41.- Complicaciones

Otra vez, Ryan se despertó sintiéndose desorientado, pero esta vez no estaba en el frío suelo de la cámara, en vez de eso estaba en una suave cama. Incluso antes de abrir los ojos, sabía donde estaba: en la enfermería. Suspirando recordó que Dumbledore dijo el encanto aturdidor y puesto que el Dumbledore del pasado ya estaba dormido en una cama, asumió que había llegado el mayor de los Dumbledore.

Ryan abrió sus ojos despacio y lanzó una mirada a su alrededor, todos los demás todavía estaban dormidos en sus camas, incluso Dumbledore estaba durmiendo sentado en su silla entre su cama y la de Harry. Poniéndose de pie, Ryan se estiró e hizo levitar a Dumbledore a su cama, el director no debía dormir en una silla a su edad, justo después de ese pensamiento,  Ryan se rió calladamente con suavidad, el director le cortaría la cabeza si sabía lo que su ex estudiante había pensado.

Otra vez lanzó una mirada a su alrededor y notó que Snape, Ethan y los mortífagos habían desaparecido; supuso que Dumbledore le había pedido al maestro de pociones y al joven gryffindor que los devolvieran a su tiempo antes de que pudieran causar más daño, aunque Ryan no sabía si eso era posible considerando todo lo que había pasado, pero era mejor no arriesgarse. Se podía borrar los recuerdos, pero no se podía resucitar a los muertos.

El más joven de los Dumbledore también había desaparecido, junto a la señora Pomfrey y Ryan supuso que se habían marchado para hablar sin arriesgarse a despertar a todo el mundo si conversaban allí dentro. Silenciosamente, se sentó en la silla en la que había estado Dumbledore y cogió una de las manos de Harry entre las suyas. A la luz de la mañana, Harry parecía mucho más pálido de lo que lo había parecido la noche anterior, lo que no tranquilizó los miedos del hombre. Claro, que debería estar acostumbrado, ya que Harry pasaba más tiempo en la enfermería que cualquier otro, pero aún así, Ryan nunca se acostumbraría a verlo tan quieto, acobardaba.

Un sonido suave lo sacó de sus pensamientos, lanzó una mirada a su alrededor y vio un par de ojos azules que lo miraban atentamente desde otra cama. Ryan miró fijamente a su joven ego; ligeramente acobardado por la intensidad que podía ver en aquellos ojos, después de unos minutos, apartó la mirada. Aquellos inteligentes ojos, que incluso serios tenían aquel brillo travieso, le traían malos recuerdos; sus propios ojos debían ser así, quizá un poco más viejos y más sabios, pero felices y brillantes. Cuando se miraba en un espejo, todo lo que podía ver eran los pálidos ojos embotados de un hombre que había visto demasiado horror y que había pasado cosas por las que nadie debería pasar en su vida. Negó tristemente, como si intentara ahuyentar los malos pensamientos, dirigió su mirada hacía Harry mientras se dirigía suavemente al otro muchacho.

- Buenos días, Sirius. ¿Cómo te sientes?

Ryan escuchó como el adolescente se movía desde el otro lado de la habitación pero no miro hacía atrás, después de unos momentos, escuchó suaves pasos que se acercaban y vio una oscura figura que se colocaba a su lado. No lo miró.

- Buenos días.- Y el adolescente añadió con un suspiro.- ¿Cómo debo llamarte?- El hombre se encogió de hombros.

- Profesor, Ryan, Canuto... como quieras, pero no me llames Sirius o habría confusión.- Se quedaron un rato en silencio hasta que la incierta voz de Sirius lo volvió a romper.

- Tú eres yo, ¿verdad?- Ryan solo asintió y Sirius continuó.- ¿Por qué somos tan diferentes? Miro a Lunático y al profesor Moon y puedo ver claramente que son la misma persona, pero tú y yo no.

Ryan se mordió el labio mientras pensaba. ¿Qué se suponía que le decía al adolescente? ¿Podría decirle la verdad? Era demasiado terrible. Una mirada rápida a su joven ego le hizo suspirar. Conocía esa mirada. Sirius estaba determinado a conocer la verdad, no importaba lo que esta fuera. Al final, Ryan le contestó.

- El tiempo afecto a las personas de formas diferentes, Sirius. Lunático y yo hemos pasado por un infierno, pero nos ha afectado de distinta forma.

Ryan casi podía notar como Sirius fruncía el entrecejo,  pero no añadió nada más. Una mano amable en su hombro le hizo mirar. Sus ojos se encontraron otra vez mirando suavemente a aquellas lagunas azules inteligentes cuando el adolescente preguntó.

- ¿Me lo dirás, por favor? ¿Qué me pasará para hacerme mantener mi nombre?- Ryan se rió suavemente del chiste y miró otra vez a su ahijado.

- ¿Por qué quieres saberlo, Sirius? ¿Es realmente tan importante?- El joven no le contestó durante un rato.

- Supongo que no, pero todavía me gustaría saberlo. Quiero estar preparado para cualquier cosa que tenga que venir.- La voz de Ryan atravesó la habitación.

- Nada puede prepararte para Azkaban, Sirius y nada puede prepararte para las muertes de dos amigos queridos y la traición de otro.- Ryan oyó la boqueada asustada de Sirius pero continuó.- Lunático y yo somos todo lo que queda de los Merodeadores. James murió a manos de Voldemort cuando Harry apenas tenía un año. Lily murió con él, dejando a su hijo completamente solo. Y Peter... Peter nos traicionó a todos nosotros. Entregó el escondite de James y Lily a Voldemort y después de eso, hizo que el ministerio creyera que había sido yo.- Los ojos de Ryan se cruzaron con los del asustado Sirius otra vez.- Absolutamente nada te puede preparar para doce años en Azkaban.

Ryan volvió a mirar a Harry, dejando a Sirius con sus pensamientos. Daniel que había estado despierto desde hacía mucho rato pero que había decidido dejar a sus dos amigos solos, se puso de pie y se acercó hasta Ryan.

- Buenos días, Canuto.

Sonriéndole tristemente al adolescente, Daniel también lo saludó. Entonces devolvió su atención a la cama y puso una mano en la frente de Harry, notando muy aliviado que el niño no tenía fiebre. Quitando la mano, Daniel se acercó a la cama de Lily. Ryan lo siguió con la mirada, viendo preocupado cuando su amigo fruncía el ceño.

- ¿Qué ocurre, Lunático?- El otro hombre negó con la cabeza, pero cuando caminó a la cama de James su ceñó se acentuó.- ¿Lunático?- El hombre lobo lo miró por fin.

- No estoy seguro, Canuto, pero me estoy dando cuenta que les pasa algo malo aunque no puedo saber el qué. Es extraño. Voy a preguntarle a la señora Pomfrey, quizá estoy equivocado.

Pero Ryan no pudo evitar el fruncir el ceño, conocía a su amigo y sabía que rara vez se equivocaba en ese tipo de cosas, habría ido a comprobarlo él mismo, pero entonces, Harry comenzó a moverse.

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Harry gimió suavemente, quería darse la vuelta ya que su espalda le dolía mucho, pero alguien cogía su mano con demasiada fuerza, restringiendo su movimiento. Luchó débilmente contra la mano para hacerle entender que necesitaba moverse y lo dejó ir, inmediatamente Harry se dio la vuelta, pero el alivio que sintió en su espalda fue efímero ya que en cuanto se movió, se comenzó a caer. Antes de que golpeara, unos brazos fuertes lo cogieron por la cintura y se sintió alzado de nuevo a la cama. Las manos amables lo colocaron boca abajo y le quitó algo de pelo de los ojos. Con un suspiro, Harry abrió ligeramente sus ojos y vio la preocupada mirada de Ryan dirigida a su persona. Se arrodilló un poco y le colocó una mano en la frente.

- ¿Harry? ¿Estás bien?-  Cuando contestó su voz era muy débil.

- Sí, estoy bien.

Sin embargo su padrino no pareció creerle en lo más mínimo. Arropándolo con las mantas hasta su cuello, miró hacía otro lado y a través de la niebla, antes de que su visión se oscureciera de nuevo, Harry escuchó que hablaba con otra persona.

Ryan le había pedido que fuera a buscar a la señora Pomfrey, cuando volvió a mirar a la figura inmóvil de su ahijado, suspiró. Parecía que Harry estaba otra vez dormido, se sentó de nuevo en su silla y devolvió su atención a Daniel.

- ¿Puede decirme que es lo que pasa?- Su amigo lo miró desde la cara de James, con un ceño todavía en su cara.

- Ya te he dicho que no estoy seguro, ¿cómo está Harry?- Ryan negó con la cabeza y frunció el entrecejo.

- Está dormido de nuevo, pero no cambies de tema. Debes tener una razón para pensar que algo va mal, Lunático. No estarías actuando así si no estuvieras seguro.- Daniel se sentó al lado de su amigo.

- Realmente no lo sé, es solo un sentimiento. Siento como si estuvieran en un sueño muy profundo, demasiado profundo, como si algo lo estuviera atrapando dentro de él.- Ryan lo miró con la frente fruncida.

- ¿Cómo demonios has podido darte cuenta de algo así?- Daniel le sonrió con suavidad.

- Los hombres lobo podemos darnos cuenta si hay alguien a nuestro alrededor. Las personas que están despiertas son muy fáciles de notar, pero cuando duermes, la mayoría de nuestra conciencia también, aunque todavía hay una parte de la mente que queda despierta y los hombres lobo podemos darnos cuenta de esa parte tan fácilmente como nos podemos dar cuenta de cuando alguien está dormido. Esa parte es ahora mismo muy pequeña en James y Lily, más pequeña de lo que debería ser. Normalmente, eso solo puede pasar por una poción o alguna maldición. Por eso creo que pasa algo malo, y además el hecho que Malfoy parece que no les ha hecho nada... no tiene sentido.

Los dos amigos estuvieron en silencio hasta que volvió la señora Pomfrey junto con el Dumbledore más joven, la mujer había estado en la oficina del director discutiendo la condición del grupo y enseguida se dirigió a la cama y comenzó a revisar sus lesiones, recolocando las vendas que se habían aflojado cuando se dio la vuelta. Una vez acabó, Daniel se acercó hasta ella y le habló en voz baja, después de unos momentos, se acercaron hasta las camas de Lily y James y la señora Pomfrey los revisó otra vez, esta vez teniendo un cuidado especial para buscar cualquier señal de veneno, ya que la noche anterior ya había visto que no se les había puesto ningún hechizo. Al final, suspiró y se giró donde estaban esperando Daniel, Dumbledore y Ryan.

- Tenías razón, Daniel, les pasa algo, pero tengo miedo que mi experiencia no sea suficiente para saber que tipo de veneno es. Necesitamos a Danielle.

La bruja vino, pero por desgracia no podía decir con precisión que tipo de veneno era, estaban muy perdidos y no sabían que hacer cuando el mayor de los Dumbledore se despertó. Después que se le explicó al viejo director la situación, envió una carta al futuro y pidió a Snape que volviera, ya que su conocimiento en pociones, sobre todo aquellas que involucraban las Artes Oscuras, era mucho mayor que el que poseían las dos brujas