7. Preparativos y Sorpresas II.
-Si, señorita Prefecta. Ya nos damos prisa.-dijo Ron entre risas, a ninguno se le había pasado el ataque de risa, sólo se había atenuado un poco.
-Para tu información, Ronnie, no soy Prefecta, por si aun no te habías dado cuenta.- dijo Hermione sarcástica y bastante enfadada.
-¿¡¿¡¿¡¿¡QUÉ!?!?!?!?- dijeron todos a coro estupefactos.- ¿¡¿¡Por qué!?!?
- Porque si hubiera aceptado no podría participar en ninguna aventura o broma, tendría que quitaros puntos y avisar en seguida a un profesor... Y no me gustaría nada tener que hacerlo...-dio entristeciéndose notablemente.
Todos sabían que ser Prefecta era uno de los sueños de la chica y ahora había renunciado a él por sus amigos. Tras este comentario un tenso silencio se instaló sobre el grupo de chicos.
-¿Cuál creéis que será la sorpresa que nos tiene preparada Hagrid para la clase de hoy? -Preguntó Draco tratando de cambiar de tema.
-¡¡Oh, no!! ¡¡¡¡Se me olvidó completamente!!!!- dijo Harry acabándose el zumo a toda velocidad y cogiendo una tostada- Nos vemos luego. Hagrid me pidió que fuera hoy media hora antes, no me dijo para qué...
El joven salió corriendo para asombro de la mayoría de los alumnos ya que al tan rápido no reaccionó a tiempo y se pegó un golpe contra la puerta cuando esta se cerró de improviso. Lo que provocó carcajadas por todo el comedor, en especial en la mesa de la Casa Slytherin. Y así, a la carrera, salió por las Puertas del castillo en dirección a la cabaña del Guardián de las Llaves y los Terrenos de Hogwarts.
Al llegar a la mitad del camino hacia la cabaña del guardabosques se encontró con que no era el único al que Hagrid había llamado. Frente a él estaba el semigigante acompañado de dos hombres de largo cabello blanco; tras estos a cierta distancia estaba la casa ante la que había unas cuantas cajas de las que a intervalos regulares salían pequeñas llamaradas, que hicieron sospechar al chico que le esperaba otra camada de Escregutos de Cola Explosiva. Cuando se acercó corriendo por la tardanza saludó a los tres hombres.
-¡¡Buenos días a todos!!- dijo entre jadeos causados por la carrera- Siento mucho llegar tarde, pero se me olvidó completamente- comentó sonrojándose al semigigante.
-No importa, no has tardado tanto. Sólo cinco minutos. Ya veras, te van a encantar los nuevos animales y, además, con tu ayuda y la del señor Slytherin será aun mejor... - dijo entusiasmado, mientras se daba la vuelta y se alejaba hacia su hogar.
El chico le lanzó una mirada recelosa y comentó para sí, mientras empezaba a caminar lentamente junto a sus acompañantes; . Lo más ancianos oyéndole le miraron con curiosidad y le preguntaron.
-¿Por qué dices eso? Hay animales muy simpáticos y divertidos... - dijo Godric Gryffindor intrigado por la actitud del joven.
-Porque los animales que más le gustan y suele traer Hagrid más que Criaturas Mágicas son Monstruos horrendos y peligrosos- dijo con cara de fastidio-. Además, si nos ha llamado al señor Slytherin y a mí... creo que no me va a gustar la experiencia.
-¿Por qué? ¿Acaso no te caigo bien? - preguntó el otro entre ofendido y curioso.
-La verdad, no mucho. No es por personalidad, porque apenas le conozco y no puedo juzgar, sino por asociación... - dijo titubeante el joven.
-¡¡Ah!! Ya me imagino, por los "adorables" miembros de su Casa... - dijo el fundador de la Casa de los leones.
-No, tengo grandes amigos que son miembros de ella. Es más por el mutuo "aprecio" que hay entre su último heredero y yo...
-Uy, Salazar, tu familia ataca de nuevo... -dijo entre carcajadas Gryffindor mientras dos pares de ojos verdes le lanzaban miradas asesinas, ciertamente sus compañeros parecían un par de basiliscos enfadados.
-No tiene gracia, Godric. Que mi descendencia continúe el tenebroso camino que yo empecé no es para reírse. Creía que con los siglos se habrían corregido, pero parece que no ha sido así... - dijo agachando la cabeza con una tristeza enorme el exmago oscuro.
Al ver esta demostración de tristeza, que él sin saber como sabía con certeza que era real, el chico empezó a sentir simpatía por el hombre que era antepasado de aquel que le había dejado sin padres y que ahora trataba continuamente de matarlo otra vez. Siguieron caminando en un incomodo y espeso silencio hasta que se empezó a ver lo que había dentro de las cajas. Esto provocó que Salazar Slytherin saliera de su tristeza y se entusiasmara como un niño pequeño ala vez que su jovencísimo acompañante se punía sumamente pálido.
-¡¡¡¡ Wyrms!!!! ¡¡¡¡Hace siglos que no los veía!!!!- Al girarse sonriente y ver la reacción del chico moreno le preguntó con algo de sarcasmo y sorna- ¿Les tienes miedo? ¿No se supone que los Gryffindor son valientes?
-No, miedo no tengo. Lo que pasa es que supongo lo que Hagrid nos va ha pedir y no sé como reaccionará el resto del Colegio. Además, no me gusta hablar pársel, me trae malos recuerdos, y él lo sabe perfectamente- dijo señalando al semigigante.
-¿¡¿¡ Hablas pársel!?!?- dijeron a coro sumamente sorprendidos ambos fundadores.
-¡¡Vaya!! Yo que creía que ustedes no armarían escándalo por semejante tontería - dijo el chico molesto por su exagerada reacción y por las miradas incrédulas y confusas de los dos ancianos.
-No, no es por el pársel. Es que creíamos que estabas en la Casa de Godric, como te vimos en su mesa desde el principio del curso...
-Y lo estoy. ¿En algún momento he dicho lo contrario?
-¡¡¡¡Imposible!!!! El Sombrero Seleccionador te tendría que haber mandado directamente a la de Salazar -dio frunciendo el ceño el fundador de su Casa- . Sin considerar ninguna de las otras tres...
-Lo intentó, pero yo soy bastante más cabezota que ese viejo sombrero - dijo el chico sonriendo picaramente a los asombrados hombres. Éstos intercambiaron una mirada de complicidad y esperanza y continuaron caminando hacia la cabaña.
Al llegar donde Hagrid, que los esperaba junto a las cajas, vieron que dentro había unas criaturas de unos 30 cm de largo, con aspecto de pequeñas serpientes, sólo que estas tenían cuatro pequeñas patas equilibradas para sostener su en el futuro largo cuerpo y en el lomo entre las patas unas pequeñas incisiones en las que, como Harry sabía, se guardaban sus membranosas alas. Los Wyrms eran de todos los colores menos rojo. La mayoría de los colores estaban repetidos ya que había por lo menos 300 de estos animales.
De repente uno de los Wyrms saca las alas y levantó torpemente el vuelo dirigiéndose a duras penas hacia donde se encontraban los cuatro contertulios y a trompicones logró posarse en el hombro del chico de ojos verde esmeralda. Después de dar un respingo el chico lo miró y se dio cuenta asombrado que la criatura era preciosa. Tenía la piel de un lustroso color plata y sus alas en contraposición eran de un tono un poco más oscuro dando así un bonito contraste. Los ojos eran de un color entre rojo y verde que le daba un toque muy extraño. Lo más gracioso llegó cuando el pequeño animal le dijo con voz sibilante:
-¿Mamá? ¿Cuándo comemos?- dijo el joven Wyrm con inocencia al chico moreno.
Para sorpresa de los demás Salazar Slytherin rompió a reír con estruendosas carcajadas que provocaron que el joven Potter se pusiera sumamente rojo y que los otros dos miraran alternativamente a uno y a otro con desconcierto. Los otros dos contertulios se les quedaron mirando sorprendidos por su extraña reacción.
- ¿Qué pasa? ¿Qué es tan gracioso? -Preguntó intrigado y curioso Hagrid.
- Nada, no pasa nada. - dijo apurado el chico moreno, tratando de salir del paso.
- ¿De qué te ríes, Salazar? - Cuestionó desconfiado Godric Gryffindor mirando a su carcajeante amigo.
- De... jajajajajajajajaja. De que... jajajajajajajajaja. De que el Wyrm cree... jajajajajajajajaja. De que el Wyrm cree que es... jajajajajajajajaja. De que el Wyrm cree que es su madre... jajajajajajajajajajajajajajajajajaja. - dijo Salazar Slytherin medio ahogado de la risa que le había provocado la extraña reacción del pequeño ofidio.
-Bueno, Harry, me parece que tu trabajo para este trimestre ya te ha elegido a ti - dijo el guardabosques entre las carcajadas de los otros, a esas alturas ambos estaban rodando por los suelos de la risa como el par de chiquillos que hace muchísimo tiempo habían sido.
El chico tras unos momentos dudando si lanzarles unos cuantos encantamientos por reírse de él o si unirse a los otros con sus risas optó por la segunda y se empezó a reír de lo cómico de la situación. Tras unos minutos se empezaron a calmar poco a poco.
- Bueno, Hagrid, ¿para qué nos has hecho venir? No creo que sea para reírnos sobre la adopción por mi parte de un Wyrm loco...- dijo con una mano en el estomago y mirando al inocente animalito que dormía placidamente sobre una de las mesas de trabajo preparadas para la clase.
- Es para que me ayudéis con los Wyrms, es que sólo tienen dos semanas y no se como evitar que haya problemas con los alumnos. Porque, como tal vez sepas, los Wyrms son muy susceptibles a las ofensas, aun más que los hipogrifos... Pensé que tal vez vosotros podríais ayudarme... Harry, ¿qué es lo que sabes de los Wyrms? - dijo de un tirón un poco embarazado porque sabía que a su joven amigo no le gustaba nada tener que hablar en el idioma de las serpientes.
- Son una mezcla de dragón y serpiente, aparecieron por primera vez en la época del Rey Arturo. Se dice que el primero de la especie fue creado por el mismísimo mago Merlín, es conocido como el Yr Gyrem Rua. Es el único de color rojo. Los Wyrm son hermafroditas, no necesitan ser parejas para reproducirse; ponen entre cuarenta y cincuenta huevos cada cincuenta años . Viven alrededor de quinientos años. Su piel es invulnerable a los hechizos y solamente las espadas más mágicas pueden atravesarla, incluso con estas representa una gran dificultad. Mide, una vez es adulto, entre dos metros y medio y cuatro metros; en casos de peligro extremo los más poderosos pueden llegar a multiplicar por diez su tamaño original. Pueden ser de todos los colores existentes excepto los distintos tonos de rojo. Son extremadamente peligrosos debido a que pueden escupir grandes cantidades de fuego, como los dragones, y a que tienen un veneno tan poderosamente mortal como el del basilisco, sólo que para el veneno del Wyrm ya hay remedio conocido desde hace algunos siglos. El veneno empieza a producirse en las glándulas de estos animales a partir de los cinco meses de vida. También poseen unas alas membranosas que les permiten desplazarse recorriendo grandes distancias en muy poco tiempo; pueden transportar pesos considerables, no tan grandes como los fénix, en pleno vuelo. Tienen unos sentidos muy agudos, son capaces de ver y oír a varios kilómetros de distancia. Se han dado casos de Wyrms que podían entender a los humanos. El idioma hablado por esta especie es el Pársel.- dijo con algo de resignación el más joven ante la atónita mirada de los otros tres por la gran sabiduría demostrada por él.
- Entonces...¿me ayudarás? - preguntó inquieto y con cara suplicante el Guardián de los Terrenos de Hogwarts.
-Claro. Eres mi amigo y yo nunca dejo a mis amigos en la estacada - le dijo con una sonrisa al guardabosques de Hogwarts y se alegró mucho al ver como se le iluminaba la cara mientras él hablaba, ya que sabía que algunas personas le despreciaba y temían porque su madre era una giganta; ya que estos eran muy agresivos y violentos, pero cualquiera que conociera a Hagrid sabía que este no era para nada violento. Lo único preocupante de su personalidad era su tendencia a que le gustaran los animales más peligrosos del mundo mágico, desde pequeño siempre había querido tener un dragón de mascota...
El tiempo que faltaba para que llegaran el resto de los chicos que daban la asignatura se lo pasaron el y Salazar Slytherin hablando con los pequeños y simpáticos animales y diciéndoles que no debían morder a los alumnos. Los jóvenes Wyrms aceptaron diciéndoles que lo harían si no les hacían daño, si los herían u ofendían se defenderían y no se hacían responsables de lo que pudiera pasar.
Cuando llegaron los chicos de las Casas Gryffindor y Slytherin de 5º año vieron con sorpresa a los fundadores de sus respectivas Casas charlando animada y amigablemente con su profesor y su compañero Harry Potter. Algunos de los Slytherin de 6º año habían repetido y ahora se hallaban en contra del resto de chicos y chicas de su curso. Ewan Rosner y Dawson Maloy, que así se llamaban los Slytherin, se sentaron bastante lejos del resto del grupo que conformaban sus compañeros de habitación y las chicas de su Casa y aquellos de los que, poco tiempo atrás, eran sus peores enemigos, los enemigos ancestrales de cualquier Slytherin que se preciara de serlo, los miembros de la Casa Gryffindor. Los malcarados miembros de la Casa de las Serpientes miraban al alegre grupo que formaban los alborotados alumnos con los que compartían clase y la mirada se les iluminó con un brillo maligno y cruel a la vez que sus ojos se cruzaban, teniendo la misma idea...
Mientras, los demás jóvenes, se habían unido a la conversación de los que ya estaban ahí. Cinco minutos después la clase dio comienzo. La noticia de que la nota del trimestre, y probablemente del curso, dependían de pasarse tres meses cuidando a todas horas a unos bicharracos que escupían fuego, eran muy venenosos y al parecer intratables, por la forma en que los estaban mirando algunos de los que habían asomado las cabezas por encima del borde de la caja, no le hacía gracia a nadie. Ni siquiera a Harry que ya tenía a su trabajo retrepado sobre su hombro muy cómodamente dormido e incluso le había parecido simpático al hablar con él un rato antes...
-Bueno, ahora levantaos y elegid el vuestro. ¿Por qué me miráis así? - dijo al ver la desconfiada mirada que se dibuja en la cara de todos los muchachos y las muchachas de la clase - Venga, venga, que no os van a morder, ya hemos estado discutiendo con ellos sobre eso y mientras los tratéis con respeto no os harán nada... - dijo mientras se alejaba acompañado por los fundadores, los chicos suponían que a buscar comida para los Wyrm, dejando a sus alumnos ocupados decidiendo por que animal decantarse.
Todos los chicos se miraron entre ellos sumamente extrañados, preguntándose que quería decir el semigigante con eso y se no se habría vuelto completamente loco. De repente Draco Malfoy abrió completamente los ojos mientras pasaba su vista de su nuevo amigo Harry al lejano fundador de la Casa a la que pertenecía, Salazar Slytherin, empezando a comprender a que se refería su profesor y suspirando se acercó a uno de los cajones que contenían a los pequeños Wyrms para elegir al suyo. Con él se acercaron varios compañeros, entre ellos Ron y Hermione, después de un rato mirándolos estaba indeciso entre dos, cogiendo uno en cada mano con mucha delicadeza se volvió y le preguntó a su compañero.
-Harry, ¿cuál me recomiendas que escoja?- dijo con una sonrisa de complicidad en su pálido semblante. El resto de la clase los miraba bastante extrañados por la estrambótica pregunta
-¿A qué te refieres, Draco?- preguntó Ron inocentemente con expresión de incredulidad en su pecoso rostro mientras se preguntaba si su nuevo amigo no se habría vuelto completamente loco por hacer semejante pregunta al chico moreno. ¿Cómo iba a saber él cual de esos bichos era mejor? Mientras estos pensamientos asaltaban la mente de la mayoría de los allí presentes la voz de Potter los sacó de sus pensamientos.
-Pues yo te recomiendo que elijas al púrpura, es muy simpático y mucho más agradable que el verde, que es un verdadero gruñón... - dijo muy tranquilamente en apariencia, puesto que por dentro estaba tan sumamente nervioso por la reacción de sus compañeros que prácticamente se le doblaban las rodillas y las manos le temblaban sobre manera. Se estaba empezando a imaginar las distintas reacciones que podía causar el recuerdo de que el hablaba el idioma de las serpientes, y no encontraba ninguna buena, todas eran terriblemente negativa y exageradas.
Poco a poco los demás chicos fueron dándose cuenta de lo que implicaban tanto la pregunta hecha por Draco Malfoy como la respuesta dada por Harry Potter. De repente todos parecieron recordar que su compañero y amigo era un hablante de pársel, el único además de Lord Voldemort y Salazar Slytherin, dos magos que siempre habían estado íntimamente relacionados con el uso de Artes Oscuras y con la discriminación contra los hijos de muggles y cualquier raza o sangre mezclada de distintas razas. En general contra cualquiera que no fuera un mago de sangre limpia, como ellos decían. La gran mayoría retrocedió un paso, pequeño, pero más que suficiente para dar pie a los dos Slytherin atacaran al chico de Gryffindor y a sus amigos; Ron, Hermione y Draco; cuando salieron en su defensa.
Cuando volvieron Hagrid, Gryffindor y Slytherin, que habían ido a buscar algo para alimentar a los pequeños Wyrms, se encontraron a media clase mezclada en una gran pelea que no sabían porque se había formado. Apenas dejaron las bandejas que traían flotando con ellos en una de las mesas colocadas en el prado fueron a tratar de separar a los alumnos en conflicto. Cuando por fin lograron alejarlos lo suficiente para que dejaran de pelear los tres profesores estaban bastante enfurecidos por el "extraño" comportamiento de los jóvenes que tenían a su cargo. Al examinar de cerca de los adversarios se dieron cuenta de que varios de ellos deberían ser enviados a la enfermería, todos tenían contusiones y rasguños y uno de los Slytherin tenía un hechizo auto golpeador muy molesto. La mayoría de los participantes en el altercado tenía suficientes encantamientos y maldiciones como para que no los reconocieran ni sus madres... La visión general del grupo era bastante graciosa y divertida ya que todos estaban afectados por hechizos excepto Harry, que estaba muy tranquilo tratando de detener una hemorragia nasal bastante abundante. Los iniciadores de la pelea tenían aspecto de un par de trols afectados de hongos disfrazados de payasos y con un ataque de risas imparable. Los tres hombres, muy interesados, preguntaron al joven Potter.
-¿Cómo es que tú no tienes ningún síntoma de alguna maldición y los demás hallan acabado en este estado? - dijo con algo de malicia y mucha curiosidad en la voz Slytherin- ¿Acaso te has escapado del combate? ¿No se supone que los Gryffindor son los más valientes? - preguntó con una mezcla de interés, simpatía y algo de burla en su tono de voz.
-Pues si, lo que pasa es que no me han dado con ningún maleficio, aunque eso inútiles no le darían ni a una pared de piedra..., pero en la pelea si que he estado desde el comienzo...- dijo el interpelado provocando las risas de casi todos.
-Claro, como que la has empezado tú, Lengua viperina. -dijo Dawson Maloy esperando que castigaran, o por lo menos le bajaran puntos a los que le había dejado en ese estado.
De repente uno de los frascos de comida explotó en miles de pequeños fragmentos bañando toda la zona con los diminutos pedazos de cristal y dejando a la mayoría boquiabierta de la impresión. Mientras los chicos trataban de reponerse del susto recibido, Salazar le lanzó a Godric una mirada de reproche, como advirtiéndole algo. A lo que el anciano hombre respondió encogiéndose de hombros de hombros y articulando una respuesta sin llegar a emitir ningún sonido a lo que el otro frunció el entrecejo confundido. Esta silenciosa conversación fue interrumpida por un comentario amenazante del moreno de ojos verdes.
-Ten cuidado con tus palabras, puede que la siguiente esté más cerca... - dijo lanzando una mirada a una de las cajas donde estaban guardados algunos de los pequeños Wyrms que estaba cerca del chico pelirrojo de Slytherin. Éste al darse cuenta de lo que quería decir se puso palidísimo y retrocedió asustado. En ese momento los dos fundadores parecían no entender nada de lo que estaba pasando, ambos habían estado demasiado concentrados en su propia conversación y no habían prestado atención a lo que decían los alumnos. Mientras que Hagrid, temiéndose lo peor y que la pelea pasara a mayores, dijo enfadado:
- ¡¡Ya basta, chicos!! ¡¡Que no tenéis tres años para estar peleando todo el día por tonterías!!
Tras este hecho todo volvió a la relativa tranquilidad habitual en una de las clases del guardabosques. Cuando esta finalizó Hagrid le pidió a Harry que se quedara un momento para hablar con él.
- ¡¡¡¡Cómo se te ocurre hacer algo así, Harry!!!! Es muy peligroso. - le reclamó el semigigante muy enfadado.
- Lo siento, Hagrid, fue un accidente... me enfadé y perdí el control... cuando me di cuenta el frasco ya había estallado... - dijo avergonzado el joven Gryffindor.
- Pero... ¿Qué es lo que ha pasado? No entiendo nada, ¿alguno de los dos me lo podría explicar...? - cuestionó Salazar un tanto desconcertado por la actitud de los otros dos.
- Lo que pasa es que Harry es un Telekinético, como lo fue su padre, también hay otros poderes, como los que tenía su... el resto de su familia... - acabó rápidamente como si estuviera a punto de decir algo que no debía, mientras los otros cruzaban miradas.
- Bueno, yo tengo que irme o llegaré tarde a Defensa Contra las Artes Oscuras - comentó el chico mientras se iba en dirección al colegio.
Corrió por lo silenciosos pasillos hasta la alejada aula de Defensa. Cuando por fin llegó jadeaba considerablemente, pero la puerta ya estaba cerrada, por lo que tuvo que llamar y esperar a que la profesora le diera permiso para franquear la puerta. Estos pensamientos eran normales en todos los alumnos desde la primera clase con la profesora Ariel Rapoff. Durante la clase de los Gryffindor de quinto año la mujer había demostrado que era una bruja en más de un sentido.
Nada más llegar a la clase todos vieron como la mujer los miraba a todos con desaprobación. En especial a Parvati y a Lavander que iban levemente maquilladas. Era una mujer de aspecto severo, incluso más que la profesora McGonagall, vestía con escrupulosidad y austeridad, en su atuendo no había el más mínimo adorno o complemento innecesario. Su escueta túnica era lisa, larga y negra, muy práctica para enseñar, aunque horrible a la vista. Su severo rostro estaba surcado de profundas arrugas y lo único que destacaba en él era sus desaprobadores ojos amarillos. Llevaba el cabello recogido en un moño aun más apretado y tirante que el de la profesora de Transformaciones. El cabello era negro pero estaba recorrido de mechones blancos, haciendo que se asemejara a una cebra o un tejón, Su expresión habitual hacía que el profesor Snape, incluso de mal humor, pareciera el más sonriente y feliz de los hombres.
Cuando todos estuvieron por fin sentados a su gusto se presentó y les dio las normas generales que ella exigía en sus clases. La mayoría eran simplemente ridículas. Obligó a todas las chicas a atarse el pelo como lo llevaba ella y se pasó toda la hora molestando a Harry. A éste le había crecido bastante el cabello desde la última vez que se lo había cortado y no pensaba volverlo a hacer pronto si podía evitarlo. La mujer estuvo durante toda la clase recomendándole que fuera al peluquero y se peinara decentemente. Cosa que molestó mucho al chico de ojos verdes. La profesora Rapoff se dedicó toda la hora de clase a explicar de manera muy confusa, complicada y liosa la maldición reductora. Además de quitar puntos hasta por respirar era peor profesora que Lockhart y Quirrel juntos.
El chico suspiró con resignación cuando escuchó la voz de su queridísima profesora franqueándole la entrada al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Cuando entró la estricta mujer le miró con una desaprobación mayor de lo habitual y le mandó que se sentara sin llegar a pedirle explicaciones por su tardanza. Seguramente alguno de sus compañeros le había dicho que estaba con Hagrid. Al parecer había estado explicando el encantamiento patrono. Todos la miraban confusos, sin entender nada. Hasta Hermione parecía desconcertada por su pésima explicación.
Harry miraba extrañado a la profesora. Estaba enseñando un encantamiento muy superior al Nivel Corriente de Embrujo a una clase de 5º año. Eso no era nada normal. Tal vez el profesor Dumbledore se lo había pedido a causa de la posible unión de los dementores a Voldemort, pero por el camino que iban lo único que iba a lograr esa mujer es darles a todos muchos deberes y un enorme dolor de cabeza. Tras decidir que lo mejor para su salud era ignorar a la mujer se puso a recordar como había aprendido el 'expecto patronus' con Remus Lupin, su profesor en tercer año y gran amigo de sus padres. Llevaba ya un rato enfrascado en sus recuerdos cuando la profesora le sacó bruscamente de ellos. Le estaba llamando con aspecto enfurecido desde hacía algunos minutos.
- Le agradezco que agracie esta clase con su presencia, señor Potter. ¿Qué es eso tan interesante e importante que le impide prestar atención a MI clase?- dijo fuera de sí Rapoff.
-Nada, profesora, simplemente me deleitaba con su maravillosa explicación. - dijo el chico destilando sarcasmo en su tono.
- Excelente, Potter, si cree saber tanto como para opinar sobre mi método de enseñanza, por favor, salga a hacernos una demostración... Si lo hace bien a la primera tendrá un 10 el trimestre si no estará suspenso. ¿Queda claro? - dijo la mujer venenosamente.
-Como el agua, profesora Rapoff. - respondió con tranquilidad mientras toda la clase, menos Hermione, le miraba como si hubiera perdido la cabeza. Él se levantó, se paró en el centro del aula, delante de todos, extendió la varita y empezó a concentrarse en un recuerdo feliz.
-¡Expecto Patronus!- exclamó de manera claramente audible y entendible y de su varita surgió un hermoso ciervo plateado que dejó boquiabiertos a todos los Ravenclaw y a la mayor parte de los Gryffindor con los que daba clase.
La profesora le miró con incredulidad y pregunto algo alterada con una voz más aguda de lo normal.
-¿Cuándo y dónde ha aprendido a llevar a cabo este encantamiento?
-El profesor Lupin me lo enseñó en tercero por causa de los dementores que ese año hubo apostados en los alrededores del colegio. - contestó el joven de pelo negro con seguridad e indiferencia. La campana que marcaba el final de la clase le libró de más preguntas por parte da la extraña mujer. Las clases de ese día pasaron sin más incidentes. Salvo porque cada vez que se cruzaba con los dos fundadores estos le saludaban con amabilidad e incluso se paraban a conversar con él; cosa que despertaba muchas suspicacias y envidias entre el resto de los alumnos del colegio, e incluso entre algunos de los profesores.
Al terminar la última clase, en lugar de dirigirse con sus compañeros hacia la Torre de Gryffindor tomó el camino que llevaba hasta la gárgola que ocultaba la entrada la despacho del director. Cuando llegó ante ella le dio la contraseña y ésta se retiró dejándole ver las escaleras móviles que tanto conocía. Mientras subía iba recordando todas las veces que había estado en ese mismo despacho y cayó en la cuenta que era la primera vez que no lo visitaba por algo relacionado con Voldemort o acusado de algo grave.
-¡Hola, Harry! ¿Qué era lo que querías preguntarme?- preguntó amablemente el director mientras le sonreía al alumno que acababa de entrar en su despacho.
- Verá, profesor, es que los chicos de Séptimo de la Casa Gryffindor querían organizar un baile de disfraces en Halloween y me pidieron que fuera yo el que le pidiera el permiso para hacerlo.- dijo el chico algo titubeante.
Bueno, bueno, un baile de disfraces...hace mucho que no se organiza ninguno en Hogwarts.¿Piensan hacerlo sólo para los Gryffindor o para toda la escuela? ¿Y dices que ellos quieren organizarlo todo? ¡¡¡Que valientes!!!
-Sí, pero también planean pedir ayuda a algunos otros alumnos menores y de otras Casas...
-Me parece muy bien, pero pongo dos condiciones; - dijo desenfadadamente el jovial hombre - no podrán asistir los menores de cuarto año, salvo que sean invitados por alguien de los cursos superiores, y tampoco podrá ir nadie que no haya hecho por sí mismo su disfraz; No vale comprarlo ni que te los haga otra persona, pero se puede pedir ayuda tanto a profesores como a otros alumnos.
- De acuerdo, profesor Dumbledore, no creo que tengan ningún problema con eso.
-Excelente, en ese caso lo anunciaré al resto del colegio mañana durante la cena.
-Si, señorita Prefecta. Ya nos damos prisa.-dijo Ron entre risas, a ninguno se le había pasado el ataque de risa, sólo se había atenuado un poco.
-Para tu información, Ronnie, no soy Prefecta, por si aun no te habías dado cuenta.- dijo Hermione sarcástica y bastante enfadada.
-¿¡¿¡¿¡¿¡QUÉ!?!?!?!?- dijeron todos a coro estupefactos.- ¿¡¿¡Por qué!?!?
- Porque si hubiera aceptado no podría participar en ninguna aventura o broma, tendría que quitaros puntos y avisar en seguida a un profesor... Y no me gustaría nada tener que hacerlo...-dio entristeciéndose notablemente.
Todos sabían que ser Prefecta era uno de los sueños de la chica y ahora había renunciado a él por sus amigos. Tras este comentario un tenso silencio se instaló sobre el grupo de chicos.
-¿Cuál creéis que será la sorpresa que nos tiene preparada Hagrid para la clase de hoy? -Preguntó Draco tratando de cambiar de tema.
-¡¡Oh, no!! ¡¡¡¡Se me olvidó completamente!!!!- dijo Harry acabándose el zumo a toda velocidad y cogiendo una tostada- Nos vemos luego. Hagrid me pidió que fuera hoy media hora antes, no me dijo para qué...
El joven salió corriendo para asombro de la mayoría de los alumnos ya que al tan rápido no reaccionó a tiempo y se pegó un golpe contra la puerta cuando esta se cerró de improviso. Lo que provocó carcajadas por todo el comedor, en especial en la mesa de la Casa Slytherin. Y así, a la carrera, salió por las Puertas del castillo en dirección a la cabaña del Guardián de las Llaves y los Terrenos de Hogwarts.
Al llegar a la mitad del camino hacia la cabaña del guardabosques se encontró con que no era el único al que Hagrid había llamado. Frente a él estaba el semigigante acompañado de dos hombres de largo cabello blanco; tras estos a cierta distancia estaba la casa ante la que había unas cuantas cajas de las que a intervalos regulares salían pequeñas llamaradas, que hicieron sospechar al chico que le esperaba otra camada de Escregutos de Cola Explosiva. Cuando se acercó corriendo por la tardanza saludó a los tres hombres.
-¡¡Buenos días a todos!!- dijo entre jadeos causados por la carrera- Siento mucho llegar tarde, pero se me olvidó completamente- comentó sonrojándose al semigigante.
-No importa, no has tardado tanto. Sólo cinco minutos. Ya veras, te van a encantar los nuevos animales y, además, con tu ayuda y la del señor Slytherin será aun mejor... - dijo entusiasmado, mientras se daba la vuelta y se alejaba hacia su hogar.
El chico le lanzó una mirada recelosa y comentó para sí, mientras empezaba a caminar lentamente junto a sus acompañantes; . Lo más ancianos oyéndole le miraron con curiosidad y le preguntaron.
-¿Por qué dices eso? Hay animales muy simpáticos y divertidos... - dijo Godric Gryffindor intrigado por la actitud del joven.
-Porque los animales que más le gustan y suele traer Hagrid más que Criaturas Mágicas son Monstruos horrendos y peligrosos- dijo con cara de fastidio-. Además, si nos ha llamado al señor Slytherin y a mí... creo que no me va a gustar la experiencia.
-¿Por qué? ¿Acaso no te caigo bien? - preguntó el otro entre ofendido y curioso.
-La verdad, no mucho. No es por personalidad, porque apenas le conozco y no puedo juzgar, sino por asociación... - dijo titubeante el joven.
-¡¡Ah!! Ya me imagino, por los "adorables" miembros de su Casa... - dijo el fundador de la Casa de los leones.
-No, tengo grandes amigos que son miembros de ella. Es más por el mutuo "aprecio" que hay entre su último heredero y yo...
-Uy, Salazar, tu familia ataca de nuevo... -dijo entre carcajadas Gryffindor mientras dos pares de ojos verdes le lanzaban miradas asesinas, ciertamente sus compañeros parecían un par de basiliscos enfadados.
-No tiene gracia, Godric. Que mi descendencia continúe el tenebroso camino que yo empecé no es para reírse. Creía que con los siglos se habrían corregido, pero parece que no ha sido así... - dijo agachando la cabeza con una tristeza enorme el exmago oscuro.
Al ver esta demostración de tristeza, que él sin saber como sabía con certeza que era real, el chico empezó a sentir simpatía por el hombre que era antepasado de aquel que le había dejado sin padres y que ahora trataba continuamente de matarlo otra vez. Siguieron caminando en un incomodo y espeso silencio hasta que se empezó a ver lo que había dentro de las cajas. Esto provocó que Salazar Slytherin saliera de su tristeza y se entusiasmara como un niño pequeño ala vez que su jovencísimo acompañante se punía sumamente pálido.
-¡¡¡¡ Wyrms!!!! ¡¡¡¡Hace siglos que no los veía!!!!- Al girarse sonriente y ver la reacción del chico moreno le preguntó con algo de sarcasmo y sorna- ¿Les tienes miedo? ¿No se supone que los Gryffindor son valientes?
-No, miedo no tengo. Lo que pasa es que supongo lo que Hagrid nos va ha pedir y no sé como reaccionará el resto del Colegio. Además, no me gusta hablar pársel, me trae malos recuerdos, y él lo sabe perfectamente- dijo señalando al semigigante.
-¿¡¿¡ Hablas pársel!?!?- dijeron a coro sumamente sorprendidos ambos fundadores.
-¡¡Vaya!! Yo que creía que ustedes no armarían escándalo por semejante tontería - dijo el chico molesto por su exagerada reacción y por las miradas incrédulas y confusas de los dos ancianos.
-No, no es por el pársel. Es que creíamos que estabas en la Casa de Godric, como te vimos en su mesa desde el principio del curso...
-Y lo estoy. ¿En algún momento he dicho lo contrario?
-¡¡¡¡Imposible!!!! El Sombrero Seleccionador te tendría que haber mandado directamente a la de Salazar -dio frunciendo el ceño el fundador de su Casa- . Sin considerar ninguna de las otras tres...
-Lo intentó, pero yo soy bastante más cabezota que ese viejo sombrero - dijo el chico sonriendo picaramente a los asombrados hombres. Éstos intercambiaron una mirada de complicidad y esperanza y continuaron caminando hacia la cabaña.
Al llegar donde Hagrid, que los esperaba junto a las cajas, vieron que dentro había unas criaturas de unos 30 cm de largo, con aspecto de pequeñas serpientes, sólo que estas tenían cuatro pequeñas patas equilibradas para sostener su en el futuro largo cuerpo y en el lomo entre las patas unas pequeñas incisiones en las que, como Harry sabía, se guardaban sus membranosas alas. Los Wyrms eran de todos los colores menos rojo. La mayoría de los colores estaban repetidos ya que había por lo menos 300 de estos animales.
De repente uno de los Wyrms saca las alas y levantó torpemente el vuelo dirigiéndose a duras penas hacia donde se encontraban los cuatro contertulios y a trompicones logró posarse en el hombro del chico de ojos verde esmeralda. Después de dar un respingo el chico lo miró y se dio cuenta asombrado que la criatura era preciosa. Tenía la piel de un lustroso color plata y sus alas en contraposición eran de un tono un poco más oscuro dando así un bonito contraste. Los ojos eran de un color entre rojo y verde que le daba un toque muy extraño. Lo más gracioso llegó cuando el pequeño animal le dijo con voz sibilante:
-¿Mamá? ¿Cuándo comemos?- dijo el joven Wyrm con inocencia al chico moreno.
Para sorpresa de los demás Salazar Slytherin rompió a reír con estruendosas carcajadas que provocaron que el joven Potter se pusiera sumamente rojo y que los otros dos miraran alternativamente a uno y a otro con desconcierto. Los otros dos contertulios se les quedaron mirando sorprendidos por su extraña reacción.
- ¿Qué pasa? ¿Qué es tan gracioso? -Preguntó intrigado y curioso Hagrid.
- Nada, no pasa nada. - dijo apurado el chico moreno, tratando de salir del paso.
- ¿De qué te ríes, Salazar? - Cuestionó desconfiado Godric Gryffindor mirando a su carcajeante amigo.
- De... jajajajajajajajaja. De que... jajajajajajajajaja. De que el Wyrm cree... jajajajajajajajaja. De que el Wyrm cree que es... jajajajajajajajaja. De que el Wyrm cree que es su madre... jajajajajajajajajajajajajajajajajaja. - dijo Salazar Slytherin medio ahogado de la risa que le había provocado la extraña reacción del pequeño ofidio.
-Bueno, Harry, me parece que tu trabajo para este trimestre ya te ha elegido a ti - dijo el guardabosques entre las carcajadas de los otros, a esas alturas ambos estaban rodando por los suelos de la risa como el par de chiquillos que hace muchísimo tiempo habían sido.
El chico tras unos momentos dudando si lanzarles unos cuantos encantamientos por reírse de él o si unirse a los otros con sus risas optó por la segunda y se empezó a reír de lo cómico de la situación. Tras unos minutos se empezaron a calmar poco a poco.
- Bueno, Hagrid, ¿para qué nos has hecho venir? No creo que sea para reírnos sobre la adopción por mi parte de un Wyrm loco...- dijo con una mano en el estomago y mirando al inocente animalito que dormía placidamente sobre una de las mesas de trabajo preparadas para la clase.
- Es para que me ayudéis con los Wyrms, es que sólo tienen dos semanas y no se como evitar que haya problemas con los alumnos. Porque, como tal vez sepas, los Wyrms son muy susceptibles a las ofensas, aun más que los hipogrifos... Pensé que tal vez vosotros podríais ayudarme... Harry, ¿qué es lo que sabes de los Wyrms? - dijo de un tirón un poco embarazado porque sabía que a su joven amigo no le gustaba nada tener que hablar en el idioma de las serpientes.
- Son una mezcla de dragón y serpiente, aparecieron por primera vez en la época del Rey Arturo. Se dice que el primero de la especie fue creado por el mismísimo mago Merlín, es conocido como el Yr Gyrem Rua. Es el único de color rojo. Los Wyrm son hermafroditas, no necesitan ser parejas para reproducirse; ponen entre cuarenta y cincuenta huevos cada cincuenta años . Viven alrededor de quinientos años. Su piel es invulnerable a los hechizos y solamente las espadas más mágicas pueden atravesarla, incluso con estas representa una gran dificultad. Mide, una vez es adulto, entre dos metros y medio y cuatro metros; en casos de peligro extremo los más poderosos pueden llegar a multiplicar por diez su tamaño original. Pueden ser de todos los colores existentes excepto los distintos tonos de rojo. Son extremadamente peligrosos debido a que pueden escupir grandes cantidades de fuego, como los dragones, y a que tienen un veneno tan poderosamente mortal como el del basilisco, sólo que para el veneno del Wyrm ya hay remedio conocido desde hace algunos siglos. El veneno empieza a producirse en las glándulas de estos animales a partir de los cinco meses de vida. También poseen unas alas membranosas que les permiten desplazarse recorriendo grandes distancias en muy poco tiempo; pueden transportar pesos considerables, no tan grandes como los fénix, en pleno vuelo. Tienen unos sentidos muy agudos, son capaces de ver y oír a varios kilómetros de distancia. Se han dado casos de Wyrms que podían entender a los humanos. El idioma hablado por esta especie es el Pársel.- dijo con algo de resignación el más joven ante la atónita mirada de los otros tres por la gran sabiduría demostrada por él.
- Entonces...¿me ayudarás? - preguntó inquieto y con cara suplicante el Guardián de los Terrenos de Hogwarts.
-Claro. Eres mi amigo y yo nunca dejo a mis amigos en la estacada - le dijo con una sonrisa al guardabosques de Hogwarts y se alegró mucho al ver como se le iluminaba la cara mientras él hablaba, ya que sabía que algunas personas le despreciaba y temían porque su madre era una giganta; ya que estos eran muy agresivos y violentos, pero cualquiera que conociera a Hagrid sabía que este no era para nada violento. Lo único preocupante de su personalidad era su tendencia a que le gustaran los animales más peligrosos del mundo mágico, desde pequeño siempre había querido tener un dragón de mascota...
El tiempo que faltaba para que llegaran el resto de los chicos que daban la asignatura se lo pasaron el y Salazar Slytherin hablando con los pequeños y simpáticos animales y diciéndoles que no debían morder a los alumnos. Los jóvenes Wyrms aceptaron diciéndoles que lo harían si no les hacían daño, si los herían u ofendían se defenderían y no se hacían responsables de lo que pudiera pasar.
Cuando llegaron los chicos de las Casas Gryffindor y Slytherin de 5º año vieron con sorpresa a los fundadores de sus respectivas Casas charlando animada y amigablemente con su profesor y su compañero Harry Potter. Algunos de los Slytherin de 6º año habían repetido y ahora se hallaban en contra del resto de chicos y chicas de su curso. Ewan Rosner y Dawson Maloy, que así se llamaban los Slytherin, se sentaron bastante lejos del resto del grupo que conformaban sus compañeros de habitación y las chicas de su Casa y aquellos de los que, poco tiempo atrás, eran sus peores enemigos, los enemigos ancestrales de cualquier Slytherin que se preciara de serlo, los miembros de la Casa Gryffindor. Los malcarados miembros de la Casa de las Serpientes miraban al alegre grupo que formaban los alborotados alumnos con los que compartían clase y la mirada se les iluminó con un brillo maligno y cruel a la vez que sus ojos se cruzaban, teniendo la misma idea...
Mientras, los demás jóvenes, se habían unido a la conversación de los que ya estaban ahí. Cinco minutos después la clase dio comienzo. La noticia de que la nota del trimestre, y probablemente del curso, dependían de pasarse tres meses cuidando a todas horas a unos bicharracos que escupían fuego, eran muy venenosos y al parecer intratables, por la forma en que los estaban mirando algunos de los que habían asomado las cabezas por encima del borde de la caja, no le hacía gracia a nadie. Ni siquiera a Harry que ya tenía a su trabajo retrepado sobre su hombro muy cómodamente dormido e incluso le había parecido simpático al hablar con él un rato antes...
-Bueno, ahora levantaos y elegid el vuestro. ¿Por qué me miráis así? - dijo al ver la desconfiada mirada que se dibuja en la cara de todos los muchachos y las muchachas de la clase - Venga, venga, que no os van a morder, ya hemos estado discutiendo con ellos sobre eso y mientras los tratéis con respeto no os harán nada... - dijo mientras se alejaba acompañado por los fundadores, los chicos suponían que a buscar comida para los Wyrm, dejando a sus alumnos ocupados decidiendo por que animal decantarse.
Todos los chicos se miraron entre ellos sumamente extrañados, preguntándose que quería decir el semigigante con eso y se no se habría vuelto completamente loco. De repente Draco Malfoy abrió completamente los ojos mientras pasaba su vista de su nuevo amigo Harry al lejano fundador de la Casa a la que pertenecía, Salazar Slytherin, empezando a comprender a que se refería su profesor y suspirando se acercó a uno de los cajones que contenían a los pequeños Wyrms para elegir al suyo. Con él se acercaron varios compañeros, entre ellos Ron y Hermione, después de un rato mirándolos estaba indeciso entre dos, cogiendo uno en cada mano con mucha delicadeza se volvió y le preguntó a su compañero.
-Harry, ¿cuál me recomiendas que escoja?- dijo con una sonrisa de complicidad en su pálido semblante. El resto de la clase los miraba bastante extrañados por la estrambótica pregunta
-¿A qué te refieres, Draco?- preguntó Ron inocentemente con expresión de incredulidad en su pecoso rostro mientras se preguntaba si su nuevo amigo no se habría vuelto completamente loco por hacer semejante pregunta al chico moreno. ¿Cómo iba a saber él cual de esos bichos era mejor? Mientras estos pensamientos asaltaban la mente de la mayoría de los allí presentes la voz de Potter los sacó de sus pensamientos.
-Pues yo te recomiendo que elijas al púrpura, es muy simpático y mucho más agradable que el verde, que es un verdadero gruñón... - dijo muy tranquilamente en apariencia, puesto que por dentro estaba tan sumamente nervioso por la reacción de sus compañeros que prácticamente se le doblaban las rodillas y las manos le temblaban sobre manera. Se estaba empezando a imaginar las distintas reacciones que podía causar el recuerdo de que el hablaba el idioma de las serpientes, y no encontraba ninguna buena, todas eran terriblemente negativa y exageradas.
Poco a poco los demás chicos fueron dándose cuenta de lo que implicaban tanto la pregunta hecha por Draco Malfoy como la respuesta dada por Harry Potter. De repente todos parecieron recordar que su compañero y amigo era un hablante de pársel, el único además de Lord Voldemort y Salazar Slytherin, dos magos que siempre habían estado íntimamente relacionados con el uso de Artes Oscuras y con la discriminación contra los hijos de muggles y cualquier raza o sangre mezclada de distintas razas. En general contra cualquiera que no fuera un mago de sangre limpia, como ellos decían. La gran mayoría retrocedió un paso, pequeño, pero más que suficiente para dar pie a los dos Slytherin atacaran al chico de Gryffindor y a sus amigos; Ron, Hermione y Draco; cuando salieron en su defensa.
Cuando volvieron Hagrid, Gryffindor y Slytherin, que habían ido a buscar algo para alimentar a los pequeños Wyrms, se encontraron a media clase mezclada en una gran pelea que no sabían porque se había formado. Apenas dejaron las bandejas que traían flotando con ellos en una de las mesas colocadas en el prado fueron a tratar de separar a los alumnos en conflicto. Cuando por fin lograron alejarlos lo suficiente para que dejaran de pelear los tres profesores estaban bastante enfurecidos por el "extraño" comportamiento de los jóvenes que tenían a su cargo. Al examinar de cerca de los adversarios se dieron cuenta de que varios de ellos deberían ser enviados a la enfermería, todos tenían contusiones y rasguños y uno de los Slytherin tenía un hechizo auto golpeador muy molesto. La mayoría de los participantes en el altercado tenía suficientes encantamientos y maldiciones como para que no los reconocieran ni sus madres... La visión general del grupo era bastante graciosa y divertida ya que todos estaban afectados por hechizos excepto Harry, que estaba muy tranquilo tratando de detener una hemorragia nasal bastante abundante. Los iniciadores de la pelea tenían aspecto de un par de trols afectados de hongos disfrazados de payasos y con un ataque de risas imparable. Los tres hombres, muy interesados, preguntaron al joven Potter.
-¿Cómo es que tú no tienes ningún síntoma de alguna maldición y los demás hallan acabado en este estado? - dijo con algo de malicia y mucha curiosidad en la voz Slytherin- ¿Acaso te has escapado del combate? ¿No se supone que los Gryffindor son los más valientes? - preguntó con una mezcla de interés, simpatía y algo de burla en su tono de voz.
-Pues si, lo que pasa es que no me han dado con ningún maleficio, aunque eso inútiles no le darían ni a una pared de piedra..., pero en la pelea si que he estado desde el comienzo...- dijo el interpelado provocando las risas de casi todos.
-Claro, como que la has empezado tú, Lengua viperina. -dijo Dawson Maloy esperando que castigaran, o por lo menos le bajaran puntos a los que le había dejado en ese estado.
De repente uno de los frascos de comida explotó en miles de pequeños fragmentos bañando toda la zona con los diminutos pedazos de cristal y dejando a la mayoría boquiabierta de la impresión. Mientras los chicos trataban de reponerse del susto recibido, Salazar le lanzó a Godric una mirada de reproche, como advirtiéndole algo. A lo que el anciano hombre respondió encogiéndose de hombros de hombros y articulando una respuesta sin llegar a emitir ningún sonido a lo que el otro frunció el entrecejo confundido. Esta silenciosa conversación fue interrumpida por un comentario amenazante del moreno de ojos verdes.
-Ten cuidado con tus palabras, puede que la siguiente esté más cerca... - dijo lanzando una mirada a una de las cajas donde estaban guardados algunos de los pequeños Wyrms que estaba cerca del chico pelirrojo de Slytherin. Éste al darse cuenta de lo que quería decir se puso palidísimo y retrocedió asustado. En ese momento los dos fundadores parecían no entender nada de lo que estaba pasando, ambos habían estado demasiado concentrados en su propia conversación y no habían prestado atención a lo que decían los alumnos. Mientras que Hagrid, temiéndose lo peor y que la pelea pasara a mayores, dijo enfadado:
- ¡¡Ya basta, chicos!! ¡¡Que no tenéis tres años para estar peleando todo el día por tonterías!!
Tras este hecho todo volvió a la relativa tranquilidad habitual en una de las clases del guardabosques. Cuando esta finalizó Hagrid le pidió a Harry que se quedara un momento para hablar con él.
- ¡¡¡¡Cómo se te ocurre hacer algo así, Harry!!!! Es muy peligroso. - le reclamó el semigigante muy enfadado.
- Lo siento, Hagrid, fue un accidente... me enfadé y perdí el control... cuando me di cuenta el frasco ya había estallado... - dijo avergonzado el joven Gryffindor.
- Pero... ¿Qué es lo que ha pasado? No entiendo nada, ¿alguno de los dos me lo podría explicar...? - cuestionó Salazar un tanto desconcertado por la actitud de los otros dos.
- Lo que pasa es que Harry es un Telekinético, como lo fue su padre, también hay otros poderes, como los que tenía su... el resto de su familia... - acabó rápidamente como si estuviera a punto de decir algo que no debía, mientras los otros cruzaban miradas.
- Bueno, yo tengo que irme o llegaré tarde a Defensa Contra las Artes Oscuras - comentó el chico mientras se iba en dirección al colegio.
Corrió por lo silenciosos pasillos hasta la alejada aula de Defensa. Cuando por fin llegó jadeaba considerablemente, pero la puerta ya estaba cerrada, por lo que tuvo que llamar y esperar a que la profesora le diera permiso para franquear la puerta. Estos pensamientos eran normales en todos los alumnos desde la primera clase con la profesora Ariel Rapoff. Durante la clase de los Gryffindor de quinto año la mujer había demostrado que era una bruja en más de un sentido.
Nada más llegar a la clase todos vieron como la mujer los miraba a todos con desaprobación. En especial a Parvati y a Lavander que iban levemente maquilladas. Era una mujer de aspecto severo, incluso más que la profesora McGonagall, vestía con escrupulosidad y austeridad, en su atuendo no había el más mínimo adorno o complemento innecesario. Su escueta túnica era lisa, larga y negra, muy práctica para enseñar, aunque horrible a la vista. Su severo rostro estaba surcado de profundas arrugas y lo único que destacaba en él era sus desaprobadores ojos amarillos. Llevaba el cabello recogido en un moño aun más apretado y tirante que el de la profesora de Transformaciones. El cabello era negro pero estaba recorrido de mechones blancos, haciendo que se asemejara a una cebra o un tejón, Su expresión habitual hacía que el profesor Snape, incluso de mal humor, pareciera el más sonriente y feliz de los hombres.
Cuando todos estuvieron por fin sentados a su gusto se presentó y les dio las normas generales que ella exigía en sus clases. La mayoría eran simplemente ridículas. Obligó a todas las chicas a atarse el pelo como lo llevaba ella y se pasó toda la hora molestando a Harry. A éste le había crecido bastante el cabello desde la última vez que se lo había cortado y no pensaba volverlo a hacer pronto si podía evitarlo. La mujer estuvo durante toda la clase recomendándole que fuera al peluquero y se peinara decentemente. Cosa que molestó mucho al chico de ojos verdes. La profesora Rapoff se dedicó toda la hora de clase a explicar de manera muy confusa, complicada y liosa la maldición reductora. Además de quitar puntos hasta por respirar era peor profesora que Lockhart y Quirrel juntos.
El chico suspiró con resignación cuando escuchó la voz de su queridísima profesora franqueándole la entrada al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Cuando entró la estricta mujer le miró con una desaprobación mayor de lo habitual y le mandó que se sentara sin llegar a pedirle explicaciones por su tardanza. Seguramente alguno de sus compañeros le había dicho que estaba con Hagrid. Al parecer había estado explicando el encantamiento patrono. Todos la miraban confusos, sin entender nada. Hasta Hermione parecía desconcertada por su pésima explicación.
Harry miraba extrañado a la profesora. Estaba enseñando un encantamiento muy superior al Nivel Corriente de Embrujo a una clase de 5º año. Eso no era nada normal. Tal vez el profesor Dumbledore se lo había pedido a causa de la posible unión de los dementores a Voldemort, pero por el camino que iban lo único que iba a lograr esa mujer es darles a todos muchos deberes y un enorme dolor de cabeza. Tras decidir que lo mejor para su salud era ignorar a la mujer se puso a recordar como había aprendido el 'expecto patronus' con Remus Lupin, su profesor en tercer año y gran amigo de sus padres. Llevaba ya un rato enfrascado en sus recuerdos cuando la profesora le sacó bruscamente de ellos. Le estaba llamando con aspecto enfurecido desde hacía algunos minutos.
- Le agradezco que agracie esta clase con su presencia, señor Potter. ¿Qué es eso tan interesante e importante que le impide prestar atención a MI clase?- dijo fuera de sí Rapoff.
-Nada, profesora, simplemente me deleitaba con su maravillosa explicación. - dijo el chico destilando sarcasmo en su tono.
- Excelente, Potter, si cree saber tanto como para opinar sobre mi método de enseñanza, por favor, salga a hacernos una demostración... Si lo hace bien a la primera tendrá un 10 el trimestre si no estará suspenso. ¿Queda claro? - dijo la mujer venenosamente.
-Como el agua, profesora Rapoff. - respondió con tranquilidad mientras toda la clase, menos Hermione, le miraba como si hubiera perdido la cabeza. Él se levantó, se paró en el centro del aula, delante de todos, extendió la varita y empezó a concentrarse en un recuerdo feliz.
-¡Expecto Patronus!- exclamó de manera claramente audible y entendible y de su varita surgió un hermoso ciervo plateado que dejó boquiabiertos a todos los Ravenclaw y a la mayor parte de los Gryffindor con los que daba clase.
La profesora le miró con incredulidad y pregunto algo alterada con una voz más aguda de lo normal.
-¿Cuándo y dónde ha aprendido a llevar a cabo este encantamiento?
-El profesor Lupin me lo enseñó en tercero por causa de los dementores que ese año hubo apostados en los alrededores del colegio. - contestó el joven de pelo negro con seguridad e indiferencia. La campana que marcaba el final de la clase le libró de más preguntas por parte da la extraña mujer. Las clases de ese día pasaron sin más incidentes. Salvo porque cada vez que se cruzaba con los dos fundadores estos le saludaban con amabilidad e incluso se paraban a conversar con él; cosa que despertaba muchas suspicacias y envidias entre el resto de los alumnos del colegio, e incluso entre algunos de los profesores.
Al terminar la última clase, en lugar de dirigirse con sus compañeros hacia la Torre de Gryffindor tomó el camino que llevaba hasta la gárgola que ocultaba la entrada la despacho del director. Cuando llegó ante ella le dio la contraseña y ésta se retiró dejándole ver las escaleras móviles que tanto conocía. Mientras subía iba recordando todas las veces que había estado en ese mismo despacho y cayó en la cuenta que era la primera vez que no lo visitaba por algo relacionado con Voldemort o acusado de algo grave.
-¡Hola, Harry! ¿Qué era lo que querías preguntarme?- preguntó amablemente el director mientras le sonreía al alumno que acababa de entrar en su despacho.
- Verá, profesor, es que los chicos de Séptimo de la Casa Gryffindor querían organizar un baile de disfraces en Halloween y me pidieron que fuera yo el que le pidiera el permiso para hacerlo.- dijo el chico algo titubeante.
Bueno, bueno, un baile de disfraces...hace mucho que no se organiza ninguno en Hogwarts.¿Piensan hacerlo sólo para los Gryffindor o para toda la escuela? ¿Y dices que ellos quieren organizarlo todo? ¡¡¡Que valientes!!!
-Sí, pero también planean pedir ayuda a algunos otros alumnos menores y de otras Casas...
-Me parece muy bien, pero pongo dos condiciones; - dijo desenfadadamente el jovial hombre - no podrán asistir los menores de cuarto año, salvo que sean invitados por alguien de los cursos superiores, y tampoco podrá ir nadie que no haya hecho por sí mismo su disfraz; No vale comprarlo ni que te los haga otra persona, pero se puede pedir ayuda tanto a profesores como a otros alumnos.
- De acuerdo, profesor Dumbledore, no creo que tengan ningún problema con eso.
-Excelente, en ese caso lo anunciaré al resto del colegio mañana durante la cena.
