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Capítulo 14 Flores
Ahh... no, no es la historia de las abejas y las flores.
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Notas
En la proa del barco una frágil figura parecía desafiar la brisa marina, los brazos descansando a ambos lados de su cuerpo y los pies casi sin tocar la cubierta. Los tripulantes del Ryu Dorei la observaban absortos mientras el viento alborotaba los cabellos carmesí de la Ruu Miko. Sus ojos cerrados en profunda concentración. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras sus pies volvían a tocar el barco.
"La ruta continuará sin cambio, el embajador aún se encuentra en la isla de Wolfpack." Sonrió ampliamente.
A lo lejos unos ojos azules la observaban en el momento en que se retiraba de la proa, sus ropas azotando al viento. Suspiró profundamente y desvió la mirada. Lina lo había obligado a acompañarla, no le había dicho ni a dónde se dirigían ni a quién buscaban. Decidió acompañarla sin protestar, quizás encontraría la forma de escapar sea cual fuere el sitio a donde iban. Trató de ordenar sus pensamientos y volver al trabajo que lo mantendría ocupado hasta encontrar el momento preciso de bajar del barco.
*******
Lina se dirigió a su camarote y de inmediato cerró la puerta. Se sentó en su escritorio y sacó unos pergaminos bastante antiguos. En ellos habían algunos dibujos extraños y un gran número de inscripciones. Trató de concentrarse en leerlas pero la imagen de cierto rubio le volvía una y otra vez a la cabeza distrayéndola.
"Kuso..." Murmuró, sintiendo una oleada de aprehensión invadirle el pecho. Se llevó las manos a los ojos en un intento por despejarse de las visiones que la atormentaban. Desde aquel día en que por poco perdió el control, las ansias de estar junto a Gourry le eran insoportables, por lo que trataba de salir del camarote lo menos posible. Se le formó un nudo en la garganta y cerró los ojos con fuerza en un intento por reprimir las lágrimas.
"Kuso... Gourry." Se recostó en el sillón. Los pergaminos sobre el escritorio no le hacían sentido alguno y con Gourry distrayendo su mente la empresa era imposible. Se levantó del escritorio y se dejó caer sobre la cama aferrándose con fuerza a la almohada. Se escuchó un toque en la puerta.
"¡Capitana, la comida está lista!" Una voz llamó desde el otro lado de la puerta.
"¡No tengo hambre!" Respondió con un mohín desganado. La persona al otro lado de la puerta se retiró con paso lento.
*******
Gourry continuaba en las tareas que le habían asignado a bordo del Ryuu Dorei cuando uno de los marineros se le acercó con rostro de profunda preocupación.
"¿Gourry-san?" Llamó el marinero.
"¿Ehh?, ¿qué sucede Pit?" Le dijo el rubio tratando de animarlo.
"Anou, Gourry... sé que no debería pedirte este favor... pero estoy preocupado." Gourry se quedó esperando a que el hombre continuara, lo conocía, era el cocinero del Ryuu Dorei y era obvio que algo lo tenía sumamente preocupado.
"Es que la capitana no ha comido en todo lo que va del día... y pensé que quizás tú podrías..." El hombre lo observó con una mirada de súplica.
"No Pit, no puedo." Dijo Gourry tratando de bloquear la imagen. Era muy débil para decir que no, todos en el barco lo sabían, si alguno tenía un problema, cualquier asunto, el rubio siempre estaba dispuesto a ayudar.
"Por favor Gourry-san... ya van dos días sin que pruebe bocado." Gimió el hombre. El rubio se tapó los oídos, pero el hombre continuó asechándolo a donde quiera que volteaba. Finalmente tuvo que aceptar.
"Bien... le llevaré la comida, pero si me pasa algo Pit, tú tendrás que cargar con la culpa." Dijo el rubio con un suspiro derrotado. El hombre se animó de inmediato y Gourry lo siguió hasta la cocina.
*******
Lina observaba hacia afuera de la ventana de su camarote cuando escuchó que la puerta se abría y de inmediato el lugar se llenaba con el aroma de la comida. No se volteó.
"Ya dije que no tenía hambre, llévate la comida." Dijo sin mucho interes.
"Pues no pienso regresar con la comida, así que será mejor que te sientes a la mesa."
Conocía esa voz perfectamente, se volteó de inmediato y su corazón le dio un enorme vuelco. Gourry estaba colocando la comida sobre la mesa mientras retiraba los pergaminos que estaban sobre ella. Lina lo observaba en completo silencio, sus ojos fijos en él. Cuando terminó de poner todo le dio una tímida sonrisa.
"Vamos Lina, debes comer algo." Esperó a que la peliroja se moviera. La vio desviar la mirada a todas partes y le pareció que temblaba ligeramente. Lentamente la pequeña hechizera se acercó a la mesa y se sentó. Luego tomó los cubiertos y finalmente levantó la vista, esperando a que el rubio se retirara pero incapaz de pedírselo.
"Anou Lina, no voy a irme hasta que termines de comer." Lo dijo de tal forma que Lina no pudo protestar y se sentó sobre la cama a esperar que la hechizera terminara.
Lina fijó su atención en la comida, no sabía cómo iba a poder comer con Gourry tan cerca de ella, sin embargo, se echó un bocado, masticándolo lentamente.
Por un rato todo permaneció silencioso, con el ocasional ruido de los cubiertos sobre el plato. Gourry estaba un poco aburrido, por lo que sin pensarlo mucho se levantó un poco de la cama y tomó los pergaminos que estaban aún sobre la mesa.
"Eh... Lina, ¿para qué son estos pergaminos?" Le dijo con curiosidad mientras los volteaba de todos lados sin poder entenderlos. Lina se encogió de hombros.
"Son unos pergaminos muy antiguos, trato de leerlos."
"¿Y en qué idioma están escritos?"
"Aún no lo descifro." Fue la respuesta.
Lina continuó comiendo, Gourry continuó interesado en los pergaminos. Al cabo de un rato alejó los platos y colocó cuidadosamente los cubiertos en ellos. Observó al rubio que aún seguía inmerso en la imposible lectura. Trató de llamar su atención para que retirara los platos y la dejara sola, pero no puso mucho interés en hacerlo.
Para ella Gourry, con su mirada curiosa y haciendo caras extrañas al tratar de leer o descifrar los pergaminos, le parecía lo más encantador del mundo. Suspiró profundamente y los pensamientos que había tratado de alejar de su mente durante todo el día regresaron con más fuerza.
Gourry se quedó muy quieto cuando se percató que la peliroja se levantaba de la mesa y se acercaba. La sintió cuando se sentó sobre la cama a su lado y recostó ligeramente la cabeza en su hombro. Estuvieron un buen rato en esa posición, ninguno de los dos queriendo romper el momento. Al fin y al cabo Gourry deslizó un brazo por la espalda de la hechizera y la acercó a su pecho. Dejó los pergaminos sobre la cama y se puso a acariciar tiernamente los cabellos de la peliroja.
Cuánto hubiese querido Lina que el momento durara eternamente y para siempre. El rubio dejó escapar un suave suspiro.
"¿Qué voy a hacer contigo Lina?" Susurró mientras escondía su rostro en los rojos cabellos. Lina se abrazó fuertemente al príncipe.
"Lo siento Gourry..." Susurró de vuelta la Ruu Miko. "Te prometo que cuando este viaje termine nos dirigiremos a Hikari."
*Claro que regresaremos a Hikari, pero será muy tarde y ya serás completamente mio, quieras o no.*
Sintió que Gourry la abrazaba de vuelta, ¿era eso la felicidad de saber que pronto se separaría de ella? No quería pensarlo. Sin embargo, si era eso, ¿por qué la abrazaba? De repente Gourry le tomó la barbilla y bajó su rostro al de ella. En un segundo los cálidos labios de Gourry cubrieron los suyos. Un sentimiento de paz y tranquilidad la invadió de inmediato. Se dejó besar por el rubio, dejándose llevar por el dulce sabor de su boca. Cuando el beso terminó Lina escuchó las palabras más hermosas que el príncipe alguna vez le hubiera dicho.
"Aishiteru Lina." Su voz era apenas un ronco suspiro. Lina pensó que su corazón se había detenido. La mirada de Gourry parecía atraversarla, buscándo en su interior alguna respuesta, tratando de leerle el corazón.
"Gourry..." Trató de hablar pero él volvió a descender sobre sus labios. Pasó su mano tras el cuello del príncipe y le devolvió el beso. Gourry se fue recostando sobre la cama llevándose a Lina con él. Finalmente logró soltarse un poco del beso del rubio.
"A...aishiteru Gourry." Y se inclinó sobre la figura recostada. Gourry buscó las manos de Lina y las entrelazó en las suyas. Por unos segundos las dejó descansar sobre la cama y sobre los pergaminos que se encontraban en ella. Un pequeñísimo brillo se formó alrededor del dedo anular de cada uno pero desapareció de inmediato cuando Gourry separó sus manos para abrazarla.
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Val se inclinó respetuosamente frente a Juu-ou, Shinmiri hizo lo propio. Ambos se habían recogido los largos cabellos, Val en una cola y ella en una larga trenza. Ambos llevaban atuendos similares de batalla. Val se volteó hacia los Metallium, haciendo una reverencia similar, finalmete se volteó hacia Shinmiri e hizo lo mismo. La capitana le devolvió el gesto y de inmediato asumió la posición de defensa.
Val le permitió a la capitana comenzar la ofensiva, cosa de la cual se arrepintió casi de inmediato pues apenas pudo ver cuando la joven, luego de un aparente golpe fallido y torpe, se volvió rápidamente y casi le hace perder la espada en la segunda estocada.
Ese breve encuentro fue suficiente para que Val se percatara que la capitana no era nada de lo que aparentaba. La postura, la agilidad y gracia con que se movía eran perfectas. Si iba a ganarle la batalla no sería con fuerza ni rapidez, sino con astucia. Comenzó a atacarla con una serie de estocadas rápidas y aparentemente complicadas hasta que estuvo seguro que Shinmiri había captado la rutina. Ella trató de romper la rutina, pero pronto se vio anticipando el próximo paso.
Shinmiri no mostraba ni un sólo signo de cansancio, Val por su parte estaba teniendo problemas para respirar nuevamente. *¡K´so! ¿Por qué tengo que sentirme mal ahora?*
Probó un leve cambio al cual la capitana respondió de inmediato. A pesar de estar sumergida en la rutina no había logrado distraerla lo suficiente como para sorprenderla. La pequeña figura comenzó a moverse con más rapidez y con una estocada que casi hizo blanco. Val retrocedió respirando fuertemente.
La capitana se había percatado de la rutina de Val lo suficiente para no caer en ella. Sus movimientos eran tan perfectos como los de ella. Sin embargo le era extraño el contraste entre ambos, no había pasado suficiente tiempo ni habían puesto aún tanto esfuerzo como para verse tan cansado como el embajador. Quizás era su imaginación o quizás una treta. Pero el cansancio era visible físicamente, no podía ser una trampa. *Valteria aún no se siente bien, ¿por qué entonces aceptó su propuesta?*
Si ganaba sabría que no se debía completamente a su habilidad, sino a la presente situación del embajador. Pero si hacía unos días había estado perfectamente, por qué ahora le volvía a sentir la misma incomodidad de cuando se encontraban en el jardín? *Ahh, ¿pero desde cuándo me importa cómo se pueda sentir un traidor?* Si le había hecho la propuesta de un duelo era con toda la intención de humillarlo, por qué ahora sentía que se estaba arrepintiendo?
Decidió en contra de toda lógica terminar el encuentro, y hacerlo en forma favorable para ambos ni más ni menos. Se dejó ir cuidadosamente en la rutina de Val, esperó el siguiente cambio pero no lo rechazó completamente, se dejó retroceder levemente y ofreció una defensa que pensó creíble y los puso prácticamente a la par.
Ambos estaban inmóviles en la misma posición y muy cerca, defendiéndose sin atacar. Shinmiri podía sentir ahora que la respiración del embajador era forzosa aunque en esa posición no era visible para los demás. Hizo un enorme esfuerzo y sonrió ampliamente, le pareció ver una leve sombra de perplejidad en el rostro del embajador. Muy lentamente dejó de ofrecer oposición y Val hizo exactamente lo mismo, retirándose un paso. Shinmiri se volteó hacia la reina.
"Su Majestad, espero que esta demostración haya sido de su agrado." Se inclinó graciosamente. Val la observó con cierta sospecha pero se inclinó suavemente hacia la Reina, esperando por un milagro que ninguno se percatara de las dificultades que tenía para respirar.
"Excelente demostración." Los elogió la Reina.
Los Metallium se unieron al elogio pero Zelgadis se mantuvo muy callado. Val se excusó con los presentes bajo el pretexto de un cambio de ropa. De inmediato se dirigió a su habitación sin percatarse que la capitana también se había excusado y lo seguía de lejos.
Apenas estuvo en su recámara, cerró la puerta y se tiró boca arriba en la cama. Cerró los ojos y trató de calmarse, eso siempre funcionaba cuando se sentía mareado. Sin moverse demasiado se soltó el cabello y soltó las cintas que ataban su camisa. Se sintió un poco aliviado.
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Shinmiri había seguido los pasos del embajador hasta llegar a su recámara. No escuchó ningún ruido al otro lado de la puerta, por lo que la empujó suavemente. Pudo ver al embajador tirado sobre la cama, aún en las mismas ropas. Se adentró lentamente, el embajador no la había notado.
Tenía un recuerdo del día en que había visto a Valteria en la cava principal y en nada se parecía a lo que veía ahora. Respiraba forzosamente, con los ojos cerrados en un gesto desesperado. Recordó también el día que habían paseado por los jardines, el embajador había sufrido un evento parecido que desapareció al poco tiempo de haber subido al Hanzoku.
La demostración se había llevado a cabo relativamente lejos de los jardines, pero el aroma de las flores era llevado por la brisa exactamente a ese lugar donde se encontraban. Sonrió de repente, era una idea tonta la que le había venido a la cabeza, pero valía la pena probar. Se retiró despacio y cerró la puerta de la recámara.
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La reina y los Metallium, junto con Zelgadis y varios otros guardias de palacio aún se encontraban en el lugar donde se había llevado a cabo la demostración cuando la quimera creyó sentir una presencia conocida acercarse. Se quedó observando el mar fijamente hasta que su aguda visión pudo detectar aquel breve punto en la distancia.
"¡El Ryuu Dorei!" Exclamó sorprendido.
*******
Shinmiri regresó a la recámara del embajador y encontró la puerta aún sin asegurar. Sujetó firmemente la vasija que llevaba en las manos y empujó la puerta con las caderas. El embajador continuaba boca arriba en la cama, se había tranquilizado visiblemente pero aún tenía trabajo para respirar bien. No había notado la presencia de la joven en la habitación.
Se acercó a la cama y colocó la vasija en la mesa al lado de la cama, fue entonces que el embajador atinó a abrir los ojos. La observó curioso mientras ella se agachaba un poco y de su cintura desataba una pequeña bolsita de especias que vació dentro del recipiente. Se volteó a verlo y le pareció que sonreía levemente. Seguramente estaba alucinando.
"Embajador, ¿cree que pueda sentarse?" Le preguntó con voz suave. Val se encontró haciendo lo que la capitana le pedía automáticamente. Ella le acercó la mesa justo enfrente y luego con cuidado revolvió el contenido de la vasija la cual comenzó a emitir algunos vapores. Luego le pidió en el mismo tono que acercara el rostro y se relajara.
Val comenzó a respirar los vapores, le parecía estar nuevamente en su barco, con el olor de la brisa marina, sólo que cálida. Estuvo levemente consciente de que Shinmiri recogía sus cabellos acuamarinos y los ataba en una cola suelta quitándo los mechones de su frente. No supo cuánto tiempo permaneció en ese estado hasta que la voz de la joven lo sacó del trance.
"¿Mejor?"
Abrió los ojos y respiró profundamente, la presión en su pecho había desaparecido por completo. La observó asombrado.
"Aa. ¿Qué es?" Preguntó mientras observaba que la vasija ya no emitía vapores.
"Un antiguo remedio contra el polen de las flores." Le dijo con su habitual máscara de indiferencia. Val se golpeó la frente y maldijo suavemente. Luego sin aviso comenzó a reir. La joven le devolvió una mirada curiosa dejándole ver que lo creia un tanto trastornado.
"Soy un gran tonto capitana..." Le sonrió abiertamente. "He traicionado a la Reina por culpa de unas tontas flores." Confesó.
Shinmiri no entendía lo que decía el embajador, pero retrocedio genuinamente asustada cuando Val se arrodilló en el suelo y le tomó la mano besándola con fervor.
"Le debo la vida capitana." Le dijo guiñándole un ojo pícaramente y con una alegría poco usual. "¿Qué puedo hacer por usted?"
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Capítulo 14 Flores
Ahh... no, no es la historia de las abejas y las flores.
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Notas
En la proa del barco una frágil figura parecía desafiar la brisa marina, los brazos descansando a ambos lados de su cuerpo y los pies casi sin tocar la cubierta. Los tripulantes del Ryu Dorei la observaban absortos mientras el viento alborotaba los cabellos carmesí de la Ruu Miko. Sus ojos cerrados en profunda concentración. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras sus pies volvían a tocar el barco.
"La ruta continuará sin cambio, el embajador aún se encuentra en la isla de Wolfpack." Sonrió ampliamente.
A lo lejos unos ojos azules la observaban en el momento en que se retiraba de la proa, sus ropas azotando al viento. Suspiró profundamente y desvió la mirada. Lina lo había obligado a acompañarla, no le había dicho ni a dónde se dirigían ni a quién buscaban. Decidió acompañarla sin protestar, quizás encontraría la forma de escapar sea cual fuere el sitio a donde iban. Trató de ordenar sus pensamientos y volver al trabajo que lo mantendría ocupado hasta encontrar el momento preciso de bajar del barco.
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Lina se dirigió a su camarote y de inmediato cerró la puerta. Se sentó en su escritorio y sacó unos pergaminos bastante antiguos. En ellos habían algunos dibujos extraños y un gran número de inscripciones. Trató de concentrarse en leerlas pero la imagen de cierto rubio le volvía una y otra vez a la cabeza distrayéndola.
"Kuso..." Murmuró, sintiendo una oleada de aprehensión invadirle el pecho. Se llevó las manos a los ojos en un intento por despejarse de las visiones que la atormentaban. Desde aquel día en que por poco perdió el control, las ansias de estar junto a Gourry le eran insoportables, por lo que trataba de salir del camarote lo menos posible. Se le formó un nudo en la garganta y cerró los ojos con fuerza en un intento por reprimir las lágrimas.
"Kuso... Gourry." Se recostó en el sillón. Los pergaminos sobre el escritorio no le hacían sentido alguno y con Gourry distrayendo su mente la empresa era imposible. Se levantó del escritorio y se dejó caer sobre la cama aferrándose con fuerza a la almohada. Se escuchó un toque en la puerta.
"¡Capitana, la comida está lista!" Una voz llamó desde el otro lado de la puerta.
"¡No tengo hambre!" Respondió con un mohín desganado. La persona al otro lado de la puerta se retiró con paso lento.
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Gourry continuaba en las tareas que le habían asignado a bordo del Ryuu Dorei cuando uno de los marineros se le acercó con rostro de profunda preocupación.
"¿Gourry-san?" Llamó el marinero.
"¿Ehh?, ¿qué sucede Pit?" Le dijo el rubio tratando de animarlo.
"Anou, Gourry... sé que no debería pedirte este favor... pero estoy preocupado." Gourry se quedó esperando a que el hombre continuara, lo conocía, era el cocinero del Ryuu Dorei y era obvio que algo lo tenía sumamente preocupado.
"Es que la capitana no ha comido en todo lo que va del día... y pensé que quizás tú podrías..." El hombre lo observó con una mirada de súplica.
"No Pit, no puedo." Dijo Gourry tratando de bloquear la imagen. Era muy débil para decir que no, todos en el barco lo sabían, si alguno tenía un problema, cualquier asunto, el rubio siempre estaba dispuesto a ayudar.
"Por favor Gourry-san... ya van dos días sin que pruebe bocado." Gimió el hombre. El rubio se tapó los oídos, pero el hombre continuó asechándolo a donde quiera que volteaba. Finalmente tuvo que aceptar.
"Bien... le llevaré la comida, pero si me pasa algo Pit, tú tendrás que cargar con la culpa." Dijo el rubio con un suspiro derrotado. El hombre se animó de inmediato y Gourry lo siguió hasta la cocina.
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Lina observaba hacia afuera de la ventana de su camarote cuando escuchó que la puerta se abría y de inmediato el lugar se llenaba con el aroma de la comida. No se volteó.
"Ya dije que no tenía hambre, llévate la comida." Dijo sin mucho interes.
"Pues no pienso regresar con la comida, así que será mejor que te sientes a la mesa."
Conocía esa voz perfectamente, se volteó de inmediato y su corazón le dio un enorme vuelco. Gourry estaba colocando la comida sobre la mesa mientras retiraba los pergaminos que estaban sobre ella. Lina lo observaba en completo silencio, sus ojos fijos en él. Cuando terminó de poner todo le dio una tímida sonrisa.
"Vamos Lina, debes comer algo." Esperó a que la peliroja se moviera. La vio desviar la mirada a todas partes y le pareció que temblaba ligeramente. Lentamente la pequeña hechizera se acercó a la mesa y se sentó. Luego tomó los cubiertos y finalmente levantó la vista, esperando a que el rubio se retirara pero incapaz de pedírselo.
"Anou Lina, no voy a irme hasta que termines de comer." Lo dijo de tal forma que Lina no pudo protestar y se sentó sobre la cama a esperar que la hechizera terminara.
Lina fijó su atención en la comida, no sabía cómo iba a poder comer con Gourry tan cerca de ella, sin embargo, se echó un bocado, masticándolo lentamente.
Por un rato todo permaneció silencioso, con el ocasional ruido de los cubiertos sobre el plato. Gourry estaba un poco aburrido, por lo que sin pensarlo mucho se levantó un poco de la cama y tomó los pergaminos que estaban aún sobre la mesa.
"Eh... Lina, ¿para qué son estos pergaminos?" Le dijo con curiosidad mientras los volteaba de todos lados sin poder entenderlos. Lina se encogió de hombros.
"Son unos pergaminos muy antiguos, trato de leerlos."
"¿Y en qué idioma están escritos?"
"Aún no lo descifro." Fue la respuesta.
Lina continuó comiendo, Gourry continuó interesado en los pergaminos. Al cabo de un rato alejó los platos y colocó cuidadosamente los cubiertos en ellos. Observó al rubio que aún seguía inmerso en la imposible lectura. Trató de llamar su atención para que retirara los platos y la dejara sola, pero no puso mucho interés en hacerlo.
Para ella Gourry, con su mirada curiosa y haciendo caras extrañas al tratar de leer o descifrar los pergaminos, le parecía lo más encantador del mundo. Suspiró profundamente y los pensamientos que había tratado de alejar de su mente durante todo el día regresaron con más fuerza.
Gourry se quedó muy quieto cuando se percató que la peliroja se levantaba de la mesa y se acercaba. La sintió cuando se sentó sobre la cama a su lado y recostó ligeramente la cabeza en su hombro. Estuvieron un buen rato en esa posición, ninguno de los dos queriendo romper el momento. Al fin y al cabo Gourry deslizó un brazo por la espalda de la hechizera y la acercó a su pecho. Dejó los pergaminos sobre la cama y se puso a acariciar tiernamente los cabellos de la peliroja.
Cuánto hubiese querido Lina que el momento durara eternamente y para siempre. El rubio dejó escapar un suave suspiro.
"¿Qué voy a hacer contigo Lina?" Susurró mientras escondía su rostro en los rojos cabellos. Lina se abrazó fuertemente al príncipe.
"Lo siento Gourry..." Susurró de vuelta la Ruu Miko. "Te prometo que cuando este viaje termine nos dirigiremos a Hikari."
*Claro que regresaremos a Hikari, pero será muy tarde y ya serás completamente mio, quieras o no.*
Sintió que Gourry la abrazaba de vuelta, ¿era eso la felicidad de saber que pronto se separaría de ella? No quería pensarlo. Sin embargo, si era eso, ¿por qué la abrazaba? De repente Gourry le tomó la barbilla y bajó su rostro al de ella. En un segundo los cálidos labios de Gourry cubrieron los suyos. Un sentimiento de paz y tranquilidad la invadió de inmediato. Se dejó besar por el rubio, dejándose llevar por el dulce sabor de su boca. Cuando el beso terminó Lina escuchó las palabras más hermosas que el príncipe alguna vez le hubiera dicho.
"Aishiteru Lina." Su voz era apenas un ronco suspiro. Lina pensó que su corazón se había detenido. La mirada de Gourry parecía atraversarla, buscándo en su interior alguna respuesta, tratando de leerle el corazón.
"Gourry..." Trató de hablar pero él volvió a descender sobre sus labios. Pasó su mano tras el cuello del príncipe y le devolvió el beso. Gourry se fue recostando sobre la cama llevándose a Lina con él. Finalmente logró soltarse un poco del beso del rubio.
"A...aishiteru Gourry." Y se inclinó sobre la figura recostada. Gourry buscó las manos de Lina y las entrelazó en las suyas. Por unos segundos las dejó descansar sobre la cama y sobre los pergaminos que se encontraban en ella. Un pequeñísimo brillo se formó alrededor del dedo anular de cada uno pero desapareció de inmediato cuando Gourry separó sus manos para abrazarla.
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Val se inclinó respetuosamente frente a Juu-ou, Shinmiri hizo lo propio. Ambos se habían recogido los largos cabellos, Val en una cola y ella en una larga trenza. Ambos llevaban atuendos similares de batalla. Val se volteó hacia los Metallium, haciendo una reverencia similar, finalmete se volteó hacia Shinmiri e hizo lo mismo. La capitana le devolvió el gesto y de inmediato asumió la posición de defensa.
Val le permitió a la capitana comenzar la ofensiva, cosa de la cual se arrepintió casi de inmediato pues apenas pudo ver cuando la joven, luego de un aparente golpe fallido y torpe, se volvió rápidamente y casi le hace perder la espada en la segunda estocada.
Ese breve encuentro fue suficiente para que Val se percatara que la capitana no era nada de lo que aparentaba. La postura, la agilidad y gracia con que se movía eran perfectas. Si iba a ganarle la batalla no sería con fuerza ni rapidez, sino con astucia. Comenzó a atacarla con una serie de estocadas rápidas y aparentemente complicadas hasta que estuvo seguro que Shinmiri había captado la rutina. Ella trató de romper la rutina, pero pronto se vio anticipando el próximo paso.
Shinmiri no mostraba ni un sólo signo de cansancio, Val por su parte estaba teniendo problemas para respirar nuevamente. *¡K´so! ¿Por qué tengo que sentirme mal ahora?*
Probó un leve cambio al cual la capitana respondió de inmediato. A pesar de estar sumergida en la rutina no había logrado distraerla lo suficiente como para sorprenderla. La pequeña figura comenzó a moverse con más rapidez y con una estocada que casi hizo blanco. Val retrocedió respirando fuertemente.
La capitana se había percatado de la rutina de Val lo suficiente para no caer en ella. Sus movimientos eran tan perfectos como los de ella. Sin embargo le era extraño el contraste entre ambos, no había pasado suficiente tiempo ni habían puesto aún tanto esfuerzo como para verse tan cansado como el embajador. Quizás era su imaginación o quizás una treta. Pero el cansancio era visible físicamente, no podía ser una trampa. *Valteria aún no se siente bien, ¿por qué entonces aceptó su propuesta?*
Si ganaba sabría que no se debía completamente a su habilidad, sino a la presente situación del embajador. Pero si hacía unos días había estado perfectamente, por qué ahora le volvía a sentir la misma incomodidad de cuando se encontraban en el jardín? *Ahh, ¿pero desde cuándo me importa cómo se pueda sentir un traidor?* Si le había hecho la propuesta de un duelo era con toda la intención de humillarlo, por qué ahora sentía que se estaba arrepintiendo?
Decidió en contra de toda lógica terminar el encuentro, y hacerlo en forma favorable para ambos ni más ni menos. Se dejó ir cuidadosamente en la rutina de Val, esperó el siguiente cambio pero no lo rechazó completamente, se dejó retroceder levemente y ofreció una defensa que pensó creíble y los puso prácticamente a la par.
Ambos estaban inmóviles en la misma posición y muy cerca, defendiéndose sin atacar. Shinmiri podía sentir ahora que la respiración del embajador era forzosa aunque en esa posición no era visible para los demás. Hizo un enorme esfuerzo y sonrió ampliamente, le pareció ver una leve sombra de perplejidad en el rostro del embajador. Muy lentamente dejó de ofrecer oposición y Val hizo exactamente lo mismo, retirándose un paso. Shinmiri se volteó hacia la reina.
"Su Majestad, espero que esta demostración haya sido de su agrado." Se inclinó graciosamente. Val la observó con cierta sospecha pero se inclinó suavemente hacia la Reina, esperando por un milagro que ninguno se percatara de las dificultades que tenía para respirar.
"Excelente demostración." Los elogió la Reina.
Los Metallium se unieron al elogio pero Zelgadis se mantuvo muy callado. Val se excusó con los presentes bajo el pretexto de un cambio de ropa. De inmediato se dirigió a su habitación sin percatarse que la capitana también se había excusado y lo seguía de lejos.
Apenas estuvo en su recámara, cerró la puerta y se tiró boca arriba en la cama. Cerró los ojos y trató de calmarse, eso siempre funcionaba cuando se sentía mareado. Sin moverse demasiado se soltó el cabello y soltó las cintas que ataban su camisa. Se sintió un poco aliviado.
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Shinmiri había seguido los pasos del embajador hasta llegar a su recámara. No escuchó ningún ruido al otro lado de la puerta, por lo que la empujó suavemente. Pudo ver al embajador tirado sobre la cama, aún en las mismas ropas. Se adentró lentamente, el embajador no la había notado.
Tenía un recuerdo del día en que había visto a Valteria en la cava principal y en nada se parecía a lo que veía ahora. Respiraba forzosamente, con los ojos cerrados en un gesto desesperado. Recordó también el día que habían paseado por los jardines, el embajador había sufrido un evento parecido que desapareció al poco tiempo de haber subido al Hanzoku.
La demostración se había llevado a cabo relativamente lejos de los jardines, pero el aroma de las flores era llevado por la brisa exactamente a ese lugar donde se encontraban. Sonrió de repente, era una idea tonta la que le había venido a la cabeza, pero valía la pena probar. Se retiró despacio y cerró la puerta de la recámara.
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La reina y los Metallium, junto con Zelgadis y varios otros guardias de palacio aún se encontraban en el lugar donde se había llevado a cabo la demostración cuando la quimera creyó sentir una presencia conocida acercarse. Se quedó observando el mar fijamente hasta que su aguda visión pudo detectar aquel breve punto en la distancia.
"¡El Ryuu Dorei!" Exclamó sorprendido.
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Shinmiri regresó a la recámara del embajador y encontró la puerta aún sin asegurar. Sujetó firmemente la vasija que llevaba en las manos y empujó la puerta con las caderas. El embajador continuaba boca arriba en la cama, se había tranquilizado visiblemente pero aún tenía trabajo para respirar bien. No había notado la presencia de la joven en la habitación.
Se acercó a la cama y colocó la vasija en la mesa al lado de la cama, fue entonces que el embajador atinó a abrir los ojos. La observó curioso mientras ella se agachaba un poco y de su cintura desataba una pequeña bolsita de especias que vació dentro del recipiente. Se volteó a verlo y le pareció que sonreía levemente. Seguramente estaba alucinando.
"Embajador, ¿cree que pueda sentarse?" Le preguntó con voz suave. Val se encontró haciendo lo que la capitana le pedía automáticamente. Ella le acercó la mesa justo enfrente y luego con cuidado revolvió el contenido de la vasija la cual comenzó a emitir algunos vapores. Luego le pidió en el mismo tono que acercara el rostro y se relajara.
Val comenzó a respirar los vapores, le parecía estar nuevamente en su barco, con el olor de la brisa marina, sólo que cálida. Estuvo levemente consciente de que Shinmiri recogía sus cabellos acuamarinos y los ataba en una cola suelta quitándo los mechones de su frente. No supo cuánto tiempo permaneció en ese estado hasta que la voz de la joven lo sacó del trance.
"¿Mejor?"
Abrió los ojos y respiró profundamente, la presión en su pecho había desaparecido por completo. La observó asombrado.
"Aa. ¿Qué es?" Preguntó mientras observaba que la vasija ya no emitía vapores.
"Un antiguo remedio contra el polen de las flores." Le dijo con su habitual máscara de indiferencia. Val se golpeó la frente y maldijo suavemente. Luego sin aviso comenzó a reir. La joven le devolvió una mirada curiosa dejándole ver que lo creia un tanto trastornado.
"Soy un gran tonto capitana..." Le sonrió abiertamente. "He traicionado a la Reina por culpa de unas tontas flores." Confesó.
Shinmiri no entendía lo que decía el embajador, pero retrocedio genuinamente asustada cuando Val se arrodilló en el suelo y le tomó la mano besándola con fervor.
"Le debo la vida capitana." Le dijo guiñándole un ojo pícaramente y con una alegría poco usual. "¿Qué puedo hacer por usted?"
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