CAPITULO 3

COMO GANAR LA GUERRA

DEDICADO A:

MI TIO MOISES, EL SER MAS SABIO DEL UNIVERSO (A sus hijas no porque me caen muy gordas)

La siguiente y ultima etapa en su preparación como cazador celestial, era el unirse a algún escuadrón y salir hacia el combate. De un tiempo para acá, la mayoría de los cazadores, no sabían hacia donde iban a pelear ni por que, pero a todos les daba igual, lo importante era poder romper caras y que no los arrestaran por ello (sin mencionar que podían ganar una condecoración y/o un bono).

El cuartel general, de donde salían los escuadrones a sus batallas, era un edificio algo tosco para los estándares de la Ciudad de la Luz, con un salón espacioso en el que en ese momento se encontraba el grupo en el que se había "apuntado" el príncipe.

En total eran quince cazadores, mas aparte su líder que habría de llegar en cualquier momento. Entre ellas se incluían Samantha, Misty y la-chica-misteriosa-de-abajo-de-la-banca, quien resulto llamarse Kimmy. Vegeta, siguiendo su imperturbable costumbre, se había situado en un rincón, con los brazos cruzados, sin hablar con nadie, mientras las demás cazadoras platicaban, reían y hacían planes para pasársela lo mejor posible durante su misión.

Las grandes puertas del salón se abrieron de golpe y entro una imponente figura cubierta con una impresionante armadura con escamas metálicas que parecían de dragón. Era Rachel. Los barrio a todos con la mirada y con un acento severo ordeno:

- ¡A callar! ¡Quiero una sola hilera, todos viendo hacia mi!

Rápidamente las chicas hicieron lo que se les pidió, Vegeta se formo al final, con toda la calma del mundo, mientras Rachel quería fulminarlo con los ojos.

- Ahora, quiero toda su atención. Por esta vez van a tener bien clara su misión. En el planeta Lidee hay una guerra civil. Se han dividido en dos bandos y hemos ofrecido nuestros servicios a ambos grupos. Los dos tienen excelentes razones para librar la batalla... Razones que a nosotros no nos importan. Hemos hecho lo mas lógico que se puede hacer en este caso para decidir a que bando nos vamos a unir: escogimos al que nos daba mas dinero.

"Así que era esto" pensaba Vegeta. "Una dulce y adorable chica que trabaja en una oficina, en realidad es una exigente y feroz líder ¿Por qué no me sorprende?" (N. De P. S.: En realidad creo que no sorprendo a nadie)

- Estamos a punto de ponernos en camino. Recuerden que ningún imbécil bastardo gano una guerra muriendo por su patria o sus ideas. La gano haciendo que otro imbécil bastardo muriera por su patria o sus ideas. Pero no se preocupen, en cualquier caso tienen una recompensa asegurada. Si ganan, el premio es una gran cantidad en efectivo y en algunos casos una valiosa condecoración. ¿Alguien quiere saber que se obtiene si pierden? Si pierden el premio es estar despedidos ¿les ha quedado claro?

El Planeta Lidee era un remotisimo cuerpo celeste. En algunos aspectos, su tecnología estaba bastante adelantada, pero su cultura y creencias era de un pueblo muy supersticioso y un poco atrasado.

El escuadrón tenia que llegar a entrevistarse con el líder: el comandante Sparks. Un tipo que quería ser el general Patton, cuando en realidad no llegaba al sargento Matute.

El lugar de la reunión era un campamento a kilómetros de cualquier lugar habitado, entre montañas. El comandante les hablo en la tienda de campaña mas grande que hacia las veces de sala de juntas, de planeación y para presentar proyecciones de cine los días de descanso.

- Muy bien señoritas – hablo el comandante, y al fondo se escucho un gruñido de desagrado por parte de Vegeta –. Esta misión es crucial para decidir el triunfo. Nuestros espías nos han revelado un dato de vital importancia: nuestros enemigos, el ejercito Blanco, tiene una nueva arma secreta. ¿Que es?, no lo sabemos. Pero si sabemos mas o menos quien estuvo trabajando en ella y sabemos exactamente donde esta. – Puso en la mesa que se encontraba en el centro de la habitación un mapa y una lista. El escuadrón de cazadores lo rodeo mientras el comandante señalaba un punto en el mapa -. La orden es avanzar sobre esta población, atravesar las enormes murallas que la rodean, acabar con la impresionante tropa que resguarda el arma secreta y apoderarnos de ella antes de que alguien apriete el botón de encendido. Todo en el menor tiempo posible para que no puedan llegarles refuerzos. Saldremos en una hora ¿alguna pregunta, damas?

Todos los cazadores negaron con la cabeza, Rachel examinaba la lista de los involucrados en la creación de la misteriosa arma y Vegeta gruñía mas fuerte, pero sin hacer lo que seguramente hubiera hecho en otros tiempos si alguien hubiera insistido en llamarle "dama".

En cierto modo el trabajo no era nuevo para Vegeta. Otra vez era un mercenario a las ordenes de algún fulano, que salía en misión a destruir ejércitos y poblaciones enteras. La diferencia estaba en que ahora tenia que dejar a alguien con vida si quería recibir su paga, además de que ni cuando era soldado de Freezer había llegado a un planeta tan lejano.

Para no llamar tanto la atención habían prescindido de las brillantes armaduras de cazadores, y todos llevaban sencillos uniformes de faena verde oscuro, con las pistolas y los cuchillos ocultos, las vainas de las espadas les golpeaban los muslos mientras cabalgaban. En lugar de algún tanque o nave moderna, a cada quien le dieron su propia montura: enormes caballos negros, de ojos verde brillante y crines color tormenta. Vegeta avanzaba montando un caballo que a pesar del permanente mal humor del príncipe, parecía haberle tomado aprecio; maldiciendo la hora en que se le ocurrió hacerle caso a Rachel. Pensando que si lo dejaran volar ya hubiera llegado y el sólito se hubiera encargado de la tropa enemiga y de la dichosa arma.

- ¡Señor Kobain! – grito Rachel - ¿Qué tanto esta murmurando?

La población en cuestión estaba protegida por una muralla de acero y cemento, que la rodeaba por completo. A primera vista parecía inexpugnable, claro que no desde el aire, penso Vegeta. Miró a Rachel y le pregunto:

- ¿Cuál es el plan?

- Tumbamos la puerta, entramos y los aplastamos – respondió tranquilamente.

- ¬_¬U

- ¡MUY BIEN ¡ ¡PREPÁRENSE PARA ENTRAR! – Grito Rachel alzando su espada con un gesto teatral, muy de acuerdo con la ocasión - ¡SEÑOR KOBAIN! ¡SIRVA DE ALGO Y ABRA LA PUERTA!

- ¿Me viste cara de tu portero? ¿Por qué demonios no lo haces tu?

- Porque soy tu superior. Y no vuelvas a hablarme en ese tono, a pesar de quien eres. Recuerda que los cazadores tenemos vidas aun mas largas que los sayajin, yo ya dirigía escuadrones de combate mucho antes de que naciera tu padre, mocoso irrespetuoso.

- Pero no me digas "Señor Kobain" – gruño desmontando - ¿Todas listas? Voy a echar esa condenada puerta abajo.

- ¡A las tres! – grito Samantha.

- ¡TRES! – gritaron las chicas a coro. Vegeta dio un solo disparo de energía y eso fue suficiente para derribar la puerta blindada, los soldados que estaban de guardia no podían creer lo que estaba pasando y tardaron mucho en defender sus posiciones.

Los cazadores entraron al galope y aplastaron todo a su paso, incluyendo gente, cañones, tanques y edificios.

- ¡El arma esta en el edificio central! – grito Rachel – ¡Síganme! ¡Vegeta sigue cabalgando, no vueles, no es necesario!

Mientras bajo el nombrado edificio, en los laboratorios subterráneos, un soldado entraba precipitadamente al cuarto de control, en donde se encontraba el jefe de los científicos a cargo del proyecto.

- ¡Señor! ¡Señor! – gritaba alarmado – ¡Nos atacan! ya acabaron con nuestras defensas, vienen para acá. ¡Tiene que escapar y llevarse el arma principal como sea!

El científico, un hombre de edad avanzada, tranquilamente le respondió.

- De ninguna manera. Aunque hubiera alguna forma de llevarme el arma, no lo haría. Ya solo nos faltan algunas pruebas practicas y esta me parece una excelente oportunidad.

- ¡¿Qué?!

- Supongo que ni siquiera usted esta enterado totalmente de lo que se trata el arma principal ¿No es cierto? Bien, alégrese porque esta a punto de averiguarlo.

El científico entro a un elevador y pulso los botones para ir hacia abajo, aun mas abajo de lo que ya se encontraba. Al llegar al ultimo nivel bajo tierra, entro a una habitación enorme. En el centro, con una serie de rayos láser que formaban una barrera estaba el arma principal. Su creador retiro uno a uno los barrotes luminosos, sirviéndose de una complicada serie de controles y la gigantesca mole comenzó a moverse entre la oscuridad.

Arriba, los cazadores derribaban la parte superior del edificio central.

- ¡Con cuidado! Nos pagan para apoderarnos del arma, no para destruirla – les gritaba Rachel.

- ¡Aquí no hay nada! – dijo Samantha – Solo un montón de trastos y aparatos inservibles, si esta es su gran arma secreta, pobrecitos.

- ¡Esto ya me hartó! – se quejó Vegeta, desmontando - ¡A un lado!

Con un disparo de energía demolió lo que quedaba del edificio, dejando una gran área despejada, revelando las entradas a las instalaciones subterráneas.

- ¡Buen trabajo Vegeta! – lo felicito Rachel –. Pero no vuelvas a hacerlo, a menos de que yo te lo ordene.

Todos se acercaron a echarle un vistazo a los restos del elevador y las escaleras de emergencia.

- Ahora entremos y terminemos con esto – dijo Vegeta.

- No espera – lo detuvo Rachel –. Debemos tener cuidado, no sabemos lo que puede haber abajo.

- Ya sabemos lo que hay – gruño el príncipe –. Un arma misteriosa, que es a lo que venimos.

- Pero hay algo que no esta bien, los datos que leí... eran algo muy extraño, la gente que estaba involucrada, eran toda clase de científicos, incluidos varios biólogos y genetistas.

- ¿Insinúas que es una especie de arma biológica o un monstruo creado artificialmente? – pregunto Misty.

- ¡Ja! – se rió Vegeta –. Sea lo que sea, puedo con ello. Depues de todo soy el príncipe de los Sayajin y no le tengo miedo a ningu...

En ese momento se sintió un temblor y en el suelo se abrió una grieta frente al escuadrón de la que salió una asquerosa lombriz gigante de aproximadamente 40 metros, con la piel cubierta de ácido y una boca enorme, con tres pequeñas antenas en la cabeza, que después descubrirían que eran sus ojos, como en los caracoles de la tierra.

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Aaaarrrrrrgggggg!!!!!!!!! – gritaron todos menos Vegeta - ¿Qué demonios es eso?

La mayoría penso en salir corriendo. Los caballos se asustaron bastante y salieron en estampida, tirando a sus jinetes y atropellando a quien se les pusiera en frente.

Rachel era quien menos podía creerlo.

"¡El arma secreta!... ¡Es un monstruoso gusano! ¿En que estaban pensando? Creo que es hora de darle a Vegeta la oportunidad que tanto quería".

- ¡Oye! – le grito al sayajin –. Aquí tienes lo que buscabas. Demuéstranos si eres tan bueno.

- ¡Jefe! – Gritaron Kimmy, Samantha y Misty - ¿Qué le pasa?

El pobre estaba completamente paralizado. Pálido, pálido y con los ojos abiertos y redondos como platos. Abrió la boca para gritar, pero de su garganta solo salieron unos cuantos sonidos ahogados. La lombriz se movió en su dirección. Por un momento, parecía que lo estaba mirando con sus tres ojos. Vegeta no se movió, ni siquiera cuando uno de esos ojos lo recorrió de arriba abajo lo suficientemente cerca como para que hubiera podido tocarlo con solo estirar la mano. Tampoco hizo absolutamente nada cuando el monstruo abrió la boca y se lo trago entero.

Todos los cazadores: ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !

- ¡DEMONIOS! - gritaba Samantha - ¡ESA COSA SE COMIO AL JEFE!

- ¡Que manera mas desagradable de morir! - comentó Rachel -. Sobre todo para el. En fin. Pobrecito.

El resto de los cazadores: ¬_¬U ?

- ¡No se queden ahí paradas! ¡No querían tanto a su jefe! ¡Pues denle su merecido a esa asquerosidad!

Lo siguiente fue una serie de ataques energéticos que rebotaron en la piel de la lombriz. El ácido que le chorreaba derretía el pavimento y las armas de los cazadores.

- ¿Cómo podemos acabar con esa cosa?

Esa era una buena pregunta, no le hacían ningún daño y a todas les daba demasiado asco acercársele. El monstruo avanzaba y amenazaba con devorarlos, y nadie quería sufrir el mismo humillante destino de Vegeta. De pronto, a la mitad del cuerpo de la lombriz se detecto un movimiento decididamente irregular. Después de su interior salió el filo de una espada a gran velocidad, luego se metió y volvió a salir rápidamente varias veces. La lombriz cayo pesadamente y de su cuerpo salió el príncipe de los sayajin, quien, en un ataque de pánico se había abierto camino a golpe de espada a través del cuerpo de la criatura que se lo había comido.

Trabajosamente terminó de salir, puso sus dos pies sobre el pavimento, al lado del "arma secreta", dirigió a las cazadoras una mirada vacía, dio tres pasos de borracho y aterrizo en el suelo con un soponcio.

Las cazadoras llevaron en hombros a la Ciudad de la Luz, a un Vegeta completamente petrificado, pero victorioso.

Esta aventura anecdótica termino bien, después de todo. El General Sparks no lamento la destrucción del arma secreta, porque también le daban asco las lombrices. Su ejercito ganó la guerra y los cazadores celestiales fueron debidamente recompensados, especialmente Vegeta, quien, aparte de un bono recibió una condecoración y una felicitación de parte de Rachel. Su club de Fans decidió darle también un premio, o por lo menos una compensación por el mal rato sufrido. Pero se tardaron demasiado en decidir algo adecuado. Además no encontraron medio de dárselo porque paso mucho tiempo antes de que volvieran a ver a Vegeta en la Ciudad de la Luz.