"... Miedo. Miedo irremediable que no logro asesinar e intento..."

-¡Vamos! Ayúdame un poco, deja que te vista- decía insistente Merilnen, sosteniendo el sencillo vestido gris-azul que trataba de ponerle a la muchacha. Ella, estaba escondida bajo la cama y golpeaba con los pies el suelo de madera del flett, a manera de protesta. Desde que la dama Galadriel la había ido a ver parecía que hubiese despertado de su fatigado sueño; pero era necia y huraña, pues nunca hacía caso de su Merilnen: no decía una sola palabra y una de las más arduas labores que tenía que cumplir la elfa era la de hacer que se vistiera. Tampoco comía como era debido, pues tomaba la comida y, bajo la cama, los mordisqueaba un poco.

-¡Entonces quédate así bajo la cama todo el día!- dijo la elfa, alzando un poco su dulce voz y dándose por vencida. La habían instalado en una habitación, mejor dicho un compartimento en un flett cercano al de la residencia de Galadriel. Ahí mismo dormían algunas de las damas de la reina. En ese momento entró una elfa de cabello oscuro y dulce mirada esmeraldina, que decía que era mucho más joven que Merilnen.

-Tranquila Meril, tal vez sea una prueba del destino-dijo la elfa, poniendo una mano sobre el hombro de su exasperada amiga.

-¿Y qué se supone que debo demostrar, Enelye?-

-Que eres paciente-

-Esto va más allá de la paciencia... ¿la has visto? ¡ todo el día bajo la cama!- replicó enérgicamente Merilnen

La elfa de verdes ojos comenzó a reír alegremente.

-Háblale más amablemente; trata de entenderla... no sabemos por qué cosas haya pasado- dijo; entonces se agachó, levantó las mantas de la cama para poder ver a la chica y sonrió

-Aiya- dijo suavemente. Sólo pudo ver una sombra y unos ojos que brillaban en la penumbra -¿Cómo te llamas?-

Ella miró a la elfa y no dijo nada, por primera vez, no trató de soltar golpes o agitarse como bestia acorralada.

-No te va a responder, pero la dama Galadriel ha decidido llamarla Malluiel-

Enelye asintió al comentario de Merilnen.

-¿Por qué no sales de ahí un momento y dejas que te ponga la ropa?- preguntó Enelye tendiéndole una mano a la muchacha. Después de dudar un momento, ella tomó su mano inseguramente y salió de bajo la cama; con el cabello enredado como siempre y el rostro empolvado.

-Creo que tendrás que tomar un baño- dijo Enelye al ver el estado de la chica

-¡Ah no, eso sí que no! ¡será un desastre!- dijo Merilnen, negando con la cabeza. Malluiel arrugó la nariz, pero Enelye pasó una mano por sus hombros

-Se portará bien ¿no es así?-

Llegaron a uno de esos lugares donde los arroyos naturales alimentaban unos menudos estanques con calor natural, donde los elfos solían bañarse.

-Bueno, no será la primera vez que se bañe- dijo entonces Enelye, sacando de un bolso algunas frasquillas con aceites y esencias.

-Pues... verás...-

Enelye se quedó estupefacta, con un frasco de perfume de violetas entre las manos.

-¡¡Merilnen!! ¿cómo que nunca se ha bañado?!- preguntó incrédula

-¡Como si fuera tan fácil! Además casi se puede decir que la bañé... le he lavado la cara y eso...-

Enelye negó con la cabeza y vertió en el agua un poco del perfume. Los árboles y las rocas brindaban intimidad y hacían imposible que alguien pudiera espiar. Después de mucho insistir, consiguieron que la muchacha entrara en el agua. Ella sintió algo gracioso en los pies, pues las multicolores y planas piedras de río le hacían cosquillas. El agua caía de una pequeña caída de las rocas, espumosa y tibia. No haría más falta decir que las dos elfas terminaron casi tan empapadas como "Malluiel". Cada vez que trataban de acercársele para que se lavara correctamente, ella lanzaba chorros de agua con sus manos.

-Te lo dije Enelye, ¡te lo dije! Esto es imposible-

La elfa de ojos de esmeralda sólo se reía, parecía divertirse con las reacciones de la muchacha y también de la impaciente elfa, especialmente cuando Malluiel le mojaba sus platinados cabellos.

-¡Y no te rías, que esto ha sido tu culpa!-

Sin embargo, Enelye no paraba y la música de su risa se extendía alrededor; ahora, todas las rocas antes secas estaban resbaladizas y empapadas igual que las elfas que trataban de bañar a Malluiel. Ella escuchó ese sonido: como una caída de agua, como un calor chispeante que entraba no sólo a los oídos, sino hasta el alma entera y la contagiaba de aquello. Entonces su rostro poco a poco se iluminó y sus labios dibujaron una sonrisa que después se transformó en una animada risa, aunque muda. Las elfas la miraron un momento, sorprendidas. Y las tres rieron...

Se miró frente a un espejo por vez primera: abrió los ojos enormes y se contempló largo rato; sonrió fugazmente y tomó de la manga del vestido a Enelye, para que mirara.

-Sí, esa eres tú Malluiel- dijo la elfa y tomó un fino peine de nacar; comenzó a desenredarle el todavía húmedo cabello.

Pasó una mano por aquella cicatriz que llevaba y un escalofrío recorrió su espalda. La última vez que había visto su reflejo había sido en un estanque, nunca tan claro... estaba pálida y tenía algunos rasguños. Miraba las blancas manos de la elfa peinar su cabello; y no apartaba la mirada de si misma, como si estuviera hipnotizada.

-Hoy te pondremos muy linda, vendrás a cenar con todos-

Merilnen miró a Enelye boquiabierta

-¿A qué te refieres con eso?- preguntó

-Está claro, que cenará en la mesa con nosotros; lleva aquí dos semanas, ya viene siendo la hora, ¿no crees?-

-¡Pero si apenas puede mordisquear la comida! ¡¿cómo crees que se podrá sentar en una mesa y cenar civilizadamente?!-

-Para eso la ayudaremos nosotras- respondió firmemente Enelye- y ya no hables así de ella, que no es ninguna retrasada-

Merilnen no respondió nada y miró a Malluiel de nuevo, sentada frente al espejo y tocando su reflejo. Después de un largo rato desenredando los dorados mechones, Enelye pudo sujetar su cabello en una media coleta, dejando libres las suaves ondas de su cabello. Merilnen le prestó un broche de plata y cristales azules, que remataba su peinado. Lucía muy diferente. El tañer agudo de una campanilla les hizo saber que era hora de cenar.

-¿Estás segura que la llevaremos?- preguntó Merilnen por enésima vez

-Sí, sí sí y no lo repetiré de nuevo, Meril-

Malluiel caminaba detrás de ellas, ocultándose. A veces se quedaba atrás, escondida tras los blancos troncos de los Mallorn.

La mayoría de los elfos de Caras Galadhon tomaban la cena en sus hogares particulares, pero algunos, especialmente las damas al servicio de Galadriel, los miembros de la guardia y los nobles de renombre se reunían aquellos días primaverales en un claro de bosque parcialmente techado donde estaban dispuestas las mesas con alimentos variados: frescos frutos, nueces, panes y diversas bebidas. Acudieron pues al lado donde siempre se sentaban. Ahí estaban las demás damas además de los miembros de la guardia. Malluiel se sentía abrumada al ver a tantos elfos reunidos ahí: tan hermosos, gráciles... el lugar se iluminaba con su sola presencia. Sabía que eran diferentes, que no eran los mismos seres que aquellas mujeres que había ya dejado atrás. Resplandecían como la luna por las noches, en sus ojos había años, sabiduría y tiempo...

-Alassëa lóme- saludó Orophin, vestido al modo galadhrim, con ropas grises al igual que Rúmil, a su lado. El primero miró con sorpresa a Malluiel, que se ocultaba detrás de las elfas

- dama Malluiel, que grata sorpresa veros aquí- dijo dirigiéndose a la chica, lo que la hizo sentirse extraña. Sintió como un cosquilleo le recorría el estómago y los colores se le subían al rostro. Bajó la cabeza tímidamente.

-Ya era hora de que nos acompañara- dijo Enelye. Varios elfos más las saludaron y finalmente se sentaron a la mesa. Comió muy poco, sólo un fruto y un pequeño panecillo; se sentía acorralada, intimidada... sólo miraba hacia abajo y no escuchaba lo que los elfos comentaban. Cuando hubieron acabado, un galadhrim tomó su plateada arpa y entonó dulces cantos para deleite de todos los presentes...

"Este paisaje sólo tiene árboles

Y viento

Luz y sombra entre las frondas

¿Qué dice el invisible viento?"

Malluiel se quedó como hechizada, con sus ojos fijos en aquella figura de cabello pálido de luna, de la que salían las más hermosas notas que jamás había oído. Y de aquel extraño artefacto que acariciaba con sus dedos: notas de agua, música de brisa... nunca había escuchado nada parecido. De momento sintió que alguien la miraba; giró la cabeza y se encontró con Rúmil, ese que le había disparado la terrible flecha. Él hizo un gesto con la cabeza, a manera de saludo, pero ella se volteó de inmediato y se tapó la cara con las manos, para no hacer evidente que los colores se le habían subido de nuevo a las mejillas. ¿Por qué le sucedía eso?...

°°°°°

Las sombras suavemente se habían apoderado ya del bosque dorado. Por la noche se sentía libre de salir de aquel cuarto y tímidamente, caminar entre los árboles. Bajaba la escalinata con temor y sigilo y después ponía sus blancos y aún lastimados pies en el blando suelo de hojas. Bajo la luz azulada de los faroles, su imagen parecía casi fantasmal: como un espíritu ajeno y temeroso, moviéndose lánguidamente... Merilnen y Enelye habían hecho esfuerzos para hacer que se vistiera sola, que se lavara y tomara sus alimentos; era aún más difícil que tratar con una niña, pues a menudo no dejaba que nadie la tocara o que nadie se le acercara demasiado. Era libre de salir a la hora que quisiera, pero, generalmente sólo lo hacía por las noches.

No había nada más extraño que estar en ese lugar; tenía el mismo miedo enterrado en el fondo de su ser, pero parecía como si se hubiese quedado dormido. Las ropas que le habían dado eran como un abrazo cálido, que se adhería a su cuerpo perfectamente. Quiso llevar siempre una capucha que oscurecía un poco su rostro, pues sentía vergüenza de aquella marca serpenteada que atravesaba su rostro. Le gustaba pasear entre las sombras y escuchar los interminables cantos de esas descomunalmente hermosas voces. Era como estar rodeado por un sueño, por aquellos sueños que siempre había tenido cuando vivía en la oscuridad y aún cuando vivió con aquellas humildes mujeres. La luna era su compañera en aquellas noches; sólo caminaba y con los dedos suavemente, como si temiera hacerles daño, tocaba las hojas y los lisos troncos de los árboles. Un tímido ruido la atrajo, como un ruido metálico. Caminó un poco hasta un espacio techado, pero abierto. Detrás había una gran estructura y había algunas llamas rojas que sobresalían en la oscuridad. Golpes de metal contra metal.

Estaba de espaldas y parecía afilar una esbelta hoja de acero. Ella se sentó en una larga raíz donde podía verlo hacer su trabajo. No sabía bien por qué se había decidido a contemplarlo. El elfo tenía la mirada clavada en la hoja y era cuidadoso en su trabajo, como si nada más le importara. De hecho, a ese hombre, parecía como si nadie le importara. Otra persona salió por una de las puertas que emitían luz rojiza; parecía acalorado.

-Haldir, es tarde, sería bueno que descansaras- dijo el elfo de oscuro y rizado cabello

-Tienes razón; mañana tengo que montar guardia de nuevo en la frontera norte-

Se despidieron y el elfo rubio, después de guardar celosamente la hoja que afilaba, caminó hasta una senda que lo sacaba del lugar. Ella se percató de que Haldir notaría su presencia y se levantó rápido; pero no podía ser tan silenciosa como esos seres y él, sintiéndose observado, escudriñó las sombras con sus agudos ojos. Esbozó una discreta sonrisa al ver que no era más que una muchacha oculta tras el follaje dorado y velado ahora por la noche.

-Alassëa lóme Malluiel- dijo haciendo un movimiento con la cabeza. Después, siguió caminando.

Ella sintió un cosquilleo en el estómago. En su cabeza escucho las palabras del elfo, que se transformaron sin querer en su propia voz, por dentro, sin que nadie lo supiera.

"ellos... me llaman Malluiel..." se dijo por vez primera y escuchó en su cabeza sus primeras palabras...

"Desde entonces, cae la noche... y nuestras heridas retoman la esperanza... de un mañana"

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Estoy felíz! Soy libre!! Digo, libre de la prepa, por lo que ahora sí subiré los capis un poco más seguido de lo normal jejeje ^^

Ahora, bueno... dejen hacer algunas aclaraciones: siento que tengo que explicarlo todo con detalles por que ella no sabe de nombres de las cosas complejas, por ejemplo, en esto último no pude decir simplemente que fue a las forjas... ya saben, cosas así... y eso último se refiere a que escuchó su voz interna! Si! Un logro, por que ella era muda de todos lados jejeje ni siquiera hablaba consigo misma... ahora podrá pensar cosas non-santas de los elfos ajajaja (6)

Muchas gracias por sus revius!

Estelita, que chido que te haya gustao el capi y el nombre que le asigné a la chica... y pues eso, que ahora sí hay elfos para aventar 'pa arriba!

Nura: aaaa gracias por los elogios *se sonroja* qué bien que te guste mi fic... por que a mi el tuyo me encanta de sobremanera! Jejeje ^^

Anariel: ay hermanita jajaja siempre me dices que soy mala! Pero ahora no lo he sido tanto, le puse buena vibra, eh?

Carmenchu: gracias por las honras chica! Me río muchísimo leyendo tus revius jejeje me encantan! ^^ y pues aguaaa con Haldir, que la chica todavía anda perdida y ni idea tiene de lo de las parejas (de momento, muajajaja). Y pues eso, me sigo haciendo promoción y diciéndote que si tanto amas a Glorfindel =)_ te leas mi fic largo pues aparece en cada kapi.

Nariko: gracias y no solo por los revius sino por tus siempre buenas ideas y tu ayuda!! Sisisisi ya ves? Esta niña ya comienza a reconciliarse con las cosas buenas de la vida!

Angie: gracias por tus revius y por seguir mis historias, en serio, tener lectores así me entusiasma para seguir escribiendo mis churros bien retorcidos jajaja ^^

Tenna rato!! Y no olviden el reviu |
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