Pensando en...
Por: Ariadna.
Llega un nuevo capítulo y con eso nuevos agradecimientos ^^.
Yuta: Lo siento, pero de Anna y Pirika escribiré bien poco. Me gusta la pareja... y la idea de Tamao de vouyerista no está nada mal, pero el fic no es sobre ninguna de ellas, sorry.
Yami Bakura: Muchísimas gracias por tus comentarios sobre la relación entre Anna y Pirika, y tu apoyo ^^ le estoy poniendo todo mi empeño y espero este capítulo no te demores en leerlo y te guste.
Mi Koushiro Yamato: No te preocupes, estoy trabajando en Odaiba Digital, si no publico todavía es porque necesito formar bien la historia primero, pero en eso estoy. Gracias por tus felicitaciones ^^
Cap 4: Pensando en... él.
Otra noche de luna llena y la luz no lo dejaba dormir.
La cama se le hacía incómoda. Aunque lo negara, su espalda le ardía y sus hombros aún estaban muy adoloridos tras tantos días encerrado en el calabozo.
Pero si de por si siempre fue orgulloso, más aún lo sería con sus amigos de visita en su propia casa, y no se quejaría en voz alta de todo el dolor.
Sus amigos...
Increíblemente, suavizó su expresión.
Ese grupo de idiotas insistieron en quedarse a su lado a pesar de todo. Vinieron desde Japón por él, arriesgaron sus vidas por él...
Hasta cierto punto, entendía que Yoh lo hiciera. Al castaño se le había metido en la cabeza que después de su batalla se habían vuelto compañeros y grandes amigos, y le aseguró, con su rescate, que se había instalado en su vida para no retirarse jamás.
Y silenciosamente, estaba muy agradecido por eso.
En cuanto a los demás...
Le impresionó cómo Yoh podía tener seguidores tan fieles. El enano y aquel de peinado extraño lo acompañaban bajo sol o lluvia, viento o marea. Supuso que eran atraídos por la misma magia que ligaba a Asakura con él mismo...
Y Horohoro...
Argh, ese chico lo sacaba de sus cabales.
¡Su actitud arrogante y su presencia ruidosa! Parecía que su misión en la vida era molestar. ¿Por qué había venido él también? ¿Tan fiel era a Yoh como para seguirlo hasta aquí y ayudar a rescatar a Ren incluso sabiendo que nunca recibiría un agradecimiento de su parte? ¡Si se llevan pésimo!
Genial, De tanto pensar en ese idiota le hirvió la sangre y menos sueño obtuvo. Se puso de pie y pensó qué hacer.
Una vaso de leche lo ayudaría a dormir y sentirse mejor, decidió, y partió a la cocina.
La mansión Tao era gigantesca, pero, por suerte para Ren, la cocina quedaba relativamente cerca de las habitaciones de descanso. Quería obtener la leche rápidamente y pasar desapercibido. O eso intentó, con pocas posibilidades de resultar así, ya que la luz de la cocina no sólo ya estaba encendida, sino que mucho ruido se escuchaba en su interior.
Risas.
El joven chino se negó a entrar e interrumpir la situación. Escuchar risas en su casa era casi imposible, o donde fuera que la familia Tao estuviera...
Asomó un poco su puntiaguda cabeza para reconocer a aquellos risueños individuos.
La risa suave y dulce era claramente de su hermana. Jun tenía una gran sonrisa en su rostro, que opacaba los moretones y marcas que le quedaban por la tortura de los últimos días. Ren alzó una ceja al notar también riendo al compañero de su hermana, Li Pyron. Era un tanto extraño escuchar la risa de un muerto viviente sin sentir escalofríos.
Y había aún más risas. De quienes provocaban el mayor ruido también. Yoh y Horohoro.
-¡En serio! – exclamó el azulado de pronto. – ¡Me persiguió por toda la casa sólo en toalla!
Jun no pudo aguantarse una carcajada.
-No puedo imaginarme a Ren haciendo eso. – reconoció, retomando su respiración habitual luego de tanta risa. – Él siempre ha sido muy pudoroso.
-Ajá. – Horohoro asintió. – Se nota. Y como he dicho, debería relajarse un poco. ¿No crees, Yoh?
El susodicho también asintió.
-Yo creo que ya aprendió a relajarse si te persiguió semi desnudo frente a todos, especialmente frente a las chicas. – Yoh pareció tragar saliva. – Anna lo quería freír vivo.
El menor de los Tao hundió su cabeza lleno de vergüenza. Apretó los puños jurando una pronta y muy merecida venganza contra aquel estúpido de Hokkaido...
-Ya quiero volver a casa. – comentó después Asakura. – China es muy bonito, pero me gustaría darme un buen baño en las termas. – explicó, sobandose con la mano la nuca.
Horohoro se le acercó y colocó sus manos en los hombros de su amigo.
-Entonces si terminaste adolorido, torpe. – acotó el azulado, pasando suavemente las manos por la espalda del otro. – Dime donde te duele.
Los ojos de Ren se abrieron más de lo que creía posible al observar al chico del Norte masajeando al prometido de Anna.
Eso... Lo que veía entre ellos... No se lo esperaba...
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Jun observaba con algo de ternura la imagen frente a ella. Miró de reojo a Pyron y se sonrieron mutuamente, para luego volver la vista a la pareja.
No era necesario decir nada al respecto y tener claro lo unidos que eran sus acompañantes de esa noche. Horohoro era sumamente gracioso y Yoh muy tranquilo y relajado. Sabía que con amigos como esos Ren aprendería de las cosas que valían realmente la pena. Ella ya había aprendido del castaño y sus amigos, y esperaba que Ren se decidiera a aceptar que ya era parte de su grupo. Ya no tanta oscuridad y destrucción, si la familia Tao quería mantenerse en la historia debía comenzar a pensar en luz y creación. Y ese futuro estaban en ella y Ren.
Quien, por cierto, acababa de entrar a la cocina con una mirada de pocos amigos.
-Hey, Ren, justo estábamos hablando de ti. – comentó Horohoro, soltando a Yoh para volver a su asiento, con una sonrisa maliciosa. – Tu hermana nos contó de cuando ensuciabas los pañales de niño. Espero no hayas salido de la cama porque aún estés en problemas...
La mayor de los hermanos Tao tuvo que tragarse su propia risa. Ella no había dicho nada de eso, y Ren lo sabía, pero no evitaba que su hermano la mirara con molestia.
Pero, extrañamente, el otro Tao no dijo nada.
-Será mejor que nos vayamos a dormir. – dijo de pronto Yoh, tomando a Horohoro de la mano para salir del cuarto. – Buenas noches a los tres. – se despidió, antes que su acompañante pudiera decir nada.
Jun suspiró aliviada. El azulado parecía sumamente simpático, pero dudaba que Ren estuviera de humor para soportar sus bromas.
El susodicho siguió sin decir palabra, y fue directo al refrigerador por algo de leche. Nada de extrañarse, todos sabían que Ren adoraba la leche.
Un vicio sano, pensó su hermana, un tanto raro, pero sano.
-¿No podías dormir? – le interrogó, viéndolo abrir una caja del líquido blanco.
-Hn. – fue lo único que obtuvo por respuesta.
Ahora Jun se sintió incómoda. ¿Qué le pasaba a su hermanito?
-¿Estás bien, Ren?
-No es nada.
-Si quieres hablar, Ren, sabes que puedes...
-No es nada. – insistió, pidiendo con la mirada que no siguieran con el tema.
Jun entendió el mensaje de inmediato, y miró a Pyron indicándole la retirada. Éste se fue sin hacer ruido alguno.
La hermana mayor quedó completamente a solas con su hermano menor, pero no dijo nada más. Se quedaron en silencio los dos, finalmente descansando de los dolorosos hechos de los últimos días. Ella no sabía exactamente qué era lo que estaba carcomiendo a Ren por dentro, pero no presionó. Simplemente se quedó a su lado, demostrándole con su presencia que sea el conflicto que sea, él no estaba solo.
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Por fin de vuelta en la habitación que compartían, Horohoro se decidió a hablar.
-¿Por qué tuvimos que escapar de la cocina? Ni siquiera dejaste que terminara mi emparedado. – se quejó el Ainu.
Le molestaba sobremanera cuando Yoh estaba así de serio, en especial cuando no sabía porqué, y más aún si eso involucraba la presencia molesta del mayor engreído del continente asiático, Tao Ren.
Pero Yoh continuó sin decir nada, y le indicó que se fueran efectivamente a la cama.
Horohoro no dejó pasar el tema, y no se recostó en la cama que los Tao le habían asignado. Se sentó sobre la del otro chico, haciéndole entender que no se libraría de él esa noche.
-Ren aún está aproblemado con el asunto de su familia. Pensé que era mejor dejarlo tranquilo. – explicó Asakura al fin, sentándose a su lado.
El chico del Norte asintió, dejando ver que aceptaba la excusa. Tal vez demasiado fácil, pero no quería enervarse por culpa del creído de su nuevo amigo.
Suspiró. Era bien extraña la manera que tenían ambos de mostrar su amistad...
Y más aún con lo que le había costado pensar en el término "amigos" unidos a él y el chino...
Era un poco confuso, pues, por ejemplo, le costó mucho más aceptar su amistad con Yoh de lo que se demoró en aceptar cualquier tipo de cercanía que con Tao podía tener...
-¿En que piensas? – lo interrumpió el castaño de pronto.
Horohoro miró en esos ojos tranquilos y sonrió.
Claro que su relación con Yoh era completamente distinta, así que le era imposible comparar.
-Nada importante, sólo Ren. – reconoció, tratando de restarle importancia.
No iba a inmiscuir a su novio en esa escalofriante incomodidad que sentía hacia su relación con el hijo de los dueños de casa.
-Te molesta no saber donde estás parado, ¿Verdad?
El azulado quedó levemente rojo. Rayos, no había manera de esconderle algo al otro chico.
-Un poco. – admitió, un tanto cabizbajo. – Es difícil llamar amigo a quien ni siquiera te da las gracias.
-Vamos, No es tan malo... – Asakura trató de alivianar las cosas. – Basta con saber que está agradecido. – el otro iba a protestar pero Yoh siguió hablando. – Además, tu lo provocas la mayor parte del tiempo. Si te relajaras un poco, también lo haría él.
-¡Claro que no! ¡Si es tan estirado que hasta su pelo le tiene miedo y trata de escapar!
Yoh soltó una carcajada con eso, acercándose con cariño al otro muchacho.
-Si es así, ¿Qué me dirías de ti?
Y el hermano de Pirika volvió a sonrojarse.
-¡Mi cabello no tiene ningún problema conmigo!
Ok, eso sonó literalmente bizarro...
Yoh volvió a reírse. E indignado el azulado trató de ponerse de pie para cambiar de cama.
El castaño no lo dejó escapar, instalándose sobre él.
-Yo creo que tu cabello está muy feliz contigo, menos mal. – aseguró Asakura, un poco malicioso. – Pero no quita que necesites relajarte un poco...
-¿Y qué tienes en mente? – interrogó Horohoro, por fin siguiéndole el juego.
La sonrisa del castaño se dejó ver y procedieron a una entretenida sesión de besos y caricias que ambos necesitaban luego de tan agitado día. Después de un rato se acomodaron para acostarse, sin pensar hacer nada especial, sólo deseando estar cerca...
Pero Horohoro no podía dormir. Y por consecuencia, debido a la cercanía, Yoh tampoco.
-¿Qué es lo que te complica? – preguntó este último, preocupado. – ¿Es todavía... Ren?
El Ainu no replicó.
Pasaron unos segundos y el azulado volvió a acomodarse, para darle un último beso a su novio y dedicarle una sonrisa un tanto forzada.
Entonces Yoh entendió lo que quitaba el sueño a Horohoro.
-No te preocupes, no creo que Ren haga nada respecto a ninguna clase de sentimientos.
-Lo que no quita que llegue a tenerlos, ¿No?
El hermano de Pirika seguía sin saber que pensar. Su complicación con Ren iba más allá del nivel de la amistad o casi amistad. Iba directamente a la relación de Ren con Yoh, y con él mismo.
Horohoro no era tonto. Después del lío que fue sentar cabeza con sus sentimientos por Yoh, se le hacía más fácil ahora el tema. ¿O más complicado, si podía reconocer las facciones que llevaban a esas emociones en la cara de alguien más?
De lo que conocía a Ren, podía ver la necesitad en sus ojos. Por eso lo trataba mal, porque no quería que esa necesidad se posara en él, pero pensar en que podría posarse en el castaño que en esos momentos tenía en sus brazos era mucho peor...
Yoh presionó un poco más el abrazo, tal vez tratando de asegurarle que su decisión estaba hecha y que no cambiaría de opinión ahora.
Pero con todo lo que venía por delante, Horohoro no podía evitar dudar...
TBC.
Notas: Un nuevo cap y por fin puse a Ren en la mezcla. Sobre hacia donde se dirigirán sus sentimientos, aún no diré, pero es obvio que no será el único que hará "dudar" a la pareja protagonista, y en más de una manera. En el siguiente capítulo... La primera cita!! Porque hay que aprovechar antes de que partan a Norteamérica!! ^^
