Odaiba Digital
Por: Ariadna.
Notas: Por una razón que la verdad no es ninguna, decidí directamente responder los comentarios de cada quien a este fic. Me gusta la interacción Escritor/Lector ^^.
Lara: Muchísimas gracias por tu apoyo en este fic, y si, me pasa exactamente lo mismo que a ti cuando se trata de tener varias ideas a la vez, pero qué se le va a hacer, ne? Espero sigas leyendo ^^ (Y escribiendo!)
Sakky el hada de Cereza: Igualmente gracias a ti por los ánimos ^^ a mi también me gustan los x-over entre series, y espero que esta idea funcione bien. ¡Sígueme deseando suerte!
Bra: También gracias por tus comentarios. Sobre los elegidos extranjeros no hablaré todavía, no son necesariamente uno por país, eso si. Y sobre la edad de Ryou, bueno, se supone que Takato y los demás tienen diez años en Tamers, pero también dicen que van en quinto grado, y los grupos de Adventure y 02 en ese nivel tenían once. Ryou sería cuatro años mayor que ellos, lo cual equivaldría a tener la edad de Taichi o Jou en este entonces. Me quedé con la idea de que tuviera la edad de Taichi, pero estuvo diez meses en el Mundo Digital, por lo que perdió un año escolar y terminó en el nivel de Mimi y Koushirou. Si estaba con Miyako en el capítulo anterior fue simplemente porque ella lo llevó al salón de Daisuke y los demás.
Lina Saotome (Ahora Uriviel): Un comentario tuyo siempre es bienvenido y lo sabes, Liz. Muchas gracias por el review ^^
A-Life: Gracias por el halago, hace mucho que no pensaba en mi como "buena escritora" (Y la verdad es mejor no hacerlo porque no lo soy, pero bueno, un poco de egocentrismo no es tan malo...). Y si, deberían prestar más atención a Tamers, hay tanto que se puede hacer con sus personajes... En especial mezclándolos con los de Adventure!!
Cristina-Radcliffe: Um, pues. No me gusta mucho que me exijan las parejas que van en mis fics, mucho menos cuando son comunes, pero bueno... No puedo decir que diste en el blanco con la pareja de Yamato y Mimi, pero tampoco puedo decir lo contrario. Ya verás, ya verás...
Kaishi Miharashi: Siempre es agradable recibir un mensaje estimulante cuando tienes una historia un poco desmotivada. Me alegro que te haya dejado en ascuas y espero este capítulo te satisfaga. Sobre Yamaki... bueno, te puedo asegurar que sale, pero no te diré ni dónde ni cuándo, te parece? Así sigues en ascuas!!
Capítulo 2, Encuentros.
-Que mala suerte...
Mirando de un lado a otro de la calle, Katou Juri suspiró. Se había perdido.
Dio un paso adelante, y volvió a mirar a su alrededor. Sabía que el parque de enfrente le era familiar... ¿Pero para qué lado quedaba su nueva casa?... Ella no tenía ni idea.
Dio dos pasos más hacia delante, pero luego decidió moverse a la derecha... y después se giró a la izquierda.
-Um... – una voz a su espalda trató de llamarle la atención. – Puede que esté equivocado, pero pareces perdida.
Motomiya Daisuke, con un gran bolso colgando de su brazo y cargando un balón de fútbol, estaba a espaldas suyas. Le sonrió amablemente. Ella asintió con debilidad.
-Pensé que el camino ya me lo había aprendido, pero como no vine desde la escuela sino desde la casa de Yagami...
-¿Vives en casa o departamento? – le preguntó él.
-Casa. Es a la salida de uno de los condominios que da a este parque, creo. Es realmente enorme. – dijo ella, observando a su alrededor. – Pensé que me agradaría la idea de vivir cerca de tanto verde, pero ya no estoy tan segura...
-¿Te sabes tu dirección exacta? – Daisuke se le acercó, dispuesto a ayudarla.
-Eh, si, está anotada por aquí... – Juri revisó en su bolso hasta sacar una pequeña billetera y de ahí un papel. Se lo entregó a Motomiya. - ¿Conoces bien el sector?
Daisuke asintió con una sonrisa aún más amplia.
-Como la palma de mi mano. He vivido toda mi vida en Odaiba. – leyó lo escrito en el papel. – Es pan comido, sólo hay que ir derecho. – indicó directo al parque. – Yo te llevo.
-¡Gracias!
Caminaron callados por un rato. No duraron mucho, eso si. A los dos les disgustaba el silencio...
-Y... ¿Cómo estuvo tu práctica de fútbol? – preguntó la chica. - ¿Alcanzó a llegar el hermano de Yagami?
-¿Taichi? Si, sin problemas. Siempre fue el favorito del entrenador. – miró el balón que cargaba. – Y la práctica estuvo bien, si no fuera por los continuos gritos de Wallace, eso es. – agregó, como si hablara de un insecto que lo picó en la espalda.
-Yagami...
-Dile Hikari. – interrumpió el chico. – Llámanos a todos por nuestro nombre, sino es confuso. Deja las formalidades para los viejos.
-Bueno... Hikari dijo que ustedes conocieron a... Wallace en un viaje a Estados Unidos. – dijo ella finalmente. - ¡Que emocionante debió ser eso! A mi me encantaría tener la oportunidad de viajar...
-A mi también. – reconoció Daisuke. – Ese viaje, y los otros, fueron todos por... trabajo, así que no alcancé a dar un buen recorrido turístico.
-¿Trabajo? – interrogó Juri. - ¿Qué clase de trabajo? Si sólo tienes trece años...
-Uh, pues, eh...
-¡Detente ahí, oh malvado Digimon! – grito una voz.
Aquel grito hizo que Motomiya detuviera su paso en seco. Su adrenalina comenzó a correr a mil por segundo. Buscó con la mirada de donde provenía la voz...
-¡No! Dominaré el mundo, jajajajajaja...
Un momento. Eso sonaba algo extraño... Como si fueran... ¿Voces de niños?
-¡Así no, Makoto! – dijo una tercera voz, ésta femenina. – Los Digimon no quieren dominar el mundo, quieren destruirlo.
-¿Tú qué tanto sabes, Ai? ¡Perfectamente habrá alguno que quiera dominarlo! ¿Cuál es el chiste de hacerlo pedazos? – replicó la segunda voz.
-Uy, ustedes dos me ponen nervioso... – aseguró la primera voz, soltando un suspiro. – Mako de todas maneras va a perder contra nosotros, ¿Qué más da?
-¿Cómo puedes estar tan seguro, Masahiko? – lo desafió la voz de "Mako". – Justo tenía un plan infalible...
-Rindete ya, si sabes que los malos nunca ganan.
-Pero, Ai...
Juri miró tras un gran árbol que estaba frente a ellos. Eran sólo tres niños pequeños discutiendo las tácticas de su juego. Daisuke no sabía si suspirar aliviado o saltar a cuestionar a esos pequeños sobre lo que decían.
-¡Hermana! – el niño llamado Masahiko vio al dúo tras el árbol y los saludó. – Hola, ¿Quién eres tú? – saludó al acompañante de Juri con curiosidad.
Daisuke se presentó aún sintiéndose fuera de lugar. ¿Niños jugando a los Digimon? Eso era... ¡Surrealista! Aunque también... Era una historia fácil de propagar, en especial entre pequeños... Tal vez no fueron simplemente olvidados como todos en Odaiba pensaban...
-Ustedes tres parecen todos unos expertos sobre los Digimon. – comentó él tratando de sonar casual.
-¡Por supuesto! – replicaron los tres niños a la vez. – En casa tenemos...
-Muchos juegos al respecto. – terminó la frase Juri, interrumpiendo a los niños.
A Daisuke eso le sonó algo raro, pero prefirió no indagar sin tener a nadie de apoyo para sacarlo de líos por si decía más de la cuenta...
-¿Y qué estaban diciendo sobre los Digimon?
-A Mako le tocó ser el Digimon malo, - explicó el menor de los Katou. - Pero no quiere seguir las reglas.
-¿Reglas?
-Claro. – continuó la única niña de los tres. – Que el Digimon malo quiere destruir la Tierra pero no puede porque los Digimon buenos lo vencerán.
-¡Pero así de fácil no se vale! – insistió Makoto. – Así nunca nadie querrá ser el Digimon malo...
-Lo que sería ideal... – murmuró Daisuke para si. – Pero... – les sonrió a los menores. – Un Digimon malo no les avisará de sus intenciones... Los tomará por sorpresa...
Los tres niños lo quedaron viendo, asombrados. Juri emitió una sonrisa también al darse cuenta a lo que iba el moreno.
Daisuke dio un paso adelante.
-Un Digimon malo puede ser cualquiera, aunque tenga apariencia de ángel... – continuó, hablando pausado y suave. Y dio otro paso cerca de los chicos. – Y puede que aunque se percaten, su táctica de combate sea tan sorprendente que no se lo esperen... Y...
-¿Y...? – corearon los hermanos y Masahiko a la vez.
-Y...
-¿¿Y...??
-¡¡¡¡AAHHH!!!!
El hermano de Jun les hizo la mueca más horrorosa en la que pudo pensar y gritó muy fuerte, casi lanzándose encima de los tres niños, asustándolos tremendamente. Juri se rió de buena gana al ver las expresiones de susto de Makoto y los demás, que pronto partieron corriendo escapando del "Digimon malo" como se había autonominado Daisuke...
-¡No podrán escapar del malvado Daisukemon! Jua, jua, jua!!
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-Es increíble que vivamos todos en el mismo edificio. ¡Takato se alegrará mucho!
-Pareciera que ese edificio está hecho para encuentros, jaja.
Shiota Hirokazu acompañaba a Inoue Miyako a su departamento. O al de ambos, porque como se enteraron en el momento de partir a su hogar, vivían muy cerca el uno del otro.
-Yo creo que tu amigo ya debe haberse enterado. – dijo ella. – Dijiste que le tocó Takeru como tutor, ¿No?
-Oh, es verdad. – Hirokazu colocó sus brazos por sobre su cabeza. – Es igual. Es muy útil conocer a alguien acá. Me di muchas vueltas hoy en la mañana tratando de llegar a la escuela.
-Pero si queda tan cerca...
-Pues no me enteré de eso hasta veinte minutos después.
-¿Cómo puedes ser tan despistado? – rió la chica. – Bastaba con seguir el rastro de adolescentes en uniforme...
Hirokazu se rascó la nuca.
-Jo, no se me había ocurrido...
Hace poco rato que la improvisada reunión entre viejos y nuevos amigos había acabado. El grupo de trabajo en donde estaba Hirokazu llegó a nada después que Ruki decidiera que no quería seguir perdiendo su tiempo, retirándose con Ryou tras ella. A su vez, el norteamericano se fue con el resto del grupo a mirar el ensayo de una banda que mencionaron, y Daisuke alegó que honestamente no tenía muchas ganas de estudiar nada desde tan temprano empezado el año escolar.
Fue un alivio para el castaño que la chica de lentes viviera en el mismo edificio, sino era seguro que se perdía... de nuevo
-¿Y por qué tu familia se mudó a Odaiba? – interrogó ella de pronto.
-Eh... – la pregunto tomó al muchacho de improviso. ¿Qué podía decir? – Pues, la verdad es que mis padres simplemente quisieron un cambio de aires... – trató de esconder su risa nerviosa, sin mucho resultado. – Shinjuku es muy ruidoso y super activo, ¿Sabes?
Miyako asintió.
-Puede ser, pero Odaiba es mil veces peor, créeme. – acotó ella, sonriendo para si. – No te imaginas la clase de cosas que pasan aquí... – comentó, girando sus ojos.
-Nah, no creo que sea nada comparable a las rarezas de Shinjuku...
Ambos se miraron en silencio por unos segundos y luego ella rió.
-¿Qué te parece si me acompañas y lo discutimos adentro? – le sugirió.
Él pestañeó. No se había dado cuenta que ya estabas frente al gran edificio, y más específicamente ante una tienda de víveres conectada al edificio.
-¿Y este almacén?
-Es de mi familia. – explicó ella. - ¿Pasas?
-Uh, claro. – Shiota miró con interés su alrededor. - ¡Tener una tienda de comida cerca es buenísimo!
-¿Tu familia es muy amplia?
-No, es que tengo un amigo que come como máquina. – le contó, sonriente. – Los padres de Takato son panaderos. Me pregunto si instalarán una tienda también....
-Nosotros aquí vendemos pan envasado, y los vecinos siempre se quejan porque sólo hay pan fresco en los Hipermercados. - explica Miyako, mientras caminaban por el pasillo principal, lleno de productos chatarras como papas fritas y galletas. – Una panadería sería una excelente idea.
-El pan de Guilmon es especialmente rico... – comentó Hirokazu, tapándose la boca demasiado tarde para evitar que la chica lo escuchara.
-¿Guil...?
-¡Miyako!
La joven de anteojos notó a una pareja levemente mayor que ella y su acompañante. Les sonrió de inmediato, al parecer olvidando el asunto del mencionado digimon.
-Sora, Koushirou. Buenas tardes. – los saludó. - ¿Qué hacen acá? – interrogó, sabiendo que ninguno de los dos vivía muy cerca del almacén.
Shiota se hizo a un lado mientras observaba al grupo de amigos. El único chico tenía corto cabello pelirrojo y era un par de centímetros más bajo que la otra muchacha, quien tenía el cabello medianamente largo, hasta los hombros, y colorín. También notó que iban tomados de las manos.
-A ambos nos tocó trabajo de tutores, y en este edificio viven de quienes quedamos a cargo. – explicó el pelirrojo, Izumi Koushirou.
-Tu debes recordarlos, Miya. – comentó la colorina, Takenouchi Sora, con una sonrisa. – ¡Yuri y Lora!
La menor pestañeó.
-¿Te refieres a los hermanos rusos?
-Los mismos, ¿No te parece fantástico?
-¡Por supuesto! – replicó Inoue, al parecer más que encantada con la noticia. – Es increíble como todos se están mudando a Odaiba...
El chico hizo un gesto afirmativo.
-Es verdad, Michael me contó que Wallace y varios de sus amigos de Estados Unidos se mudaron también, pero no tuve la oportunidad de preguntarle porqué. – dijo, con tono serio.
-Eso no importa tanto ahora, Shiro. – le alegó Sora. – Relájate un poco. – le pidió, presionando un poco la mano que tenía entrelazada con el otro e indicando al acompañante de Miyako. - ¿No nos presentas a tu amigo?
-Oh, claro. Él y sus amigos también se mudaron aquí hace poco. Curioso, ¿Verdad?
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-Ya llegué.
Lee Jenrya entró moviendo de lugar una caja pequeña que interrumpía el paso de la entrada. Miró a su alrededor y soltó un suspiro, rascándose la nuca viendo tanto desorden. De seguro no había nadie en casa, pues no recibió respuesta. Apartó unas cuentas cajas más de su camino, y cuando llegó a la sala principal, sorprendido, notó que no estaba tan solo como pensaba.
-¿Qué haces ahí? – cuestionó, un poco molesto, a un especie de peluche verde de orejas largas. – Terriermon, le prometiste a mamá que Lopmon y tú la ayudarían a... ¿Terriermon?
El peluche no le otorgó respuesta alguna. Jenrya pareció descubrir en él una mirada de angustia, y giró a mirar a su alrededor. Del otro lado de la sala, en el sofá, estaba recostado otro peluche parecido, pero de color más oscuro. Tampoco obtuvo reacción de aquel.
Prefirió no seguir presionando y se encaminó por el pasillo a una de las habitaciones del fondo, en donde comenzó a escuchar ruidos de conversación. Estuvo a punto de abrir la puerta cuando alguien de adentro la abrió por él y le dio de golpe en la cara.
-¡Ouch!
-Oh, hermano... ¡Perdón! – Lee Shiuchon se disculpó como pudo con su hermano mayor al ver el dolor que le causó. – No te oí llegar, lo siento.
Jenrya hizo un gesto para restarle importancia, sobandose su adolorida nariz.
-¿Qué pasa, Shaochung? La casa está hecha un desorden y Terrier...
-¡Tengo visitas! – exclamó la muchacha, apresuradamente.
La puerta tras ella se abrió más y dejó a la vista dos chicos de una edad parecida a la menor. Jenrya no necesitó notar la mirada de urgencia de su hermanita para entender lo que pasaba.
-Oh. – fue lo único que pudo decir. - ¿Y ellos de donde salieron?
-Te presento a Iori y María. – Shiuchon señaló a sus nuevos amigos con una sonrisa. – María viene de Estados Unidos, es nueva en la escuela como yo. Iori es un curso mayor, pero se nos unió en la reunión de tutores y los invité a venir después de clases... – los ojos de la chica parecían rogar por algo de entendimiento.
-Um, encantado. – murmuró Jenrya, algo incómodo.
Hida Iori, de cabello castaño, hizo rápido una reverencia.
-Tú debes ser Jianlig... Jiang... – Iori pareció enredarse con su propia lengua.
-Jianliang. – el de pelo azul rió. – pero Jenrya está bien. Soy uno de los hermanos de Shiuchon.
-Que complicado eso de la lectura china o japonesa de los nombres. – comentó la otra chica, María. – Es un milagro que mi nombre sea común aquí en Japón también.
-Ya lo creo. – el mayor de los dos Lee hizo una reverencia. – Si me disculpan, debo hablar con mi hermanita por un segundo...
Él rápidamente tomó del brazo a Shiuchon y la arrastró hasta la habitación del frente, la propia, que estaba hecha un completo desorden, tal como el resto de la casa. Cerró la puerta tras de si y la niña tuvo que tragar saliva al ver la molestia en la expresión de su hermano.
-Lo siento. – se disculpó de inmediato.
-Eso es decir poco, Shaochung. – replicó él. – Te dije esta mañana, ¡Nada de visitas! Mucho menos sin aviso, y mucho menos si la casa está así de desordenada. ¿Y qué pasó con Terriermon y Lopmon?
-Em, bueno... – la menor comenzó a jugar con sus dedos, encontrando sumamente interesante observar el suelo en ese momento. – Es que la estábamos pasando tan bien, y pensé que mamá tendría la casa ordenada para cuando volviéramos, y Terriermon y Lopmon ya saben cómo actuar cuando hay visitas, están acostumbrados...
-Eso no es excusa. – insistió el mayor, con voz amenazadora. – Nos es justo para ellos tener que estar así en su propia casa.
-Me disculparé con ellos...
-Y les dirás a tus amigos que se verán mañana. – agregó Jenrya, en tono grave. – Tenemos que hacer un poco de orden antes que mamá llegue.
-Está bien... – ahora Shiuchon hizo un puchero y salió al pasillo.
-Por cierto, ¿Dónde está nuestra hermana?
-Llamó diciendo que llegaría tarde. Algo del ensayo de una banda...
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-¿Por qué vamos tan rápido? – interrogó Michael, tratando de seguirle el paso a su amiga.
-Porque Tai tomó demasiado tiempo en su entrenamiento y llegaremos tarde. – replicó ella, mirando en menos a su otro acompañante.
-Vamos, Mimi, ¡Siempre es lo mismo! – Yagami Taichi giró los ojos con molestia. – Sólo porque te gusta más la idea de un músico que un deportista...
-Eso no es cierto. – se defendió la chica, deteniendo por primera vez su paso. – También hay deportistas muy guapos, es sólo que no se me hace gracia acercarme a uno cuando está todo sudado.
Ese comentario sólo logró que el castaño girara sus ojos de nuevo. Tachikawa Mimi no era quien para quejarse. Fue ella en primer lugar quien exigió hacer el ritual de la buena suerte antes de terminar su entrenamiento y terminó abrazada por un muy oloroso jugador de fútbol.
-¿Cómo es que me convenciste de acompañarte para escuchar esta loca discusión? – murmuró el rubio Wallace al igualmente rubio Michael, dejando de lado a la pareja dispareja por un momento.
-No quería quedarme sólo como mal tercio. – comentó el otro, encogiéndose de hombros.
-Mal cuarto, querrás decir. – corrigió su compañero estadounidense con una sonrisa.
-Ajá. – Michael asintió. – Y después dicen que es en América donde están todos los Freaks.
-¡Yo no soy ninguna rara! – se defendió de pronto la única muchacha del grupo, que al parecer había escuchado toda la conversación de sus amigos.
-¿Y llamas la relación que tienen ustedes muy normal? – cuestionó el menor de los presentes.
-¿Alguna queja al respecto? – interrogó Taichi, alzando la voz un poco peligrosamente, en defensa suya y de Mimi. – Pueden decirlo aquí y ahora...
-No se enojen, por favor. – Wallace trató de apaciguar los ánimos. – No lo decíamos con mala intención.
-Es cierto, Meems. – agregó Michael. – Nos basta con verlos felices, sólo nos reíamos un rato a sus expensas. – reconoció. - ¿O es que tú no has hecho lo mismo con otros a veces?
-Er... – la cara de la muchacha se tiñe de colores rojizos. – Jaja, supongo que siempre nos pasamos un poco cuando molestamos a Sora y Koushirou, ne? – comentó, mirando a Yagami.
Éste no alcanzó a responder pues finalmente habían llegado al lugar de encuentro. Uno de los salones grandes al fondo de la institución de Preparatoria, donde se practicaba la clase de Música y los grupos extra programáticos relacionados.
Mimi no demoró en encontrar con la mirada a quien buscaba. Ishida Yamato, bajista y vocalista de la banda que en esos momentos parecía prepararse para comenzar su ensayo. No estaban solos, eso si. Además de los otros tres miembros de la banda, una muchacha conversaba muy amigablemente, demasiado para el gusto de algunos, con el rubio que el grupo recién llegado había venido a visitar.
-¡Ejem! – Taichi tosió para llamar la atención del par.
-Ah, Tai, Mimi. – Ishida los vio y caminó hacia ellos con paso rápido. - ¿Por qué tardaron tanto? Pensé que ya no venían.
La muchacha miró de reojo a su acompañante castaño, pero no dijo nada al respecto, en cambio, dedicó su atención a la otra chica presente.
-¿Y quién es ella? – interrogó, en tono un tanto peligroso.
Taichi y Yamato tragaron saliva a la vez. Parecía ser que nada era más terrible que una Mimi celosa. O al menos eso entendieron Wallace y Michael, que miraban a lo lejos, y reían entre dientes.
-Um, Tai ya la conoce, - el hermano de Takeru hizo señas a joven para presentarla. – Me asignaron como su tutor.
-Soy Lee Jaarin, encantada. – hizo una reverencia rápida, ignorando por completo el aura asesina de la otra.
-Tachikawa Mimi. – respondió la susodicha. Luego se volvió al músico. – Estaremos en las gradas, con Wallace y Michael. – avisó, y caminó hacia donde estaban sus amigos.
-¡Hey! – Yamato llamó por ella confundido. - ¿Y no me darás el abrazo de la buena suerte?
Mimi volvió la vista, y un aire despectivo se sintió a su alrededor.
-¡¿Por qué mejor no le pides a Lee que te lo dé?!
Yamato volvió a tragar saliva con el ácido comentario. Se giró a Taichi.
-¿Ese día del mes? – cuestionó.
-Así parece...
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-Er... Nosotros nos vamos...
Takeru no prestó mucha atención a lo que sus otros dos compañeros le decían. Estaba enfrascado escuchando las indicaciones de Takato sin parar de mirar una carta tras otra. Todo parecía demasiado asombroso para él.
-Si, bueno, nos vemos mañana. – se despidió Catherine, saliendo del departamento junto con Kenta. – Creo que no nos escucharon. – supuso, cuando no obtuvo respuesta alguna.
-Así parece. – el chico de lentes se encogió de hombros. – Takaishi se ve muy entusiasmado con las Digicartas. A mi también me entretienen, pero no es para TANTO...
La muchacha sonrió.
-Tiene sus razones, créeme. – acotó. - ¿Y bien? ¿Te vas para tu casa?
-Sie, supongo. – Kenta miró el cielo. – Se hace tarde.
-Oh. – ella se mostró un poco decepcionada. – Pensé que tal vez podrías acompañarme a dar una vuelta por la ciudad... – comentó, tentativamente.
El chico no pareció recibir el mensaje perfectamente, pasando la mano por su cabello.
-Sería mejor si salieras con alguien que conozca la ciudad. No sería divertido perdernos a estas horas...
-Si, claro. – ahora se mostró totalmente decepcionada, pero no se rindió. - ¿Me acompañas a mi hotel, que sea?
-Um, ok. – el chico asintió sin más.
Caminaron tranquilos alejándose del edificio donde sus amigos vivían. No había sido una tarde muy productiva, no con Takeru ansioso pro conocer más de todo el concepto "Digimon" que podía entregarle Takato... Al final olvidaron por completo su tutoría y se tomaron el rato para jugar con las Digicartas...
-¡Cat, hola!
A metros de la francesa y su acompañante estaba otra rubia con un acompañante de apariencia parecida, pero varios años mayor. Y en vez de cabello verde oscuro, el pelo de Kido Jou era azulado.
-Anna, que gusto verte. – saludó rubia a rubia. – Y tú debes ser Jou, ¿No es así? – dedujo de inmediato la joven, sonriendo. – Que gusto conocerte al fin. Nunca habíamos tenido la oportunidad de presentarnos antes.
El chico hizo una reverencia y le dedicó una sonrisa a la menor.
-Anna ya me había comentado que varios chicos además de ella y sus hermanos se vinieron a Odaiba. – contó Jou, de buena gana. - Lo que me parece extraño es el porqué. – resaltó, mirando de reojo a su compañera.
En eso Catherine pareció recordar que no estaban solos y presentó a Kenta a los demás.
-Anna y sus hermanos son de Rusia. – explicó, para formar conversación. Volvió a la otra chica y Kido. - ¿Hacia donde se dirigían ustedes?
-Estaba tratando de convencer a Jou que me diera un recorrido por la ciudad en vez de simplemente venirme a dejar a mi casa. Tengo ganas de conocer mejor Odaiba, es primera vez que estoy en Japón. – acotó la rusa. - ¡Tal vez ir a cantar karaoke!
-Oh, no soy bueno para eso... – trató de safarse Kido, avergonzado.
-Yo si.
Los ojos de la extranjera menor se iluminaron al oír a Kenta.
-¿En serio? – interrogó Catherine. - ¿Te gusta cantar karaoke?
-¡Me encanta! – reconoció él, sonriendo interesado. – Si me llevan, canto lo que sea.
-¡Eso es genial! – las chicas miraron a Jou. - ¿¿Por favor??
-Ay, ¿Por qué yo?...
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-¡Alice, espera!
Apenas la susodicha dio un paso fuera de la oficina del director, se encontró cara a cara con dos viejos conocidos, Makino Ruki y Akiyama Ryou.
-¿Qué hacen todavía en la escuela? – interrogó la rubia, sin detener su paso hacia el exterior de la institución.
-Esperaba hablar contigo. – dijo la pelirroja, acelerando su paso para alcanzarla. Y tratando de ignorar su compañía. – No sé que hace él aquí, eso si.
El muchacho giró los ojos, en lo que parecía el resultado de una larga discusión con Makino, en lo que podrían haber estado toda la tarde. Aún así, prefirió no decir nada y fue directo al grano con el asunto que a todos los presentes concernía. O al menos, a él y a Ruki, eso es.
-Tu sabes lo que está pasando, ¿No es así? – interrogó.
-¿A qué se refieren? – replicó Alice, como si nada.
-Pues... – Ruki dudó, no mostrándose muy segura. – A lo que pasó hace unos meses, y la mudanza. ¿Por qué Yamaki nos hizo venir a Odaiba?
-Esto va más allá del poder que tiene el señor Yamaki. – Alice aseguró, formando una sonrisa en sus labios. – Pero no soy quien para contarte lo que pasa, Ruki, lo siento.
Eso molestó a la otra muchacha, y bastante. Pero no se dejó callar, tenía aún más preguntas pendientes.
-¿Y qué harás esta semana? ¿Por qué vuelves a Shinjuku?
-Eso lo sabrán cuando vuelva. – replicó, sonando siniestra. – Traeré a alguien que puede explicar todo mucho mejor que yo.
-Pero...
-Lo siento, pero se me hace tarde. – la extranjera divisó un auto aparcado a la entrada de la escuela. – Dejen de preocuparse tanto, - les recomendó. – Aprovechen de conocer a sus nuevos amigos, les será interesante...
Y sin decir más, se despidió y se fue. El dúo quedó con las palabras en la boca y claramente más molestos que antes. Ni Ruki ni Ryou disfrutaban el quedar en ascuas...
-¡Rayos! – maldijo la chica. - ¿¿Por qué tanto misterio??
TBC...
Notas: Por fin el capítulo dos. Disculpen la demora ^^U ahora bien, en este capítulo no pasó mucho, o más bien nada, pero esa era la intención ^^ si nunca dije que este fic fuera de acción, eh? Sobre la bizarra relación entre Taichi, Mimi y Yamato no explicaré nada aún, dejaré que se revele de a poco, y si, Sora y Koushirou son pareja, pero de nuevo, aún no diré mucho sobre el asunto del romance...
Y para el próximo capítulo, el primer interludio, meses atrás, en Shinjuku. Al menos algunas explicaciones serán dadas...
