Disclaimer y comentarios: Hola, por fin el capítulo 4, después de tanto tiempo, pero es que ando algo liada. El disclaimer ya lo sabéis, nada es mío; esta vez (y la anterior, no me acuerdo si lo dije) ni el título me pertenece. Dust and her embrance es el título de una canción de Craddle of Filth, y no tiene mucho sentido con el capítulo en sí; es sólo un comentario del principio de la parte uno y el final de la parte 2. Quiero agradeceros de todo corazón a todos lo que dejáis un review, me alegráis el día, de verdad, abajo os los comento, jeje. Una última ADVERTENCIA MUY IMPORTANTE ANTES DE LEER, creo que me ha quedado algo fuerte, o por lo menos eso me han dicho un par de personas, así que si sois muy sensibles, imaginaros el final de la parte uno, porque aquí hay tortura, violación, asesinato, en fin, cosas de mal gusto para gente sensible, así que no lo leáis si no vais a dormir luego. Y otra cosa, si dejáis review, por favor, decirme que muerte os ha gustado mas y si creéis que debo continuar el fic o empiezo otro con otro tema.

Gracias!

Astartea

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26 de Abril de 1979 (noche), Londres.

Eran poco más de las once cuando Tausiet llegó al apartamento de su hija Laiya, a las afueras de Londres, en una zona en la que vivían muchos magos mezclados entre los muggles. En la puerta de la entrada estaba Alexis esperándole. Antes de que pudiera decir nada, le tapó la boca con la mano y redujo su escoba para guardarla en un bolsillo. Quitó la mano de la boca y le abrazó, sujetándole la cabeza, mientras Tausiet lloraba, resbalándose hacia el enlodecido suelo.

Alex nunca había consolado a una persona, nunca se había visto en una situación tan grave, y se le escapaba por todos los lados. De todas formas, ambos sabían que no había consuelo posible....

 De pronto, con determinación, Tausiet se reincorporó y le miró con unos ojos más rojos que los de una perdiz, que mostraban desconsuelo, la negrura del alma al saber, con certeza pero sin querer creerlo, que un ser querido ha muerto.

- Déjame pasar

- NO Tau! Sólo te haría sentirte peor!

- DEJAME PASAR

- Asúmelo! Ya no puedes hacer nada aquí – pausa- vámonos.

- NOOOOOOO – De un empujón, Tausiet apartó el poco musculoso cuerpo de su compañero y subió escaleras arriba

Allí se había reunido un grupo de la brigada más alta de los aurores, los llamados alfa, que se especializaban en los casos más difíciles y las batallas más peligrosas. Si hubiese sido cualquier otra persona, seguramente hubiesen enviado otro destacamento de rango más bajo, pero era la hija de Tausiet la que había sido asesinada, y él era su compañero, por lo que la búsqueda del culpable sería más intensiva.

Y era también un amigo, por lo que su captura y el trato que recibiese sería el más cruel que un auror puede dar.

Todos guardaron silencio al verlo entrar por la puerta. Era ese tipo de silencio que llena el mundo cuando los malos sentimientos no te dejan decir lo que quieres: lamentarte, llorar, animar o simplemente gritar a voces que es una injusticia. Era el silencio de la muerte.

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- Sowarfer –Con el gesto de la varita del desconocido, la luz de la bombilla (pues la casa de los Tausiet contaba con electricidad muggle) se atenuó, quedando la habitación en una semioscuridad.

Tras su sonrisa inicial, Carol comenzó a turbarse "¿¡quién es este hombre y que hace en mi casa!?" Se incorporó rápidamente, dándose cuenta también que el desconocido la había pillado en una situación muy comprometida, y se ruborizó, cubriéndose con una sábana.

- Shhhhhhh – dijo el rubio, que llevaba una especie de máscara tipo carnaval de Venecia que cubría parcialmente su cara, dejando al descubierto sus ojos y su boca – no pasa nada Carol. - El hecho de que supiera su nombre hizo que las tripas se le removiesen.

- ¿Quién es usted? – El hombre se acercaba hacia la cama cada vez más de forma casi imperceptible. Cuando lo tuvo cerca, pudo comprobar que sus ojos no eran realmente azules, como había pensado en un principio, sino más bien grises. Eran unos ojos peculiares, llenos de malicia. Instintivamente fue apartándose, pegándose cada vez más a la pared que daba con la esquina superior del colchón.

El  hombre se quitó la máscara y la guardó bajo los pliegues de su capa tras mirarla en su mano por unos segundos – Es para los viajes, odio que se me agriete la piel con el viento – Se acercó más a la cama, sentándose en el borde, y le tendió una fina mano de pulidas uñas – Lucius Malfoy, trabajo en el Ministerio.

La mano, aún temblorosa, de Carol se extendió hasta apretar la del hombre. El nombre de Lucius Malfoy realmente le sonaba. Sabía que era una persona con un importante cargo dentro del Ministerio. Sus mejillas se ruborizaron cuando el hombre acercó su mano entre las suyas hasta su boca y depositó en el dorso un suave y húmedo beso, y un estremecimiento recorrió el cuerpo de la muchacha ante el contacto.

- Un placer, señor Malfoy.

- Por favor, llámame Lucius, he venido en cuanto he podido – En ese momento supo que se refería a la muerte de su hermana, y las lágrimas luchaban de nuevo por salir de sus ojos.

- Gra- gracias, señor. – Lucius se acercó más a ella y recostó su cabecita de suaves rizos entre su hombro y su pecho.

- Tu padre ha ido a Londres, como sabrás, y yo he venido a velaros, a asegurarme que todo esté bien por aquí.

- Aja – Carol decidió cerrar la boca, porque no se le ocurría nada inteligente para decir, cosa que Lucius agradeció secretamente.

- De todas formas – apartó un poco la sábana con la que se estaba cubriendo la chica – veo que tu estabas muy bien cuando he llegado – No quedó ni una gota de sangre en el cuerpo de Carol, se subió toda a su cabeza, haciéndola parecer un tomate.

- No, no....... yo no ... ¡No le diga nada a mis padres, señor!

- Lucius, te he dicho que me llames Lucius. No te preocupes –su sonrisa era espesa como la miel, casi babosa -  no diré nada, aunque lo que hacías no era nada malo – Le hablaba en susurros, y cada vez iba apartando más la sábana. La consiguió tumbar boca arriba sin que ella ofreciera mucha resistencia y apartó de una vez por todas la sábana, para quedarse unos minutos observándola en silencio.

La chica no tendría más de dieciséis o diecisiete años, y aún conservaba cierto aire infantil en su cuerpo. No era una chica espectacular, pero si atractiva, con  piel suave como las plumas de un pajarito y una carita virginal, a Lucius le pareció tentadora la idea de hacérselo allí mismo, para que la pobrecita no tuviese que consolarse sola

- Eres muy hermosa, sabes? – Carol soltó una risita estúpida y negó con la cabeza – No digas que no. ¿Tienes novio, Carol?

- No, no tengo – sus mejillas se ruborizaron al darse cuenta de la situación. Se volvió hacia la puerta, cerrada, y le dio la sensación de que su madre entraría de un momento a otro y los pillaría así – mi madre está...

- Dormida, profundamente, así que no te preocupes – Lucius seguía comiéndose su cuerpo con los lascivos ojos de plata – Le he dado una poción para calmarla y que descanse, y venía a darte a ti también un poco... pero creo que mejor te voy a dar otra cosa que te servirá más que un buen sueño.

Con estas palabras, Lucius pasó sus brazos rodeando el cuerpo de Carol y comenzó a explorarlo con sus obscenos labios.

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Los aurores dejaron todo lo que tenían en las manos y fueron a la cocina, donde Saer, el forense del grupo les había llamado. Era un trámite más en su trabajo: Cuando se llegaban a ciertas conclusiones, todos dejaban de investigar por las casas o escenarios  del crimen y esperaban al veredicto del auror forense para tener un poco más claro lo que había pasado en conjunto y buscar cosas más concretas en lugar de dar palos de ciego. Lo que Tausiet nunca hubiese imaginado, tras años de escuchar esas informaciones, que un día escucharía la de su propia hija........

Saer era un hombre de mediana edad, de ojos pardos y labios muy carnosos. Tenía un tic en uno de los ojos, que pestañeaba continuamente, pero aparte de eso era más cariacontecido que un mejillón. Nadie lo había visto sonreír o enfurecerse, e incluso en los momentos de tensión no expresaba el más mínimo gesto. Esto era así hasta tal punto que cuando vio entrar a Tausiet, a diferencia de sus compañeros,  lo ignoró completamente, como si fuese ajeno a todo lo que estaba pasando. Alex de buen gusto le hubiese corrido a patadas, pero decidió quedarse al lado de su amigo y ver como Saer abría su  vieja y pegajosa libreta, carraspeaba y se lamía las comisuras de los labios, el ojo tonto abriéndose y cerrándose  como si tuviese vida propia...

- La victima es Laiya Grant,  una mujer de 23 años,  1'70 de estatura y complexión atlética. Una lechuza anónima llegó al Ministerio a finales de la tarde anunciando su asesinato y atribuyendo los hechos al grupo de seguidores del Tenebroso -incluso Saer parecía temer al simple pensamiento de Voldemort, ya que, aunque no dijo nada, su ojo pestañeó con más convulsión- Al conocer el domicilio y la identidad de la victima, este grupo se trasladó inmediatamente a este domicilio y se encontró con la escena que a continuación se relata:

                   " No parecía que hubiese nada extraño alrededor de la zona, ni dentro del bloque de pisos. La puerta no mostraba señales de haber sido forzada, por lo que se cree que el sujeto entró mediante el método de aparición o fue la propia víctima quien permitió su entrada. No se observa desorden en las habitaciones, por lo que se descarta el móvil de robo o que el sujeto estuviese buscando algo concreto. Lo único fuera de lo normal es que todos los espejos fueron trasladados al comedor,  hecho que comentaré más adelante

                   La víctima apareció en el comedor, tendida en el suelo en un charco de sangre. La impresión inicial es que su cuerpo desprendía luz o brillo. Un examen más meticuloso nos ha revelado que sus poros están cubiertos con cristales, probablemente con un hechizo de fragmentación y reparto de materia, lo que nos lleva a la conclusión de que el mago que lo hizo es un sujeto con un alto nivel en materia de encantamientos.

                   Algunos golpes y restos de sangre en la mesa y la cómoda nos llevan a pensar que hubo un forcejeo entre la víctima y el sujeto. Unas marcas de soga en las muñecas , las piernas y el cuello demuestran que, casi con total seguridad, la mujer fue atada e inmovilizada, quedando tumbada boca arriba en el suelo. El individuo apartó el mobiliario del salón y colocó todos los espejos que encontró en la casa creando un círculo en torno a ellos, de modo que podía verse reflejado y ver reflejada a su victima desde todos los ángulos. Ignoramos si ella podía verse reflejada, si quiso o si en esos momentos tenía los ojos vendados. No aparece señal de nada en concreto, pero no descartamos nada.

                   Las moraduras que aparecen en ambos costados de cuerpo parecen ser patadas por parte del agresor, o golpes dados con un objeto contundente, como un bate o una barra de hierro, aunque esto último es menos probable, siendo más acertado pensar que una vez atada y tumbada, la rodeó, pateándola. La ropa ha aparecido contada mediante un hechizo seccionador o unas tijeras, más probable lo primero al ser el corte de una gran perfección. Por ello, hemos de suponer que fue desnudada en la misma posición antes de ser golpeada. "

Saer dejó de leer para mirar directamente hacia Tausiet, que temblaba y tenía la piel del mismo color que el lodo en el que se había caído antes. Los demás compañeros miraban a Saer, asombrados de su frialdad. Era un buen forense, sin duda, aunque no estaba muy acostumbrado a trabajar con ellos, ya que había sido trasladado recientemente, y eso lo notaron mucho. Nadie de los que estaban allí hubiesen dejado oír a Tausiet lo que estaba contando, pero nadie se atrevía tampoco a decirle ahora que abandonase la habitación. Saer volvió a humedecer sus gruesos labios con un rápido movimiento de su legua por las comisuras.          

- Lo que se relata a continuación es lo que, a mi juicio, es más probable que ocurriese, aunque  no puedo afirmarlo al cien por cien – bajó de nuevo la vista hacia la libreta y siguió leyendo –

                   "La victima fue apuñalada 17 veces en el pecho, con una pieza gruesa y afilada de cristal de uno de los espejos; el agresor no paró de asestarle puñaladas con este instrumento hasta fisurar hasta tal punto el esternón que lo partió... También, y al parecer con el mismo trozo de cristal, cortó los pezones de la víctima –gran pausa por su parte, tomó aliento y siguió leyendo -  bajando el arma por el vientre llegó hasta los genitales, donde se produjo un acceso del objeto por vía vaginal y anal en repetidas ocasiones, encontrándose heridas por la zona de alrededor, lo que prueba que el trato fue particularmente vejatorio y cruel. Las cicatrices.............."

Saer no pudo seguir más, ya que sus labios encontraron el rudo puño de Alex y su garganta notó el sabor metálico de su propia sangre. El golpe le pilló por sorpresa, así que cayó al suelo con un pesado golpe. Miró sorprendido a su alrededor, viendo a Grant derrumbado en el suelo, llorando en silencio y negando con la cabeza. Algunos compañeros los arropaban, lo acariciaban como a un bebé desconsolado, como a un perrillo perdido; otros lo miraban a él como si fuera un marciano, y el autor del golpe que había recibido era sujetado por otros dos.

- ¡Cabrón, vale ya, esto a ti no te afecta ¿verdad? ¡¡¡ PUES A NOSOTROS SI!! ¡A mi! ¡ Es la hija de un compañero! ¡De un amigo! – Se le veía furioso, pero su actitud no hacía más que hundir a Tausiet. El hombre en el suelo murmuraba incoherencias acerca de que era su trabajo y su obligación... Al final, Tausiet Grant hizo acopio de todas las pocas fuerzas que le quedaban y dejó de sollozar.

- Alex, basta! – giró sus ojos hacia el Saer, que seguía en el suelo, sangrando por la boca – quiero oírlo todo, es tu trabajo. Por favor,...  continúa.

Saer se levantó del suelo, agarró la libreta y miró a los ojos de todos, uno por uno, tal vez demorándose en los de Alex algo más que en el resto, pero su cara seguía tan impasible como siempre.

                   "Las cicatrices...." – Esta parte realmente no importa, son tecnicismos médicos – parecía cansado y dispuesto a relatar lo esencial para que acabase todo – "La muerte se produjo por varios Crucio, que dañaron de modo irreversible los órganos internos, esto unido a la continua pérdida de sangre por las heridas.

                   Como se ha dicho antes, el cuerpo da la sensación de brillo. Esto es debido a que el agresor, tras matarla, hizo estallar algunos de los cristales y espejos que había reunido en el comedor utilizando un hechizo de fragmentación, lo que consiguió reducirlos a tamaño de polvo, y mediante otro hechizo de reparto de materia, esos restos fueron introducidos bajo la piel de la víctima, sobresaliendo por los poros  y dándole el aspecto señalado.

                   En un primer registro no se han hallado indicios sobre quien ha podido hacer esto. Tampoco se ha encontrado ninguna pista o prueba concluyente."

Su voz era monótona, en  contraste con su nervioso ojo. Cuando terminó, la habitación quedó tan en silencio como una cripta. Nadie se movía, nadie decía nada. Era como si la actitud de Saer los hubiese contagiado a todos. Tal vez es que esa era la actitud que se te quedaba de forma permanente cuando tenías que ver tantos horrores, mientras que la mayoría de gente trabajaba en comercios o en fábricas....

Tausiet salió de la cocina sin decir una palabra y se dirigió al cuarto de su hija. Se sentó en la cama y miró hacia la pared vacía donde antes había habido un espejo. Ahora estaba en el comedor, con su niña. Las mejillas le escocían de tanto llorar, pero era algo inevitable. Tras la descripción, su mente le hacía oír los gemidos, las suplicas de su hija mientras era brutalmente violada y apaleada; violada con un trozo de cristal que abría su tierna carne, un trozo de horror y de maldad... y una mano, manejando el cristal, una mano de un asesino, un loco un enfermo bastardo que había aplicado semejante crueldad para matar a una niña, a su niña, que siempre sería su pequeñita.......

Se tumbó en la cama, abrazando uno de los cojines y aplastando su cara en él. Parecía imposible que por el día estuviese en el Ministerio, feliz, bromeando acerca de casar a sus hijas mayores con ese grupo de gente y esa misma noche estuviese a menos de diez metros del cadáver de una de ellas... Parecía que el destino se reía en su cara, que le arrojaba su poder y su furia, y en cuestión de segundos su vida se alteraba.

Sintió unos brazos pequeños rodearle, y levantó la vista para ver a Alex. Era aún más joven que Leiya, y ahí estaba, finalizando su entrenamiento de auror, de prácticas con el grupo de aurores alfa, para en un futuro ser uno de ellos. Sintió un miedo irracional de perderlo, de que lo asesinaran, de que le metieran un cristal por el ano y le golpearan,.... lo abrazó con fuerza, como si lo quisiera proteger. Así pasaron unos minutos.

- Tau, ahora lo que debes hacer es ir con tu familia.

- Lo sé – era cierto, pero él no quería abandonar la casa de su hija

- Aquí ya no puedes hacer nada, aunque estuvieses sentado en la cama mil años

Tausiet Grant se levantó y salió al portal. Sacó la escoba de su bolsillo y, tras declinar el ofrecimiento de Alexis de acompañarlo a casa, emprendió el vuelo en la noche, abatido, más muerto que vivo y con el alma apagada.

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Carol no podía evitar gemir de placer mientras Lucius le lamía los costados, los pequeños pechos y la suave piel del cuello. Mientras hacía esto, no podía evitar pensar en cómo a su hermana en vez de lamerle la había golpeado y cortado, cosa que le hizo excitarse aún más. "Sería agradable tenerlas a las dos a la vez" pensó mientras sonreía a la muchacha. Acercó su cara con las dos manos y comenzó a depositar suaves besos en las mandíbulas, por detrás de las orejas, por la nuca y otras zonas sensibles de la cara. La verdad es que era un encanto de niña, dócil como un corderito.

Ambos estaban ya desnudos, excepto por los slips de Lucius, que seguían en su sitio, incapaces de ocultar la húmeda erección que tenía. Sorprendió a la muchacha mirándola de reojo, así que cogió su mano y la condujo hacia allí.

- Tócala, no muerde...

- Ya lo sé – sonrisa lasciva en los ojos de una niña . La dulce mano recorrió la erección de arriba abajo suavemente, con timidez. Lucius pensaba que iba a enloquecer. No se podía decir que a Malfoy le gustara el sexo, sería quedarse corto. Como con otras cosas, él no podía estar en un término medio. Le gustaba fornicar, tanto con hombres como con mujeres, y era una actividad que hacía a menudo. Pero esta vez era algo diferente. La jovencita estaba ansiosa por recibir placer, por experimentar,... mientras que en la mayoría de las ocasiones, eran los demás los que deseaban satisfacer a Lucius.

Acarició su pelo, sus hombros, sus finos muslos, sus pies de porcelana,... quería tocarla toda. Su lengua imparable hurgó entre sus piernas haciéndola enloquecer, hasta que finalmente, dos dedos se introdujeron en el cuerpo de Carol, que salieron y entraron para por fin salir, húmedos y ensangrentados, con la mezcla que se produce del placer y el dolor en un mismo acto. El  duro y rígido pene de Lucius sustituyó a los dedos, haciendo que Carol por fin descubriese el porqué de la vida.... Lastima que fuese a morir poco tiempo después.

Lucius salió de su interior y acarició sus pechos, con una mirada lasciva y poderosa. Carol nunca se había sentido más feliz en su vida.

- Déjame agrandarlos.... quiero correrme en ellos – La cara de la joven era un puzzle.

¿Qué?

Por favor, todo el mundo lo hace ¿No querrías tener los pechos más grandes? – había tocado el punto que dolía, ella siempre había tenido complejo de sus pequeños senos, que le hacían parecer más niña de lo que realmente era.

Hazlo

Déjame tu varita – Carol extendió la mano hacia su mesilla y le tendió la varita. Lucius se colocó encima de ellas, una pierna a cada lado de sus costados y su miembro, a punto de estallar, entre sus pechos.

- ENGORGIO! – Los pechos de Carol crecieron de manera desmesurada, y Lucius empezó a mover su miembro entre ellos. Carol no cabía en si de satisfacción.

-ENGORGIO! -  Ya habían alcanzado el  tamaño de unos pechos de silicona, pero Lucius parecía no tener límites en su avaricia por más ... más...

No hizo caso a Carol cuando le dijo que tres engorgios eran demasiado, ni cuando empezó a oírla respirar con dificultad cuando en el  cuatro sus pechos empezaron a oprimir contra su garganta, ni cuando en el quinto gemía de dolor y su piel se resquebrajaba, incapaz de estirarse lo suficiente como para dar cabida a toda la glándula mamaria, que aumentaba a cada golpe de varita el doble de su tamaño anterior, y no paró hasta la séptima vez que lanzó el hechizo, cuando Carol era ya un monstruo deforme y  él sentía su pene apretado como nunca en una masa de carne, corriéndose y gritando su placer, en comparación con los gritos ahogados de dolor y asfixia de la muchacha.

Se retiró rápidamente y se vistió, mientras Carol gemía en la cama, mirándolo aterrorizada. Había sido una buena sesión, pensó Lucius, volviendo a apuntar la varita hacia la chica, lanzando el mismo hechizo un par de veces más hacia el pecho izquierdo, hasta que reventó, desinflándose y salpicando de carne y sangre las paredes y las sábanas. Acto seguido introdujo la varita de Carol por su recto. Se la metió y la sacó hasta crear un vacío que le hizo expulsar todo el contenido del intestino. Volvió a insertarla profundamente y la dejó allí colocada. Se apartó un poco para contemplar a la muchacha.

Su piel, en un vano intento por albergar el nuevo tamaño de sus senos, se había estirado, cortándose y arrugándose por gran parte del cuerpo, que había adquirido un color morado debido a que se estaba asfixiando lentamente, ya que sus pechos habían estado apretando su garganta mucho tiempo. Uno de sus pechos estaba explotado y el otro tenía las dimensiones de la pantalla de un ordenador, con el pezón erecto, desafiante. Mejor no hablar del lamentable aspecto que daba de cintura para abajo...

El olor de las heces y de las glándulas esparcidas era nauseabundo. No pudo evitar el vomitarle encima, en el pelo. Tras limpiarse, tomó su propia varita y conjuró la maldición imperdonable. Salió de la habitación, excusándose con el cadáver por no haber tenido tiempo para un bis.

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Tausiet escupía espuma por la boca, y no parecía estar dispuesto a estar de charlita con Lucius, pero aun así, Lucius necesitaba saber en qué coño había fallado...

- Es evidente que lo sabes, si no, no estarías aquí, en mi casa – Su voz era todo lo fría y arrastrada que podía modularla – lo que quiero saber, perrillo, es como has sabido que yo los maté...

Como única contestación, Tausiet sacó de su bolsillo algo que Lucius no  acertó a ver hasta que cayó a sus pies. Sin quitarle la vista de encima, acarició el trozo de tierra que Tausiet le tirase... entre el cual estaba semienterrado un objeto que no era tierra, sino uno que Lucius recordó al instante.

Era el cigarrillo que se fumó antes de entrar en casa de los Grant, que tiró despreocupadamente al suelo, junto al muro...

Estúpido, estúpido, estúpido.....

Había sido un estúpido, no tenía sentido que le hubiesen capturado por un descuido así, siendo que todo el mundo le consideraba un ciudadano modelo y nadie sospecharía de él si no había PRUEBAS COMO ÉSTA en su contra.....

Pero Tausiet también había sido un estúpido, por no decirlo, por actuar cegado por el odio y venir y presentarse en su casa SOLO.

Sin  darle tiempo a reaccionar, Lucius sacó de la capa la daga que cogió del escritorio, y se la clavó en el vientre, moviéndola de arriba abajo para abrirle todo lo posible. Fue a echar mano de la varita, para lanzarle algún hechizo, pero Tausiet fue más rápido y la tiró de su mano de un golpe seco. Y luego descargó su ira contra Lucius. La ira de saber que había acabado con todo lo que quería, con todo su mundo, con su vida…con su familia. Lucius  se empezó a preocupar al darse cuenta de que más que luchar contra él, lo que estaba haciendo era intentar esquivar sus golpes, y es que Tausiet era bastante más corpulento,  y su fuerza era feroz. Le tiraba del pelo mientras le mordía , la arañaba y le pegaba. Parecía que el auror se había vuelto una fiera, un animal. Y en parte así era; había perdido mucha de la humanidad que le caracterizaba.

Lucius seguía siendo frío, y mientras trataba de herirlo más con la mano en la daga y la otra parando golpes, dedujo que su única posibilidad real era coger su varita, ya que de la del auror no había señales. Medio arrastras se acercó a cogerla, pero Tausiet se dio cuenta y le pateó la cabeza, haciendo que uno de sus oídos empezase a pitar y tuvo que llevarse las manos a ambos lados del cráneo, quedando así en el suelo. Cuando apartó las manos, Tausiet tenía su varita entre los dedos, y le miraba con aires de victoria.

- No, no puedes hacerlo, yo siempre gano – Malfoy pensaba a toda velocidad qué podía hacer para salir de ésta. Se le había ido de las manos completamente

- Hoy no, se acabó, si fuese tú, te torturaría, pero no lo soy así que adiós, basura, asesino – Grant entornó los ojos y la varita emitió el inicio de un brillo verde.

- Avada Kedavra!!!

El cuerpo sin vida yacía en la alfombra. Toda su grandeza le había abandonado, y no era más que un cadáver para los gusanos, que se saciaron durante ese periodo histórico conocido como la primera guerra de Voldemort, hasta su derrota por el niño que vivió, casi dos años después de este hecho.

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- Sigo diciendo que tienes una forma muy burda de matar, un Avada y ... puffff! Muertos todos, fin de la historia. Lo mío es arte – Lucius sorbía el té con cuidado y algún gesto de dolor, Tausiet le había partido el labio. Severus Snape lo miraba con cara de "tenía que haberle dejado que te finiquitase"

- Será burda, Lucius, pero te he salvado el trasero – Sonaba entre molesto y divertido, mientras terminaba de curar las heridas del rubio, en el sofá de su casa.

- ¿Cómo supiste que tenías que venir a hacerlo?

- Saer me lo comunicó vía lechuza. Ahora está en la brigada de los aurores alfa, pero cuando vio lo de la hija de Grant, reconoció en seguida tu estilo de hacer las cosas – Lucius parecía tan contento como si hubiesen prohibido con sanciones el nacimiento de más niños muggle, saltó del sofá y abrazó al moreno.

- SIIIIII, mi arte empieza a ser conocido, mi savoir faire, mi estilo personal ....  – Sonrió alegremente a Severus.

-También ha ayudado que Saer sea compañero nuestro desde que entramos a servir al Lord y que todos sepamos como eres. En cualquier caso, me dijo que Tausiet era impredecible por lo que sería bueno que estuviese alerta, más cuando se fue de su casa tan rápidamente. – En única respuesta, Lucius se acurrucó entre sus brazos.

Tras un rato de silencio, Severus agregó:

 – Cumpliste lo que dijiste ayer. Tausiet ha sufrido – sus ojos no parecían satisfechos, sino más bien apenados.

- Si, lo ha pagado. No me gusta que maten a mis amigos. Pero la verdad, creo que yo he sufrido más que él. – Snape levantó una ceja en signo de interrogación – Si, es verdad, no te rías, he tenido que soportarle a él, a su estúpida mujer y a cuatro crios repelentes durante día y medio

Ambos rieron

- He decidido que la familia Malfoy acabará en mi. No quiero un heredero, no quiero hijos.

- Hasta ayer los querías

- Rectificar es de sabios.

- Mañana serás más sabio y volverás a rectificar.

- Es una decisión que he tomado, he visto como son los niños.

Tras llevar el cadáver de Tausiet Grant al callejón Knockturm , volver a la mansión, tomar otra copa con Snape, despedirlo y tomarse una última copa junto a un último cigarro viendo el amanecer asomarse por la colina, subió a su habitación. Narcissa se despertó con su llegada, nada silenciosa de todas formas.

Entonces fue cuando le comunicó que, tras dos años de intentos fallidos, Draco por fin estaba en camino...

Su primer pensamiento fue que tendría que dejar de fumar..........

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Review, please, que luego te contesto:

# Lina Saotome: Gracias, mi niña, mi compañera de Casa, jeje ¿cómo vas? De verdad me alegro muchísimo que dediques tiempo a leer esta mierda, y más que me digas que te gusta. ¿Qué muerte te ha gustado más? Nos vemos los martes, no? Un besazo para ti y otro para Melian.

# Tauny: No me los tomo a mal, ya dije que el segundo era un bodrio, espero que esto lo haya mejorado, y para mí el primero, con Henry, sigue siendo mi favorito. De todas formas espero que este tercero te guste más, si lo lees. Un beso y gracias.

# Tam alor: Dign, ding, dign! Premio para la señorita! Ya le decía Narcissa que el fumar le iba a perjudicar a la larga (y Lucius le respondía "Tú callate, puta y sigue chupando") Espero que te haya gustado el final (l averdad es que algo desfiguradas si que quedaron las pobres) Gracias mil!

# JeRu: ¿Qué tal esas vacaciones? Supongo que ya olvidadas, porque hace un montón que no escribo, pero de todas formas espero que te lo pasaras en grande. Respecto a los ojos grises de Lucius, es cierto, eso dicen los libros. Pero es que para inspirarme me he puesto una foto de Jasón Isaacs en el escritorio y, aunque es un Lucius estupendo, tiene los ojos como el cielo de azules, por lo que se me fue la cabeza.... como verás, lo he arreglado poniendo que Carol había pensado que los tenía azules pero cuando los vio de cerca descubrió que eran grises (jeje, si algo sale mal, echale la culpa a los personajes)

Ah! Y respecto al señor Elky, pues imagínate que ves a tu vecinita todos los días, que charlas con ella y le preguntas por los estudios, si tiene novio o cosas así, y una noche entras a su casa, ves a toda la familia muerta y entras en su cuarto y la ves deformada, con una varita en el culo , una teta explotada y pinchada y la otra como un globo aeróstatico, pues... no sé, tal vez el pobre hombre es muy impresionable, ¿tu que crees? (soy muy retorcida, lo sé *** sonrisita evil***) Muchas gracias por tu review

# Essya: Jaja, si es más malo que la quina, pero en el fondo yo sé que lo hace por llamar la atención... es como un niño pequeñito. Gracias y me alegro de que te haya gustado, tu historia está genial!

# Nolwen: Guapo no ¡Guapísimo! ¿Te ha gustado la segunda parte? En cierta forma Carol si que quedó satisfecha (hasta que empezaron las torturas) ¿no crees? Espero que te haya gustado la segunda parte.