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Capítulo 11

Candela

Cuando se enciende el fuego

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Gomen nasai si he tardado más de lo usual con este capítulo, pero siempre hay momentos en que una u otra cosa te obligan a descansar. Espero que este capítule sea de su agrado.

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Habían pasado exactamente dos semanas desde que la Ruu Miko abandonara el puerto de Seiryuun con el príncipe Gabriev a bordo. La mayor parte del tiempo la habían pasado en Refugio, haciéndole reparaciones al Ryuu Dorei. Gourry había tratado por todos los medios de evitar a Lina, por lo que se había unido a los marineros en la faena de reparar la fragata.

Lina no había hecho ninguna objeción, de hecho, no tenía prisa alguna de volver a confrontar al príncipe después de los días que había pasado a bordo del Ryuu Dorei en su regreso a la isla. Se contentaba con observar desde lejos la esbelta figura que trabajaba colgada de sogas a los costados del barco igual que el resto de los triuplantes. Era una lástima que se quedara hasta tan tarde trabajando en las reparaciones, porque cuando regresaba simplemente se refrescaba, cenaba y se iba a dormir y no precisamente con ella. De alguna forma había logrado hacerse un espacio con los demás marineros en la isla, evadiéndola aún más. Realmente prefería darle su espacio hasta que se acostumbrara.

Sonrió para sus adentros mientras continuaba observando el grupo de marineros. El sol ya había bajado lo suficiente como para hacer dificil el trabajo. Desde la cabaña donde se encontraba, su cabaña, podía observar todo lo que ocurría en la playa de la isla. Se subió ligeramente a las cañas que funcionaban como balcóna, permitiéndo que una de sus piernas colgara perezosamente mientras la otra la mantenía balanceada sobre la improvisada estructura.

Vestía una especie de traje de algodón, propicio para el clima de la isla que dejaba sus hombros y gran parte de su espalda al descubierto, mientras que el largo del traje le llegaba justo a los tobillos donde se había adornado con algunos zafiros engarzados en una sensual cadenilla de oro, acompañados de caracolillos que repicaban sutilmente cada vez que se movía.

Finalmente el grupo dio por terminado su trabajo y se dirigía de regreso a la isla. Gourry pasó junto con el resto de los hombres, totalmente bañado en sudor, con un leve tinte dorado sobre su piel gracias al sol tropical. Al verlo pasar de largo Lina no pudo suprimir un suspiro, quería estar con Gourry, justo en ese momento.

*Ahh Gourry, no voy a cometer una tontería justo ahora. Soy más testaruda de lo que puedes imaginar y no voy a apresurarme.* Suspiró nuevamente y se adentró en su cabaña para cenar.

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"¿Qué te parece querida?" Preguntó Xellos mientras observaba en el horizonte la isla de Wolfpack, iluminada por las fogatas nocturnas que avisaban a los marineros la cercanía.

"Es hermosa, muy hermosa." Suspiró Filia en sus brazos.

"Te gustará aún más cuando estemos en ella." Le susurró tiernamente al oido.

"Ohh vamos, dennos un descanso, por favor." Musitó Val al ver a la pareja. Xellos se limitó a una suave carcajada mientras que Filia tomó un curioso tono rosado en sus mejillas.

Al otro lado de donde se encontraban, una silenciosa figura descansaba también observando el horizonte, pero en dirección contraria. Se le podía escuchar suspirar cada cierto tiempo. Val se llevó las manos a la cabeza.

"No puedo creer que esté rodeado de palomas enamoradas." Los embajadores le devolvieron una sonrisa compasiva. Habían zarpado del puerto de Seiryuun cuatro días después de que lo hiciera la Ruu Miko y habían tardado diez días en arribar a las costas de la isla de Wolfpack. Durante esos diez días Zelgadis no había dejado de suspirar y mostrar su expresión más compugnida.

Val estaba realmente feliz de poder estar en tierra firme y tener un descanso de tanta emoción. El amor que se transpiraba en el aire sólo lo hacía sentir algo solitario y olvidado. Con otro gesto de desesperación regresó al interior del Hanzoku. Xellos le devolvió una mirada curiosa, nunca había visto a Val perder la compostura por una tontería. Aparentemente el capitán estaba permitiendo que algo tan simple como unos enamorados cavara hondo en su ánimo.

Pronto estuvieron más cerca de la isla y los tripulantes del Hanzoku se prepararon para arribar a la isla. No bien habían asegurado el barco en el puerto cuando el capitán ya se encontraba saltando al mismo, desesperado por conseguir algo de paz y tranquilidad lejos de los eternamente enamorados embajadores y la recién afectada quimera.

En poco tiempo estuvieron camino al palacio de la reina, escoltados por la guardia real.

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Luego de cenar, Lina se echó en una hamaca que había colgado a la puerta de su cabaña, perezosamente observaba cómo los habitantes de Refugio se reunían a conversar en un espacio amplio y completamente liso frente a su cabaña. Alrededor del mismo estaba el resto de las cabañas de los tripulantes y habitantes de la pequeña isla.

Observó cómo los hombres comenzaban una enorme fogata justo en el centro y luego se acercaban al calor de la misma para conversar animadamente. Todos los días desde que habían regresado a Refugio los marineros que habían tenido la oportunidad ser participes del último viaje de la Ruu Miko, contaban la aventura contra el dragón Gaarv y cómo la Ruu Miko lo había hecho estallar en una enorme bola negra.

Lina sonreía cuando los escuchaba, pero esa noche en especial los hombres parecían más agitados que de costumbre. No se sorprendió cuando un grupo fue a buscarla a su cabaña para pedirle que se uniera a ellos. Se levantó prestamente, olvidándose momentaneamente del sentimiento que le embargaba el corazón y permitiendo que la alegría de su gente la contagiara.

Más animados por la presencia de la Ruu Miko, algunos hombres comenzaron a tocar los instrumentos que reservaban para ese tipo de reuniones y algunas de las jovenes se unieron a Lina mientras comenzaba a danzar alrededor del fuego. Ninguna de ellas se le igualaba en belleza ni en gracia al bailar.

La pequeña peliroja ya se había percatado de la ausencia de Gourry entre los hombres, sabía que prefería irse a descansar temprano antes que cruzarse con ella en aquellas reuniones. Eso la desilusionaba en parte. Pero esa noche, por alguna razón, prefería alegrarse y bailar alrededor del fuego, que más que nada parecía el elemento mismo de la pequeña figura.

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Gourry estaba a punto de echarse a dormir cuando escuchó la usual algarabía de los habitantes de la isla. Suspiró resignado, ya estaba acostumbrado a escuchar la música que se esparcía suavemente cuando comenzaban las reuniones nocturnas. Esa noche sin embargo, le parecía que los habitantes de Refugio estaban más alegres que de costumbre. Claro que él sabía que las reparaciones del Ryuu Dorei estaban casi terminadas. Seguramente eso era lo que los motivaba esa noche.

Se echó en la cama y trató de dormir, pero su mente se negaba a cooperar. Suspiró débilmente y se quedó observando el techo de la cabaña, muy diferente al techo de su habitación en Hikari. No podía evitar comparar su situación actual con sus propias experiencias en palacio, tan diferente era todo, y sin embargo, no sentía tanta ansiedad como al principio de regresar a su hogar. Comenzaba a sentirse levemente a gusto en Refugio.

Por un rato dejó que su mente se distrajera observando la textura del techo de madera en un vano intento por quedarse dormido, pero al cabo de un rato volvió a la realidad cuando la música proveniente del exterior se volvió un poco más intensa junto con la algarabía. La curiosidad ganó el partido y Gourry terminó levantándose, acercándose lentamente a la ventana y apartando las cortinas para ver mejor.

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Alrededor de la hoguera, Lina continuaba bailando alegremente para el deleite de todos, acercándose esporádicamente a alguno que otro de los marineros e invitándolo seductoramente a bailar. Fue en uno de esos momentos que Gourry se asomó por la ventana. *¡¿Lina?!* La primera impresión de Gourry fue verla bailando con uno de los tripulantes del Ryuu Dorei. Pero por experiencias previas en la isla, sabía que Lina solía deleitar de esa forma a los que se reunían en las noches para bailar y relajarse.

Sus ojos comenzaron a seguirla en cada movimiento que hacía, aunque estaba demasiado lejos como para distinguir bien la menuda. Sintió la necesidad de acercarse, pero a la vez no deseaba que la peliroja se percatara de su presencia. Dudó unos instantes antes de retirarse de la ventana, debatiéndose aún entre los deseos de verla y la molestia que sentía en su interior cuando recordaba que Lina lo retenía contra su voluntad en la isla.

Cuando ya estaba a punto de llegar a la cama cedió a la urgencia de echarle una última mirada a la escena tras la ventana. Se acercó nuevamente a la ventana y se aferró al alfeizal cuando sintió una familiar sensación en su pecho. Gourry amaba a Lina, aunque no estuviera seguro de lo que ella sentía por él. Era demasiado tarde para preocuparse de si la peliroja podría herir su corazón o no, estaba destinado irremediablemente a sufrir bajo la cálida mirada de la Ruu Miko. Se retiró de la ventana, buscando rápidamente una camisa entre sus pocas cosas y salió sigilosamente de la cabaña en dirección a la fogata, cuidadosamente evitando ser visto por cualquiera de los presentes.

Mientras se acercaba a la fogata su corazón le latía cada vez más rápido. Finalmente llegó hasta un punto entre la cabaña de Lina y las demás, desde donde podía observar al grupo sin ser descubierto. Lina continuaba bailando, y al pasar frente a donde estaba escondido Gourry, la fogata reflejaba su silueta de forma provocativa. Más que una figura a Gourry le parecía que una lengua de fuego se había escapado de la fogata y danzaba alrededor de ella cual una diosa de fuego puro. Continuó observándola embelesado, sintiendo la fuerte necesidad de acercárse a ella, como la irresistible tentación que obliga a la mariposilla nocturna a acercarse a la luz aunque eso suponga su muerte.

Pasó mucho tiempo en aquel punto, observando como en sueños a la que tenía jugaba con su corazón. Era como una cruel y dulce pesadilla quererla sentir tan cerca y saber que estaba tan lejos.

Se había hecho tarde y los participantes de la pequeña reunión comenzaban a retirarse uno a uno. Poco a poco fueron dejándo a Lina sola. Sin embargo y a pesar de que ya no había música para bailar, Lina comenzó nuevamente a bailar, esta vez suavemente frente a las llamas de la aún crepitante hoguera. Cerró los ojos y se dejó llevar por la música que le marcaba su propio corazón. Era un baile suave, cómo una súplica muda frente al fuego en su altar.

Echale leña al fuego candela, que quiero ser la llama en tu hoguera...

Gourry la observaba todavía, sumergido completamente en aquel baile que parecía llamar directamente a su corazón. No supo cuándo comenzó a acercarse a la hoguera, y Lina estaba tan concentrada en que no se había percatado de la silueta de Gourry acercándose. Se detuvo a unos pasos de la figura en movimiento, la arena se sentía tibia bajo sus pies descalzos y el calor de la hoguera se sentía en su piel como el sol de mediodía. Lina se alejó un poco, en dirección a la hoguera, dejándo que sus caderas marcaran un suave vaivén hasta que finalmente se sintió observada.

Echale leña al fuego candela y dame el cielo de tus caderas...

Se detuvo de inmediato y se volvió, esperando encontrarse con uno de los habitantes de la isla. La sorpresa que se dibujó en su rostro cuando registró finalmente quién era el que la observaba fue enorme. Los azules ojos de Gourry resplandecían con la luz de la hoguera y su piel bronceada brillaba suavemente. A Lina le parecía estar viendo nuevamente aquel angel que encontrara a bordo del Furindushippu. No supo por qué, pero temía que si se movía aquel ser de luz extendería despavorido sus alas para alejarse de ella.

Echale leña al fuego candela, déjame recorrerte entera...

Permanecieron absortos el uno con el otro por varios minutos, temerosos de romper la mágica atmósfera que parecía envolverlos. Al cabo de un rato, Gourry decidió acercarse un poco, hipnotizado por los ojos de Lina sobre los suyos. Se acercó hasta quedar frente a ella, sujetándola levemente en un intento por evitar que huyera. Suavemente se inclinó, rozando los labios de ella con los suyos. La reacción de Lina no se hizo esperar, echándole de inmediato los brazos al cuello y apoyando su peso sobre el pecho de Gourry y buscó su boca con desesperación.

Echale leña al fuego candela y después haz de mí lo que quieras...

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Espero hayan disfrutado, así como estoy disfrutando yo de escribir este fic. Hasta la próxima, besos a todos.