32.-  Fudge y el escarabajo

Harry no sabía cuanto tiempo hacía que estaba dormido, pero supo inmediatamente que ya no estaba en su habitación, también notó que alguien le cogía la mano con firmeza. Harry abrió los ojos, procurando no moverse demasiado y la primera cosa que vio fue que se encontraba otra vez en la enfermería, giró su cabeza hacía un lado y vio a un durmiente Dumbledore que se sentaba a su lado. Apretó la mano del anciano mago y vio que su director se despertaba con un sobresalto. Dumbledore se puso de pie con rapidez y colocó una mano en la frente de su alumno, con un ceño, el anciano conjuró un paño húmedo y limpió la cara de Harry.

- ¿Cómo te sientes, niño?

Harry lo pensó durante un rato, sabía que su respuesta habitual de encontrase bien no sería aceptada y se dio cuenta de golpe que tenía mucha calor pero al mismo tiempo se tenía que concentrar para que su cuerpo parara de estremecerse, también notó un leve dolor de cabeza y  tal y como se estaba sintiendo, sabía que en cuanto intentara moverse el dolor que había sentido la última vez volvería. Tras la valoración rápida de su estado miró al mago preocupado que estaba junto a él e intentó sonreír un poco.

- Me siento caliente y me duele la cabeza.- Dumbledore asintió.

- No es raro, niño, tienes una fiebre muy alta y tu cuerpo todavía está en shock, meterte en el camino de la maldición asesina no es movimiento muy inteligente.- Harry cerró los ojos cansadamente.

- No tuve otra opción, no podía permitir que mis padres se murieran.- Con una voz más controlada preguntó.- ¿Está enfadado, señor?- La cara de Dumbledore se ablandó y le quitó fuera de los ojos un mechón de pelo.

- Claro que no estoy enfadado, Harry, hiciste lo correcto. Solo es que a veces me gustaría que hubiera otras formas de hacerlo sin que te pongas en peligro de esa forma.- Harry asintió y bostezó cansadamente y Dumbledore viendo que el niño estaba a punto de volver a dormirse, cogió una copa que la señora Pomfrey había preparado.- Harry, bébete esto y entonces te podrás volver a dormir.

El viejo director puso un brazo alrededor de los hombros del muchacho y comenzó a levantarlo despacio causando que el muchacho gimiera de dolor.

- Lo siento, niño, pero realmente necesitas beberte esto.

Puso la copa contra los labios de Harry y le hizo beber la poción. Después de tragársela, Harry dejó que su cuerpo se relajara y se había dormido antes de que Dumbledore hubiera tenido la oportunidad de volverlo a poner contra las almohadas. Dumbledore lo arropó y una voz suave lo sobresaltó.

- Debería haberme llamado en cuanto se despertó, director.- Dumbledore se dio un poco la vuelta y vio a la señora Pomfrey que se acercaba a la cama desde su oficina.

- Lo siento, Poppy. No sabía que habías vuelto de Hogsmeade.

La enfermera agitó la cabeza con una pequeña sonrisa y comenzó a inspeccionar a Harry mientras Dumbledore regresaba a su silla y volvió a coger el libro que había estado leyendo antes de dormirse. El muchacho había estado durmiendo solo unas horas, cuando Minerva entró en la enfermería.

- ¿Director?

Dumbledore la miró un poco sobresaltado, su subdirectora parecía muy enfadada y se preguntó que era lo que podía ponerla en ese estado.

- ¿Qué ocurre, Minerva?

- El Ministro Fudge está aquí para verte y exige ver también a Harry.- Dumbledore frunció el ceño mientras la mirada en sus ojos se oscurecía. Miró hacía el niño durmiente.

- Harry está enfermo, Minerva, dudo que pueda hablar con Fudge.- Minerva asintió.

- Le dije al Ministro lo mismo, pero no quiere creerme. Dijo que o estabas escondiendo a Harry del Ministerio o que lo habías enviado a algún lugar lejano.- Una mirada enfadada cruzó la cara de Dumbledore.

- Tráelo aquí.- La señora Pomfrey que había salido para ver que ocurría lo miró asustada.

- ¡Director! ¡Harry necesita descansar! El Ministro probablemente volverá a ponerse a gritar, como hizo la última vez. No se puso muy contento cuando Harry se hizo a hacer una declaración para la prensa.

- Lo sé, Poppy, pero no hay nada que pueda hacer sin crear una ranura mayor entre el Ministerio y la escuela, las cosas se están saliendo de la mano. Pero podrías ayudarme llamando a todos los profesores. - La enfermera asintió, todavía parecía disgustada, pero hizo lo que le habían pedido y fue a su oficina.-  Ahora Minerva, tráelo pero hazlo muy lentamente, para que los demás profesores tengan la oportunidad de llegar aquí.

McGonagall asintió y también se marchó de la habitación dejando otra vez a Harry y a Dumbledore solos. Con un gran suspiro, el director se agachó hacía Harry y lo agitó, mientras lo llamaba suavemente. El muchacho gimió y abrió los ojos de forma vacilante.

- ¿Director? ¿Ocurre algo?

- Siento mucho despertarte, Harry, pero el Ministro insiste en verte.- Harry gimió ruidosamente.

- Él no. ¿Por qué no me puede dejar solo?- Dumbledore le acarició el pelo suavemente.

- No lo sé, niño, realmente no lo sé. Pero no te preocupes, no dejaré que esta vez se marche haciendo cualquier comentario desagradable. Con que diga algo fuera de lugar, lo maldeciré.

Aún cuando Harry sabía que Dumbledore no podía hacerlo, ayudó a que se relajara y se sintió mejor cuando escuchó una voz que retumbaba estando de acuerdo con el anciano.

- No será el único, director.

Dumbledore y Harry le sonrieron a Hagrid cuando este entró, seguido por la gran mayoría de los demás profesores. La profesora Sprout se sentó al otro lado de Harry y le cogió la mano al muchacho, apretándosela de forma tranquilizante. Desde la muerte de Cedric, la profesora de Herbología había mostrado mucho interés por él, ayudándolo a que siguiera teniendo buenas relaciones con los Hufflepuffs. La gigante figura de Hagrid se colocó detrás de Dumbledore y al lado de la cama de Harry, mientras los demás profesores se colocaron alrededor de la habitación, preparados para maldecir al Ministro por todos lados si era necesario.

Cinco minutos más tarde, escucharon pasos acercándose y McGonagall abrió la puerta y entró sonriendo ligeramente ante la vista que estaba delante de ella y en menos de un segundo, la bruja se unió al lado de la profesora Sprout al lado de Harry y se giró para ver al Ministro que entraba.

Fudge entró en la enfermería seguido estrechamente por Arthur y Percy Weasley y su segura sonrisa vaciló cuando vio  que casi todo el personal de Hogwarts estaba allí de pie, mirándolo mal y con sus varitas que le apuntaban ocasionalmente. Arthur y Percy sonrieron ante la imagen y le guiñaron un ojo a Harry de forma tranquilizante que ahora estaba sentado contra algunas almohadas. Dumbledore fue el primero en hablar.

- ¿Qué lo trae aquí, Ministro?

- Exijo saber donde ha estado el señor Potter.- Dumbledore levantó una ceja mientras algunos profesores apretaban los dientes debido al tono del hombre.

- ¿Qué le hace pensar que no ha estado aquí? Harry todavía se está recuperando de la pelea contra Voldemort y no consideramos que el que se moviera ahora mismo, sea una buena idea.

Fudge se puso rojo, miró al muchacho que estaba en la cama de forma asesina, pero Harry ni siquiera le miraba, su atención había sido atraída por un pequeño escarabajo que había entrado junto con los tres hombres y ahora estaba apoyado contra una ventana cerrada.

- ¡Está mintiendo!- Harry devolvió la atención otra vez al Ministro.- ¡El no ha estado aquí esta semana y está absolutamente bien!

La señora Pomfrey se puso roja y se puso de pie, con su varita agarrada firmemente en su mano, pero el director la detuvo con una mirada dura. Serenamente, buscando de no despertar el enfado de los profesores de nuevo, el miró al Ministro. Arthur y Percy se habían quedado silenciosos hasta ese momento, pero los dos parecían también muy disgustados con el hombre. Dumbledore se relajó en su asiento y preguntó.

- ¿Y puedo preguntar, quién te ha dicho tal mentira, Cornelius?

- No es una mentira. Mi información viene de una fuente muy fiable.- Antes de que el director pudiera contestarle, la voz suave de Harry atravesó el cuarto.

- Yo no llamaría a Rita Skeeter fiable. Ha dicho más mentiras en su vida que todos los que estamos aquí reunidos.- La cara de Fudge se puso todavía más roja, pero Harry no había acabado.- Y me ha defraudado Ministro, pensé que estaba por encima de este tipo de comportamiento, pero supongo que estaba equivocado.- Con los dientes apretados el hombre preguntó.

- ¿Qué quieres decir?- Todos los maestros estaban escuchando atentamente la conversación.

- Quiero decir, que ha estado usando un animago no registrado para espiar a las personas, estoy seguro de que muchos estarán muy interesados en sus métodos, Ministro, ¿no estás de acuerdo, Rita?

Harry vio que el escarabajo zumbaba frenéticamente en la ventana intentando salir de la habitación. Los maestros habían seguido la mirada de Harry y les había aparecido una mirada de comprensión en sus caras mientras que la cara de Fudge se había puesto pálida.

Antes que se pudiera decir nada, la mano de Harry se levantó y una luz azul rodeó al escarabajo, mientras le devolvía su forma humana. Skeeter cayó al suelo, mientras aterrizaba en una posición bastante poco digna. Miró venenosamente a Harry que se había caído cansadamente otra vez en las almohadas. Arthur fue el primero en hablar.

- Estoy asustado, Ministro, ¿qué pensará el concilio? Si esto se sabe, todos se pondrán en contra del Ministerio.- La voz de Arthur era dura, pero todos los profesores pudieron ver que sus ojos estaban centelleando de alegría. Habían encontrado algo con lo que podían quitar a ese patético hombre de su posición.

- Yo... yo... yo no lo sabía.

- Estoy seguro de que no lo sabía...

La voz de Dumbledore era fría como el hielo. Había tenido más que suficiente de tener a ese idiota que merodeaba alrededor de la escuela. Debido a Skeeter y a él, Harry se había esforzado otra vez y en su condición no podía ser nada bueno.

- Pienso que será mejor que te marches, Cornelius. Tu presencia ya no es apreciada ni bienvenida en esta escuela. Percy, por favor, ¿serías tan amable de acompañar a la señorita Skeeter? Estoy seguro que tendrás que preparar un juicio.

- Claro, señor.

Cuando se habían marchado de la habitación, guiados por McGonagall, Dumbledore devolvió su atención a Harry.

- ¿Niño?

Pero el muchacho no contestó, estaba otra vez apaciblemente dormido,  un rubor débil causado por la fiebre cubría su pálida cara.