36.- De vuelta al pasado.

Ron y Hermione entraron en la antigua habitación de Harry dejando al resto que les esperaran en la sala. Hermione escribió la cara que iban a enviar a Dumbledore rápidamente, mientras Ron hizo que Dereck se resbalara en su brazo para que pudiera llevar a la serpiente cómodamente. El animal no parecía muy deseoso de dejar la habitación pero al final se colocó alrededor del brazo del adolescente, justo al mismo tiempo que Hermione ató el trozo de pergamino alrededor de la pierna de Hedwig y la envió. Se reunieron con los demás y una vez más los adolescentes guiaron a los demás, esta vez a los lavabos de Mirtle la llorona.

El viaje fue silencioso, ya que ninguno tenía muchas ganas de hablar mucho, se estaban preparando interiormente para lo que estaban a punto de enfrentar. Una vez allí, Ron se colocó delante del lavabo y se arrodilló delante de este, acercó el brazo con el que estaba llevando a Dereck y espero. La serpiente miró al muchacho y al lavabo y después de unos minutos de nerviosa espera, Ron escuchó un siseo suave y el lavabo desapareció, mientras dejaba abierta la apertura la Cámara de los Secretos. Ron escuchó boqueadas suaves que atravesaban la habitación pero no les prestó atención. En menos de un segundo, pasó sus piernas por la apertura y se dejó caer.

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Habían pasado solo unos días desde la visita de Fudge y Harry había estado durmiendo la mayor parte del tiempo, su cuerpo exhausto intentaba recuperarse de toda la tensión que había sufrido durante los últimos días. Cada vez que se despertaba veía a Dumbledore o a la señora Pomfrey a su lado, asegurándose de que estuviera cómodo y sospechaba que también para asegurarse de que no se levantaba y se marchaba, algo que él había hecho bastante frecuentemente durante el último año. Esa mañana no era muy diferente, Harry se despertó alrededor de las diez e inmediatamente notó a Dumbledore en una silla al lado suyo, leyendo un libro gastado. El hombre lo miró y le sonrió tiernamente, apartó el libro, el viejo director se puso de pie y suavemente colocó una mano en la frente del muchacho. Harry cerró los ojos y se relajó con el toque, le ayudaba a tranquilizarse el que hubiera alguien allí que se preocupara por él.

- Parece que al fin la fiebre ha bajado, Harry. Eso está bien.- El muchacho sonrió y preguntó calladamente.

- ¿Cuando podré irme de la enfermería, director?- Dumbledore se rió suavemente, era consciente que Harry odiaba estar allí.

- Bien, si la fiebre no vuelve esta noche, la señora Pomfrey ha estado de acuerdo en dejar que te instales en un cuarto al lado del mío. Tengo miedo que exige que alguien cuide de ti y se asegure de que no te esfuerzas. Ya que Sirius no está aquí, yo seré quien me asegure de que te comportas.

Harry asintió. Estaba bastante contento de poder dejar la enfermería sin molestarse por la forma sobreprotectora que los profesores lo estaban tratando. Además, siempre le había gustado estar cerca de director; el anciano le daba una seguridad que solo era igualada por Sirius. Sus meditaciones se vieron interrumpidas de pronto por el director.

- ¿Quieres desayunar, Harry?

El muchacho asintió ávidamente. Dumbledore le ayudó a sentarse, aunque Harry se quejó de que podía hacerlo solo. Cuando el muchacho estuvo cómodamente sentado con un par de almohadas en la espalda, el director le dio la bandeja que un elfo doméstico había traído de la cocina.

Esa tarde, McGonagall y Hagrid aparecieron por la en la enfermería para ayudar a Harry a mudarse a su nueva habitación. Dumbledore miró muy entretenido como Hagrid cogió al muchacho, mucha a la aversión de Harry, no porque estuviera molesto de que el semigigante lo llevase, sino porque alguien tenía que llevarlo cuando estaba bien sensible. McGonagall siguió a Dumbledore y Hagrid fuera de la enfermería llevando el baúl de Harry que el director había traído desde el pasado. Diez minutos más tarde, cuando llegaron al cuarto, Dumbledore no se sorprendió mucho al descubrir que Harry estaba medio dormido, calmados por los firmes pasos del semigigante. Aunque el niño había recuperado su salud por días la recuperación era lenta y tediosa. El director sabía que tenía que tener cuidado con el muchacho, no podía permitir que Harry se cansara porque podía llegar un aviso en cualquier momento, pero por otro lado apenas podía permitir que el muchacho se muriera de aburrimiento en la cama.

Los tres maestros entraron en la habitación. McGonagall apartó las sabanas de la cama y Hagrid depositó su carga suavemente contra las almohadas y Dumbledore cubrió al muchacho y despidió a los otros profesores. Unos momentos más tarde, abrió una pequeña puerta y se dirigió a su oficina dejándola ligeramente entreabierta para que pudiera vigilar al muchacho a su cargo.

Esa noche, Dumbledore se despertó por los gritos que venían de la habitación de Harry. Rápidamente se dirigió al lado del muchacho y lo cogió en brazos. Aunque todavía estaba dormido, el muchacho se aferró desesperadamente al otro hombre y Dumbledore lo confortó lo mejor que pudo mientras intentaba no despertarlo. Al final, viendo que Harry no salía de la pesadilla, decidió despertarlo. Agitó suavemente al muchacho y sintió como este despertaba en sus brazos.

- Harry, silencio, niño... Todo va bien.

Meciendo suavemente al adolescente asustado, el director comenzó a tararear una suave melodía mientras intentaba tranquilizar al muchacho. Casi media hora más tarde, cuando Dumbledore notó que Harry se había calmado bastante, dejó que el adolescente volviera a estirarse contra las almohadas. Harry dejó ir el cuello del director, pero inmediatamente cogió la mano del anciano con fuerzo. Dumbledore sacó un mechón de pelo de los ojos del muchacho y lo miró con una sonrisa preocupada.

- ¿Otra vez la pesadilla de la última pelea, Harry?- El adolescente negó con la cabeza.

- No señor.- Harry frunció el entrecejo.- Tuve una pesadilla sobre la Cámara de los Secretos. No lo entiendo... ¿por qué estoy teniendo una pesadilla sobre eso ahora?

Dumbledore miró pensativamente la pared que había delante de él, de algún modo, la mención de la Cámara de Slytherin estaba haciéndole recordar algo dentro de su propia mente, pero todavía estaba demasiado confuso como para saber el qué. Cuando volvió a mirar hacía abajo, comprendió que el muchacho se había dormido de nuevo. Con un suspiro, el director envolvió a Harry y se dejó el cuarto.

Los días que siguieron fueron duros para Harry y Dumbledore. Ambos eran muy tercos y cada día era una batalla de argumentos. Harry, sitiéndose mucho mejor que al principio, no quería quedarse en el cuarto encerrado y por otro lado, Dumbledore, sabiendo que Harry estaba bastante lejos de encontrarse bien, quería que el muchacho estuviera en cama. Al final, después de días de disputas, llegaron a un acuerdo, Harry podía vagar por su cuarto o el de Dumbledore siempre y cuando estuviera vigilado por el director u otro profesor. La señora Pomfrey no esta nada de acuerdo con el arreglo e intentó más de una vez salvar a su paciente, pero Dumbledore no quería ni oír hablar de eso, conocía demasiado bien a Harry como para saber que si regresaba a la enfermería, el adolescente no tardaría ni un segundo en salir furtivamente de allí y como Harry estaría fuera de la cama consideró mejor que estuviera vigilado, en lugar de vagabundear por el castillo donde le podrían pasar muchas cosas debido a su debilitada salud.

Dos semanas más tarde, cuando el inicio del curso se estaba acercando, llegó al castillo una lechuza blanca. Dumbledore estaba sentándose en su oficina examinando unos papeles del Ministerio mientras estaba leyendo su libro de texto de séptimo año de Herbología. Los dos miraron cuando un grito suave vino de la ventana abierta. Reconociendo su búho, Harry se puso de pie y se dirigió a la ventana para acariciarla. Notando la carta que estaba llevando, se la quitó y viendo que ponía escrito el nombre de Dumbledore, le dio la carta a su director mientras Hedwig se colocó en su hombro mientras le mordisqueaba la oreja alegremente. Harry se sentó otra vez en su sitio y miró la cara de Dumbledore mientras este leía la carta. Viendo la mirada preocupada que el director tenía, Harry rompió el silencio.

- ¿Director?

El hombre lo miró, con la preocupación grabada en su cara. Sin una palabra le dio la carta a Harry. El muchacho la cogió y vio que era la familiar letra de Hermione.

Director,

Han secuestrado a Lily y a James. Los mortífagos han dejado un enigma en el lugar donde fueron vistos por última vez; hemos llegado a la conclusión de que se estaban refiriéndose a la Cámara de los Secretos. Dumbledore, Ryan, Daniel, Ethan, Sirius, Remus, Ron y yo vamos hacía allí. Si Harry se encuentra mejor, nosotros podríamos usar su ayuda, porque ninguno sabe lo que nos vamos a encontrar. Escribiremos cuando regresemos.

Hermione.

Harry releyó la carta una vez más antes de dejarla. Se puso de pie y comenzó a atravesar la habitación.

- Tengo que ir.- Dumbledore asintió.

- Sí, pero primero tenemos que discutir algunas cosas. Los mortífagos nunca dejan pistas sobre la situación de sus víctimas, estoy seguro que es una trampa.- Harry frunció el entrecejo.

- Quizá, pero ¿por qué Voldemort pondría una trampa? Es bastante más poderoso para derrotar a todos sin tener que usar esos trucos.- Entonces penso sobre algo más.- Pensaba que Voldemort le tenía miedo por aquellos entonces. Nuca habría entrado en Hogwarts.- Dumbledore asintió.

- Sí, cierto y por eso pienso que es un trabajo de Lucius, en vez de Voldermot.- Harry negó.

- No tiene sentido. ¿Cómo ha sabido donde estaba la Cámara y como ha entrado?- Dumbledore suspiró.

- No lo sé, Harry, pero estoy bastante seguro de que Voldemort no esta allí, y si él no es, entonces solo tiene sentido que sea el Rey Oscuro. Tendrás que preguntarle tú.- Harry resopló.

- Sí, claro. Yo solo me acerco a él y le pregunto si conoce cualquier otra entrada a la Cámara.

Dumbledore se rió suavemente entre dientes, pero no contestó. En cambio, alcanzó uno de sus bolsillos y cogió un pequeño gira-tiempo. Dándoselo a Harry, el director se sentó otra vez mientras el muchacho se puso de pie.

- Ten cuidado, niño. Merlín sabe lo que te está esperando allí abajo.

- Lo tendré, director. No se preocupe, mandaremos un búho en cuanto volvamos.

Dumbledore asintió y miró como Harry desaparecía de su oficina, con Hedwig todavía en su hombro.