SEGUNDO ACTO

HERMANDAD PLATEADA

La reacción de Gaist provocó algo de dolor en Shaina. El día de hoy había sido uno lleno de sensaciones poco antes experimentadas por ella.
Shaina pasó a la celda de su amiga, mientras el Guardia que la había guiado hasta allí, cerraba la reja detrás de ella y se alejaba unos pasos para brindar privacidad a las dos Amazonas.
Finalmente, al encontrarse a solas con su amiga, Shaina se dio cuenta de que, extrañamente, no sabía que decir. Había repasado tantas veces en su mente éste encuentro y las palabras que diría, que al encontrar un escenario tan diferente al esperado, simplemente, enmudeció.
Sin embargo, no fue ella la que rompió el silencio. Gaist, aún sin verla, fue la primera en hablar.
"¿Vienes a decirme 'te lo dije'?"
El tono de reproche impreso en esa primera frase logró hacer que Shaina pudiera encontrar al fin algo que decir. La actitud, de aparente agresión, colocó a la Amazona de Ofiuco, en una posición más conocida, y confortable, para ella: la de defensa y contraataque.
"No." Fue lo primero que dijo Shaina al fin. "He venido a ver a mí hermana en un momento difícil... y también a preguntarle ¿porqué siguió con ésta locura?"
Una vez más, Gaist alzó su cabeza, y dirigió su mirada hacia su visita.
"Todo mundo sabrá mis razones... aunque la primera en conocerlas es la Diosa, por eso, me siento tan... extrañada."
Shaina se acercó a Gaist, la cual, había vuelto a su actitud indiferente que sorprendiera tanto a la Amazona de cabellera verde.
"Pero Gaist, se te había advertido ya..."
La aludida interrumpió a la Amazona de Ofiuco, y mirando alrededor, hizo una pregunta que sonó extraña, ya que pareciera que Gaist estaba continuando con un diálogo que llevara un tiempo en desarrollo.
"Me pregunto... si en verdad somos nosotros la esperanza del mundo." Levantando un brazo, Gaist acarició la rasposa pared de su celda, apreciando que esa textura era parecida a la realidad que vivía en esos momentos. "¿Cómo voy a poder serlo tras mi estancia en éste horrible lugar? ¿Porqué me castiga la diosa?
La pregunta de Gaist sonó a la de un niño herido que se pregunta una injusticia que en su inocencia no comprende pueda ocurrir. Ante la crudeza de la pregunta, Shaina acertó solo a bajar su cabeza una vez más.
"¿Porqué me castiga mi diosa? ¿Porqué me castiga cuando mis acciones fueron para defender al mundo... para defender a la humanidad? ¿Merezco ser juzgada por cumplir con mi deber?"
Shaina respondió casi deseando no hacerlo. Sabía que lo que diría no ayudaría a Gaist.
"Tú no estabas cumpliendo con tu deber, Gaist, y lo sabes."
Sin sostener la mirada a la prisionera, Shaina concluyó.
"Tú estabas haciendo lo que querías, no lo que debías."
Gaist guardó silencio. Shaina, dolorosamente, hizo lo mismo. Fue cuando el dolor se tornó más grande, cuando Gaist rompió nuevamente el silencio con una risa que comenzó como un susurro, y que fue creciendo hasta ser una amarga carcajada, una carcajada de pena, de desesperación, que hace desear al que la profiere, que fuera mejor un llanto franco y sin tapujos.
"No sé que decir... ¿somos nosotros los que no comulgamos con nuestra diosa? ¿O son los dioses los que no comulgan con nosotros?"
Shaina pudo darse cuenta de que la Amazona de la Salamandra, se encontraba muy nerviosa. Las frases que su amiga pronunciara eran peligrosas, sonaban ciertas, pero a veces, hay verdades que no pueden gritarse.
"Gaist..."
Pronunció la Amazona de cabellera verde, intentando detener a su amiga. Su situación hacía particularmente delicada la gravedad de sus palabras. Pero Gaist la rechazó con violencia.
"¿Te das cuenta, Shaina? Es... muy doloroso darse cuenta de que no somos más que sirvientes, no, ¡peor que eso, somos esclavos! Nuestra vida está dedicada a la diosa y su gracia, nos impide tener el privilegio de compartir nuestros intereses con los suyos." El tono de Gaist estaba invadido de una profunda tristeza.
Shaina volvió a aproximarse una vez más a Gaist. Esta vez, con una mezcla de compasión por su vieja amiga, por aquella amiga que consideraba una hermana.
"Gaist, no digas más."
La Amazona de cabellera negra observó a su amiga. Y en su mirada encontró el miedo, y le quedó claro que Shaina, buscaba protegerla.
"Shaina, Shaina..." dijo negando con la cabeza. "Sabes que no necesito protección, no creas que soy una mujer tan débil."
"Y no lo hago, Gaist." Respondió a esa petición la Amazona de Ofiuco. "En muchos sentidos, considero que eres más fuerte que yo. Ya una vez probé tú furia."

A la mente de Shaina, acudieron sin invitación los recuerdos de aquella mañana, en que ella, de once años, y Gaist, de doce, se encontraron por vez primera.
Ellas aspiraban a ser parte del campamento de Amazonas, una aspiración difícil para las chicas que deseaban integrarse a éste. Primero, un breve encierro de concentración en dos cabañas en la cercana villa de Athene. Durmiendo con decenas de desconocidas en condiciones difíciles, las pruebas iniciaban desde ese momento. Finalmente, tras un tiempo que nunca parecía llegar lo suficientemente rápido, se tenía que pasar por una inspección por parte de rudas Amazonas que elegían a sus estudiantes. En esta ocasión fue, la que posteriormente ellas sabrían, era la Amazona más cercana al nivel dorado, la que fuera a visitar el campamento. Esta Amazona ostentaba el nombre de una diosa Artemisa, la Amazona de la Osa Mayor de Plata.
Cuando llegó hasta Shaina, ella confiaba en ser una de las afortunadas seleccionadas a ingresar a la misteriosa orden.
"¿Porqué crees que serías una buena Amazona, muchacha?"
Preguntó la mujer con voz distorsionada por la máscara que ella utilizaba, y que mostraba su estatus de Amazona de Athenea.
"¡Porque soy fuerte!" respondió con la altanería de quien se sobrevalora.
"¿Fuerte?" preguntó la Maestra Amazona. "¿Y quién lo dice, tú?" Agregó incrédula.
"Si." Respondió rápidamente Shaina.
"Si es así, entonces demuéstralo." Obtuvo como respuesta parca e imperativa.
La impetuosa joven no supo como responder al reto de la Maestra. Fue algo que nunca se le ocurrió, ciertamente, ella creyó que con su actitud tendría un lugar asegurado en la orden, pero de pronto, se le exigía una prueba de fuerza.
¿Qué podía hacer?
Girando su cabeza a la izquierda, encontró a una niña algo menor que a ella misma, giró entonces su cabeza a su lado derecho y encontró a una bella muchacha de ojos y cabellos oscuros.
Shaina sonrió satisfecha. La muchacha a su derecha era apenas mayor a ella, pero en ésta edad, a veces un año es muy evidente, el derrotarla podría ser una buena estrategia de demostración de fuerza.
"¡Tú!" dijo Shaina volviéndose hacia la desconocida. "¡Pelea!"
Artemisa observaba todo con interés.
"¿Porqué he de hacerlo?" preguntó la muchacha.
Shaina no esperó más, con un movimiento rápido, intentó cruzarle la cara, pero la muchacha logró evitar el golpe ágilmente.
Los dos guardias que acompañaban a Ártemis intentaron moverse para detener el duelo, pero la imponente Maestra Amazona, alzó sus brazos deteniéndolos.
La intensidad del ataque de Shaina iba en aumento, usando sus brazos con rápidos movimientos, la joven, parecía acorralar a su víctima que no hacía más que evitar los golpes de la muchacha de cabellera verde.
"¿Porqué no te defiendes? ¿Eres una debilucha? ¿Eres una cobarde?" retaba Shaina. "¡Creo que has venido aquí en balde, debías de haberte quedado en casa jugando con muñecas...!"
La agredida comenzó a darse cuenta de que estaba quedándose sin espacio para retroceder, y que su atacante cada vez parecía volverse más rápida. La cabaña comenzó a estremecerse ante la furia de la batalla, y la chica de cabello oscuro, supo que hacer.
Concentrándose pudo analizar los movimientos de su rival. Era tan terrible como una cobra cazando a su víctima. Allá, detrás de ella, se encontraba la puerta, si tan sólo pudiese salir.
Ártemis habló a sus guardias.
"Pongan a las demás en un lugar seguro, esto no lo había visto hacía mucho."
Asintiendo, los guardias tomaron a las otras niñas y las llevaron fuera. Fue cuando la chica de cabellera oscura se movió.
"¡Ahora!" pensó con alivio. Brincando súbitamente, la chica logró hacer brillar, por un instante su puño, con el cual golpeó el techo. Tomada por sorpresa, Shaina detuvo su ataque para ver a la joven suspenderse momentáneamente en el aire. Algo de polvo cayó desde el techo, el cual entró en los ojos de Shaina, ésta, se llevó sus manos a la cara. Entonces, en el sitio en el cual la joven de cabellera negra hubiera golpeado, se partió y cayó pesadamente sobre la joven muchacha de cabellera verde.
Descendiendo al otro lado de lo que fuera la cabaña, la chica salió por la puerta, que aún se tenía en pie. Afuera, Artemisa esperaba a la vencedora. Estaba francamente impresionada.
La chica de cabello oscuro tomó aire, y al darse cuenta de la presencia de la Maestra Amazona se inclinó con respeto diciendo.
"Siento el desorden, Maestra Amazona. ¡Acepte mis disculpas y mi ofrecimiento por reparar lo que he destrozado!"
Guardando silencio por un momento, Artemisa respondió ante la muestra de humildad de la joven.
"Tus habilidades son impresionantes, muchacha ¿cuál es tú nombre?"
"¿El mío?" preguntó la joven asombrada. "Pues me llamo Gaist."
Entonces, todos lo sintieron.
Fue como escuchar el primer trueno que anuncia que una tormenta está a punto de comenzar.
Las aves se inquietaron, y el aire se llenó de algo parecido a electricidad estática.
Ártemisa pensó asombrada.
"¡Ese poder!"
Gaist se volvió sorprendida hacia donde sentia la emanación de poder... ¡la choza!
Con gran estruendo, la puerta de bejuco de la cabaña salió disparada. Y allí, donde estuviera la puerta, una brillante Shaina permanecía de pie.
"¡Aún no terminamos!"
El poder de su cosmo fue disminuyendo, mientras Shaina corría contra su adversaria dispuesta a seguir con el duelo. Estaba a punto de lograr conectar su golpe, cuando de la nada... ¡el cuerpo de la Maestra Artemisa se hallaba allí!
Con firmeza, la Amazona detuvo el golpe de Shaina, la cual, con su inercia y poca experiencia, no se pudo controlar.
"Todo lo contrario..." dijo con voz serena. "...esto ha terminado."
Shaina replicó.

"¡Maestra, permítame demostrarle!"
El temor de perder su única oportunidad la hizo ser más insolente que de costumbre.
"He dicho... que todo ha acabado."
Shaina la observó con un poco de rebeldía y furia, antes de bajar definitivamente su vista, vio a su rival, ahora odiada.
"Si, Maestra."
Artemisa habló entonces, dirigiéndose a Gaist.
"Tienes dotes excepcionales para el combate, muchacha."
Viendo ahora a Shaina, como en reproche, la Maestra continuó.
"No solo eso, tienes la humildad y la disposición correcta, sabes defenderte y analizar mejor el curso de una acción en batalla."
Cada palabra de reconocimiento para Gaist, le parecían dos de insulto a Shaina. Era obvio que no sería aceptada. ¡Qué irónico que en su afán por demostrar fortaleza se hubiera cerrado ella misma las puertas para darle paso a otra persona en su lugar!
" Y por último... " concluyó la Maestra. "...Tienes una habilidad poco común, casi natural para usar tu cosmo. Eso me ha llevado a la conclusión de ponerte bajo entrenamiento para ser una Amazona de Plata."
Shaina sintió que un abismo se abría a sus pies.
¡Amazona de Plata! ¿Esa niña insignificante?
"Maestra ¡yo puedo ser una buena Amazona de Plata también!" dijo interrumpiendo el monólogo de Artemisa. "Si me da otra oportunidad le demostraré que puedo vencer a ésta...!"
Artemisa se volvió hacia Shaina y con dureza dijo:
"Yo soy la que determina quien puede ser qué."
Shaina guardó silencio.
"¡Tú, niña, eres burda y salvaje. Carente de propósito y mesura en la pelea, eres cruel al hacerlo y tienes unos modales terribles!"
La humillación ante tales palabras fueron como un balde de agua fría para Shaina. Sus sospechas estaban siendo confirmadas, sería rechazada de la orden.
"No sólo eso, tú cabeza se llena de aire caliente al pelear, y luchas sin que nada más te importe. Es por eso..."
"Que no seré aceptada como una Amazona de Athena" pensó Shaina con dolor en su mente y maldiciendo su suerte.
Interrumpió Shaina a la Amazona de la Osa Mayor no queriendo escucharlo de la mujer. Gaist, no podía negar que, en su fuero interno, estaba disfrutando la humillación que la insolente muchacha estaba recibiendo. Acercándose a Shaina, Artemisa preguntó.
"¿Cuál es tú nombre, niña?"
La interrogada respondió de mala gana.
"Shaina, mi nombre es Shaina."
Asintiendo, Artemisa dijo:
"Espero que tú actitud se corrija..."
Ambas muchachas abrieron los ojos asombradas ¿sería posible que...?
"Por todo lo que he dicho, Shaina, serás aceptada y puesta bajo entrenamiento como Amazona de Plata."
Ninguna de las dos muchachas acertaron a hablar. Gaist casi pregunta en voz alta porqué.
"Efectivamente, eres fuerte, adivino el poder en ti. Pero tu poder es como poner una bomba en manos de un niño, podrías volarte a ti misma en pedazos, si el mal te lo causaras a ti misma, creo que de alguna manera, no habría un grave problema, pero el daño que causarías alrededor tuyo sería mayor, y eso, no podemos permitirlo. Tienes habilidades que exigen ser desarrolladas."
Poniéndose frente a las dos muchachas, la Maestra Amazona concluyó.
"Ambas serán compañeras, y pronto, serán Amazonas de Plata."
Efectivamente, poco tiempo después, el entrenamiento de ambas muchachas les exigía entrenar a otras aspirantes como Amazonas de nivel de bronce.
Cierta tarde, Shaina regresó a la cabaña que compartia con Gaist. Durante el entrenamiento de esa tarde, Shaina se había lastimado la mano, pero, inusualmente en ella, se había cubierto la herida con un trozo de tela. Recostándose en su camastro, Gaist habló con su compañera, quien tenía un inusual dejo de ternura en su rostro esa tarde.
"¿Y cómo te sientes para las pruebas finales, Shaina?"
Entre ambas existia aún esa rivalidad del inicio, aunque Gaist intentaba, efectivamente, de una manera más seria, entablar algo parecido a una amistad con su compañera. Mientras que Shaina, no podía evitar sentir un dejo de desprecio por la que consideraba su eterna rival.
Sin embargo, el día de hoy, Gaist tenía un humor algo cáustico. Quizá la tensión del duelo final... no sabía ubicarlo en realidad.
"¿No te sientes frustrada de que no exista la Orden de Amazonas Doradas? " preguntó en voz alta una vez más.
Shaina respondió.
"El grado de Plata es el mayor grado para cualquier Caballero o Amazona, Gaist." Dijo Shaina algo irritada. "Los rumores de una Orden de Oro son chismes que pesca la gentuza de la aldea al lavar su ropa."
"Pues tendrás oportunidad próximamente de escuchar esos chismes por ti misma, Shaina."
Gaist no disimuló su tono petulante. Shaina se volvió hacia ella con sorpresa.
"¿Qué quieres decir?"
Gaist poniéndose de pie, se acercó hasta Shaina, y tomando el brazo vendado de ésta, dijo.
"Que muy pronto tendrás que lavar ésta nueva pieza de tu guardaropa, querida... es blanca, y el blanco se ensucia muy fácilmente."
Shaina retiró su brazo bruscamente, e intentó controlar su carácter. Su genio explosivo casi le había valido en tiempos recientes, su retiro de las pruebas finales. Volviéndose hacia la pared para evitar un conflicto, Shaina intentó recordar al amable joven que le hiciera ese vendaje.
"Ya veo que aprecias mucho tu nueva muñequera..." con rudeza, Gaist escaló su conflicto, volteando con rudeza a Shaina hacia ella. "¿Quién te la regaló? ¿Acaso alguien especial?" dijo con tono burlón.
"¡Déjame en paz!" exigió Shaina concentrándose en los días siguientes. "Se repartirán tres Armaduras de Amazonas de Plata... la del Águila, la de la Salamandra y la de Ofiuco...sólo las seis mejores estudiantes lucharemos por ellas, no puedo regalar el combate por una tontería."
"Pues si que estimas este mugroso trapo, cuídalo..." y nuevamente tomándola del brazo vendado, Gaist tiró de la venda rompiéndola y lastimando el brazo de Shaina. "¡Ay, perdón! Ya lo rompí" dijo con voz de burla, provocando a la explosiva muchacha de cabellera verde.
Shaina no pudo aguantar más. Con un giro rápido, tomó a su vez el brazo de Gaist y la lanzó al otro lado.
"¿Qué quieres? ¿Temes enfrentarme en las pruebas finales? Es poco probable, estúpida. Ahora me has hecho enfurecer, creo que ahora le ahorraré la pelea a tú rival de mañana."
"¡Lo mismo digo!" exclamó Gaist.
Afuera, la noche había caído y en la espera de las semifinales al día siguiente para obtener las armaduras de Amazonas de Plata, eran la causa por la que las habitantes del campamento dormían desde temprano.
La cabaña de ambas amazonas comenzó a estremecerse con dos cosmos conocidos por Artemisa, quien reaccionó al sentirlos, despertando de manera súbita.
"¡No!"
En la cabaña, el grito de Shaina, sonó fuertemente.
"¡Muere!"
Explotando su cosmo más fuertemente, Gaist evadía los golpes de Shaina riendo.
"¿Y con estos movimientos tan torpes crees que te pueda temer algún día como una rival? ¡Siempre has sido una fanfarrona!"
Tal vez las constantes burlas por parte de Shaina hacia ella, ocasionaron ese comportamiento inusual en Gaist, tal vez la presión del torneo... quizá el natural sentimiento de rivalidad entre hermanas, o tal vez todo junto, llevaron a la mujer de cabellera oscura, a estallar la noche de hoy. Lo cierto, es que, pensó en todo lo aprendido durante los últimos meses, y supo que hacer.
Con la velocidad del rayo, Gaist, levantó su brazo mientras el resto de su cosmo se concentraba en sus uñas, un ataque mortal para cualquiera. Con asombro, Shaina adivinó las intenciones de Gaist.
"¡La Garra Trueno!" pensó asombrada Shaina.
En ese momento, los cristales de las ventanas se estrellaron ante el surgimiento de energía tan súbito.
"¡Garra...Trueno!" exclamó Gaist.
Shaina se percató de que estaba perdida.
"¿Qué?"
Se preguntó Gaist al notar que una figura familiar se interponía entre ella y Shaina, la figura ya muy conocida de su maestra... Artemisa, La Amazona de Plata de la Osa Mayor. El trueno de un rayo inexistente se escuchó, mientras que unas cuantas gotas de sangre escurrían por el brazo que detuviera el ataque de la joven Gaist, testimonio del poder de ésta.
"¡Maestra!"
Artemis no podía creer. ¿Cómo podía haber llegado ante esta reflexión retorcida de lo ocurrido en el pasado?
"Gaist... ¡qué desilusión!"
La sorpresa y algo cercano al dolor, se apreciaba en la voz de la maestra.
"Hace un tiempo, la situación era distinta… no te creí capaz de algo así al estar tan cerca tú meta."
Gaist bajó su cabeza avergonzada.
"El poder debe ir acompañado de la sabiduría... lo que han aprendido ustedes aquí son técnicas sagradas que deben ser puestas al servicio de Athena y de su protección. No de venganzas personales. Ustedes dos son mis pupilas, y su comportamiento, puede honrarme o avergonzarme."
Llegando hasta Gaist, Artemisa sentenció.
"Creo que cometí un error contigo, Gaist. No permitiré que una guerrera sin honor me avergüence... ¡estás fuera!"
La dura pena sorprendió a las dos jóvenes. Pero siendo siempre más resignada, Gaist aceptó sumisa.
"Si, maestra."
Y fue cuando Shaina razonó que Gaist no estaría más, fue también cuando se dio cuenta de que esa compañera forzada con la que había compartido tanto... ¡le importaba!
"Mañana temprano..." proseguía Artemisa con su sentencia. "...Serás llevada a Athene, de donde partirás de vuelta a tú país, siento mucho haber perdido mi tiempo contigo."
Gaist contuvo sus lágrimas. Artemisa estaba a punto de salir, cuando Shaina la detuvo con unas palabras.
"¡Espere, Maestra!"
La Maestra Amazona se volvió hacia Shaina con cansancio.
"¿Qué deseas, Shaina? ¿No es suficiente castigo para ti? No voy a discutir mis decisiones contigo..."
"No, Maestra..." interrumpió Shaina por segunda vez a la Amazona de Plata de la Osa Mayor. "...Lo que quería pedirle es que retire el castigo a Gaist... y la deje seguir con su camino."
Gaist y Artemisa se volvieron hacia Shaina con sorpresa.
"¿Qué has dicho?" Preguntó la Maestra incrédula.
"Lo que escuchó, Maestra. Le pido que devuelva a Gaist a su prueba..." bajando la voz, Shaina concluyó diciendo unas palabras que incluso su sonido le sorprendieron a ella. "...o le ruego me retire a mí también de la prueba final."
Gaist sorprendida se volvió hacia Shaina y le dijo.
"¡Shaina, no! ¡Haz luchado mucho por obtener éste lugar, no es justo que por mi culpa!"
Shaina la interrumpió.
"No, Gaist, no es tú culpa."
La joven de cabello oscuro guardó silencio, mientras Shaina le hablaba a su Maestra.
"Maestra, Gaist cometió un error. Pero a lo largo de los meses ella ha demostrado su empeño en lograr un objetivo... ella, ella ha sido un gran impulso para mí..."
Gaist no podía dejar de sorprenderse ante las palabras de Shaina, incluso Artemis no podía creer lo que veía y oía.
"Yo he cometido muchos errores, Maestra, y su sabiduría y justicia me han dado la oportunidad de llegar hasta donde he llegado. Ahora le ruego que aplique la misma justicia a Gaist."
Gaist sólo acertó a volverse con agradecimiento hacia la hermosa muchacha de cabellera verde.
"¡Shaina!"
Los ojos de la muchacha se tornaron cristalinos, mientras que Shaina, bajando la cabeza, aguardaba la respuesta de Artemisa.
Tras su máscara, Artemisa, veía con orgullo a Shaina, y tras un angustioso silencio, asintió por fin.
"Así sea."
Dijo con voz serena. "Shaina... estoy muy orgullosa de ti."
Una vez que la maestra se hubiera retirado, Gaist se acercó a Shaina con ansiedad.
"¡Shaina" ¿Porqué?"
Sin volverse a Gaist, Shaina respondió.
"Por justicia... la diosa nos enseña a impartirla." Y mirando directamente a Ghaist, Shaina agregó. "Lamentaría mucho que mi hermana de entrenamiento no participara en las pruebas por las que hemos luchado tanto." Y sonriendo concluyó. "Entramos juntas en esto, y aunque sea una de nosotras logrará su objetivo."
Gaist, recuperada de la sorpresa, llena de entusiasmo ante el ánimo de Shaina, asintió y dijo.
"¡Si, Shaina! Y tienes razón, somos hermanas de entrenamiento, una honrará a la otra."
Sonriendo, Shaina asintió a su vez.
El tiempo, confirmó que serían las dos las llamadas al servicio de la diosa Athenea como Amazonas. Gaist como Amazona de la Salamandra, Shaina como la Amazona de Ofiuco. Ambas, llamadas junto con una tercera, de nombre Marin, que obtuvo la armadura de Amazona del Águila durante las pruebas finales.
Ante la presencia de El Patriarca, las mujeres fueron finalmente ordenadas.
"A partir de hoy, ustedes son la esperanza de una nueva era y las representantes de nuestra diosa..." arrodilladas, las mujeres, ahora cubiertas del rostro por máscaras, escuchaban atentamente. "...Son las guardianas de los principios de Athena, así como de su amor. Su deber principal es obedecer y cuidar de Athena, seguido por el deber de dar testimonio del poder de nuestra diosa en lo posible. Ustedes tres, son seres extraordinarios, que iluminarán a otros."
Las tres mujeres escucharon su misión con sorpresa.
"Así como la diosa es maestra, ustedes practicarán a su vez, un ministerio de enseñanza, las tres impartirán los principios de Athena a otros, no olviden hacerlo con paciencia para el inexperto, y con la caridad del amor que la diosa nos da."

Shaina volvió a la realidad del momento. Los recuerdos, idos al fin.
¡Qué lejana se antojaba esa alegría y ese triunfo hoy! Ahora la rivalidad era entre ella y esa otra Amazona, la oriental llamada Marin. Una rivalidad ejercida, ante todo, por medio de sus pupilos... y el pupilo de ella... ése muchacho, era un recuerdo que atormentaba a Shaina. En verdad, se daba cuenta, de que ambas, tanto Gaist como ella habían sufrido los designios inflexibles de una diosa, y una vez más, desde los últimos días, Shaina se preguntó si su vida había sido ofrecida a una diosa a la cuál, por importarle todos, en un último sentido, no le importaba nadie.

Continúa...

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Ártemis ó Artemisa es la diosa que en efecto, inspira la creación de las Amazonas, y es ella, su principal exponente

Athene es el nombre de la villa que Athenea protegía antes de convertirse guardiana de la ciudad de Athenas en el mito

El origen de ese vendaje ya lo conocemos ¿verdad?

Las contradicciones que sufre Shaina a lo largo de la historia es algo que la hace tan disfrutable

Por supuesto, me refiero aquí a Seiya y Casios, alumnos de Marin y de Shaina respectivamente