Capítulo 05
Tormenta
Confesiones de un príncipe y una princesa. ¿Será cierto que después de la tempestad llega la calma?
*******
Notas
Los personajes de Slayers pertenecen a su creador.
*******
La sorpresa de la princesa al ver acecarse al príncipe Gourry fue indescriptible. La capitana del Ruu Miko le había informado de su presencia en el momento de su llegada y ahora lo tenía frente a sí. Zelgadis había protestado visiblemente al enterarse de quién estaría hablando con la princesa, pero finalmente Val lo disuadió, dando como excusa que la Ruu Miko deseaba hablar con él.
Gourry hizo una profunda reverencia ante la pequeña figura.
"Princesa Amelia." Dijo tomando la delicada mano y plantando un tímido beso.
"Príncipe Gourry." Respondió la aludida con una graciosa reverencia.
"Estaba muy preocupado por su bienestar."
"Lamento haberle hecho pasar momentos tan difíciles, Ruu Miko me contó lo sucedido antes que usted abordara el barco."
"Eso no importa ahora Amelia, sólo deseaba hablar contigo, pero cuando fui a buscarte a palacio ya habías huido. ¿Tan detestable soy a tus ojos?" Preguntó el príncipe.
"Gourry, no es eso, sólo estaba asustada..." Suspiró y tomó las manos de Gourry. "Siempre hemos sido buenos amigos, como hermanos. Simplemente me asustó la idea de que nuestros padres tuvieran otros planes en mente."
"Ahh... lo sé Amelia, tampoco estoy de acuerdo con eso. Pero no debiste escapar, sólo se ha vuelto un problema más complicado." La princesa bajó la cabeza avergonzada. "Lo sé... he sido muy egoísta." Gourry la tomó del mentón con suavidad.
"Pero ahora que lleguemos a palacio, vamos a poner algunos puntos en claro con nuestros padres, ¿qué te parece?" Le sugirió con una sonrisa.
"Por mí está perfecto." Le dijo, abrazándolo emocionada. Gourry le devolvió el abrazo, el tierno abrazo de un gran amigo.
*******
A insistencias de Lina, Val había dejado a la capitana del Ryuu Dorei sola con Zelgadis. La quimera se veia realmente inquieta, sentada en la parte más alejada del cuarto. Lina no hizo ningún intento por acercarse, en caso de la cercanía provocara a lo que ella pensaba era un poderoso y vicioso demonio.
"Y bien..." Comenzó. "Supongo que puedes hablar." Un movimiento positivo por parte de la quimera fue la única respuesta.
"El capitán me comentó que te llamas Zelgadis."
"Hai." Respondió roncamente.
"¿Cuánto tiempo hace que eres propiedad del capitán?" Le hablaba como si hablara de negocios. Cosa que no estaba muy alejada de la realidad, pues pensaba tratar de convencer al capitán para comprarle la quimera.
"¿Nani?"
"Ummhh... ¿cuánto tiempo hace que estás en este barco?"
"Tres años... Y no soy propiedad del capitán." Lina sonrió, realmente tenía espíritu.
"¿Entonces qué significan esos grilletes en tus manos?"
"Son para controlar mi magia."
"Entonces el capitán sí te controla."
"¡No!, son para yo poder controlar mi magia, aún no sé cómo hacerlo..." El final lo dijo muy por lo bajo.
"¿Qué sabes hacer?" La quimera lo pensó un momento, se concentró.
"¡Luz!" Y una pequeña esfera de luz apareció, desapareciendo segundos después. Lina pareció un poco desilusionada.
"¿Sólo eso?" Preguntó desilusionada.
"Puedo detectar fuentes de magia, bloqueos magicos, como los de tu barco."
"Cierto... Eres muy bueno en eso." Dijo pensativa.
"Jummhh.." La miró con desconfianza.
"¿Te gustaría aprender algunos hechizos?" Le habló con cautela.
"¡No!"
"¿Por qué no?" Preguntó levantando la voz.
"No confío en tí." Le respondió bruscamente.
"Ahh, pero qué genio." Se burló Lina.
"Gggrrrr...." Una leve aura azul cubrió la forma de la quimera momentaneamente.
"Dicen que las quimeras son rápidas aprendiendo... Supongo que ese no es tu caso." Dijo burlonamente.
Zelgadis sentía deseos de llamar a gritos a Val, pero el tiempo que había pasado con la princesa le había dado algo más de confianza. De repente recordó el hechizo que usara la peliroja al enviarle la señal al Ryuu Dorei. Sonrió malignamente.
"¡Bola de Fuego!" Lina reaccionó de inmediato.
"¡Flecha Congelante!" Ambos hechizos se cancelaron de inmediato. Ahora Zelgadis sabía dos hechizos nuevos.
"¡Flecha Congelante!, ¡Bola de Fuego!" Lanzó ambos hechizos y Lina los canceló de inmediato con sus respectivos ataques.
*Sorprendente.* Pensó para sus adentros, simplemente la quimera aprendía a velocidad luz. Sonrió nuevamente.
"Vamos piedrecita, veamos que más puedes hacer." Lo molestó Lina saliendo por la puerta del camarote.
"Aaaarrggggghhhhh..." Y salió tras la hechizera.
Gourry y Amelia se volvieron sorprendidos al ver a Lina y a Zelgadis en una especie de cacería tipo gato y ratón, utilizando hechizos leves. "¡Zelgadis-san!" Gritó la princesa preocupada.
Mientras tanto Lina reía como fuera de sí, la necesidad de sacar un poco el estrés que se había concentrado durante esos últimos días le provocaba todo tipo de reacciones incoherentes.
"¡Levitación!" La quimera la observó unos segundos.
"¡Levitación!" Rugió Zel y la batalla continuó en el aire con hechizos un poco más fuertes.
"Parece que Zelgadis-san está muy enojado..." Murmuró Amelia.
"Y parece que Lina está disfrutándolo." Agregó Gourry.
"Gourry... ¿Crees que Ruu Miko vaya a lastimar a Zelgadis-san?" Gourry negó suavemente.
"No lo creo Amelia, es sólo que Lina guarda demasiada energía."
"¿Demasiada energía?"
"Ahh... creo que sí." Observaba a Lina embelesado.
"¿Gourry?"
"¿Umhh...?"
"¿Estás enamorado de la Ruu Miko?"
"¿Nani?"
"Es que... la observas como si..." Suspiró. "Nada..."
Al cabo de un buen rato de silencio entre ambos, Gourry observó de reojo a Amelia.
"Amelia... ¿sientes algo por Zelgadis?"
"¿Nani?"
"Es que lo observas como si..." La princesa le devolvió una sonrisa de complicidad.
Ambos estaban sintiendo lo mismo, ambos estaban pensando lo mismo. Mientras observaban a las dos figuras, una riendo y otra gruñendo, ambos desearon que la aventura no llegase a su fin.
*******
Finalmente estaban rumbo al puerto de Seiryuun. El Hanzoku y el Ryuu Dorei flanqueaban los costados del barco del embajador quien finalmente había sido convencido por su esposa de que todo estaría bien.
Aunque la princesa no había logrado convencer al embajador de viajar en el Hanzoku con Zelgadis, el embajador había permitido que la quimera los acompañara durante el viaje diurno, con la condición que regresa al Hanzoku en la noche. El príncipe Gourry se había decidido pasar el viaje de regreso en el Ryuu Dorei.
Para regresar a Seiryuun los barcos tenían que pasar muy cerca de la ruta denominada Paso de la Muerte, pues sólo un estrecho paso era seguro para los barcos, el resto de la ruta estaba llena de piedra sumergida y coral. Se habían decidido a pasar los barcos uno tras el otro, con el Ryuu Dorei al frente, ya que Lina podía dirigir mejor el barco gracias a su magia.
Sin embargo, esa mañana el cielo estaba cubierto por oscuras nubes que impedían el paso del sol. Lo más lógico era pasar la tormenta antes de llegar a la ruta, ya que si la tormenta los alcanzaba dentro de la misma, sería imposible no chocar. Los tripulantes de las tres embarcaciones se preparaban para el inminente paso de la tormenta.
"¡Jiras! ¡Aseguren las velas!" Gritaba Val.
"Sí mi capitán."
Las nubes se fueron ennegreciendo y un relámpago estremeció los cielos.
"Uhh... parece que esta chica esta enojada." Comentó Lina con seriedad y ordenó medidas adicionales para asegurar la embarcación.
*******
Las olas comenzaron a azotar furiosas los costados de los tres barcos y los marineros se entregaron a la faena de mantener los barcos a flote. En el interior del barco del embajador, Amelia, Filia y Xellos se encontraban en uno de los camarotes mientras el capitán del barco y el resto de la tripulación luchaban contra la tormenta.
"Ojalá Zelgadis-san estuviera aquí" Gimió la princesa mientras se aferraba a Filia, Xellos a su vez las abrazaba a ambas en un intento por evitar que rodaran por el camarote por el fuerte vaivén del barco.
Según avanzaba la tormenta sobre los barcos, las olas se levantaban más altas y Lina, en un esfuerzo por defender los tres barcos, comenzó a lanzar algunos hechizos para contrarrestar la fuerza del mar sobre los barcos. Zelgadis, desde el Hanzoku, se percató de lo que Lina intentaba y de inmediato comenzó a imitarla. Sin embargo, el barco del embajador, al estar más lejos de los primeros dos, no podía beneficiarse totalmente de la magia.
En el interior del camarote, la cama sobre la cual se encontraban los embajadores y la princesa, se safó de los seguros, provocando que los tres personajes fueran a dar al piso y comenzaran a rodar lanzados por el fuerte vaivén.
La princesa fue lanzada contra una de las mesas, recibiendo un golpe que la dejó sin aire. Xellos rodó en la dirección en que la cama había rodado, golpeándose con el borde de madera cuando la cama se detuvo abruptamente en el otro lado del camarote. Filia había logrado aferrarse de los ganchos rotos que momentos antes sujetaban el pesado mueble en su lugar.
"¡XELLOS!" Se escuchó el grito desesperado de Filia. Pero suspiró aliviada al verlo ponerse en pie rápidamente e indicarle con la mirada que estaba bien.
"¿Princesa Amelia?, ¿está usted bien?" Preguntó Filia preocupada.
"¡Hai!" Xellos se dirigía lentamente hacia donde se encontraba Filia cuando el barco se ladeó del lado contrario, provocando que la pesada cama de madera se resbalara ahora en la dirección a donde se encontraba Filia.
"¡Sora!" Gritó la princesa y Filia cerró los ojos al ver el mueble resbalar en su dirección.
Xellos corrió hasta donde estaba Filia y la abrazó fuertmenete antes que la cama la golpeara. Filia sólo sintió que la fuerza del golpe le comprimía los pulmones. Al abrir los ojos se percató que el golpe lo había recibido Xellos y no ella, sin embargo, seguían pillados entre la cama y la pared.
"Tenemos que salir de aquí Filia." Susurró dolorosamente Xellos. La princesa trató de mover el mueble en vano, pero uno de los vaivenes del barco hizo que rodara un poco y aprovechó el impulso para terminar de empujar la cama.
"Vamos al otro camarote Filia, ¿puedes caminar?" Le dijo Xellos intentando ponerse en pie.
"¡Hai!" Le contestó, y le ayudo a enderezarse. Con mucha dificultad alcanzaron la puerta y dando tumbos en el pasillo, lograron llegar al siguiente camarote. Al parecer todo estaba en su lugar y habían varias camas ligeras, correspondientes a los tripulantes del barco.
En el momento en que acomodaron a Xellos en una de ellas Filia se percató que una ligera línea roja le bajaba por la comisura de los labios.
"¡Xellos!" Gritó con la voz entrecortada. Los ojos del embajador no le respondieron, parecía estar perdido en sus pensamientos. De inmediato desató los cordones de la camisa y la abrió. En el costado tenía una marca de color rojo muy oscuro. Al pasar la mano sobre el golpe sintió los huesos de la costilla hundirse suavemente, lo que provocó una oleada de dolor al embajador.
"¡Amelia!, Xellos necesita al doctor, ahora." Le dijo mientras lo recostaba cuidadosamente en la cama.
"Pero debe estar ayudando al resto de la tripulación Filia." Le dijo preocupada la princesa.
"Iré por él."
"Filia, ¡espera!" Pero Filia ya salía del camarote en busca del doctor.
Se sujetó del pasamanos que conducía a cubierta y una vez arriba el viento comenzó a azotarla.
"¡¡Doctor!!" Gritaba mientras el viento arrastraba su voz. Trató de distinguir entre los tripulantes al mencionado doctor. Cerca de proa le pareció ver el uniforme que usualmente vestía el hombre. Salió completamente de las escaleras tratando de alcanzar las sogas de seguridad atadas al mastil, pero el vaivén del barco la hizo perder el equilibrio. Rodó un poco, los cabellos se le soltaron y se le enrrollaban frente a los ojos, dificultándole la vista.
"¡¡Doctor!!" Volvió a llamar. Trató de ponerse en pie nuevamente y en ese momento pudo distinguir al Hanzoku y al Ryuu Dorei, la quimera y la Ruu Miko iluminando la tormenta con sus hechizos. Era realmente impresionante, pero el descuido le costó demasiado. El barco volvió a ladearse y ella rodó hasta la barandilla, la cual golpeó, quedando aturdida. Trató de sujetarse pero le fue imposible y cayó al agua.
*******
El agua estaba congelada, y las ropas se le volvieron pesadas, la tela de la falda dificultándole el movimiento de las piernas. Le era demasiado difícil mantener la cabeza a flote y con las fuertes olas pronto era sumergida de nuevo. *Voy a morir*, fue el único pensamiento de Filia antes de volver a hudirse en el agua. Esta vez no tuvo las fuerzas para volver a la superficie. Los pulmones le ardían por la falta de oxígeno.
Poco a poco los pensamientos se fueron nublando, hasta que sólo quedó uno en su mente... *Xellos*. Tenía que regresar a él, no podía dejarse vencer tan facilmente. Las ropas le hacían tan dificil moverse, el frío le había entumecido los brazos y las piernas.
Un leve roce sobre su cabeza llamó su aletargada atención. Unos brazos la tomaban de la cintura fuertemente y comenzaban a subir, apenas tuvo su cabeza fuera del agua perdió el conocimiento.
*******
Filia despertó en un camarote que ya le era muy conocido, estaba en el Hanzoku. El cuerpo le dolía un poco, pero nada serio. Al concentrarse un poco, pudo percatarse de que no estaba sola. La princesa estaba sentada a su lado, la quimera muy cerca de ella. Cerca de la puerta pudo percibir un reflejo de cabellos acuamarinos, paseandose cansadamente de un lado a otro.
Finalmente, en una esquina, un reflejo de cabellos púrpuras. *Xellos...*, trató de concentrarse en la escena.
Xellos estaba reclinado en una de las sillas, sin su camisa y la Ruu Miko al parecer, acariciaba el costado de su esposo como si fuera lo más natural del mundo.
"¡¡XELLOS METALLIUM!!" El grito de la embajadora sobresaltó a todos en el camarote. "¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO?" De inmediato Xellos se puso de pie, sin prestarle atención al dolor que aún sentía en su costado y estuvo al lado de Filia.
"Filia, amor, tranquila, no es lo que estás pensando." Le dijo un poco nervioso.
"Embajadora Filia, debe descansar... no le hará bien sobresaltarse." Añadió el capitán Val.
"EXIJO UNA EXPLICACION..." Gritó la embajadora, antes de sentirse completamente aturdida y volver a caer sobre la cama profundamente dormida.
Todos la miraron confundidos y Amelia puso su cara más inocente. De hecho, había aplicado un hechizo de sueño a la embajadora, pero nadie se había percatado.
"Si así es como suele despertar en las mañanas..." Dijo el capitán mientras una gota de sudor rodaba por su frente. Xellos le devolvió una mirada tensa, pero no dijo nada, gracias a la rápida reacción del capitán Filia se encontraba a salvo en el Hanzoku, le debía un enorme favor.
Durante la tormenta, la embarcación del embajador había perecido, de no haber sido por los tripulantes del Hanzoku y del Ryu Dorei, no lo estuvieran contando. El embajador daba gracias de que nada más había sucedido y que todos estaban bien en lo que se podía.
Ambos barcos se hallaban muy cerca de la Paso de la Muerte y hasta que la Ruu Miko no estuviera del todo recuperada del enorme esfuerzo que había hecho durante la tormenta no iban a arriesgarse a cruzar. Aún así, estaba tratando de ahorrarle al embajador la molestia de esperar días para mejorarse.
"Embajador, ¿podemos continuar?" Le sugirió la capitana.
"Hai." Dijo acariciándo una vez más los cabellos de Filia. Luego regresó a la silla donde ahora se encontraba también la quimera. Se detuvo indeciso.
"No se preocupe embajador, estoy segura que Zelgadis puede ayudarme sin problema." Le dijo muy risueña la Ruu Miko dándole una guiñada. El embajador la miró sumamente confundido, pero al fin y al cabo asintió y se acomodó nuevamente en la silla. Ahora dos pares de manos se pusieron a trabajar.
*******
Lina observaba a lo lejos el paso que debían cruzar dentro de poco. Tenía un mal presentimiento. No acerca del paso sino de lo que les esperaba al otro lado. Por alguna razón su instinto le indicaba que algo andaba mal. Zelgadis también tenía el mismo presentimiento. No estaba seguro, pero definitivamente algo los estaba esperando del otro lado.
Ninguno de los dos podía acertar. Luego de la tormenta y de haber tenido que sanar a varios de los tripulantes por heridas menores, incluyendo el embajador, aún no se habían recuperado del todo. Y en el momento en que cruzaran el paso, Lina estaría aún más debilitada pues necesitaba su magia para poder pasar sin incidentes.
Pero Lina no se iba a dejar intimidar ni siquiera por lo desconocido, no lo había hecho antes, tampoco lo haría ahora. El Ryu Dorei estaba preparado para afrontar cualquier ataque. Por lo que decidió que mientras más pronto estuvieran del otro lado, más pronto podrían enfrentar y vencer el próximo obstáculo.
Lentamente los barcos se alinearon uno tras el otro, el Ryu Dorei al frente, seguido por el Hanzoku.
"¡LEVITACION!" Y la Ruu Miko se elevó por los aires, gritando ordenes y dirigiendo el barco. Varias veces se detuvo a descansar cuando el paso era lo suficientemente despejado como para permitir un buen tramo de navegación sin contratiempos. Al cabo de varias horas, ambos barcos estaban al otro lado del paso, sin mayores daños.
"Buen trabajo Lina."
"Gracias Gourry, pero aún no ha terminado." Dijo tratando de encontrar lo que Zelgadis y ella habían percibido antes de cruzar el paso pero el cansancio no les había permitido.
"¿Qué es lo que sucede?" Preguntó un tanto preocupado.
"No sé, no sabría explicarte, pero es como... una presencia."
No bien había señalado hacia el costado del barco cuando una enorme explosión se escuchó retumbar. Sonido de cañones.
"¡CUIDADO!" Gritó Lina. Pero la pesada bala impactó la fragata antes que pudiera siquiera hacer nada para protegerla.
"¡KUSO! PREPAREN LA ARTILLERÍA." El Ryu Dorei estaba bajo fuego y pronto el Hanzoku lo estuvo también. Aún no podían descubrir quién los estaba atacando. Pero la fuerza del ataque hacía suponer que el enemigo los aventajaba por mucho.
"¡GOURRY!"
"¡Hai!"
"Haz señas al Hanzoku, trataré de distraer a lo que sea que nos esté atacando y mientras tanto deben aprovechar la distracción y adelantarse. Yo los seguiré después." "¡Enseguida!" Y Gourry desapareció entre los tripulantes. Mientras tanto, Lina ordenó girar la fragata de tal forma que el Hanzoku quedara cubierto tras el Ryu Dorei. Cada vez que podía discernir una bala de cañón aproximándose, la repelía con una bola de fuego.
*¡Kuso!, ¿por qué no se dejan ver?* Pensaba Lina tratando de adivinar dónde se encontraba el barco enemigo. *Es como si estuviera en todas partes...*
El ataque continuaba sin aparente progreso para ninguna de las dos partes. El Hanzoku, siguiendo las ordenes de Lina, los había rebasado por el lado contrario y aparentemente el enemigo no le había prestado importancia. Lina comenzaba a fatigarse un poco.
*Este no puede ser el ataque real... Sólo están drenando mis energías. ¡Kisama!* Otra bala de cañón pasó sus ya debilitadas defensas y golpeó el primer nivel del Ryu Dorei.
Lina continuó repeliendo el ataque, pero su instinto le decía que bajo aquel ataque había algo más. Le era imposible discernir algo concreto en la dirección de donde provenía el fuego y sentía como si todo a su alrededor estuviera impregnado con la misma sensación. El Ryu Dorei atacaba sin descanso, pero aparentemente disparaban al vacío.
*¡KUSO!, no puedo sentir nada en esa dirección... a menos que...* Su mirada se dirigió al Hanzoku, que escapaba velozmente y ya estaba bastante lejos del ataque. Un extraño escalofrío la hizo estremecerse, justo al lugar donde se dirigía el Hanzoku percibió una concentración de magia.
Dirigió su vista al cielo, un cielo claro, sin nubes, extremadamente brillante. *¿Hace cuánto tiempo que comenzó el ataque?, ¿no se supone que ya el sol haya avanzado?*
"¡BOLA DE FUEGO!" Gritó dirigiendo el ataque hacia arriba. La bola de fuego subió y de repente conectó con algo sólido. Unas leves ondas se extendieron como quien deja caer una piedra en el agua, revelando que se encontraban dentro de una especie de domo mágico. Regresó su vista al Hanzoku.
*Si yo no soy el blanco real, entonces el Hanzoku lo es.*
"¡BOMB DI WIND!" Y de inmediato la fragata comenzó a moverse impulsada por el fuerte viento del hechizo.
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Confesiones de un príncipe y una princesa. ¿Será cierto que después de la tempestad llega la calma?
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Notas
Los personajes de Slayers pertenecen a su creador.
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La sorpresa de la princesa al ver acecarse al príncipe Gourry fue indescriptible. La capitana del Ruu Miko le había informado de su presencia en el momento de su llegada y ahora lo tenía frente a sí. Zelgadis había protestado visiblemente al enterarse de quién estaría hablando con la princesa, pero finalmente Val lo disuadió, dando como excusa que la Ruu Miko deseaba hablar con él.
Gourry hizo una profunda reverencia ante la pequeña figura.
"Princesa Amelia." Dijo tomando la delicada mano y plantando un tímido beso.
"Príncipe Gourry." Respondió la aludida con una graciosa reverencia.
"Estaba muy preocupado por su bienestar."
"Lamento haberle hecho pasar momentos tan difíciles, Ruu Miko me contó lo sucedido antes que usted abordara el barco."
"Eso no importa ahora Amelia, sólo deseaba hablar contigo, pero cuando fui a buscarte a palacio ya habías huido. ¿Tan detestable soy a tus ojos?" Preguntó el príncipe.
"Gourry, no es eso, sólo estaba asustada..." Suspiró y tomó las manos de Gourry. "Siempre hemos sido buenos amigos, como hermanos. Simplemente me asustó la idea de que nuestros padres tuvieran otros planes en mente."
"Ahh... lo sé Amelia, tampoco estoy de acuerdo con eso. Pero no debiste escapar, sólo se ha vuelto un problema más complicado." La princesa bajó la cabeza avergonzada. "Lo sé... he sido muy egoísta." Gourry la tomó del mentón con suavidad.
"Pero ahora que lleguemos a palacio, vamos a poner algunos puntos en claro con nuestros padres, ¿qué te parece?" Le sugirió con una sonrisa.
"Por mí está perfecto." Le dijo, abrazándolo emocionada. Gourry le devolvió el abrazo, el tierno abrazo de un gran amigo.
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A insistencias de Lina, Val había dejado a la capitana del Ryuu Dorei sola con Zelgadis. La quimera se veia realmente inquieta, sentada en la parte más alejada del cuarto. Lina no hizo ningún intento por acercarse, en caso de la cercanía provocara a lo que ella pensaba era un poderoso y vicioso demonio.
"Y bien..." Comenzó. "Supongo que puedes hablar." Un movimiento positivo por parte de la quimera fue la única respuesta.
"El capitán me comentó que te llamas Zelgadis."
"Hai." Respondió roncamente.
"¿Cuánto tiempo hace que eres propiedad del capitán?" Le hablaba como si hablara de negocios. Cosa que no estaba muy alejada de la realidad, pues pensaba tratar de convencer al capitán para comprarle la quimera.
"¿Nani?"
"Ummhh... ¿cuánto tiempo hace que estás en este barco?"
"Tres años... Y no soy propiedad del capitán." Lina sonrió, realmente tenía espíritu.
"¿Entonces qué significan esos grilletes en tus manos?"
"Son para controlar mi magia."
"Entonces el capitán sí te controla."
"¡No!, son para yo poder controlar mi magia, aún no sé cómo hacerlo..." El final lo dijo muy por lo bajo.
"¿Qué sabes hacer?" La quimera lo pensó un momento, se concentró.
"¡Luz!" Y una pequeña esfera de luz apareció, desapareciendo segundos después. Lina pareció un poco desilusionada.
"¿Sólo eso?" Preguntó desilusionada.
"Puedo detectar fuentes de magia, bloqueos magicos, como los de tu barco."
"Cierto... Eres muy bueno en eso." Dijo pensativa.
"Jummhh.." La miró con desconfianza.
"¿Te gustaría aprender algunos hechizos?" Le habló con cautela.
"¡No!"
"¿Por qué no?" Preguntó levantando la voz.
"No confío en tí." Le respondió bruscamente.
"Ahh, pero qué genio." Se burló Lina.
"Gggrrrr...." Una leve aura azul cubrió la forma de la quimera momentaneamente.
"Dicen que las quimeras son rápidas aprendiendo... Supongo que ese no es tu caso." Dijo burlonamente.
Zelgadis sentía deseos de llamar a gritos a Val, pero el tiempo que había pasado con la princesa le había dado algo más de confianza. De repente recordó el hechizo que usara la peliroja al enviarle la señal al Ryuu Dorei. Sonrió malignamente.
"¡Bola de Fuego!" Lina reaccionó de inmediato.
"¡Flecha Congelante!" Ambos hechizos se cancelaron de inmediato. Ahora Zelgadis sabía dos hechizos nuevos.
"¡Flecha Congelante!, ¡Bola de Fuego!" Lanzó ambos hechizos y Lina los canceló de inmediato con sus respectivos ataques.
*Sorprendente.* Pensó para sus adentros, simplemente la quimera aprendía a velocidad luz. Sonrió nuevamente.
"Vamos piedrecita, veamos que más puedes hacer." Lo molestó Lina saliendo por la puerta del camarote.
"Aaaarrggggghhhhh..." Y salió tras la hechizera.
Gourry y Amelia se volvieron sorprendidos al ver a Lina y a Zelgadis en una especie de cacería tipo gato y ratón, utilizando hechizos leves. "¡Zelgadis-san!" Gritó la princesa preocupada.
Mientras tanto Lina reía como fuera de sí, la necesidad de sacar un poco el estrés que se había concentrado durante esos últimos días le provocaba todo tipo de reacciones incoherentes.
"¡Levitación!" La quimera la observó unos segundos.
"¡Levitación!" Rugió Zel y la batalla continuó en el aire con hechizos un poco más fuertes.
"Parece que Zelgadis-san está muy enojado..." Murmuró Amelia.
"Y parece que Lina está disfrutándolo." Agregó Gourry.
"Gourry... ¿Crees que Ruu Miko vaya a lastimar a Zelgadis-san?" Gourry negó suavemente.
"No lo creo Amelia, es sólo que Lina guarda demasiada energía."
"¿Demasiada energía?"
"Ahh... creo que sí." Observaba a Lina embelesado.
"¿Gourry?"
"¿Umhh...?"
"¿Estás enamorado de la Ruu Miko?"
"¿Nani?"
"Es que... la observas como si..." Suspiró. "Nada..."
Al cabo de un buen rato de silencio entre ambos, Gourry observó de reojo a Amelia.
"Amelia... ¿sientes algo por Zelgadis?"
"¿Nani?"
"Es que lo observas como si..." La princesa le devolvió una sonrisa de complicidad.
Ambos estaban sintiendo lo mismo, ambos estaban pensando lo mismo. Mientras observaban a las dos figuras, una riendo y otra gruñendo, ambos desearon que la aventura no llegase a su fin.
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Finalmente estaban rumbo al puerto de Seiryuun. El Hanzoku y el Ryuu Dorei flanqueaban los costados del barco del embajador quien finalmente había sido convencido por su esposa de que todo estaría bien.
Aunque la princesa no había logrado convencer al embajador de viajar en el Hanzoku con Zelgadis, el embajador había permitido que la quimera los acompañara durante el viaje diurno, con la condición que regresa al Hanzoku en la noche. El príncipe Gourry se había decidido pasar el viaje de regreso en el Ryuu Dorei.
Para regresar a Seiryuun los barcos tenían que pasar muy cerca de la ruta denominada Paso de la Muerte, pues sólo un estrecho paso era seguro para los barcos, el resto de la ruta estaba llena de piedra sumergida y coral. Se habían decidido a pasar los barcos uno tras el otro, con el Ryuu Dorei al frente, ya que Lina podía dirigir mejor el barco gracias a su magia.
Sin embargo, esa mañana el cielo estaba cubierto por oscuras nubes que impedían el paso del sol. Lo más lógico era pasar la tormenta antes de llegar a la ruta, ya que si la tormenta los alcanzaba dentro de la misma, sería imposible no chocar. Los tripulantes de las tres embarcaciones se preparaban para el inminente paso de la tormenta.
"¡Jiras! ¡Aseguren las velas!" Gritaba Val.
"Sí mi capitán."
Las nubes se fueron ennegreciendo y un relámpago estremeció los cielos.
"Uhh... parece que esta chica esta enojada." Comentó Lina con seriedad y ordenó medidas adicionales para asegurar la embarcación.
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Las olas comenzaron a azotar furiosas los costados de los tres barcos y los marineros se entregaron a la faena de mantener los barcos a flote. En el interior del barco del embajador, Amelia, Filia y Xellos se encontraban en uno de los camarotes mientras el capitán del barco y el resto de la tripulación luchaban contra la tormenta.
"Ojalá Zelgadis-san estuviera aquí" Gimió la princesa mientras se aferraba a Filia, Xellos a su vez las abrazaba a ambas en un intento por evitar que rodaran por el camarote por el fuerte vaivén del barco.
Según avanzaba la tormenta sobre los barcos, las olas se levantaban más altas y Lina, en un esfuerzo por defender los tres barcos, comenzó a lanzar algunos hechizos para contrarrestar la fuerza del mar sobre los barcos. Zelgadis, desde el Hanzoku, se percató de lo que Lina intentaba y de inmediato comenzó a imitarla. Sin embargo, el barco del embajador, al estar más lejos de los primeros dos, no podía beneficiarse totalmente de la magia.
En el interior del camarote, la cama sobre la cual se encontraban los embajadores y la princesa, se safó de los seguros, provocando que los tres personajes fueran a dar al piso y comenzaran a rodar lanzados por el fuerte vaivén.
La princesa fue lanzada contra una de las mesas, recibiendo un golpe que la dejó sin aire. Xellos rodó en la dirección en que la cama había rodado, golpeándose con el borde de madera cuando la cama se detuvo abruptamente en el otro lado del camarote. Filia había logrado aferrarse de los ganchos rotos que momentos antes sujetaban el pesado mueble en su lugar.
"¡XELLOS!" Se escuchó el grito desesperado de Filia. Pero suspiró aliviada al verlo ponerse en pie rápidamente e indicarle con la mirada que estaba bien.
"¿Princesa Amelia?, ¿está usted bien?" Preguntó Filia preocupada.
"¡Hai!" Xellos se dirigía lentamente hacia donde se encontraba Filia cuando el barco se ladeó del lado contrario, provocando que la pesada cama de madera se resbalara ahora en la dirección a donde se encontraba Filia.
"¡Sora!" Gritó la princesa y Filia cerró los ojos al ver el mueble resbalar en su dirección.
Xellos corrió hasta donde estaba Filia y la abrazó fuertmenete antes que la cama la golpeara. Filia sólo sintió que la fuerza del golpe le comprimía los pulmones. Al abrir los ojos se percató que el golpe lo había recibido Xellos y no ella, sin embargo, seguían pillados entre la cama y la pared.
"Tenemos que salir de aquí Filia." Susurró dolorosamente Xellos. La princesa trató de mover el mueble en vano, pero uno de los vaivenes del barco hizo que rodara un poco y aprovechó el impulso para terminar de empujar la cama.
"Vamos al otro camarote Filia, ¿puedes caminar?" Le dijo Xellos intentando ponerse en pie.
"¡Hai!" Le contestó, y le ayudo a enderezarse. Con mucha dificultad alcanzaron la puerta y dando tumbos en el pasillo, lograron llegar al siguiente camarote. Al parecer todo estaba en su lugar y habían varias camas ligeras, correspondientes a los tripulantes del barco.
En el momento en que acomodaron a Xellos en una de ellas Filia se percató que una ligera línea roja le bajaba por la comisura de los labios.
"¡Xellos!" Gritó con la voz entrecortada. Los ojos del embajador no le respondieron, parecía estar perdido en sus pensamientos. De inmediato desató los cordones de la camisa y la abrió. En el costado tenía una marca de color rojo muy oscuro. Al pasar la mano sobre el golpe sintió los huesos de la costilla hundirse suavemente, lo que provocó una oleada de dolor al embajador.
"¡Amelia!, Xellos necesita al doctor, ahora." Le dijo mientras lo recostaba cuidadosamente en la cama.
"Pero debe estar ayudando al resto de la tripulación Filia." Le dijo preocupada la princesa.
"Iré por él."
"Filia, ¡espera!" Pero Filia ya salía del camarote en busca del doctor.
Se sujetó del pasamanos que conducía a cubierta y una vez arriba el viento comenzó a azotarla.
"¡¡Doctor!!" Gritaba mientras el viento arrastraba su voz. Trató de distinguir entre los tripulantes al mencionado doctor. Cerca de proa le pareció ver el uniforme que usualmente vestía el hombre. Salió completamente de las escaleras tratando de alcanzar las sogas de seguridad atadas al mastil, pero el vaivén del barco la hizo perder el equilibrio. Rodó un poco, los cabellos se le soltaron y se le enrrollaban frente a los ojos, dificultándole la vista.
"¡¡Doctor!!" Volvió a llamar. Trató de ponerse en pie nuevamente y en ese momento pudo distinguir al Hanzoku y al Ryuu Dorei, la quimera y la Ruu Miko iluminando la tormenta con sus hechizos. Era realmente impresionante, pero el descuido le costó demasiado. El barco volvió a ladearse y ella rodó hasta la barandilla, la cual golpeó, quedando aturdida. Trató de sujetarse pero le fue imposible y cayó al agua.
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El agua estaba congelada, y las ropas se le volvieron pesadas, la tela de la falda dificultándole el movimiento de las piernas. Le era demasiado difícil mantener la cabeza a flote y con las fuertes olas pronto era sumergida de nuevo. *Voy a morir*, fue el único pensamiento de Filia antes de volver a hudirse en el agua. Esta vez no tuvo las fuerzas para volver a la superficie. Los pulmones le ardían por la falta de oxígeno.
Poco a poco los pensamientos se fueron nublando, hasta que sólo quedó uno en su mente... *Xellos*. Tenía que regresar a él, no podía dejarse vencer tan facilmente. Las ropas le hacían tan dificil moverse, el frío le había entumecido los brazos y las piernas.
Un leve roce sobre su cabeza llamó su aletargada atención. Unos brazos la tomaban de la cintura fuertemente y comenzaban a subir, apenas tuvo su cabeza fuera del agua perdió el conocimiento.
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Filia despertó en un camarote que ya le era muy conocido, estaba en el Hanzoku. El cuerpo le dolía un poco, pero nada serio. Al concentrarse un poco, pudo percatarse de que no estaba sola. La princesa estaba sentada a su lado, la quimera muy cerca de ella. Cerca de la puerta pudo percibir un reflejo de cabellos acuamarinos, paseandose cansadamente de un lado a otro.
Finalmente, en una esquina, un reflejo de cabellos púrpuras. *Xellos...*, trató de concentrarse en la escena.
Xellos estaba reclinado en una de las sillas, sin su camisa y la Ruu Miko al parecer, acariciaba el costado de su esposo como si fuera lo más natural del mundo.
"¡¡XELLOS METALLIUM!!" El grito de la embajadora sobresaltó a todos en el camarote. "¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO?" De inmediato Xellos se puso de pie, sin prestarle atención al dolor que aún sentía en su costado y estuvo al lado de Filia.
"Filia, amor, tranquila, no es lo que estás pensando." Le dijo un poco nervioso.
"Embajadora Filia, debe descansar... no le hará bien sobresaltarse." Añadió el capitán Val.
"EXIJO UNA EXPLICACION..." Gritó la embajadora, antes de sentirse completamente aturdida y volver a caer sobre la cama profundamente dormida.
Todos la miraron confundidos y Amelia puso su cara más inocente. De hecho, había aplicado un hechizo de sueño a la embajadora, pero nadie se había percatado.
"Si así es como suele despertar en las mañanas..." Dijo el capitán mientras una gota de sudor rodaba por su frente. Xellos le devolvió una mirada tensa, pero no dijo nada, gracias a la rápida reacción del capitán Filia se encontraba a salvo en el Hanzoku, le debía un enorme favor.
Durante la tormenta, la embarcación del embajador había perecido, de no haber sido por los tripulantes del Hanzoku y del Ryu Dorei, no lo estuvieran contando. El embajador daba gracias de que nada más había sucedido y que todos estaban bien en lo que se podía.
Ambos barcos se hallaban muy cerca de la Paso de la Muerte y hasta que la Ruu Miko no estuviera del todo recuperada del enorme esfuerzo que había hecho durante la tormenta no iban a arriesgarse a cruzar. Aún así, estaba tratando de ahorrarle al embajador la molestia de esperar días para mejorarse.
"Embajador, ¿podemos continuar?" Le sugirió la capitana.
"Hai." Dijo acariciándo una vez más los cabellos de Filia. Luego regresó a la silla donde ahora se encontraba también la quimera. Se detuvo indeciso.
"No se preocupe embajador, estoy segura que Zelgadis puede ayudarme sin problema." Le dijo muy risueña la Ruu Miko dándole una guiñada. El embajador la miró sumamente confundido, pero al fin y al cabo asintió y se acomodó nuevamente en la silla. Ahora dos pares de manos se pusieron a trabajar.
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Lina observaba a lo lejos el paso que debían cruzar dentro de poco. Tenía un mal presentimiento. No acerca del paso sino de lo que les esperaba al otro lado. Por alguna razón su instinto le indicaba que algo andaba mal. Zelgadis también tenía el mismo presentimiento. No estaba seguro, pero definitivamente algo los estaba esperando del otro lado.
Ninguno de los dos podía acertar. Luego de la tormenta y de haber tenido que sanar a varios de los tripulantes por heridas menores, incluyendo el embajador, aún no se habían recuperado del todo. Y en el momento en que cruzaran el paso, Lina estaría aún más debilitada pues necesitaba su magia para poder pasar sin incidentes.
Pero Lina no se iba a dejar intimidar ni siquiera por lo desconocido, no lo había hecho antes, tampoco lo haría ahora. El Ryu Dorei estaba preparado para afrontar cualquier ataque. Por lo que decidió que mientras más pronto estuvieran del otro lado, más pronto podrían enfrentar y vencer el próximo obstáculo.
Lentamente los barcos se alinearon uno tras el otro, el Ryu Dorei al frente, seguido por el Hanzoku.
"¡LEVITACION!" Y la Ruu Miko se elevó por los aires, gritando ordenes y dirigiendo el barco. Varias veces se detuvo a descansar cuando el paso era lo suficientemente despejado como para permitir un buen tramo de navegación sin contratiempos. Al cabo de varias horas, ambos barcos estaban al otro lado del paso, sin mayores daños.
"Buen trabajo Lina."
"Gracias Gourry, pero aún no ha terminado." Dijo tratando de encontrar lo que Zelgadis y ella habían percibido antes de cruzar el paso pero el cansancio no les había permitido.
"¿Qué es lo que sucede?" Preguntó un tanto preocupado.
"No sé, no sabría explicarte, pero es como... una presencia."
No bien había señalado hacia el costado del barco cuando una enorme explosión se escuchó retumbar. Sonido de cañones.
"¡CUIDADO!" Gritó Lina. Pero la pesada bala impactó la fragata antes que pudiera siquiera hacer nada para protegerla.
"¡KUSO! PREPAREN LA ARTILLERÍA." El Ryu Dorei estaba bajo fuego y pronto el Hanzoku lo estuvo también. Aún no podían descubrir quién los estaba atacando. Pero la fuerza del ataque hacía suponer que el enemigo los aventajaba por mucho.
"¡GOURRY!"
"¡Hai!"
"Haz señas al Hanzoku, trataré de distraer a lo que sea que nos esté atacando y mientras tanto deben aprovechar la distracción y adelantarse. Yo los seguiré después." "¡Enseguida!" Y Gourry desapareció entre los tripulantes. Mientras tanto, Lina ordenó girar la fragata de tal forma que el Hanzoku quedara cubierto tras el Ryu Dorei. Cada vez que podía discernir una bala de cañón aproximándose, la repelía con una bola de fuego.
*¡Kuso!, ¿por qué no se dejan ver?* Pensaba Lina tratando de adivinar dónde se encontraba el barco enemigo. *Es como si estuviera en todas partes...*
El ataque continuaba sin aparente progreso para ninguna de las dos partes. El Hanzoku, siguiendo las ordenes de Lina, los había rebasado por el lado contrario y aparentemente el enemigo no le había prestado importancia. Lina comenzaba a fatigarse un poco.
*Este no puede ser el ataque real... Sólo están drenando mis energías. ¡Kisama!* Otra bala de cañón pasó sus ya debilitadas defensas y golpeó el primer nivel del Ryu Dorei.
Lina continuó repeliendo el ataque, pero su instinto le decía que bajo aquel ataque había algo más. Le era imposible discernir algo concreto en la dirección de donde provenía el fuego y sentía como si todo a su alrededor estuviera impregnado con la misma sensación. El Ryu Dorei atacaba sin descanso, pero aparentemente disparaban al vacío.
*¡KUSO!, no puedo sentir nada en esa dirección... a menos que...* Su mirada se dirigió al Hanzoku, que escapaba velozmente y ya estaba bastante lejos del ataque. Un extraño escalofrío la hizo estremecerse, justo al lugar donde se dirigía el Hanzoku percibió una concentración de magia.
Dirigió su vista al cielo, un cielo claro, sin nubes, extremadamente brillante. *¿Hace cuánto tiempo que comenzó el ataque?, ¿no se supone que ya el sol haya avanzado?*
"¡BOLA DE FUEGO!" Gritó dirigiendo el ataque hacia arriba. La bola de fuego subió y de repente conectó con algo sólido. Unas leves ondas se extendieron como quien deja caer una piedra en el agua, revelando que se encontraban dentro de una especie de domo mágico. Regresó su vista al Hanzoku.
*Si yo no soy el blanco real, entonces el Hanzoku lo es.*
"¡BOMB DI WIND!" Y de inmediato la fragata comenzó a moverse impulsada por el fuerte viento del hechizo.
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