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Capítulo 10

¿Cómo explicarte?

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La fiesta en palacio ya había llegado a su fin y los invitados que quedaban, poco a poco, se iban retirando. Gourry, al ver que se iba quedando sólo, decidió que era tiempo de regresar a su habitación.

Pensaba en demasiadas cosas al mismo tiempo. Sentía la necesidad de ir a buscar a Lina, su corazón lo deseaba más que nada, sin embargo, sabía que si iba a verla seguramente terminaría por convencerlo e irse con ella. No que la idea le pareciera mala, actualmente estaba considerándola como una opción. Pero qué pensarían sus padres, o el pueblo de Hikari al saber que el príncipe los había abandonado por la Ruu Miko.

Las punzadas en el pecho se le hacían insoportables, como si su alma se debatiera entre dos direcciones, Lina o Hikari.

Se acercó a la mesa que había en su habitación y tomó un pergamino limpio, pluma y tinta. Pensó un rato y finalmente comenzó a escribir. Cuando hubo terminado, espero a que la tinta se secara y luego dobló cuidadosamente el pergamino. Lo metió en un sobre y con un poco de cera, lo selló con su anillo, el símbolo de Hikari.

"Listo... ahora sólo tengo que hablar con Lina mañana en la mañana, antes de que se vaya el Ryuu Dorei." Bostezó levemente y se restregó los ojos, ya era bastante tarde. Se cambió de ropa y antes de dormirse puso la carta en la mesa al lado de la cama, apagándo las luces.

No bien habían pasado unos minutos, cuando una esbelta figura se deslizó por la ventana. Se acercó despacio a la cama donde dormía Gourry placidamente.

"¡Duerme!" Luego de aplicar el hechizo, el intruso tomó a Gourry, levantándolo suavemente y recitó un segundo hechizo.

"¡Ray Wing!" De inmediato una burbuja se formó alrededor de ellos y se elevó del suelo, escapando silenciosamente por la ventana.

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La figura sobre la cama se movió ligeramente, aún era muy temprano en la mañana y no se podía ver nada. Se acurrucó nuevamente entre las sábanas. La cama se sentía muy familiar, la suavidad del colchón, la posición, las almohadas, hasta el olor a madera y sal...

*¿Madera y sal?* La idea se le hizo rara, era imposible que oliera a madera y sal cuando se encontraba en el palacio de Seiryuun. Se volteó en la cama sin que su mente registrara muy bien la información. Al poco rato volvió a quedar dormido.

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Lina ya se había levantado temprano y estaba sobre cubierta, observando a lo lejos cómo se alejaban de Seiryuun que ahora sólo parecía una vaga línea en el horizonte. Sonrió satisfecha, por primera vez desde que escapara de su casa y se decidiera a rondar los mares sobre el Ryuu Dorei se sentía realmente satisfecha con el tesoro que llevaba a bordo. Sabía que en el momento en que Gourry despertara se iba a formar una enorme discusión, pero no le importaba. Gourry era suyo, o al menos, eso era lo que ella pensaba.

A decir verdad, Lina pensaba que todos los tripulantes del Ryuu Dorei le pertenecían, de una forma u otra todos le debían la vida en algún momento, incluso los habitantes de Refugio le debían la vida. Y durante sus años como la Ruu Miko se había acostumbrado a ser "dueña" de la vida de todas esas personas, por lo que no consideraba que poseer ese control sobre los demás era algo natural.

El sol comenzó a levantarse sobre el mar don destellos dorados enceguecedores. Su radiante fulgor le parecía una analogía de su vida y su actual poder. Ella era... para los que estaban a bordo del Ryuu Dorei, el sol. Un astro poderoso, y tan segura estaba de que su vida era completa como segura estaba de que el sol saldría una y otra vez cada nuevo día.

"¡¡¡¡¡LIIINNNNAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!" Un grito ensordecedor se escuchó de las profundidades de la fragata.

"Ups..." Sonrió sabiendo que Gourry acababa de despertar. "Hora de decir buenos días."

Bajó de prisa las escalinatas y se apresuró por el pasillo hasta llegar al camarote donde se encontraba Gourry. No bien abrió la puerta cuando se encontró de frente con la más maravillosa imagen de su vida.

Gourry aún se encontraba en su camisón de dormir, los cabellos revueltos sobre su espalda y sobre sus hombros. Sus ojos azules brillaban con una furia apenas contenida y sus nudillos blancos de tanto apretar los puños. Era un reto calmarlo, y a ella le encantaban los retos.

"¿Qué significa esto Lina?" Le preguntó apenas controlando la voz.

"Significa que estás en mi barco." Parecía calmada y en control de la situación.

"¿Cómo pudiste hacerme esto Lina?" La mirada fría de Gourry le provocó un escalofrío, realmente estaba furioso.

"¿Por que mejor no te cambias y tomamos el desayuno en mi camarote?" Dijo lo más natural posible.

"Lina, tienes que regresarme a Seiryuun, ¡ahora!"

"Ya estamos muy lejos Gourry." Mintió.

"¡NO IMPORTA CUÁN LEJOS ESTEMOS, ME VAS A REGRESAR AHORA MISMO A SEIRYUUN!" Lina hizo un esfuerzo por no mostrarse afectada, era la primera vez que Gourry levantaba la voz al dirigirse a ella. Sin embargo, no iba a permitir que eso la intimidara.

"Pues lo siento mucho Gourry, pero no vamos a regresar a Seiryuun." Dijo levantando arrogantemente la barbilla.

"¿Por qué no?" Le dijo desesperado.

"Porque te vas a quedar conmigo."

"¿Desde cuándo decides que hacer conmigo?" Cruzó los brazos sobre el pecho.

"Desde que te salvé la vida, ¿no lo recuerdas?"

"Eso no te da derecho sobre mi persona Lina." Trató de hacerla entrar en razón.

"Tengo otra opinión al respecto." Dijo desafiante.

Gourry se quedó silencioso. No sabía cómo era posible que Lina pensara de esa forma. Había creido tontamente que quizás Lina lo amara un poco, así como él la amaba a ella. Y sí, había llegado a la conclusión de que la amaba, sólo que no se había dado cuenta hasta que Lina pareció fundirse con Gaarv. Ese día su corazón había dejado de latir presa del pánico, para volver a latir en el momento en que la encontraron apenas flotando cerca del lugar donde había fulminado a la horrorosa bestia.

Lina pudo ver que las manos de Gourry se relajaban y que sus hombros caían como derrotados mientras bajaba la mirada al suelo.

"¿Cómo puedes ser tan ciega Lina?, ¿cómo me vas a mantener a bordo del Ryuu Dorei en contra de mi voluntad?" Dijo en un susurro apenas audible.

Probablemente era el tono, probablemente era ese sentimiento de derrota que se dejaba ver en la posición que había tomado, pero Lina sintió que el corazón se le comprimía profundamente al verlo así. ¿Podría ser que se hubiera equivocado con respecto a Gourry? Alejó el pensamiento de su mente, no le importaba si se había equivocado o no al traerlo a bordo, lo que importaba era que estaba con ella.

"Ya te acostumbrarás."

Gourry suspiró profundamente. Comenzaba a pensar que lo que Lina sentía por él era algo trivial.

"Sólo seré otro tripulante más del barco Lina, en el momento en que te canses de mí te darás cuenta que mantenerme a tu lado es sólo un capricho y entonces, ¿qué vas a hacer conmigo?"

Lina sintió la necesidad de abrazarlo, de asegurarle que eso nunca pasaría, pero no estaba tan segura. Sólo sabía que ella deseaba que Gourry estuviera a su lado por mucho tiempo.

"Ordenaré que te traigan el desayuno." Y sin más salió de la habitación, sin siquiera dirigirle una mirada.

*Te tienes que acostumbrar Gourry, sólo porque yo lo quiero así.* Ese fue su pensamiento antes de cerrar la puerta del camarote. Mientras adentro, Gourry se sentaba sobre la cama, con la cabeza en las manos, tratando de comprender lo que estaba sucediendo.

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En palacio, Amelia, acompañada de Zelgadis buscaba a Gourry.

"No lo entiendo, ¿dónde puede estar?" Dijo la princesa.

"Ummhh..., quizás ha salido de palacio. Seguramente regresará pronto." Comentó Zel.

"Pensé que al menos se despediría de Lina, ¿van a zarpar pronto verdad?"

"Ahh... Lina zarpó anoche Amelia."

"¿Nani?, ¿por qué?" Dijo sin entender.

"Cómo saberlo."

"Es extraño ¿no crees?"

"Hai."

Mientras se dirigían hacia el patio interior del castillo Val los interceptó.

"Buenos días su alteza, ¿cómo se siente hoy?" Le saludó Val con una pequeña reverencia.

"Muy bien capitán. Espero que todo haya sido de su agrado en palacio."

"La atención que me ha brindado la princesa de Seiryuun ha sido mayor que la que yo le brindé a bordo de mi barco." Comentó con una sonrisa mientras se unía a los enamorados.

"¿Y qué hará ahora capitán?, ¿regresará a su arriesgada vida en el mar?" Lo dijo un poco preocupada, aunque trató de que no se le notara.

"A decir verdad, he recibido una interesante proposición." Le sonrió.

"¿Una proposición?, ¿de quién?" Esta vez fue Zelgadis quien mostró curiosidad.

"Te sorprendería saberlo."

"Ohh vamos capitán, no nos deje en suspenso." Le reprochó Amelia.

"He recibido una proposición nada más y nada menos que de la Reina de Wolfpack." Zel y Amelia se quedaron mudos por unos instantes, pero fue la princesa quien reaccionó primero y comenzó a hacer preguntas casi sin parar.

"Tranquila princesa, no puedo contestar tantas preguntas a la vez." Suspiró Val mientras una gotita de sudor se formaba en su frente.

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En una de las habitaciones de palacio, Xellos y la Reina de Wolfpack tenían una leve conversación.

"Xellos, espero que no tengas problemas con mi decisión." Dijo con voz suave.

"Para nada Su Majestad, ¿cómo podría yo cuestionar sus decisiones?" Respondió Xellos con extremo respeto.

Juu-oh se incorporó en el diván, haciéndole señas a Xellos para que se acercara, lo que hizo de inmediato, sentándose al lado de la Reina y permitiéndo que esta recostara su cabeza en su hombro.

"Sabes lo difícil que es para mí dejarte ir..." Dijo con un dejo de tristeza. Xellos acarició los blancos cabellos.

"Lo sé."

"¿Qué harás ahora que no estarás bajo mis órdenes?"

"Espero poder visitar mi antiguo hogar, hace mucho tiempo que no me siento en casa."

"Eso significa que regresarás a..." Lo observó con un poco de temor.

"No, ese no es mi hogar, nunca lo fue. Me refería a mi verdadero hogar." Le sonrió y Juu-oh le correspondió la sonrisa.

"¿No tendrás problemas con tu esposa?" Preguntó insegura.

"Ella fue quien lo sugirió."

"Chibi." Le dijo la Reina sin poder ocultar cierta ternura. Xellos volteó los ojos a modo de reproche.

"Ya no soy un pequeño kaasan." Le dijo juguetonamente.

"Siempre lo serás para mí, además, no puedes discutir conmigo, soy la Reina." Xellos se echó a reir abiertamente, mientras la abrazaba hundiéndo su cabeza en los largos cabellos.

"Tienes razón, no puedo discutir con la Reina de Wolfpack." Dijo ocultando una sonrisa.

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Luego de hablar con Val, Amelia y Zelgadis recorrían nuevamente los jardines de palacio.

"Estoy preocupada por Gourry, nadie sabe a dónde fue o dónde está, no puede haberse ido, sus cosas aún están en su habitación." Dijo Amelia preocupada.

"¿Tanto te preocupa el principe de Hikari?" Dijo Zelgadis con un poco de disgusto.

"¿Zel?, ¿no estarás celoso verdad?" Dijo con una sonrisa.

"¿Yo?, para nada." Dijo un poco enojado y Amelia se apresuró a abrazarlo.

"Sólo estoy preocupada por mi mejor amigo Zel, nada más." Le aseguró la princesa.

"Ejem..." Una voz estruendosa los interrumpió y ambos se apresuraron a terminar el abrazo.

"¿Sí papá?" Dijo Amelia saliendo de su asombro.

"Amelia, hija, necesito hablar contigo... a solas." Amelia miró a Zel y este le hizo un ademán afirmativo, luego hizo una corta reverencia al monarca y se disculpó, diciéndo que iría a ver cómo iban los preparativos para zarpar del Hanzoku.

Luego que Zelgadis se alejara, Filionel le hizo señas a su hija para que le acompañara a su habitación privada. El Rey tomó asiento y luego Amelia, quedando muy atenta a lo que diría su padre.

"Amelia, me siento muy feliz porque estás sana y salva y de regreso en palacio, pero eso no le quita importancia a la razón por la cual huiste en primer lugar." La princesa bajó la mirada.

"Papá, sé que hice muy mal, debí hablar primeramente contigo antes de tomar una decisión tan tonta."

"Si te hacía tan infeliz el hecho de comprometerte con Gourry..."

"No es Gourry papá, es sólo que él no es la persona correcta. Lo quiero sí, pero como a un amigo."

"Pensé que esa amistad podría florecer en algo más profundo con el tiempo, si le dabas la oportunidad."

"Lo siento papá, pero creo que los lazos que ya tenemos con Hikari no pueden ser más fuertes de lo que son ahora, sea que ambas casas reales se comprometieran o no. Gourry es mi mejor amigo, creo que eso es más que suficiente."

"No lo sé pequeña."

"El pueblo de Hikari es fiel a su palabra, nunca ha traicionado a ninguno de sus aliados a pesar de que ha sido traicionado. Son un pueblo dedicado al bien y la justicia, como Seiryuun." El Rey se limitó a un movimiento de su cabeza. Sin embargo la princesa notó que en los ojos de su padre había algo más que no quería decirle.

"¿Qué es lo que sucede papá?"

"Tenemos un problema, aunque no creo que sea tan grave, pero sí nos hace ver en cierta forma responsables por algunos sucesos."

"¿Nani?"

"El príncipe Gabriev dejó esta carta en su habitación, una de las doncellas la trajo a mí." El rey le extendió a Amelia un sobre con el sello de Hikari roto. Amelia sacó la carta con cuidado y reconoció la letra de Gourry. De inmediato comenzó a leerla en voz alta.

"Querida Amelia. He decidido descubrir si lo que Lina siente por mí es real, espero que me entiendas. ¿Podrías explicarle esto a tu padre? Quisiera haber hablado con mis padres antes, pero creo que no tendré tiempo de hacerlo. Espero que no piensen que estoy huyendo, ¿serías tan amable de decirles que los quiero mucho y que estaré de regreso pronto? Sé que me entiendes, así como entiendo lo que te sucede con Zelgadis..." En ese momento la princesa dejó de leer y un rubor subió a sus mejillas.

"Papá... puedo explicarte." Le dijo un poco avergonzada.

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¿Aún siguen leyendo? Todavía falta mucho para el final, gomen nasai si se ha hecho tedioso.

Besos a todos.