Al Despertar

For ShainaCobra

Mansión Kido

Abrió los ojos confundido, no reconoció el lugar y sentía la garganta seca, acostumbrarse a la luz le costó trabajo y recordar su propio nombre fue incluso difícil, poco a poco la información fue llegando, su nombre era Seiya y había caído ante la espada del dios Hades en los campos Elíseos, eso era todo lo que lograba recordar e instintivamente se llevó la mano al pecho donde sintió calor y algo de dolor. ¿Cuánto tiempo llevaba inconsciente? Tal vez un par de días pensó.

—Seiya, despertaste, despertaste por fin —le dijo una voz femenina, el guerrero intentó recordar, pero aún todo era muy confuso—. Seiya, ¿me escuchas? Soy yo. —Unos hermosos ojos verdes se ubicaron en su campo de visión y el rostro más bello lo observó con algo de preocupación—. Seiya, ¿me escuchas? —El castaño contestó con un movimiento de cabeza—. Soy yo, Shaina, ¿me recuerdas? —Pegaso miró a la joven delante él y sonrió de medio lado—. Traeré al doctor.

Y aunque el Santo no quería quedarse solo, ella fue tan rápida que no tuvo tiempo de pedirle que se quedará, el tiempo pasó y los recuerdos cayeron como rayos haciendo que su jaqueca empeorara y por un momento se sintió tan agobiado y sin fuerza que quiso gritar con toda su energía.

—¡Seiya! —bramó Seika entrando a la habitación.

—Te recuerdo —dijo Seiya sentándose con velocidad y recibiendo el fuerte abrazo de su hermana—. A ti te recuerdo.

Tiempo después

Adaptarse a su nueva vida no fue sencillo, Seiya descubrió con horror que estuvo en coma durante seis largos años, el mundo siguió su curso y él se quedó postrado a una cama. Su cosmos disminuyo considerablemente y su habilidad fisca también se vio comprometida al estar tanto tiempo sin moverse. Aunque todos sus amigos celebraban que estuviera de vuelta, Seiya se sentía vació, todos habían continuado con su vida y a él le estaba costando comprender lo mucho que todo había cambiado. Pese a que tenía a su hermana a su lado, ella como los demás había logrado en seis años grandes progresos, tenía un esposo y estaba a unos meses de tener un hijo.

Desde luego, después de la última guerra contra Hades y después de una gran disputa con Zeus, el Santuario había desaparecido, llegando al acuerdo de que no era necesario un imperio para la diosa de guerra si ya ningún dios se molestaría en atacar la tierra, por lo tanto, cada uno seguía su rumbo:

Shun estudiaba arduamente para ser un gran doctor, Shiryu estaba entrenando en las montañas al lado de Shunrei donde daban albergue a niños desprotegidos. Hyoga vivía en Rusia y apenas pudo hablar con él por celular y este le contó que estaba felizmente conviviendo con su novia de hacía dos años, de Ikki no sabía mucho, Shun apenas le dijo que él andaba viajando por el mundo. Saori estaba muy ocupada atendiendo los asuntos de la fundación, lo acompañó en varios días e incluso le pidió tomar el tiempo que fuera suficiente en la mansión, le ofreció diferentes alternativas de estudio y de trabajo, pero poco o nada pudo hablar con ella quien siempre estaba atendiendo algún tema importante. Marín por su parte había ido a verlo un par de horas y se marchó como siempre sin estar seguro a que se dedicaba su maestra, no obstante, la vio feliz y por fin después de tanto tiempo tuvo la oportunidad de conocer su rostro; se sentía feliz por como sus amigos avanzaban, pero también se sentía triste de cómo sus amigos lo dejaron atrás.

—Seiya, hola. ¿Puedo pasar? —pidió Shaina tocando a su puerta, el apenas y contestó dejando a la chica entrar—. ¿Te sientes bien? Llevas días sin salir de tu cuarto.

—No pensé que importara —dijo y se sintió como un niño pequeño.

—¿Qué tienes? ¿Qué pasa? —preguntó ella sentándose en una silla frente a él.

—Tal vez te suene egoísta —explicó y avergonzando caminó hasta la ventana—. Pero… me impresiona que todos sigan su vida como si nada. No me malentiendas…

—Te entiendo —se apresuró a decir ella con voz tranquila—. Fueron seis años muy largos, el mundo se detuvo para ti, pero no para nosotros, te quedaste un par de escalones abajo a comparación del resto y no sabes cómo continuar tu camino porque no encuentras las herramientas para hacerlo.

—No lo pudiste expresar mejor. A veces siento… que nadie hubiera extrañado mi partida.

—No nos podíamos quedar ahí quietos contigo.

—Lo sé, lo sé y soy consciente que de haber sido otro al que le hubiera pasado esto, yo también habría continuado con mis cosas… es solo que… estuve encerrado en mi propio cuerpo durante tanto tiempo que… me robaron Shaina… me robaron mi vida… sí, aún soy joven, no es el fin del mundo… pero me quitaron una gran oportunidad. Me alegra que todos estén bien, en serio… pero yo… yo estoy muy atrás. Me arrebataron tantas cosas, Shaina.

—Tómalo con calma —dijo poniéndose de pie para colocar suevamente su mano sobre el hombro del muchacho—. Perdiste muchas oportunidades, es verdad, pero tienes muchas otras. Te tomará algo de tiempo entender este nuevo mundo, seguro esperabas encontrar todo como lo dejaste, pero no es así. Por lo tanto —Shaina hizo girar al guerrero para que la observara—, o te adaptas y aprendes de lo nuevo o te dejas vencer y te encierras en tu propia miseria, pero solo tú puedes dar el siguiente paso ya sea hacia atrás o hacia adelante.

—Gracias —expresó bajando la mirada—. No imaginé que tú me dieras este tipo de consejos, no con todo lo que pasó entre nosotros.

—Sí —suspiró caminando hasta la salida—. Te ame mucho en el pasado…

—Shaina. —Seiya quiso decir algo más, pero la italiana ya había cerrado la puerta tras ella dejando al santo completamente solo.

X-X

Shaina estaba parada frente al menso de la cocina preparándose un sándwich mientras cantaba una canción, no podía dormir, eran las tres de la mañana y el silencio de la mansión Kido en ocasiones la abrumada, ahora pensaba que ya no había nada en esa casa que la detuviera. Entretenida estaba en su tarea y en sus pensamientos que no escuchó ni percibió a Seiya caminando hasta ella.

—Te escuché —dijo él con bastante afán—. Te escuché.

—Lamento si te desperté —comentó ella sonrojada—. No sabía que estaba cantando tan fuerte.

—No, no —se apresuró y caminó hasta ella—. Te escuché cuando estaba en coma, te escuché cantando esa canción varias veces junto a mi cama. Yo te escuché.

—Vaya, leí en libros que era muy sano hablar con las personas en ese estado, no esperé esto.

—Me gusta esa canción, no entiendo lo que dice, pero me hace sentir tranquilo.

—¿De verdad? —Seiya asintió con alegría—. Mi madre la cantaba para mí cuando era niña, al igual que tú me hacía sentir tranquila. A veces no soy consciente que la estoy cantando, que vergüenza… tengo pésima voz.

—Sí la tienes —expresó, Shaina no supo si golpearlo o reír—. Digo… no es la mejor voz, pero… es una linda canción y siempre te escuché junto a mi cama. No lo recuerdo bien, pero cuando te escuchaba cantar todo era tranquilidad, había mucha paz. Oye, pensé que durante estos seis años muchas cosas habían cambiado, pero no cambió todo. ¿Cierto? Dime que es cierto.

—No sé a qué te refieres.

Seiya acortó la distancia entre ambos colocándose tan cerca que la Cobra se sonrojó nerviosa.

—¿Qué más espera ver alguien que se ha ausentado por tanto tiempo?: Un rostro hermoso y amable y una sonrisa dulce. Yo… tuve eso cuando te vi después de seis años, fuiste lo más bello que tuve al despertar, y fui tan estúpido que no me di cuenta. Shaina perdóname. Yo aquí autocompadeciéndome, pensando que no tengo nada, pero te tengo a ti, siempre te he tenido a ti, que eres tan valiosa…

—Pensé que ya no te estaban medicando, el doctor…

—No, no es por los medicamentos —sonrió—. Ya no estoy tomando nada. Estoy hablando en serio. Shaina. —Seiya tomó a la chica de las manos—. Debo confesarte algo y de seguro te parecerá tonto, pero en lo último que pensé fue en ti antes de caer por la espada de Hades. Fue curioso y no quería aceptarlo, porque sé que debí pensar en mi hermana o en Saori. Pero no, pensé en ti. En ti, quería verte una vez más.

—¿En mí? ¿De verdad?

—Sí.

—¿Por qué no me lo habías dicho?

—Shaina fueron seis años, sí, estabas ahí cuando desperté, pero te veías tan bella… dije: 'de seguro debe tener un maravilloso pretendiente', hasta llegué a suponer que estabas saliendo con alguno de los chicos, no sé, tal vez con Shun o con Hyoga. Quise decirte esto durante mucho tiempo. Pero… pensé que ya no me querías, hasta que te escuché cantando esa canción. No pienses mal, no creas que esto lo hago porque me siento triste o superado. No estoy confundido. No estoy buscando un consuelo ni quiero aprovecharme de ti, pero ¿existe la posibilidad de que te quedes a mi lado?

—Seiya yo…

—Lo siento —dijo bajando la cabeza—. Me confundí, pensé que aún… que aún me amabas, que sentías lo mismo que yo… —Pegaso retrocedió avergonzado en lo que su voz se quebraba—. Lo siento, Shaina, no debí ponerte en esta posición, fue inapropiado. Me dejé llevar por mis propias emociones. Espero me perdones.

El santo se dio media vuelta y dispuesto a marcharse fue detenido por las delicadas manos de la italiana.

—Nunca deje de amarte, Seiya.

Él suspiró aliviado, sin embargo, no se atrevió a encarar a la chica.

—¿Por eso no te fuiste, Shaina? ¿Por eso te quedaste a mi lado por tanto tiempo?

—Es tonto —suspiró bajando la mirada—. Quería que lo primero que vieras fuera a mí. Tal vez era un capricho…

—No, claro no —corroboró dándose la vuelta para mirarla—. Te lo dije hace un momento, fuiste lo más bello que me pasó al despertar. Si a alguien quería ver era ti. Gracias por estar ahí. Gracias por seguir amándome.

—¿Estás bien? —quiso saber ella cuando Seiya se tomó tanto tiempo abrazándola.

—¿Cómo puedo pagarte mi indiferencia? Lo que sea lo haré.

—Qué tal si vamos a descansar y lo hablamos en la mañana —sugirió mirando al chico quien le sonrió, acto seguido y hecho un manojo de nervios, Seiya la besó con algo de torpeza.

—Lo siento —comentó bajando la cabeza con rostro completamente enrojecido.

—No sabes cuánto tiempo estuve esperando por esto —aclaró la chica quien no esperó a que Seiya se recompusiera y lo besó con demasiada pasión.

—Vaya —expresó luego de un pequeño respiro—. Maravilloso sin duda. Es tarde. Vamos a descansar.

—¿En tu cuarto o en el mío? —Seiya sonrió ante la pregunta y vio que no había duda en las palabras de la Cobra.

—En el tuyo —contestó felizmente siendo conducido por la chica.

FIN