Vendedora sama

Naruto Uzumaki era el niño más temido por la Aldea de la Hoja y todo era por el zorro que había destruido la aldea. Esa es una historia que todos se saben: Quiere ser Hokage, vencer a Sasuke y conquistar a Sakura. Sin embargo, todos en la aldea parecían ser idiotas y no reconocer su esfuerzo.

—Otro día, otro fracaso. No hay nada nuevo en mi camino ninja—.

Otro día donde Sasuke lo superaba, otro donde Sakura no lo amaba y Kakashi se la pasaba besando el trasero del emo. ¿Cómo podía romper el ritmo de todo esto? En ese instante, una voz cercana se oía a gritos y la gente la ignoraba.

—¡Pásele, pásele! ¿Quiere ser Hokage? ¿Conquistar a la chica de sus sueños? Compre el libro que cumple todos sus deseos!—exclamó una señora de cabello rojo al fondo vendiendo un libro pero nadie le hacía caso.

—¿Eh? ¿En serio ese libro consigue todos mis deseos?—preguntó Naruto incrédulo.

—Toma, me das el dinero cuando cumplas tus deseos. Solo ten cuidado, no siempre tienes lo que deseas—le guiñó la señora el ojo antes de esfumarse.

En ese instante, Naruto se fue a su habitación y el libro no tenía nada escrito, excepto la portada, donde tenía recitada la frase.

—Gracias por comprar el libro, tenga la vida de ensueño que usted ha querido—.

En ese instante, Naruto fue absorbido por una especie de agujero de gusano y ahora estaba en una Aldea de la Hoja en el futuro. Tenía el cabello más largo, parecía más viejo, tenía una barriga bastante pronunciada, una barba de unos días y se veía desgastado.

—Hokage sama, tiene más papeleo—.

—¡¿Más papeleo?!—exclamó el rubio en shock.

Naruto estaba como fantasma en el lugar y solo era un espectador. ¡¿Iba a ser Hokage?! ¿Por qué no se veía feliz y no era como se lo imaginaba en sus sueños?

—Los sueños no se cumplen como quieres—se veía un letrero en el fondo.

El chico veía como el sujeto parecía muerto en vida y seguía leyendo tanto papeleo. Cuando por fin se fue de la oficina, Konoha parecía ser un sitio lúgubre, como si nunca hubiera prosperado, todo estaba mal ahí. ¿Qué había pasado?

—Estoy en casa—se veía al Naruto adulto decir pero nadie lo recibió.

En ese instante, Naruto leyó una carta de Sakura que decía que no estaría en casa porque tenía guardia en el hospital de nuevo y que no tuvo tiempo de cocinar algo.

—Otro razón de ramen—.

—¿Me casé con Sakura? ¡Genial! Pero, ¿por qué no luzco feliz?

"Estúpido idiota que no supo elegir a la esposa adecuada". Eso estaba grabado en otra pared para el shock de Naruto y este veía una foto de ella con lágrimas, mientras que al fondo habían pruebas de que ella le estaba poniendo los cuernos con un ninja del hospital.

—¡¿Nani?!—exclamó el chico en shock ante eso.

Si, parecía que el futuro no esperaba algo bueno en su vida amorosa. ¿Era respetado por todos verdad, aunque no era Hokage?

—Solo le dieron el puesto de Hokage por lástima—.

—Su esposa le pone los cuernos—.

—Es un perdedor—.

El rubio iba caminando en la aldea directo de nuevo a la oficina y definitivamente el Uzumaki joven notaba que nadie lo respetaba por ser el Hokage. Solo era un chiste de gobernador, un títere de alguien que manejaba los hilos.

—¡No, este no es el deseo que yo pedí! ¡Estúpido libro, me muestras algo que no quiero ver! ¡Es todo lo contrario!—reclamó el Uzumaki furioso al texto.

—Solo mostramos el futuro dependiendo de tus deseos tomando en cuenta los sucesos actuales y como van dirigidos—se podía leer al libro en un rincón.

—¡Vamos, al menos tiene que ver algo bueno en mi vida!—.

En ese instante, el Uzumaki depresivo estaba en su oficina esperando otra pila de papeles cuando se vio entrar a alguien seria y serena. Tenia unas grandes curvas, era preciosa y no tenía nada que envidiarle a nadie. Ojos pelados y cabello azul largo, ¿era Hinata?

—Hokage sama, se ve descuidado. Ya le he dicho que no descuide su físico, la gente comenta de usted—se acercó ella y le acomodó su ropa.

—Hinata, ya no quiero ser Hokage—.

—Ni yo querría serlo con el aspecto que tiene—.

—Me siento cansado de todo, de esta vida—.

—Es la vida que siempre quiso desde niño y lo cumplió. No debería retractarse de su camino ninja, ¿verdad?—comentó la Hinata adulta.

—Ya ni sé que hacer—.

—Ya sabes lo que tienes que hacer, Naruto. ¿Quieres ser Hokage o quieres ser feliz realmente? Tú decides—.

Ella le dio un beso en la mejilla y dejó en la mesa algo que Naruto quería obtener desde hace mucho. El Naruto joven se acercó y había una nota que decía: No quiero ser tu amante, deja a tu esposa, ambos sabemos que no te amará tanto como yo. Ya has llegado a tu limite.

—¡¿Qué Hinata que?!—exclamó el Uzumaki joven al ver eso.

Se terminó el tiempo...

Naruto fue expulsado del libro y regresó a la realidad. ¿Qué demonios fue eso? Todo le daba vueltas y volvió al lugar donde estaba la vendedora de libros para reclamarle.

—¡¿Por qué el libro me mostró cosas que no quería ver?! ¡Mi futuro según el libro es muy malo!—.

—Para empezar llámame Vendedora sama. La segunda, el libro muestra tu destino si tomas muchas malas decisiones al mismo tiempo. Si es así, el libro te da la más acertada de las soluciones—explicó la vendedora.

—¡¿Pero por qué me muestra que tengo a Hinata de amante en el futuro?! ¡Ella y yo apenas hablamos!—se sonrojó este porque sinceramente le gustó ver a la versión caliente y adulta de la Hyuga.

—Ah, si. Si te equivocas a la hora del hilo del destino, el libro de muestra quién es. Dame mi dinero ahora y de regalo te doy este radar que detecta tu hilo del destino—sonrió la vendedora risueña.

—Haré como que le creo—.

Naruto se fue al bosque de la aldea y veía que el aparato era extraño. ¿Qué clase de tecnología era esta? Apenas prendió el botón y una especie de antena se prendió para emitir un brillo intermitente de color rojo.

—¿A dónde me lleva esto?—.

Era como un radar extraño que tenía marcado un punto que se movía a todos lados, siendo el objetivo clave que también caminaba. Al parecer estaba dentro de la aldea.

—El hilo del destino se encontrará mediante este radar en base a sus gustos, afinidades, vibras y genética compatible—leyó Naruto el instructivo.

El rubio no prestaba mucha atención a su alrededor y todos se preguntaban que era la máquina pero prefirieron ignorar al chico zorro. Naruto llegó a la mansión Hyuga y los presentes no sabían a qué había llegado el chico pero no querían hablar con él porque parecía andar en su mundo.

—Veamos, aquí es—.

El Uzumaki había llegado a una habitación y se podía ver a Hinata en ropa interior cambiándose mientras salía de la ducha.

—¡Aaaaaah, Naruto!—exclamó ella cubriéndose con una sabana.

—¡Aaaah, lo siento!—.

—Alma gemela localizada, 100% compatible—se oyó decir a la maquina.

—¡Tú cállate!—.

Una hora después, Naruto había sido sacado a patadas por los Hyuga y fue a reclamarle a Vendedora sama que la máquina se descompuso.

—Ah, no me vengas con reclamos. No tengo la culpa de que tu alma gemela estuviera saliendo del baño—.

—¡¿Por qué la máquina insiste en que Hinata es mi alma gemela?!—.

—Normalmente hay un margen de error, si te marcas varias veces que es una misma mujer es que su hilo del destino es muy poderoso—explicó Vendedora sama.

—¡Esto es un fiasco!—.

—Bien, bien, tú ganas. Como compensa, te doy el más nuevo producto. ¡La caracola mágica!—presentó Vendedora sama al chico.

—¿Y eso?—.

—Responde todas tus preguntas, las que sean. Hasta responde cuando se terminará el universo, pero no es bueno enterarse de cosas aterradoras—.

Así Naruto se quedó con la caracola mágica y era obvio que iba a preguntarle a la caracola mágica, si se iba a casar con Sakura, lo más estúpido.

—Oh, gran caracola mágica, ¿Qué debería llevar en mi cita con Sakura?—.

—Nada—respondió la caracola.

—¿A que restaurante debo llevarla?—.

—A ninguno—.

—¡Responde bien, estúpida caracola! ¡¿Al menos ella va a ser mi novia?!—reclamó el rubio.

—Nunca lo será—.

—¡Oh, vamos! Dime una manera de conquistarla—.

—Debes ser un emo vengador, ser homosexual y ser un Uchiha—alegó la caracola mágica.

—¡Ni loco! ¡Dame un mejor consejo!—.

—Cásate con Hinata Hyuga, su linaje es mucho mejor—.

—¡¿Por qué ella?! ¡Además su clan no me lo permitiria!—.

—Juega bien tus cartas, niño cobarde—.

—¡Ay si, como si tuviera cartas que usar contra ellos!—recalcó el Uzumaki enojado.

—Di quienes son tus padres—.

—¿Sabes quienes son mis padres?—preguntó el chiquillo apurado.

—Minato Namikaze y Kushina Uzumaki, es información clasificada—.

—¿Cómo que clasificada?—.

—Pregúntale a la tetas operadas de la Hokage y al pervertido que mira baños termales. Ella sabe bien quienes fueron—declaró la caracola mágica.

Naruto no entendió mucho eso último pero quizás la caracola mágica fue lo único que quizás era algo útil de la estúpida Vendedora sama. Después de unas horas, el chico se fue a traer otro producto de la mujer porque no le arrojó varias cosas que quería.

—Mira, para que estés contento. Toma esto, este es un atrapamujeres 3000. Todas caerán rendidas a tus pies—le mostró la pelirroja un perfume especial.

—¿En serio?—.

—Sí, la única excepción a la regla es tu alma gemela. Ella está destinada a amarte de por sí—.

El Uzumaki se fue lejos y se puso un montón de perfume aunque no vio la advertencia de que si se echaba demasiado también atraería a los hombres y se lo iban a follar.

—¡Aaaaaah, estúpida vendedora!—se veía huyendo a Naruto de Sasuke.

—¡Naruto, seamos rivales eternos!—se veía a Sasuke con corazones en los ojos.

—¡No, yo seré el rival eterno de Naruto y extenderemos nuestro fuego de la juventud!—se veía a Lee con fuego en sus ojos.

—¡Que horror! ¡Olvídenlo, ya no quiero eso! ¡Yo le voy al Necaxa, no al América!—.

—¡Naruto, te amo, déjame seguir golpeándote!—se veía a Sakura al fondo.

—¡Ni loco me dejaría golpear!—.

Esa no era la clase de amor que quería Naruto, eso sin duda era pasarse de vil lanza. Kakashi también se había unido a la búsqueda y finalmente media aldea iba tras el rubio.

—¡Vamos a entrenar Naruto, te enseñaré muchas cosas!—declaró Kakashi en tono de amor.

—¡No estoy interesado, no quiero saber que me quiere enseñar en realidad, viejo cochino!

—¡El que le va a enseñar soy yo, Kakashi!—se veía llegar a Gai sensei.

—¡Wuaaaaaah! ¡Ayuda!—.

En ese instante, se podía ver a Hinata enterarse del asunto ya que notó la horda de gente tras el rubio y sacó a Naruto del lugar, con una bomba de humo mientras que el Uzumaki veía como la peliazul lo llevaba de la mano a un sitio más alejado y lo echaba al agua.

—Uf, aquí nadie viene—suspiró la Hyuga.

—¿No te afectó el perfume?—preguntó sorprendido el rubio.

—Eh, no. Huele rico, ¿por qué todos estaban así? Parece un Genjutsu—.

—Es una larga historia, gracias por ayudar—.

—Aún estoy enojada por verme en ropa interior. Bueno, no tanto, aún hueles al perfume. Huele como a feromonas—olfateó ella.

—¿Cómo sabes eso?—.

—Kiba y Shino me enseñaron a olfatear y a sentir un poco de eso—.

—Ya veo, gracias por ayudar. Ahora no quiero regresar a la aldea—.

—¡Byakugan!—.

La chica veía como todos en la aldea buscaban a Naruto y el alboroto no cesaba. Aún así debían ocultarse en un sitio seguro y la peliazul lo llevó a un lugar debajo de la tierra.

—Aquí vengo cuando quiero estar sola. Es un bunker Hyuga que me dejó mi madre antes de morir—.

A pesar de la claustrofobia que daba el sitio, Hina le puso esfuerzo en dejarlo acogedor y Naruto se sentó a esperar que pasara todo lo de afuera.

—Los Hyuga no nos verán con el Byakugan. Puse sellos especiales—.

—Eso me alivia un poco—.

La chica era siempre amable con él, lo ayudaba en ocasiones extremas y si duda era genial tenerla en momentos como este. ¿En verdad era su alma gemela?

—Ya quiero salir, me siento muy encerrado aquí dentro. ¿Por qué te gusta estar aquí?—.

—Porque me siento segura en este espacio chiquito y acogedor. Aquí nadie me ve llorar de mis problemas, nada grave, allá está mi mejor amiga Tsuki chan—señaló Hina a la pared y había una muñeca de trapo.

—¡Oye, me das miedo!—.

—Me da más miedo tu Biju allá dentro y no digo nada al respecto—se enojó ella.

—¿Cómo sabes de eso?—.

—Lo sé todo de ti, Naruto. Tooooodo, soy rica a pesar de no ser heredera—sonrió ella de forma malvada.

—¡Quiero salir de acá ahora!—.

—Es eso o que te violen esos ninjas homosexuales, sobre todo Sasuke—.

—Mejor me quedo—.

¿En serio su alma gemela esta así de desquiciada? Bueno, no estaba él en la mejor psique de todas y no tenía nada que criticarle a Hinata pero si que daba miedo.

—Por cierto, gracias por ganarle a Neji en los Exámenes Chunin—sonrió ella de forma linda.

—Oh, si. Gracias por animarme esa vez—.

—Sí, ahora Neji aprendió su lección—.

Flashback…

Neji no había aprendido la lección de su filosofía y se iba a vengar del perdedor de Naruto cuando Hina llegó a la enfermería después de ver lo de su corazón. Neji estaba lastimado e inmovilizado porque el Uzumaki le había hecho bastante daño.

—¿Qué haces aquí?—.

—Vine a hablar de ciertas cosas, primo—se veía a Hina con una palanca.

—¡Espera , no me puedo mover! ¡Tú no eres así, eres la débil Hinata!—.

—Permito que me degrades pero que le dijeras esas cosas a Naruto si que no lo aguanto. Abre las nalgas—.

—¡Aaaaaaaaaaah!—se escuchó un grito de dolor en plena invasión.

Flashback fin...

Finalmente Hinata estaba a solas con Naruto y quería hacerle un montón de cosas pero había algo que se lo impedía.

—Hina, ¿Estas sudando mucho?—.

—Es que... Uf, tengo calor—.

Hinata se reía de forma nerviosa y es que había tomado cursos de superar su timidez con una vendedora extraña pero tuvo efectos secundarios muy raros.

—¡Hinata, de verdad sudas demasiado!—.

—No sudo tanto, jajaja—se veía a ella morirse del calor por los nervios.

En ese instante, se desmayó y es que su timidez había vuelto enseguida y Naruto miró que habían unas pastillas raras.

—Pastillas contra la timidez, no funciona con almas gemelas. Puede generar casos de leve psicosis, cambios de humor yandere y mucho calor. ¡Aaaaaah, es esa estúpida vendedora!—exclamó Naruto enojado.

Naruto se fue furioso en cuanto pudo con la vendedora y una Hinata toda desmayada en brazos del rubio porque parecía que tomó demasiado.

—¡No me importa lo que me pase pero Hinata no tiene nada que ver con sus estupideces!—.

—Creo que tomó mucho medicamento. Solo es una al día—.

—¡No se tome el asunto a la ligera!—reclamó el Uzumaki sobre esa indiferencia olímpica a su persona.

—Para que vean que no les tengo rencor, tomen esto—.

—¡Ya no quiero sus cosas, solo me han traído problemas y a Hinata! ¡Mira como quedó!—.

—Ay, Naruto. Cárgame en tus fuertes brazos—se oía en sueños a la chica y el rubio se apenó por esto.

—Ella ya es así realmente, solo que su timidez no le permite abrirse más. Este aparato permite explorar los sueños de ella—le mostró a ellos un sensor mental que se conectaba a ambos.

—Solo porque quiero demostrarle que Hina no es así—aseveró el Uzumaki y probó el aparato.

El Uzumaki aterrizó en un lugar algo raro, como una casa clásica, donde abrió la puerta y fue recibida por una Hinata ama de casa sonriente.

—Buenos días, Naruto. ¿Tienes hambre? Pasa—se veía al 100% la chica.

Todo el lugar estaba tapizada de recuerdos de Naruto con ella o más bien fantasías, a lo que este no sabía que decir.

—¿Cómo te fue en el trabajo, mi amor?—.

—Eeeh, algo agotador—.

—Oooh, Naruto. Ven aquí, mamá está aquí. Ven a sentarte conmigo. Conmigo estarás bien—le decía ella en un tono dulce y maternal.

Ese era el verdadero ser de Hinata, una mujer pura y llena de luz que no se le permitía amar y quedó dañada, por eso su timidez era un grave problema.

—Todos son malos contigo, pero yo estaré contigo. Si quieres llorar, hazlo. No le diré a nadie—.

Naruto se sentía en el cielo, ¿estos eran los verdaderos sentimientos de Hinata? Si era así, no le molestaba. Tal vez debía quedarse aquí para siempre.

—Bueno, es hora de hacer bebés—dijo la Hyuga y se empezó a desnudar.

—¡Espera! ¡¿Qué haces?!—exclamó el Uzumaki aterrado.

—Vamos, ven con mamá—.

—¡Aún soy muy joven, sácame de aquí vendedora estúpida!—.

En ese instante, Hinata despertó junto a Naruto y se les veía agitados. La peliazul se le veía moviendo la cabeza porque se sentía mal.

—¡No, no, mala, mala!—.

—Gracias al cielo, casi muero adentro—jadeaba el Uzumaki aterrado.

—Bueno, ya es todo. Espero que les vaya bien, aquí termina mi estancia en la aldea. Volveré cuando tenga más inventos—sonrió vendedora sama.

—¡Mejor no vuelva, loca maniática!—se veía enojado a Naruto.

—¿Y mis pastillas de la timidez?—las buscaba la chica y cuando las encontró, Naruto las destruyó a pisotones.

—¡No vuelvas a tomar estas cosas! Si tanto quieres vencer tu timidez, lo haremos juntos—le declaró el chico serio.

—Na-ru-to—se sonrojó ella y no pudo responder más pero tal vez no necesitaba más esas pastillas raras.

Después de unos días, vendedora sama reportó sus resultados a los ejecutivos de la empresa Barai Corporation y se mejoraron los productos. Por algo los ninjas debían ser los experimentos de prueba ya que tenían más posibilidades de sobrevivir ante los errores de los inventos. Ahora el siguiente destino era la aldea de la Arena donde un pelirrojo mapache caminaba pensando en cómo podía ser más como Naruto Uzumaki.

—¡Pásele, pásele! ¡¿Quieres sentir que es tener una mami y eres huérfano! ¡Rente una semana con una amazona de Nadeshiko y sienta como es tener una mamá!—se veía a la vendedora en un nuevo negocio.

—No sé porque si me interesa—.

Fin, eso creo.