49.- Descubrimientos.
Cuando Ryan se despertó, vio que estaba en una de las camas de la enfermería. La luz del cuarto había sido apagada y lo más probable es que fuera de noche y muy tarde. Se estiró con cuidado e intentó recordar por qué estaba allí, que era lo que había pasado. Una gran cantidad de imágenes inundó su cerebro somnoliento, haciéndole despertar por completo.
Había fallado. Todos sus esfuerzos por proteger a su ahijado, su hijo, habían sido inútiles. Harry había desaparecido y lo más seguro es que él se le uniría pronto, porque sin Harry, no merecía la pena seguir viviendo. Estaba Remus claro, pero no era lo mismo. El otro hombre se había acostumbrado a estar solo, incluso cuando le gustaba estar acompañado, Remus no lo necesitaba como lo hacía Harry y no le podía proporcionar un objetivo a Sirius, algo por lo que seguir adelante. Suspirando, el hombre se sentó en la cama y miró a su alrededor, intentado manifestar que todavía estaba allí. A su derecha, James y Lily estaban todavía inmóviles, parecían que apenas respiraban, pero a Sirius no ya no le importaba. Sin Harry, James y Lily no eran nada más que los nombres de viejos amigos en su mente. Intentó alejar de su mente esos pensamientos deprimentes, miró la figura que se sentaba en una silla entre las dos camas y se sobresaltó al descubrir a McGonagall que se estaba sentada allí, dormitando de forma silenciosa. Claro, tenía sentido que alguien se quedara con los dos adolescentes, pero Sirius pensó que aquello era totalmente inútil, no se irían a ningún lado. Miró hacía el otro lado de la habitación y vio que alguien se sentaba en una silla igual que McGonagall, mostrándole su espalda, reconoció a su mejor amigo con facilidad, pero no podía entender el porqué estaba allí. Desde su cama intentó ver a la persona que permanecía en la cama que Lunático estaba mirando, pero su amigo lo escudaba de su vista. Sirius se encontró dividido en si debía levantarse y mirarlo u olvidarse de él, pero su curiosidad ganó. Se levantó de la cama suavemente mientras intentaba no hacer ruido y se colocó al lado de su amigo.
Su respiración fue retenida en su garganta, aquello no era posible. Por un segundo, pensó que debía ser James, que habían movido al adolescente de la cama que había estado usando, pero en el fondo de su mente sabía la verdad. Nunca podría confundir a Harry con James, había llegado a conocer muy bien a su joven ahijado, tanto como para reconocerlo en cualquier lugar. Mientras en su mente se decía que no era posible, su corazón le decía que sencillamente abrazara al dormido adolescente. Una voz suave atravesó su indecisión.
- No pensarías realmente que íbamos a permitir que desapareciera, ¿no Canuto?- Sirius no apartó los ojos del muchacho.
- Esto no puede ser real.- Remus se rió con suavidad de forma silenciosa.
- Oh, pero lo es.- Su amigo se giró hacía el, frunciendo el ceño, todavía manteniendo un ojos en el adolescente como si estuviera asustado de que desapareciera si dejaba de mirarlo.
- ¿Cómo, Lunático?
Remus se rió suavemente del tono incrédulo en la voz de su amigo, pero comenzó a explicarle exactamente todo lo que había sucedido desde que habían averiguado lo que le pasaba a James y a Lily. Al final del relato, Sirius estaba sentado en una silla al lado de Remus, intentando procesar toda la información que su amigo le había dado. Una gran felicidad comenzó a embargar su mente y comenzó a sonreír despacio.
- ¿Así que James y Lily se despertaron? ¿Harry está bien?- Remus le hizo unas cuantas muecas.
- De hecho, James y Lily están despiertos. En cuanto a Harry, tendremos que esperar hasta que se despierte para estar completamente seguros, pero la señora Pomfrey nos dijo que está exhausto. Todos sus cardenales han desaparecido por lo que no está preocupada por eso, bien, ahora sabes como está Harry.- Sirius gimió suavemente y se apoyó en su asiento.
- Por lo que me estás diciendo, aquí vamos otra vez.- Remus se rió suavemente.
- Bueno, podría ser peor.- El hombre no le contestó.
Alguna de la felicidad que Sirius sentía se había oscurecido y había sido reemplazada por preocupación, pero su sonrisa permaneció en su cara. Aún cuando Harry estuviera, débil, enfermo o de cualquier otra forma, todavía estaba allí, vivo y eso era bastante como para devolver la luz en los ojos del hombre.
James se despertó tarde a la mañana próxima. Se sentía mucho mejor y más descansado que la tarde anterior, y un poco de la confusión que había en su mente había desaparecido. Despacio, se sentó en la cama intentando evaluar la condición de su cuerpo. Por suerte no estaba adolorido y aunque tenía hambre, parecía que todo lo demás estaba bien.
- Buenos días, señor Potter. Confío en que durmió bien.- James miró hacía un lado donde se encontraba su profesora de transformaciones mirándolo atentamente.
- Er... buenos días, señora. Sí, dormí bien, gracias por preguntar.- Miró hacía la otra cama, y no pudo evitar preocuparse por su novia.- ¿Lily está bien, profesora? ¿Harry la ayudó?- La profesora McGonagall se rió silenciosamente.
- La señorita Evans está bien, James aunque la señora Pomfrey piensa que dormirá todavía durante unas horas más. Se despertó unas horas después que usted.- James asintió, aliviado que Harry había mantenido su palabra y se relajó contra sus almohadas. Su profesora se puso de pie y le sonrió ligeramente.- Tengo que ir a hablar con el profesor Dumbledore, pediré a un elfo doméstico que le traiga algo de comer. Si necesita algo, pregúntele a Daniel o Ryan.- McGonagall apuntó hacía ambos hombres y abandonó la habitación.
James se quedó silencioso durante unos minutos, mientras observaba a las figuras inmoles de sus mejores amigos. Le parecía extraño que esos dos adultos fueran sus amigos, actuaban tan diferente, especialmente Sirius. No podía comprender que era lo que le había pasado para cambiar aquel niño feliz y bromista en ese hombre serio y algo triste.
Curioso sobre lo que estaban mirando ambos profesores, James salió de su cama silenciosamente y se acercó a la otra punta de la habitación. Incluso siendo cuidadoso con no hacer ningún ruido, Daniel lo escuchó y se giró para mirarlo con una sonrisa en sus labios.
- Buenos días, James, me alegro de verte otra vez.- Ryan se giró un poco, sin dejar la mano de la persona que estaba en la cama y también le sonrió.
- Eh, Cornamenta.- James se paró a su lado y con voz graciosa los saludó.
- Buenos días, profesores.
Ambos adultos se rieron entre silenciosamente pero no dijeron nada, no había nada que decir. James miró por fin la cama y se quedó helado del susto. Remus lo notó y alzó una ceja.
- ¿Pasa algo, James?
El muchacho no pudo decir nada, su cerebro todavía estaba intentando registrar que quien estaba en aquella cama, era Harry, su futuro hijo y que en vez de estar, como las personas muertas debían estar, el muchacho todavía respiraba de forma regular. Ryan recordó a que se debía el susto de James y comenzó a reírse suavemente.
- Sí, James, este es Harry y no está muerto. Para ser completamente sinceros, él nunca murió.- El muchacho moreno lo miró.
- ¡Pero... pero yo le vi morir!- Remus negó con la cabeza.
- No, tu viste que fue tocado por la maldición asesina.- Una voz inesperada se unió a la conversación.
- ¡Es lo mismo! - Los tres miraron como Lily se les unía, colocándose al lado de James. Ambos adolescentes se besaron brevemente, pero su atención todavía estaba en Harry.- Cualquiera que es tocado por la maldición asesina muere, por eso se llama la maldición asesina. Nadie ha podido sobrevivir a ella.- Ryan miró a su ahijado con tristeza.
- Harry lo ha hecho, o lo hará. En varias ocasiones en realidad. Vuestro hijo se llama el Niño-que-vivió por una razón, Lily.- Lily parecía desconcertada como lo hizo James.
- Eso es lo que me dijo en mi sueño, pero no entiendo que significa. ¿Y que es eso sobre mi hijo? ¡No tengo ningún hijo! ¿Y por que os tratáis de una forma tan familiar?- Los tres se rieron de cómo se enfurecía, mientras la muchacha los miraba fastidiada.- O alguien comienza a darme una buena explicación rápidamente, u os hechizo.- Negando con la cabeza riéndose de sus bufonadas, Daniel comenzó a explicar todo sobre Harry a los dos adolescentes.
Harry suspiró suavemente, estaba comenzando a despertarse pero realmente no quería. Era doloroso, tenía todo los músculos entumecidos y estaba comenzando a tener dolor de cabeza. Realmente no era raro, después de todo, había sido separado de su cuerpo y luego había vuelto. Este último pensamiento le hizo luchar todavía más por la conciencia, tenía que asegurarse que su cuerpo había vuelto, aunque el dolor de sus miembros le aseguraba que lo había hecho. Gimiendo de dolor, abrió un poco los ojos, la luz era muy fuerte en la habitación y lo deslumbró durante un momento, haciendo que su cabeza le palpitara dolorosamente. Alguien, Harry no estaba seguro de quien, le cogió suavemente la mano.
- Harry, ¿niño, estás despierto?
Harry gimió otra vez mientras intentaba abrir los ojos completamente, pero la luz comenzaba a hacerle más daño y sabía que solo serían unos minutos antes que volviera a quedar inconsciente. De repente alguien lo medio incorporó, haciéndole silbar de dolor, y le apretaron algo contra los labios. La misma voz suave le volvió a hablar.
- Niño, bebe eso, te hará sentirte mejor.
Su mente registro de algún modo lo que le había pedido la voz, y abrió un poco la boca despacio, lo suficiente como para permitir que el liquido entrara. Estaba otra vez casa dormido cuando sintió que volvían a apoyarlo contra la cama. Las suaves manos lo arroparon y se sintió que se volvía a dormir.
