Negación. Todos los personajes y lugares conocidos mencionados en esta narración  pertenecen a J.R.R. Tolkien, y son usados sin fines de lucro, Rosswen, Minya, Altadil, Ascar y demás personajes ajenos a esta historia son de mi propiedad. Fragmento de la canción "A tu lado" de Bobby Pulido. Ya utilizada con anterioridad. Snif… Canción al principio "Si Dios me quita la vida"  cantada por Alejandro Fernández

*Si Dios me quita la vida

Antes que ti

Le voy a pedir

Que concentre

mi alma en la tuya

Rosswen había recibido la noticia mas funesta que un su vida hubiera escuchado. El hecho de que ella se encontraba ya en el reino de su amado Altadil le hacía mas grande la herida, toda pálida, delgada y apenas con fuerzas para dar un paso salió de sus habitaciones, los sirvientes ya le conocían, había llegado sólo hacia un mes y sabían que se convertiría en la futura esposa del príncipe Altadil, las mujeres evitaban los comentarios cuando ella paso a su lado, casi flotando como fantasma, recordaban la expresión de felicidad de la hermosa joven cuando recibió su primer correo en el palacio. ¿Como era  que ahora era una oscura sombra de lo que antes fue?

*Para evitar

Que puedan llegar

Otro querer

A saborear lo que es tan mío

Rosswen no sentía hambre, ni sueño, ni cansancio, tan sólo se dejaba llevar por el impulso de ver por última vez a su amado, pero ¿tendría fuerza para verle dormido? Ese día era el señalado, según todos los cálculos, para que el grupo que traía el cuerpo de Altadil, llegará.

*Si Dios me quita la vida

Antes que a ti

Le voy a pedir

ser el ángel

Que cuide tus pasos

Habían preparado el cuerpo en Rivendel, Lord Elrond se había encargado de cuidarle, de apurar a sus mejores embalsamadores para que el cuerpo del príncipe elfo llegara en perfecto estado hasta su hogar.

*Pues si otros brazos te dan

Aquel calor que te di

Sería tan grande mi celo

Que en el mismo cielo me vuelvo a morir

Le habían vestido de color azul rey, con el sello de la casa de Thranduil en el pecho, pequeñas y casi imperceptibles destellos plateados se habían esparcido por su pecho, sus dos manos una encima de la otra, en una de ellas ostentaba orgulloso el anillo que Thranduil pusiera en sus manos a sus 2000 años, su mayoría de edad y cuando fue proclamado príncipe heredero y futuro rey del Bosque Negro, una vez que el rey Thranduil, hubiera seguido el llamado del mar.

*Eso es solo un pensamiento

Pues en tu momento de locura me confiesas

Que cuando me besas eres tan mía

Como la playa del mar

Le cubrieron con seda blanca, le colocaron en una especie de féretro labrado por los mejores artesanos de Rivendel, una madera blanca y suave serviría como ultimo reposo al príncipe caído. Arwen no lo había querido creer, pero cuando el cuerpo estuvo listo, cuando su peinado fue arreglado, se dirigió hasta el salón de los embalsamadores, desobedeciendo las órdenes de su padre.

*Si Dios me quita la vida

Antes que a ti

Le voy a pedir

ser el ángel

Que cuide tus pasos

Lloró al verle, al tocar sus manos frías y no recibir respuesta alguna, Lord Elrond tuvo que sacarla en brazos al no poder contener sus fuerzas.

Rosswen bajaba las escaleras, Minya le veía descender lentamente y sin hacer ruido, cuando llego hasta ella, pudo observar el hundimiento de sus ojos, esos ojos grises y extraños, irritados de tanto llorar y ya secos por la angustia. Sus labios ya no eran los suaves y frondosos que reían hacia poco mas de un mes, no, estaban secos y marchitos por las veces que trataba de contener el llanto mordiéndoles, su pecho parecía no moverse, casi dudo un instante que respirara, no había signos de movimiento allí. Si le hubieran preguntado, Minya juraría que no tenía mas que un cadáver frente a ella, ya sin alma, ya sin vida.

Pero Rosswen levanto la mano, y unos dedos delgados y finos, salieron entre la holgada manga del vestido, viendo la mirada triste que le recibió, trato de sonreír, pero a pesar de ello, su rostro no se iluminó. El cabello rubio le había arreglado casi maquinalmente, no quería que su amado le encontrara desarreglada, así que le recogió en media cola, uso un hermoso vestido en color azul que cubría su cuerpo enteramente ajustándose a su fina silueta.

A través de los pliegues de la tela, Minya sintió el leve temblor que emanaba Rosswen al posar su mano sobre su hombro. La ahora princesa podía suponer lo que ella sentiría si perdiera a Legolas para siempre, la sola idea le aterraba. Nunca, nunca podría soportar tal dolor, y no sabía como es que Rosswen seguía aun de pie; esta siguió su camino, se escuchaban llantos en las afueras del palacio, cerca de la puerta principal, los sirvientes contenían los gritos, algunas damas del reino habían acudido desde la mañana para recibir a su antiguo amigo, novio o amante. Pero nadie, nadie notó cuando Rosswen llegó hasta el salón principal, delicada, sin hacer ruido, sin exhalar ni un suspiro.

Legolas estaba allí, junto a su padre, ambos vestidos de negro, el rey con los ojos irritados al igual que su hijo, el dolor volvía invadirles como lo había hecho hace un par de milenios con la muerte de Lassiriel, la esposa de Thranduil.

Llegaba Ascar, llegaba Aragorn y Haldir, y detrás de ellos, cuatro fuertes elfos de Rivendel cargando un féretro de blanca madera cerrado. Y Legolas no pudo dar un paso, así que fue la fortaleza del rey quien tomándole del brazo le condujo hasta donde su primogénito.

- ¡hermano mío! – susurró Legolas palideciendo.

Ascar dio unos pasos, pero las lágrimas empezaron a salir de sus ojos, tanto tiempo conteniéndoles, desde la muerte de Altadil, sólo ese día fatídico se había atrevido a llorar, pero al ver a Legolas, al rey y al fondo, aunque muchos no la reconocieran no la vieran, Rosswen.

Los hermosos ojos castaña fijándose en su amigo se inundaban de lágrimas y Legolas le vio como un niño indefenso, suplicando ayuda.

Los cuatro elfos a una seña de Haldir, dejaron el cuerpo en el piso, en el centro del salón, y se retiraron, Thranduil y Legolas estaban a un lado de él, temerosos de abrirle, no le quitaban los ojos de encima, su corazón latía con rapidez, no podían creer, que allí, en esa caja, se encontrara su ser querido, su hijo, su hermano.

La palidez una vez mas subió al rostro del príncipe cuando vio a su padre hincarse junto al ataúd. No encontraba apoyo, las fuerzas le faltaban, ¿Cómo era así que estaba viviendo esa pesadilla? ¡No podía ser verdad! No, seguramente sería un sueño, un horrible sueño y deseaba despertar.

Pero Ascar estaba a su lado, le tomó del brazo, y cuando vio en sus hermosos ojos castaña, las lágrimas de impotencia, que suplicaban su perdón, le tomó en sus brazos.

- ¡Perdóname Legolas…!

- Ascar…

- No pude hacer nada... yo… yo no pude salvarlo… ¡Perdóname Legolas! –exclamaba Ascar en los brazos de su amigo

Pero Legolas no se atrevía a llorar, a decir alguna otra palabra, nunca podría culpar a su amigo, no podría reclamarle.

- Ascar…

- Legolas por favor… ¡Yo le quería, yo le respetaba... por favor…!

Legolas le aprisionó de nuevo entre sus brazos y de ambos se escucharon sollozos, Ascar se sentía culpable y deprimido, le había afectado demasiado el hecho de que Altadil muriera por su culpa, si hubiera estado mas alerta, si no hubiera perdido tiempo, tal vez esto no hubiera sucedido.

Thranduil, seguía arrodillado, acariciando el cajón que llevaba a su amado hijo, vacilando, tentando. Una oscura y esbelta silueta se acercó por la derecha, Rosswen debía de ser, a su lado, de pie, como una estatua.

Aragorn se acercó a la dama al escuchar como un profundo suspiro salía de su boca, creyó que caería de la emoción, pero no, tocando su brazo advirtió la fortaleza que tenía la dama, la frialdad de su cuerpo firme. Rosswen dio una mirada a Aragorn y le sonrió con tristeza, esos ojos tan irritados, esas sombras bajo sus párpados, la palidez del rostro hicieron temblar al mortal.

- Quiero verle… - demando con voz sombría.

El rey volteo sobre su hombro al escucharle, aun no se sentía con la fuerza suficiente para ver a su hijo en su sueño eterno.

Haldir ordenó que saliera la servidumbre, los curiosos y la demás gente del reino que había seguido el cortejo desde su llegada a las puertas del reino. Sólo quedaron allí, Rosswen y Thranduil junto al ataúd del príncipe, Legolas y Ascar, Aragorn y Haldir y llegando solitaria, cuidando de la persona de Rosswen, Minya.

- abridle – dijo Rosswen olvidándose de su lugar en el palacio.

Pero el rey no se contuvo y mordió su puño al ponerse en pie, eso era mayor a sus fuerzas y no lo soportaría, se retiro hasta no tocar el muro, pero aun lo suficientemente cerca para ver a su hijo en sus últimos momentos.

Rosswen dio dos pasos mas, Legolas trató de detenerla pero fue inútil, se hincó junto al féretro y le abrió lentamente.

Mucho fue la sorpresa, Ascar volvió el rostro y se apartó hasta llegar a un lado del rey, volvieron a rodar lágrimas gruesas por el bello perfil del elfo.

Thranduil observó, vio y no podía creerlo, su corazón parecía estallar y sentía unas ansias enormes de ordenarle a su hijo que se levantara de allí, que sólo estaba dormido y les jugaba alguna especie de broma macabra. Pero no se atrevió a acercarse. El aroma a rosas inundó el salón, parecían salir del féretro y una despedida calida para sus seres queridos.

Legolas sintió las manos de Minya sobre su hombre izquierdo, apoyándole, dándole fuerza para ver a su hermano, para rendirle tributo y elevar oraciones por su descanso en el salón de Mandos. Pero Minya pudo advertir, como el cuerpo de su esposo se contraía en su dolor  para luego liberarse leves espasmos de angustia. Vio una lágrima caer de sus límpidos ojos azules, la tristeza en su rostro.

Aragorn y Haldir observaban la escena con absoluto respeto, sin querer intervenir, deseando que todo esto terminara pues el dolor era enorme, y aun má cuando ellos fueron testigos de los últimos momentos del príncipe.

Legolas se acercó hasta Rosswen, se hincó a su lado, murmuró unas palabras pero ella no parecía escucharle, tenía la mirada fija en él, en su amado dormido.

Altadil, con una sonrisa ligera en el rostro, con los párpados caídos, con la juventud congelada, sus manos sobre su pecho, el cabello arreglado. Parecía dormir, y Rosswen deseo besarlo, acariciarlo, llamarle a despertar como tantas veces lo había hecho al llegar el alba.

- Mi amor… Has llegado al fin… - dijo ella sin escuchar a nadie, encerrándose en su mundo de sueños y fantasmas.

Y paso una mano sobre sus rubios cabellos que caían sobre los fuertes y varoniles hombros, trato de percibir la respiración, tal vez era una equivocación y sólo dormía. ¿Podía ser? Pero nada sintieron sus manos mas que la frialdad de los miembros rígidos y pálidos. Sus manos perfectamente entrelazadas y cuidadas. El anillo que tantas veces le había quitado y escondido a su amado en sus juegos, ahora allí, destinados a permanecer juntos para siempre.

"¿Por qué simplemente no se termina la vida aquí y no sufro más? ¿Por qué se tiene que ir él sin mi? ¿Por qué me tiene que dejar aquí, llorando su partida?... ¿Por qué no le veré mas? ¡No es justo!"

Pero ya no había lágrimas de Rosswen, la sonrisa triste en su rostro, y asombrando a todos, petrificándoles, conteniendo el aliento, atestiguaron como Rosswen besaba por última vez a su príncipe caído.

Y fue un beso inocente, como si temiera despertarle, como si fuera su vida en ello, se acercó, bajo a sus labios susurró un "te amo" y le besó. Cálidos y secos labios oprimían débilmente los fríos y sin vida. Legolas pudo jurar que el beso era correspondido, pero nadie le creería.

Rosswen se levantó, y con lentitud se retiro a sus habitaciones, paso donde Minya sin verle, paso donde Ascar sin escuchar su suplica por el perdón, subió las escaleras tal como las había subido, como un fantasma, y llegando a su habitación se dejo caer en la cama. Boca abajo, mirando al cielo gris por la ventana, entraba en un sueño, sintió la brisa, alguien a su lado le interrumpía.

- No quiero a nadie… por favor…

Y siguió observando al cielo, de nuevo la presencia, alguien se sentaba a su lado, junto a sus pies, alguien mas del otro lado pero mas ligero hacía lo mismo, ¿Quién mas si no Legolas y Minya le habían venido a consolar?

Pero no quería mas consuelos, quería perderse, irse de ese mundo donde el dolor era insoportable, dejar libre su espíritu, llegar a descansar donde la carga no fuera tan pesada, donde la alegría de estar con su amado la embargara, si no terminaba con su dolor pronto, la vida perdería el sentido, como ya lo sentía.

Detrás de ella, una suave mano de mujer le acariciaba el cabello, consolándole y eso dio pie a que liberara el llanto que le consumía por dentro, empezó a llorar, a agitarse mientras cerraba los ojos, a cerrar los puño bajo su pecho, a llamar al descanso, al sueño, no podía seguir mas así.

¿No podía, era demasiado, como decirle adiós al ser amado?

"Cuando estoy a tu lado, se detiene todo el tiempo, me entretengo con tus besos, despiertas mis sentimientos…"

Por que no le volvería a besar, a verle sonreír, ya no sentiría sus abrazos, sus juegos sus noches junto a él, planeando el futuro, castillos en el aire. No escucharía su voz en la mañana, diciendo que sólo un rato mas y luego iría a desayunar, no le regañaría por las tantas veces que le hacía sonrojar cuando en público le repetía una y otra vez que le amaba. ¿Para que estar sin Altadil?, ¿Para que vivir sin él?, no tenía sentido.

"…cuando estoy a tu lado, se me olvidan mis problemas, eres mi mejor amiga, quisiera que siempre fueras...

Y la mano le seguía consolando, le acariciaba el cabello, y ella seguía llorando, sin hacer el menor ruido, y recordaba las cartas de Altadil, su profundo amor, sus letras, sus canciones, sus besos. Y es que ya no le volvería ver dormir a su lado, ya no estaría ella allí esperando por que llegara por que nunca lo haría.

A tu lado quiero estar, tengo el cielo en tu mirar, con ansias de poder besar, esos labios que me hacen suspirar, a tu lado yo moriré y en el cielo te esperare y de nuevo ver renacer este amor que es verdadero..."

Y es que… ¿Qué sentido tenía la vida sin él?. La paz le empezó a inundar al tener la certeza de que fue bendecida con su gran amor, pero no deseaba dejarle ir, no, era su vida su mundo. Altadil.

La mano dejo de acariciarle, alguien abrió la puerta, dio un rápido vistazo y al verla sollozar se retiro. Rosswen no se dio cuenta de ello, por que empezaban a secarse sus lágrimas, mas su pecho se agitaba con profundo dolor. Empezó el consuelo de nuevo, el que había estado del otro lado, observándole, se levantó y sintió la brisa del viento al sentirle enfrente de ella, hincado a un lado de la cama.

" Cuando estoy a tu lado, se me olvidan mis problemas, eres mi mejor amiga, quisiera que siempre fueras...

Legolas era muy bueno al ser tan delicado y comprensible. Ahora le acarició el rostro con sus dedos fríos, y susurró su nombre "Rosswen"

Pero no era Legolas quien hablaba, era… era…

- Altadil… - pronunció ella con miedo de abrir sus ojos.

- No temas mi amor… nunca te dejaré… siempre te amaré…Un beso antes de marchar…

A tu lado quiero estar, tengo el cielo en tu mirar, con ansias de poder besar, esos labios que me hacen suspirar, a tu lado yo moriré y en el cielo te esperare y de nuevo ver renacer este amor que es verdadero..."

Y sintió de nuevo sus labios en ella, y las lágrimas volvieron a brotar y el nudo en su garganta se hizo mas grande, conteniendo el aliento, tratando de no caer, su corazón se aceleró, y la mano detrás de ella se detuvo al observar el beso de los eternos amantes.

- No me dejes… - dijo ella abriendo los ojos grises a la tarde para encontrarse con sus gemelos hermosos y llenos de vida como la ultima vez que les observó.

- Nunca… nunca amada mía.

Altadil se puso en pie, y a su lado una mujer hermosa y delgada, de cabello rubio y largo, ataviada de blanco y vaporoso vestido. No había viento, pero parecía que sus cabellos flotaban, que les rodeaba una aurora blanquecina, que la luz se reflejaba en sus cabezas presentándoles una aureola encima.

Y Altadil ofreció una blanca mano, y del otro lado Lassiriel sonreía a su hijo, quien le llevaba del brazo, y él esperaba la respuesta, y le sonreía a su amada, y ella con lágrimas en los ojos, con la sonrisa en el rostro, tomó la mano que le tendían y entro de lado de su amado y de la madre de este, al salón de Mandos, donde reposaría llena de alegría y felicidad hasta el final de los tiempos.

Los funerales fueron breves, la mañana era mucho mas sombría cuando en vez de llorar a uno solo, se lloraba ahora a dos, y es que la pena en los elfos era algo que les podía llevar a la muerte, y esta había sido benevolente con Rosswen al ser rápida y eficaz, evitándole terribles dolores, a lo largo de un tiempo inestimable.

Ascar no había dormido, Legolas y Minya estaba a su lado, tanto había suplicado por el perdón al rey, que no le quedaba mas ganas de decir nada, Thranduil al igual que Legolas le abrazó y volvió a sentir el llanto del elfo de cabellos oscuros sobre su pecho. Aragorn y Haldir también habían hablado al rey, y sólo una triste sonrisa tuvieron a cambio, ellos no tenían la culpa de lo sucedido, y tanto Thranduil como Legolas lo sabían.

El pecho de Minya no soportaba mas sollozos, pero los contenía por que llevando a Ascar a su lado, no quería hacerle recaer en la depresión de nuevo. Legolas apretaba el brazo de su amigo para darle valor y a la vez para dárselo a si mismo y no caer. Aragorn y Haldir marchaban al lado del rey, representando a su gente, avergonzados de tener ese honor en semejante ocasión.

Les llevaron en una gran procesión hasta el Celduin, y una vez que les colocaron en una barca de madera, y prendieron fuego a su alrededor, al caer el la penumbra. Y el Celduin fue bueno con ellos, transportándoles lentamente, Rosswen a un lado de Altadil, ambos hermosos y felices, llenos de paz al fin, se enfilaban hacia su ultima meta, y como una estrella se iba alejando el destello de la luz placidamente, sin remolinos que les interrumpieran, sin olas que les despertaran de su profundo sueño, así les vieron retirarse para siempre, seres tan amados nunca mas serían vistos por sus familias.

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¡Oh! ¿Qué les pareció? Yo la verdad andaba muy depre, y se me ocurrió terminarla, dando con eso fin a mi amor.