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Capítulo 13
Shinmiri
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De flores y brisa marina.
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Temprano en la mañana, el pequeño grupo que había llegado en el Hanzoku menos el capitán, se encontraba charlando amenamente con la Reina mientras desayunaban. Juu-ou estaba encantada con la presencia de Zelgadis, le parecía interesante no solamente por su apariencia, sino porque podía sentir que Zel era una quimera muy poderosa en magia. Xellos le explicó a la Reina que Zelgadis no sabía aún mucho de magia, pero que su capacidad de aprendizaje era sorprendente y comenzó a relatarle algunas de las escenas de su encuentro con la Ruu Miko y la tormenta sobre el mar mientras la quimera se ruborizaba.
La Reina le ofreció a Zelgadis un lugar en Wolfpack, donde podría aprender a controlar su magia y de esa forma aprender a ser independiente. La idea fue bien recibida, aunque trató de ocultar el hecho de que deseaba fervientemente regresar a Seiryuun con la princesa Amelia. Pero la oportunidad era bienvenida, así podría ser de más utilidad.
La charla se interrumpió abruptamente cuando cierto capitán ingresó al lugar donde desayunaban. Se notaba un poco pálido, con unas leves ojeras y el cabello suelto. Nunca se le había visto tan desaliñado, aunque no era demasiado. Continuó hasta la mesa como un zombie y se dejó caer en la silla que estaba vacía al lado de la quimera. Todos lo observaron asombrados.
"Capitán Val, ¿qué le sucede?" Preguntó Filia con cierta preocupación.
"Ah... disculpen, su Alteza, embajadora, buenos días." Dijo de forma apenas entendible. "Es sólo que no he dormido bien anoche, no es nada." Se sirvió una taza de café y unas tostadas. Zelgadis lo observaba preocupado pero poco a poco la conversación continuó donde se había quedado.
Val no tenía hambre en realidad y el sueño, aunque no podía recordarlo muy bien, le había dejado con una sensación de desasosiego muy extraña. Llevaba rato distraído en sus pensamientos por lo que no se percato que la Reina le estaba hablando hasta que el embajador llamó su atención.
"¿Capitán?" La voz lo sacó de sus cavilaciones y fijó los ojos en el embajador, sin tener la más mínima idea de lo que sucedía.
"¿Nani?" Respondió sin pensarlo, nunca había usado un tono tan informal en presencia de figuras importantes y se sorprendió de que se le hubiera escapado. Se sintió con la cabeza liviana cuando la sangre le subió al rostro provocándole un profundo rubor.
"Lo siento embajador, no estaba prestando atención." Murmuró avergonzado. No sabía qué le estaba sucediendo.
"No se preocupe capitán." Sonrió la Reina. "Sólo queríamos saber su opinión con respecto a la decisión de Zelgadis.
"Ahh..." Val se sonrojó más violentamente. "Es que..." Tartamudeó un poco.
"¿No estabas escuchando?" Preguntó la quimera atónita.
"Gomen nasai." Se apresuró a decir el capitán bajando la cabeza. De repente sintió una mano posarse sobre su frente y abrió los ojos desmesuradamente.
"No tienes fiebre..." Seguidamente Zelgadis quedó en su línea de visión, con rostro preocupado, observándolo atentamente. "Tus ojos están perfectamente." Val trató de apartarse de la curiosa quimera. "Pero tienes unas horribles ojeras." Comentó.
"Ya te dije, no pude dormir bien anoche." Dijo finalmente zafándose de las garras de la quimera.
"Capitán, espero que eso no tenga nada que ver con su paseo nocturno." Sugirió Juu-ou con una sonrisa velada. Val se quedó frío en su lugar, ¿cómo sabía la reina de su escapada nocturna? *Shinmiri probablemente.* Dijo para si.
"Seguramente recuerda su predisposición a los resfriados en experiencias previas en la isla."
Val se removió incómodo en su silla, claro que recordaba las muchas veces que había tenido que permanecer en su habitación por los tontos resfriados. Era como si en la isla hubiera algún aire travieso que siempre hacía blanco en su figura.
"Hai, su majestad." Dijo finalmente, comenzando a levantarse. "Será mejor que regrese a mi habitación." Se sentía como el mismo muchacho que hacía tanto tiempo abandonara la isla.
Todos en la mesa, excepto la Reina estaban pasmados. El capitán Val, dueño del Hanzoku no era el mismo que ahora se alejaba con paso cansado de regreso a su habitación.
"Ordenaré que le preparen un té de inmediato." Sugirió la Reina.
"Disculpe su Majestad, yo puedo prepararlo." Dijo la embajadora, luego de obtener la aprobación de su esposo.
"Excelente idea Filia. Vaya enseguida por favor." Y sin esperar, Filia se dirigió a la cocina a preparar el té, mientras Xellos y la Reina continuaban haciendo planes para la quimera.
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Val estaba echado sobre la cama, una mano tras la nuca y los ojos entrecerrados cuando Filia tocó a la puerta de su habitación.
"¿Capitán, puedo pasar?" Le preguntó desde el otro lado.
Val se sentó en el borde de la cama y le contestó afirmativamente. Por lo que Filia entró a la habitación llevando una bandeja con dos tazas, una tetera y un plato con algunas galletas. Al percatarse de la condición del joven capitán, no pudo evitar un gesto de preocupación.
"Capitán Val, ¿qué le sucede?" Dijo preocupada. Val se encogió de hombros de forma despreocupada.
"Es sólo el aire de la isla, nada de qué preocuparse." Dijo desanimado. Filia se acercó y colocó la bandeja en la mesa que estaba al lado de la cama. Tomó la tetera y sirvió una taza completa, ofreciéndosela a Val quien le agradeció por la atención. Filia esperó a que terminara de tomar todo el té, el cual acompañó con algunas galletas.
"Si desea algo más capitán, no dude en llamarme." Dijo Filia antes de retirarse.
"No se preocupe por mí embajadora. Estoy seguro que no será necesario que se moleste por mi causa." Dijo Val con una leve sonrisa.
"De todas formas capitán, si necesita compañía..." No pudo terminar porque Val la interrumpió.
"Y pensar Embajadora, que alguna vez quiso verme clavado en el mastil de mi barco." La embajadora se puso roja de la verguenza.
"Ahh capitán, una vez quise ver a un pirata clavado en el mastil de su propio barco, pero ahora no me gusta ver a un amigo con los ánimos tan abajo." Val sonrió nuevamente.
"Lo sé embajadora." Y seguidamente Filia salió de la habitación. Val suspiró profundamente y volvió a tenderse en la cama. Nunca habría imaginado que aquella fiera de mujer que conoció a bordo del Hanzoku pudiera ser la dócil y encantadora mujer que ahora le había traido un poco de té para que se merorara. *Las vueltas que da la vida.*
*******
Lina había pasado toda la noche gastando las energías que repentinamente se habían acumulado en su interior tras la charla con Gourry. *Eres una tonta Lina, una tonta, tonta, tonta. Estuviste a punto de enviarlo al infierno, ¿cómo se te ocurre?* Esto era algo que se había repetido como un mantra durante toda la noche.
Finalmente decidió regresar a la isla, ya estaba amaneciendo y seguramente los hombres comenzarían a buscarla. El Ryuu Dorei estaría listo y ella ya sabía el rumbo que tomarían para el próximo viaje al cual llevaría la menor cantidad posible de hombres. Sólo permitiría hombres de su completa confianza. Y claro que llevaría a Gourry con ella.
Su próximo viaje sería para encontrar a los embajadores, su objetivo robar los anillos mágicos que los hacían permanecer juntos.. Pero primero tenía que averiguar si el embajador estaba aún en Seiryuun. Nada fácil, si Gourry sabía que iban a estar tan cerca de Seiryuun podría tratar de escapar del barco.
"Bueno... soy la Ruu Miko, mi magia me puede ayudar a encontrar a los embajadores." Sonrió complacida y se dirigió a su cabaña. De inmediato los tripulantes del Hanzoku le dieron la bienvenida.
*******
Val se dirigía hacia el salón principal del castillo donde sabía que la Reina lo estaría esperando. Ese día iba a ser presentado al resto de la corte como el nuevo embajador de la Reina de Wolfpack y luego Xellos comenzaría a informarle de las reglas diplómaticas y otros asuntos importantes, especialmente su propósito en relación a los deseos de la Reina.
Aúnque ya le había informado a la servidumbre que necesitaría ropa de su talla, aún no tenía ninguna a su disposición, por lo que se había engalanado con las ropas más elegantes que tenía en su barco. Para su beneficio, eran lo suficientemente elegantes como pare presentarse ante la corte de Wolfpack.
Al entrar al salón fue recibido por los embajadores y Zelgadis. No habían muchas personas en el salón, sólo ellos, la Reina, algunos sirvientes y otra dama que no podía distinguir. Después de haber bebido el té de Filia se sentía muchisimo mejor.
Se presentó ante la Reina y bajó el rostro en una profunda reverencia. De inmediato comenzó la ceremonia por la cual había de ser nombrado embajador. Todo pasaba tan aprisa que casi le parecía estar soñando. Después de tanto tiempo y de haber escapado de la isla como lo había hecho, ahora se encontraba siendo ordenado por la Reina nuevamente. Le echó una rapida mirada a los embajadores y a Zelgadis.
Ya Zel le había contado los planes que tenía la Reina con su persona, cosa que le había hecho muy feliz. Especialmente porque la quimera se notaba mucho más animada y positiva.
El resto de la ceremonia pasó rapidamente y antes de lo que pensaba se encontró sentado a la mesa junto con el resto de los presentes.
"Capitán Val, me gustaría presentarle a la capitana de la guardia real de Wolfpack. Shinmiri." Le anunció la reina. Val levantó la vista de inmediato. Era obvio que no la había reconocido al principio, pero ahora que la Reina llamaba su atención hacia ella, no podía menos que mostrarse asombrado. Shinmiri definitivamente se veia muy diferente a la noche anterior. Llevaba un hermoso vestido azul y el cabello arreglado de forma que pareciera suelto al descuido.
Val sonrió e hizo una corta reverencia reconociendo la presencia de la capitana. Shinmiri hizo lo propio.
"Shinmiri, ¿podrías mostrarle el resto del castillo al embajador? Seguramente no ha estado al tanto de las nuevas adiciones desde su última estadía." Le sugirió la Reina.
"Como ordene su majestad." Respondió la joven. "Luego del almuerzo, si el embajador lo desea." Añadió dirigiéndose a Val.
"Será un placer." Contestó amablemente y continuaron comiendo. Val no estaba realmente muy ansioso de dar una vuelta por los alrededores, ¿pero cómo negarse? No quería decir que aún no se sentía perfectamente bien porque no quería preocupar a la embajadora ni a la Reina. Suspiró largamente.
"Va a ser un día muy largo." Susurró sin que nadie lo escuchara.
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Cuando terminaron de almorzar, Val le extendió cortesmente la mano a Shinmiri, quien dudó un momento antes de tomarla y levantarse. Cuando finalmente estuvieron lejos de la vista de los demás, Shinmiri habló.
"Embajador Valteria, qué parte del palacio le gustaría ver primeramente." Le habló sin emoción.
"Pues... ¿qué parte del palacio es la más interesante para usted?" Dijo sin mucho interés.
"Los jardines." Le sugirió.
"Entonces veamos los jardines." Le dijo con suavidad.
Se dirigieron a los jardines sin decir palabra. Val realmente no estaba muy atento, simplemente se dejaba llevar dócilmente por la capitana.
Shinmiri se estaba percatando de la mirada perdida del nuevo embajador y sentía mucha curiosidad por saber qué estaba pasando por la mente de aquel hombre, pero prefería no preguntar. No le agradaba del todo la llegada del nuevo embajador. Todo lo que ella sabía de ese hombre era que había traicionado a la Reina y ahora ella misma lo hacía embajador, dejando libre al que ella pensaba era mucho más apto para el puesto. Un pequeño gesto de disgusto se asomó a su pristina máscara de impasibilidad, pero Val no se percató.
Llegaron a los jardines y Shinmiri le llevó por algunas de las veredas que llevaban a impresionantes paisajes llenos de flores. Por un momento Val sintió que las molestias de la mañana regresaban, el pecho se le comprimió y una sensación de asfixia le hizo sentir mareados.
"Capitana Shinmiri, ¿podríamos regresar al palacio?" Le dijo Val con dificultad. Ella se volteó a mirarlo y pudo ver la incomodidad del embajador.
"Como guste embajador." Y regresaron por la misma vereda. No bien habían salido del jardín cuando Val pudo respirar mejor. Volteó la vista hacia el jardín con curiosidad.
"Capitana, ¿sería tan amable de decirme qué tiene de especial ese jardín donde nos encontrabamos hace unos minutos?."
"¿Qué tiene de especial el jardín?" Lo observó confundida.
"Sí, ¿posee alguna magia, algún atributo, no lo sé, algo diferente...?" Le dijo con vehemencia.
"No lo creo embajador, son simplemente flores."
"¿Qué clase de flores?"
"Pues... rosas... margaritas... lirios... ese tipo de flores. ¿Por qué lo pregunta embajador?"
"Ahh... por nada." Val le sonrió a la joven. "Capitana, ¿le interesaría ver el Hanzoku?, de repente siento unos enormes deseos de sentir el mar bajo mis pies."
La joven estaba un poco confundida por la expresión que había usado el capitán, pero finalmente accedió, después de todo, Valteria era el nuevo embajador. "Como usted guste embajador."
"Val..." Le sonrió nuevamente, aunque como siempre, ella no le devolvió la sonrisa.
"Como sea." Dijo dando un respingo. Val no pudo suprimir una risita, sabía que la estaba incomodando, aunque esa no fuera su intención. Esa chica realmente era imposible.
*******
Luego de pasar algunas horas a bordo del Hanzoku Val se sentía mucho mejor, la brisa de mar lo hacía sentir revitalizado y aquel malestar había desaparecido por completo. Su sonrisa y su mirada entre traviesa y seria habían regresado, al igual que su espíritu juguetón.
"Shinmiri..." Se dirigió a la joven que hacía buen rato no había dicho ni una sola palabra. La joven volteó a prestarle atención.
"¿Puedo llamarte Shinmiri?" La vio dar el acostumbrado resoplido indignado. "Supongo que no." Val se enderezó y su actitud se tornó aquella a la que tan acostumbrado estaba cada vez que estaba a punto de abordar un barco y asaltarlo. "Capitana, ¿podría saber qué eventos la llevaron a ocupar su presente puesto en la isla de Wolfpack?"
"¿Se refiere a qué me motivó a convertirme en capitana o qué motivó a la Reina a nombrarme capitana?" "Me interesan ambos motivos, pero primeramente me gustaría saber los motivos de la Reina."
"Soy la mejor estratega de la isla y la mejor no solamente con la espada, sino con otras armas."
El embajador la miró sorpendido, le costaba un poco creerlo. La joven se percató de ello.
"¿No lo cree posible embajador?"
"Sólo me gustaría poder comprobarlo personalmente..." El comentario se le había escapado.
"Si eso es lo que desea el embajador." La joven sonrió, no de alegría, pero sí una sonrisa satisfecha, como el gato que ha acorralado a su presa. Val sintió un leve escalofrío, era como si aquella chica tuviera algo en su contra y ahora tuviera la oportunidad de sacarselo en cara.
"La verdad...." Comenzó a retirar sus palabras, tratando de ser lo más diplómatico posible. Como embajador ya tendría que ir aprendiendo la diplomacia de no meterse en lios que pudieran terminar en graves problemas, como el que estaba a punto de sucederle.
"Espero que el embajador no tenga miedo de ser vencido por una pequeña niña como yo." Su sonrisa era malévola, Val lo adivinaba. Ya no podía retroceder, la joven había puesto su dedo en su orgullo, de repente una sonrisa iluminó su rostro y decidió complacerla.
"Si he de ser vencido, quién mejor que la capitana de la guardia real, que estoy seguro no es una niña." Le sonrió descaradamente y la joven, aunque había levantado muy en alto su barbilla, se permitió devolverle el mismo tipo de sonrisa.
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Por poco pierdo este capítulo, está demasiado largo y el diskete me quizo hacer una broma, arrgghh. Pero ya está ahí. Comentarios, amenazas, críticas constructivas, son bienvenidas. Besos a todos.
Capítulo 13
Shinmiri
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De flores y brisa marina.
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Temprano en la mañana, el pequeño grupo que había llegado en el Hanzoku menos el capitán, se encontraba charlando amenamente con la Reina mientras desayunaban. Juu-ou estaba encantada con la presencia de Zelgadis, le parecía interesante no solamente por su apariencia, sino porque podía sentir que Zel era una quimera muy poderosa en magia. Xellos le explicó a la Reina que Zelgadis no sabía aún mucho de magia, pero que su capacidad de aprendizaje era sorprendente y comenzó a relatarle algunas de las escenas de su encuentro con la Ruu Miko y la tormenta sobre el mar mientras la quimera se ruborizaba.
La Reina le ofreció a Zelgadis un lugar en Wolfpack, donde podría aprender a controlar su magia y de esa forma aprender a ser independiente. La idea fue bien recibida, aunque trató de ocultar el hecho de que deseaba fervientemente regresar a Seiryuun con la princesa Amelia. Pero la oportunidad era bienvenida, así podría ser de más utilidad.
La charla se interrumpió abruptamente cuando cierto capitán ingresó al lugar donde desayunaban. Se notaba un poco pálido, con unas leves ojeras y el cabello suelto. Nunca se le había visto tan desaliñado, aunque no era demasiado. Continuó hasta la mesa como un zombie y se dejó caer en la silla que estaba vacía al lado de la quimera. Todos lo observaron asombrados.
"Capitán Val, ¿qué le sucede?" Preguntó Filia con cierta preocupación.
"Ah... disculpen, su Alteza, embajadora, buenos días." Dijo de forma apenas entendible. "Es sólo que no he dormido bien anoche, no es nada." Se sirvió una taza de café y unas tostadas. Zelgadis lo observaba preocupado pero poco a poco la conversación continuó donde se había quedado.
Val no tenía hambre en realidad y el sueño, aunque no podía recordarlo muy bien, le había dejado con una sensación de desasosiego muy extraña. Llevaba rato distraído en sus pensamientos por lo que no se percato que la Reina le estaba hablando hasta que el embajador llamó su atención.
"¿Capitán?" La voz lo sacó de sus cavilaciones y fijó los ojos en el embajador, sin tener la más mínima idea de lo que sucedía.
"¿Nani?" Respondió sin pensarlo, nunca había usado un tono tan informal en presencia de figuras importantes y se sorprendió de que se le hubiera escapado. Se sintió con la cabeza liviana cuando la sangre le subió al rostro provocándole un profundo rubor.
"Lo siento embajador, no estaba prestando atención." Murmuró avergonzado. No sabía qué le estaba sucediendo.
"No se preocupe capitán." Sonrió la Reina. "Sólo queríamos saber su opinión con respecto a la decisión de Zelgadis.
"Ahh..." Val se sonrojó más violentamente. "Es que..." Tartamudeó un poco.
"¿No estabas escuchando?" Preguntó la quimera atónita.
"Gomen nasai." Se apresuró a decir el capitán bajando la cabeza. De repente sintió una mano posarse sobre su frente y abrió los ojos desmesuradamente.
"No tienes fiebre..." Seguidamente Zelgadis quedó en su línea de visión, con rostro preocupado, observándolo atentamente. "Tus ojos están perfectamente." Val trató de apartarse de la curiosa quimera. "Pero tienes unas horribles ojeras." Comentó.
"Ya te dije, no pude dormir bien anoche." Dijo finalmente zafándose de las garras de la quimera.
"Capitán, espero que eso no tenga nada que ver con su paseo nocturno." Sugirió Juu-ou con una sonrisa velada. Val se quedó frío en su lugar, ¿cómo sabía la reina de su escapada nocturna? *Shinmiri probablemente.* Dijo para si.
"Seguramente recuerda su predisposición a los resfriados en experiencias previas en la isla."
Val se removió incómodo en su silla, claro que recordaba las muchas veces que había tenido que permanecer en su habitación por los tontos resfriados. Era como si en la isla hubiera algún aire travieso que siempre hacía blanco en su figura.
"Hai, su majestad." Dijo finalmente, comenzando a levantarse. "Será mejor que regrese a mi habitación." Se sentía como el mismo muchacho que hacía tanto tiempo abandonara la isla.
Todos en la mesa, excepto la Reina estaban pasmados. El capitán Val, dueño del Hanzoku no era el mismo que ahora se alejaba con paso cansado de regreso a su habitación.
"Ordenaré que le preparen un té de inmediato." Sugirió la Reina.
"Disculpe su Majestad, yo puedo prepararlo." Dijo la embajadora, luego de obtener la aprobación de su esposo.
"Excelente idea Filia. Vaya enseguida por favor." Y sin esperar, Filia se dirigió a la cocina a preparar el té, mientras Xellos y la Reina continuaban haciendo planes para la quimera.
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Val estaba echado sobre la cama, una mano tras la nuca y los ojos entrecerrados cuando Filia tocó a la puerta de su habitación.
"¿Capitán, puedo pasar?" Le preguntó desde el otro lado.
Val se sentó en el borde de la cama y le contestó afirmativamente. Por lo que Filia entró a la habitación llevando una bandeja con dos tazas, una tetera y un plato con algunas galletas. Al percatarse de la condición del joven capitán, no pudo evitar un gesto de preocupación.
"Capitán Val, ¿qué le sucede?" Dijo preocupada. Val se encogió de hombros de forma despreocupada.
"Es sólo el aire de la isla, nada de qué preocuparse." Dijo desanimado. Filia se acercó y colocó la bandeja en la mesa que estaba al lado de la cama. Tomó la tetera y sirvió una taza completa, ofreciéndosela a Val quien le agradeció por la atención. Filia esperó a que terminara de tomar todo el té, el cual acompañó con algunas galletas.
"Si desea algo más capitán, no dude en llamarme." Dijo Filia antes de retirarse.
"No se preocupe por mí embajadora. Estoy seguro que no será necesario que se moleste por mi causa." Dijo Val con una leve sonrisa.
"De todas formas capitán, si necesita compañía..." No pudo terminar porque Val la interrumpió.
"Y pensar Embajadora, que alguna vez quiso verme clavado en el mastil de mi barco." La embajadora se puso roja de la verguenza.
"Ahh capitán, una vez quise ver a un pirata clavado en el mastil de su propio barco, pero ahora no me gusta ver a un amigo con los ánimos tan abajo." Val sonrió nuevamente.
"Lo sé embajadora." Y seguidamente Filia salió de la habitación. Val suspiró profundamente y volvió a tenderse en la cama. Nunca habría imaginado que aquella fiera de mujer que conoció a bordo del Hanzoku pudiera ser la dócil y encantadora mujer que ahora le había traido un poco de té para que se merorara. *Las vueltas que da la vida.*
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Lina había pasado toda la noche gastando las energías que repentinamente se habían acumulado en su interior tras la charla con Gourry. *Eres una tonta Lina, una tonta, tonta, tonta. Estuviste a punto de enviarlo al infierno, ¿cómo se te ocurre?* Esto era algo que se había repetido como un mantra durante toda la noche.
Finalmente decidió regresar a la isla, ya estaba amaneciendo y seguramente los hombres comenzarían a buscarla. El Ryuu Dorei estaría listo y ella ya sabía el rumbo que tomarían para el próximo viaje al cual llevaría la menor cantidad posible de hombres. Sólo permitiría hombres de su completa confianza. Y claro que llevaría a Gourry con ella.
Su próximo viaje sería para encontrar a los embajadores, su objetivo robar los anillos mágicos que los hacían permanecer juntos.. Pero primero tenía que averiguar si el embajador estaba aún en Seiryuun. Nada fácil, si Gourry sabía que iban a estar tan cerca de Seiryuun podría tratar de escapar del barco.
"Bueno... soy la Ruu Miko, mi magia me puede ayudar a encontrar a los embajadores." Sonrió complacida y se dirigió a su cabaña. De inmediato los tripulantes del Hanzoku le dieron la bienvenida.
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Val se dirigía hacia el salón principal del castillo donde sabía que la Reina lo estaría esperando. Ese día iba a ser presentado al resto de la corte como el nuevo embajador de la Reina de Wolfpack y luego Xellos comenzaría a informarle de las reglas diplómaticas y otros asuntos importantes, especialmente su propósito en relación a los deseos de la Reina.
Aúnque ya le había informado a la servidumbre que necesitaría ropa de su talla, aún no tenía ninguna a su disposición, por lo que se había engalanado con las ropas más elegantes que tenía en su barco. Para su beneficio, eran lo suficientemente elegantes como pare presentarse ante la corte de Wolfpack.
Al entrar al salón fue recibido por los embajadores y Zelgadis. No habían muchas personas en el salón, sólo ellos, la Reina, algunos sirvientes y otra dama que no podía distinguir. Después de haber bebido el té de Filia se sentía muchisimo mejor.
Se presentó ante la Reina y bajó el rostro en una profunda reverencia. De inmediato comenzó la ceremonia por la cual había de ser nombrado embajador. Todo pasaba tan aprisa que casi le parecía estar soñando. Después de tanto tiempo y de haber escapado de la isla como lo había hecho, ahora se encontraba siendo ordenado por la Reina nuevamente. Le echó una rapida mirada a los embajadores y a Zelgadis.
Ya Zel le había contado los planes que tenía la Reina con su persona, cosa que le había hecho muy feliz. Especialmente porque la quimera se notaba mucho más animada y positiva.
El resto de la ceremonia pasó rapidamente y antes de lo que pensaba se encontró sentado a la mesa junto con el resto de los presentes.
"Capitán Val, me gustaría presentarle a la capitana de la guardia real de Wolfpack. Shinmiri." Le anunció la reina. Val levantó la vista de inmediato. Era obvio que no la había reconocido al principio, pero ahora que la Reina llamaba su atención hacia ella, no podía menos que mostrarse asombrado. Shinmiri definitivamente se veia muy diferente a la noche anterior. Llevaba un hermoso vestido azul y el cabello arreglado de forma que pareciera suelto al descuido.
Val sonrió e hizo una corta reverencia reconociendo la presencia de la capitana. Shinmiri hizo lo propio.
"Shinmiri, ¿podrías mostrarle el resto del castillo al embajador? Seguramente no ha estado al tanto de las nuevas adiciones desde su última estadía." Le sugirió la Reina.
"Como ordene su majestad." Respondió la joven. "Luego del almuerzo, si el embajador lo desea." Añadió dirigiéndose a Val.
"Será un placer." Contestó amablemente y continuaron comiendo. Val no estaba realmente muy ansioso de dar una vuelta por los alrededores, ¿pero cómo negarse? No quería decir que aún no se sentía perfectamente bien porque no quería preocupar a la embajadora ni a la Reina. Suspiró largamente.
"Va a ser un día muy largo." Susurró sin que nadie lo escuchara.
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Cuando terminaron de almorzar, Val le extendió cortesmente la mano a Shinmiri, quien dudó un momento antes de tomarla y levantarse. Cuando finalmente estuvieron lejos de la vista de los demás, Shinmiri habló.
"Embajador Valteria, qué parte del palacio le gustaría ver primeramente." Le habló sin emoción.
"Pues... ¿qué parte del palacio es la más interesante para usted?" Dijo sin mucho interés.
"Los jardines." Le sugirió.
"Entonces veamos los jardines." Le dijo con suavidad.
Se dirigieron a los jardines sin decir palabra. Val realmente no estaba muy atento, simplemente se dejaba llevar dócilmente por la capitana.
Shinmiri se estaba percatando de la mirada perdida del nuevo embajador y sentía mucha curiosidad por saber qué estaba pasando por la mente de aquel hombre, pero prefería no preguntar. No le agradaba del todo la llegada del nuevo embajador. Todo lo que ella sabía de ese hombre era que había traicionado a la Reina y ahora ella misma lo hacía embajador, dejando libre al que ella pensaba era mucho más apto para el puesto. Un pequeño gesto de disgusto se asomó a su pristina máscara de impasibilidad, pero Val no se percató.
Llegaron a los jardines y Shinmiri le llevó por algunas de las veredas que llevaban a impresionantes paisajes llenos de flores. Por un momento Val sintió que las molestias de la mañana regresaban, el pecho se le comprimió y una sensación de asfixia le hizo sentir mareados.
"Capitana Shinmiri, ¿podríamos regresar al palacio?" Le dijo Val con dificultad. Ella se volteó a mirarlo y pudo ver la incomodidad del embajador.
"Como guste embajador." Y regresaron por la misma vereda. No bien habían salido del jardín cuando Val pudo respirar mejor. Volteó la vista hacia el jardín con curiosidad.
"Capitana, ¿sería tan amable de decirme qué tiene de especial ese jardín donde nos encontrabamos hace unos minutos?."
"¿Qué tiene de especial el jardín?" Lo observó confundida.
"Sí, ¿posee alguna magia, algún atributo, no lo sé, algo diferente...?" Le dijo con vehemencia.
"No lo creo embajador, son simplemente flores."
"¿Qué clase de flores?"
"Pues... rosas... margaritas... lirios... ese tipo de flores. ¿Por qué lo pregunta embajador?"
"Ahh... por nada." Val le sonrió a la joven. "Capitana, ¿le interesaría ver el Hanzoku?, de repente siento unos enormes deseos de sentir el mar bajo mis pies."
La joven estaba un poco confundida por la expresión que había usado el capitán, pero finalmente accedió, después de todo, Valteria era el nuevo embajador. "Como usted guste embajador."
"Val..." Le sonrió nuevamente, aunque como siempre, ella no le devolvió la sonrisa.
"Como sea." Dijo dando un respingo. Val no pudo suprimir una risita, sabía que la estaba incomodando, aunque esa no fuera su intención. Esa chica realmente era imposible.
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Luego de pasar algunas horas a bordo del Hanzoku Val se sentía mucho mejor, la brisa de mar lo hacía sentir revitalizado y aquel malestar había desaparecido por completo. Su sonrisa y su mirada entre traviesa y seria habían regresado, al igual que su espíritu juguetón.
"Shinmiri..." Se dirigió a la joven que hacía buen rato no había dicho ni una sola palabra. La joven volteó a prestarle atención.
"¿Puedo llamarte Shinmiri?" La vio dar el acostumbrado resoplido indignado. "Supongo que no." Val se enderezó y su actitud se tornó aquella a la que tan acostumbrado estaba cada vez que estaba a punto de abordar un barco y asaltarlo. "Capitana, ¿podría saber qué eventos la llevaron a ocupar su presente puesto en la isla de Wolfpack?"
"¿Se refiere a qué me motivó a convertirme en capitana o qué motivó a la Reina a nombrarme capitana?" "Me interesan ambos motivos, pero primeramente me gustaría saber los motivos de la Reina."
"Soy la mejor estratega de la isla y la mejor no solamente con la espada, sino con otras armas."
El embajador la miró sorpendido, le costaba un poco creerlo. La joven se percató de ello.
"¿No lo cree posible embajador?"
"Sólo me gustaría poder comprobarlo personalmente..." El comentario se le había escapado.
"Si eso es lo que desea el embajador." La joven sonrió, no de alegría, pero sí una sonrisa satisfecha, como el gato que ha acorralado a su presa. Val sintió un leve escalofrío, era como si aquella chica tuviera algo en su contra y ahora tuviera la oportunidad de sacarselo en cara.
"La verdad...." Comenzó a retirar sus palabras, tratando de ser lo más diplómatico posible. Como embajador ya tendría que ir aprendiendo la diplomacia de no meterse en lios que pudieran terminar en graves problemas, como el que estaba a punto de sucederle.
"Espero que el embajador no tenga miedo de ser vencido por una pequeña niña como yo." Su sonrisa era malévola, Val lo adivinaba. Ya no podía retroceder, la joven había puesto su dedo en su orgullo, de repente una sonrisa iluminó su rostro y decidió complacerla.
"Si he de ser vencido, quién mejor que la capitana de la guardia real, que estoy seguro no es una niña." Le sonrió descaradamente y la joven, aunque había levantado muy en alto su barbilla, se permitió devolverle el mismo tipo de sonrisa.
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Por poco pierdo este capítulo, está demasiado largo y el diskete me quizo hacer una broma, arrgghh. Pero ya está ahí. Comentarios, amenazas, críticas constructivas, son bienvenidas. Besos a todos.
