EPÍLOGO FINAL
Debajo del Ciprés.
Era un día soleado, Dawn Hawthorne estaba sentada bajo la
sombra de un gran Ciprés junto al lago, su cabello flameaba y la suave y fría
brisa otoñal rozaba sus blancas mejillas.
Unas cálidas lágrimas se deslizaron por su pálido rostro al recordar aquel
momento que marcó su vida y que, quizás, le quitó todo sentido. Comenzó a
escribir...
''Soy culpable, lo admito.
Soy la única causa del tormento que me asfixia. Siempre he tenido el papel
protagónico en esta comedia trágica y grotesca que se arrastra, lenta y
cobarde, a través de mis días.
Soy culpable, lo repito...
De haber dejado morir mis ilusiones, de haber mortificado mi carne y mi
espíritu, de haberme mentido, de haberme creído, de no haber amado, de
haberme enclaustrado en un cuarto sombrío, de haber despreciado los amaneceres,
de haberme refugiado en la apática tristeza, de haber sucumbido al placer
insano de la autocompasión.
Implacable culpa, te he reconocido, te he reverenciado...
Te imploro que, aunque sea por un instante me liberes de tu peso... y me
permitas el intento de perdonarme, de vivir intensamente, de no volver a
invocarte.''
Abrí las enormes
puertas que separaban la sala de los jardines. El sol ya se estaba ocultando,
un destello iluminó mi rostro. En lo único que pensaba era en una venganza...
El pronóstico había dado luna llena, caminé lentamente hacia el interior del
llamado Bosque Prohibido. Estaba viviendo mis últimos días de paz, aunque, en
ese momento, no lo sabía.
La reunión comenzó apenas la luna se puso en lo alto del cielo. Me fui con mi
padre, busqué a Draco con la mirada. No se encontraba allí.
Solo me arrepiento, pero eso no cambiará las cosas... Cada vez que me acuerdo
de la reunión y de los llantos desgarradores de los Weasley... Nunca quise
hacer tanto daño...
"Una víctima", escuché, "necesitamos que el pánico vuelva".
- Por qué no Virginia Weasley?- dije desde atrás.
La mirada del Mago Tenebroso y de los mortífagos presentes se clavaron en mi ser lleno de odio y celos. Di un paso adelante y me paré frente a la multitud sin vacilar. Mi padre estaba orgulloso, su sonrisa maléfica... La recuerdo perfectamente.
- Virginia Weasley- repetí.- Es lo mismo cualquier persona, pero yo creo que sufrirán más la muerte de esta niña, según lo que conozco, todas la aprecian, alumna ejemplar.-
- Por qué no Potter?- se escuchó entre los presentes.
- Virginia es más débil y fácil de convencer... Acaso, señor, no prefiere terminar con él usted mismo?-
- Si no nombran a otra persona quien deba ser sacrificada, declaro que Virginia Weasley, quien una vez utilicé, muera para nuestro beneficio.-
- Mi querido hijo, Draco Malfoy, se encargará.-
Volteé mi cabeza y allí estaba, erguido entre la multitud, Lucius Malfoy.
- Es hora de que demuestre su lealtad hacia usted, mi señor, y que pruebe que es un verdadero mortífago- se inclinó como señal de respeto hacia el Señor Oscuro.
Había logrado lo
que quería, ya no estaría Ginny entre nosotros. Ya no tendría que soportar su
ser perfecto ni su mal gusto por las cosas. Ya no tendría que soportar que todo
hombre que quiera lo obtenga primero. Ya no tendría que ver su felicidad todos
los días, contrastando con mi patética y deprimente vida.
Eso pensé, pensé que sería feliz si ella moría. Me equivoqué... Cometí el error
más grande de mi vida. Aquella noche estaba más que satisfecha.
Draco sería el encargado de su asesinato, todos se olvidarían de la tragedia y
el sería mío al fin. Pero al ver el daño que causé, al darme cuenta que una
chica murió por mis caprichos, descubrí otra faceta de mi ser. La maldad se
apoderó de mi y mi vida no tiene sentido. Por más que llore, por más que me
disculpe miles de veces, no podré reparar lo que hice.
Sus vidas serán mejores sin mi. No pido perdón, no pido compasión.
Dawn Hawthorne.
***
Lucius Malfoy estaba dando un paseo después del funeral. Al fin había terminado su labor, de inculcar en su hijo el respeto hacia Lord Voldemort. Ya había logrado su propósito... Su hijo era un completo mortífago.
La vio. El cuerpo de Dawn Hawthorne yacía debajo del ciprés. Se acercó hacía ella y la miró con descaro. La muchacha agonizaba, con una de sus muñecas ensangrentada. En la otra mano, sostenía una daga.
Lucius la miró, sin importancia. Si aquella había sido su decisión final, dejaría que siga su curso. Vio un papel mal doblado junto a ella. Lo tomó. Después de un momento de descubrir lo que aquella muchacha había hecho, su rostro palideció de ira.
- Maldita traicionera... Cómo te atreves a revelar nuestro secreto?!- lleno de furia, le pegó fuertemente en la cabeza, con su bastón.
La chica cayó. Murió, sabiendo que al final, nunca nadie sabría la verdad...
Lucius se alejó, dejando el cuerpo inerte de Dawn Hawthorne... Debajo del Ciprés.
***
