Lo de siempre, los personajes de Slam Dunk, no me pertenecen (lástima). Este es un fic que describe relaciones hombre/hombre, a todos aquellos que les ofenda, no sigan leyéndolo.
"Diálogos"
'Diálogos internos'
Conversación telefónica
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Hana se encontraba muy preocupado por la llamada que había recibido ese día por la mañana, era preocupante que alguien quien no le atraía tuviese una obsesión con él.
No dejaba de pensar sobre esa llamada, tanto que estaba sumamente distraído.
Rukawa se dio cuenta, aunque su apariencia no lo dejaba demostrarlo, parecía que nunca podría acercarse a Hanamichi.
'Demonios,' pensaba Hana 'Pero como es posible de que el tonto de Sendo, si quiera haya pensado que Yohei, mi mejor amigo pudiese ser mi novio. Que bueno que no aclaré ese detalle, si no, no me lo hubiese quitado de encima.'
Más pronto una agradable voz lo saco de su pensamiento. Ayako supo de inmediato que Hana necesitaba hablar con alguien, se le veía preocupado y nervioso.
"¿Hana, te encuentras bien?"
"¿Qué? Ah, hola Ayako, perdón pero no te escuche" Dijo Hana, rascándose la cabeza.
"Si me di cuenta. Deseas hablar de algo"
Hana se puso del color de su cabello y esto por dos razones, la primera por recordar lo que le había pasado ese mismo día muy temprano y la otra es que si Ayako se había dado cuenta, entonces tal vez alguien más también se hubiera dado cuenta de su nerviosismo.
"No,... ¿por qué? En verdad me encuentro bien." Y retirándose de donde se encontraba Ayako, siguió con su torpe entrenamiento.
Después de no verlo bromear y gritar a los cuatro vientos que era el único genio del equipo, muchos de sus compañeros se preocuparon. Al terminar el entrenamiento y aún cabizbajo Hana, escuchó a Kougure que le hablaba, pero Hana parecía perdido en su propio universo. Kougure lo saco de ese extraño estado y le volvió a preguntar:
"Sakuragi, dime ¿te encuentras bien o algo te molesta?"
"No" dijo con su cara tan roja como su cabello, y casi en un susurro dijo, "Si me gustaría hablar con alguien."
"Entonces que te parece si vamos a algún lugar a platicar Sakuragi." Por lo visto, Kougure si lo había escuchado y mostraba una sonrisa tan tierna como la que él solo puede poseer.
Aunque parecía que Hana se sentía un poco incomodo y nunca pensó que Kougure lo hubiese escuchado. Había hablado tan bajo que solo fue un murmullo, una extensión de su pensamiento, pero ya no había mas remedio. Ahora, el nuevo dilema del pelirrojo era, ¿cómo decírselo?.
Ambos salieron del gimnasio, y sus espaldas eran seguidas por dos pares de ojos que deseaban asesinarlos. A Hana por ir con Kougure y a Kougure por irse con Hana. Los dueños de ambas miradas, no se imaginaban que lo que realmente necesitaba el pelirrojo era un amigo.
Hana, había pensado en decírselo a Yohei, pero se imaginó como sería si es que el gundam se llegaba a enterar. Así que hablar con Megane no iba a ser muy problemático. Además él era una persona madura y confiable; él era tal vez el indicado para ayudarle a exteriorizar ese temor interno.
Caminaron sin decir palabra, hasta que pasaron cerca de un parque y Kougure le indicó a Hana que se detuviesen.
"¿Sakuragi? ¿Te parece si hablamos en este lugar?"
Hana se dio cuenta en que lugar se encontraban y asintió con un movimiento. Siguió a Kougure, hasta una banca en un lugar bastante desolado por cierto. Lo que no se imaginaba ninguno de los dos es que otros dos personajes los seguían, además de que éstos no se habían percatado de la presencia del otro.
Hana se sentía tan confundido que no podía siquiera explicar sus pensamientos hacia Kogure.
"¿Sakuragi, vamos dime que es lo que te pasa? Hoy en el entrenamiento te comportaste muy extraño, además de que has estado muy tenso. Cuéntame que te preocupa."
"Kogure, ¿qué pensarías si alguien se te declarara?"
Kogure, lo miro sumamente extrañado y sorprendido. De entre los arbustos Ru se imagino lo peor, había perdido a su D'oahu; mientras que tras unos árboles, Mitsu contenía su impulso de salir de donde se encontraba para golpear al pelirrojo, pero de pronto la voz dulce de Kogure lo detuvo.
"Acaso, me estas queriendo decir algo Hanamichi."
"¿Qué? No Megane no me malinterpretes. Es que..."
Cuando Hana dijo eso tres personas descansaron. Hana siguió con su conversación.
"Perdóname, pero es que es tan difícil..."
"Vamos no puede ser tan malo, ¿a quien te le quieres declarar, acaso a Haruko?"
"No, ella desde hace tiempo ya no me interesa más que como amiga, es que... no se como decírtelo, es tan complicado todo esto."
Rukawa sonrió para sí, su D'oahu ya no quería a esa niñita tonta, tal vez por eso de su confusión, pero un nuevo temor invadió su mente, acaso había alguna chica más. Entre los árboles Mitsu se sintió mejor. El pelirrojo solo quería hablar con Kogure como con un amigo cualquiera. No había de que preocuparse, pero por si las dudas decidió seguir escondido.
"Mira, mejor te hago algunas preguntas y tu me contestas afirmativa o negativamente; esta bien."
"Si"
"¿Alguien se te declaró?"
Rukawa se sintió desolado, y en su mente solo podía pensar en perder a SU Hana. Mitsu también estaba sorprendido.
"Si"
"Y supongo que ese alguien te quiere ¿o no?"
"No, claro que él no me quiere, solo esta obsesionado conmigo" Dijo Hana casi gritando.
Kogure y los dos espías se sorprendieron al escuchar un 'ÉL' en la oración del pelirrojo.
"Disculpa Hanamichi, pero dijiste ¿él?"
"Si" Y agachando la cabeza y casi en un murmullo continuó "Sendo Akira, se me declaró hoy en la mañana"
Kogure casi se atraganta con la confesión que le había hecho el pelirrojo, pero dos personas más no escucharon ni siquiera de quien se trataba. A Ru, por su lado lo preocupaba, y a Mitsu le intrigaba. ¿Quién sería esa persona, ese él?
Kogure recobró la compostura y siguió preguntando.
"Hana, esto es muy grave. Él no es alguien confiable, cada corazón que cae en sus manos queda destrozado, pero, acaso... No me digas que lo aceptaste, no puedes haber cometido tal estupidez"
"No. Pero..., mira déjame contarte todo." Y empezó a contarle todo acerca de ése día en la mañana. De como se le había declarado y de como se sentía.
Rukawa, se sentía mal; sabía que no podía hacer nada, y aunque fuera una tontería protegería a su inocente Hana. Mitsu se sorprendió, nunca pensó ver al pelirrojo en ese estado tan confuso. El pobre de Hana estaba temeroso, si acaso se podía decir eso de él.
"Además Kogure, nunca me había sentido así. Te voy a confesar algo, pero quiero que no se lo vayas a decir a nadie; si no, te aseguro que te haré sufrir."
"Vamos, sabes que puedes confiar en mi."
"Kogure... yo... tengo miedo de..."
"Si, te entiendo. Pero no te preocupes. Que te parece si vamos a mi casa a recoger algunas cosas y después vamos a descansar a tu casa. Los dos."
"En serio te quedarías conmigo esta noche."
"Claro, para que son los amigos. Es más si vuelve a llamar o a ir a tu casa, le podremos decir alguna mentira acerca de nosotros, ¿no lo crees?"
"Si, muchas gracias Megane." El rostro del adorable Hana había vuelto a brillar, y el semblante de preocupación y temor, había desaparecido de sus hermosos ojos.
Pero a otras dos personas no les gustó nada que sus respectivos amores, pasaran la noche en la misma casa. Más ambos sabían que ninguno de los dos corría peligro alguno. Ru sabía que su Hana, estaría bien cuidado por un buen compañero. Y Mitsu, sabía que Kogure no sentía algo más que afecto por Hana.
Los dos espías se retiraron, cada uno por caminos diferentes. Mientras que Hana y Kogure se dirigieran a casa de éste último a recoger algunas cosas.
Hana y Kogure llegaron al departamento del primero. Y abriendo la puerta del lugar el pelirrojo invito a Kogure a pasar.
"Siéntete como en casa Megane."
"Gracias Hanamichi."
Kogure inspeccionó el lugar, no era muy grande, pero era muy bonito; no muy ordenado, pero limpio; en el lugar se sentía un ambiente acogedor; no había muchos adornos, pero hubo dos cosas que le llamaron la atención, la primera unas cuantas fotografías sobre un librero, el cual también contenía un televisor, un auto estéreo y libros.
'¿Libros? Y yo que pensé que Hanamichi ni siquiera conocía lo que era un libro.' Y sin pensarlo dos veces y dejando su maletín deportivo junto al sillón, se acercó al lugar donde se encontraban los libros.
Hanamichi, había ido a la cocina a preparar algo para cenar y aunque ésta estaba casi al lado del pequeño recibidor, el cual era también utilizado como sala, no se percató de la curiosidad del sub-capitán.
Kogure se sorprendió mucho y al fin entendió, el porque Hanamichi tenía esos pensamientos a cerca de lo que es el amor. De por que era de esa manera. En el lugar había libros de poesía, quien lo hubiese imaginado. También había cuentos infantiles, unas cuantas revistas de basketball, que por lo visto eran casi todas nuevas. Kogure tenía muchas revistas de esas, pero, eran casi desde que él empezó a jugar. En cambio, sabía que Hanamichi era nuevo en este deporte. Había también unos cuantos compactos de música clásica, y romántica. Tal vez era por eso que Hanamichi deseaba un amor romántico y le temía a Sendo. Tomó uno de los libros y lo abrió en una pagina que se encontraba doblada en una de sus esquinas, sin más comenzó a leer mentalmente.
'ESTAR ENAMORADO.
Francisco Luis Bernández
Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el alma esta cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira.
Es repetir en una boca la propia voz profundamente repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra esta vencida.
Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se juntan cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y, al mismo tiempo, recibirla de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que desde el pecho se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y, al mismo tiempo, ser esclavo de la llama.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música sin tasa.
Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza distraída.
Es recordar a Gracilazo cuando se siente la canción de una herrería.
Es ir leyendo lo que describen en el espacio las primeras golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y la alegría.
Es escuchar a media noche la vagabunda confesión de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña lucecita.
Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras criaturas.
Es no saber si son ajenas o si son propias lejanas amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y, al mismo tiempo, compartir su noche obscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea la luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es menos dura.
Es empezar a decir siempre y en adelante no volver a decir nunca.
Y es además, amigos míos, estar seguro de tener las manos puras.'
Era algo relajante leer ese poema, además de que había recordado a alguien de quien estaba secretamente enamorado, más de pronto sintió una mirada sobre su persona, y al levantar la mirada se encontró con unos ojos color chocolate y con chispas que denotaban molestia.
"Uh! Oh, Hanamichi, no pensé que tuvieses esta clase de libros y que los leyeras."
"Ummmm, muy bien Megane, una palabra de esto a alguien y te prometo que tendrás una muerte muy dolorosa."
"Vamos Hanamichi, no te molestes. Además a mi también me gusta la poesía."
"A mi madre le gustaban mucho los poemas." Dijo esto con un toque de tristeza en su voz. "Por eso mi padre compraba estos libros. Decía que sin ellos nunca la hubiese conquistado."
"Si, lo comprendo."
"Bueno, vamos a cenar o se enfriará."
"Claro."
Dicho esto se encaminaron a la barra del desayunador, la cual también separaba el pequeño recibidor de la cocina. Ambos cenaron. El que estaba sumamente asombrado era Kogure, nunca se imagino que el autoproclamado Tensai cocinara tan exquisito. Además era solo un platillo sencillo.
De pronto el agradable silencio fue roto por Hanamichi.
"¿Y dime Kogure, alguna vez has estado enamorado, pero realmente enamorado?"
Kogure lo miro sorprendido. Pero recobró la serenidad que lo caracteriza y mostró su tierna sonrisa al pelirrojo. Sabía que él nunca diría nada acerca de lo que compartiera con él, así que decidió contestarle.
"Si. Aunque no se te decir si esto sea realmente amor. Tal vez, sea un poco como tú; tal vez este enamorado del amor. Pero cuando estoy cerca de esa persona... Es como si el poema que estaba leyendo me recordara a mi amor. ¿Por qué Hanamichi?"
"Kogure... si yo te dijera que alguien me hace sentir extraño; pero, que no es como me sentía con algunas chicas, ni siquiera lo que sentía por Haruko. Es algo totalmente diferente..."
De pronto, el timbre del teléfono los interrumpió. Hana se puso sumamente nervioso, Kogure se dio cuenta y asintió con la cabeza. Esa fue la pauta para que Hanamichi fuera hacia el teléfono.
Gracias por su paciencia, espero terminar pronto el tercer capítulo. (Bueno, si es que alguien lo está leyendo.)
