2. En la Madriguera otra vez.
Al oír el tan acostumbrado grito de tía Petunia para despertar a Harry este tardó varios minutos en recordar lo sucedido. Cuando se puso las gafas y miró hacia su escritorio casi se cae de la cama al darse cuenta que donde antes había un pequeño polluelo ahora había un hermoso fénix...blanco. Se quitó las gafas, se frotó los ojos y se las volvió a poner, pero el extraño fénix seguía allí, mirándolo, no era una imaginación suya. Saltó de la cama y cogió el libro, pero no se equivocaba, los fénix son escarlata y oro, no blanco azulados con el pico y las patas plateados...
En ese momento Harry oyó algo que lo sacó bruscamente de su asombro:
-Si quieres comer baja de una vez, vago anormal.-gritó tía Petunia.
Después de decirle a Falcore que debía quedarse en la habitación hasta que él volviera, Harry bajó a desayunar. Cuando se sentó y empezó a comer lo que su tía le sirvió, su tío vio la cadena del Medallón y preguntó de malos modos:
-¡Eh! ¡Tu, mocoso!¿Dónde has robado eso? ¡Es demasiado valioso para ti! ¡Dámelo!
-Yo no he robado nada, me lo ha regalado mi PADRINO, y no me lo pienso quitar- mintió Harry con un aplomo que le sorprendió hasta a él mismo.
Ante la mención del "peligroso" padrino de Harry los Dursley callaron de repente temerosos de lo que su sobrino le pudiera decir si le quitaban la joya, para salir del aprieto tío Vernon bufó:
-Entonces debe ser falso, ningún prófugo tiene semejante joya.
Al oír esto Harry sonrió y acabó de desayunar
Varios días después de esta discusión Harry recibió la contestación de Ron.
Querido Harry:
La tienda de animales mágicos del Callejón Diagon tiene un catálogo de ventas vía lechuza, te lo mando con la carta, ¿por qué lo preguntas?
Tengo una buena noticia, el Profesor Dumbledore dejará que pases las dos últimas semanas de las vacaciones con nosotros. Pasaremos a buscarte en coche el día quince de agosto a las 5pm. Estate preparado.
Se despide
Ron
En cuanto acabó de leer la carta Harry miró el catálogo y encontró lo que le interesaba: una jaula para fénix y una percha como la que tenía el Profesor Dumbledore sólo que de plata y plegable, para mayor comodidad. En total no superaban los 21 galeones. Mandó el pedido y el permiso para sacar la cantidad exacta de su cámara acorazada en Gringotts.
Los días pasaban despacio para Harry en Privet Drive, pues sus tíos no lo dejaban salir de su habitación más que para las comidas y como no tenía otra cosa que hacer estaba investigando que era la misteriosa poción regalo de Hermione.
Tres días antes de que los Weasley lo fueran a recoger Harry se encontraba asomado a la ventana descansando de su todavía infructuosa búsqueda en el libro de pociones, ya era muy tarde, lo suficiente para que ningún vecino se percatase del extraño grupo que se acercaba aleteando fatigosamente. Eran las lechuzas que debían entregarle el paquete con su pedido de la tienda de animales mágicos, empezaba a pensar si no le llegaría antes de marcharse con los Weasley.
Las lechuzas llegaban verdaderamente agotadas ya que el paquete era enorme y muy pesado, después de que Harry hubiera desatado el paquete y darles algo de agua estas volvieron a emprender el vuelo, saliendo por la ventana abierta. Como le había parecido a Harry el paquete era enorme, y al abrirlo comprobó que además de su pedido, una jaula y una percha para fénix, había lo que parecía un paño de terciopelo blanco para cubrir la enorme jaula.
-¡Por fin a llegado! ¿Te gusta, Falcore?-dijo Harry, mostrándole lo que había en el paquete a su fénix, que comenzó a volar por el techo del cuarto silbando su hermoso e inquietante canto.
La brillante luz del sol despertó a Harry antes que el grito de su tía. Mientras estaba tumbado en la cama, aun medio dormido, una enorme sonrisa apareció en su rostro, ¡por fin había averiguado para que servía el regalo de Hermione! Y tenía razón, le iba a ser muy útil. Era una poción para hacer al que se la tomara y lo que estuviera en contacto con él en inmateriales, como fantasmas, había encontrado la descripción al final del libro de pociones, pero no la fórmula, ¿de dónde la habría sacado Hermione? ¿Tal vez del libro del próximo curso?
Ahora que pensaba en ello se dio cuenta de que aun no le había llegado la carta de Hogwarts con el material. Decidió que en cuanto los Weasley llegaran les preguntaría si a ellos les había llegado. Estaba aun sumido en sus pensamientos cuando bajaba a desayunar. El tiempo se le pasó volando preocupado como estaba por los muchos e importantes enigmas en los que se hallaba involucrado. Cuando se quiso dar cuenta le quedaban menos de diez minutos para preparar su baúl e irse con la familia de su mejor amigo Ron. Subió corriendo las escaleras y comenzó a meter todas sus cosas en el baúl a toda prisa, si no se apuraba no le daría tiempo y podría dejarse algo. Al darse cuenta de que tendría que cargar con dos jaulas, una de las cuales era muy pesada decidió mandar ha Hedwig volando para así poder llevar su jaula en el baúl. Metió a Falcore en su jaula y lo cubrió con el paño. Algo le decía que cuanta menos gente lo viera mejor. En el momento en que acababa de bajar su baúl sonó el timbre de forma insistente, Harry fue a abrir y se encontró con el señor Weasley que lo saludó amablemente:
-¡Hola, Harry! ¿ya lo tienes todo aquí?
-Casi todo, señor Weasley, me falta una jaula.
-Ve a por ella mientras los gemelos meten en el coche el baúl.
En ese momento Harry se dio cuenta que tras el señor Weasley estaban Fred y George.
-¡Hey, chicos! No os había visto.-luego en un susurro añadió- Luego me enseñareis todo lo que habéis avanzado.
Para sorpresa del señor Weasley los tres se empezaron a reír a carcajadas. Tras este suceso Harry subió corriendo las escaleras a buscar a Falcore, ya cómodamente acomodado en su enorme jaula.
-Ya nos vamos, así que no hagas ruido hasta que te destape.
Y bajó mucho más despacio que antes debido al peso del pájaro .Al entrar con semejante jaula en el coche todos se quedaron extrañados.
-Harry, ¿qué llevas ahí dentro, una arpía?- dijo Fred para regocijo general.
-No, Fred es que Hedwig a engordado tanto que ya no entraba en la otra. jajjajaajjajajajaja.-ese era George .
-No, Hedwig va volando.-respondió Harry a las bromas de los divertidos gemelos.
-Entonces ahí dentro debes llevar a tu primo, déjame ver...-dijo Ron uniéndose a las bromas de sus hermanos he intentando levantar el paño que cubría la jaula.
-No, Ron, os lo enseñaré cuando lleguemos, pero no antes.
Y entre bromas y especulaciones de los gemelos el viaje pasó muy rápido. Pronto llegaron a "La Madriguera".
Al oír el tan acostumbrado grito de tía Petunia para despertar a Harry este tardó varios minutos en recordar lo sucedido. Cuando se puso las gafas y miró hacia su escritorio casi se cae de la cama al darse cuenta que donde antes había un pequeño polluelo ahora había un hermoso fénix...blanco. Se quitó las gafas, se frotó los ojos y se las volvió a poner, pero el extraño fénix seguía allí, mirándolo, no era una imaginación suya. Saltó de la cama y cogió el libro, pero no se equivocaba, los fénix son escarlata y oro, no blanco azulados con el pico y las patas plateados...
En ese momento Harry oyó algo que lo sacó bruscamente de su asombro:
-Si quieres comer baja de una vez, vago anormal.-gritó tía Petunia.
Después de decirle a Falcore que debía quedarse en la habitación hasta que él volviera, Harry bajó a desayunar. Cuando se sentó y empezó a comer lo que su tía le sirvió, su tío vio la cadena del Medallón y preguntó de malos modos:
-¡Eh! ¡Tu, mocoso!¿Dónde has robado eso? ¡Es demasiado valioso para ti! ¡Dámelo!
-Yo no he robado nada, me lo ha regalado mi PADRINO, y no me lo pienso quitar- mintió Harry con un aplomo que le sorprendió hasta a él mismo.
Ante la mención del "peligroso" padrino de Harry los Dursley callaron de repente temerosos de lo que su sobrino le pudiera decir si le quitaban la joya, para salir del aprieto tío Vernon bufó:
-Entonces debe ser falso, ningún prófugo tiene semejante joya.
Al oír esto Harry sonrió y acabó de desayunar
Varios días después de esta discusión Harry recibió la contestación de Ron.
Querido Harry:
La tienda de animales mágicos del Callejón Diagon tiene un catálogo de ventas vía lechuza, te lo mando con la carta, ¿por qué lo preguntas?
Tengo una buena noticia, el Profesor Dumbledore dejará que pases las dos últimas semanas de las vacaciones con nosotros. Pasaremos a buscarte en coche el día quince de agosto a las 5pm. Estate preparado.
Se despide
Ron
En cuanto acabó de leer la carta Harry miró el catálogo y encontró lo que le interesaba: una jaula para fénix y una percha como la que tenía el Profesor Dumbledore sólo que de plata y plegable, para mayor comodidad. En total no superaban los 21 galeones. Mandó el pedido y el permiso para sacar la cantidad exacta de su cámara acorazada en Gringotts.
Los días pasaban despacio para Harry en Privet Drive, pues sus tíos no lo dejaban salir de su habitación más que para las comidas y como no tenía otra cosa que hacer estaba investigando que era la misteriosa poción regalo de Hermione.
Tres días antes de que los Weasley lo fueran a recoger Harry se encontraba asomado a la ventana descansando de su todavía infructuosa búsqueda en el libro de pociones, ya era muy tarde, lo suficiente para que ningún vecino se percatase del extraño grupo que se acercaba aleteando fatigosamente. Eran las lechuzas que debían entregarle el paquete con su pedido de la tienda de animales mágicos, empezaba a pensar si no le llegaría antes de marcharse con los Weasley.
Las lechuzas llegaban verdaderamente agotadas ya que el paquete era enorme y muy pesado, después de que Harry hubiera desatado el paquete y darles algo de agua estas volvieron a emprender el vuelo, saliendo por la ventana abierta. Como le había parecido a Harry el paquete era enorme, y al abrirlo comprobó que además de su pedido, una jaula y una percha para fénix, había lo que parecía un paño de terciopelo blanco para cubrir la enorme jaula.
-¡Por fin a llegado! ¿Te gusta, Falcore?-dijo Harry, mostrándole lo que había en el paquete a su fénix, que comenzó a volar por el techo del cuarto silbando su hermoso e inquietante canto.
La brillante luz del sol despertó a Harry antes que el grito de su tía. Mientras estaba tumbado en la cama, aun medio dormido, una enorme sonrisa apareció en su rostro, ¡por fin había averiguado para que servía el regalo de Hermione! Y tenía razón, le iba a ser muy útil. Era una poción para hacer al que se la tomara y lo que estuviera en contacto con él en inmateriales, como fantasmas, había encontrado la descripción al final del libro de pociones, pero no la fórmula, ¿de dónde la habría sacado Hermione? ¿Tal vez del libro del próximo curso?
Ahora que pensaba en ello se dio cuenta de que aun no le había llegado la carta de Hogwarts con el material. Decidió que en cuanto los Weasley llegaran les preguntaría si a ellos les había llegado. Estaba aun sumido en sus pensamientos cuando bajaba a desayunar. El tiempo se le pasó volando preocupado como estaba por los muchos e importantes enigmas en los que se hallaba involucrado. Cuando se quiso dar cuenta le quedaban menos de diez minutos para preparar su baúl e irse con la familia de su mejor amigo Ron. Subió corriendo las escaleras y comenzó a meter todas sus cosas en el baúl a toda prisa, si no se apuraba no le daría tiempo y podría dejarse algo. Al darse cuenta de que tendría que cargar con dos jaulas, una de las cuales era muy pesada decidió mandar ha Hedwig volando para así poder llevar su jaula en el baúl. Metió a Falcore en su jaula y lo cubrió con el paño. Algo le decía que cuanta menos gente lo viera mejor. En el momento en que acababa de bajar su baúl sonó el timbre de forma insistente, Harry fue a abrir y se encontró con el señor Weasley que lo saludó amablemente:
-¡Hola, Harry! ¿ya lo tienes todo aquí?
-Casi todo, señor Weasley, me falta una jaula.
-Ve a por ella mientras los gemelos meten en el coche el baúl.
En ese momento Harry se dio cuenta que tras el señor Weasley estaban Fred y George.
-¡Hey, chicos! No os había visto.-luego en un susurro añadió- Luego me enseñareis todo lo que habéis avanzado.
Para sorpresa del señor Weasley los tres se empezaron a reír a carcajadas. Tras este suceso Harry subió corriendo las escaleras a buscar a Falcore, ya cómodamente acomodado en su enorme jaula.
-Ya nos vamos, así que no hagas ruido hasta que te destape.
Y bajó mucho más despacio que antes debido al peso del pájaro .Al entrar con semejante jaula en el coche todos se quedaron extrañados.
-Harry, ¿qué llevas ahí dentro, una arpía?- dijo Fred para regocijo general.
-No, Fred es que Hedwig a engordado tanto que ya no entraba en la otra. jajjajaajjajajajaja.-ese era George .
-No, Hedwig va volando.-respondió Harry a las bromas de los divertidos gemelos.
-Entonces ahí dentro debes llevar a tu primo, déjame ver...-dijo Ron uniéndose a las bromas de sus hermanos he intentando levantar el paño que cubría la jaula.
-No, Ron, os lo enseñaré cuando lleguemos, pero no antes.
Y entre bromas y especulaciones de los gemelos el viaje pasó muy rápido. Pronto llegaron a "La Madriguera".
