"...por que mis ojos tienen alas, y el tiempo es sólo una frontera de
agua.."
-Vamos, inténtalo un poquito aunque sea- decía Beril abrazando el cuello de la rubia muchacha, que sonriendo, se negaba a tomar aguja e hilo para que la pequeña le enseñara a bordar. Habían pasado varias semanas y ella seguía ahí. Las mujeres la habían acogido en la pequeña casa del castaño bosque, junto con ellas. El invierno había llegado ya a la tierra, perfilando los árboles con bordes blancos, al igual que todas las piedras, las hierbas y las aldeas lejanas. Los riachuelos estaban ahora congelados y por las noches una bruma espía bajaba, velando las silenciosas y heladas noches.
En la casa siempre había un acogedor fuego encendido. Todas, cada atardecer, se sentaban frente a la chimenea y hablaban de la jornada del día, siempre tranquila, cotidiana... reían desenfadadamente y hacían bromas. Aceptaron tan bien a aquella extraña entre ellas que nunca la forzaron a decir palabra, tal vez sólo los primeros días. A veces tenían dificultades para llamarla por un nombre...
-Beril, si no quiere aprender a bordar que no lo haga- le decía Aelin a su hermana, apartándola de la muchacha. Ella sólo reía silenciosamente, viendo como las jovencitas discutían a diario. La más pequeña de ellas la miró a los ojos de pronto y sonrió, como si maquinara un pensamiento.
-Tus ojos son como el mar... el mar, Azra... ¡Azra! ¿te podemos llamar así?-
La pequeña había creado un nombre para aquella mujer tan extraña que había entrado en sus vidas...
-¿Y tú de dónde sacaste eso?- preguntó su tía, sin entender por qué había decidido llamarla así
-Eso significa, Azra es igual que mar... ¿crees que no he escuchado las historias que se cuentan?-
-¿Historias? ¿de qué estás hablando?- preguntó su hermana, acercándose a ella con curiosidad.
-¡Pero como se nota de que no salen de la casa! En los pueblos, los que cuentan historias hablan de cosas que sucedieron hace muchos muchos años, ¡más que los de nuestra abuela!-
-¿y eso qué tiene que ver?- preguntó Aelin, desesperándose
-Pues una vez escuché una historia sobre una isla de orgullosos hombres... en el occidente, en medio del mar, y pues ellos tenían un lenguaje...-
-¡No sigas! Me provocarás un dolor de cabeza- dijo entonces la tía, levantándose de los cómodos sillones cubiertos de pieles. Se dirigió a la cocina y regresó con varias tazas de un aromático y caliente té.
-Aquí hay algo para el frío, niñas-
-toma Azra- dijo animada Beril, dándole una humeante taza
-No la llames todavía así, ni siquiera sabemos si le guste- replicó Aelin
-¿Te podemos llamar así?¿Verdad que es bonito?-
Ella asintió. Hacía mucho tiempo que nadie la llamaba con un nombre real, y aquello no sonaba tan mal. Los días se habían sucedido poco a poco, desde que sin todavía saber muy bien como, había llegado hasta ahí. Ahora se parecía como ellas, con sencillos vestidos de colores pardos, que siempre tenían un fresco olor, a diferencia de aquellas negras y raídas ropas. Y el cabello estaba por fin sin ese lienzo cubriéndolo; Aelin siempre le hacía algunas trenzas. Había aprendido a comer como una persona normal y a hacer algunas cosas para ayudar en la casa, como recoger las verduras y hacer las camas.
Ninguna palabra podía todavía escapar de aquel sepulcral y perpetuo silencio. Aún así, ahora sonreía; no supo el día en que lo hizo casi por primera vez ni por qué motivo. Ahora lo hacía siempre, especialmente cuando las curiosas hermanas discutían, o cuando las miraba jugar en el jardín...
La noche avanzaba y las mujeres seguían conversando, aunque la pequeña Beril se había ya quedado dormida en el regazo de ella, de Azra, como desde aquella noche la llamaron.
-¿Cómo es que esa niña se ha escapado al pueblo sin que lo sepamos, Aelin?- preguntó tranquilamente la tía
-No lo sé... pero es interesante todo eso que nos cuenta- respondió la muchacha, que entonces hacía unas finísimas trenzas en su castaño cabello
-Pronto iremos con tus padres-
-¿En serio? Pero... ¿No es difícil hacer un viaje hasta Rohan? Dicen que los caminos se están haciendo peligrosos-
-Los caminos siempre han sido peligrosos- la mujer la miró de pronto, a ella, que había permanecido sólo observándolas, dando ligeros sorbos a la taza todavía caliente- Todavía no sé como esta criatura pudo salir viva de estos bosques...es un milagro, ¿no, Azra?-
Aelin río ligeramente, para no despertar a su hermana -Entonces te ha gustado el nombre-
-Bueno, pues había que llamarla de alguna forma-
Siguieron hablando hasta que todas se quedaron dormidas frente al fuego en la acogedora estancia. Las llamas, consumiéndose poco a poco, llenaban de sombras y matices los perfiles de cada una de las mujeres: Beril abrazando a su hermana, ambas sobre una mullida alfombra de pieles. La tía, dormida sobre el sillón, con la cabeza de lado... y ella, Azra, sobre otra de las alfombras y gruesas cobijas. Su rostro entre sombras lucía hermoso e inmutable, como una pálida escultura, atravesada por una insignia serpenteada y escarlata...
Dormía tranquilamente; sus párpados se habían unido y su mente salía de la acogedora estancia, dejando atrás los bosques nevados y el frío. Una bruma plateada apareció de pronto, acompañada de música ondulante y ligera, que acariciaba los oídos... un bosque casi monocromo se pudo distinguir de entre la niebla, de un verde brillante que sonreía a la primavera... Las flores danzaban con un aire perfumado; una se balanceaba con especial gracia, una pequeña y hermosa florcilla blanca, como hecha con nubes de día soleado. Ella caminaba entre la hierba, descalza... escuchaba risas cercanas, percibía miradas... pero sólo vio con claridad un rostro de piel de luna, con los cabellos dorados y brillantes, cayendo sobre las mejillas...
°
-¿Azra? ¿estás despierta?- aquella voz sólo podía ser de Beril, que ya se había despertado, antes de que el sol saliera.
Azra se incorporó perezosamente; tenía una cara de confusión y en sus ojos había un tinte de nostalgia. En ella había algo más, había recuerdos de un lugar suspendido en el tiempo, más allá de las sombras de antaño, más allá de la cotidiana tranquilidad que ahora la rodeaba...
Un fuerte ruido hizo que ambas se sobresaltaran; Azra se levantó, caminando lentamente hasta la ventana, de donde venía el estruendo. Beril caminaba detrás de ella, como ocultándose. Se asomaron por la ventana y distinguieron varias figuras oscuras que corrían hacia el bosque, a cuatro patas.
-¿Qué pudo ser eso?-se preguntó la pequeña, mirando las profundas marcas que habían dejado en la puerta de madera.
Azra negó con la cabeza. Aelin, quien había despertado, se aproximó hasta ellas y también pudo ver el desorden que había afuera de la casa.
-¿Vieron algo?¿Qué fue?-
-No sé, no sé... parecían como lobos o algo así-
-¿Lobos? ¿En este bosque? Eso es imposible...-
-Pues no lo ha sido ¡mira el desastre que dejaron!-
-Iremos a Rohan- dijo de pronto Aelin
-¿con mamá? ¡¿En serio?!- preguntó emocionada
-Cállate o despertarás a mi tía... y sí, es en serio, pero aún no se cuando-
La conversación de las jovencitas dejó de sonar para Azra, que miraba por la ventana, abstraída, con una mezcla de miedo y añoranza... ¿quién era aquella imagen luminosa que comenzaba a repetirse con constancia en su mente? Y ahora eso... los lobos, por que eran lobos, vaya si los recordaba bien. Era como si el mal la siguiera, le pisara los talones... pasó los dedos por su cara, por aquella marca maldita y ardiente...
"...desde mi mundo sin formas ni colores, busco su rostro..."
///////////
Y aquí vamos de nuevo con las tristezas jejeje bueno, ustedes saben los momentos difíciles son buena inspiración, pero lamentablemente siempre quedan cosas como esta... una aclaración (bueno, más bien una idea) el nombre de Azra está en el lenguaje númenóreane y significa Mar así nada más y pues bueno, Beril se enteró de ello por las historias que cuentan acá los bardos que andan de aldea en aldea.
Bueno, para todas: no se me preocupen más por Dain, sé que soy una cruel malvada *cara de Gollum tripeado* pero les diré algo, no será el único que aparezca por la vida de esta chamaca, así que paciencia!! Y ya no me lo recuerden, que me pongo a llorar y me dan ganas de reaparecerlo. Siobhan, esto está ma o meno en la tercera edad, no te podría aún decir con exactitud el año, pero bueno, habrá que tomar en cuenta que el mal ya se había "reinstalado" en su cuchitril jeje y pues sí, había esclavos en Mordor, los que les daban de comer a todo el ejército oscuro y demás.
Muchas gracias a Nariko, Filithuin, Elanta, Anariel, Carmenchu, Siobhan, Cari Chan, The Balrog... y a todos todos
Tenna rato!
-Vamos, inténtalo un poquito aunque sea- decía Beril abrazando el cuello de la rubia muchacha, que sonriendo, se negaba a tomar aguja e hilo para que la pequeña le enseñara a bordar. Habían pasado varias semanas y ella seguía ahí. Las mujeres la habían acogido en la pequeña casa del castaño bosque, junto con ellas. El invierno había llegado ya a la tierra, perfilando los árboles con bordes blancos, al igual que todas las piedras, las hierbas y las aldeas lejanas. Los riachuelos estaban ahora congelados y por las noches una bruma espía bajaba, velando las silenciosas y heladas noches.
En la casa siempre había un acogedor fuego encendido. Todas, cada atardecer, se sentaban frente a la chimenea y hablaban de la jornada del día, siempre tranquila, cotidiana... reían desenfadadamente y hacían bromas. Aceptaron tan bien a aquella extraña entre ellas que nunca la forzaron a decir palabra, tal vez sólo los primeros días. A veces tenían dificultades para llamarla por un nombre...
-Beril, si no quiere aprender a bordar que no lo haga- le decía Aelin a su hermana, apartándola de la muchacha. Ella sólo reía silenciosamente, viendo como las jovencitas discutían a diario. La más pequeña de ellas la miró a los ojos de pronto y sonrió, como si maquinara un pensamiento.
-Tus ojos son como el mar... el mar, Azra... ¡Azra! ¿te podemos llamar así?-
La pequeña había creado un nombre para aquella mujer tan extraña que había entrado en sus vidas...
-¿Y tú de dónde sacaste eso?- preguntó su tía, sin entender por qué había decidido llamarla así
-Eso significa, Azra es igual que mar... ¿crees que no he escuchado las historias que se cuentan?-
-¿Historias? ¿de qué estás hablando?- preguntó su hermana, acercándose a ella con curiosidad.
-¡Pero como se nota de que no salen de la casa! En los pueblos, los que cuentan historias hablan de cosas que sucedieron hace muchos muchos años, ¡más que los de nuestra abuela!-
-¿y eso qué tiene que ver?- preguntó Aelin, desesperándose
-Pues una vez escuché una historia sobre una isla de orgullosos hombres... en el occidente, en medio del mar, y pues ellos tenían un lenguaje...-
-¡No sigas! Me provocarás un dolor de cabeza- dijo entonces la tía, levantándose de los cómodos sillones cubiertos de pieles. Se dirigió a la cocina y regresó con varias tazas de un aromático y caliente té.
-Aquí hay algo para el frío, niñas-
-toma Azra- dijo animada Beril, dándole una humeante taza
-No la llames todavía así, ni siquiera sabemos si le guste- replicó Aelin
-¿Te podemos llamar así?¿Verdad que es bonito?-
Ella asintió. Hacía mucho tiempo que nadie la llamaba con un nombre real, y aquello no sonaba tan mal. Los días se habían sucedido poco a poco, desde que sin todavía saber muy bien como, había llegado hasta ahí. Ahora se parecía como ellas, con sencillos vestidos de colores pardos, que siempre tenían un fresco olor, a diferencia de aquellas negras y raídas ropas. Y el cabello estaba por fin sin ese lienzo cubriéndolo; Aelin siempre le hacía algunas trenzas. Había aprendido a comer como una persona normal y a hacer algunas cosas para ayudar en la casa, como recoger las verduras y hacer las camas.
Ninguna palabra podía todavía escapar de aquel sepulcral y perpetuo silencio. Aún así, ahora sonreía; no supo el día en que lo hizo casi por primera vez ni por qué motivo. Ahora lo hacía siempre, especialmente cuando las curiosas hermanas discutían, o cuando las miraba jugar en el jardín...
La noche avanzaba y las mujeres seguían conversando, aunque la pequeña Beril se había ya quedado dormida en el regazo de ella, de Azra, como desde aquella noche la llamaron.
-¿Cómo es que esa niña se ha escapado al pueblo sin que lo sepamos, Aelin?- preguntó tranquilamente la tía
-No lo sé... pero es interesante todo eso que nos cuenta- respondió la muchacha, que entonces hacía unas finísimas trenzas en su castaño cabello
-Pronto iremos con tus padres-
-¿En serio? Pero... ¿No es difícil hacer un viaje hasta Rohan? Dicen que los caminos se están haciendo peligrosos-
-Los caminos siempre han sido peligrosos- la mujer la miró de pronto, a ella, que había permanecido sólo observándolas, dando ligeros sorbos a la taza todavía caliente- Todavía no sé como esta criatura pudo salir viva de estos bosques...es un milagro, ¿no, Azra?-
Aelin río ligeramente, para no despertar a su hermana -Entonces te ha gustado el nombre-
-Bueno, pues había que llamarla de alguna forma-
Siguieron hablando hasta que todas se quedaron dormidas frente al fuego en la acogedora estancia. Las llamas, consumiéndose poco a poco, llenaban de sombras y matices los perfiles de cada una de las mujeres: Beril abrazando a su hermana, ambas sobre una mullida alfombra de pieles. La tía, dormida sobre el sillón, con la cabeza de lado... y ella, Azra, sobre otra de las alfombras y gruesas cobijas. Su rostro entre sombras lucía hermoso e inmutable, como una pálida escultura, atravesada por una insignia serpenteada y escarlata...
Dormía tranquilamente; sus párpados se habían unido y su mente salía de la acogedora estancia, dejando atrás los bosques nevados y el frío. Una bruma plateada apareció de pronto, acompañada de música ondulante y ligera, que acariciaba los oídos... un bosque casi monocromo se pudo distinguir de entre la niebla, de un verde brillante que sonreía a la primavera... Las flores danzaban con un aire perfumado; una se balanceaba con especial gracia, una pequeña y hermosa florcilla blanca, como hecha con nubes de día soleado. Ella caminaba entre la hierba, descalza... escuchaba risas cercanas, percibía miradas... pero sólo vio con claridad un rostro de piel de luna, con los cabellos dorados y brillantes, cayendo sobre las mejillas...
°
-¿Azra? ¿estás despierta?- aquella voz sólo podía ser de Beril, que ya se había despertado, antes de que el sol saliera.
Azra se incorporó perezosamente; tenía una cara de confusión y en sus ojos había un tinte de nostalgia. En ella había algo más, había recuerdos de un lugar suspendido en el tiempo, más allá de las sombras de antaño, más allá de la cotidiana tranquilidad que ahora la rodeaba...
Un fuerte ruido hizo que ambas se sobresaltaran; Azra se levantó, caminando lentamente hasta la ventana, de donde venía el estruendo. Beril caminaba detrás de ella, como ocultándose. Se asomaron por la ventana y distinguieron varias figuras oscuras que corrían hacia el bosque, a cuatro patas.
-¿Qué pudo ser eso?-se preguntó la pequeña, mirando las profundas marcas que habían dejado en la puerta de madera.
Azra negó con la cabeza. Aelin, quien había despertado, se aproximó hasta ellas y también pudo ver el desorden que había afuera de la casa.
-¿Vieron algo?¿Qué fue?-
-No sé, no sé... parecían como lobos o algo así-
-¿Lobos? ¿En este bosque? Eso es imposible...-
-Pues no lo ha sido ¡mira el desastre que dejaron!-
-Iremos a Rohan- dijo de pronto Aelin
-¿con mamá? ¡¿En serio?!- preguntó emocionada
-Cállate o despertarás a mi tía... y sí, es en serio, pero aún no se cuando-
La conversación de las jovencitas dejó de sonar para Azra, que miraba por la ventana, abstraída, con una mezcla de miedo y añoranza... ¿quién era aquella imagen luminosa que comenzaba a repetirse con constancia en su mente? Y ahora eso... los lobos, por que eran lobos, vaya si los recordaba bien. Era como si el mal la siguiera, le pisara los talones... pasó los dedos por su cara, por aquella marca maldita y ardiente...
"...desde mi mundo sin formas ni colores, busco su rostro..."
///////////
Y aquí vamos de nuevo con las tristezas jejeje bueno, ustedes saben los momentos difíciles son buena inspiración, pero lamentablemente siempre quedan cosas como esta... una aclaración (bueno, más bien una idea) el nombre de Azra está en el lenguaje númenóreane y significa Mar así nada más y pues bueno, Beril se enteró de ello por las historias que cuentan acá los bardos que andan de aldea en aldea.
Bueno, para todas: no se me preocupen más por Dain, sé que soy una cruel malvada *cara de Gollum tripeado* pero les diré algo, no será el único que aparezca por la vida de esta chamaca, así que paciencia!! Y ya no me lo recuerden, que me pongo a llorar y me dan ganas de reaparecerlo. Siobhan, esto está ma o meno en la tercera edad, no te podría aún decir con exactitud el año, pero bueno, habrá que tomar en cuenta que el mal ya se había "reinstalado" en su cuchitril jeje y pues sí, había esclavos en Mordor, los que les daban de comer a todo el ejército oscuro y demás.
Muchas gracias a Nariko, Filithuin, Elanta, Anariel, Carmenchu, Siobhan, Cari Chan, The Balrog... y a todos todos
Tenna rato!
