Último capítulo de esta historia. Espero disfruten de la lectura.
CAPITULO 3
Tiffin se mantenía callado. Willa observaba a Maya con una sorpresa enorme en el rostro. Kit estaba a su lado, sin expresión alguna como era de costumbre, pero mantenía una mano sobre la de Maya. Brindándole apoyo.
- ¿Entonces ellos son sus hijos? – el primero en salir del shock fue Tiffin
Maya asintió. – Increíble – dijo este desmoronándose en el sofá.
Willa seguía sin hablar.
- Ustedes estaban muy pequeños cuando sucedió, pero papá se fue a Australia* a formar otra familia y nos dejó. Prometió hacer muchas cosas con nosotros, pero Lochan y yo sabíamos que eso no duraría lo suficiente, así que cuando papá nos borró de su vida y mamá no fue de ayuda, tuvimos que hacernos cargo de ustedes y…
- Lo sabemos – dijo Willa
- Lo sé – respondió Maya – Sé que no fuimos los padres que hubieran querido, pero hicimos todo lo posible por mantenerlos a salvo…
- Lo sabemos – dijo Tiffin
Maya guardó silencio, algo le decía que esas respuestas no sólo eran por eso. Miró a Kit. Él la estaba mirando de la misma forma que los dos menores. Fue entonces que Maya reaccionó.
- No puede ser – separó la mano de Kit y su corazón comenzó a latir desesperadamente
- ¿Ustedes…? – Maya no terminó la pregunta
Willa y Tiffin asintieron lentamente.
- Sé que ustedes tuvieron que asumir el rol de padres, porque los verdaderos nunca estuvieron presentes. Yo… - la mirada de Willa se tornó confusa – Me alegra que ustedes fueran mis hermanos mayores, me alegra que hayan aceptado de buena manera el mantenernos a salvo a todos nosotros. No hubiera imaginado mi vida sin ustedes, sin su apoyo – el rostro de Willa mostraba agradecimiento
- No debió de ser fácil – dijo Tiffin – En especial con el dolor de culo que fue Kit – Kit gruñó rodando los ojos – Pero te lo agradecemos Maya, de verdad – Maya mordía su lengua tratando de contener las lágrimas que rogaban por salir – Míranos ahora – Tiffin señaló toda su habitación – Kit está a mitad de carrera, Willa se prepara para los nacionales y yo estoy iniciando la vida que siempre soñé y todo fue gracias Lochan y a ti – al decir su nombre Maya sonrió - Gracias Maya
Las lágrimas que Maya trataba de contener por fin cedieron. Ella se limpió el rostro rápidamente.
- Yo no recuerdo a papá – dijo Willa
- Yo lo recuerdo vagamente
- Yo sí lo recuero – pronunció Kit mirando el suelo
- Pero sea cual sea la decisión que tomes Maya – Willa se acercó a ella
- La aceptaremos con gusto Maya – dijo Tiffin
- Ustedes nos criaron como sus hijos. Fueron nuestros hermanos y amigos. Confío en ustedes ciegamente – Willa acarició el rostro de Maya – Cualquier decisión que tomes Maya, por mí está bien
- Y por mí – dijo Tiffin alegre
- Y por mí – Kit miró a Maya. Una pequeña sonrisa surcó su rostro
- Chicos yo… - Maya no soportó y se tapó la boca para ahogar el llanto. Willa la abrazó y así permanecieron unos minutos hasta que Maya se tranquilizó – Gracias – dijo finalmente con voz acuosa
Los tres hermanos le sonrieron. Por la cabeza de Maya apareció la pregunta que había evitado unos minutos antes. Su rostro cambió para mostrar incertidumbre.
- ¿Cómo saben que Lochan y yo…?
- ¿Se amaban? – terminó Willa por ella
La pregunta no dejó de sorprender a Maya, lanzando un mini grito. Era increíble que ellos se hubieran enterado.
- Yo estaba pequeña cuando él se fue – en los ojos de Willa se veía la añoranza por su hermano mayor – Pero recuerdo que hablamos con tanta fascinación de él, era como tu persona favorita. Alguien que sabes que estará ahí en caso de caer en el abismo más profundo. Cuando ocurrió eso, yo te oía llorar, así que un día me asomé, quería consolarte – Maya escuchaba atentamente – Y te vi en la cama, llorando sosteniendo una foto de Lochi con las manos. Tu llanto – Willa se teletransportó a esas viejas memorias – se escuchaba como alguien que perdió lo que más quería en este mundo. Como si hubiera muerto con él. Ahí lo supe. No quise preguntar nada tiempo después porque sabía que era un tema delicado para ti – Willa miró a Maya
Maya sabía que su hermana no tenía problema con eso. Nunca lo tuvo.
- Y luego Tiffin me lo confirmó – dijo divirtiéndose
- ¿Tiffin? – Maya lo miró
- Sí, sí – dijo alzando las manos como cuando alguien te atrapa haciendo una travesura – Tenía ligeras sospechas, pero ustedes siempre lo negaban y cuando pasó eso – la mirada de Tiffin también se volvió nostálgica – Nos dolió a todos su partida Maya, pero más a ti. Tú estabas destrozada, tanto que casi temí perderte también…
Maya se puso nerviosa. Mejor no tocar el tema de entre sus planes de aquel entonces sí estaba planeando reunirse con Lochan.
- …ahí lo supe. Amabas a Lochan – la mirada de Tiffin le decía a Maya que él comprendía la situación, aun cuando esta sonara totalmente loca e inapropiada – Y luego Kit me lo confirmó – pasaron la culpa a Kit
- Yo ya lo sabía – fue lo único que dijo cuando Maya lo miró en busca de respuestas
No hacía falta preguntarle más, Maya sabía que él lo había descubierto desde el inicio.
- Chicos, yo…
- No te disculpes Maya – le interrumpió Willa – No decides a quien amar y por nosotros está bien. Nosotros los queremos tal y como son – Willa tomó las manos de Maya entre las suyas
El corazón de Maya no pudo más. Comenzó a llorar con fuerza. Tantos años guardando ese sentimiento. Tantos años sufriendo sola.
Ahora podía decir el secreto. Ahora podía ser libre.
Willa la abrazó y en unos segundos, Tiffin y Kit se le sumaron. Maya los sujetó fuertemente.
Los cuatro eran hermanos. Los cuatro eran familia.
.
- Este hospital es un asco – dijo Marcus acomodándose en su cama
- No te quejes Marcus – le contestó su esposa – El doctor dijo que…
- Sí, sí, el doctor dice muchas cosas, pero me gustaría verlo todo el día, toda la semana en una de estas camas cero cómodas – gruñó
- Papá tienes que calmarte – dijo el mayor de sus hijos – Estamos aquí para…
Pero se vio interrumpido por cierta persona que entró a la habitación.
- Tú – John la miraba sorprendido al igual que los otros hermanos
- ¿Quién es usted? – preguntó Marcus
Su esposa se quedó sorprendida. Maya no contestó de inmediato, se tomó su tiempo para observar a cada persona que se encontraba en esa habitación.
- ¿Es que ya no me reconoces? – preguntó finalmente mirando al único hombre que era motivo de su presencia en ese lugar
Marcus enfocó la vista en la recién llegada, tardó varios minutos, pero al final la imagen de una niña jugando regresó a su memoria.
- ¿Maya? – preguntó sorprendido - ¿Eres tú? ¿De verdad eres tú?
Maya no demostró expresión alguna. – Estás… muy grande – fue lo mejor que pudo decir
Después de tantos años, ¿es lo mejor que se ocurre?, pensó ella
- ¿Cómo has estado? – preguntó Marcus aclarándose la garganta
- Ahórrate tus preguntas estúpidas – dijo ella mordazmente
- ¡Maya! No puedes hablarme así, soy tu…
- ¿Padre? – preguntó con aire amenazante – Yo no tengo padre. Murió cuando era pequeña
- ¿Cómo puedes decir eso? – preguntó él sonando dolido
Maya rio amargamente. – Realmente eres un hijo de puta
- ¡Oye! – exclamó la esposa
- ¿Qué te pasa? – protestó la hija
- Está bien – quedaron sorprendidas cuando escucharon a Marcus decir eso – Yo… no fui un buen padre para ninguno de ustedes – tosió – pero traté de enmendarlo, de verdad que traté
- Sí, ya veo – dijo Maya observando a John y a los otros dos – Eso escuché – volvió su mirada a Marcus
El silencio reinó en la habitación. Maya sólo observaba a una persona en particular. Los restantes la observaban a ella.
- 15 años sin saber de ti – comenzó a decir Maya – 15 años en donde no te vimos ni una sola vez, ni una sola llamada para saber que fue de nosotros y ahora te presentas y quieres que te salvemos la vida, dime, ¿eres estúpido?
- Te equivocas yo no…
- ¡Oh, por favor! Cállate – Maya se estaba molestando – Sé perfectamente que mandaste a tu hijo a buscarnos – John agachó la mirada al escuchar esto
Sus hermanos lo miraban esperando una respuesta que no llegó. Marcus se removió incomodo en su lugar.
- Yo…
- Vergüenza no tienes. Nunca la tuviste Marcus – Maya le interrumpió - Dime, ¿alguna vez en tu nueva vida pensaste en nosotros?
Silencio.
- Eso creí – Maya sonrió sin ganas – ¿Sabes? John me hartó tanto que pensaba darte una oportunidad – John escuchó esto y subió la mirada – Pensaba otorgarte lo que necesitas porque todos merecemos una segunda oportunidad, ¿pero sabes qué? No lo haré – esa confesión alarmó a todos, incluido Marcus
- ¿Qué? – preguntó este
- Lo que escuchaste. No dejaré que me quites más cosas.
- Maya, hija, en verdad necesito eso para vivir – dijo de alguna manera que se escuchaba patéticamente suplicante
Maya bufó. – Lo sé, pero nosotros también te necesitábamos para vivir y ¿Dónde estabas tú? Viviendo al otro lado del mundo, con tu nueva esposa y tus nuevos hijos. Siendo feliz en una familia que ya tenías – la esposa se puso incomoda al escuchar esto
- ¿Qué? – preguntó el hijo mayor
- Maya…
- ¿Qué? Es que no les has dicho que mientras jugabas al intento de padre con nosotros tú te divertías con ella – Maya miró a la mujer parada al lado de la cama – ¿No les has dicho que mientas era una bebé tú ya tenías un nuevo hijo?** – Maya miró al hijo mayor – Lo sé todo – miró a Marcus – Solo basta con ver las edades y sacar cuentas. Eres tan hijo de puta que mientras no podías darnos una vida digna tú le dabas todo a tu otra familia. ¿Es que acaso nunca significamos nada para ti? ¿Éramos tan poca cosa que no merecíamos tu atención?
Con cada palabra el corazón de Maya se iba perforando. Recuerdos que creía olvidados, volvían frescos a su memoria.
- ¡Contesta! – gritó, pero Marcus no respondió – Conforme crecía iba perdiendo la fe en ti y terminaste matándola el día en que desapareciste de nuestras vidas. Te odié en ese entonces – Marcus se mantenía callado - Y te sigo odiando ahora por todo lo que nos hiciste pasar – Maya sentía las lágrimas en sus ojos, estaban a nada de salir
- Maya yo cambié. Te juro que ya cambié. Soy otra persona, una mejor – dijo él – Y perdonen por no haber estado con ustedes, pero eso es cosa del pasado. Ahora podemos pasar página y ser la familia que siempre debimos de ser – la voz de Marcus tenía un ligero toque de esperanza
Maya apenas sonrió. – Es increíble lo que hace un ser despreciable cuando está tocando las puertas de la muerte – soltó sin consideración
Marcus la miraba anonado.
- No me vengas con ese cuento barato. Te necesitábamos hace quince años, ¿Dónde estuviste hace quince años?
- Sí – respondió nervioso – Sé que me necesitaron cuando eran pequeños, pero estuve cuando...
- ¡¿Estuviste?! – Maya lo interrumpió casi gritando - ¡¿Cuándo estuviste?! ¡¿Dónde estuviste cuando Kit casi se mete en las drogas y pandillas?! ¡¿Dónde estuviste cuando Tiffin casi pierde la vida en un accidente?! ¡¿Dónde estuviste cuando secuestraron a Willa?! ¡¿Dónde estuviste cuando yo casi me suicidaba?! – confesó
Una confesión que sorprendió a todos. Marcus realmente no podía creer lo que estaba escuchando.
- ¿Dónde estuviste cuando Lochan murió? – Maya sentía el nudo en la garganta.
La noticia. El cuerpo. El ataúd. Los interminables días en donde le preguntaban cada dos minutos si se encontraba bien. Todos esos recuerdos estaban invadiendo su memoria. Agitó la cabeza un poco para alejarlos.
- ¿Lochan murió? – preguntó Marcus
El silencio de Maya contestó a esa pregunta. – No puedo creerlo – Maya creyó ver un atisbo de terrible arrepentimiento en el rostro de ese hombre.
¿Acaso le había dolido?
- ¿Dónde estuviste cuando más te necesitábamos? – preguntó Maya
El enojo había abandonado su sistema. Ahora sólo permanecía la calma.
- Nos abandonaste sin pensarlo. Dejándonos con una madre – enfatizó esa última palabra – que tampoco le importaba lo que nos pasara
- ¿Ella…?
- Ella también ya falleció – respondió Maya
- Tuvimos que salir adelante solos. ¿Sabes lo difícil que fue para Lochan y para mí jugar a ser padres de nuestros hermanos pequeños? No pudimos vivir como niños normales, siempre protegiéndonos de servicios infantiles. No queríamos que se enteraran de la situación familiar, porque nos mandarían a diferentes hogares temporales y nos separaríamos para siempre – Maya trago, su voz comenzaba a sonarse acuosa por aguantarse el llanto – Pero aun con todo eso, éramos unidos. Lochan y yo estuvimos ahí para proteger a Kit de las drogas. Estuvimos ahí cuidando a Tiffin en la recuperación, nos turnábamos para cuidarlo por las noches y teníamos que asistir al colegio en el día. Estuve ahí ayudando a Willa a salir adelante después del trauma que vivió. Ellos estuvieron conmigo cuando intenté lo del suicidio y también estuvieron conmigo después de la muerte de Lochan – una solitaria lágrimas rodó por la mejilla de Maya – Y Lochan estuvo conmigo dieciséis años de mi vida. Cuidándome, protegiéndome, haciéndome feliz. Dime, en todo eso ¿dónde estabas tú?
Marcus agachó la mirada. Gruesas lágrimas surcaban sus mejillas. Su esposa se llevó una mano a su boca, estaba sorprendida por la confesión de Maya.
La hija menor también estaba llorando. John tenía los ojos rojos y el mayor miraba a Maya seriamente. Parecía hecho de acero.
- Y después de tanto – continuo ella hablando – te atreves a regresar como si nada a nuestras vidas, solicitando que salvemos la tuya – Marcus permanecía agachado – Pues lamento decirte que eso no sucederá – Marcus la miró – Ninguno de nosotros donará un riñón para que un hijo de puta se mantenga con vida. Lo lamento – se dirigió a sus tres hijos – Sé que él fue un padre extraordinario para ustedes. Un modelo a seguir, pero a lo que a mí respecta no fue más que un desconocido que nos trajo al mundo. Un ser que sólo nos llevó a una casa a morir como animales. Un extraño que de vez en cuando llegaba a dormir y escasamente nos daba de comer. Eso fue para mí su padre. Después de mucho dilema y de discutirlo con mis hermanos, llegamos a la conclusión de que nada nos une a este hombre, por lo tanto, no tenemos obligación de salvarlo.
La hija menor comenzó a llorar descontroladamente. Su esposa se sentó en la silla que ocupaba y también comenzó a llorar. John miraba fijamente a Maya, apretando los puños, probablemente del coraje, pero no emitió ni una palabra.
- Lamento que sea de esta forma – mencionó ella mirando a nadie en particular – Espero que encuentren a su donador – Maya dio media vuelta y comenzó a caminar - ¡Ah! – exclamó mirando sobre su hombro – No quiero que nos vuelvan a buscar. No hostiguen a mi familia – se sentía su aire amenazador – Porque ninguno accederá a esta cosa – dicho esto se fue de la habitación
Mientras Maya caminaba por el pasillo podía escuchar claramente los llantos de las mujeres, pero en ningún momento se detuvo, siguió caminando.
Al salir del hospital, respiró profundamente, permitiendo que sus pulmones se llenaran de aire. Miró a su alrededor, con los sentimientos identificados y las ideas en orden, comenzó a caminar.
Era libre.
.
- ¿Te diviertes? – Maya se volvió para ver al dueño de esa voz
Sonrió.
- Sí – tomó la bebida que le estaban ofreciendo - ¿Tú?
- Por supuesto – el hombre procedió a abrazarla y besarla
- Ejem – se separaron por la interrupción - ¿Te molesto? – preguntó señalando a Maya
- No hay problema – le hombre besó rápidamente a Maya y se alejó. Ella lo miró con amor.
- Deja las cursilerías cuando estén a solas, por favor – gruñó Kit provocando una risa en ella
- Ya te quiero ver cuando te enamores – dijo divertida
- ¡Ja! – Kit no dijo más, pues sabía que en algún momento pasaría y no quería ser el estúpido que se lo recordaran cada minuto – Vamos, te estamos esperando
- Voy enseguida – respondió
Kit asintió y se alejó de ella.
Maya respiró. Su vida por fin comenzaba a tener tranquilidad. El trabajo iba de maravilla. Kit estaba trabajando en una buena empresa. Tiffin se había recibido de la universidad, en esos momentos estaban celebrando su graduación. Willa estaba en su segundo año de licenciatura. Todo estaba tomando su lugar.
Sus hermanos eran felices. Maya rio al observar como Willa se ponía nerviosa por la cercanía de un compañero de clase. Tiffin jugaba feliz con sus amigos y Kit escuchaba atentamente las palabras de una chica que platicaba con él y otras personas.
Y ella, también era feliz. Maya se giró para observar al que ahora era su esposo. Ese sujeto con el que empezó una relación de amistad, poco a poco los sentimientos fueron surgiendo y ahora, casi cumplían tres años de casados.
Observó como el jefe de la compañía donde todavía laboraba platicaba animadamente con otras personas. Su esposo era bueno para los negocios.
Él la miró a la distancia y sonrió, ella le devolvió la sonrisa.
Finalmente, tenía una vida que siempre añoró. El viento fresco removió sus largos cabellos. Se sentía bien. Miró al cielo.
- Soy feliz Lochan – dijo dejando que el viento escuchase sus palabras – Cumpliré mi promesa - y con esa convicción, Maya avanzó hacia adelante.
Promete que vivirás, promete que serás feliz Maya. Promételo.
Lo prometo.
FIN
*No recuerdo a donde exactamente se va el padre cuando los abandona o si sí lo menciona el libro, pero decidí mudarlo lo más lejos posible de ellos y ese lugar era Australia.
**Según recuerdo, cuando el padre se va de sus vidas, es porque ya tenía nueva familia, había nacido un hijo de ese matrimonio, pero para esta historia no me apetecía que los nuevos hijos fueran menores que los cinco primeros, por lo que jugué con las edades e hice que el mayor del nuevo matrimonio concordara con la edad de Lochan y Maya. El padre tenía dos familias al mismo tiempo.
Es todo por esta historia. Muchas gracias por leerla. Los comentarios también se agradecen, me ayudan a mejorar en mi escritura.
Como mencioné en el primer capítulo, el libro me lo había leído hace tiempo, pero no fue hasta hace un par de semanas que me surgió esta idea, como no me la podía sacar de la cabeza, comencé a escribirla y este fue el hermoso resultado.
Si no han leído el libro, se los recomiendo. Solamente que no esperen finales felices.
No olviden pasar por mi perfil y ver si alguna otra historia es de su agrado. Sé que voy atrasada con varias, pero escribo conforme me llega la inspiración y en esta ocasión, le di prioridad a esta historia. Tal vez mañana sea el fanfic de Maze Runner o el de Criminal Minds o algún otro que tengo por ahí, ya veremos.
Hasta la próxima.
AS
