5. Desastroso viaje de regreso a Hogwarts.
Ya había llegado el día de regresar a Hogwarts, Harry estaba más contento que otras veces que había pasado el verano con los Weasley porque allí podría empezar a investigar todos esos misterios que últimamente plagaban su vida y también vería a Hermione.

Los chicos corrían por toda la casa buscando plumas, libros, tinta, túnicas, George incluso estaba buscando su varita que parecía haber desaparecido. Cuando llegaron los coches del Ministerio todos estaban ya listos. Harry llevaba a Falcore destapado, ya que había estado entrenándolo desde su desastrosa visita al Callejón Diagon y ahora podía hacerse pasar por un fénix normal en cualquier momento. Pronto llegaron a la estación de Kings Cross.

Al atravesar la barrera que conducía al anden 9 y 3/4 se encontraron con la habitual multitud que había allí a principios y finales de curso. Vieron a varios conocidos, pero no lograron encontrar a Hermione.

-Tal vez ya este en un compartimiento esperándonos-dijo Harry, mirando la furiosa cara de Ron.

-O tal vez la hallan hecho Prefecta, este en su vagón y ni siquiera halla venido a saludarnos.-dijo este cada vez más furioso.

-Vamos, Ron, no seas así, sabes que Hermione no haría eso. Subamos o perderemos el tren.-dijo Harry tratando de cambiar de conversación.

Al subir vieron que todos los compartimentos estaban ocupados menos el último. Allí se acomodaron. Durante su recorrido a lo largo del tren se dieron cuenta de que además de Hermione faltaba alguien más...

Draco Malfoy no estaba en el tren y estaba a punto de arrancar.

-Quizás lo mandaron a Durmstrang como el quería.-dijo Harry algo intrigado y aliviado, si se iba no tendría que aguantar sus burlas más tiempo.

-Ojalá, así alguien podría tirarlo a un glaciar y hacerle un favor al mundo.-añadió Ron esperanzado.

En ese momento la puerta se abrió y una voz preguntó humildemente:

-¿Me puedo sentar aquí?-a Harry aquella voz le resultaba familiar, aunque no lograba identificar a su propietario.

Cuando Ron y Harry se dieron la vuelta se quedaron boquiabiertos al ver quien se encontraba en el umbral.

Era el mismísimo Draco Malfoy, pero no el Draco Malfoy que habían dejado inconsciente al final del anterior curso, parecía como si toda su presunción y confianza se hubieran esfumado. ¿qué podía haber provocado semejante cambio en él?

-No hay ningún otro sitio libre. ¿Me puedo quedar?-dijo con voz suplicante.

-Pues... de acuerdo.-dijo Harry aún atónito y extrañado.

Al decir esto recibió una mirada de agradecimiento de Malfoy y una asesina y de reproche de Ron. Tras sentarse y acomodar sus cosas, Malfoy empezó a hablar titubeante.

-Yo...quería pediros disculpas...por mi comportamiento...estos años...Yo...lo siento-dijo Malfoy cabizbajo a unos Harry y Ron que se encontraban totalmente perplejos. Al darse cuenta de que estaba esperando una respuesta Harry logró articular, aun embargado por la sorpresa:

-No importa, lo pasado, pasado está, pero...¿qué es lo que te ha hacho cambiar de actitud hacia nosotros?

Malfoy se estremeció ante esta pregunta, como si le hiciera recordar el peor episodio de su vida.

-Vosotros sabéis lo de mi padre, ¿no?

-¿Qué es Mortífago? Si, ¿por qué?

-Él quería que siguiera sus pasos y me llevó a una convocatoria en la que algunos Mortífagos habían llevado a sus hijos ante el Señor Tenebroso para que nos enseñara las Maldiciones Imperdonables...pero yo no fui capaz de torturar a nadie, no podía ver sufrir a alguien de esa manera...así que me la aplicaron a mí...mi propio padre.-después de esta última aclaración se hecho a llorar amargamente.

Harry y Ron quedaron tan impresionados por lo que les acababa de contar el que hasta hacía poco creían su peor enemigo que durante unos momentos no pudieron reaccionar, pero cuando lo lograron asimilar todo se fueron a sentar a su lado para intentar consolarlo, pero parecía que no sólo le habían aplicado la maldición Cruciatus, si no que también lo habían torturado a la manera tradicional, porque cuando le dieron unas palmadas en la espalda su pálida cara se crispó de dolor. Mientras intentaban que se calmara los chicos pensaban cómo había podido hacerle eso su propio padre, por muy Mortífago que fuera tenía que querer a su propio hijo, ¿o no?

Al fin lograron que se calmara un poco y les contó que allí había algunos Slytherin de sexto y séptimo año que sabían lo que había pasado y ahora le aterrorizaba la idea de pasar las noches sin protección contra ellos, pues sabía demasiado y tenía miedo de que el Señor Tenebroso quisiera matarlo.

Al contarles esto dejó aun más impresionados a los chicos. Ellos tratando de ayudarle le sugirieron que le pidiera ayuda a Snape, pero él aun más aterrorizado les dijo:

-Pero él es espía de los Mortífagos.-dijo- Yo lo oí allí, es lo que más miedo me da.

-Díselo a Dumbledore, seguro que él te puede ayudar y seguro que lo hará.- dijo Harry muy convencido mientras pensaba para sí que aquello era lo que Dumbledore le había mandado hacer a Snape el año pasado, sí era lo que él creía, pero hasta ahora no había tenido la seguridad de que era así.

De esta manera lograron pasar el viaje aunque de vez en cuando volvían a extrañarse de la ausencia de Hermione, el mismo Malfoy preguntó por ella al darse cuenta de que no se encontraba en el compartimiento, resultaba muy extraño que Hermione Granger, la chica que estaba en contra de saltarse normas, la defensora de los elfos domésticos, la mejor estudiante de Hogwarts llegara tarde o perdiera el tren, ¿qué le habría pasado? Nadie parecía tener la respuesta a este interrogante.

El viaje siguió tranquilo, recibieron las visitas de sus amigos que se extrañaron al encontrarse a Draco Malfoy hablando tranquilamente con ellos, cuando pasó la bruja del carrito Harry compró un poco de todo y se lo ofreció a los demás. De pronto recordó algo que el profesor Dumbledore había dicho antes de desaparecerse en el Callejón Diagon.

-¿Vosotros tenéis alguna idea de cual es la sorpresa que nos espera en Hogwarts?- Ron negó con la cabeza, lo mismo que Draco pero este dijo:

-¿Sorpresa? ¿Qué sorpresa? Yo no he oído nada durante el verano, ¿cómo os habéis enterado?

-Nos lo dijo el profesor Dumbledore- contestó Ron.

-Será mejor que nos cambiemos, estamos llegando a Hogsmeade.-dijo Harry.

Acababan de ponerse las túnicas cuando el tren empezó a parar y a Ron se le ocurrió que Hermione podría haber ido en el vagón de los prefectos y no pasarse ni a saludar y que para comprobarlo podían esperar a que casi todos se hubieran ido para coger la dirigencia que los debía llevar hasta la seguridad de Hogwarts. A todos les pareció buena idea y se dispusieron a esperar.

Cuando ya se disponían a coger una dirigencia para ir al castillo, todavía preguntándose dónde podría estar Hermione, de repente apareció de la nada un grupo de personas.

Ellos se asustaron inmensamente al darse cuenta de que aquellas personas iban todas enmascaradas, ¡¡¡eran Mortífagos!!! De pronto Harry sintió una terrible punzada en la cicatriz y les dijo a los otros, que ya habían empezado a correr hacia los carruajes.

-Corred, hay que salir de aquí Voldemort está entre ellos.-dijo gritando, lo que desencadenó el pánico entre los pocos estudiantes que aun se encontraban en la estación.

Harry, Draco y Ron corrieron todo lo rápido que sus piernas podían, pero se dieron cuenta que si no se daban más prisa les cerrarían el paso, ya que todos los maleficios que se lanzaban iban para Harry y Draco.

Cuando ya estaban alcanzando la última carroza un Mortífago se paró detrás de ellos y sacando la varita dijo apuntando a Draco:

-¡¡Avada Kedavra!!

Pero justo cuando el rayo verde iba a impactar y parecía que el chico ya no tenía salvación un débil destello salió del dedo de Harry y en ese momento el rayo del maleficio estallo en un sinfín de chispas, como si hubiera chocado con una muralla. El Mortífago, que parecía no haber visto el brillo, miraba fijamente su varita. Los tres compañeros no perdieron tiempo y se subieron al carruaje.

Cuando ya estaban fuera de peligro Ron y Draco miraron a Harry con cara estupefacta y preguntaron a un mismo tiempo:

-¿¡Cómo has hecho eso!?

Harry se encogió de hombros y los miro con una expresión tan aturdida como la de ellos.

-Pero, ¿qué fue ese destello?- preguntó Ron aun aterrorizado por la visión de los mortífagos y el ataque contra su nuevo amigo.

-No lo sé, pero creo que fue lo que paró la maldición.- dijo Harry preocupado.

-Yo... una vez oí decir a mi padre que una de las pocas cosas que podían desviar las Maldiciones Imperdonables era... el Anillo de Slytherin, lo tenía Quien-tu-sabes, pero me parece que lo perdió, pero no sé nada más.- dijo Draco, aún un poco pálido por la experiencia vivida.

-Harry, ¿se te a olvidado contar algo?- preguntó Ron mordazmente.

-La verdad es que Hocicos me mandó un anillo que había sido de mi madre y que ella les había entregado a él y a Lupin por si le pasaba algo que me lo hicieran llegar cuando cumpliera 15 años.-dijo Harry de un tirón.

-Nos lo enseñas, por favor.- dijo Draco.

Harry les enseñó el anillo y al volver a mirarlo se fijó por primera vez que tenía forma de serpiente mordiéndose la cola.

-Tiene que ser una casualidad, mi madre era hija de muggles, ¿lo recordáis? Es imposible que tenga nada que ver con Voldemort...-dijo Harry poniéndose más nervioso con cada palabra.

-Si, pero tal vez...-empezó a decir Ron, pero ante la furibunda mirada de Harry dejó de hablar antes de acabar la frase.

-No diremos nada de lo del anillo a nadie, no hasta asegurarnos de qué es exactamente, ¿vale?-preguntó Harry mirando fijamente a los otros dos. Ambos asintieron, era mejor asegurarse antes de levantar semejante sospecha.
Dash-man: Gracias por los elogios. Si, si estaba en la página oficial, sólo que con todo el lío del cambio se perdió varias veces y decidí no volver a ponerlo allí.

Seck: Tranquilo, que no voy a tardar mucho... Ya veras dentro de poco todo lo que va a salir a relucir de la familia de Harry, poderes especiales es decir poco...

Migweg: Y a mi me encanta que te guste...