29.- Muerte

No hizo falta mucho tiempo para que los efectos del spray comenzaran a desaparecer, y todos se volvieron a sentar, aunque Sirius un poco aparte del resto, y todos ellos llevaban expresiones molestas. Sirius miró a Harry, que había estado examinando a sus compañeros con una pequeña sonrisa en sus labios, estaba a punto de decir algo sobre el que Harry evadiera su broma cuando vio a Ryan que lo miraba severamente.

- ¿Qué dije yo sobre ser cuidadosos con Harry?- Sirius bajó los ojos turbados.

- Lo siento, señor.

Ryan lo miró durante un ratito más, así como todos los niños que miraban la reprimenda que el hombre estaba dando a Sirius de forma silenciosa. Al fina, Ryan asintió.

- Asegúrate que no pasa otra vez.

- Sí, señor.

Después de darle una última mirada a su ahijado, Ryan volvió a su cuarto con Daniel, dejando una habitación silenciosa. Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Harry se giró a Sirius y le sonrió de forma tranquilizante.

- No te preocupes mucho por Ryan, Sirius. Realmente no le molestan las bromas, es solo que es un poco sobreprotector.- Ron resopló.

- Esa es conclusión del año, Harry.- El pelirrojo miró a los merodeadores que todavía parecían un poco incómodos y para trató de rebajar la tensión.- Bien, ¿habéis aprendido la primera lección? Nunca intentéis engañar a Harry; nunca funciona, sobretodo si Ryan está cerca.- James y Sirius intercambiaron miradas desconcertadas. Al final James habló.

- ¿Por qué no debemos intentar engañar a Harry?- Hermione se rió con maldad.

- Bien, podéis intentarlo, claro. Solo es que después de un año de cuidadosa observación, hemos llegado a la conclusión que es más seguro no intentarlo. Siempre falla.- Ron asintió estando de acuerdo.

- Sí, tendríais que haber visto lo que le hizo a mis hermanos gemelos el día que trataron de transformarlo en un murciélago. Realmente no deberíais intentarlo.

- Ohh... Ron, no deberías decírselo, déjalos que lo intenten. Fue muy divertido el ver a tus hermanos que iban andando hacía atrás por todas partes con "soy un cangrejo" escrito en sus pechos.

Ambos adolescentes se rieron disimuladamente ante el recuerdo, pero se tranquilizaron cuando no escucharon a Harry que se reía. La cara de Hermione se ablandó cuando miró a su mejor amigo, se había quedado dormido  en el sofá, uno de sus brazos colgaba flácidamente. Los merodeadores también dejaron de reírse cuando lo vieron y Ron se puso de pie.

- Debemos irnos, voy a decírselo a Ryan.

Hermione y los demás asintieron y comenzaron a salir mientras Ron llamaba a la puerta de Ryan.

- ¡Entra!

Ron lo hizo y vio a Ryan y a Daniel que se sentaban en la cama mientras hablaban silenciosamente. Los dos sonrieron al muchacho cuando entró.

- ¿Pasa algo malo?

- Solo es que Harry se durmió en el sofá, por lo que regresamos a la sala común.

Ryan se lo agradeció y los tres salieron de la habitación. Ron se reunió con sus amigos y cerró la puerta cuando salieron. Ryan caminó hacía el sofá y alzó en sus brazos suavemente a Harry y lo llevó hasta su cuarto.

Durante los siguientes días, Harry fue obligado a quedarse en su habitación siendo vigilado de forma regular por Ryan o Daniel mientras recobraba fuerzas. Por suerte, esta vez Ryan le dejó hacer unos pocos deberes y todas las tardes Ron y Hermione venían a hablar con él durante un rato, trayendo a veces a los merodeadores.

Cuando al fin le dejaron volver a clase, Harry comprendió lo que Ron y Hermione le habían dicho, era como ser otra vez El-niño-que-vivió. Las personas lo señalaban y susurraban mientras se explicaban lo que había hecho aquel día, de algún modo el hecho que había matado un basilisco durante el verano se había añadido a su culto de héroe que lo rodeaba cuando pasaba por algún pasillo. Una vez más, Ron y Hermione ocuparon sus posiciones de guardaespaldas personales extraoficiales, vigilando y manteniendo a los estudiantes a raya, los merodeadores que solían estar con ellos, solían encontrar toda aquella atención muy divertida. Así, que Harry normalmente solo podía encontrar paz en su habitación y por primera vez agradecía el no estar en la Torre de Gryffindor.

Sin embargo, para desesperación de Ryan, toda esa atención causaba que Harry se retirara todavía más, solía encerrarse en su habitación leyendo o hablando con sus mascotas. Ron y Hermione solían venir tan a menudo como podían, pero les habían pedido que vigilaran de cerca de James y a Lily por lo que no podían quedarse con su amigo todo lo que les gustaría. A veces, si estaba de buen humor, podían sacar a Harry, aunque nunca tardaba mucho tiempo en regresar. Llegó hasta el punto de preguntarle a Ryan si podía comer en su habitación, en vez de en el Gran Comedor, algo que su padrino le prohibió tajantemente y desde ese día se aseguró que el muchacho fuera a comer al piso inferior, no podía permitir que su ahijado se cerrara todavía más.

Harry, Ron y Hermione estaban dirigiéndose hacía el Gran Comedor para cenar cuando un pequeño dolor atravesó la cicatriz de Harry. El muchacho moreno se detuvo al instante y lanzo una mirada a su alrededor con sus sentidos alarmados mientras Ron y Hermione que se habían detenido con él tenían unas miradas austeras, sabían que Harry pensaba que algo iba mal, antes de que pudieran preguntarles que pasaba, el muchacho comenzó a correr había las puertas que lo llevaban afuera y sin extrañarse lo siguieron.

Harry abrió las puertas de un tirón y salió fuera para descubrir inmediatamente a un pequeño grupo de mortífagos que rodeaban a dos estudiantes, comenzó a correr hacía ellos en cuanto reconoció a los estudiantes, su padre que estaba delante de su madre de modo protector, gritando a uno de los mortífagos. Con lentitud, Harry vio al líder de los hombres vestidos de negro que gritaba la maldición asesina y continuó corriendo todavía más rápido, más de lo que lo hubiera hecho antes, su único pensamiento era llegar entre sus padres y esa maldición. Con un último esfuerzo, saltó delante de sus padres y la luz verde le golpeó en el pecho dolorosamente, que lo hizo caer delante de sus padres.

Escuchó el chillido de Lily, a Ron y Hermione que gritaban y entonces nada.