que el libro me pareció interesante y además no me hace mucha gracia que esté mostrando muchas veces mi ignorancia respecto al mundo mágico. Mi amiga Hermione que es de padres muggles sabe hasta más que yo.Claro que ella siempre está leyendo libros.
-Bueno cielo ya que te han gustado tanto te los voy a regalar. -dijo Arabella devolviéndole los libros a Harry.
-Gracias Bella pero no puedo aceptarlo, además mis tíos se enfurecerían si viesen que son libros sobre el mundo mágico.
-Claro que puedes aceptarlos, además están encantados para que a los muggles les parezcan libros comunes y corrientes de cocina si los leen. -añadió esto último con una risita.
Harry decidió no seguir insistiendo.
-Supongo que querrás cenar, ¿verdad? -¡Por supuesto Bella! ¡Me muero de hambre!
Harry pasó el resto del día con Arabella hasta que sus tíos vinieron a recogerlo sobre las once de la mañana. Tío Vernon parecía de muy buen humor y ni siquiera se molestó en preguntarle a Arabella si su sobrino le había causado problemas. De hecho ni siquiera se molestó en preguntarle de donde había sacado los dos libros que llegaban. Cuando llegaron a casa de sus tíos Harry no pudo contenerse más y decidió preguntarle a su tío por el estado de tía Marge.
-¿Tío Vernon que tal se encuentra tía Marge?
-Bien, aunque se ha roto una pierna y deberá permanecer cinco días en el hospital.
-¡Menos mal ¡-contestó Harry. Decidió subir a su habitación antes de que a su tío le cambiase el buen humor que traía.
-¿Harry?
Volteó sorprendido, su tío nunca lo había llamado por su nombre desde que tenía uso de la memoria, le miraba con una cara extraña en él en la cual destacaba la total ausencia de malhumor y desprecio con la cual se dirigía siempre a él.
-Gracias por preguntar. -dijo tío Vernon con un suspiro.
Harry subió a su habitación sorprendido de la reacción de sus tíos desde el accidente de tía Marge, lo estaban tratando bien, como nunca lo habían hecho desde que él recordara. Al entrar en su habitación pude ver a Hedwig su lechuza blanca en su jaula chascando el pico con actitud reprobatoria; se dio cuenta de que era lo que molestaba a Hedwig cuando una lechuza muy pequeña dejó una carta a sus pies mientras zumbaba por toda la habitación, contenta de cumplir el encargo que le había sido designado. La reconoció al instante, se trataba de Pigwidgeon la lechuza de Ron. Se agachó para recoger la carta y la abrió, deseoso de saber que le contaría su mejor amigo.
Harry.
¿Qué tal estás pasando el verano? Bueno con esos muggles con los que vives debes de estar pasándolo no muy bien pero eso va a cambiar.
Te estaras preguntando a que viene todo esto ¿verdad? Te lo diré, ¡Dumbledore escribió a casa la semana pasada diciendo que si queríamos podrías pasar el resto de vacaciones con nosotros! Por supuesto que aceptamos al instante si pensarlo dos veces.
Harry sonrió al pensar en como se lo pasaría el resto del verano con Ron y su familia.
Iremos a recogerte el miércoles a las cuatro de la tarde, vendremos en coche, si tus tíos te dejan venir mándanos de vuelta a Pig con la respuesta e iremos a recogerte, si no te dejan también iremos aunque imagino que querrán deshacerse de ti.
¿Te has escrito alguna carta Hermione? A mi no y ni siquiera me ha contestado a las que le he enviado, supongo que debe estar muy ocupada en Bulgaria con su querido Vicky.
PD: Fred y George van a comprarme una túnica de gala nueva, no se de donde habrán sacado el dinero para ello, mientras halla sido de forma legal no tengo objeciones.
Harry esbozó otra sonrisa al recordar que les dio a los gemelos al final del curso pasado los mil galeones del premio del Torneo de los Tres Magos para que pudiesen abrir su tienda de artículos de broma, la única condición que les impuso fue que le regalaran a Ron una túnica de gala nueva.
PDD: No ha habido señales de Quién - tú-sabes, así que no te comas la cabeza con ese asunto.
Tu amigo,
Ron
Harry terminó de leer la carta y se dirigió a su mesa de estudio para escribir la contestación a la carta de Ron, sacó su pluma de escribir, el tintero y un pedazo de pergamino y escribió la respuesta.
Ron.
He recibido tu carta y estoy listo para ir a tu casa aunque ya me había enterado por boca de Dumbledore esta tarde (ya te contaré). Aunque no le he pedido permiso a mis tíos se que me dejaran ir, en parte porque querrán deshacerse de mí y en parte porque sabes lo persuasivo que soy.
El Miércoles os estaré esperando ansioso por irme, seguro que va a ser un verano estupendo.
Tampoco yo he recibido ninguna lechuza de Hermione, como tú dices tiene que estar muy entretenida en Bulgaria con Vicky (no me interpretes mal ¿eh?)
Ya te contaré cuando nos veamos ciertas cosas que me han pasado hoy, cuando menos ha sido un día atípico pero prefiero hablar de ello contigo en privado.
Harry.
Harrry plegó la carta hasta convertirla en un trozo de pergamino muy pequeño y trató de atarla a la pata de Pig, lo cual era muy difícil, puesto que la lechuza no paraba de moverse de un lado a otro por el orgullo de habler cumplido su misión y estar a punto de llevar otra a cabo.
Tras ver a Pig desaparecer en la noche Harry se dirigió a su cama, se sentía cansado y con mucho sueño a pesar de que sólo era medianoche, no obstante la cantidad de emociones que había sufrido a lo largo del día habían conseguido dejarlo exhausto y con grandes ganas de dormir.
El Miércoles Harry se encontraba en el salón esperando a los Weasley, había bajado su baúl con todas sus cosas y estaba ansioso por irse. Lo más raro de esos tres días había sido la repentina amabilidad que había afectado a los Dursley, no se opusieron a que Harry se fuera y suspiraron aliviados cuando Harry les dijo que esta vez venían en coche. Los días habían pasado muy rápido, aunque Harry había terminado los deberes de pociones y adivinación, con lo cual se aseguraba unas vacaciones en casa de Ron si tener que preocuparse por los estudios. También había empezado a leer el libro de los Reinos y Criaturas del Mundo Mágico; se había leído la extensa sección dedicada al mini continente de Ulthuan, descubriendo para su sorpresa que se trataba de un reino de elfos, en concreto de la raza de elfos más noble y poderosa que existía en el mundo, los Altos Elfos de Ulthuan, con un parecido increíble a los humanos a excepción de sus orejas puntiagudas, su estatura algo más elevada y su complexión más delgada con rasgos finos y afilados. El libro tenía pinta de ser sumamente interesante y había ojeado por encima otras secciones que describían todo tipo de razas y criaturas desconocidas para Harry.
El sonido de alguien llamando a la puerta lo sacó de sus pensamientos su tía en el salón con él y con la cara ligeramente pálida; Dudley se había ocultado en su habitación temeroso de sus anteriores experiencias con magos, en las cuales le había crecido una cola de cerdo y la lengua varios metros. Se encaminó a la puerta y la abrió encontrándose con las caras sonrientes del señor Weasley y de Ron los cuales iban vestidos a la forma muggle.
-¡Harry que gusto volver a verte!
-Lo mismo te digo Ron, espera aquí unos segundos mientras saco mi baúl.
-Nosotros lo haremos por ti Harry. -dijeron al unísono dos pelirrojos iguales hasta el último detalle, aquellos eran Fred y George, los bromistas hermanos de Ron que este año cursarían séptimo y último año en Hogwarts. Ambos entraron al saló para instantes después salir con el baúl de Harry.
-Bueno tía Petunia hasta el próximo verano. -se despidió Harry.
-Adiós Harry que pases un buen verano. -se despidió tía Petunia para sorpresa de Harry, pues hasta su voz sonaba distinto, parecía apenada por muy increíble que le pareciera a Harry. Este cerró la puerta de la casa de sus tíos y se encaminó con Ron y el señor Weasley hasta el coche en el cual ya estaban los gemelos subidos. Era de color verde oscuro e idéntico a los del Ministerio de Magia.
-¿Se lo ha dejado el Ministerio? -preguntó Harry al señor Weasley.
-Si me han hecho un franco favor ya que no quería repetir la experiencia del año pasado con la red flu. Harry se rió al recordar el pequeño desastre que había organizado en la cocina de sus tíos el señor Weasley el verano pasado. Se metió en el coche junto con Ron y los gemelos, dado que el coche estaba encantado los cuatro cabía si ningún aprieto en la fila de atrás. Entonces reparó en que había una persona en el asiento del acompañante del conductor.
-¡Bill! -dijo con voz chillona por la sorpresa.
-Un gusto volver a verte Harry. -lo saludo éste. Bill parecía un cantante de rock con el pelo largo recogido en una coleta y el pendiente de colmillo, además llevaba ropas de cuero y botas de piel de dragón.
-Bueno vámonos a casa. -dijo un sonriente señor Weasley mientras arrancaba el coche.
El viaje en coche fue de los más entretenido, estuvieron hablando de todo tipo de cosas, desde la magistral actuación de los Chudley Canons en la liga hasta los pormenores del mundo muggle, ya que el señor Weasley ansiaba conocer a fondo como funcionaba todo el mundo muggle, desde la televisión, pasando por los ordenadores e Internet.
El viaje duró unas dos horas y media, en circunstancias normales habrían tardado más, pero el coche del ministerio poseía una serie de encantamientos que le permitían adquirir mayor velocidad y adelantar con gran facilidad los coches muggles.
Cuando llegaron a La Madriguera el señor Weasley frenó el coche de improviso lo que provocó que derrapara, cuando todos se recuperaron de la brusca maniobra miraron al frente para ver que era aquello que el señor Weasley observaba con los ojos desorbitados de terror. Ron soltó un grito de angustia.
La marca tenebrosa se alzaba por encima de La Madriguera, Harry comprendió el porque de que los Weasley estuviesen horrorizados, ya que esa marca la proyectaban los mortífagos cuando llevaban a cabo un asesinato.
-¡Chicos quedaos en el coche y no salgáis de él bajo ninguna circunstancia! ¡Bill vamos! -la voz del señor Weasley trataba de demostrar seguridad pero sus gestos lo traicionaban, él y Bill se internaron en La Madriguera.
Harry, Ron y los gemelos se quedaron dentro del coche incapaces de reaccionar, el silencio se apoderaba de la escena y nadie se atrevía siquiera a mover un solo músculo cuando de pronto oyeron al señor Weasley gritar.
Para Harry aquello fue demasiado, ya no sólo era Cedric muerto ante él, sino que ahora atacaban la casa de Ron. ¿Y si Voldemort había averiguado que él iría a pasar el resto del verano con los Weasley? ¿Y si este ataque era porque Harry era su objetivo? En aquel momento Harry sintió una repentina oleada de furia y odio hacia Voldemort, ya había matado a Cedric delante de sus ojos, pero esta vez no iba a dejar que matase a nadie más delante suya y menos aún a los Weasley. En contra de todo sentido común abrió la puerta del coche y salió corriendo hacia La Madriguera sacando la varita de su pantalón, ni siquiera oyó los gritos de Ron y los gemelos diciéndole que volviera al coche.
Harry entró en La Madriguera con la varita en alto dispuesto a lanzarle un maleficio al primer mortífago que apareciera frente a él, avanzó unos pasos cuando escuchó unas voces que provenían de la cocina, se acercó hasta ella sin hacer ruido y echó un vistazo al interior.
El señor Weasley estaba ayudando a su esposa a levantarse, Percy estaba sentado en una silla con la mirada perdida, mientras que Charlie se apoyaba con una mano en la mesa de la cocina y se llevaba la otra a su cabeza, aliviado entró en la cocina.
-¡Señor Weasley! ¿Están todos bien?
Todos se sobresaltaron al oir la voz de Harry.
-¡Harry! ¿Qué haces aquí? ¿Creí que os había dicho que no abandonarais el coche? -dijo el señor Weasley con un nerviosismo en su voz que Harry no había percibido nunca.
-¡Mamá! -dijeron unas voces por detrás de Harry, este vio como Ron y los gemelos se abalanzaban sobre su madre y la abrazaban.
-¡Papá! -se oyó la voz de Bill quien entraba en la cocina. -¡No encuentro a Ginny por ningún lado! ¡Ni siquiera está en el desván!
Todos los presentes enmudecieron al oír las palabras de Bill salvo la señora Weasley que empezó a sollozar.
-¡Ginny! ¡Mi pequeña! ¡No! -dijo entre sollozos.
Harry reparó en ese momento en una nota clavada en la puerta de la cocina con un puñal, se acercó a ella y la leyó.
Estimado Arthur.
Como puedes ver no le hemos hecho nada a tu mujer y a tus dos hijos aunque te habrás percatado de que nos hemos llevado a tu hija. Si deseas volver a verla con vida tendrás que hacer lo que digamos en otra carta. Pronto te la enviaré.
Atte: Tu admirador mortífago.
Harry acercó su mano para cogerla y entregáserla al señor Weasley pero en el instante en que sus dedos rozaron el pergamino se encontró de repente a sí mismo en el claro donde jugaba con los Weasley al quidditch y en redeada por una veintena de criaturas robustas y de piel verde estaba Ginny, maniatada e inconsciente. Harry de repente volvió a la realidad, a la cocina de los Weasley pero algo dentro de sí le decía que lo que había visto era real, que Ginny estaba viva y su corazón le decía que se encontraba con sus captores en el claro. Se puso a recordar la muerte de Cedric, como no pudo hacer nada por evitar que lo mataran. Sintió un odio contra Voldemort y sus secuaces que crecía por momentos, no podía decirles lo de la visión a los Weasley porque aquello podría ser una trampa, no quería ver de nuevo como alguien moría ente él, si alguien debía salvar a Ginny ese debía ser él, debía ir solo al claro, no podía exponer a ninguno de los Weasley a un riesgo mortal. Comprendió que había llegado la hora de elegir como había dicho Dumbledore entre lo cómodo y lo correcto.
-¿Harry? -preguntó tímidamente Ron; todos observaban a Harry quien se había parado delante de la puerta y tenía la mirada perdida en algo que había frente a él. Parecía que estaba ausente de la situación, todos se imaginaron que esto se debía a que esta situación le hacía revivir la noche en que murió Cedric. De improviso Harry salió corriendo de la cocina a tal velocidad que parecía poseído.
-¡Harry! ¡Harry! -llamó una y otra vez Ron con desesperación en su voz, en ese momento reparó en el trozo de pergamino que había clavado en la puerta de la cocina.
No sabía cuanto tiempo llevaba corriendo, es mas, le parecía que el tiempo había dejado de transcurrir mientras corría lo máximo que le permitían sus piernas, su pecho le ardía por el esfuerzo y su respiración era entrecortada. A unos veinte metros frente a él se hallaba el bosquecillo y conforme se acercaba a él podía oír gritos que provenían del interior. Cuando llegó, redujo la velocidad y empezó a escabullirse entre los árboles haciendo el menor ruido posible. Los gritos provenían del claro que había en el centro. Cuando llegó a él se ocultó tras un árbol y echó un vistazo al claro.
Una veintena de criaturas de un tamaño cercano a los dos metros, de piel verde, hombros anchos y brazos musculosos, cara grotesca de la cual sobresalían unos colmillos de la mandíbula inferior, la cual era más grande que la superior aullaban mientras alzaban al aire espadas y hachas de gran tamaño. Formaban un corro en torno a dos figuras humanas; una de ellas estaba tumbada en el suelo e inconsciente, el largo pelo pelirrojo le reveló a Harry que se trataba de Ginny. Junto a ella había una figura envuelta en una capa negra con el rostro oculto tras una máscara. Ésta alzó su mano y todas las criaturas se callaron.
-Bien, nuestro plan ha salido a la perfección, ahora tenemos a Arthur Weasley entre la espada y la pared gracias a esta preciosidad. -Harry reconoció tras la máscara la voz de Lucius Malfoy, el seguidor más próximo de Lord Voldemort.
-Zeñor. -dijo una de las criaturas con una voz que se asemejaba a un gruñido. -¿Podemoz matarla o al menoz divertirnoz con ella?
-De momento no. -respondió Lucius. -Es nuestra carta secreta y debemos evitar que sufra daño alguno por ahora. -se llevó la mona derecha al antebrazo izquierdo, señal de que Voldemort estaba convocando a los mortífagos. -Vigiladla mientras hablo con el amo. Tras lo cual desapareció.
Harry estaba cada más furioso deseó tener por primera vez la licencia para usar la magia y poder atacar a aquellas viles criaturas. Se levantó y empezó a pensar en como sacar a Ginny de aquella situación, dándose cuenta de que las criaturas estaban armadas y eran muchos más que él. Al retroceder sintió que chocaba con algo y como una mano poderosa le sujetaba por el brazo. Trató de liberarse pero su captor era mucho más fuerte que él. Al mirar por encima del hombro vio que se trataba de uno de aquellos seres. Este lo condujo al claro y lo arrojó contra el suelo con violencia.
Se reincorporó, sintiendo que la vista de todos los pieles verdes estaba fija en él. El que era su captor habló.
-Bueno muchachoz mirad lo que he encontrado. Un jovenzuelo zin duda alguna muy vaiente para tratar de ezpianoz zin que noz enteráramoz. ¿Y zi noz divertimoz con él? Ya que con la pequeña no noz dejan.
-¡Esperad! ¡Fijaoz bien en quien ez! .-dijo otro señalándole la cicatriz de su frente. Todos empezaron a murmurar entre si y a lanzarle miradas ávidas. -Ezto zi que ha zido oro caído del zielo. Ahora el amo noz recompenzará como a ningún otro por entregarle lo que máz dezea, el famoso Harry Potter. Todas las criaturas comenzaron a reírse de manera siniestra.
-¡Antes muerto que caer a manos de Lord Voldemort! -dijo Harry con el odio recorriendo sus palabras. Los seres verdes se callaron con los ojos abiertos por la sorpresa.
-Azí que tenemoz a un muchacho valiente. -dijo el que lo había capturado con una sonrisa maliciosa. -¿Y que haráz? ¿Luchar contra nozotroz? ¿Zalir corriendo? -todos los pieles verdes volvieron a reír mientras este se acercaba a Harry alzando un hacha de considerable tamaño.
Harry empezó a retroceder lentamente, no iba a dejarle a esos monstruos el placer de verle suplicar pidiendo clemencia, pero sin el permiso para realizar magia y sin un arma con la cual defenderse estaba en una situación difícil. Recordó hace dos años, cuando en la cámara de los secretos en una situación parecida sacó la espada de Godric Gryffindor del sombrero seleccionador. Pero esta vez no tendría la misma suerte. De improviso una voz le habló a su mente diciéndole "ya acudo en tu ayuda una vez más", cuando, ante la sorpresa de todos los presentes una espada se materializó frente a Harry, la reconoció como la espada en la cual había estado pensando momentos antes. Ésta permaneció flotando ante él hasta que Harry levantó su mano y la cogió por la empuñadura. Luego con un rápido movimiento se encaró con el piel verde que le había amenazado, él cual estaba todavía sorprendido de la aparición repentina de la espada, antes de que este pudiese reaccionar Harry le cercenó la mano en la cual empuñaba el hacha. La criatura dio un aullido de dolor mientras retrocedía.
-Y ahora, ¿quién es el próximo? -dijo Harry hecho una furia.
-¡Quietoz ahí! -dijo el ser al cual Harry le cortó la mano. Vamoz a ver si ahora que que no eztoy desprevenido tiene la mizma zuerte. Sacó un cuhillo de tamaño considerable y avanzó de nuevo hacia Harry.
Lo que ocurrió después fue algo sorprendente, el ser levantó el cuchillo dispuesto a degollar a Harry, pero este vio como la hacía a una velocidad muy lenta y lo bajaba hacia él también a una velocidad ridícula, parecía como si el monstruo se moviese a cámara lenta. Al mismo tiempo algo dentro de su cabeza le indicó a Harry que diese un barrido de arriba abajo, movido por esa voz, Harry lo hizo. La espada surcó el aire cortando la armadura y la carne en un gran tajo en el abdomen. El monstruo cayó al suelo y empezó a desangrarse.
El resto de seres al ver esto sacaron sus armas y los escudos que llevaban algunos y se abalanzaron hacia Harry auyando de furia. Dos de ellos se colocaron a su altura y le atacaron, pero Harry veía sus movimientos a cámara lenta y la voz le susurraba hacia donde debía dirigir sus golpes. Los pieles verdes cayeron al suelo, uno con un gran tajo en el pecho y el otro con la arteria carótida seccionada, su sangre verde negruzca comenzaba a empapar la hierba del claro. Otro piel verde se acercó a Harry aullando pero éste esquivó su golpe y hundió la espada en el corazón del monstruo.
El resto de seres empezaron a trazar un semicírculo alrededor de Harry, intimidados por el manejo de la espada que estaba demostrando. Empezaron a acercarse lentamente hacia Harry y éste levantó la espada en señal de desafío, había perdido todo rastro de miedo y temor y su lugar lo ocupaba la ira.
Un silbido rasgó el aire y uno de los seres cayó al suelo con una flecha que le había atravesado la garganta. Otras dos flechas más se clavaron en el pecho de otro y cayó muerto al suelo. De entre los árboles surgió un hombre con una arco en su mano y un carcaj en su espalda. Se llevó la mano derecha al carcaj y sacó una flecha, cargándola y disparando de nuevo su arco con una velocidad inhumana y matando a otro ser en el acto. Harry se percató de que era el hombre que había acompañado a Dumbledore a casa de Arabella; llevaba las mismas ropas del otro día y volvía a tener oculta su cara tras la capucha. Siete de los seres que quedaban cargaron contra él alzando sus escudos, el hombre desenvainó de su costado izquierdo una espada empezó a luchar contra los monstruos; los seis restantes cargaron contra Harry, él cual empezó a esquivar y detener sus golpes a la vez que los devolvía. A través del trajín de cuerpos que se movían pudo ver como el encapuchado mataba a las criaturas una tras otra sin dificultad. Harry siguió devolviendo espadazos y cuando se quiso dar cuenta estaba solo rodeado de los cuerpos acídos de sus enemigos, volvió su vista al encapuchado vio que había despachado a la última bestia y corría hacia el cuerpo caído de Ginny. Le dio un vuelco al corazón al ver a Ginny caída y corrió hacia ella.
-¡Ginny! -gimió al ver que esta no se movia.
-Solo está inconsciente Harry. -dijo el hombre mientras la cargaba en sus brazos. -¡Vámonos de aquí antes de que vengan más!
Harry y el encapuchado empezaron a correr con todas sus fuerzas, al cabo de unos minutos llegaron a La Madriguera. Vieron que en la puerta se encontraban el profesor Dumbledore, un desonsolado señor Weasley y Amos Diggory, el padre de Cedric, el cual trataba de consolar al señor Weasley.
-¡Ginny! -gritó el señor Weasley al ver a su hijo en brazos del encapuchado, empezó a correr hacia ellos.
-Sólo está inconsciente Arthur. Mejor vamos adentro. -dijo el encapuchado mientras entraba con Ginny en sus brazos a La Madriguera.
Todos entraron dentro y se dirigieron al salón, en el cual estaban todos los Weasley además de la señora Diggory la cual trataba de consolar a la señora Weasley. Cuando entró el encapuchado la señora Weasley dio un grito y trató de acercarse a él, pero el encapuchado le lanzó un gesto con la cabeza y depositó a Ginny en el sofá, luego le puso una mano sobre la frente y murmuró unas palabras que nadie entendió. Tras estas palabras Ginny abrió los ojos y murmuró un débil ¿qué ha pasado? Todos los Weasley se abalanzaron sobre ella con las lágrimas surcando sus caras. Luego el señor Weasley se dirigió hacia al encapuchado.
-Ha salvado a mi hija, ¿cómo se lo podré agradecer?
-No tiene que agradecerme nada, simplemente hice lo que cualquier otro habría hecho en mi lugar. Aunque Harry también tiene parte del mérito, la mayor.
Todos se giraron y comtemplaron a Harry el cual estaba sudoroso y aun sostenía en su mano la espada ensangrentada de sangre verde negruzca. La señora Weasley se levantó del sofá y abrazó a Harry agradeciéndole el volver a salvar la vida de Ginny. En ese momentó el profesor Dumbledore carraspeó, todos se voltearon a verlo.
-Siéntate Harry. -dijo mientras le acercaba una silla. -Me gustaría que nos contases como averiguaste el paradero de la señorita Weasley tan fácilmente y que es lo que pasó después.
Harry tomó asiento y comenzó a contar como había descubierto la nota, como al tocarla había tenido una visión de Ginny en el claro con sus captores, como había llegado y había visto en él a Lucius Malfoy y esas criaturas con Ginny, como le había descubierto, como la espada había acudido en su ayuda, como se había enfrentado a los seres y como había acudido el encapuchado en su ayuda. Éste orroboró los hechos de Harry, añadiendo que se había limitado a seguir el rastro de las pisadas de Harry cuando llegó con Dumbledore y el señor Diggory. El relato sorprendió a todos salvo al encapuchado y al profesor Dumbledore.
-Así que una vez más la espada de Godric Gryffindor acudió en tu ayuda. -dijo Dumbledore mientras cogía la espada y la examinaba con interés. -Debes de haber mostrado mucha valentía y determinación para que haya acudido a ti Harry.
-¿Esa espada perteneció Gryffindor? -preguntó un incrédulo Ron
-Evidentemente señor Weasley. Le dijo Dumbledore mientras le tendía a Ron la espada para que pudiese ver el nombre que tenía grabado en la empuñadura. -Se dice que esta espada siempre acudirá en ayuda de los miembros de Gryffindor si se mantienen fieles a los valores de su casa en momentos de gran peligro.
-¿Pero como pudo Harry tener esa visión con sólo tocar la carta? -peguntó el señor Weasley.
-Porque entre Harry y la señorita Weasley existe un poderoso vínculo. -todos los Weasley miraron al profesor Dumbledore sin comprender. -Cuando un mago le salva la vida a otro se crea entre ellos un vínculo. Harry ya le salvó la vida en segundo y ese vínculo le mostró a Harry donde debía buscar a la señorita Weasley. -añadió con una sonrisa.
Los Weasley miraron a Harry sorprendidos de las palabras del profesor Dumbledore para luego abalanzarse sobre Harry y darle las gracias una vez más. Pero Harry no compartía la alegría de los demás, no le había contado a nadie que cuando le atacaron, había visto los golpes de sus enemigos a cámara lenta y que una voz le había dicho donde debía golpear con su espada.
-¿Ocurre algo Harry? -preguntó el encapuchado. -Pero primero deja que me presente, pues ya nos vimos el domingo pero en aquella ocasión no te había dicho quien era. -añadió mientras le estrechaba la mano a Harry y se quitaba la capucha descubriéndose el rostro.
Se trataba de un hombre muy joven, de rasgos hermosos, finos y afilados y una palidez sorprendente. El pelo era de un color gris plateado y relucía con la luz, lo llevaba muy corto y levantado en puntas seguramente con gomina. Sus ojos eran de un inusual color dorado y tenían un brillo especial que hacían ver que detrás de esa juventud había alguien que había vivido muchas experiencias y a la vez aportaban una serenidad difícil de describir.
-Me llamo Myrddin, un placer vernos esta vez cara a cara. -dijo cuando terminó de estrecharle la mano.
-Igualmente. -le dijo Harry.
-Dime que es lo que te preocupa.
-¿Cómo puede saber que me preocupa algo?
-Tutéame Harry. Sé que te preocupa algo porque tus ojos me lo dicen . No te sorprendas -añadió al ver la cara de sorpresa de Harry -puedo leer a través de ellos como si se tratara de un libro abierto.
-Verás. -murmuró Harry, no sabía como decirlo. Respiró lentamente y prosiguió con lo que tenía que decir. -Cuando el primer este...
-Orco, Harry. -dijo Myrddin.
-Cuando el primer orco me atacó en ese momento sucedió algo extraño. Sus movimientos se hicieron muy lentos... y una voz en mi cabeza me indicó como debía atacarle. Lo mismo pasó con todos los demás.
-Así que te poseyó el awen... -concluyó Myrddin.
-¿El qué? -dijo Ron en voz alta, quien al igual que el resto de los presentes no tenía ni idea de que quería decir esa palabra, sólo Dumbledore pareció entenderlo pues estaba sonriendo. . -El awen Ronald, el awen. -le repitió Myrddin.
-¿Sabe quién soy?
-Por supuesto, ¿quién no ha oído hablar del trío maravilla de Gryffindor? -dijo con una sonrisa en su rostro que provocó que Ron se pusiera colorado. Ron siempre anhelaba ser famoso como Harry. -Para que todos ustedes lo entiendan mejor Harry entró en trance.
Todas las miradas se posaron en Harry el cual no entendía que quería decir aquello, Myrddin debió captarlo porque empezó a explicar que era aquello del trance.
-El trance o awen es un estado en el cual un mago es capaz de lanzar hechizos con mayor poder o ser capaz de realizar hechizos que en condiciones normales sería incapaz de realizar. Pero además el awen se apodera del mago y le hace ver todo a una velocidad menor para que el mago sea capaz de anticiparse a su oponente, además, el awen le dice al mago que es el mejor golpe que debe hacer para acabar con su oponente. Todo esto sucede en el subconsciente del mago. Por eso es difícil de explicar esa sensación.
-¿Pero como sabe que Harry entró en trance? -dijo Percy. -Los magos que tenían esa capacidad desparecieron hace más de un siglo.
-Lo se por sus ojos. -dijo Myrddin mientras señalaba a Harry. -Mientras luchamos vi como relampagueaban. Sólo cuando una persona entra en trance se le ponen los ojos de esa manera. Además, esos magos no desaparecieron, lo que pasa es que son muy pocos y no suelen mostrar esa faceta de su poder. -tras decir esto cerró brevemente los ojos y los abrió de nuevo, mostrando un brillo en sus ojos dorados que hizo que todos los presentes retrocedieran asustados salvo el profesor Dumbledore; volvió a cerrarlos y cuando los abrió volvían a tener el aspecto normal.
-Pero... aun así entrar en trance no es fácil, ¿cómo pudo hacerlo? -insistió Percy.
-Harry. -dijo Myrddin mirándole a los ojos. -Cuando te encaraste con los orcos estabas furioso, ¿verdad? No sentías otra cosa salvo rabia, ¿cierto?
-Sí... -dijo Harry en un susuroo.
-Sencillamente la ira que sentía Harry en ese momento le permitió entrar en trance, aunque para ello debió de ser muy fuerte.
Un incómodo silencio se apoderó de la sala, Harry sentía que era el centró de atención de toda la sala, final mente la voz de Myrddin volvió a escucharse.
-Creo que deberíamos irnos de aquí cuanto antes, no vaya a ser que Lucius Malfoy y sus amigos se animen a volver.
Al escuchar el nombre de Lucicus la cara del señor Weasley enrojeció de la ira, sin embargo asintió con la cabeza.
-Os hospedaréis en el Caldero Chorreante de momento; los gastos corren a mi cargo. -dijo Dumbledore, el señor Weasley abrió la boca para protestar pero la cerró al ver la mirada de Dumbledore.
-Pero Harry no se puede quedar allí abuelo. -dijo Myrddin provocando que todos los presentes abrieran la boca de la sorpresa que les había causado la manera en que Myrddin se había dirigido a Dumbledore. -No es seguro para él y no creo que sea conveniente mandarlo de vuelta con sus tíos.
-Dumbledore se quedó pensativo, pensando a donde debía enviar a Harry cuando la voz de Myrddin interrumpió sus pensamientos.
-¡Ya sé! ¡Que venga conmigo a casa de mis padres! ¡Les alegrará volver a verle después de catorce años!
-¿Cómo? ¿sus padres me habían visto antes? -preguntó incrédulo Harry
-Tus padres y los míos eran muy buenos amigos, la última vez que te vieron fue en la fiesta de tu primer cumpleaños. Así que... ¿qué me dices?
-Pero... -dijo Harry. -Yo... no quiero ser ninguna molestia...
-¡Claro que no! ¡A mis padres les encantará ya verás! Y si tú quieres, podrás invitar a tus amigos a que pasen unos días cuando todo se haya calmado un poco.
-Myddin tiene razón Harry, su casa es un lugar seguro para ti y te garantizo que allí harás de todo menos aburrirte. -dijo Dumbledore con una sonrisa. -Creo que sí... te irás con él a su casa por el resto del verano. -le dirigió una mirada a Harry el cual supo interpretarla enseguida, le estaba indicando que por su bien debía ir a casa de Muyddin.
-Esta bien, iré a su casa. -dijo Harry, sabía que si Dumbledore se lo estaba pidiendo debía ser por algo, él siempre hacía lo mejor por Harry así que ir a casa de Myrrdin no podía ser tan malo, además este le había dicho que podría invitar a sus amigos más adelante.
-Voy por tus cosas Harry. -dijo Myrddin mientras desaparecía del salón
Unos minutos después apareció cargando el baúl de Harry y la jaula de Hedwig vacía. -He soltado a tu lechuza y le he dicho que vaya a mi casa a esperarte.
Harry asintió y se despidió de todos los presentes; Bill, Charlie, Percy ye el señor Diggory le estrecharon la mano, los señores Weasley y la señora Diggory le abrazaron, los Weasley le agradecieron el que hubiese salvado a Ginny, ésta sólo se limitó a murmura una "Adios Harry" muy bajito mientras se sonrojaba profundamente. Los gemelos y Ron se despidieron dándoles palmadas en la espalda. El último en despedirse fue Dumbledore quien le dijo en voz baja para que nadie más lo pudiese escuchar "una vez más has vuelto demostrar una valentía inesperanda y has sabido elegir entre lo cómodo y lo correcto. Te vas a llevar una buena sorpresa en casa de Myrdin, bueno una no, sino dos". Harry se quedó muy intrigado con las palabras de Dumbledore pero decidió que ya descubriría que había querido decir con ello pues lo que tuviese que llegar llegaría. Se aproximo hasta la chimenea donde ya lo estaba esperando Myrddin, éste le dio un puñado de polvos flu y le dijo.
-Debes decir a la Mansión del Fénix, ¿entendiste?.
Harry asintió con la cabeza y se metió en la chimenea.
-¡A la Mansión del Fénix! -dijo mientras soltaba los polvos flu, desapareciendo con un estallido de llamas.
Bueno he acabado el 2º capítulo, un poco largo pero me moveré entre las nueve páginas del primero y las diecinueve del segundo, todo dependerá de los hechos que tengan que ocurrir en cada uno. Sigo pidiendo que me mandéis reviews comentándome además si debo quitar o añadir ciertas cosas, o si debo darle otros enfoques al fic.
Fans de Ron, no me matéis porque Ron no sea el que al final se quede con Hermione aunque el sea en un principio el que la tenga. Os aseguro que Ron va a desempeñar un papel fundamental en los últimos capítulos, ya los veréis.
Adelanto del próximo capítulo: Harry irá a casa de Myrddin a pasar el resto del verano, econtrándose allí con la última persona con la cual esperaba verse. Seremos testigos de la primera fiesta de cumpleaños de Harry así como de ciertas revelaciones sobre los padres de Harry y Myrddin.
Fragmento de un próximo episodio: -¿Quieres que nos batamos en duelo aquí mismo Voldemort? -dijo Myrddin con una voz fría como el hielo y los ojos relampagueando de la ira. -¡No seas necio! -repuso Lord Voldemort mientras retrocedía. -Si tú y yo nos batimos o nos destruimos mutuamente o .... -Provocamos una batalla de cuarenta días y cuarenta noches. -concluyó Myrddin.
"Dios sí juega a los dados, solo que los tira donde nadie puede verlos"- Stephen Hawking.
-De verdad de la buena Harry. -respondió su padrino con una sonrisa surcando su joven rostro.
-Pero yo pensaba que no podría ir hasta avanzado el verano.
-Bueno, tal y como están las cosas y en vista a los últimos acontecimientos. -dijo Dumbledore sin perder la sonrisa que le solía caracterizar. -Hemos decidido que te hará muy bien el estar con los Weasley el resto del verano. Ellos te ayudarán a dejar a un lado tus problemas.
Harry bajó un poco la cabeza para ocultar la expresión de dolor que había empezado a formarse en su cara, sabía muy bien que Dumbledore se refería a su falta de sueño y a su angustia.
-Harry; ¿ocurre algo? -preguntó Sirius con preocupación. -Pensamos que te gustaría pasar lo que queda del verano con Ron y su familia.
-Harry, si es por lo que pasó la noche de la tercera prueba te repito una vez más que no fue tu culpa. Mostraste al igual que Cedric una gran nobleza y deportividad al rechazar coger la copa y proponer cogerla juntos. Lo que pasó después ya no es culpa tuya.
-¡Sí que lo es! -repuso Harry con vehemencia. -¡Si no hubiese dicho esa estupidez el ahora seguiría vivo! ¡Él era el legítimo campeón de Hogwarts y uno de los mejores estudiantes del colegio! ¡Tendría que haber sido yo el que hubiera muerto a manos de Lord Voldemort!
Las caras de todos los presente mostraban signos de preocupación, en la voz de Harry había una amargura y un resentimiento impropios de un muchacho de casi quince años. Dumbledore no podía reprochárselo a Harry, puesto que para ser tan joven se había visto obligado a vivir una serie de experiencias traumáticas que le habían hecho madurar y lo habían convertido ya en un adulto a nivel de mente.
En ese momento el hombre que ocultaba su rostro bajo la capucha se acercó a Harry y empezó a hablarle clara, musical y relajante.
-Se muy bien como te sientes Harry. Se lo duro que es ver morir delante de tus ojos a una persona sin poder hacer nada por evitarlo. Pero debes tener claro que no puedes culparte siempre, si lo haces, el dolor y la amargura se apoderarán de ti y te llevaran al camino de la locura.
Harry posó su mirada en el extraño, bajo la capucha pudo ver que en su boca se había formado una sonrisa.
-¡Bueno! -dijo Arabella de repente al notar el silencio incómodo que se había posado en la sala. -¿Quién tiene hambre?
Todos los presentes hicieron un gesto afirmativo con la cabeza indicando que estaban hambrientos, lo cierto es que con una cosa y otra ya eran más de la una y media de la tarde. Se sentaron en la mesa y empezaron a comer a la par que hablaban de cosas triviales como el estado actual de la liga de quidditch; sorprendentemente los Chudley Canons iban los primeros con una actuación hasta ahora espectacular sin perder un solo partido. También hablaron un poco del mundo muggle para sorpresa de Harry; Dumbledore les comentó que había visto El Ataque de los Clones en el cine recientemente y había quedado encantado con la película, en especial con la escena en la cual Yoda se batía a duelo con Christopher Lee, Harry había visto alguna vez el resto de películas de la saga en casa de los Dursley y le habían agradado mucho, si no fuese por que los Dursley no le dejaban, habría ido al cine a verla.
Cuando estaban terminando con los postres Harry decidió preguntarle a Arabella una cosa que venía rondando por su mente desde que le había revelado su condición de bruja y amiga de sus padres.
-Bella, ¿puedo preguntarte que hace una bruja haciéndose pasar por una viuda muggle?
Arabella miró a Harry a los ojos brevemente para luego posar su mirada en los ojos de Dumbledore, este se aclaró la garganta antes de empezar a hablar.
-Verás Harry, cuando te dejé con tus tíos pensé que necesitarías protección por si alguno de los seguidores de Lord Voldemort decidía venir a por ti, de modo que invoqué...
-Magia muy antigua para lograrlo. Le interrumpió Harry; al ver la cara de sorpresa de todos los presentes añadió -se lo dijo Voldemort a sus mortífagos la noche de la tercera prueba.
-En efecto, invoqué una serie de encantamientos escudos en Privet Drive muy difíciles de romper y unos encantamientos de alerto por si los escudos eran rotos. Sin embargo, la magia necesitaba renovarse periódicamente, por lo que designé a Arabella para que se encargara de renovarla y además te tuviera bajo vigilancia.
-¡Así que Bella era la boca amiga que le contó que yo no salía de mi habitación para nada!
-En efecto cielo. -dijo Arabella. -Me eligieron a mí porque era junto con tu madre la mejor alumna en encantamientos que había habido en Hogwarts desde hacía tiempo. Tu padre y Sirius en cambio, eran especialistas en transformaciones.
-Eso lo puedo constatar. -dijo Harry entre risas al recordar que su padrino había logrado en quinto transformarse en animago.
-Por cierto cielo, has cambiado bastante a lo largo del año. Te ves más alto y fuerte con eso músculos incipientes, seguro que tu pelo y el brillo de tus ojos romperán corazones este año en Hogwarts. -concluyó Arabella con una sonrisa en la cara.
Harry sintió que se ruborizaba por los comentarios de Arabella y bajó la cabeza avergonzado mientras toda la mesa estallaba en carcajadas.
-No te extrañes Bella. -dijo Sirius mientras se partía de risa. -Siendo James su padre que podría esperarse.
-Y también teniendo de padrino al soltero de oro de Hogwarts. -dijo Lupin divertido al ver la cara desencajada de Sirius al decir esto último. -Apuesto a que no sabes Harry que tu padrino era el mayor conquistador de Hogwarts en nuestros tiempos de estudiantes.
-La verdad es que no. -le dijo Harry interesado en descubrir una nueva faceta de su padrino.
-Aunque hay que decir que en todo Hogwarts hubo dos chicas que se resistieron a sus encantos, tu madre y Bella.
¡Remus! -gritó Sirius completamente rojo por la vergüenza.
-¡Pero si es la verdad! Todavía recuerdo cuantas veces trataste de conquistar a Bella y a Lily, aunque con Lily te frenaste cuando empezó a salir con James.
-¡Por supuesto que me frené! ¡Jamás traicionaría a James y menos en cuestión de chicas y tú lo sabes muy bien! -Sirius se estaba poniendorojo, pero ahora no sólo en la cara, sino por todo el cuerpo.
Harry se reía con los demás de la discusión que se estaba dando entre los dos supuestos "adultos", a su lado Dumbledore intercambiaba miradas divertidas con el extraño de la capucha, éste no se la había quitado ni para comer. Harry decidió que quería preguntarle a Dumbledore algo que le inquietaba.
-¿Profesor?
-¿Ocurre algo Harry?
-Quisiera saber si hay alguna razón más para que me vaya con los Weasley tan pronto, porque recuerdo que usted le dijo a la señora Weasley que era más seguro que por el momento me quedara con los Dursley. ¿Ya no es seguro?. -todo esto lo dijo en voz baja para que nadie más pudiese oírle.
-No es eso Harry. -repuso Dumbledore adivinando los pensamientos del joven. -Privet Dirve es ahora mismo el lugar más seguro donde puedes estar. Pero me temo que si sigues estando aquí con tus tíos acabarás cayendo en una depresión. El estar con los Weasley lo que resta de vacaciones te hará dejar de lado tus actuales preocupaciones.
-¿Pero y si pongo en peligro a los Weasley? Voldemort va detrás de mí y matará a todo aquel que se interponga en su camino.
-No te preocupes. -dijo el encapuchado. -Emplearemos una serie de encantamientos para proteger La Madriguera.
Harry seguía sin estar convencido, no quería poner en peligro a los Weasley, los cuales siempre lo habían tratado como si fuera uno más de su familia. No obstante, anhelaba poder pasar el resto del verano con ellos, la perspectiva de volver a ver a su mejor amigo Ron le animaba y le hacía sentir feliz por primera vez en varios días. Además sabía que debía confiar en la palabra de Dumbledore, que lo hacía por su bien y que no dejaría a los Weasley sin protección.
-¡¿Queréis callaros de una maldita vez?! ¡Me estáis dando dolor de cabeza! -el grito de Mundungus Fletcher resonó en todo el salón haciendo que los aludidos, Reuma Lupin y Sirius Black terminasen de discutir. -¡Parecéis dos niños pequeños! ¿Acaso habéis olvidado que tenemos que empezar la reunión?
Sirius y Lupin dejaron de discutir y se miraron a la cara durante unos segundos. Luego sus miradas se posaron en Harry con gravedad y éste captó la indirecta. Se levantó de la mesa y se dirigió a las escaleras rumbo al segundo piso, cuando estuvo a su altura oyó la voz de Arabella por detrás de él.
-Harry cielo, puedes ir a la biblioteca, seguro que te gustará. Está arriba, habitación del fondo a la derecha.
Harry asintió con la cabeza y subió las escaleras hasta que llegó al segundo piso, este tenía las paredes pintadas de blanco y el suelo cubierto por una moqueta de color verde. Avanzó hasta llegar al fondo del pasillo y abrió que estaba a su derecha. Entró en la habitación.
La biblioteca de Arabella presentaba un aspecto elegante y acogedor. Una gran alfombra roja con figuras de color marrón claro tapaba todo el suelo. Las paredes estaban ocultas por estanterías repletas de libros que llegaban hasta el techo. Una lámpara de araña colgaba del techo dándole un aire aun más antiguo y esplendoroso a la sala. Frente a la gran ventana que había justo en la pared situada a la izquierda de la puerta había un gran escritorio de madera de roble con una gran silla junto a él. En la pared opuesta había una chimenea que le daba un aspecto agradable al lugar, frente a esta había una pequeña mesa de té con dos cómodos sillones de lectura.
Harry recorrió la habitación, había una cantidad inmensa de libros tanto muggles como del mundo mágico agrupados por secciones, literatura fantástica, ciencia ficción, transformaciones, pociones... pensó que a su amiga Hermione con lo que le gustaban los lubros y la lectura le fascinaría la habitación. Sus ojos se posaron en una pequeña parte en la cual había toda una sección de libros sobre quidditch, estaban títulos que ya había leído como Volando con los Canons, Equipos de Quidditch de Gran Bretaña e Irlanda o Quidditch a través de los tiempos. Su vista se fijó en un libro enorme cuyo título era Jugadores, Equipos, Jugadas y Partidos Míticos de la Historia del Quidditch decidió coger el libro para leerlo a pesar de que parecía tener unas setecientas páginas.
Se dirigió a hacia uno de los sillones para empezar a leer el libro cuando su mirada se sintió atraída por un grueso volumen de pasta aterciopelada negra perteneciente a la sección de historia del mundo mágico, el título del enorme volumen que podría tener más de mil quinientas páginas rezaba Reinos y Criaturas del Mundo Mágico. Se acercó hasta él y lo cogió movido por la curiosidad. Se sorprendió de lo que pesaba el libro. Al abrirlo y hojear sus primeras páginas se sorprendió al encontrar un mapa del mundo en el cual aparecían una serie de países y reinos que él no conocía de nada, juraba que el noventa por ciento de ellos no aparecerían en un atlas muggle. En particular le llamó la atención una enorme isla en el Océano Atlántico que llevaba el nombre de Ulthuan, parecía un mini continente.
Cerró el libro y lo dejó sobre la mesa de té decidido a ojearlo más tarde. Tomó el libro sobre quidditch y se puso a leerlo descubriendo que a pesar de su tamaño era muy ameno y fácil de leer. No se dio cuenta de que las horas pasaban rápidamente debido a que estaba enfrascado en la interesante lectura. Había un montón de hechos muy curiosos y espectaculares como la captura más rápida de una snitch (tres segundos y medio) o la narración de lo que ocurrió en la final del primer Mundial.
-¡Harry cielo!¡Baja a despedirte! -oyó la voz de Arabella.
Harry miró el reloj de péndulo que había al lado de la chimenea y se sorprendió al descubrir que eran más de las ocho de la tarde, el tiempo se le había pasado volando mientras leía y no se había percatado de ello. Bajó hasta el salón y allí vió a Arabella y los demás que estaban de pie con las capas puestas, signo de que la reunión había acabado y que se marchaban.
-Lo siento es que estaba muy entretenido con un libro. -se disculpó.
-No te preocupes Harry. -repuso amablemente el profesor Dumbledore. Ya nos vamos. Recuerda que en tres días los Weasley vendrán a recogerte.
-Si lo recordaré, que tenga buen viaje de vuelta profesor.
-Hasta otra Harry, nos volveremos a ver muy pronto. -dijo el encapuchado mientras le estrechaba la mano. -Ha sido un placer conocerte en persona.
Tras decir estas palabras él y el profesor Dumbedore desaparecieron de la sala haciendo ¡plim!.
-Yo también me voy Harry. Hasta que nos volvamos a ver. -dijo Mundungus mientras le estrechaba la mano. Acto seguido se metió en la chimenea y desapareció entre un estallido de llamas verdes al echar polvos flu sobre ella.
-Bueno Harry Sirius y yo nos vamos también . -dijo Lupin con una sonrisa en la boca.
-Ha sido un placer volver a verle profesor Lupin. -contestó Harry mientras le estrechaba la mano.
-También lo ha sido para mí Harry. Eso sí la próxima vez que nos veamos llámame Remus, ya no soy profesor.
-Muy bien Remus.
Sirius se acercó a su ahijado y le dio un abrazo bastante fuerte, Harry se sintió un poco avergonzado pero agradeció el gesto de su padrino y correspondió a su abrazo.
-Se que sabes cuidarte tú sólo mejor que nadie pero... no quiero que hagas ninguna tontería e infórmame de cualquier cosa anormal que suceda. ¿Vale?
-No te preocupes Sirius, no haré nada de lo que pueda arrepentirme más tarde.
Sirius volvió a barzarle antes de convertirse de nuevo en perro; él y Remus abandonaron la casa por la puerta de entrada y Harry se quedó sólo con Arabella. Cuando se giró para verla descubrió que se había vuelto a convertir en la anciana que todos creían que era.
-Tengo que hacer esto para que tus tíos no sospechen de mi condición, ¿te imaginas sus caras si descubren que soy bruja?
Harry soltó una carcajada al pensar en la reacción de sus tíos si descubriesen que su vecina la señora Figg era en realidad una bruja joven amiga de sus padres. Arabella también se rió.
-¿Qué es lo que has estado leyendo durante toda la tarde? -preguntó Arabella al notar que Harry llevaba dos gruesos libros bajo el brazo. Éste miró los libros que traía y se sorprendió de que no hubiese notado hasta ahora que se los había bajado, se los mostró a Arabella quien los observó con una sonrisa en su cara. -Hmmm, me habían comentado que eras un fanático del quidditch como tu padre pero nunca pensé que te interesaría tanto la historia del mundo mágico.
-Bueno la verdad es que el libro me pareció interesante y además no me hace mucha gracia que esté mostrando muchas veces mi ignorancia respecto al mundo mágico. Mi amiga Hermione que es de padres muggles sabe hasta más que yo.Claro que ella siempre está leyendo libros.
-Bueno cielo ya que te han gustado tanto te los voy a regalar. -dijo Arabella devolviéndole los libros a Harry.
-Gracias Bella pero no puedo aceptarlo, además mis tíos se enfurecerían si viesen que son libros sobre el mundo mágico.
-Claro que puedes aceptarlos, además están encantados para que a los muggles les parezcan libros comunes y corrientes de cocina si los leen. -añadió esto último con una risita.
Harry decidió no seguir insistiendo.
-Supongo que querrás cenar, ¿verdad? -¡Por supuesto Bella! ¡Me muero de hambre!
Harry pasó el resto del día con Arabella hasta que sus tíos vinieron a recogerlo sobre las once de la mañana. Tío Vernon parecía de muy buen humor y ni siquiera se molestó en preguntarle a Arabella si su sobrino le había causado problemas. De hecho ni siquiera se molestó en preguntarle de donde había sacado los dos libros que llegaban. Cuando llegaron a casa de sus tíos Harry no pudo contenerse más y decidió preguntarle a su tío por el estado de tía Marge.
-¿Tío Vernon que tal se encuentra tía Marge?
-Bien, aunque se ha roto una pierna y deberá permanecer cinco días en el hospital.
-¡Menos mal ¡-contestó Harry. Decidió subir a su habitación antes de que a su tío le cambiase el buen humor que traía.
-¿Harry?
Volteó sorprendido, su tío nunca lo había llamado por su nombre desde que tenía uso de la memoria, le miraba con una cara extraña en él en la cual destacaba la total ausencia de malhumor y desprecio con la cual se dirigía siempre a él.
-Gracias por preguntar. -dijo tío Vernon con un suspiro.
Harry subió a su habitación sorprendido de la reacción de sus tíos desde el accidente de tía Marge, lo estaban tratando bien, como nunca lo habían hecho desde que él recordara. Al entrar en su habitación pude ver a Hedwig su lechuza blanca en su jaula chascando el pico con actitud reprobatoria; se dio cuenta de que era lo que molestaba a Hedwig cuando una lechuza muy pequeña dejó una carta a sus pies mientras zumbaba por toda la habitación, contenta de cumplir el encargo que le había sido designado. La reconoció al instante, se trataba de Pigwidgeon la lechuza de Ron. Se agachó para recoger la carta y la abrió, deseoso de saber que le contaría su mejor amigo.
Harry.
¿Qué tal estás pasando el verano? Bueno con esos muggles con los que vives debes de estar pasándolo no muy bien pero eso va a cambiar.
Te estaras preguntando a que viene todo esto ¿verdad? Te lo diré, ¡Dumbledore escribió a casa la semana pasada diciendo que si queríamos podrías pasar el resto de vacaciones con nosotros! Por supuesto que aceptamos al instante si pensarlo dos veces.
Harry sonrió al pensar en como se lo pasaría el resto del verano con Ron y su familia.
Iremos a recogerte el miércoles a las cuatro de la tarde, vendremos en coche, si tus tíos te dejan venir mándanos de vuelta a Pig con la respuesta e iremos a recogerte, si no te dejan también iremos aunque imagino que querrán deshacerse de ti.
¿Te has escrito alguna carta Hermione? A mi no y ni siquiera me ha contestado a las que le he enviado, supongo que debe estar muy ocupada en Bulgaria con su querido Vicky.
PD: Fred y George van a comprarme una túnica de gala nueva, no se de donde habrán sacado el dinero para ello, mientras halla sido de forma legal no tengo objeciones.
Harry esbozó otra sonrisa al recordar que les dio a los gemelos al final del curso pasado los mil galeones del premio del Torneo de los Tres Magos para que pudiesen abrir su tienda de artículos de broma, la única condición que les impuso fue que le regalaran a Ron una túnica de gala nueva.
PDD: No ha habido señales de Quién - tú-sabes, así que no te comas la cabeza con ese asunto.
Tu amigo,
Ron
Harry terminó de leer la carta y se dirigió a su mesa de estudio para escribir la contestación a la carta de Ron, sacó su pluma de escribir, el tintero y un pedazo de pergamino y escribió la respuesta.
Ron.
He recibido tu carta y estoy listo para ir a tu casa aunque ya me había enterado por boca de Dumbledore esta tarde (ya te contaré). Aunque no le he pedido permiso a mis tíos se que me dejaran ir, en parte porque querrán deshacerse de mí y en parte porque sabes lo persuasivo que soy.
El Miércoles os estaré esperando ansioso por irme, seguro que va a ser un verano estupendo.
Tampoco yo he recibido ninguna lechuza de Hermione, como tú dices tiene que estar muy entretenida en Bulgaria con Vicky (no me interpretes mal ¿eh?)
Ya te contaré cuando nos veamos ciertas cosas que me han pasado hoy, cuando menos ha sido un día atípico pero prefiero hablar de ello contigo en privado.
Harry.
Harrry plegó la carta hasta convertirla en un trozo de pergamino muy pequeño y trató de atarla a la pata de Pig, lo cual era muy difícil, puesto que la lechuza no paraba de moverse de un lado a otro por el orgullo de habler cumplido su misión y estar a punto de llevar otra a cabo.
Tras ver a Pig desaparecer en la noche Harry se dirigió a su cama, se sentía cansado y con mucho sueño a pesar de que sólo era medianoche, no obstante la cantidad de emociones que había sufrido a lo largo del día habían conseguido dejarlo exhausto y con grandes ganas de dormir.
El Miércoles Harry se encontraba en el salón esperando a los Weasley, había bajado su baúl con todas sus cosas y estaba ansioso por irse. Lo más raro de esos tres días había sido la repentina amabilidad que había afectado a los Dursley, no se opusieron a que Harry se fuera y suspiraron aliviados cuando Harry les dijo que esta vez venían en coche. Los días habían pasado muy rápido, aunque Harry había terminado los deberes de pociones y adivinación, con lo cual se aseguraba unas vacaciones en casa de Ron si tener que preocuparse por los estudios. También había empezado a leer el libro de los Reinos y Criaturas del Mundo Mágico; se había leído la extensa sección dedicada al mini continente de Ulthuan, descubriendo para su sorpresa que se trataba de un reino de elfos, en concreto de la raza de elfos más noble y poderosa que existía en el mundo, los Altos Elfos de Ulthuan, con un parecido increíble a los humanos a excepción de sus orejas puntiagudas, su estatura algo más elevada y su complexión más delgada con rasgos finos y afilados. El libro tenía pinta de ser sumamente interesante y había ojeado por encima otras secciones que describían todo tipo de razas y criaturas desconocidas para Harry.
El sonido de alguien llamando a la puerta lo sacó de sus pensamientos su tía en el salón con él y con la cara ligeramente pálida; Dudley se había ocultado en su habitación temeroso de sus anteriores experiencias con magos, en las cuales le había crecido una cola de cerdo y la lengua varios metros. Se encaminó a la puerta y la abrió encontrándose con las caras sonrientes del señor Weasley y de Ron los cuales iban vestidos a la forma muggle.
-¡Harry que gusto volver a verte!
-Lo mismo te digo Ron, espera aquí unos segundos mientras saco mi baúl.
-Nosotros lo haremos por ti Harry. -dijeron al unísono dos pelirrojos iguales hasta el último detalle, aquellos eran Fred y George, los bromistas hermanos de Ron que este año cursarían séptimo y último año en Hogwarts. Ambos entraron al saló para instantes después salir con el baúl de Harry.
-Bueno tía Petunia hasta el próximo verano. -se despidió Harry.
-Adiós Harry que pases un buen verano. -se despidió tía Petunia para sorpresa de Harry, pues hasta su voz sonaba distinto, parecía apenada por muy increíble que le pareciera a Harry. Este cerró la puerta de la casa de sus tíos y se encaminó con Ron y el señor Weasley hasta el coche en el cual ya estaban los gemelos subidos. Era de color verde oscuro e idéntico a los del Ministerio de Magia.
-¿Se lo ha dejado el Ministerio? -preguntó Harry al señor Weasley.
-Si me han hecho un franco favor ya que no quería repetir la experiencia del año pasado con la red flu. Harry se rió al recordar el pequeño desastre que había organizado en la cocina de sus tíos el señor Weasley el verano pasado. Se metió en el coche junto con Ron y los gemelos, dado que el coche estaba encantado los cuatro cabía si ningún aprieto en la fila de atrás. Entonces reparó en que había una persona en el asiento del acompañante del conductor.
-¡Bill! -dijo con voz chillona por la sorpresa.
-Un gusto volver a verte Harry. -lo saludo éste. Bill parecía un cantante de rock con el pelo largo recogido en una coleta y el pendiente de colmillo, además llevaba ropas de cuero y botas de piel de dragón.
-Bueno vámonos a casa. -dijo un sonriente señor Weasley mientras arrancaba el coche.
El viaje en coche fue de los más entretenido, estuvieron hablando de todo tipo de cosas, desde la magistral actuación de los Chudley Canons en la liga hasta los pormenores del mundo muggle, ya que el señor Weasley ansiaba conocer a fondo como funcionaba todo el mundo muggle, desde la televisión, pasando por los ordenadores e Internet.
El viaje duró unas dos horas y media, en circunstancias normales habrían tardado más, pero el coche del ministerio poseía una serie de encantamientos que le permitían adquirir mayor velocidad y adelantar con gran facilidad los coches muggles.
Cuando llegaron a La Madriguera el señor Weasley frenó el coche de improviso lo que provocó que derrapara, cuando todos se recuperaron de la brusca maniobra miraron al frente para ver que era aquello que el señor Weasley observaba con los ojos desorbitados de terror. Ron soltó un grito de angustia.
La marca tenebrosa se alzaba por encima de La Madriguera, Harry comprendió el porque de que los Weasley estuviesen horrorizados, ya que esa marca la proyectaban los mortífagos cuando llevaban a cabo un asesinato.
-¡Chicos quedaos en el coche y no salgáis de él bajo ninguna circunstancia! ¡Bill vamos! -la voz del señor Weasley trataba de demostrar seguridad pero sus gestos lo traicionaban, él y Bill se internaron en La Madriguera.
Harry, Ron y los gemelos se quedaron dentro del coche incapaces de reaccionar, el silencio se apoderaba de la escena y nadie se atrevía siquiera a mover un solo músculo cuando de pronto oyeron al señor Weasley gritar.
Para Harry aquello fue demasiado, ya no sólo era Cedric muerto ante él, sino que ahora atacaban la casa de Ron. ¿Y si Voldemort había averiguado que él iría a pasar el resto del verano con los Weasley? ¿Y si este ataque era porque Harry era su objetivo? En aquel momento Harry sintió una repentina oleada de furia y odio hacia Voldemort, ya había matado a Cedric delante de sus ojos, pero esta vez no iba a dejar que matase a nadie más delante suya y menos aún a los Weasley. En contra de todo sentido común abrió la puerta del coche y salió corriendo hacia La Madriguera sacando la varita de su pantalón, ni siquiera oyó los gritos de Ron y los gemelos diciéndole que volviera al coche.
Harry entró en La Madriguera con la varita en alto dispuesto a lanzarle un maleficio al primer mortífago que apareciera frente a él, avanzó unos pasos cuando escuchó unas voces que provenían de la cocina, se acercó hasta ella sin hacer ruido y echó un vistazo al interior.
El señor Weasley estaba ayudando a su esposa a levantarse, Percy estaba sentado en una silla con la mirada perdida, mientras que Charlie se apoyaba con una mano en la mesa de la cocina y se llevaba la otra a su cabeza, aliviado entró en la cocina.
-¡Señor Weasley! ¿Están todos bien?
Todos se sobresaltaron al oir la voz de Harry.
-¡Harry! ¿Qué haces aquí? ¿Creí que os había dicho que no abandonarais el coche? -dijo el señor Weasley con un nerviosismo en su voz que Harry no había percibido nunca.
-¡Mamá! -dijeron unas voces por detrás de Harry, este vio como Ron y los gemelos se abalanzaban sobre su madre y la abrazaban.
-¡Papá! -se oyó la voz de Bill quien entraba en la cocina. -¡No encuentro a Ginny por ningún lado! ¡Ni siquiera está en el desván!
Todos los presentes enmudecieron al oír las palabras de Bill salvo la señora Weasley que empezó a sollozar.
-¡Ginny! ¡Mi pequeña! ¡No! -dijo entre sollozos.
Harry reparó en ese momento en una nota clavada en la puerta de la cocina con un puñal, se acercó a ella y la leyó.
Estimado Arthur.
Como puedes ver no le hemos hecho nada a tu mujer y a tus dos hijos aunque te habrás percatado de que nos hemos llevado a tu hija. Si deseas volver a verla con vida tendrás que hacer lo que digamos en otra carta. Pronto te la enviaré.
Atte: Tu admirador mortífago.
Harry acercó su mano para cogerla y entregáserla al señor Weasley pero en el instante en que sus dedos rozaron el pergamino se encontró de repente a sí mismo en el claro donde jugaba con los Weasley al quidditch y en redeada por una veintena de criaturas robustas y de piel verde estaba Ginny, maniatada e inconsciente. Harry de repente volvió a la realidad, a la cocina de los Weasley pero algo dentro de sí le decía que lo que había visto era real, que Ginny estaba viva y su corazón le decía que se encontraba con sus captores en el claro. Se puso a recordar la muerte de Cedric, como no pudo hacer nada por evitar que lo mataran. Sintió un odio contra Voldemort y sus secuaces que crecía por momentos, no podía decirles lo de la visión a los Weasley porque aquello podría ser una trampa, no quería ver de nuevo como alguien moría ente él, si alguien debía salvar a Ginny ese debía ser él, debía ir solo al claro, no podía exponer a ninguno de los Weasley a un riesgo mortal. Comprendió que había llegado la hora de elegir como había dicho Dumbledore entre lo cómodo y lo correcto.
-¿Harry? -preguntó tímidamente Ron; todos observaban a Harry quien se había parado delante de la puerta y tenía la mirada perdida en algo que había frente a él. Parecía que estaba ausente de la situación, todos se imaginaron que esto se debía a que esta situación le hacía revivir la noche en que murió Cedric. De improviso Harry salió corriendo de la cocina a tal velocidad que parecía poseído.
-¡Harry! ¡Harry! -llamó una y otra vez Ron con desesperación en su voz, en ese momento reparó en el trozo de pergamino que había clavado en la puerta de la cocina.
No sabía cuanto tiempo llevaba corriendo, es mas, le parecía que el tiempo había dejado de transcurrir mientras corría lo máximo que le permitían sus piernas, su pecho le ardía por el esfuerzo y su respiración era entrecortada. A unos veinte metros frente a él se hallaba el bosquecillo y conforme se acercaba a él podía oír gritos que provenían del interior. Cuando llegó, redujo la velocidad y empezó a escabullirse entre los árboles haciendo el menor ruido posible. Los gritos provenían del claro que había en el centro. Cuando llegó a él se ocultó tras un árbol y echó un vistazo al claro.
Una veintena de criaturas de un tamaño cercano a los dos metros, de piel verde, hombros anchos y brazos musculosos, cara grotesca de la cual sobresalían unos colmillos de la mandíbula inferior, la cual era más grande que la superior aullaban mientras alzaban al aire espadas y hachas de gran tamaño. Formaban un corro en torno a dos figuras humanas; una de ellas estaba tumbada en el suelo e inconsciente, el largo pelo pelirrojo le reveló a Harry que se trataba de Ginny. Junto a ella había una figura envuelta en una capa negra con el rostro oculto tras una máscara. Ésta alzó su mano y todas las criaturas se callaron.
-Bien, nuestro plan ha salido a la perfección, ahora tenemos a Arthur Weasley entre la espada y la pared gracias a esta preciosidad. -Harry reconoció tras la máscara la voz de Lucius Malfoy, el seguidor más próximo de Lord Voldemort.
-Zeñor. -dijo una de las criaturas con una voz que se asemejaba a un gruñido. -¿Podemoz matarla o al menoz divertirnoz con ella?
-De momento no. -respondió Lucius. -Es nuestra carta secreta y debemos evitar que sufra daño alguno por ahora. -se llevó la mona derecha al antebrazo izquierdo, señal de que Voldemort estaba convocando a los mortífagos. -Vigiladla mientras hablo con el amo. Tras lo cual desapareció.
Harry estaba cada más furioso deseó tener por primera vez la licencia para usar la magia y poder atacar a aquellas viles criaturas. Se levantó y empezó a pensar en como sacar a Ginny de aquella situación, dándose cuenta de que las criaturas estaban armadas y eran muchos más que él. Al retroceder sintió que chocaba con algo y como una mano poderosa le sujetaba por el brazo. Trató de liberarse pero su captor era mucho más fuerte que él. Al mirar por encima del hombro vio que se trataba de uno de aquellos seres. Este lo condujo al claro y lo arrojó contra el suelo con violencia.
Se reincorporó, sintiendo que la vista de todos los pieles verdes estaba fija en él. El que era su captor habló.
-Bueno muchachoz mirad lo que he encontrado. Un jovenzuelo zin duda alguna muy vaiente para tratar de ezpianoz zin que noz enteráramoz. ¿Y zi noz divertimoz con él? Ya que con la pequeña no noz dejan.
-¡Esperad! ¡Fijaoz bien en quien ez! .-dijo otro señalándole la cicatriz de su frente. Todos empezaron a murmurar entre si y a lanzarle miradas ávidas. -Ezto zi que ha zido oro caído del zielo. Ahora el amo noz recompenzará como a ningún otro por entregarle lo que máz dezea, el famoso Harry Potter. Todas las criaturas comenzaron a reírse de manera siniestra.
-¡Antes muerto que caer a manos de Lord Voldemort! -dijo Harry con el odio recorriendo sus palabras. Los seres verdes se callaron con los ojos abiertos por la sorpresa.
-Azí que tenemoz a un muchacho valiente. -dijo el que lo había capturado con una sonrisa maliciosa. -¿Y que haráz? ¿Luchar contra nozotroz? ¿Zalir corriendo? -todos los pieles verdes volvieron a reír mientras este se acercaba a Harry alzando un hacha de considerable tamaño.
Harry empezó a retroceder lentamente, no iba a dejarle a esos monstruos el placer de verle suplicar pidiendo clemencia, pero sin el permiso para realizar magia y sin un arma con la cual defenderse estaba en una situación difícil. Recordó hace dos años, cuando en la cámara de los secretos en una situación parecida sacó la espada de Godric Gryffindor del sombrero seleccionador. Pero esta vez no tendría la misma suerte. De improviso una voz le habló a su mente diciéndole "ya acudo en tu ayuda una vez más", cuando, ante la sorpresa de todos los presentes una espada se materializó frente a Harry, la reconoció como la espada en la cual había estado pensando momentos antes. Ésta permaneció flotando ante él hasta que Harry levantó su mano y la cogió por la empuñadura. Luego con un rápido movimiento se encaró con el piel verde que le había amenazado, él cual estaba todavía sorprendido de la aparición repentina de la espada, antes de que este pudiese reaccionar Harry le cercenó la mano en la cual empuñaba el hacha. La criatura dio un aullido de dolor mientras retrocedía.
-Y ahora, ¿quién es el próximo? -dijo Harry hecho una furia.
-¡Quietoz ahí! -dijo el ser al cual Harry le cortó la mano. Vamoz a ver si ahora que que no eztoy desprevenido tiene la mizma zuerte. Sacó un cuhillo de tamaño considerable y avanzó de nuevo hacia Harry.
Lo que ocurrió después fue algo sorprendente, el ser levantó el cuchillo dispuesto a degollar a Harry, pero este vio como la hacía a una velocidad muy lenta y lo bajaba hacia él también a una velocidad ridícula, parecía como si el monstruo se moviese a cámara lenta. Al mismo tiempo algo dentro de su cabeza le indicó a Harry que diese un barrido de arriba abajo, movido por esa voz, Harry lo hizo. La espada surcó el aire cortando la armadura y la carne en un gran tajo en el abdomen. El monstruo cayó al suelo y empezó a desangrarse.
El resto de seres al ver esto sacaron sus armas y los escudos que llevaban algunos y se abalanzaron hacia Harry auyando de furia. Dos de ellos se colocaron a su altura y le atacaron, pero Harry veía sus movimientos a cámara lenta y la voz le susurraba hacia donde debía dirigir sus golpes. Los pieles verdes cayeron al suelo, uno con un gran tajo en el pecho y el otro con la arteria carótida seccionada, su sangre verde negruzca comenzaba a empapar la hierba del claro. Otro piel verde se acercó a Harry aullando pero éste esquivó su golpe y hundió la espada en el corazón del monstruo.
El resto de seres empezaron a trazar un semicírculo alrededor de Harry, intimidados por el manejo de la espada que estaba demostrando. Empezaron a acercarse lentamente hacia Harry y éste levantó la espada en señal de desafío, había perdido todo rastro de miedo y temor y su lugar lo ocupaba la ira.
Un silbido rasgó el aire y uno de los seres cayó al suelo con una flecha que le había atravesado la garganta. Otras dos flechas más se clavaron en el pecho de otro y cayó muerto al suelo. De entre los árboles surgió un hombre con una arco en su mano y un carcaj en su espalda. Se llevó la mano derecha al carcaj y sacó una flecha, cargándola y disparando de nuevo su arco con una velocidad inhumana y matando a otro ser en el acto. Harry se percató de que era el hombre que había acompañado a Dumbledore a casa de Arabella; llevaba las mismas ropas del otro día y volvía a tener oculta su cara tras la capucha. Siete de los seres que quedaban cargaron contra él alzando sus escudos, el hombre desenvainó de su costado izquierdo una espada empezó a luchar contra los monstruos; los seis restantes cargaron contra Harry, él cual empezó a esquivar y detener sus golpes a la vez que los devolvía. A través del trajín de cuerpos que se movían pudo ver como el encapuchado mataba a las criaturas una tras otra sin dificultad. Harry siguió devolviendo espadazos y cuando se quiso dar cuenta estaba solo rodeado de los cuerpos acídos de sus enemigos, volvió su vista al encapuchado vio que había despachado a la última bestia y corría hacia el cuerpo caído de Ginny. Le dio un vuelco al corazón al ver a Ginny caída y corrió hacia ella.
-¡Ginny! -gimió al ver que esta no se movia.
-Solo está inconsciente Harry. -dijo el hombre mientras la cargaba en sus brazos. -¡Vámonos de aquí antes de que vengan más!
Harry y el encapuchado empezaron a correr con todas sus fuerzas, al cabo de unos minutos llegaron a La Madriguera. Vieron que en la puerta se encontraban el profesor Dumbledore, un desonsolado señor Weasley y Amos Diggory, el padre de Cedric, el cual trataba de consolar al señor Weasley.
-¡Ginny! -gritó el señor Weasley al ver a su hijo en brazos del encapuchado, empezó a correr hacia ellos.
-Sólo está inconsciente Arthur. Mejor vamos adentro. -dijo el encapuchado mientras entraba con Ginny en sus brazos a La Madriguera.
Todos entraron dentro y se dirigieron al salón, en el cual estaban todos los Weasley además de la señora Diggory la cual trataba de consolar a la señora Weasley. Cuando entró el encapuchado la señora Weasley dio un grito y trató de acercarse a él, pero el encapuchado le lanzó un gesto con la cabeza y depositó a Ginny en el sofá, luego le puso una mano sobre la frente y murmuró unas palabras que nadie entendió. Tras estas palabras Ginny abrió los ojos y murmuró un débil ¿qué ha pasado? Todos los Weasley se abalanzaron sobre ella con las lágrimas surcando sus caras. Luego el señor Weasley se dirigió hacia al encapuchado.
-Ha salvado a mi hija, ¿cómo se lo podré agradecer?
-No tiene que agradecerme nada, simplemente hice lo que cualquier otro habría hecho en mi lugar. Aunque Harry también tiene parte del mérito, la mayor.
Todos se giraron y comtemplaron a Harry el cual estaba sudoroso y aun sostenía en su mano la espada ensangrentada de sangre verde negruzca. La señora Weasley se levantó del sofá y abrazó a Harry agradeciéndole el volver a salvar la vida de Ginny. En ese momentó el profesor Dumbledore carraspeó, todos se voltearon a verlo.
-Siéntate Harry. -dijo mientras le acercaba una silla. -Me gustaría que nos contases como averiguaste el paradero de la señorita Weasley tan fácilmente y que es lo que pasó después.
Harry tomó asiento y comenzó a contar como había descubierto la nota, como al tocarla había tenido una visión de Ginny en el claro con sus captores, como había llegado y había visto en él a Lucius Malfoy y esas criaturas con Ginny, como le había descubierto, como la espada había acudido en su ayuda, como se había enfrentado a los seres y como había acudido el encapuchado en su ayuda. Éste orroboró los hechos de Harry, añadiendo que se había limitado a seguir el rastro de las pisadas de Harry cuando llegó con Dumbledore y el señor Diggory. El relato sorprendió a todos salvo al encapuchado y al profesor Dumbledore.
-Así que una vez más la espada de Godric Gryffindor acudió en tu ayuda. -dijo Dumbledore mientras cogía la espada y la examinaba con interés. -Debes de haber mostrado mucha valentía y determinación para que haya acudido a ti Harry.
-¿Esa espada perteneció Gryffindor? -preguntó un incrédulo Ron
-Evidentemente señor Weasley. Le dijo Dumbledore mientras le tendía a Ron la espada para que pudiese ver el nombre que tenía grabado en la empuñadura. -Se dice que esta espada siempre acudirá en ayuda de los miembros de Gryffindor si se mantienen fieles a los valores de su casa en momentos de gran peligro.
-¿Pero como pudo Harry tener esa visión con sólo tocar la carta? -peguntó el señor Weasley.
-Porque entre Harry y la señorita Weasley existe un poderoso vínculo. -todos los Weasley miraron al profesor Dumbledore sin comprender. -Cuando un mago le salva la vida a otro se crea entre ellos un vínculo. Harry ya le salvó la vida en segundo y ese vínculo le mostró a Harry donde debía buscar a la señorita Weasley. -añadió con una sonrisa.
Los Weasley miraron a Harry sorprendidos de las palabras del profesor Dumbledore para luego abalanzarse sobre Harry y darle las gracias una vez más. Pero Harry no compartía la alegría de los demás, no le había contado a nadie que cuando le atacaron, había visto los golpes de sus enemigos a cámara lenta y que una voz le había dicho donde debía golpear con su espada.
-¿Ocurre algo Harry? -preguntó el encapuchado. -Pero primero deja que me presente, pues ya nos vimos el domingo pero en aquella ocasión no te había dicho quien era. -añadió mientras le estrechaba la mano a Harry y se quitaba la capucha descubriéndose el rostro.
Se trataba de un hombre muy joven, de rasgos hermosos, finos y afilados y una palidez sorprendente. El pelo era de un color gris plateado y relucía con la luz, lo llevaba muy corto y levantado en puntas seguramente con gomina. Sus ojos eran de un inusual color dorado y tenían un brillo especial que hacían ver que detrás de esa juventud había alguien que había vivido muchas experiencias y a la vez aportaban una serenidad difícil de describir.
-Me llamo Myrddin, un placer vernos esta vez cara a cara. -dijo cuando terminó de estrecharle la mano.
-Igualmente. -le dijo Harry.
-Dime que es lo que te preocupa.
-¿Cómo puede saber que me preocupa algo?
-Tutéame Harry. Sé que te preocupa algo porque tus ojos me lo dicen . No te sorprendas -añadió al ver la cara de sorpresa de Harry -puedo leer a través de ellos como si se tratara de un libro abierto.
-Verás. -murmuró Harry, no sabía como decirlo. Respiró lentamente y prosiguió con lo que tenía que decir. -Cuando el primer este...
-Orco, Harry. -dijo Myrddin.
-Cuando el primer orco me atacó en ese momento sucedió algo extraño. Sus movimientos se hicieron muy lentos... y una voz en mi cabeza me indicó como debía atacarle. Lo mismo pasó con todos los demás.
-Así que te poseyó el awen... -concluyó Myrddin.
-¿El qué? -dijo Ron en voz alta, quien al igual que el resto de los presentes no tenía ni idea de que quería decir esa palabra, sólo Dumbledore pareció entenderlo pues estaba sonriendo. . -El awen Ronald, el awen. -le repitió Myrddin.
-¿Sabe quién soy?
-Por supuesto, ¿quién no ha oído hablar del trío maravilla de Gryffindor? -dijo con una sonrisa en su rostro que provocó que Ron se pusiera colorado. Ron siempre anhelaba ser famoso como Harry. -Para que todos ustedes lo entiendan mejor Harry entró en trance.
Todas las miradas se posaron en Harry el cual no entendía que quería decir aquello, Myrddin debió captarlo porque empezó a explicar que era aquello del trance.
-El trance o awen es un estado en el cual un mago es capaz de lanzar hechizos con mayor poder o ser capaz de realizar hechizos que en condiciones normales sería incapaz de realizar. Pero además el awen se apodera del mago y le hace ver todo a una velocidad menor para que el mago sea capaz de anticiparse a su oponente, además, el awen le dice al mago que es el mejor golpe que debe hacer para acabar con su oponente. Todo esto sucede en el subconsciente del mago. Por eso es difícil de explicar esa sensación.
-¿Pero como sabe que Harry entró en trance? -dijo Percy. -Los magos que tenían esa capacidad desparecieron hace más de un siglo.
-Lo se por sus ojos. -dijo Myrddin mientras señalaba a Harry. -Mientras luchamos vi como relampagueaban. Sólo cuando una persona entra en trance se le ponen los ojos de esa manera. Además, esos magos no desaparecieron, lo que pasa es que son muy pocos y no suelen mostrar esa faceta de su poder. -tras decir esto cerró brevemente los ojos y los abrió de nuevo, mostrando un brillo en sus ojos dorados que hizo que todos los presentes retrocedieran asustados salvo el profesor Dumbledore; volvió a cerrarlos y cuando los abrió volvían a tener el aspecto normal.
-Pero... aun así entrar en trance no es fácil, ¿cómo pudo hacerlo? -insistió Percy.
-Harry. -dijo Myrddin mirándole a los ojos. -Cuando te encaraste con los orcos estabas furioso, ¿verdad? No sentías otra cosa salvo rabia, ¿cierto?
-Sí... -dijo Harry en un susuroo.
-Sencillamente la ira que sentía Harry en ese momento le permitió entrar en trance, aunque para ello debió de ser muy fuerte.
Un incómodo silencio se apoderó de la sala, Harry sentía que era el centró de atención de toda la sala, final mente la voz de Myrddin volvió a escucharse.
-Creo que deberíamos irnos de aquí cuanto antes, no vaya a ser que Lucius Malfoy y sus amigos se animen a volver.
Al escuchar el nombre de Lucicus la cara del señor Weasley enrojeció de la ira, sin embargo asintió con la cabeza.
-Os hospedaréis en el Caldero Chorreante de momento; los gastos corren a mi cargo. -dijo Dumbledore, el señor Weasley abrió la boca para protestar pero la cerró al ver la mirada de Dumbledore.
-Pero Harry no se puede quedar allí abuelo. -dijo Myrddin provocando que todos los presentes abrieran la boca de la sorpresa que les había causado la manera en que Myrddin se había dirigido a Dumbledore. -No es seguro para él y no creo que sea conveniente mandarlo de vuelta con sus tíos.
-Dumbledore se quedó pensativo, pensando a donde debía enviar a Harry cuando la voz de Myrddin interrumpió sus pensamientos.
-¡Ya sé! ¡Que venga conmigo a casa de mis padres! ¡Les alegrará volver a verle después de catorce años!
-¿Cómo? ¿sus padres me habían visto antes? -preguntó incrédulo Harry
-Tus padres y los míos eran muy buenos amigos, la última vez que te vieron fue en la fiesta de tu primer cumpleaños. Así que... ¿qué me dices?
-Pero... -dijo Harry. -Yo... no quiero ser ninguna molestia...
-¡Claro que no! ¡A mis padres les encantará ya verás! Y si tú quieres, podrás invitar a tus amigos a que pasen unos días cuando todo se haya calmado un poco.
-Myddin tiene razón Harry, su casa es un lugar seguro para ti y te garantizo que allí harás de todo menos aburrirte. -dijo Dumbledore con una sonrisa. -Creo que sí... te irás con él a su casa por el resto del verano. -le dirigió una mirada a Harry el cual supo interpretarla enseguida, le estaba indicando que por su bien debía ir a casa de Muyddin.
-Esta bien, iré a su casa. -dijo Harry, sabía que si Dumbledore se lo estaba pidiendo debía ser por algo, él siempre hacía lo mejor por Harry así que ir a casa de Myrrdin no podía ser tan malo, además este le había dicho que podría invitar a sus amigos más adelante.
-Voy por tus cosas Harry. -dijo Myrddin mientras desaparecía del salón
Unos minutos después apareció cargando el baúl de Harry y la jaula de Hedwig vacía. -He soltado a tu lechuza y le he dicho que vaya a mi casa a esperarte.
Harry asintió y se despidió de todos los presentes; Bill, Charlie, Percy ye el señor Diggory le estrecharon la mano, los señores Weasley y la señora Diggory le abrazaron, los Weasley le agradecieron el que hubiese salvado a Ginny, ésta sólo se limitó a murmura una "Adios Harry" muy bajito mientras se sonrojaba profundamente. Los gemelos y Ron se despidieron dándoles palmadas en la espalda. El último en despedirse fue Dumbledore quien le dijo en voz baja para que nadie más lo pudiese escuchar "una vez más has vuelto demostrar una valentía inesperanda y has sabido elegir entre lo cómodo y lo correcto. Te vas a llevar una buena sorpresa en casa de Myrdin, bueno una no, sino dos". Harry se quedó muy intrigado con las palabras de Dumbledore pero decidió que ya descubriría que había querido decir con ello pues lo que tuviese que llegar llegaría. Se aproximo hasta la chimenea donde ya lo estaba esperando Myrddin, éste le dio un puñado de polvos flu y le dijo.
-Debes decir a la Mansión del Fénix, ¿entendiste?.
Harry asintió con la cabeza y se metió en la chimenea.
-¡A la Mansión del Fénix! -dijo mientras soltaba los polvos flu, desapareciendo con un estallido de llamas.
Bueno he acabado el 2º capítulo, un poco largo pero me moveré entre las nueve páginas del primero y las diecinueve del segundo, todo dependerá de los hechos que tengan que ocurrir en cada uno. Sigo pidiendo que me mandéis reviews comentándome además si debo quitar o añadir ciertas cosas, o si debo darle otros enfoques al fic.
Fans de Ron, no me matéis porque Ron no sea el que al final se quede con Hermione aunque el sea en un principio el que la tenga. Os aseguro que Ron va a desempeñar un papel fundamental en los últimos capítulos, ya los veréis.
Adelanto del próximo capítulo: Harry irá a casa de Myrddin a pasar el resto del verano, econtrándose allí con la última persona con la cual esperaba verse. Seremos testigos de la primera fiesta de cumpleaños de Harry así como de ciertas revelaciones sobre los padres de Harry y Myrddin.
Fragmento de un próximo episodio: -¿Quieres que nos batamos en duelo aquí mismo Voldemort? -dijo Myrddin con una voz fría como el hielo y los ojos relampagueando de la ira. -¡No seas necio! -repuso Lord Voldemort mientras retrocedía. -Si tú y yo nos batimos o nos destruimos mutuamente o .... -Provocamos una batalla de cuarenta días y cuarenta noches. -concluyó Myrddin.
