N/A: El anterior capi lo tenía hace muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucccccccccccchhhhhhhhhhhhooooooooooooooo tiempo listo, el problema fue q la compu no quería reconocer la disquetera y x consiguiente no podía guardarlo pa cargarlo en Internet. Lo q pasa es q yo escribo en mi compu, pero ésta no tiene conexión a Internet, la otra si y allí no puedo escribir xq sino TODOS lo leerían y a mi me da algo de roche con mi family. En este capi todo será visto desde el punto de MALFOY y sus actividades, etc.
***
"A Veces La Vida Nos Sorprende"
autors: Fallen Innocence
e-mail: ya_se_que_soy_una_desgraciada@terra.co
Draco decidió que de hecho no quería ver a ningún Gryffindor, y menos todos los alumnos de un determinado año de ellos. Él siempre supo como desaparecer, era sigiloso, sí, su padre le había enseñado bien. Hermione había querido hablar con el sobre un asunto, él lo sabía muy bien, pero lo único que no le quedaba bien en claro era sobre cual de todos .... habían taaaaantooos.
De cualquier forma mucho tiempo no tenía, las clases se lo impedían. El último sueño... sí, ése de hecho había sido demasiado insubsistente, el problema claro estaba era en que se había sentido demasiado real. 'A estás alturas ya debería saber que en esa clase de sueños no tengo el control de mi cuerpo. Es como si mi ánima no estuviera allí.' pensó frunciendo la ceja.
Había caminado a paso rápido y seguro por los pasillos de Hogwarts. Un par de alumnas de Ravenclaw de primer año se lo habían quedado mirando por todo su camino por el corredor sin poder cerrar la boca. Eso lo incomodaba en algo, claro está que no del todo y casi nunca. ' El Cara De Cicatriz no va a ser el único que llame la atención', pensó, 'aunque claro nosotros la llamamos por razones distintas.' Sonrió de la manera más engreída que se pudiera concebir en un ser humano, sin embargo, cabe decir que se le veía muy bien ese gesto de superioridad que solo realzaban la perfección de su rostro.
Llegó delante de un retrato de una muchacha vestida de negro con un ceñido vestido largo con un par de aberturas, una en cada lado de la pierna dejando al descubierto parte de su piel, y con el cabello del mismo color negro azabache que el de Harry llegándole hasta los tobillos. Era pálida, casi transparente con unas leves ojeras debajo de los ojos rojos. Sonrió ante la visión de Draco delante de ella, sólo para descubrir unos blancos dientes y un par de colmillos muy puntiagudos.
"Draco," le dijo pasándose la lengua lentamente por encima de los colmillos que la identificaban como una vampiresa. "Me alegro que hayas vuelto. ¿Contraseña?"
"Wir sind Überlegen" (somos superiores)
El retrato se movió brindándole acceso hacia la sala común de Slytherin. La vampiresa viciosa miró macabramente a Draco cuando entró. A pesar de que la criatura de la noche no fuera mas que un cuadro, tenía una extraña fijación en el rubio Slytherin. Deseaba ser suya y a la vez matarlo dándole el beso de plata, el cual solo drenaría hasta la más última gota de sangre de su cuerpo. Si no estaba mal, cosa que era muy poco probable, no había podido evitar que sus sentidos se volvieran locos al oler la dulce sangre de Draco; había olido sangre en él.
Goyle y Crabbe se encontraban sentados en los verdes sillones de terciopelo frente a la chimenea hablando de quien sabe que, mientras tomaban chocolate caliente para conservar el calor. Pansy bajaba del dormitorio de las chicas justo cuando Draco se disponía a subir las escaleras para ir al de los chicos.
"Draco, ¿dónde has estado?" Le preguntó la no muy amable chiquilla y luego agregó con un tono algo ofendido, "Larimar te vino a buscar hace un rato."
"¿Te dijo para que me buscaba? ¿Quería algo?"
"No necesita razones para buscarte, ahora estás todo el tiempo con ella, ¿o me equivoco al decir que en los últimos días desde que llegó ya no estás mas con tus amigos a excepción de que ella también se encuentre presente? " Antes de que Draco pudiera siquiera responderle, Pansy Parkinson prosiguió, "Sí, Larimar si quería algo," sonrió de forma forzada, "te quería a ti, ¿qué mas busca esa chica además de a tu persona?"
"No puedo dejarla sola."
"¿Por qué?"
"Creo que eso no te incumbe en lo absoluto. Sabes, mas que otra cosa, podría jurar por el apellido de mi familia de que suenas herida e incluso celosa. No tengo mas tiempo que desperdiciar en ti, voy a la habitación." Draco subió velozmente ignorando por completo a Pansy quien trataba en vano de desmentir lo que él había dicho. No le importaba si ella pensará en él, o mejor dicho sintiera algo por él. No se llevaban mal, pero no la quería para nada mas que para ser la parte femenina del séquito que siempre lo seguía. Ella le decía todo sobre los demás Slytherins, tenía una manera increíble de conseguir información mediante la conversación casual y no por medio de la fuerza, el temor, la astucia, el silicio, el engaño, la seducción o poder de convencimiento, como lo hacía él.
Entró a la habitación de los alumnos de quinto curso y se aseguró de que no hubiera nadie antes de quitarse la túnica, la corbata, y luego la camisa del uniforme. Buscó frenéticamente un espejo y se lo puso detrás de la espalda mientras que veía el reflejo del mismo en otro espejo de cuerpo completo que se encontraba en la habitación. Sangre. Todo su torso se encontraba ligeramente bañado en sangre, esa era la razón del dolor proveniente de su espalda. Entro en el baño y luego de enjuagarse logró observar mejor. Pequeñas cortaduras de un centímetro cada una por toda la parte superior de su espalda y otras en la inferior, o sea mejor dicho en toda ella. Cinco y cinco en el extremo opuesto como un espejo, así venían. Entonces entendió: marcas de uñas. Eran eso. Eran las uñas que le habían sido clavadas con fuerza durante su sueño. No se había dado por enterado del dolor hasta que se recostó contra una pared y por eso se dirigió a los calabozos de Slytherin justo después de su pequeña conversación con Granger. En un inicio había pensado que todo estaba en su mente, por lo que había soñado, pero al parecer no.
"Maldita Granger," musitó. Su perfecta piel ahora estaba marcada. Lo único bueno en todo el asunto, que Draco pudiera ver era el hecho de que las cortaduras no eran muy profundas así que no iban a dejar la menor marca si se hacía un buen hechizo. "Mejor voy con Pomfrey. A Lucius no le gustará saber lo que está pasando en las pesadillas cuando duermo. Oh si, va a querer mandarme a San Mungo."
Salió de la sala común sin decir palabra, después de volverse a vestir. La Vampiresa Perversa (así se llamaba el cuadro) no se resistió al olor de la sangre en Draco, la cual era cada vez captada mas fuerte por sus sentidos, y sus dientes se encontraba mas descubiertos que nunca. "No quieres que te ayude con eso Draco, estoy mas que dispuesta y tú lo sabes."
Con una sonrisa engreída y a la vez de diversión le respondió con una pregunta, "¿Acaso tanto deseas probarme?"
"De mas formas de las que crees." Draco movió la cabeza de un lado a otro, algo sorprendido aún por la forma tan abierta en que la Vampiresa Perversa manifestaba su impudicia, y mas aún en el hecho de saber que una pintura pudiera sentir lujuria.
"Para otra ocasión será, ciao!" Draco retomó su camino. Durante toda la travesía hacia la enfermería no pudo contener que fluya un río de confusión en su cabeza. ¿Cómo era posible que un sueño pudiera estar dejando rastros en la realidad? ' Esto está muy mal. Ja, estuvo mal desde un comienzo Draco,' le habló su conciencia, 'tú lo sabes, siempre lo supiste, sin embargo pensaste que no podía empeorar pero mira ahora. Sabine... ¿qué carajo hiciste con tus conjuros?'
Madame Pomfrey le preguntó a Draco como se había hechos tantas pequeñas cortaduras en casi toda la espalda. "Pareciera como si te hubieras enfrentado a alguna bestia del Bosque Prohibido." Draco no pudo dejar de sonreír al oír la comparación que hacían entre Granger, o mejor dicho Sabine porque la chica que se encontraba en su sueño no había sido enteramente la sangre sucia había levísimas diferencias físicas entre ellas, casi imperceptibles, y una bestia. Madame Pomfrey colocó con un suave hisopo un líquido mágico y las heridas se cicatrizaron en un par de minutos y con una segunda pasada del líquido azul, éstas desaparecieron, dejando una vez más su piel totalmente impecable sin el mas mínimo rastro de que hubiera habido una sola marca allí.
Cuando se encontraba abotonando su camisa entró Larimar a la enfermería. "Te he buscado por todas partes, Herbología está a punto de comenzar, ¿qué te pasó? ¿Estas bien?" Larimar se le pegó como chicle una vez mas. La respiración de la chica se quedó atrapada por un par de segundos en el fondo de su garganta al ver el definido abdomen del *niño* delante de ella. Cogió la corbata verde y plateada y se la puso a Draco mientras que el seguía abotonándose.
"Me puedo vestir solo, gracias." Dijo secamente con palabras tan duras y frías como el hielo. La chica lo miró algo ofendida. 'Mi padre va a tener que escucharme', pensó Draco exasperado al ver el gesto de inconformidad en la muchacha, 'en lo que me ha metido.' Draco recordó el día en que salió del colegio en dirección a su mansión cuando conoció a Larimar.
"Señor Malfoy," le había dicho Dumbledore cuando lo llamó en el Gran Comedor, "su padre solicita que usted se diriga inmediatamente a su casa. Es de suma urgencia según nos comunicó. Por favor sírvase en tomar el carruaje hacia Hogsmead y luego trasladarse hacia su hogar."
Draco había obrado tal y como se le había sido dicho. No podía pensar en que pudiera ser tan grave para llamarlo de esa manera sacándolo de Hogwarts. No quería imaginarse siquiera de que a su madre le hubiese pasado algo. No, él despejo todo pensamiento sobre ello de su mente, pero entonces, ¿qué era lo que había sucedido?
Al llegar a las enormes puertas de las mansión las abrió de forma intempestiva luego que la cerradura se quitará tras pronunciar las palabras debidas. " All'oscurità noi apparteniamo" (a la oscuridad pertenecemos.--- esta en italiano en francés no sonaba tan cute ^_^, y no sé latín) Si éstas palabras no eran pronunciadas dentro del terreno de la familia Malfoy , el cual se encontraba enrejado, no funcionaba; y la única forma de abrir los negros portones era mediante la primera parte de la contraseña la cual era: Da allora mai (desde siempre) y luego recorrer el largo camino hasta las puertas y pronunciar el resto lo cual quitaba las cerraduras a la mansión. En otras palabras, la contraseña completa sería ' Da allora mai all'oscurità noi apparteniamo ', las tres primeras palabras para que los portones del terreno se abrieran dando paso a vastas extensiones de terreno, y las siguientes para las manijas de oro blanco de los portones de la mansión pusieran ser movidos para así abrir las puertas.
Entró de manera decidida a saber que era lo que sucedía, la duda lo consumía. Buscó a su padre en su estudio y no lo encontró, lo cual le pareció demasiado inusual a Draco. Fue a la ala Este y a la Oeste, y ni aún así encontró rastro alguno de sus progenitores. Por último, antes de ir al área de servicio, en la cual casi nunca había puesto pie, se dirigió al Salón de Plata en donde sus padres acostumbraban a recibir visitas importantes.
" ¡ Draco ! " exclamó Narcissa al ver a su hijo aparecer en el marco de la entrada. Se levantó con delicadeza y a la vez con rapidez propia del entusiasmo, a abrazar lo más efusivamente que le permitían las reglas de etiqueta ante visitas, a su único hijo. É l la abrazó de regresó. Lucius se disculpó ante sus visitas para tomarse un tiempo para saludar a su hijo.
"Draco," lo saludó como era su costumbre y le dió una suave palmada en la fuerte espalda. "Justo a tiempo hijo, no esperaba menos de ti. Lo llevó del brazo hacia las visitas que se encontraban plácidamente sentadas en el sillón de terciopelo plateado. "Draco, él señor Portocarrero, una importante figura del Ministerio de Magia en Sudamérica. "Ludovico, mi hijo Draco."
"Un honor conocer al heredero de los Malfoy, y pronto a ser el mortífago más joven de la historia." Draco frunció en algo el ceño ante la sola idea de tener que servir a alguien. Él sabía por demás de que Voldemort era un hechicero muy poderoso y sobre todo peligroso, aunque él respetaba a alguien que poseyera tanto poder e inspirará tanto temor, él era un Malfoy, no tenía porque servir a nadie, es más, deberían servirlo a él.
"Se equivoca señor," Lucius le dirigió una mirada casi asesina a Draco la cual se suavizo al escuchar el término de la oración ya empezada, "el honor es todo mío."
"Draco, ésta distinguida dama es la señora Maité Portocarrero." Como las reglas de etiqueta se lo habían enseñado, posó un suave besó en la mano de la mujer, quien por un instante pareció sonrojarse ante el mas leve roce de los labios del adolescente sobre su mano.
"Es un gran honor conocer a ambos miembros de tan distinguida familia." Dijo, aunque en su mente una vocecilla dijo con sorna a los visitantes., 'La mía es más distinguida' .
"Lucius, Narcissa, no nos habían comentado de que su hijo fuera tan...tan," era mas que obvio para el esposo de Maité Portocarrero que su señora no sabía que adjetivo colocar a pare de los que seguramente cruzaban por su cabeza que serían: 'deseable', 'atractivo', 'bello'. "...tan.. aristócrata" finalmente pronuncio después de pensar mucho que podría decir que no fuera realmente lo que pasaba por su cabeza. "¿Qué estás haciendo? ¿Qué haz hecho al terminar Hogwarts?"
"Draco no ha terminado el colegio aún," dijo Narcissa brindando una fuerte y agria mirada a la mujer que miraba de manera tan desconocida para ella a su * bebé'* " Draco tiene quince años, Maité." Si las miradas mataran, Narcissa ya hubiera fulminado con la mirada a la mujer tal vez un par de años mayor que ella misma, que se había comenzado a comportarse de manera tan extraña. El rostro de sorpresa de la señora Portocarrero no pasó desapercibido por ningún miembro de la habitación. Lucius observando de antemano que Ludovico Portocarrero pudiera sentirse en algo amenazado por su hijo, y que no quisiese cerrar el negocio despachó a Draco hacía su habitación.
"Draco descansa, acabas de llegar anda a tu habitación y cambiáte de túnica que hoy tenemos una importante cena a las siete."
Draco hizo un pequeña reverencia de despido a todos los presentes y al pasar rozó la mano de su madre quien lo miró con toda la ternura y amor de madre del mundo. Aunque Narcissa fuera una mujer fría y que mirará a los demás como poca cosa, ya que de hecho ella se sentía superior a casi todos, tenía una gran debilidad por su hijo. Después de todo, Draco había sido nacido de su único amor de toda la vida. Era un pedazo de ella y de su esposo en un solo ser.
Draco era unido a su madre al igual como lo había sido con su abuela paterna. La madre de Lucius había sido espléndida en su juventud, así lo demostraban las fotografías a blanco y negro de un álbum de fotos de todos los ancestros de los Malfoy que Lucius guardaba con el mayor recelo.
Caminó por los pasillos y a sus pasos podía escuchar el cuchicheo de los Malfoy hablando de él entre ellos. Draco no tenía la más mínima idea de que era lo que los eternos cuadros de sus ancestros podrían encontrar tan inusual o interesante en él, después de todo eran los mismos que habían adornado la casa desde incluso siglos antes de que él naciera, lo habían visto crecer. Aunque claro, con cada generación que nacía y otra que sucumbía iban aumentando los cuadros. "Me tienen harto dígame que saben que yo no sé."
El cuadro de una Cissely Malfoy fue la que se dignó en responder al chico, "¿No me digas que no sabes querido?" le dijo con una maligna sonrisa, "era de esperarse que pasara lo que pasó, después de todo te pareces muchísimo a mi querido esposo Rhesus."
"¿Me dirás lo que pasó o no?"
"Tan sólo soy un cuadro." dijo la mujer e inmediatamente la figura en la pintura volvió a su usual estado vegetativo. Los cuadros mágicos podían moverse y hablar casi como si estuvieran vivos, pero no mucho. Draco se sabía su árbol genealógico hasta quince generaciones antes de la suya, obviamente Lucius le iba a insistir que aprendiera también las demás. Rhesus era el abuelo del abuelo de su abuelo, o sea era su tátara tátara tátara abuelo. Por curiosidad buscó el cuadro el cuál se encontraba en un corredor no muy lejano en el cual se encontraba el de u esposa. Lo observó, de verdad se parecían, al igual que todos los Malfoy.
Cansado de pensar, decidió no darle mayor importancia a las palabras de un simple recuerdo de un pariente suyo. Logró llegar hasta sus aposentos y giró las manijas de platas de la puerta de caoba abriéndolas de par en par. Entro dentro de la habitación decorada mayormente con negro, verde y plateado. Después de sacar un camisa de seda negra y unos pantalones del mismo color de su clóset, además de uno bóxer de color verde, se dirigió al baño. El baño tenía piso de mármol y allí casi todo era blanco. Draco se desvistió y llenó el jacuzzi hasta el tope para luego hundirse en él. Con mucho cuidado recostó su nuca sobe una almohada rellena de plumas de garza procurando estar totalmente relajado. "¿Para qué diablos me han hecho volver? No entiendo." Habló con él mismo en la confinidad del baño.
Se vistió, ya listo para la reunión que comenzaría dentro de no más de media hora. '¡Qué alegría!, pensó con la más profunda ironía, 'van a venir todos los mortífagos a adular a mis padres y a las visitas.'
Salió de la mansión y se dirigió a los establos. Allí había toda clase de criaturas. Le encantaba montar, y no precisamente a caballo, si no a Pegaso. Poseía un espléndido ejemplar del color de la noche, mas oscuro que el ébano.
"Morte, vamos" Draco subió al lomo del Pegaso y comenzó a dejar que el majestuoso animal cabalgara. Primero cabalgó a gran velocidad únicamente por encima del gras, cansado de la mundana actividad, presionó los costados del Pegaso con sus talones, "Morte è ora di lasciare questa terra mortale" (Muerte es hora de dejar éste mundo mortal.) Y con eso el animal se elevó por entre el gris cielo lleno de neblina. Draco sintió el frígido viento invernal golpeándole el rostro, sentía que cada vez le era más difícil respirar, el aire estaba demasiado denso. Su mente divagó, como siempre que estaba literalmente paseando entre las nubes. '¿Cómo rayos el libro puede tener tanto poder sobre un Malfoy? ¿Por qué tendría que tenerlo? Era obvio que la tonta de Granger nunca debió leer nada que Sabine haya conjurado para su propia protección. Pero, hubo un sueño antes de que ella lo hiciera, entonces eso de hecho ha de traer otra cosa. Si ella solo ha leído en voz alta o reescrito uno, después de que algunos *sucesos* del mundo de las pesadillas ya hubiesen tomado forma mientras dormíamos. ¿¡Por qué tuvimos que be-besarnos.!? Debo de realmente estar enloqueciendo si besé a la sangre sucia en la vida real. De hecho debieron haber sido todos esos sueños los que lo provocaron, nos confundieron. ¿Para qué me habrán llamado?' Ya estaba demasiado tan alto que a Draco se le dificultaba demasiado respirar, había comenzado a ahogarse. Tantas cosas pasando por su mente sin orden alguno lo habían imposibilitado de ver o darse por enterado de donde estaba.
Abrió los ojos de para en par y de forma intempestiva, se le dificultaba demasiado respirar, con mucho esfuerzo logró dar la orden, "Morte risale alla terra maledetta."
Al ir descendiendo hasta tan solo encontrarse unos cuantos metros de altura sobre la tierra, Draco pudo notar una forma de fémina. Una silueta oscura entre la densa neblina. El viento susurró algo en sus oídos, y realmente Draco no estaba del todo seguro de haber escuchado lo que escuchó ya que la brisa solo había silbado, tal vez él había sido el que había distinguido engañosas palabras. "Votre coeur et âme, zut sera pour l'éternité, votre joli visage, deviendra défigurez, faites entrer votre peau lisse, ce que votre coeur a montré à moi"
Draco sintió como si todo le hubiese sido susurrado e incluso pudo sentir, claro está si es que no se había comenzado a volver loco, la espiración de las palabras cayendo en su nuca como heladas cuchillas. '¿Draco, no me digas que no te habías dado cuenta de que la brisa invernal se siente igual?' pensó, burlándose en parte del susto inicial que se había llevado. ' Lo único que nos faltaba: estar alucinando; después de haber cometido los errores, perdón el error más atroz de nuestra corta existencia: tener *contacto* con la sangre sucia de Granger, y tener la mala suerte de tener que soportar a las visitas de mis padres, y la dichosa reunión. Draco, Draco,' le dijo su conciencia, ' al menos estás fuera de Hogwarts y lejos de toda esa sarta de dizque brujos.'
Miró al suelo y si sus ojos no lo engañaban la figura que había visto desde lo alto no desaparecía y los contornos de la silueta estaban cada vez más definidos. Otra sobra apareció pero ésta corría hacia la primera que permanecía en todo momento inmóvil e incólume. También se trataba de una muchacha, pero ésa era mucho más chica que la otra. Entrecerró sus grises ojos tratando de agudizar su visión, sin embargo todo esfuerzo de su parte parecía en vano.
"¡Elinor!" Gritó la niña a la silueta de la mujer quién por primera vez pareció estar viva y no ser parte de un vil juego de sombras y luces, ya que alzó la mano apuntando al cielo en dirección en donde se encontraba Draco junto con Morte.
El Pegaso relinchaba frenéticamente al igual que cualquier caballo común hubiera hecho al sentir miedo. Miedo de una fuerza que iba más allá de la simple comprensión de la bestia. Comenzó a dar vueltas sobre sí mismo en el aire. Pareció como si jinete y animal se encontrasen dentro de un remolino, en el medio de un tornado sin ojo.
Draco sabía lo que seguía: una rápida precipitación hacia el suelo. Y no se equivocó. Cayó, en un segundo más de un millón de pensamientos le inundaron la cabeza. Los más importantes eran si es que iba a estar bien, si es que estaba perdiendo la cordura, si es realmente existía un Dios, y si es que lo había, ¿acaso le iba permitir perder la vida de ésa manera a los quince años?
¡¡¡¡ BUM !!!!
Con un gran estruendo, al abrir los ojos Se encontraba tirado en el gras de costado. Su Pegaso frenéticamente trataba de ponerse de pie. Draco se sentó y sacó sus pies del estribo ya que el animal lo halaba y lo hacía golpearse una y otra vez contra el suelo en cada intentó que hacía por recomponer su equilibrio. Draco había cerrado los ojos un metro antes de darse contra el suelo. Antes de la colisión había visto a ambas figuras con la cabeza en su dirección, y por más que tan solo fuesen negras sombras, Draco supo que lo habían observado en su descenso. No obstante, al acercarse cada vez más y más al suelo, al diluirse la niebla de a pocos, ambas sombras desparecieron. Primero se habían tornado de un color negro plomizo, luego plomas, luego grises, y así sucesivamente hasta hacerse un con la niebla y el aire.
Al estar libre del Pegaso, Draco extendió sus brazos y permaneció tirado en el suelo. Al medio segundo las puertas victorianas traseras de la mansión se abrieron de par en par. Narcissa salía a toda prisa seguida de cerca por un Lucius con un andar bastante presuroso.
"¡ Draco!, " Dejaron salir ambos progenitores de su garganta con voz llena de consternación, miedo y amor, al encontrarse al lado de su vástago. Draco dejo salir un quejido antes de volverse a sentar. " Hijo, ¿ es-"
"Estoy bien." Se apresuró en contestar. En realidad no tenía gran cosa para tamaña caída. Un brazo roto, un fuerte golpe en la cabeza y un rasguño sangrante en la frente no eran nada al costado de haber podido perder la vida. Lucius hizo levitar a su hijo, a pesar de las quejas de éste. No le agradaba en lo más mínimo parecer débil. Narcissa iba al costado y al pasar junto a las visitas, disculpó a ella y a su esposo, y prometió que Lucius regresaría con ellos en tan solo unos segundos.
Al ver hacia las visitas de sus padres, en vez de observar al par de adultos, observó cuatro figuras. Dos eran de muchachas. Ambas lo miraban con preocupación. Draco logró ver a la que al parecer era un par de años menor que la otra, pararse en las puntas de sus zapatos y cuchichear en el oído de la otra cuando pensaba que nadie las estaba viendo. no era bien visto tener secretos ni en las reuniones muggles, ni en las reuniones de brujos. La muchacha de cabello largo asintió con la cabeza y la menor, a la que el cabello le llegaba hasta el cuello sonrió de par en par.
Lucius dejó a Draco sobre su cama junto con su madre y retornó con sus invitados. Narcissa pasó sus delgados dedos por el sedoso cabello rubio platino de su hijo. Sacó su varita, y al igual que Harry durante el torneo de l cuarto curso, sin ningún esfuerzo, algunas medicinas mágicas entraron rápidamente por las puertas entreabiertas. Con su varita eliminó el rasguño y la ruptura soldando el brazo, y en el primer casó dejando la frente intacta. "Ahora la contusión que se te va a formar, mmm" Pensó su madre en voz alta. De una botella le sirvió en una vaso un brebaje con sabor a frambuesa, y se retiró para dejarlo descansar. "Volveré en unos cinco minutos, ése brebaje evitará que te duela la cabeza pero, te hará dormir unos buenos minutos."
Draco sintió que había dormido tan solo unos minutos, no se sentía muy descansado por así decirlo, su mamá entró en la habitación justo después del segundo baño que se daba y cuando estaba abotonando una camisa de seda de color gris. "Mi ropa estaba sucia. ¿Cuánto tiempo tenemos antes de que comience la reunión?"
Su mamá lo miró con ojos confundidos pero portando una dulce sonrisa en los rosados labios,. Apartó las manos de Draco de sus botones para abotonarlos ella misma; era muy raro de que Narcissa hiciera cualquier clase de trabajo manual para beneficio de otros, y le dijo, "Creo que haz dormido más de la cuenta." Posó su mano en donde de antes parecía que se iba a formar una inminente contusión, sin embargo el brebaje había hecho efecto: no había nada. "La reunión ya ha comenzado hace una media hora, bajemos. Tu padre quería saber si estabas en condiciones de bajar."
'¿Por qué el interés de mi padre en que yo salude a sus insulsos amigos?' pensó. '¡ Fabuloso, lo clásico no pasa de moda: sigo siendo la exhibición principal junto con mi madre!' La verdad era que Draco había supuesto que su padre se encargaría de presentar a los Portocarrero en vez de hacer alarde de su hermosa y educada esposa, y su astuto y *maduro* heredero, los cuales se encontraban perfectamente entrenados en las artes oscuras, aunque no en el mismo nivel que él.
Draco bajo las enormes escalinatas, posando su mano derecha en el riel de oro blanco y llevando del brazo izquierdo a su madre la cual llevaba un exuberante vestido de gasa de color negro. '¡Deje mi túnica arriba!' pensó Draco, estando ya en los últimos escalones. Aunque después de cualquier forma se la iba a quitar, la costumbre era mas fuerte. Saludó a todos los invitados de su padre. Los amigos más íntimos y antiguos exclamaron cosas como: "¡Qué grande estás!, "Ya eres todo un hombre.", "El Señor Tenebroso debe estar pronto a llamarte a su servicio.", etc.
Lucius al ver subir disimuladamente a su hijo, no desaprovecho la oportunidad y lo siguió. Necesitaba hablar con él. "Draco, ven." le dijo con su fría voz. "Quiero que te encargues de brindar compañía, diversión y toda tu atención a las señoritas Portocarrero. Evita a toda costa de que se aburran y se quejen ante su padre sobre lo aburrida que es Inglaterra o cualquier cosa que se le parezca. Queremos que el señor Portocarrero esté feliz, ¿o no?"
"Si padre." Asintió Draco con voz monótona y más por costumbre que por realmente haber escuchado y tomado en cuenta las palabras de su padre. De cualquier forma iba a tener que hacer lo que le dijiera que haga si es que no quería acabar en Dios sabe donde.
"Bien, bien, sus nombre son Larimar y Aldonza respectivamente. Baja Draco y cumple al pie de la letra lo que te he indicado." Le dio una leve palmada en el hombro izquierdo y le indicó con un ademán que bajará. Ambos, descendieron con sigilo sin que nadie pudiera siquiera advertir el hecho de que el anfitrión y el hijo habían cometido una atroz falta en las reglas de etiqueta. Hombre junto con niño bajaron, aunque para cualquier par de ojos de brujos o de muggles, bajaban dos hombres.
Meité Portocarrero se apresuró al los Malfoy. "Señor Lucius, Draco, ¿han visto a Ludovico? no lo encuentro por ningún lado pero claro, entre tantos brujos es algo difícil y especialmente en una mansión tan grande. ¿Joven Draco le molestaría ayudarme a buscar a mi esposo?"
"Señora Portocarrero, recordando que me comentó que sus hijas, bueno, no se encuentran muy entusiasmadas con ésta reunión, he pensado en la mejor forma de resolver ese dilema suyo; mi hijo las entretendrá. Entre niños se entienden."
Lucius acababa de dictar su sentencia como buen verdugo, y él como buen reo se dirigió a otro ambiente del salón el cual era un bastante mas pequeño e íntimo. Vio a un par de chiquillas bonitas. muy arregladas de cabello muy negro y lacio ambas; la de cabello corto llevaba una túnica amarillo patito mientras que la de cabello largo una de color verde oscuro. La muchacha de cabello hasta el cuello y cerquillo miró a Draco directamente a los ojos y él solo hizo un gesto de saludo, una ligera inclinación de la cabeza. La muchacha solo pestaño y se volteó a cuchichear algo en el oído de su hermana quien miró a Draco al instante que su hermana también le lanzó una mirada de reojo mientras que seguía susurrando.
"Larimar, ¡ es divino ! No conocemos a nadie que le parezca, ¿o si? No lo creo, lo recordaría."
La muchacha de cabello largo se volteó y le dijo en el oído a su hermana, "¿ Haz visto sus ojos? Creo que son plateados?"
"¿Cómo te puedes estar fijando en sus ojos? Aunque a decir verdad, sí son muy bonitos, pero ¿haz visto su cuerpo?"
Draco se estaba comenzando a aburrir. Las chiquillas lo miraban y rumoreaban entre ellas, lo volvían a mirar, volvían a cuchichear, todo era una secuencia tan predecible. Miró hacia su lado izquierdo en dónde estaba el ambiente principal del salón mirando su salida de todo ese circo, sólo para chocar con los ojos de Lucius los cuáles estaban duros. Resopló y se acercó con su típico paso seguro. Ambas dieron un saltó disimulado y se pusieron de pie. si no hubiera sido por los distintos cortes de cabello y que una tenía el cuerpo más desarrollado que la otra al igual que la altura, podrían haber sido confundidas por gemelas idénticas.
"Me llamó Draco, Draco Malfoy." dijo.
"Entonces, ¿tú vives aquí?" se apresuró a responder la que obviamente era menor, la túnica color amarillo resaltaba su bronceado. "Perdón, me llamo Aldonza Portocarrero. ¿Cómo es tener una mansión tan enorme, y siendo hijo único debes tener todo el espacio y tranquilidad del mundo?"
Draco le sonrió y sus ojos se iluminaron al ver que la muchacha se ponía colorada, "No sé como podría ser distinto, he vivido toda mi vida así. Estoy acostumbrado a conseguir lo que quiera, tanto de todo como soledad y paz."
"Me llamó Larimar," musitó de la nada la otra muchacha. Mientras él había cruzado palabras con Aldonza, ésta había parecido ida como si su mente y alma hubieran estado en otra parte dejando el cascarón de su cuerpo allí parado lívido."¿Vas a Hogwarts supongo?"
"Si, tú madre pensó que ya había terminado."
"Pareces mayor de lo que eres, eso es algo que te puedo decir con total seguridad." Le respondió Larimar mientras se llevaba a los labios una copa llena de vino de lulo.
"¿Estás en el séptimo curso?" Preguntó Aldonza llevándose la manos al cabello para arreglar su cerquillo el cual se había separado en dos partes, lo unió de vuelta.
"No Aldonza," Larimar habló antes de que Draco siquiera pudiera abrir la boca, "Tiene quince, por lo tanto debe estar en el quinto curso."
Draco la miro extrañado, sus cejas se habían fruncido. "Tengo razón. ¿Te sorprende tanto acaso?"
"A decir verdad sí. Bueno, tampoco es imposible que no me calcularas la edad exacta, tienes buen ojo para eso."
"Larimar tiene buen ojo para ver a las personas," replicó Aldonza quien se estaba comenzando a sentir algo desplazada. "Oímos que tuviste un accidente con tu Pegaso hoy."
Draco asintió con un monosílabo. Todos sabían que no era bueno ni en el mundo muggle ni en el mundo mágico ver y escuchar cosas. Draco desvió el tema de la conversación hacia los asuntos de ellas mismas. La conversación siguió el rumbo habitual que cualquier otra hubiese tenido. Draco aún no lograba del todo saber que era a lo que el cuadro se había referido. No le agradaba para nada el tema de estar ignorante sobre algo que al parecer había causado revuelo entre unos viejos cuadros que por llevar tantas centenas colgados, casi todo lo habían visto.
Finalmente, conforme se acercaba el final de la velada, Lucius y Ludovico parecían adentrarse cada vez más en una discusión. 'De negocios...para variar.' pensó Draco pero se vio algo sorprendido al ver que ambos magos llegaban a un acuerdo con una sonrisa en los labios.
Finalmente, Lucius se le vantó de su confortable sillón de cuero negro y hizo un importante anuncio. "Mis distinguidos invitados, es un honor para mi anunciarles que..."
Draco se quedó con la mente en blanco, los ojos fijados en un lugar y con la boca abierta del asombro. 'QUE QUé??? Había escuchado bien????? Acaso todos se habían vuelto dementes????
Draco exhaló con algo de fastidio. 'Sí, así fue,' se recordó fríamente a sí mismo. Así hab1a sido como su vida había sido vendida a Larimar Portocarrero. Su presente futuro y vida ya no le pertenecían, y él estaba seguro que nunca lo habían. ...Había sido comprometido con Larimar...
Después de la cena observó por el rabillo del ojo al Trío. mientras que caminaba secundado por Crabbe, Goyle y Larimar, la última sin cansarse de lanzarles indirectas a los primeros para que los dejaran solos, indirectas que para suerte de Draco, no captaban. Miró a Granger, ' De hecho está mejor.' pensó, pero antes de poder desviar su mirada de la linda castaña, un inhóspito brillo en su cuello le llamó la atención rápidamente. En un segundo se llevó las manos al cuellos y se las pasaba una y otra vez como buscando algo, frotándose el cuello hasta enrojecerlo. Un desconcierto se poso en su mirada mientras que miraba el brillante hilo en el majestuosos cuello de Granger con gran asombro.
"Mi cadena... pero qué rayos!" Murmuró...
***
N/A: He escrito un capi largo y como no iba a alcanzarme el final, simplemente lo terminé de forma rápida. REVIEW PLZ!
